jueves, 17 de abril de 2014

Becaria Pueblerina 12


En ese mismo momento, pero apuntando a otro lado del globo terrestre.

-Hola Ramón –Saludó toda jovial Susan a su amigo, al verlo salir del ascensor-. ¿Qué me traes?

-Hola preciosa –La besó en la mejilla-. Es una entrega personal para Clarise. Pero antes debo hablarla con Thom.


-¿Qué pinta en eso mi jefe? –Se cruzó de brazos al tiempo que empleaba un tono de desconfianza-. Si es un paquete para Clarise, es para ella y ya está -Protestó alzando un poco la voz, consiguiendo que la aludida escuchara su nombre y se acercara.

-¿Me estáis criticando a escondidas? –Se acercó y preguntó un tanto seria, sin ocultar su desagrado ante el hombre.

Aunque éste, solo supo responderle con un volteo de ojos.

-¿Cómo? ¡No por favor! –Rió su amiga-. Es solo, que trae un paquete para ti pero dice que manda Thom, sobre si lo recibes o no  -Explicó levantando una ceja ante  la cara de fastidio de su amigo por chivarse.

-Gracias Susan -Soltó éste en un gruñido.

Clarise, expulsó aire por sus fosas nasales con bastante fuerza.

-Dame mi paquete Ramón –Extendió sus brazos-. Y no me seas igual de idiota que Thom, ante esas tonterías.

-¿Qué es lo que ocurre? –Intervino curiosa Susan.

-Nada, salvo que al parecer hay alguien interesado en mí y me manda cosas.

-¿Tienes un admirador secreto? –Preguntó sorprendida su amiga.

-Eso parece –Respondió Clarise con cierta indiferencia-. Seguro, que es algún tonto con ganas de divertirse. Ramón, me das el paquete –Se giró a éste para seguir insistiendo.

-¿Y cuando pensabas decírnoslo? –Habló consternada la otra chica, volviendo hacer que girara la mirada hacia ella por unos segundos con cierto fastidio.

-Primero, que venga Thom –Habló Ramón sin hacer caso a lo que Susan estaba preguntando.

Pero a la joven chica, todo aquello comenzaba a exasperarla bastante.

-Susan, seguro que se trata de una tontería –Alzó los ojos-. ¡Y tú, dame ese paquete de una maldita vez! –Ordenó con voz dura.

-Aquí manda Thom –Expuso éste y retirando el bulto, de la vista de ella.

-Manda sobre ésta oficina –Puso los brazos en jarra y lo miró furiosa-. Y ese paquete va dirigido a mí, es personal.

-Eso es cierto –La defendió Susan-. Ese paquete es de Clarise, no de Thom.

-Pero trabajas para Thom y estas son sus oficinas. Es como si fuerais suyas -Puso como excusa vaga, y encaminándose al despacho del hombre marcha atrás, sin darse cuenta que acababa de provocar a las dos mujeres.

-¡Oye, me estas colocando en el mismo grupo que una simple grapadora! –Protestó la mujer embarazada.

-¡Ha! –Rió Clarise con mucho sarcasmo-. Ya le gustaría a  Thom, poder manejarnos con tal poder sobre nosotras. Y ahora, dame ese paquete si no quieres ser atacado por dos mujeres.

Ramón no pudo evitar soltar una sonora carcajada.

-Para empezar –Se rió, quitándole importancia a la amenaza-. Ella está embarazada. Y no creo que vaya a cometer ninguna estupidez. Y tú, no representas  ningún peligro hacía mi integridad física –Alzó su ceja izquierda-. Pero si apenas me llegas a los hombros –Se mofó divertido.

-Oye guapo, que no me gusta que me traten como a una minusválida por hallarme en estado –Recalcó con retintín Susan.

-¿Se puede saber qué tiene que ver mi altura? –Soltó cruzándose de brazos Clarise-. Las ostias, van con la misma fuerza lleve zancos o no los lleve. Oh te crees muy superior por ello Ramón.

-Por favor chicas, no os enfadéis conmigo -Siguió retrocediendo con pasos lentos, en dirección al despacho de Thom-. Yo  simplemente soy el mensajero.  Nunca mejor dicho -Se rió él solo por su broma-. ¿Qué hay de malo por avisar al hombre? Ésta supervisión, es por vuestro bien.

No conseguía converncerlas.

-Dame mí paquete –Fue caminando a él con paso amenazador.

-Porque no intentamos tranquilizarnos  un poco, no vayamos a salir dañados chicas -Habló con tono pausado, sin quitarles el ojo de encima.

-¿Y se puede saber por qué va  a salir alguien dañado? –Preguntó de repente Thom, apareciendo allí de sopetón con mirada curiosa ante la actitud de aquellos tres.

-El monigote que nos faltaba –Señaló con tono irónico Susan, ante la fastidiosa aparición del hombre.

-¿Cómo me has llamado? –Levantó éste una ceja.

-Ramón, dámelo…  -Los ignoró Clarise, viendo como el motorista le negaba en un movimiento de cabeza-. Muy bien -Se alzó de hombros y se dio media vuelta-. Cómetelo con patatas –Bramó con enfado su rendición.

-OH –Se sorprendió su amiga por el abandono tan rápido-. ¿Vas a dejar que ganen? No entiendo como vas a… ¡AH! –Interrumpió sus palabras para proferir aquel grito de sorpresa, al ver como su amiga se abalanzaba sobre Ramón derribándolo al suelo.

-¡Mierda! –Se escuchó pronunciar al hombre-. ¡Hay, mi espalda!

-¡Clarise te has vuelto loca! –Exclamó Thom sorprendido, llamando ya la atención de todo el mundo de alrededor.

-¡Quítamela de encima Thom! –Masculló el motorista, revolviéndose debajo del pequeño cuerpo femenino.

-Ojo donde pones la mano idiota –Amenazó Clarise, ya con la espalda  erguida encima de las piernas del hombre y con el paquete en sus manos.

Éste soltó un resoplido.

-¡Pues salte de encima de mí! –La miró con ojos entrecerrados y enfadados por su derrota.

-Pobrecito -Rió aquella vez Clarise-. ¿Estás enfadado por qué te tumbé, sin llegarte apenas a los hombros?
Susan se aguantaba la risa, ante el espectáculo que estaba teniendo lugar. Mientras que Thom, los miraba  a los tres con el ceño fruncido.

-Simplemente me pillaste de sorpresa -Sus ojos mostraron entonces un brillo diferente-.  Se nota, que Thom no contrata a muchas mujeres femeninas. Estas no tendrían un comportamiento tan rudo –Masculló en provocación.

-OH –Cogió aire Susan, ante las palabras de su amigo sabiendo que todo era una provocación de su parte.

-Vaya, así que el chulito motorista no sabe perder -Volvió a reír Clarise, con sus ojos llameantes y empezando a moverse encima de su cuerpo, para levantarse con el premio en sus manos. Pero no sin antes, devolverle la puñalada de aquellas palabras dándole con la rodilla de forma deliberada en su delicada anatomía.

-¡OUCH! –Cerró este los ojos, al tiempo que se mordía aquellos sensuales labios.

-Ya estamos en paz –Dijo soltando el aire, por el esfuerzo de levantarse-. Muchas gracias por traerme el paquete Ramón ¿Susan vienes? –Se giró a su amiga, quien aún no había cerrado la boca desde que la vio saltar en placaje encima del hombre.

-Estas mujeres están locas -Hablaba Thom, mientras se inclinaba sobre Ramón y le ayudaba a levantarse del suelo.

-Esto, no me habría ocurrido –soltó en un quejido, y cogiendo aún aire-, si no te hiciera caso.

-¡Claro! Ahora salpícame a mí con las peleas que tengas con ella -Soltó haciéndose el molesto-. ¿Esto ha sido por otro envío del admirador anónimo? –Preguntó entonces el hombre con curiosidad.

-Sí –Le respondió con un gruñido-. Y prefiero que sea un loco recién escapado del manicomio. Te aseguro, que sería el único que podría librar con una loca como esa…

-Sabes, que eso no lo dices en serio –Sonrió Thom.- ¿Vienes averiguar qué le envía en esa pequeña caja?

-Espero, que sea una manzana envenenada.

-¡Te eh oído! –Chilló Clarise, antes de sentarse en su escritorio con Susan comiéndole los talones.

-¿Y? –Se alzó de hombros el chico-. ¿Es que piensas marcarte otro brutal tanto?

-No tientes a la suerte  -Rió aquella vez Susan-. Aunque yo pagaría, por verte otra vez la cara que pusiste –Muchos de los que estaban allí, no pudieron evitar reírse ante aquella verdad.

-Ésta vez, te aseguro que ese marimacho acabaría contra el suelo frío –Lanzó sin ningún miedo aquella dura provocación.

-Tampoco te pases –Le aseguró Thom, al tiempo que le daba un disimulado codazo en las costillas.

-Déjame, que llevo mucho tiempo aguantándome de saber porque esa mala leche hacia mí –Le respondió por lo bajo, en espera de una respuesta de la joven.

-Para esa respuesta, solo debes quitarte las gafas -Masculló a muy bajo nivel Thom.

-¿Qué? –Preguntó Ramón, sin llegar a escuchar bien.

-No me digas Ramón, que es de ésta de la única manera que consigues tener a una mujer encima o debajo de ti –Habló por fin la joven, con sonrisa helada y sin levantar la mirada del paquete que ya había desprecintado.

-Frío, frío… -Sonrió totalmente sexy, y recuperado del golpe-. ¿Pero no será tal vez, ésta tú manera de sentir a un hombre contra tu cuerpo?

-Esto, es más interesante que un capitulo de C.S.I –Se escuchó por algún lado de la gran habitación.

-¿Tenemos nuevo romance a la vista? –Soltó también otra persona, sin darse cuenta que se le escucharía por el momentáneo silencio allí.

Thom, alzó su cabeza hacia la zona de donde venían las voces.

-¡Seguid trabajando panda de holgazanes! –Ordenó con voz tajante Thom-. Como llegue a escuchar un maldito silencio más, voy a empezar a cortar cabezas.

-Ignoradlo –Habló Susan-. Está entrando en la pitopausia el pobre…  Y tú, enséñame que hay ahí dentro.

-Voy… Voy… -Obedeció, pero no sin antes dedicarle una mirada llena de resentimiento a su contrincante.

-¡OH, un conjunto negro de ropa interior! –Admiró Susan.

-Vaya… -Habló Sabrina, que aparecía allí junto con Marta después de escuchar tanto alboroto-. Éste va más rápido que Lucas  -Se burló un poco, al recordar como su marido le regaló un traje de chaqueta y pantalón el mismo día en que se conocieron-. Veo, que tiene las ideas claras.

-Sí, y no me gusta nada –Habló con tono serio Marta.

-Y a mí tampoco –Indicó Thom, acercándose a la mesa y adueñándose del pequeño conjunto y de la caja-. 
Esto, se merece ir a la basura.

En ningún momento, la joven trabajadora hizo intento de retener las cosas en sus manos.

-Estoy de acuerdo –Dijo Ramón, sin quitarle la vista de encima a ella, quien aún se hallaba callada y con un trozo de papel en al mano.

-¿Clarise? –Le puso Marta una mano en el hombro-. ¿Tienes idea de quién puede ser?

-No –Negó con energía, y aún un poco sorprendida mientras estrujaba aquel papel.

-¿Qué tienes en tus manos? –Le preguntó Ramón, con gran interés y logrando, que todos vieran lo que les ocultaba la joven.

Ésta lo fulminó otra vez.

-Nada, una tonta nota que venía -Intentó no decirlo con voz trémula.

-¿Me la dejas ver? –Pidió con sutileza.

-Es una simple nota, como la que viste el otro día –Se excusó sin abrir su mano para nada.

-Clarise, déjanos ver esa nota –Ordenó Thom.

-Ya la cojo yo -Se inclinó Marta sobre su hombro, y se la arrebató con un fuerte tirón para poder ser la primer a en leerla-.  ¡Será cerdo! –Dijo a continuación, para después volver a leerla en voz alta-. Apuesto que estás para lamerte con suma pasión… Firmado, tu admirador anónimo.

-Me voy ya -Informó con tono serio Ramón-. Voy averiguar quién está detrás de todo esto.

-Bien, dime algo rápido por favor -Sonrió Thom-. Y hazme el favor también, de tirar esto a un contenedor –Dijo, al tiempo que le lanzaba la pequeña caja de regalo-. Y hoy, tú no te vas sola a casa -Le indicó a Clarise.

-Tampoco exageremos tanto –Protestó la joven-. No me va a pasar nada.

-Ya nos encargaremos nosotras –Habló Susan.


-No le busquéis las tres patas al gato chicas… No creo que haya que exagerar tanto… -Intentó sonreír a todos, sin querer mirar a Ramón. Que sabía que se hallaba abrochándose la maleta a la espalda, sin dejar de observarla en ningún momento. ¿Cómo podía ponerla tan nerviosa?-. Vamos a trabajar todos y olvidarnos de ésta tontería –Pidió, al tiempo que empezaba abrir carpetas en el ordenador. 

1 comentario:

  1. Esto se puso interesante, misterioso e intrigante...pero ME HAS ENGAÑADO QUIERO KARO Y SEBAS!!!!! Aunque obvio qu me ha gustado....más más...más....

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