Como Hoy es 14 de Febrero, un día para el amor. Creo que es el perfecto día, para mostrar otra de las maravillosas historias de mi abogada, que también podría ser futura escritora.
Aquí os dejo con un cuento de ella, dedicado con mucha ternura al amor en un día tan señalado como éste.
Disfrútenla, como yo lo volví hacer.
Prólogo
Prólogo.-
Liz lo escuchó una vez más, mientras trataba de
reprimir una risita que invariablemente aparecía, aún cuando sabía que lo que
él menos necesitaba era que lo alentara.
Así que mantuvo el gesto serio… casi severo.
- ¿Qué sucede? ¿Por qué tan seria? –Drake sonrió
radiantemente.
- Sabes perfectamente por qué… -suspiró y elevó una
ceja- eres un…
- ¿Un…? –se rió fuertemente cuando Liz cruzó sus
brazos- está bien, no te enfades –alzó sus manos con inocencia- solo que tú
eres mi amiga.
- Ya lo sé… y me pregunto… ¿por qué?
- Porque secretamente estás enamorada de mí –soltó
Drake y ella lo miró, ahora sí con severidad- está bien, lo siento… olvidé la
promesa.
- Efectivamente… nada de… nada –se levantó y dio
unos pasos. Giró hacia él- ¿ahora qué tengo que hacer por ti?
- Nada… solo me gusta verte. Eres mi mejor amiga… creo que terminaré
casado contigo.
- ¿Continúas con eso? –dijo con tono de enfado pero
rió- tú nunca te casarás y si lo hicieras… la última persona sería yo.
- ¿Por qué no? –Drake fingió mirarse- ¿no soy un
buen partido?
- ¿Para un matrimonio? No. ¿Para una aventura?
Si. Y yo… no tengo interés en ninguna de
las dos.
- Está bien… -suspiró teatralmente y eso le arrancó
una sonrisa- me gusta que me sonrías. No
me regañes…
- No he empezado a regañarte…
- Pero lo harás, lo sé.
- ¡Cómo si no lo merecieras!
- No dije que no lo merezco… solo, no lo hagas.
- Está bien –asintió y se sentó nuevamente a su
lado. Él apoyó su cabeza en su hombro y
se quedaron así. Sin decir nada más, no
había necesidad.
- Creo que es hora… -dijo Drake y la giró,
poniéndola frente a él.
- ¿Hora? ¿De qué?
- De decirte el motivo que me trae hasta aquí.
- Aja –Liz lo miró fijamente, esperando que
siguiera- ¿y bien?
- Es… -sus ojos se clavaron en ella, con tal
seriedad que la asustaron- es algo increíble…
- ¿Qué? ¿Qué pasó? –sentía una alarma interna.
- Estoy enamorado –lo dijo con calma, y Liz se
habría reído a carcajadas si no estuviera tan serio y preocupado.
Ella no pudo evitarlo. Segundos después, sintió su
boca deslizarse en toda su extensión, mientras un sonido ahogado intentaba
darse paso a través de su garganta cerrada.
- Si es una broma… -empezó Liz, tras recuperarse
del asombro.
- ¿Tengo cara de estar bromeando? –Drake elevó una
ceja. Liz lo miró largamente, por un tiempo.
Precisamente, eso era lo que le preocupaba. No tenía ni una pizca de gracia y él no
parecía estar bromeando. Negó firmemente, aún cuando sentía recorrerle completa
un ligero escalofrío.
- ¿Por qué… -suspiró Liz resignada- me da la
impresión que no quiero saber?
- Porque… no me tomas enserio.
- No, no es eso.
- ¿Por qué no me crees?
- Tu expresión lo dice todo.
- Ah… ¿quizás porque quieres saber cómo ocurrió
este milagro?
¿Cómo? Si, esa era una buena idea. Aunque ella
tenía en mente, no el cómo, sino el quién.
¡¿Quién?!
- Sí, tendrás que contármelo… ¿lo harás?
- Lo haré…
- Dime, por favor, que no hay nada más… -pidió
cuando él alargó el final.
- Tú me conoces bien.
- Tanto como tú a mí…
- ¿Crees que… sea hora de tomarlo seriamente?
–Drake se encogió de hombros- casarme… ¿no?
Y eso bastó para que Liz se quedara en
silencio. Ahora sí, totalmente muda.
Capítulo 1.-
Capítulo 1
Drake sonreía como un niño, esa sonrisa tan
habitual en él y Liz estaba en shock aún. Miró su reloj, ya habían pasado
treinta minutos en silencio, sería bueno empezar a hablar… o al menos a hacer
algo más que estar ahí sentados uno junto al otro mirando a la pared.
- Liz, cariño… estoy a punto de cumplir 32 años.
¿No lo esperabas?
- ¿De ti? –su voz salía con suavidad- pensé que
siempre estaríamos juntos.
- Lo sé –él la acercó a su lado- ese era el plan…
- ¿El plan? –Liz negó- yo me casaría y tu seguirías
eternamente soltero… ¿no era así?
- Sí, tienes razón.
Cuando llegaste a la adolescencia lo cambiamos.
- Cuando llegamos –corrigió- porque las mujeres
caían sobre ti como…
- Como los chicos sobre ti… era igual.
- No, no era Drake –negó Liz- todo era por ti.
- ¿Sigues sin darte un poco de crédito?
- Te equivocas, me doy el crédito que merezco. Pero
sé muy bien por qué algunos… bueno, tú…
- Es mejor no recordarlo. Aún lo siento, Liz.
- Sí, deberías… -trató de sonar seria pero sonrió-
ya pasó, Drake.
- Aún así… -él suspiró con pesar- te hice mucho
daño.
- No fue tu culpa –soltó automáticamente, cuando
los dos sabían que si lo era- bien, tal vez lo fue pero ya lo superamos.
- Lo superamos… -Drake la abrazó- no sé qué haría
sin ti.
- ¿Crees que a tu esposa le gustaría escuchar eso?
–preguntó Liz, tratando de bromear.
- No lo sé, pero tendría que acostumbrarse… después
de todo, tú eres…
- Tu mejor amiga –completó Liz besándole en la
mejilla- si Drake, lo sé.
- ¿Alguna vez…? –él cerró la boca cuando Liz clavó
sus enormes ojos avellana, para silenciarlo- ¿qué voy a hacer?
- ¿Ya se lo dijiste? –cambió de tema, porque no
quería saber a qué se refería.
- ¿Eh? –Drake sacudió la cabeza- oh sí, es
complicado.
- ¿Crees que te diga que no? –Liz entrecerró los
ojos.
- No precisamente…
- Drake, ¿me estás ocultando algo?
- Técnicamente, no –respondió con una sonrisa.
- ¿Técnicamente no? ¡Drake! –pidió, temiendo lo que
pudiera estar evitando decir- ¿Quién es?
Él suspiró, intentando dejar atrás el tropel de
recuerdos que se arremolinaban en su mente desde que la había visto. Ese
reencuentro fortuito… Liz no se lo iba a perdonar.
- ¿Drake? ¡Drake! –insistió y pasó su mano con
insistencia frente a los ojos grises de Drake- ¿quién es?
- Solo espero que…
Liz tamborileó los dedos con impaciencia, sabiendo
que eso pondría nervioso a Drake. Él le lanzó una mirada amenazante. Liz le
sacó la lengua en respuesta. Drake puso los ojos en blanco.
- Recuerdas a… -esto iba a ponerse feo- ¿Anne?
Liz arrugó la nariz y esa fue toda la respuesta que
él necesitaba. ¿Si la recordaba? ¡Seguro que aún la odiaba!
- ¿Anne? –repitió Liz con incredulidad- ¿Cuál Anne?
Porque permíteme decirte Drake, que dudo que hables de la misma Anne que me
humilló durante gran parte de mi vida, la que destruyó mis sueños y se burló
frente a toda la escuela, incluso… tú.
Drake cerró los ojos, sabiéndose incapaz de
mirarla. Eso dolía.
- ¡Drake, por favor, dime que no es lo que estoy
pensando! Tú no puedes…
- Lo siento, Liz –respondió él en tono bajo y no
había necesidad de más palabras. Los dos sabían lo que significaban…
Liz se levantó, caminar siempre le calmaba.
Quedarse sentada, si eso era lo que le estaba poniendo los nervios de punta. No
que su mejor amigo se casara con su peor enemiga. Eso no, no era por
Drake. Era porque no se lo esperaba. Drake…
Sintió sus manos sobre los hombros. Ella se quedó quieta, clavada en medio de la
sala. No podía mirarlo siquiera, sentía
sus ojos llenos de lágrimas. ¿Cómo podía hacerle esto nuevamente?
- Liz… yo no quise… -Drake no sabía que decir. Se pasó
la mano por su cabello castaño, nervioso- créeme que todo fue… yo ni siquiera…
¡Liz! –la llamó, cuando ella se sacudió de él y siguió hasta la cocina- ¿no me
escucharás?
- No quiero verte, no ahora –Liz suspiró- además
este es territorio neutral. No podemos hablar de nada de eso.
Drake echó un vistazo a su alrededor. La pequeña
cocina le hizo sonreír, al recordarle otro espacio similar, varios años atrás,
en el que Liz y él quedaron de no hablar nunca de nada “incómodo, triste o
molesto”.
Tenían tantos años juntos, toda la vida. Toda una vida junto a Liz. Y él aún se
sorprendía de verla cada día, diferente y aun así recordar a la misma niña que
llevaba su cabello castaño recogido en una cola alta siempre. Habían sido vecinos, amigos y… bueno, él había
sido un completo idiota. De ahí la
promesa, la lejanía, el tiempo de incomodidad, el temor a perder a Liz… y al
final, su perdón. Recuperar a su mejor
amiga había sido una de las mayores alegrías de su vida. Liz…
- Está bien –accedió Drake, siguiéndola en
silencio- ¿Cómo vas con tu pintura?
- ¿Pintura? –Liz le sonrió- bien… aunque estoy
pensando dedicarme a la escultura.
- ¿Por qué? Eres muy buena pintando…
- No es suficiente –suspiró Liz- quiero algo más…
aun estoy averiguándolo.
- Te ha llevado bastante tiempo –bromeó Drake
cuando Liz torció el gesto.
- Lo sé… no me lo recuerdes –pidió con una sonrisa.
Drake se sintió aliviado al verla así nuevamente.
- ¿Es suficiente que lo haga tu mamá, tu papá, tus
hermanos, tus tíos…?
- Y todos los demás –Liz hizo un enorme círculo con
sus manos- no me dejan tranquila, nunca.
Odio las reuniones familiares.
- Claro que no, las amas –señaló él.
- Otro defecto mío –suspiró.
- ¿Cuál ha sido el primero?
- Indecisión.
- ¿Crees que serías capaz de decidirte por algo?
¿Por alguien?
- Solo si me interesara lo suficiente, Drake… lo
suficiente.
Capítulo 2
Capitulo 2.-
Liz tomaba su café en silencio, con la mirada
perdida en el lugar que había ocupado Drake durante la tarde. No podía evitar
perderse en sus pensamientos, rememorando cosas que habían quedado en el
pasado. Después de todo, no pensó que tendría que volver a afrontarlas. No ahora, ni nunca, si era sincera.
Pero la vida era curiosa y ahí estaba, sintiéndose
perdida, sin conocer la razón exacta. Porque bien podría culpar a Drake por su
elección y aún así… esto iba mucho más allá.
Anne había sido una de las típicas chicas
populares. Rubia, alta y hermosa… todos estaban locos por ella, incluido el
mismo Drake. Liz lo había sabido aún
antes de obligarlo a confesar que esa aparente indiferencia hacia Anne era solo
eso, una apariencia. Y aun cuando había dolido, lo había dejado estar pues no
parecía existir un futuro… Drake, después de todo, era guapo sí, pero no era el
chico más popular de la escuela…
Nunca supo la razón. Fue un día cualquiera… no, no
un día cualquiera. Como todos los años, ella iría al baile de San Valentín con
Drake. Era lo que esperaba, si era
totalmente sincera, le emocionaba la perspectiva más de lo que era recomendable.
Porque era su mejor amigo, de toda la vida… siempre lo había sido.
La mañana del 12 de febrero fue a clase como de
costumbre. Drake la llevó hasta el salón, estaba callado y eso era inusual, por
decir lo menos. Lo fastidió hasta que él
cedió… y la besó.
Fue intenso, inesperado y… lo empujó. Abrió mucho
los ojos, no era algo que se lo esperara.
Él era Drake, su mejor amigo… no un hombre cualquiera. ¿Qué rayos le
sucedía? No podía siquiera mirarlo. Drake…
Él no tomaba bien un rechazo, aún cuando no lo
fuera. Liz había intentado explicarle, hablar con él, ¿consolarlo? Pero todo
fue en vano. La última hora de clase del 12 de febrero lo vio por última vez.
No la esperó para ir juntos como de costumbre.
No fue a verla en la noche. No la acompañó en la mañana del 13 de
febrero. Ni siquiera canceló nada…
Y ella había esperado, no sabía por qué, que este
año nada cambiara. Drake no asistió a
clase en todo el día, fue a visitarlo pero no la recibió, estaba francamente
preocupada porque tampoco contestaba el teléfono. El día dio paso a la noche y Liz no pudo
dormir. Se sentía terrible… y pensaba… ¿Qué tal si…? Podría ser Drake… ¿por qué
no?
Con la decisión dibujada en el rostro, el 14 de
febrero, tomó el camino hacia el lugar en que estudiaban. Esperó pacientemente
en el salón, Drake entró y antes de que él hiciera nada más… ¡estúpida,
estúpida Liz, lo había besado!
Y si, totalmente estúpida porque no había notado
que Drake no venía solo. De hecho, Drake y su acompañante venían con todo un
grupo de personas, que la miraban con curiosidad y… ¿lástima?
- Creo que… -Drake no la miraba directamente,
vaciló antes de continuar. Suspiró- que no conoces a mi novia, Anne –concluyó,
cuando la rubia se mantuvo firme a su lado, con una sonrisa burlona mientras
los demás tenían similar actitud.
Liz esperó. Rogó que Drake dijera algo más, que le
diera señales de que aquel chico que le había besado después de susurrarle mil
cosas existía, de que su mejor amigo y compañero de toda la vida la
rescataría.
Sobra decir que no fue así. Ni un poco. Ella estaba
sin habla, movía la boca sin lograr emitir un sonido coherente, que solo
incrementaba la burla a su alrededor. Quería desaparecer.
A punto de correr, sintió una mano en su
brazo. Era Drake quien la había
sujetado. Esperó palabras que nunca llegaron, con lágrimas a punto de brotar se
soltó de él y corrió. Más y más lejos… donde no existiera aquella sensación de
opresión en su corazón.
Liz sabía que debía ir al baile porque no podía
permitir convertirse en el hazmerreír de la escuela. Enderezó los hombros y se dirigió de regreso
a la clase que había abandonado como una niña asustada. Haría lo posible por ignorar todo… y a todos.
Ese día no merecía recordarlo… si no fuera porque
Drake lo había empeorado cuando ella había pensado que era imposible. Se había imaginado, era lógico, que él no
iría al baile con ella. Drake tenía
novia… así la había llamado… él no tomaba el término a la ligera. De hecho, no le conocía una novia… solo esa Anne.
¿Cómo había empeorado todo? Era sencillo, el
transcurso del día le demostró que besar a su mejor amigo que tenía novia
frente a la misma novia y todo su grupo no era nada comparado a lo que venía.
Drake se había sentido culpable, o eso le había
repetido cientos de veces después. Tal vez por eso, no había pensado con
claridad, no había pensado en absoluto, si era más precisa. Porque arreglar una
cita para ella, mediante su novia Anne… bueno, no había sido de sus momentos
más “brillantes”.
Y si, la discreción no era el fuerte de Anne.
Porque había sido un accidente, según Drake, y no era la culpable de nada.
Mucho menos del rumor de que cualquier chico que se acercaba a ella había sido
enviado por Drake… por lástima. Como bien había sido demostrado cuando ella se
había echado en sus brazos y lo había besado en la escuela, frente a muchas
personas, estaba enamorada de él y Drake… él tenía lástima de ella. Y hasta fastidio.
Así, Liz había pasado de ser una persona normal, ni
popular ni rechazada, a estar en el centro de atención por ser una más de las
niñas tontas que se morían por Drake, que de pronto, ahora era uno de los
chicos más populares e inalcanzables de su mundo.
Lo había odiado, oh claro que lo había odiado. Pero era Drake, y él sabía cómo arreglar las
cosas. ¡Y le costó, eso sí!
Varios meses de incomodidad después, cuando ella lo
escuchó, prometieron olvidar el baile e intentó convivir con Drake y su odiosa
novia, aún cuando lo que menos quería Liz era mirarla… la odiaba, y mucho.
Suspiró sorbiendo el resto del café de su taza.
Estaba frío e hizo un mohín al contacto, nunca le había gustado el café frío.
Lo vertió para a continuación lavar con lentitud el recipiente. Estaba incrédula aún y si, algo dolida por la
elección de Drake. Para qué iba a
negarlo… precisamente Anne. La había soportado por, prácticamente, un año
entero… ahora sería, para siempre.
Porque Drake había dicho boda. ¿Cabría la posibilidad que tan solo fuera un
mal chiste? Suspiró nuevamente. No, ni una remota.
Trató de desviar su mente hacia otros temas. Tomó
el folleto del Instituto al que quería asistir para aprender a esculpir. Si,
era una locura su vida y sus cambios, nunca seguía un rumbo por mucho
tiempo. Pero así se sentía feliz… sin
ataduras, sencillamente, libre.
Volvió a sentarse en la silla que había ocupado
antes. Hacía unos meses que había roto una relación, no sabía bien por qué,
solo que él le había pedido matrimonio y… sabía que era momento de huir. No porque le temiera al compromiso, no era
esa la razón, tan solo no era correcto.
No estaban en la misma sintonía. No quería ese tipo de compromiso sin
estar totalmente segura… no era suficiente.
Drake se había burlado diciendo que era ella quien
tenía problemas para comprometerse con algo.
Pero no era así, él no lo entendía. Nadie lo hacía. Necesitaba más… mucho más. Sobre todo si era
algo que se suponía duraría toda la vida.
Como una carrera… o un matrimonio.
No, no podía apresurarse a elegir. Aún cuando los años empezaban a pesarle un
poco. ¿Reloj biológico? Nunca creyó que tal urgencia fuera cierta, no creía
sentirla. No antes de que Drake pronunciara matrimonio, de cualquier manera.
Eso parecía haberlo disparado todo. Un caos…
Cerró los ojos y negó con la cabeza
lentamente. Esto no podía estar pasando.
Tenía que ser un mal sueño, una pesadilla digna de alguien que ha perdido la
cabeza. Su mejor amigo y su peor enemiga.
El hombre que había estado toda su vida a su lado y la mujer que
esperaba no ver nunca más en las siguientes 3 vidas mínimo. Todo un cliché y
una pesadilla.
Capítulo 3
Capitulo 3.-
Drake trató de concentrarse en los papeles que
tenía delante de sí pero no lo lograba.
Cerró los ojos y volvió a enfocar, intentando leer… pero no. Había algo que lo molestaba y, hasta que no
le diera solución, no podría continuar. Lo sabía, se conocía bastante bien.
Finalmente se dio por vencido y giró hasta que su
mirada se encontró con la foto que estaba sobre su escritorio. Debió tomarse hace 3 o 4 años. Liz llevaba un vestido ligero y sonreía
mientras él pasaba sus brazos sobre sus hombros y sonreía también. Se veía preciosa… y ahí, ya la amaba.
Suspiró. De
hecho, no recordaba momento en que no la amara.
Y había creído, que era algo que sentiría toda la vida, desde el inicio
hasta el final. Por eso, nunca tomaba
una relación demasiado enserio. No había
tenido una relación, ni siquiera lo contemplaba. Porque él quería a Liz… ella sería su única
novia, a quien amaba. No estaba interesado
en nada a largo plazo con otra mujer que no fuera ella.
Su visión tan perpetua del amor cambió cuando Liz
lo rechazó. Aún, en sus pesadillas,
podía ver los ojos avellana abiertos de par en par con sorpresa y disgusto por
el beso recibido. Empujándolo lejos de ella. Rechazándolo…
Si, su perspectiva había cambiado. Había abierto sus ojos a otras mujeres, pero
esta vez sí, realmente a mirarlas. Y ahí
estaba, Anne, como una respuesta a sus oraciones. Era perfecta, era hermosa, era inteligente…
Él podía llegar a amar a alguien así. Y
lo hizo. Él no era de las personas que esperaban, de quienes perseveraban
cuando eran rechazados. No, las cosas se
daban o no se daban… no había una segunda oportunidad, no había medias tintas
en su vida. Y con Liz, no se dieron. Nunca.
La había besado tres veces. Solo tres veces en todos esos años. La
segunda vez lo había tomado desprevenido. Y con novia. Es que él no había pensado, ni siquiera había
considerado la posibilidad… Pero ahí estaba, su amada Liz besándolo al día
siguiente que lo rechazara. Se había
sentido vil y estúpido, pero no había mucho que hacer, Anne estaba a su lado. Y
había decidido olvidar a Liz. Pero eso
no implicaba perder su amistad… ¡Cuánto le había costado arreglar error tras
error que cometió en ese tiempo!
Seis meses había estado insistiendo constantemente
para que Liz hablara con él. Miles de intentos más tarde, Liz había accedido,
aunque no parecía ser la misma. Le había hecho obsequios que Liz no podía
rechazar, le hablaba de tal manera que no podía evitar responder, le brindaba
sonrisas que lograban que Liz olvidara todo, desde siempre. Había costado, pero finalmente había logrado
que de a poco, ella lo perdonara. Después
de todo, eran mejores amigos desde que él recordaba.
Se acercaba su segundo aniversario con Anne. Él
había llevado a Liz de compras, aunque le había costado mucho convencerla. Ella no lucía nada feliz de ayudarle a elegir
algo para su novia. Imaginaba que aún la
odiaba por lo sucedido, Liz no lo ocultaba, a pesar que ya toleraban estar en
la misma habitación y salir en el mismo grupo de amigos. Agotados, habían
llegado a recostarse en la hierba del jardín de su casa. Sonreían mientras los últimos rayos de sol se
deslizaban por sus rostros. Él giró y… había sido un error enorme. Liz estaba sonrojada, con los ojos cerrados y
sus enormes pestañas cubriendo sus mejillas con delicadeza. Un mechón de su cabello se movía con el
viento y ¡era toda una visión!
Cuando abrió los ojos, se quedó sin aliento. Era
perfecta, como nunca nadie más lo sería… y estaba a su alcance. Se acercó a
ella y…
- Drake,
debes prometerme algo –pidió mientras deslizaba su mano con suavidad por la
mejilla de él- nunca más…
- ¿Si? –preguntó él con una ligera sonrisa- ¿qué
debo prometerte?
- Nunca más volveremos a repetir lo que nos separó
–Liz se sentó con la mirada al frente- quiero estar a tu lado siempre, Drake.
No quiero ser… no quiero que nada nos separe. Aquel beso… casi destruyó todo.
- Tú también me besaste –replicó él, sin entender
por qué lo hizo.
- Era diferente Drake, tú eras… -Liz lo miró de
reojo- no sé que éramos, qué pensé pero… estaba equivocada. Nunca podríamos manejar algo así, yo no te
amo y tu…
- Y yo soy tu mejor amigo –Drake se sentó a su
lado- lo sé, tú también eres mi mejor amiga y te quiero.
- Yo también te quiero, Drake… siempre te he
querido –Liz sintió que él la atraía hacia sí- ¿me prometes que serás mi mejor
amigo para toda la vida?
- Más… -Drake sonrió cuando ella se sobresaltó-
seré tu mejor amigo más que para toda la vida… -Liz se relajó.
- Así está mejor –susurró, apoyando la cabeza en su
hombro.
- Lo sé… -contestó Drake, sin saber bien que
decir. No lo sabía, no lo entendía
porque mientras Liz estaba en sus brazos, él no podía pensar en otra cosa que no
fuera besarla.
Anne había llegado de improviso y los había
encontrado ahí. Nunca le había agradado
Liz y últimamente no podía disimularlo. Fue una gran escena, que francamente,
lo cansó. Drake se levantó, ayudó a Liz
y se despidió de Anne. Ella había
gritado, le había dicho que estaba eligiendo entre las dos y… eso lo hizo todo
fácil. ¿Anne o Liz? ¡No había ni que
pensarlo!
Esta vez no.
Tomó a Liz de la mano y entraron a su casa, mientras Anne se alejaba con
furia del lugar. Había pensado que todo
había terminado ahí…
Hasta hacía unos meses, cuando la vida
caprichosamente le había puesto a Anne frente a él, nuevamente. Solo que habían
pasado varios años ya… tantos años.
Estaba preciosa, ya no era una muchacha tan solo bella sino una mujer
bellísima y educada. Elegante… ¡él
estaba fascinado!
Y no había pensado bien, de hecho, no sabía cómo
había terminado pidiéndole una cita. Habían recordado los días de su juventud,
su tiempo juntos… el beso no se había hecho esperar.
Las cosas podían ser tan contradictorias, todo
parecía tan similar pero a la vez era totalmente diferente. Ya no era un adolescente, era un hombre que
sabía lo que quería y, bueno, Anne había llegado a su vida. Debía haber una razón.
Él no era hombre de segundas oportunidades, era
cierto, pero él no lo había buscado.
Todo había sido fortuito y no tenía nada que perder. Ahora se sentía perdido… y había sabido que
necesitaba hablar con Liz.
Liz… Volvió a mirar la foto que tenía sobre su
escritorio. Tendría que cambiarla. No por una razón en particular, es solo que
estaba avanzando en su vida y pensaba hacerlo bien esta vez.
Si tan solo… pero no había esperanza alguna de que
las cosas entre Liz y él cambiaran alguna vez.
Por eso había decidido dejarlo atrás y seguir, tratar de aceptar que Liz
no sería feliz con él, que no podría ser el hombre que ella merecía. Simplemente seguir y buscar su propia
felicidad.
Anne parecía ser la solución para todo. Todo…
Tomó el retrato entre sus manos y sonrió
nostálgico. Ese día había sido su tercer y último beso. Liz…
No había duda que el día de San Valentín era un día
para las parejas enamoradas. Eso hacía
que Drake se sintiera un tanto incómodo pues todos aparecían con alguien
especial a las fiestas de la empresa pero él decidía no asistir. No porque no pudiera conseguir una
acompañante… solo que, él no quería que las cosas fueran demasiado lejos con
alguien. Prefería ese día mantenerse solo, era lo mejor.
Pero cuando decidieron que en esta ocasión sería un
picnic, bueno, él no pudo hacer mucho por excusarse. Necesitaba a alguien, pero dudaba que Liz
aceptara. Si en todos esos años se había negado a pasar un día de San Valentín
junto a él, desde lo ocurrido en la secundaria, ¿por qué aceptaría ahora? ¡Era
imposible!
Liz, sorprendentemente, había cedido. Y había sido un día increíble, digno de
recordar. Mágico… casi demasiado
perfecto.
Su sonrisa aún se dibujaba en sus labios cada vez
que recordaba. Perfecto.
Capítulo 4
Capitulo 4.-
Liz posó sus dedos sobre una estantería y
suspiró. Si tan solo todo fuera tan
fácil como parecía en los manuales que compraba. Y tenía muchísimos. Desde
libros de jardinería, cocina, manualidades, escultura, pintura, dibujo,
bordado… ¡demasiados libros y tiempo libre! Necesitaba empezar a hacer algo con su vida,
encaminarse seriamente pero no lo lograba. No era fácil. No que alguien le
dijera que lo fuera pero… ¿por qué para los demás lo parecía? Todos habían
encontrado sus vocaciones, al menos todos los que le rodeaban parecían felices
con ellas. Incluso su impulsivo mejor amigo Drake, que
parecía no quedar satisfecho nunca con nada, era feliz siendo corredor de
bolsa.
Porque Drake trabajaba en la misma oficina por lo
menos una década. Lo habían ascendido
varias veces y no era un adicto al trabajo. Simplemente iba cuando debía y le
solicitaban, sin chistar ni enfadarse, lo hacía con calma… como alguien que
disfruta lo que hace, que no le molesta hacerlo. Eso era lo que ella quería, ¿era mucho pedir?
Podía ser que la oficina de Drake fuera diferente a
las demás o que tal vez él era muy competente en lo que hacía, pero la única
vez que estuvo con él, rodeada de sus compañeros de trabajo, parecía agradarles
realmente Drake y a él todos ellos.
- No puede ser real –le había susurrado mientras él
la miraba con curiosidad- esa camaradería con todos, ese “llevarse bien”… no es
normal.
- ¿Por qué no? –Drake había sonreído divertido- hemos
trabajado juntos por años, algunas personas están aquí desde que la empresa
inició y…
- Sí, pero ¿cómo logras agradar a todos Drake?
- ¿Cómo? Tú eres quien lo logra, todo el tiempo
Liz, y sin proponértelo –él la tomó de los brazos y la fue girando despacio-
mira a tu alrededor, todos te miran fascinados, encantados… y tú ni siquiera lo
haces conscientemente. Eres increíble,
cariño.
- Drake, que cosas dices… -Liz se sonrojó
involuntariamente y giró para encontrarse de frente con sus ojos grises,
clavados en ella- tú…
- Solo te digo la verdad, Liz… -Drake parecía
hablar muy enserio. Liz bajó la mirada,
avergonzada por estar en brazos de Drake, de pie, donde todos podían verlos-
deberíamos…
- ¿Por qué no la besas? –se escuchó un pedido que
fue aplaudido por los demás.
- Vamos Drake, este es el día. ¡Bésala ya! –pidió alguien más.
- Lo están pidiendo –Drake susurró en su oído-
¿puedo?
Liz no pudo mirarlo. Drake no esperó respuesta
alguna. Atrapó sus labios en una lenta caricia mientras los demás aplaudían y
otros los imitaban. Después de todo, era
el día de San Valentín y el ambiente no podía ser más romántico. El viento meciendo los árboles, arremolinándose
en el cabello de Liz y envolviéndolos en un halo de magia. El tercer beso.
Involuntariamente, Liz se llevó una mano a los
labios mientras escuchaba un carraspeo junto a ella. Miró a un hombre que le
sonrió brevemente para pedirle el libro que aferraba entre sus manos.
- Es el último –explicó con una sonrisa de
disculpa- ¿podría mirarlo?
- Por supuesto –asintió Liz- aún no he decidido si
lo llevaré, de todos modos.
- ¿No? –preguntó extrañado- bueno, me lo han
recomendado… ¿te gusta la jardinería por hobbie o trabajo?
- Posible trabajo pero… dudo que lo sea.
- ¿Por qué? –él la miró con simpatía- eres joven,
bonita y puedes hacer todo lo que desees.
Liz lo miró con curiosidad. En otro hombre, esas palabras habrían podido
tener un significado oculto, pero con él no.
No sabía expresarlo con certeza pero su mirada, su manera de decir las
cosas… como si realmente lo pensara, pero no tuviera ninguna otra intención que
decirlas, sinceramente.
- ¿Lo crees así? –Liz pensó que estaba loca por
hablar con un hombre desconocido y asumir que lo conocía y hasta podía saber
como decía las cosas- me agradas mucho, eres muy amable.
- Gracias, a mi esposa le gusta la jardinería. Pensé que sería un buen regalo –explicó él y
Liz se sorprendió. ¿Un hombre casado?
- ¿Aniversario? –preguntó con curiosidad.
- No, solo me gusta verla sonreír… -explicó él
encogiéndose de hombros.
Liz abrió los ojos, con sorpresa, no podía creer
que existieran hombres así.
- Me sorprende… -Liz lo miró con curiosidad- ten el
libro, creo que le darás un mejor uso que yo.
- Gracias –sonrió él y ella se sorprendió de lo
guapo que era. ¿Cómo no lo había notado?
Su esposa debía ser bellísima, pensó cuando una niña se les acercó- ¿lo tienes,
cariño? –preguntó él inclinándose para tomar en brazos a la pequeña- es Mía, mi
hija.
- Mucho gusto –Liz extendió su mano- es preciosa.
- Gracias, se parece mucho a su madre –pronunció con
amor, cada palabra contenía una devoción que Liz deseó encontrar algún día, de
algún manera.
- ¿Drake? –su mente parecía haberlo conjurado y él
la miró- me pareció ver a alguien –explicó al extrañado hombre- bien, aquí está
su libro, señor.
- Gracias, soy Marcos, un gusto conocerte y gracias
por el libro.
- Nada que agradecer. Soy Liz y espero que ganes la sonrisa de tu
esposa.
- Puedo tener suerte –sonrió él y se despidió, con
su niña en brazos. Liz lo miró alejarse,
anhelante.
Quería una familia.
¿Cómo no lo había sabido antes? Era lo que necesitaba. Un hombre que la amara así, que supiera que
le gustaba e hiciera todo por verla sonreír. Alguien con quien formar una
familia y ser feliz. Elegir…
- ¿Quién era? –escuchó la voz tan familiar y
giró. Sabía que lo había visto.
- Drake… ¿qué haces aquí? –preguntó sorprendida
Liz.
- Es tu librería favorita, sabía que estarías por
aquí porque a pesar de todo la jardinería es algo que no has dejado totalmente
en estos saltos de búsqueda de carrera que has hecho y… ¿quién era?
Liz sonrió. Drake podría decir todas sus cosas
favoritas en un abrir y cerrar de ojos, tal como ella haría con él. La conocía
de toda la vida, podía hacerla sonreír y reír.
Era quien también le había hecho sufrir por más tiempo del imaginado
cuando se decidió a darle una oportunidad a un sentimiento más profundo entre
ellos. El error más grande del mundo y aun así…
Cuando giró lo supo. Esos ojos grises que conocía desde hacía
tantos años, que nunca podrían ocultarle nada, que podía describirlos aún con
los ojos cerrados… cada pequeño matiz, y su rostro… cada pequeña línea de
expresión… Drake era él. Su él. Tenía que serlo…
- ¿Liz? ¿Me escuchas? ¡¡Liz!! –llamó con urgencia
Drake, sacudiéndola con lentitud- ¿qué te pasa?
Liz enfocó su mirada y se encontró con el rostro de
Drake demasiado cerca. Eso no podía
estar pasando. ¿Realmente empezaba a
sentir algo por él cuando estaba enamorado de alguien más e iba a casarse?
Nunca antes… bueno, tal vez lo había sospechado pero no había querido
aceptarlo. ¿Por eso no podía comprometerse?
¿Por qué… amaba… a Drake?
- ¡Santo Dios, Liz habla conmigo! ¿Estás bien?
–Drake urgió con toda la preocupación dibujada en su rostro- ¿qué está pasando?
- Estaba tan ciega… -susurró mientras pasaba sus
dedos por el desconcertado rostro de Drake.
Capítulo 5
Capitulo 5.-
Drake había decidido que necesitaba ver a Liz para
despejar su mente y ocuparse en otros asuntos.
Porque se estaba volviendo loco de dar tantas vueltas en su oficina sin
encontrar una solución posible.
Cuando fue a verla en su casa, no la encontró. El
primer lugar que le vino a la mente fue esa pequeña librería que Liz adoraba y
se refugiaba ahí cada vez que venía un cambio de ocupación, nuevo pasatiempo o
distracción.
No se había equivocado, pero se sorprendió de verla
conversando con ese hombre. Bien, Liz
era hermosa y podía atraer a cualquier hombre pero… esa idea no le gustaba
nada. ¿Por qué estaban juntos? ¿Ahí?
Y, para colmo, Liz parecía haber quedado
conmocionada por él. ¿Qué había sido tan
extraordinario como para dejarla en ese estado? ¡Demonios, no podía ni hablar!
Drake empezó a impacientarse, cuando Liz le
acarició lentamente la mejilla y sonrió.
Aún podía quitarle el aliento, como siempre. Suspiró.
- ¿Qué te sucede cariño? –preguntó con lentitud-
¿estás bien?
- Nunca he estado mejor… -Liz soltó misteriosa-
tengo mucho que pensar.
- ¿Por él? –señaló Drake, intentando por enésima
vez que Liz le dijera quien era, pero sin preguntarle directamente.
- ¿Él? –Liz se extraño y sonrió- ah, Marcos. No… si… bueno…
- ¿Liz? –Drake intentó que se enfocara- ¿estás
bien? –repitió.
- ¿Por qué no te había visto antes? –Liz inclinó
ligeramente su cabeza y Drake pensó que estaba loca. ¿No lo había visto antes?
¿A qué…?- no importa, tendré que decírtelo alguna vez.
- ¿Dé que rayos estás hablando, Liz? ¿Qué te pasa?
–Drake estaba cada vez más desconcertado- ¿Liz?
- Tenemos que hablar, Drake –le dijo tomándole la
mano y sonrió.
- ¿Hablar? ¿Liz? –Drake se sentía como un idiota
por estar repitiendo su nombre sin poder articular más de una frase- ¿a dónde
vamos?
- ¿Vienes en tu auto? No he traído el mío…
- Si, pero…
- Excelente, ¿por dónde está? –Liz continuó
guiándolo, y Drake se dejó llevar, sin decir una palabra. ¿Qué le había pasado a Liz?
Drake condujo en silencio, esperando una
explicación que Liz no parecía dispuesta a dar.
En realidad, se veía tan serena y sonriente. Él le echaba varias miradas de extrañeza, su
seguridad lo impresionaba.
- ¿A dónde vamos? –preguntó Drake, al notar que
estaba dando vueltas sin rumbo fijo por varios minutos.
- No lo sé… -Liz lo miró- ¿podríamos ir a tu
departamento?
- ¿Mi departamento? –Drake se encogió de hombros-
claro, supongo que es una idea igual de buena que cualquier otra…
- ¿Pasa algo, Drake? Estás… -Liz no terminó la
frase pero esbozó una sonrisa traviesa.
¿Si pasaba algo? Drake sentía el impulso de
sacudirla con fuerza para que dejara esa sonrisita idiota y le contestara que
es lo que le había pasado. Expulsó el
aire lentamente, intentando calmarse.
- Estoy sorprendido… pero tú no pareces dispuesta a
hablar conmigo.
- Claro que quiero hablar contigo, Drake. Pero debe ser… con calma.
- ¿Por qué? –preguntó impaciente.
- Ahora no,
Drake… -Liz le dio unas palmaditas en la mano- mira al camino.
- ¡No he dejado de mirar!
- Seguro que no… -Liz rió bajo- solo llévame
contigo.
Drake no supo qué había sido. Si las palabras o el tono en que Liz las
pronunció, pero lograron calmarlo. Incluso ponerle de buen humor… era
sorprendente el efecto que tenía su mejor amiga sobre él.
Liz se encontraba sentada en la sala del
departamento en el que Drake vivía hacia varios años. Casi nunca lo había visitado porque siempre
se encontraban en casa de Liz. Era una
especie de costumbre tácita entre ellos.
Pero esta vez, Liz había pedido ir y Drake no sabía que esperar.
- Estás muy callado, Drake. Eso no es normal…
- Creo que ninguno de los dos es el mismo en este
día.
- Quizás… -concedió Liz- pero tú… -fijó su mirada
cuando él se sentó a su lado- ¿por qué me buscabas?
- ¿No prefieres decirme primero que era tan
importante como para venir a mi departamento?
- No… -ella se cruzó de brazos- ¿acaso no puedo
venir aquí? ¿tu novia lo ha prohibido?
- ¿A qué te refieres? –Drake la miró con sorpresa-
¿Anne? Pero si ni siquiera… ¿cómo podría…?
- Drake… -Liz entrecerró los ojos- ¿Anne sabe de
mí?
- Bueno, sí… y no.
- ¿Cómo? Drake, habla claro.
- Quiere conocerte, sabe que tengo una mejor amiga.
- ¿Conocerme? Si no estoy equivocada, ya nos
conocemos –soltó furiosa.
- No preguntó quien eras y yo… bueno, tú siempre
fuiste mi mejor amiga. Supongo que lo
sabe.
- ¿Supones que lo sabe? –Liz gritó y suspiró- ¿cómo
podría si no se lo dijiste?
- Claro que… -Drake apoyó su cabeza en el sofá y
cerró los ojos- no sé porque no se lo dije… tú no necesitas presentación en mi
vida. Todos te conocen.
- ¡Pero no las has visto hace años, Drake! ¿Cómo
podría saberlo?
- No hay problema, Liz… se puede solucionar –pidió
Drake.
- No veo como… -Liz se sentía ofendida.
- Tú misma se lo dirás –soltó con una sonrisa
enorme.
- ¿Qué? –Liz abrió la boca, incrédula- ¿yo le diré
qué?
- Que eres mi mejor amiga. En la cena.
- ¿La cena? Drake… -Liz resopló- ¿qué cena?
- Nuestra cena de mañana, Liz –explicó Drake con
sencillez, como si le estuviera diciendo la hora. No como si le pidiera ir a una cena de la que
no tenía conocimiento, sino informándole que debía.
- ¿Nuestra cena? ¡Yo no he quedado de cenar
contigo! Ni mucho menos con ella. ¡Olvídalo! –gritó Liz.
- Pero cariño… -Drake le tomó una mano y ella lo
miró molesta.
- No, Drake.
No iré. No importa lo que digas.
- Está bien –dijo con tono resignado, que Liz no
creyó ni un segundo- realmente te necesito ahí. Eres importante para mí.
Capítulo 6
Capitulo 6.-
Estúpida, estúpida Liz se encontró asintiendo a la
súplica de Drake. Es que no podría
negarse cuando él la miraba de esa forma… Drake conseguía lo que se proponía
siempre y, aunque no le entusiasmaba la idea, tenía que hacerlo. Debía saber si
lo que él estaba haciendo… bueno, si había una esperanza para ella.
- Iré… pero es el último favor que te hago Drake…
el último de por lo menos 3 vidas en más…
- Lo sé, Liz y te lo agradezco –Drake le pasó una
mano por la mejilla- eres perfecta… gracias –y le besó en la frente.
- Drake… -murmuró en un suspiro- ¿a qué hora debo
ir?
Él le dio las instrucciones y le llevó hasta su
casa. Cuando se estaban despidiendo, la llamó.
- ¿Qué tenías que decirme, Liz?
- Eh… -Liz lo miró. Sus ojos grises juguetones
mientras sus labios esbozaban una ligera sonrisa. No podía hacerlo. Suspiró-
Nada, Drake. No era nada importante.
- Está bien, Liz.
Te llamaré –prometió y encendió el auto.
Liz lo miró alejarse. No era una buena idea que se diera cuenta que
amaba a un hombre a unos pasos de casarse. Bueno… alguna vez tenía que pasarle
¿no? Amar a Drake… ¿quién lo imaginaría?
Es que nunca lo había considerado. Solo aquella vez, cuando ella había ido hasta
el salón a besarlo. Pero se había
prometido no volver a hacerlo, ni siquiera pensarlo. De hecho, cuando Drake le había besado,
varios años después, frente a sus compañeros de trabajo, la sorpresa había dado
paso al fastidio, porque no se esperaba una actitud tan infantil de Drake. Se lo había reprochado y él pareció ofendido,
dolido más que molesto. ¿Por qué? ¿Por
qué a Drake le dolerían sus palabras? ¿Su… rechazo?
No, él no podía haberla amado. ¿Verdad? No… ¿por qué la había besado en
primer lugar? Nunca le había preguntado, nunca había querido saberlo, para ser
sincera. Tenía miedo. Drake era
demasiado importante como para perderlo.
No quería pensar en perderlo y por eso, prefería no saber que lo había
impulsado. Es que no importaba…
En ese entonces, no importaba. Ahora… habría dado
todo por saber que era lo que había pasado por la mente de Drake.
Aunque se resistía, Liz no pudo encontrar una
excusa para no asistir a la cena de sábado por la noche con Drake y Anne. Y podría tener miles de excusas para un
sábado por la noche, pero no las tenía.
No le interesaba tenerlas, ya no.
Solo Drake y saber que terreno estaba pisando con él… Estaba siendo una
total idiota y lo sabía… pero qué más daba.
No podía quedar peor frente a Anne de lo que había quedado hacía tantos
años ya.
Sentía un intenso mareo por la proximidad de la
hora en la que Drake pasaría por ella.
Exhaló con lentitud, esperando que eso la calmara, porque no podía dejar
de tamborilear con sus dedos y eso haría que Drake, uno notara que estaba
nerviosa y dos él mismo se pusiera nervioso, odiaba que ella hiciera eso.
No debía aceptar… no debía. ¿Y qué tal si no podía soportar el amor que
Drake sentía por Anne? ¿Podría hacerlo? ¡Ni siquiera lo había considerado! Él
estaría mirándola como ella quería que la mirara, le sonreiría y le tomaría la
mano como hacía con ella… la besaría. ¡No, no podía!
- ¿Liz? ¿Estás ahí? –había dejado la puerta
abierta, nuevamente, y Drake ya la buscaba- ¿por qué estas sentada aquí, en la
penumbra?
La sonrisa que le dedicó hizo que Liz supiera, con
más certeza, que no podría soportarlo.
¡A buena hora se había dado cuenta que amaba a Drake!
- Esperaba desaparecer y que no notaras que aún
seguía aquí…
- ¿Qué no lo notara? –Drake se sentó a su lado, en
el suelo- yo siempre sé cuando estás ahí, Liz. Siempre.
Ella giró su rostro hasta encontrarse con los ojos
grises que la miraban brillantes, con gran emoción. Si tan solo fuera por ella, si fuera
diferente…
- Han sido tantos años juntos… -Liz encogió un
hombro- es natural…
- Quizás –asintió Drake- ¿vamos? –se levantó y le
extendió su mano- llegaremos tarde.
- Si –Liz dejó reposar su mano en la de Drake,
incluso después de levantarse. Él la
miró con curiosidad.
- ¿Estás bien, cariño? –preguntó él, tomando entre
sus dedos un mechón de cabello que había escapado del recogido que llevaba Liz.
- Bien –murmuró sin aliento. Drake estaba demasiado cerca, demasiado.
- Liz, me preocupa… -Drake empezó a decir,
afirmándola por los hombros cuando la puso frente a él- ¿no te has sentido bien
últimamente?
- ¿Qué? ¿Por qué lo dices? –Liz parpadeó confusa.
- Estás distraída, pareces estar muy lejos de aquí,
a veces sonríes sin motivo pero cuando te pregunto algo directamente no me
respondes. Me has evadido y ya no me
miras a los ojos –Drake clavó sus ojos grises en los avellana de ella- ¿qué
está pasando?
- Drake, yo no sé de que hablas –Liz trató de alejarse
pero él la detuvo.
- Liz, te conozco… dime qué pasa o yo supondré
que….
- ¿Qué? –Liz lo miró desafiante- supondrás ¿qué?
- Que me estás ocultando algo porque…
- Drake, basta –Liz puso un dedo sobre sus labios-
está bien, me rindo.
Drake arqueó una ceja, en señal de impaciencia y
Liz suspiró.
- Estoy enamorada… -soltó, sin saber cómo logró
articularlo. Se sentía… extraño… y bien.
- ¿Enamorada? –Drake abrió mucho la boca y la cerró
de inmediato.
- Si… pero es complicado –Liz no sabía cómo
decírselo- él es… es imposible.
- ¿Imposible? –Drake no podía pensar con claridad.
Liz no podía estar refiriéndose a…
- Sí, Drake yo no sé… nunca pensé que esto podría
pasar pero, pasó. Estoy tan confundida y
no sé qué hacer porque…
- ¿Estás enamorada de un hombre casado? –Drake la
cortó con un bufido- ¿cómo pudiste hacer algo semejante?
- ¿Qué? Drake ¿de qué rayos estás hablando? –Liz lo
miró confusa.
- Claro, ahora lo entiendo. El hombre de la librería… vi su anillo, a su
hija… ¿está casado, verdad? ¡Imposible! Liz por el amor de Dios…
- Drake, detente… -Liz gritó con impaciencia- no es
lo que estás pensando…
- Liz, Liz –repetía mientras se llevaba las manos a
la cabeza- sé que el amor es complicado pero ¿él? Si tan solo… ¡Liz! –repitió.
Liz se limitó a poner los ojos en blanco. Sabía que
sería imposible razonar con Drake en ese momento, porque no le escucharía si le
dijera que ni siquiera conocía al hombre de la librería. ¿Cómo podía pensar que ella se involucraría
con un hombre casado? Debía golpearlo por la sola sugerencia.
- No te golpeo porque… no es el momento –murmuró
Liz sentándose en el auto, con los brazos cruzados y sin volverle a dirigir ni
siquiera una mirada a Drake en todo el camino hasta el restaurante.
Capítulo 7
Capitulo 7.-
Drake intentó concentrarse en lo que Anne decía.
Realmente lo estaba tratando pero fracasaba.
No podía creer que fuera Liz quien hablaba con ella y la escuchaba, no
podía entender que él estuviera solo pendiente de Liz y sus reacciones, no
podía comprender como Liz podía amar a alguien que era un imposible.
En realidad, si podía. Él la había amado durante tanto tiempo, que
no era difícil imaginarlo. ¿Pero Liz? Ella siempre había sido más
razonable que eso, bien, no tanto. Su
imposibilidad de tomar decisiones trascendentales era legendaria. Hasta el momento, seguía fluctuando de
carrera en carrera. A veces, Liz desesperaba, pero a él le parecía útil… tarde
o temprano podría encontrar lo que realmente quería hacer. Lo que le hiciera
feliz. Liz…
- ¿Verdad Drake? –escuchó que Anne decía- ¿no te
parece?
- ¿Eh? –Drake pestañeó repetidamente y enfocó su
mirada- lo siento amor, no te he escuchado.
- Si, le he comentado a Liz que estás… distraído
–soltó con un dejo extraño- ¿sucede algo?
- No… -Drake se encogió de hombros- problemas de
trabajo.
- ¿Problemas de trabajo? –Liz sonrió ampliamente-
seguro…
- ¿Por qué no? –Drake la miró- a veces, pasa…
- A ti no –terció concisa.
- ¿De qué me he perdido? –Anne interrumpió,
incómoda por el entendimiento que aún compartían ellos. Nada había cambiado…
- Nada querida. Liz está siendo algo… inoportuna.
- No era mi intención, Drake. Pero tú no eres así…
-Liz siguió fastidiándolo.
- Hummm… -él intentó que eso pasara como una
respuesta, porque la verdad, no le interesaba compartir sus pensamientos. Anne no tenía por qué saberlo, o podría
tomarlo mal, y Liz… ella lo sabía pero no parecía importarle. ¡Su mejor amiga iba a matarlo de un disgusto!
Sabía que estaba fracasando. Drake estaba
consciente de que Anne atribuiría a la presencia de Liz su distracción pero no
le importaba. No sabía cómo era capaz de
admitirlo para sí y aún pensar en casarse.
¿Podría estar precipitándose como la primera vez?
Porque había sido precipitado. Después de decidirse
a declarar sus sentimientos a Liz, besándola en la secundaria, su rechazo lo
había empujado a los brazos de Anne. O
eso era lo que él había preferido creer, tomar como una excusa de lo que había
hecho. Es que él no esperaba cambios, él
era de quienes actuaban para lograr esos cambios. Liz no lo quería, alguien más podría…
¿verdad?
Nunca hubiera imaginado el desenlace del siguiente
día. Aún estaba incrédulo por no haber
previsto que Liz podría sentir algo por él.
Ella podía y él había arruinado cualquier oportunidad. Por Anne, por lo
que tenían.
¿Podía haber estado tan equivocado y ser esta una
nueva oportunidad?
Claro que no.
Estaba siendo totalmente irracional.
Liz no lo amaba, nunca lo haría.
Aún resonaba en su cabeza la promesa que le había pedido: “amigos para
toda la vida y más”, cualquier otro tipo de sentimiento sobraba, solo era
amistad, cariño… amor, no.
- Drake –Anne lo miraba fijamente- creo que Liz
tiene razón, deberías dejarla en su casa primero.
- ¿Ah? –Drake la miró. ¿Cuándo habían decidido que
la noche había terminado e ir a casa? Observó su reloj con sorpresa, pues ya
habían estado más de dos horas ahí. ¿Cómo era posible?- Si, por supuesto, si lo
prefieres así Liz, yo…
- Sí, ella lo prefiere así –zanjó Anne y los dos la
miraron con sorpresa- Drake… -lo que sea que fuera a decir Anne se lo pensó
mejor, pues cerró la boca al encontrarse con la mirada dura de Drake.
- Está bien, Drake.
Déjame cerca y yo…
- Vamos –Drake se levantó, pagó la cuenta y se
fueron juntos al auto. Prefería no
hablar pues se sentía molesto por la actitud tan grosera de Anne. Era cierto
que él no había estado muy pendiente de la mayor parte de la noche pero, dudaba
que Liz mereciera un trato así.
- Disculpa, Liz –susurró Drake y ella lo miró con
sorpresa- por Anne.
- Es comprensible –contestó en idéntico tono Liz.
Anne los miró con molestia. Nuevamente con
secretos. Aún con ella presente, eran unos maleducados y la excluían. Estaba dispuesta a todo por estar con alguien
como Drake pero esto… era demasiado. No toleraría ser la tercera persona en
ninguna relación, y sin duda alguna, ahí lo sería. ¿Cómo es que no lo veían? ¿Acaso se estaban
burlando de ella? ¡Estaban tan enamorados que se empalagaba de solo mirarlos!
- ¿Podemos irnos? –urgió Anne irritada y se ganó
otra mirada impaciente de Drake. No le
importó.
- Ahora –respondió en tono seco Drake.
Drake condujo su auto en silencio, intentó hablar
con Anne pero ella lo ignoraba y él no era alguien condescendiente con ese tipo
de actitudes. ¡Eran adultos! Eso ya no iba con ellos y Anne debería saberlo,
debería entenderlo… ¿realmente había pensado en convertirla en su esposa? ¿Por
qué?
Bien, si era totalmente sincero, lo que quería era
formar una familia. Anne le había parecido tan buena como cualquier otra.
Alguna vez había sentido algo por ella, casi amor de alguna manera y había
pensado que quizás era una nueva oportunidad. O tal vez… no.
Porque la llegada de Anne le había acercado a Liz.
Le había hecho que se cuestionara aún más las actitudes y el porvenir de Liz,
el suyo propio… ni siquiera había pensado en el de Anne, no estaba interesado.
Eso era, mínimo, una sorpresa. ¿Podía estar tan equivocado? ¿Podía estar
enfocando la situación desde el ángulo equivocado?
Y aún así, ese no era el asunto principal. No,
porque el gran problema aquí era el de siempre. El único que había existido
desde el inicio. Que Liz… Liz no lo
amaba. Eso era todo.
- ¿Por qué no te has casado? –preguntó Anne y eso
llamó la atención de Drake. Pero la pregunta no estaba dirigida a él, sino a
Liz- oportunidades no te deben faltar… -soltó en tono desdeñoso.
- Tengo una filosofía –contestó Liz con una leve
sonrisa- cuando deba tomar una decisión para toda la vida, debe interesarme lo
suficiente… debo amarla lo suficiente… debo estar segura lo suficiente. Y no, no lo estaba. Esa es la razón… no ha sido suficiente aún.
- Suficiente… -repitió en tono bajo Drake, como
digiriendo las palabras que Liz utilizaba todo el tiempo. Nunca era suficiente,
nada lo había sido desde que él recordaba.
Pero no… una vez si lo había sido. Él había sido
suficiente para ella, lo había besado… había estado dispuesta a arriesgarlo
todo por él. ¿Verdad? ¿Podía significar
otra cosa que una adolescente besara a un chico frente a toda la clase sin
estar segura de lo que él sentía?
¿Por qué más lo haría sino por… amor? ¿A él?
- ¡Drake, concéntrate! –pidió Liz tocándole
ligeramente el hombro y él la miró brevemente- acabas de pasar mi casa por 3
cuadras –rió.
- Lo siento –clavó sus ojos grises en los avellana
de Liz usando el retrovisor- ahora doy vuelta.
Liz asintió con una sonrisa divertida. Anne bufó con rabia. Drake las miró por un
segundo a cada una. No tenía ni que
pensarlo. Siempre sería Liz. Siempre.
Capítulo 8
Capitulo 8.-
Liz había intentado descifrar la distracción de
Drake durante toda la noche, con mediano éxito.
Podía imaginar el rumbo de sus pensamientos… hacia el hombre imposible
que ella amaba. ¿Casado? ¡Ojala hubiera
sido tan sencillo! Bueno, no sencillo… solo que sería menos complicado. A su mejor amigo lo conocía de toda la vida,
le decía estar enamorado y que pretendía casarse… si, definitivamente era más
complicado que el que estuviera casado. Tal vez, pronto lo estaría. ¿O no?
Anne no parecía nada contenta. Durante toda la
noche había intentado mantener una apariencia serena pero su rostro se crispaba
de vez en vez… cuando notaba que Drake miraba a Liz y no a ella. Pero Liz se limitaba a sonreír, a imaginar las
cientos de cosas que estaría maquinando la mente de su mejor amigo para hacerla
reaccionar de la locura que él pensaba que se había apoderado de su corazón.
¿Un hombre casado? ¡Tenía que estar bromeando!
Drake no la creería capaz de algo semejante, estaba segura. Tan solo estaba encontrado excusas para no
afrontar la verdad. El hombre más imposible para ella… era él. Solo él.
- ¿Podrías estar más distraído? –soltó con
hostilidad patente Anne y eso hizo que Liz la mirara con curiosidad- no sé para
qué he venido si…
- Anne –el tono de Drake tenía solo un filo de
disgusto- basta.
Como si fuera una orden, Anne se quedó en silencio
de inmediato. Tal vez por la sorpresa… tal vez porque no lo esperaba. ¿Quién podía saberlo?
Al llegar finalmente a la puerta de su casa, Liz
agradeció a Drake y Anne por la noche, fingió que la había pasado de maravilla
y antes que pudiera abrir la puerta, Drake dijo:
- Te acompaño –no era una pregunta, le estaba
avisando.
- Ah… claro –Liz murmuró y antes que siquiera
pudiera terminar de decirlo, Drake había girado y le estaba abriendo la puerta-
Gracias –sonrió.
Drake asintió con una leve sonrisa y le guiñó un
ojo. Liz caminó unos pasos antes de
notar que Drake estaba en la ventana, hablando con Anne. Se encogió de hombros pero él la alcanzó casi
enseguida.
- ¿Me permites? –él le ofreció el brazo y Liz rió.
- Eres todo un caballero, Drake –se burló
extrañada- no que normalmente no lo seas pero hoy… ¿qué está pasando?
- Tengo que hablar contigo, Liz –la miró con
seriedad- y me encantaría que fuera lo más pronto posible…
- Bien, entiendo que sea urgente pero no puedes
dejar a Anne en el auto y…
- Por supuesto que no –le cortó él- solo quiero
anticiparte que… en verdad necesito hablar contigo cuanto antes.
- ¿Qué tan urgentemente? –Liz sofocó un bostezo-
estoy algo cansada…
- Esta noche.
- Pero Drake, es casi medianoche y… -Liz suspiró
mientras Drake la miraba fijamente con sus ojos grises suplicantes- ¿cómo
podría negarme?
- ¡Gracias! –Drake le besó en la mejilla y Liz
clavó sus ojos inquisitivos en él- ¿qué? ¿desconfías de mis buenas intenciones?
- ¿Buenas intenciones? –se pasó una mano por la
frente- creo que terminaré arrepintiéndome de esto, Drake.
- No… -Drake cerró la boca con rapidez- ahora no
–dijo, en tono bajo- ¿puedo entrar, entonces?
- Puedes… pero primero ve con tu futura esposa que…
Se silenció inmediatamente, al sentir el contacto
de los dedos cálidos de Drake sobre sus labios. Podía sentir la mirada gris de
Drake clavada en su cabeza, pero ella continuó mirando a sus pies, sin saber
por qué, por primera vez en la vida, se sentía insegura de mirar a su mejor
amigo a los ojos. Temiendo lo que
pudiera encontrar en ellos.
- Bien, te veo más tarde –escuchó Liz y algo en el
tono de Drake le indicó que el momento había pasado. Lo miró- estaré de vuelta
pronto.
- Te estaré esperando… -asintió Liz.
Drake le besó en la mejilla y, cuando parecía
dispuesto a añadir algo más, negó imperceptiblemente y sonrió. Dio la vuelta y caminó
hacia al auto.
Liz se quedó parada en la puerta, mirándolo
alejarse y preguntándose si tan solo estaba imaginando cosas. El descubrir que amaba a Drake podría
convertir en un desastre romántico a su cabeza, o eso imaginaba. Nunca había
sentido nada tan poderoso y a la vez tan sutil. Era mágico.
Era Drake. Solo podía ser Drake. Miró que el auto
se alejaba y se preguntó qué era tan importante para él que no pudiera esperar
hasta la mañana siguiente. Como si unas
horas fueran a hacer alguna diferencia…
Caminó en la oscuridad, sin encender ninguna luz
hasta que llegó a la cocina. Ahí preparó
café porque tenía bastante sueño y si realmente iba a esperar y escuchar a
Drake, necesitaba estar más que 30% despierta.
Pensar en Drake en ese lugar, hacía que recordara
la manera en que se habían reconciliado después de creer que jamás volvería a
tenerlo en su vida. Mirarlo cada día
había sido un tormento, saber que él ya no estaba para ella fue más de lo que
pensó sería capaz de soportar. Cada día se le hacía eterno y vacío, se dio
cuenta que se había aferrado demasiado a Drake y que, después de todo, él podía
buscarla solo por costumbre. Eso pensó…
pero él no cedió. Pese a todo, a sus
rechazos y a que se negó a verlo, Drake insistía e insistía. Terminó por rendirse, al no entender como
lograba estar en todos los lugares que ella estaba… donde quiera que mirara, parecía
encontrar a Drake. Era agotador
ignorarlo… era agotador extrañarlo.
Un día, había estado desayunando en su casa. Nadie
más de su familia parecía estar por ahí y ella no le dio demasiada
importancia. Alguien entró y ni siquiera
miró, hasta que sintió que la puerta se cerraba. Las dos puertas… ¿por qué alguien cerraría…?
Drake.
- ¿Qué haces aquí? –le había preguntado, mientras
terminaba de comer su plato de cereal- ¿cómo entraste?
Drake se sentó frente a ella, sin esperar una
invitación que sin duda, no llegaría.
Sonrió. Liz clavó sus ojos en el
plato casi vacío de cereal.
- Ya entiendo, todos se fueron… están cansados de
tu insistencia. No dejas tranquilo a nadie que haya cruzado una palabra
conmigo. Esto ha dejado de tener gracia desde hace mucho tiempo…
Si Liz esperaba una respuesta, Drake no estaba
dispuesto a darla. Ella espero, revolvió
con lentitud el contenido frío de su plato y, cuando ya no pudo resistir más,
lo miró. Él volvió a sonreír.
- ¿Qué estás esperando que te diga? –suspiró con
frustración- no he contestado a tus llamadas, cartas, mensajes… ¿ahora ya no
hablarás? Drake… -Liz soltó impaciente.
- ¿Si? –contestó él con una brillante sonrisa-
¿cuánto hace que no dices mi nombre? –le fastidió y se ganó una mirada de
disgusto de sus ojos avellana- lo siento, Liz. Tú sabes que yo no sería capaz
de…
- En este lugar, no. Estoy comiendo, no me gusta
que…
- Lo sé, que te interrumpan. Por eso he esperado,
cuando vi que no comerías más… entré para verte. ¿Ahora me escucharás?
- ¿Qué no comería más? –Liz intentó llevarse la
cuchara a la boca pero desistió- ¿cómo es que lo has sabido?
- Nunca terminas tu cereal. En general, dejas siempre algo sin terminar…
- Eres imposible… -Liz puso en blanco los ojos y
suspiró- pero te has ganado que te escuche... –en ese instante, los dos sabían
que todo había terminado.
Capítulo 9
Capitulo 9.-
Drake subió al auto en silencio, aún molesto por la
implicación de las últimas palabras que Anne le había dicho antes de acompañar
a Liz hasta su casa.
“¿Para eso me trajiste? ¿Para burlarte de mí? ¿Es
una venganza infantil o algo así?” –había preguntado y Drake tuvo que
contenerse para no gritarle que la única infantil en toda la noche había sido
ella. ¿Una venganza? ¿De qué estaba hablando? ¿A qué se refería?
- ¿No me hablarás? –Drake la miró brevemente- soy
yo quien debería estar ofendido, no tú querida.
- ¿Ofendido, tú? A ti no te han ignorado toda la
noche, tú no has hablado solo durante la cena, esperando que alguien que se
supone es tu pareja te mire. ¿No dijiste
que querías algo serio, Drake? ¿Qué demonios cambió de un día al otro? ¿Qué?
- Yo –contestó Drake conciso. Anne suspiró con
fastidio- yo cambié, Anne. Pensé que te
amaba pero… bueno, creí que podrías ser tú con quien yo… Anne, tú eres la
persona con la que he tenido la relación más larga de toda mi vida. ¿Por qué no podría haber estado enamorado de
ti todo el tiempo?
- Porque estás totalmente equivocado, claro
–respondió Anne- porque la relación más larga de tu vida, no he sido yo.
Drake detuvo el auto frente a la casa de Anne. La
miró entrecerrando sus ojos grises, a continuación elevó una ceja.
- ¿Estás hablando de… Liz? –preguntó con sorpresa,
pues él jamás la había considerado como una relación. Liz sencillamente siempre había estado
presente en su vida, como algo duradero. ¿Una relación?- Liz siempre ha sido mi
mejor amiga y…
- Y sigue pensando eso –rió sin humor Anne- ¿tu
mejor amiga? ¿A quién crees que engañas Drake? Nunca la has visto como una
amiga… tú siempre… -Anne negó- no voy a
tolerarla a ella en tu vida.
- ¿De qué estás hablando? –Drake la miró, como si
se hubiera vuelto loca- ¿no pretenderás que elija entre Liz y tú verdad?
- No, de hecho te estoy diciendo que debes dejarla.
Ahora mismo.
- ¿En serio? –él contuvo una carcajada- y supones
que haré eso por qué…
- Porque de lo contrario, no quiero verte más –dijo
tajantemente.
- Anne, sé que en este tiempo juntos di a entender
algo que pensé que existía. No, no fue una venganza –Drake le pasó la mano
suavemente por la mejilla- realmente pensé que podía amarte. Pero tienes razón, si tengo que elegir entre
tú y Liz…
Anne asintió y se despidió de él. Drake suspiró.
Si tuviera que elegir entre Anne y Liz, sin duda
alguna, siempre sería Liz.
Condujo sumido en sus pensamientos, tratando de
ordenarlos porque quería expresarlos a Liz pero, francamente, se sentía
perdido. No tenía la menor idea de lo que quería decirle. Algo era seguro… no podía empezar con un:
“¿sabes? Estoy totalmente convencido que te amo…”
Sí, eso haría que Liz pensara que se había vuelto
totalmente loco o que se burlara de él. ¿Podría burlarse de él? ¿Estaba listo
para soportar algo así? Bien… tal vez no era tan buena idea.
¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Cómo podía llegar
a donde alguien que conocía de toda la vida y que, al parecer, apenas estaba
mirando realmente? Desde una nueva perspectiva, considerando lo que en su
momento de inmaduro adolescente pensó un simple capricho… quizás era amor. Siempre pudo haber sido amor… y él no lo
sabía. Ni ella.
Frente a su puerta, aún antes de tocar, supo que
estaba abierta así que tan solo la empujó.
Liz debía estarlo esperando y su guía fue la luz que salía de la
cocina. Entró.
- Liz… -susurró y ella elevó su cabeza de
inmediato- lo siento, no quise asustarte –se disculpó.
- No pasa nada, Drake –Liz sofocó un bostezo y se
pasó la mano por los ojos- ¿está todo bien? ¿qué ha pasado con Anne?
- ¿Puedo rectificar la última conversación seria
que tuvimos? –pidió.
- ¿En qué parte exactamente Drake? –preguntó con
una leve sonrisa.
- En varios puntos… excepto en uno.
- Bien… te escucho. Aunque el hecho que no pueda
esperar hasta mañana es… sorprendente.
- ¿Sorprendente? ¿Es todo lo que se te ocurre, Liz?
- Por el momento –contestó con cautela- rectificar…
-le recordó.
- Ah sí –Drake se sentó frente a ella- ¿recuerdas
lo que dije sobre una relación seria y que consideraba casarme?
- Sí –fue la concisa respuesta de Liz.
- Eso no ha cambiado.
- Oh –suspiró con cansancio- ¿eso era todo?
- No, falta la rectificación…
- Entonces con respecto a ¿qué?
- A quién –corrigió Drake- el cambio es… con
respecto a quién.
- Aja… ¿quién entonces?
- No amo a Anne, Liz –explicó Drake lentamente-
creo que realmente nunca la amé… ni a ella, ni a nadie más.
- ¿Y eso es una novedad por qué? –Liz no pudo
evitar una ligera sonrisa condescendiente.
- No te burles de mí, Liz. Esto es serio –soltó
exasperado.
- Lo siento, Drake. No era mi intención –se
disculpó.
- Está bien… creo que estoy algo… irritable –sonrió
pasándose una mano por el cabello. Liz entrecerró los ojos, sabía que era un
gesto nervioso de él- ¿no te gustaría saber por qué creo que no he amado a
nadie?
- Drake no sé como esto… -Liz puso en blanco los
ojos- estamos dando vueltas pero… bien ¿por qué no?
- Porque he estado enamorado toda mi vida de
alguien más.
- ¿Qué has dicho? ¿A qué te refieres? –los ojos de
Liz se abrieron con sorpresa.
- Mi relación más larga, según Anne –Drake alargó
su mano y Liz la miró con curiosidad- eres tú, por supuesto.
- ¿Cómo? –Liz sintió que se atragantaba de
sorpresa- ¿qué?
- Liz… ¿cómo puedo decirte esto?
- Drake… creo que debes meditar muy bien lo que
estás a punto de decir –Liz no quería sacar conclusiones por adelantado pero no
podía evitarlo. El rumbo que tomaba la conversación era… peligroso. ¿Drake podría realmente estar implicando
que…?
- Lo he meditado, Liz. Créeme, durante gran parte
de mi vida y no puedo ignorarlo más. No
estoy dispuesto a hacerlo.
- Drake ¿qué significa todo esto? –Liz preguntó
confundida.
- Te amo, Liz –soltó Drake de un solo golpe-
significa que te he amado toda mi vida.
Solo a ti, siempre a ti, Liz.
Capítulo 10
Capitulo 10.-
Liz sintió que el mundo se detuvo a sus pies.
Quizás si no hubiera estado sentada, se habría caído del impacto de las
palabras de Drake. Y él, la estaba
mirando como si esperara una respuesta. Como si ella fuera capaz de hablar
después de lo que él le había dicho. ¿Amor? ¿Había dicho que la amaba? ¡Drake!
¿Drake?
Drake la miraba expectante. Sabía que tal vez su
confesión era inesperada… bueno, no tal vez. Era totalmente inesperada pero,
esperaba al menos una palabra, no era mucho pedir imaginaba. Pero Liz no
parecía dispuesta a hablar. Veía muchas emociones en su rostro pero no se
decidía a darle un nombre a lo que observaba.
Estaba asustado… totalmente.
El sonido de un suspiro hizo que la mirara
fijamente. Liz abrió la boca y volvió a cerrarla. Lucía sumamente… incómoda y a
Drake le recordó a la situación que habían tenido hacía tantos años, cuando
eran unos adolescentes. Ella no lo amaba. ¿Por qué había esperado ser suficiente para
Liz? ¿Cómo podía haberlo imaginado?
- Drake, yo… -Liz habló, porque ese silencio se
estaba haciendo insoportable- estoy sorprendida… no sé qué decirte porque yo…
pensaba que amabas a Anne… ¡te ibas a casar con ella, Drake!
- No, estaba totalmente confundido Liz. Yo… -Drake negó- no importa más ¿verdad? Tú
no sientes lo mismo…
Liz quería desmentirlo pero no podía hacerlo. No
así. Los sentimientos no cambiaban de un momento a otro. Hasta hace unas horas,
Drake pensaba casarse con alguien más, sí, así de seria era la relación y
ahora… estaba sentado frente a ella, diciéndola que la amaba.
Y al mismo tiempo, era Drake. Él jamás le mentiría. Él no tenía por qué
decir algo que no sentía. Drake…
Drake se levantó, le dirigió una sonrisa triste y
se puso frente a ella.
- Está bien, Liz.
No esperaba un resultado diferente… -intentó bromear pero Liz leía el
dolor en sus ojos grises- y no voy a romper mi promesa. Seré tu amigo para toda
la vida y más… -le besó en la frente- te quiero mucho.
- Yo… -Liz se silenció cuando Drake negó. Suspiró.
- Adiós, Liz –Drake se levantó. Cuando sintió que
Liz asió su mano, la miró con sus ojos entrecerrados- ¿sí?
- Yo quiero rectificar también… -dijo Liz en voz
baja- bueno, en realidad quiero declarar algo.
- Te escucho –Drake no podía evitar notar que ella
aún sostenía su mano.
- Estás equivocado –Liz esbozó una leve sonrisa- no
sé qué resultado esperabas pero…
Liz se calló. Drake estaba desesperado por lo que
ella iba a decir y Liz estaba sonriendo, como si en cualquier momento fuera a
comenzar a reírse. Él no le encontraba la gracia por ningún lado.
- Liz… -soltó con un tono que denotaba su
impaciencia.
- Lo siento, Drake.
Pero la situación es… increíble –Liz se levantó y se echó a sus brazos-
¡claro que te amo! ¿cómo puedes dudarlo? ¡Te amo Drake!
- ¿Ah? –Drake la sintió contra su cuerpo y la
estrechó aún más.
- Pensé que te perdería. Eso hizo que aceptara lo que durante tantos
años he ignorado… no quería que me hicieran daño, Drake. Y de entre todas las personas del mundo,
quien más daño puede hacerme eres tú. Ya lo viví una vez y yo solo quería… -la
voz de Liz empezó a bajar mientras escondía su rostro en el pecho de Drake.
- Liz, cariño –él le tomó el rostro e hizo que lo
mirara con sus grandes ojos avellana, brillantes de lágrimas contenidas- yo no
te haré daño. Sé que fui un tonto y que
lo he seguido siendo por no haberlo notado antes, durante tantos años, que eras
tú… que siempre fuiste tú a quien yo amaba.
También tenía miedo, Liz. Siempre
te amé y… ¿soy suficiente para ti?
- No, Drake –Liz negó- tú no eres suficiente. Eres
más… mucho más de lo que yo podría soñar.
Más…
- ¿Estás segura? –sonrió satisfecho- puedo ser muy
fastidioso.
- Lo sé –sonrió en respuesta Liz.
- También soy bastante terco…
- Como si se me hubiera pasado ese detalle en estos
años…
- Y soy un tonto con algunos asuntos…
- Algún defecto tienes que tener –rió Liz.
- ¿Y tú? –Drake la miró detenidamente- eres
hermosa, inteligente… pero no puedes decidirte por algo…
- Me decidí por ti. ¿Eso no cuenta? –preguntó Liz
con una sonrisa angelical.
- Eso es… -Drake sonrió y acercó su rostro-
suficiente… por ahora.
Liz no pudo añadir nada más pues todo el mundo
desapareció al contacto de los labios de Drake. Sí, eso tenía que ser amor. Y
era mucho, mucho más.
- Ni pienses que esto ha terminado, Drake –hablo
Liz cuando se separaron- aún me debes muchas explicaciones…
Drake asintió y sonrió mientras salían de la cocina
tomados de la mano. Liz, a pesar de
todo, se sentía muy cansada y Drake la acompañó hasta su habitación.
- Te lo dije –sonrió Drake saliendo de su
habitación y Liz ni siquiera lo miró- te dije que terminarías casada conmigo.
- Presumido… -murmuró Liz muy bajo. Tan bajo que
tal vez solo lo pensó. Y sintió como todo perdía coherencia a su alrededor
cuando sus ojos se cerraron.
Epílogo.-
14 de febrero del
siguiente año
Liz puso los ojos en blanco cuando escuchó que,
probablemente, las flores que había pedido no eran las que tenía. Por lo menos
eran del mismo color, le habían dicho, pero eso no era suficiente.
Sonrió. Drake temblaba cada vez que ella decía que
algo no era suficiente. Si la escuchara, pensaría que podía cancelar la boda
solo porque no eran las flores que quería. ¿Lo pensaría?
Es que solo a él podía ocurrírsele que la fecha
perfecta para su boda era 14 de febrero. ¡Cursi! –le había acusado. Pero Drake le había explicado que el 13 de
febrero había decidido que volvería a arriesgarse y el 14 de febrero ella le
había dicho que también lo amaba.
Liz se había limitado a sonreír. ¿Realmente había sido 13 y 14 de febrero?
Como cuando habían sido adolescentes y todo había salido terriblemente mal…
esta vez, no. Drake…
- ¡Liz, dime que es una broma! –gritó Drake
entrando como un torbellino- ¿unas flores? ¡siguen siendo flores aunque sean
diferentes!
- Drake… -Liz sonreía levemente.
- No, Liz. No vamos a postergar la boda porque las
flores no son las que querías o porque no hubo lluvia cuando era lo que
deseabas y…
- Yo no quiero lluvia, Drake –Liz se acercó a él
lentamente.
- ¡Liz, tiene que ser hoy! –insistió Drake y ella
lo abrazó.
- Feliz Día de San Valentín, increíblemente guapo y
neurótico futuro esposo.
Drake la miró con una sonrisa encantadora. Le
estrechó con fuerza y suspiró contra su cabello.
- Feliz Día, mi amada Liz –contestó.
- ¿Me permitirás corregirte esta vez y decir que no
he considerado postergar la boda? –sonrió Liz y él la miró- no, ni por un
instante.
- ¡Gracias a Dios, Elizabeth! –rió Drake y Liz
elevó una ceja al escuchar que la llamaba así- no es como si no supiera tu
nombre completo –bromeó.
- Jamás lo habías usado –Liz observó- ¿por alguna
razón en particular?
- Sí. Porque hoy, mi querida Liz… te convertirás en
mi esposa.
- ¿Y eso que tiene que ver?
- Nada en particular. Me gusta cómo suena tu nombre.
- Hummm… Drake, creo que siempre te he llamado
igual. ¿Crees que por ser nuestra boda
debo buscar un nombre diferente?
- No, me gusta cómo suena mi nombre en tus labios.
- Drake… -Liz lo miró.
- ¿Si?
- Te amo.
- ¿Me prometerías algo tú?
- Por supuesto.
- Nunca dejes de decirlo, Liz.
- Lo prometo –susurró contra sus labios.
Fin
Que linda historia... y que lio de pensamientos de esos dos... menos mal Drake se atrevio a confesar sus sentimietos... linda, linda linda historia
ResponderEliminarPreciosa historia de nuestra Gaby...como siempre!!!!
ResponderEliminarGracias por compartirla Esther y por sus comentarios, me encanta ser parte del blog jeje. Un abrazo!! :)
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