Quieta,
sin aire en su cerebro para pensar qué hacer, observó como él se acercaba a
ella sin hacer ruido a causa de ir descalzo.
¿Lo
que iba ha ocurrir?
Maldita
fuera su neurona, en anticiparse a su cuerpo y chivarle, que el momento había
llegado. Sí, iba ha recibir su primer beso.
¿Nerviosa?
Por
sus ovarios que sí lo estaba. Tenía miedo en hacer una pésima actuación. No
tenía práctica alguna. Que vergüenza si lo fastidiaba…
¡Dios!
Notaba
como todo el vello de su cuerpo se erizaba, ante lo que se avecinaba. Ella, iba
ha ser afortunada. Comenzaba con un besador nato.
Bueno,
quería decir que no creía que fuera un novato a su edad y contando con el
magnifico físico que tenía. Habría tenido su tiempo para poder practicar y de
seguro, que un buen numero de mujeres bien dispuestas a ello.
¡Genial,
iba hacer el ridículo!
Ya
no podía huir. Gregory estaba a un paso con la mirada clavada en su rostro, y
una divertida sonrisa en el suyo. ¿A santo de qué esa sonrisa? Pensó un momento
frunciendo levemente el ceño.
-Deja
de comerte la cabeza –Indicó sorprendiéndola por haberle leído la mente-. Esto tenía
que pasar tarde o temprano –Llevó sus manos al rostro de ella, para sujetarla
por las mejillas con sus cálidas manos y poder, inclinar su rostro en busca de
sus labios.
Pero
lo que ocurrió a continuación, no podía clasificarse como momento idílico de
novela romántica.
Sino
más bien, momento de estupidez.
Sus
mejillas sonrojadas, sus ojos acabados de cerrar cuando él ya se hallaba a un centímetro
escaso del suyo, y en el momento del contacto, sus manos se abrieron por la
fuerte impresión de hormigueo que le recorrió por el cuerpo, dejando caer su
maleta con todos sus libros de la universidad, yendo aterrizar éste en el pie
descalzo del hombre.
-¡Ay
joder!
Profirió
Gregory, separándose de ella a la pata coja mientras soltaba un par más de
improperios a toda voz, causando así la curiosidad de Elisa que apareció por
las escaleras.
-Si
era que no, solo tenías que habérmelo notificado –Gruñó equivocado el hombre,
sin percatarse de la presencia de la adolescente. Yendo a sentarse al sofá,
para frotarse el pie dolorido.
-¿Qué
ocurre? –Subió hasta arriba, causando que Megan se pusiera tensa por la
situación, y se girara de sopetón a enfrentarla con cierto tartamudeo.
-Nada,
nada –Rió nerviosa agitando sus palmas-. Se golpeó con la mesa.
Mintió,
girándose a mirar el hombre para guiñarle el ojo a que le siguiera el juego.
Pero volvió a sorprenderse una vez más en pocos minutos, cuando éste alzó una
ceja y sonrió de forma guasona.
Aquel
gesto, no le inspiró ningún tipo de seguridad.
-Y
un cuerno –Soltó socarrón reclinándose en el sillón-. Ha sido ella, quien un
poco más y me machaca el pie para evitar que no la besara.
-¡OH!
–Exclamó casi en silencio Megan, con un pequeño brinco y girándose a mirar a la
chica, con aspecto azorado-. Ha sido un accidente –Intentó defenderse.
Pero
Elisa, no mostraba sorpresa alguna. Más bien, su rostro estaba iluminado por
cierta sonrisa saltarina.
Estaba
claro, que allí ocurría lago que ella no comprendía aún.
-Esperaba
más tacto de ti, Greg –Cuestionó con un guiñó de ojos-. Como hagas que salga
corriendo de nuestro lado, no te lo perdonaré nunca –Dijo achicando los ojos y
con media sonrisa.
Pum,
pum… Pum, pum.
Le
retumbaba el corazón en sus oídos, alterada por aquella conversación tan
extraña, y la confabulación entre los dos hermanos.
-Tranquila
hermanita –Le devolvió Gregory el guiño de ojo, para después detener su mirada
en ella.
Hambre…
Aquello
es lo que pudo leer Megan en al mirada del hombre, con gran azoro al estar
presente la joven.
Todo
era demasiado para ella, necesitaba aire. Y poder procesar toda la información
con más calma.
-Voy
–Dio un paso hacia las escaleras-. Voy hacer la comida, es tarde.
Y
huyó con la vista baja y las mejillas ardiendo de vergüenza.
Jajaj siempre nos dejas con las ganas, pobre chico terminará todo abollado por consegur un beso. Me gustó brujis, quiero más, ESCRIBE ESCRIBE ESCRIBE!!
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