- ¿Es cierto que estuvo contigo? –Kristen clavó sus ojos verdes furiosos en Nina- ¡Nina!
- Que no estoy sorda, Kristen –suspiró hondo, intentando mantener la calma- si, es cierto.
- ¿Por qué no te consigues un novio y dejas al mío en paz? –soltó con rabia- ya ni intento entender lo que ustedes tienen. Solo hay una cosa que desearía para mi boda.
Nina no pensaba preguntar qué, pues era bastante evidente. Desearía que desapareciera, de seguro. Y lo haría encantada, si no fuera por Cameron. Él era importante –se recordó- era su mejor amigo y debía estar para él.
- Espero que esta conversación quede entre nosotras –dijo en tono seco Kristen y Nina asintió- ¿qué te sucede?
- Ha sido un día difícil, Kristen y estoy cansada. Apenas llegué de viaje y lo que quiero…
- ¿A dónde fuiste? –interrogó- ¡Nina!
- Kristen, eres mi prima y la novia de mi mejor amigo, pero no tienes porque venir a gritar e interrogarme en mi propia casa. ¿Entendido?
- Así es como deberías mostrarte frente a Cameron también y notaría que no eres tan… dulce como aparentas –sonrió levemente.
- Hemos sido amigos por años, mucho antes de que tú siquiera supieras de su existencia así que créeme, si hay algo que conocer sobre mí, él ya lo conoce –Nina se levantó a abrir la puerta- y te pido que me dejes descansar por favor, adiós.
- Eres una grosera, Nina –Kristen agitó su cabello frente a ella- y sé exactamente por qué eres así. Pobrecita, enamorada de Cameron –Nina tensó los labios- ¿qué? ¿crees que no lo sé? ¿qué todos no lo han notado? Lástima que tú no tendrías ni una sola oportunidad frente a mí… -salió con una risita.
Ni siquiera intentó replicarle, era en vano tratar de hablar con Kristen. No parecía que fuera mayor que ella por 2 años sino apenas una niña. ¿Por qué rayos Cameron debía enamorarse precisamente de Kristen? Estaba segura que si fuera alguien más razonable, no le habría costado tanto aceptarlo… o eso quería pensar.
Pero, ¡Cameron iba a escucharla! ¿Cómo le arrojaba a Kristen así como así, sin previo aviso? ¡Él sabía perfectamente que no la soportaba! Bueno, casi. Quizás no le había dicho nunca porque… es que sería difícil de entender. Podría causar que todos pensaran algo que no era. Que no sentía. Solo… no.
El hecho de que hubiera visto como Kristen coqueteaba con Caleb en el jardín de su casa, mientras le insistía en que salieran juntos aquel verano en que la había… no, en que él había estado demasiado cerca, bueno, era incómodo y desagradable.
Porque, por un momento, había tenido la certeza de que Caleb se iba a negar rotundamente al saber que se trataba de su prima. Solo porque sería… extraño ¿no?
Y así había sido… pero, de pronto, él había accedido. Se habían ido en su auto, y lo único que sabía con certeza era que Kristen había llegado muy tarde.
No que hubiera esperado despierta su llegada, solo que no podía evitar pensar en ellos y a su mente acudía con fuerza el recuerdo de esa noche en que Caleb había parecido tan diferente… y no podía entenderlo. Era él y a la vez era alguien totalmente nuevo.
Por eso no le gustaba verlo, Caleb solo le provocaba inquietud en sus escasos encuentros. Detestaba no saber en qué punto de la vida se encontraba e, indudablemente, con Caleb nunca sabía nada. Porque no llegaba a entenderlo. Porque no quería hacerlo.
O quizás… sí. Tenía que admitirlo, sentía curiosidad. Aquel sentimiento que le recorría cada vez que estaba cerca de él, que escuchaba su nombre pronunciado por sus labios, sus ojos azules fríos sobre ella… era tan extraño. Se sentía tan diferente.
Con nadie más se había sentido igual. Y no estaba segura de que le gustara. O de que no.
Sacudió su cabeza con fuerza. No, definitivamente no le gustaba. No había más que discutir. Caleb le intimidaba y desagradaba. Sí, así era. Así sería.
Se dirigió hasta la ventana y miró al jardín. Al parecer, Kristen se había ido porque su auto no estaba por ningún lado. Era hora de asesinar a Cameron.
- Quizás tu novia no te haya matado, pero lo haré yo –exclamó Nina con vehemencia en cuanto Cameron le abrió la puerta.
- ¿Qué? –Cameron la miró con fijeza- ah, ¿Kristen ha ido a visitarte?
- ¿Y lo dices así? ¿Lo sabías? –no necesitó una respuesta, pues su rostro se tiñó de culpabilidad- ¡Cameron! ¿Por qué haces eso?
- No tenía por qué mentirle… -pronunció dudoso. Ella arqueó una ceja- bien, si tenía por qué, pero no quería. Nina, siempre serás mi mejor amiga y es mejor que se acostumbre a la idea, porque no va a cambiar.
- Cameron… -Nina negó con la cabeza- eres tan lindo y dulce.
- ¿Por qué tienes esa manía de hacerme sentir como un niño? –inspiró hondo- solo tú y… -sacudió la cabeza- pero, ¿sigues viva o no?
- Por poco. Se suponía que tú no deberías saber de nuestra conversación.
- No me gusta eso –inspiró hondo- ¿quieres pasar?
- ¿Y arriesgarme a que vuelva y note que he venido corriendo a verte? ¡No!
- Nina, Nina, ¿qué haremos entonces? ¿siempre nos esconderemos?
- No lo sé, eres tú quien ha decidido casarte… -suspiró- y tan joven.
- Tenemos la misma edad, Nina.
- Exacto, yo no me casaría ahora.
- ¿Y si te enamorarás?
- Ni aún así. Esperaría un tiempo y…
- El amor no es así, Nina. No puedes limitarlo o condicionarlo.
- Tú que lo sabes bien, ¿verdad Cameron? ¿Cuántas veces te has enamorado?
- Nina…
- Eres demasiado joven para saber lo que quieres.
- ¿Y tú?
- Las mujeres maduramos más pronto, que te quede claro.
- Sí, como no.
Nina pensó en Kristen. Sonrió con malicia.
- Bueno, no todas.
- Sé lo que piensas y conozco esa sonrisa. Tienes tu lado malvado, Nina.
- ¿No te encanta eso? –rió y le palmeó el brazo.
- No te haces una idea, Nina –rió también y se despidieron.
Cameron cerró la puerta, con una sonrisa en los labios. Nina era extraordinaria y jamás la perdería. Sin duda, se entendían tan bien y podían hablar durante horas. Era de aquellas personas incansables, risueñas, dulces y optimistas. Tan divertida y, siempre que la contemplaba, solo podía pensar en un día cálido y soleado, que regocijaba el corazón.
Sí, Nina siempre sería su chica especial. Y le reservaría un lugar en su corazón hasta el final de sus días. La querría siempre. Como la había querido desde que se habían conocido hasta el presente día.
Deseaba verla feliz. Era lo único que quería para ella. Felicidad. Y amor. Sí, Nina merecía ser amada. Absoluta e incondicionalmente.
Tomó una bebida al pasar, para continuar aplicando a algunas ofertas de empleo.
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