¡Dios,
le iba a ser imposible conciliar el sueño como se había propuesto! Suerte que
al día siguiente, era domingo y no tenía que acudir a trabajar.
Cargada
de frustración, dio una patada a las sábanas para dirigirse al balcón.
Necesitaba aire fresco.
Caminó
hasta el muro para apoyarse en él con los codos y quedarse mirando el cielo del
horizonte, divisando una enorme y brillante luna. Era una noche tranquila, sin
calor agobiante gracias a la suave brisa que corría. Pero aún así, no conseguía
dormir. Y el motivo de ello, era lo que llevaba pensando durante todo aquel
sábado.
¿De
verdad que Eric había tenido intenciones de besarla? Ho solo se trataba de una
jugarreta de su mente, por tenerle algo de manía o lo que fuera…
Miró
la hora en su reloj de pulsera, descubriendo que solo eran la una de la
madrugada. Realmente, había hecho el ridículo al largarse a la cama a media
noche. Seguramente su madre aún estaba despierta viendo alguna película, con
cierta pequeña preocupación hacia ella, por la actitud que había mostrado en
todo el día.
¡Por
favor, sí era sábado!
Además
de ser joven y estar de vacaciones de verano, que joven idiota se encerraba a
media noche en su dormitorio para dormir.
Ninguno.
Salvando
los que se encontraban desanimados, confusos, aburridos, solitarios o
castigados.
Y
estaba segura, que si conectaba el Messenger en su móvil, no habría ninguna de
sus amigas conectadas.
Conociéndolas
bien como lo hacía, estarían en la plaza mayor, sentadas en la terraza de la
cervecería con toda la colla de la clase.
Soltó
un profundo suspiro, sabiendo que si se vestía ahora y le comunicaba a su
madre, el deseo de salir a dar un paseo, la pararía para hacerle un intenso
interrogatorio.
Y
aquello no le venía en gana.
Otro
punto, era que tampoco deseaba molestar a Elisabeth. Pues era posible, que
estuviera con sus amigos. Y dentro de ese grupo, bien podía hallarse nuevamente
él allí. Tampoco se veía aún lo suficiente valiente ni con el suficiente
derecho, a ir con todos ellos siendo más mayores y pudiendo estropearles la
noche, cuando no pudieran acceder a ninguna discoteca por ser ella menor de
edad.
Por
primera vez desde que se había mudado, notaba el golpe de ser nueva en una
ciudad y no tener amigos.
Miró
hacia su derecha, hacia el balcón contiguo con un anhelo interior a que él
apareciera por allí, con su sonrisa
atractiva. Pero creía que iba a ser imposible. A parte de no haberlo visto
desde al noche de la fiesta, no creía que estuviera en su casa un sábado noche
pudiendo salir por ahí.
Un
leve maullido a sus pies, la hizo volver al presente para descubrir al gato a su
lado. Sonriendo, se inclinó para acariciarlo cuando se abstuvo de hacerlo al
ver que éste sufría de pequeñas convulsiones, momentos antes de devolver un
poco de babas y restos de comida.
-¡OH!
–Exclamó sorprendida y preocupada, porque el animal estuviera enfermo. Primero
entró a coger pañuelos de papel y limpiar aquello, sin dejar de observar a la
bola de pelo constantemente, quien se hallaba quieta con cara de lástima.
¿Era
preocupante aquello? Meditó con mucha duda, antes de arroparlo entre sus brazos
y saltar por encima del muro al balcón contiguo.
Estaba
nerviosa. Puede que volviera a toparse con Eric, si éste se hallaba allí. Pero
tenía que ir con cuidado, no quería correr un nuevo riesgo y ser una maldita
molestia nuevamente.
Se
asomó al salón con gran timidez, para descubrir que no había rastro del chico.
Así que se aventuró a entrar con cierto paso titubeante.
El
que no se hallara en aquella estancia, no significaba que pudiera hallarse en
otra del piso, y con las manos ocupadas. Y aquel sentimiento de enemistad que
le recorrió por el cuerpo una vez más, al pensar que podía hallarse en el
dormitorio con una chica, volvió a sacudirle un poco de desconcierto.
Aquello
se estaba tornando una maldita mala costumbre.
Inquieta
con los derroteros de su mente, se aventuró hacia el pasillo. Con la duda, de
llamar en voz alta a su vecino, para que supiera de su presencia allí. Pero una
vez más, no hizo falta. Éste la sorprendió, al abrir la puerta de una de las
habitaciones cercanas, apareciendo ante ella vestido únicamente con unas bermudas
color verde, que le llegaban a la altura de las rodillas. Sin contar también,
con su expresión de estupor al hallarla allí dentro, vestida únicamente con su
pijama.
Y
volvió a suceder. Sus mejillas, reaccionaron como un volcán en erupción al adquirir la misma tonalidad en una
velocidad alucinante, y desprender cierta temperatura elevada a causa de la vergüenza.
-
¿Yola?
Preguntó
sorprendido y extrañado, de que se hallara la joven en su casa aquellas horas
de la madrugada.
-Vine…
-No tartamudear, se dijo nerviosa-. Avisarte que tú gato a devuelto en mi
balcón y puede hallarse enfermo.
Al
momento, Eric reparó en la presencia del animal entre sus brazos. Borrando su
expresión de estupor, para sustituirla por su acostumbrada sonrisa.
-De
modo que ahí estaba Pelusa –Se acercó a ella, para coger al animal de sus
brazos, no pudiendo evitar el rozar sus manos en el cuerpo de ella-. Lo estaba
buscando. Hoy le puse su primera vacuna, y digamos que se enfadó conmigo escondiéndose.
Pero no te preocupes por lo ocurrido, suele ser normal esa reacción Alzó la
mirada del afligido animal, para posarla en ella fijamente-. ¿Te ha despertado?
-No
–Respondió agitada y veloz, negando también con un movimiento de su cabeza-.
Estaba en el balcón –Señaló con un encogimiento de hombros.
Eric
sonrió, y emprendió la marcha hacia el salón.
-Veo
que no saliste hoy por ahí –Indicó, dejando al animal en el sofá quien se hizo
una bola, encima de una manta.
-No
tenía ganas en un principio –Admitió con un resoplo-. Pero ahora, me arrepiento
de no haberlo hecho.
-Así
que te hallas aburrida –Se rió-. Yo estaba por hacerme unas palomitas, sentarme
en el sofá y ver un par de películas. Puede decirse que en un principio tampoco
tengo sueño –Se alzó de hombros con una sonrisa-. ¿Quieres quedarte?
Miró
en dirección al sofá de piel, confirmando que éste era lo bastante largo para
que pudieran estar los dos sentados, sin rozarse en ningún momento de forma
accidentada, y volviera a repetirse el
episodio incomodo y extraño de la playa.
-Si
no te molesta, acepto –Habló con cierta timidez.
-No
me molesta Yola –Sonrió él-. Fui yo el que te invité –Le guiñó un ojo-. Siéntate
y escoge de la mesa de café, que película quieres ver primero. Yo voy a meter
las palomitas al microondas.
No
tenía que haberse preocupado de nada, pensó un tanto molesta consigo misma por
su negatividad de antes. Iban por la mitad de la película de suspense y todo
marchaba bien.
No
es que estuvieran sentados a distancia, porque Eric había traído las palomitas en un
único bol y habían optado por plantarse en el centro del sofá, pudiendo ver de
forma cómoda el televisor. No se rozaban, pero sí estaban a un palmo de
distancia, sin que sintiera ella ningún estrago a su sistema nervioso.
¿OH
sí?
Frunció
un momento el ceño, porque realmente en aquel momento había desviado su
atención de la película, para poder valorar la experiencia de estar sentada
junto a Eric en un sofá y con el pijama.
¡Pero
que idiota qué era a veces!
De
pronto, tensó su espalda como un palo de madera cuando por sorpresa, Eric apoyó
su cabeza en su hombro derecho.
¡Ahí
lo tenía! Sí que tenía que haberse preocupado un poco más, del episodio del día
anterior.
Primero,
se obligó a calmar su respiración acelerada. Intentando auto convencerse, de
que tenía que actuar de forma natural e inteligente. Para nada de forma
impulsiva e histérica, como estaba deseando de hacer al ponerse de pie en un
salto, para ir al baño como excusa de alejarse de aquel inesperado contacto.
Aquello
también no podía significar nada, muchos amigos se apoyaban o abrazaban a sus compañeras de clase.
¿Acaso
no lo había hecho Ignasi con ella?
Pero
es que con Eric, se sentía totalmente diferente. Podía sentir su respiración y…
¿Ronquido?
Prestó
suma atención y sí, pudo volver a escuchar como Eric volvía a roncar de forma
suave. Éste se había dormido. El que afirmaba no tener sueño. ¿Tan aburrida era
su presencia? Porque la película era de acción y bastante entretenida.
Soltando
un suspiro, agarró el mando del televisor para apagar todo y volver a sumir la
habitación en la oscuridad, con la única iluminación que daba la luna. Después,
con sumo cuidado se fue reclinando hacia un lado, para que éste fuera a quedar tumbado
en el sofá, quedando ella libre de ponerse en pie.
Se
giró a mirarlo, y con sumo cuidado le sujetó las piernas para subirlas también arriba.
Agarrando seguidamente la manta de tela fina, que había en uno de los respaldos
y taparlo hasta los hombros.
Allí,
se detuvo inquieta a observarlo detenidamente al rostro. Era la primera vez que
podía hacerlo con toda la libertad de no sentirse avergonzada. Sintiendo como
la tentación de mirar sus labios, la reclamaba con fuerza. Preguntándose al
observarlos, que habría sentido si la hubiera besado.
Y
si ella…
¡No
por dios! Como podía estar ella pensando en robarle un beso a Eric. Bueno… Se
mordió el labio inferior. ¿Acaso no es lo que él había estado a punto de hacer?
Tenía
que confesarlo. Creía que se estaba enamorando por primera vez y era de él.
Tal
vez, si lo besaba de forma ligera. Lo que era un simple roce, podría averiguar
algo más de sus nuevos sentimientos confusos hacia su vecino.
Con
gran lentitud, se arrodilló en el suelo enfrente de su rostro. Observando que
por primera vez, veía que expedía tranquilidad. Si actuaba de forma cobarde,
por su propio interés. Podía acabar por despertarlo de aquella paz en la que se
hallaba sumido y verse metida, en el mayor lío de su vida al tener que dar
cierta explicación.
Apoyó
sus manos en el mullido sofá, cerradas en un puño con gran fuerza, mientras
meditaba si inclinarse hacia delante y darle un ligero beso, para después huir
y que quedara todo en un secreto.
Pero
el miedo y los nervios, a ser pillada de forma infraganti, pudieron con ella.
Con un gesto negativo de cabeza, se dio impulso para levantarse y salir de
allí. Pero el repentino agarre alrededor de su muñeca izquierda, seguido de un
suave tirón. Hicieron que perdiera el equilibrio, cayendo con el rostro a un centímetro
del de Eric.
Su
mirada, topó con los ojos soñolientos de él, quien la observó detenidamente por
un segundo.
-Demonio
indeciso –Le renegó antes de inclinarse hacia delante y atrapar sus labios con
los de él.
Oooooooooooooooooooooo!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarQuiero maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas!!!!
Por fi, por fi, por fi...
Gracias EJ
y A ESTÁIS CONTENTAS, AL HABER BESO? JAJAJAJA
Eliminarsois unas pervertidas, solo pensáis en sexo
Intentaré que sea pronto preciosa. Muchas gracias
AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH! SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!! Estoy gritando pensé que me engañarías de nuevo y no habría beso, pero sí y me encantó la escena....AYYYYYYYYYYYYYYY!!
ResponderEliminarTe quiero doble hoy brujis, por puro interés!!! Gracias por el capi
Vamos Eric todavíaaaaaaaaaaa!!!
Si ya se yo que tu me quieres solo por puro interés, pero aun así gracias abuelita mia. besotes grandes
EliminarPero, espero no os moleste lo del beso jejejejeje