martes, 14 de enero de 2014

Quiero olvidarme de ti 5









Capítulo 15
-… No me importaría en lo absoluto  -concluyó Sebastien sonriendo y esperando haber sonado convincente.  Lo cierto era que si le importaría y no exactamente por el valor simbólico que se le daba a la virginidad sino porque “ese hecho” le pondría en serios aprietos… no solo estaba conquistando a una chica centrada, complicada… amiga de la familia de su mejor amigo Leonardo sin fines formales; añadirle el hecho de ser el primer hombre que le mostrara la unión física… ¡era demasiado!  ¡Era un riesgo demasiado grande!  Por tanto, era un alivio que lo dicho no fuera más que una broma-  ¿En qué piensas Dome?

-  ¿Qué quieres escuchar?  -Dome lo miró cálidamente-  ¿La verdad o no?
-  Creo que por mucho prefiero la verdad… siempre es bueno saber el territorio que se está pisando…
-  En ti… -Dome sonrió tímida y se sonrojó-  Estaba pensando en cómo sería estar contigo…
Sebastien se daba cuenta el rumbo peligroso que tomaba la conversación… pero no le importaba.  Cierto que no se había parado a pensar que tan lejos iría esos encuentros… lo innegable era que no se iba a limitar.  Su cuerpo se lo reclamaba y por primera vez su mente no se oponía, bueno tal vez un poco su conciencia… a la que le concedió un último esfuerzo.
- Dome… ¿te das cuenta de lo que acabas de decir?
-  Pensé que creías que no era tan inocente…
-  Claro que no lo eres… Pero tus palabras… Doménica me vas a volver loco…
-  Eso es un punto a mi favor ¿no?
-  Dependiendo del punto de vista...  –Sebastien cerró los ojos un momento y se concentró-  Después de esto… no habrá vuelta atrás…  -lo intentó una última vez.
-  Sé que no…  -Dome alzó su mirada y la clavó en los ojos de él- Sebastien  todo lo que suceda terminará… sin problemas ni rencores. ¿De acuerdo?
-  De acuerdo… será sin problemas ni rencores entonces,  -Sebastien la acercó lentamente- sin un pasado que lamentar…  -susurró y la besó con exquisita ternura.
***
En el aeropuerto, Mel tenía todo listo.   Se despedía de Alex y Dome con cierta reticencia, pues habían decidido no asistir.
-  Prometo traer muchos dulces  -dijo Mel abrazando por última vez a Alex, que saltó contento.  Pero Melina no pasaba por alto que Doménica estaba muy extraña.  Iba a decir algo cuando anunciaron que su vuelo estaba a punto de despegar-  Bueno, es hora de irme.  Dome… hay mucho que hablar.
-  A su tiempo, Mel.  Ve tranquila.  Buen viaje  -se abrazaron por última vez y Mel les dio la espalda alejándose.
-  Ven Alex.  Es tarde y ya es hora de ir a casa  -tomó la mano de su hijo y mientras salía del aeropuerto su móvil empezó a sonar- ¿Diga?
-  ¿Dome que tal?  Soy Eduardo.  ¿Podemos ir a comer o tienes algo que hacer?
-  No, estaba a punto de ir a casa.
-  ¿Estás con Alex?
-  Si
-  Entonces los paso a recoger.  ¿Dónde estás?
-  Te parece si nos vemos en el lugar… es que estoy con mi coche.
-  Ningún problema.  En 30 minutos en Albert’s.  ¿Vale?
-  Vale, adiós Edu  -Dome colgó el teléfono y le abrochó el cinturón de seguridad a Alex- Cambio de planes, hijo.  Primero a comer con Edu… -se dirigía a su hijo que sonrió y asintió mientras jugueteaba con uno de los legos que tenía en el asiento.
Localizó en el restaurante a Edu que ya estaba sentado en una mesa al costado.  Cuando la vio le indicó con una seña que la esperaba.  Besó la mejilla de él y se sentó, él tomó a Alex en un fuerte abrazo.
-  ¡Cómo has crecido jovencito!  -Eduardo sonrió al ver el orgullo en las facciones de Alex.
-  Tío Eduardo, vamos a jugar…  -Alex sonrió.
-  Hoy no Alex.  Primero comemos y debes ir a tu casa a descansar.  Mañana si tu madre lo permite te llevaré.
-  ¿Puedo mami?  -Alex le apretó insistentemente la mano a Dome.
-  Claro que si, Alex.  Pero ahora vamos a comer ¿te parece?
-  Vale…  -sonrío resignado pero algo expectante.
- Lo tienes en tus manos  -sonrío Dome mirando con ternura a Alex-  lo vas a malcriar si sigues haciendo todo lo que te pide.
-  No, Dome… él me tiene en sus manos.  Es adorable…
-  Si…
-  Me recuerda tanto a ti…  -Eduardo le tomó la mano-  Dome… sabes que te quiero… mucho -él la miró- a ti y tu hijo… pero debemos arreglar esta situación.  Yo prometí ayudarte pero… no quiero vivir una mentira que terminará haciéndome daño…
-  No es el mejor momento…  -Dome miró significativamente hacia Alex- pero quiero que quede algo claro.  Edu, yo jamás haría algo voluntariamente que te hiciera daño.  Te quiero demasiado y has sido un apoyo tan grande en mi vida… no merezco pedirte nada más.  Por eso te libero de cualquier promesa… si no quieres hacerte pasar por mi futuro esposo, está bien.
-  No lo sé.  Dome, dame tiempo para analizar que es lo mejor para esta situación.  Tampoco quiero dejarte sola en esto… con él.
-  Si, hay que pensarlo bien… -Dome se quedó pensativa por unos instantes- Pero ahora vamos a comer antes que se enfríe la orden  -compuso una sonrisa y rozó ligeramente la mano de Eduardo antes de empezar a servirse.
  Capítulo 16
- Si, Edu… ya estoy en casa…  -hablaba Dome por el móvil- llegamos sanos y salvos… Igual, un beso.  Adiós.
Colgó y se dirigió hasta su escritorio.  Debía revisar los archivos de uno de los casos que se encontraba atendiendo.  Su especialización en derecho internacional le permitía no solo conocer sus leyes sino las de otros países también, era una gran ventaja para trabajar con empresas transnacionales.
Se sentó concentrándose en cada uno de los párrafos expuestos.  Empezó a tomar apuntes al margen cuando sintió que una manito le tocaba ligeramente el brazo.
-  ¿Qué sucede cariño?  -tomó en brazos a Alex y lo colocó en su regazo- Pensé que estabas muy cansado…
-  Si mami… es que quiero un cuento.
- ¿Un cuento?  Pero hijo, ya es tarde… -tocó los rubios cabellos de su hijo y los despeinó- Bueno pero uno cortito y ya.
- Si… -dijo Alex entusiasmado, saltando del regazo de Dome y la tomó de la mano para intentar llevarla hasta su habitación.
-  ¡Qué impaciente te has vuelto Alex!  -río Dome encantada- Vamos mi niño –lo tomó en brazos nuevamente y lo depositó en la cama.  Luego de arroparle se recostó a su lado y empezó a relatarle una historia.
Pasó una vez más por el cuarto de su hijo. Ya era bastante tarde y había dado por terminado el análisis del caso, por ahora.  Solo quería dormir y darle un poco de descanso a su mente cansada y alma atormentada por los recuerdos… y el remordimiento.
No era nada nuevo.  Desde el mismo momento que tomó esa resolución se sintió traicionera… pero se consoló con la idea lógica de que no estaba traicionando a nadie.  ¡Claro que no!  Entre Sebastien y ella no había nada… solo vivir el momento y si era juntos… ¡qué mejor!  Sin embargo… por mucho que se afirmara que todo estaba bien, que no importaba el ideal de amor, que el futuro incierto era un precio bajo a pagar por cumplir su sueño… sentía una punzada pequeña pero directamente en el corazón… como aquel momento.
***
- He pasado una tarde maravillosa, Sebastien –Dome besó su mejilla.
- ¿Pero?  -Sebastien inquirió perspicaz.
-  ¿Pero? No hay ningún pero –Dome compuso una sonrisa.
- Ya, Dome… has fingido toda la tarde.  No has discutido ni una sola vez y te has pasado sonriendo como si todo lo que dijera fuera muy gracioso o realmente impresionante.
-  ¿Tan mal estuve?  -se lamentó y él sonrió afirmando-  Pensé que no habías sospechado nada…
-  Dome, te conozco… ¿qué es lo que sucede?
-  Sebastien… debo volver a España  -esperó a ver su reacción pero al ver su falta de emociones continuó-  quería… tenía la ilusión de que este último día juntos fuera perfecto.  Un recuerdo más que perfecto que perpetuar…  -arrastró estás últimas palabras.
Sebastien siguió en silencio a pesar de que Dome se había quedado completamente callada… expectante.  Él estaba realmente conmocionado por la implicación de esas palabras.  ¿Ella pretendía terminar todo vínculo?  ¿Aclarar que todo había sido momentáneo?  ¿Había esperado la oportunidad ideal de estar juntos para nada? 
- ¿Recuerdo?  -finalmente pronunció Sebastien con un ligero tono de sorpresa- ¿Éstas concluyendo todo? 
- ¿Qué? No, Sebastien… has comprendido todo mal.  Yo… no se a donde nos va a llevar todo esto.  Pero me encantaría averiguarlo, ir hasta el infinito… contigo.  Solo que  -Dome giró su rostro- tú no quieras continuar.
-  ¿Continuar?  Claro que deseo continuar contigo.  Cada día descubro algo nuevo y quiero seguir haciéndolo…  -eso logró arrancarle una sonrisa- pero me temo que eso no es lo que querías decir.
-  Hummm… a veces me pregunto si yo llegaré a conocerte tanto como tú pareces conocerme a mí  -Dome ladeó una sonrisa pero él la miró con un gesto indescifrable-  ¿Cómo será Sebastien?  Tú y yo estaremos muy lejos…
-  No tanto…  -él la atrajo hacia sí.
-  Sebastien… estaré en España y por si lo olvidaste, tú vives cruzando el Atlántico.  En Los Ángeles para ser más específica…
-  No lo he olvidado  -él sonrió.
-  Es prácticamente imposible…  -Dome acarició sus cabellos.
-  Dome… para mí nada es imposible  -Sebastien amplió la sonrisa y arrogantemente continuó-  si lo dudas… es porque aún no has visto de lo que soy capaz.  Ahora ven  -tomó su mano firmemente- sígueme sin peros.
-  ¿Seb? ¿Qué vas a hacer?  -ella intentó hacerle difícil el que la moviera pero era poco probable.
-  Me gusta que me llames así.  Nadie lo ha hecho antes y me agrada como suena en tus labios  -ella sonrió- pero… no importa que tanto me guste, no te diré a donde te llevo.
-  Seb… Seb… -repitió Dome riéndose y dejándose llevar por él.
Cada vez que estaba con Sebastien se sentía mejor… más plena… más absurdamente feliz.  Y terminó creyéndose la frase de él… su creencia de que el amor no era necesario para ser feliz parecía ser tan evidente en ese momento de su vida.  Sí, sin sentirlo siquiera, se fue convirtiendo en su filosofía también…  El amor no era necesario, ¡claro que no!
Dome le hacía pensar en asuntos impensables.  Era un absurdo… la ironía más tierna de su vida.  Y ni siquiera la había tenido aún.  Tal vez esa era la razón… aún tenía un velo de misterio que correr para descubrirla totalmente y que ese deseo, que ya rayaba en obsesión, menguara finalmente.  Sí, debía hacerla completamente suya y disfrutaría cada uno de los instantes del camino hasta ella.  Era curioso, pero él pensar en sus dudas respecto a conocerlo, hacía que sintiera una especie de admiración hacia ella.  Porque esa era una de las tantas razones que le había llevado a no comprometerse… el que una mujer creyera conocerlo y así intentara manejarlo a su antojo.
Capítulo 17
¡Qué pensamientos tan fuera de lugar le estaban llenando la cabeza últimamente!  -meditó Sebastien mientras conducía a Dome a una de las fuentes más antiguas de la hostería, que se había convertido en su lugar favorito de encuentros furtivos.
-  Esta fuente es hermosa… Sebastien ¿por qué no me la enseñaste antes?
-  Estaba esperando una ocasión especial…  -dijo en el tono más casual.
-  Aunque no lo admitas nunca… Seb, eres el hombre más romántico del mundo. -Dome sonrío y antes de que él dijera algo lo acalló con un beso.
***
-  Buenos días, señores  -Dome saludó y tomó asiento tras el escritorio de su oficina-  He analizado atentamente el caso en cuestión y he decidido que las medidas a tomar serán…  -empezó a explicar a sus clientes los términos legales examinados y las pruebas que aportarían al juicio.
Habiendo terminado, los representantes de la empresa quedaron satisfechos y le dieron un amigable apretón de manos.  Sin embargo las miradas indiscretas no faltaban… pero Dome ya estaba acostumbrada a ello.  Por regla general, los clientes que llegaban la tomaban como una más de las rubias tontas que revoloteaban alrededor de sus colegas abogados… coqueteaban con ella y se quedaban petrificados cuando les informaba que ella se haría cargo del caso.  Algunos se sonrojaban profusamente y otros simplemente la miraban escépticos. Mas, al final todos quedaba satisfechos con su trabajo. 
Dome recordaba que por eso se había teñido el cabello de negro… estaba sencillamente cansada del estereotipo de las rubias.  Pero una de las lecciones que le había dejado su “jueguito” con Sebastien era que no se podía negar lo que se era… su esencia no se alteraría por más cambios externos que hiciera… el interior seguiría siendo el mismo.  Así que luego de aquel episodio de su vida… decidió aceptarse tal como era… volver a creer en lo que siempre estuvo ahí e intentó negar… ese deseo secreto de alcanzar el amor verdadero, al que renunció por intentar vivir con la doctrina de Sebastien.  ¡No!  ¡Nunca más!  Ahora ella vivía con Alex… lo amaba tanto y eso nadie lo iba a cambiar… era todo lo que necesitaba para ser feliz.
Mientras se dirigía a la cafetería para almorzar, sus colegas la invitaron a compartir la mesa.
-  Hola Dome ¿cómo te fue con el caso Randall?
-  Todo listo, las pruebas han sido enviadas y esperamos el fallo favorable del juez.
-  ¡Muy bien, Doménica!  Te haces siempre con los mejores casos y con resultado favorable.
-  No es para tanto…  -Dome sonrió halagada-  ¿Dónde está Eduardo?
-  Él está recibiendo toda la documentación del caso más reciente ingresado al bufete.  Seguro está con Santoro, que es otro de los designados.
-  ¿Y de qué va el caso?  -inquirió Dome mientras daba una mordida a una deliciosa tostada.
-  Es una nueva transnacional que está abriendo oficinas aquí en España y debemos establecer si las legalidades del caso han sido cumplidas.  Nada muy complicado porque ellos cuentan con sus propios abogados, así que solo hay que cotejar información y verificar que vaya todo en regla.
-  Ah, está bien  -Dome sonrió y continuaron comiendo.
Al terminar la comida declinó la invitación a un café y se fue a su oficina nuevamente.  Cuando estaba a punto de dejarse absorber por el libro que tenía entre manos, miró el teléfono… ¿debía llamar a Mel?  No –decidió finalmente- mejor esperaba a estar más dispuesta a hablar.  Así, que mientras esperaba su nueva asignación, se sumergió en su apreciado libro.
***
-  Si, ahora mismo estoy a punto de regresar a Los Ángeles  -hablaba por el móvil Sebastien-  No, me quedaré cerca de una semana…  -le respondía a su interlocutor- tengo un compromiso en Italia… -explicó-  Bien.  Adiós.
Cuando colgó, subió al avión que ya lo esperaba.  Con una sonrisa se despidió de España… pero no por mucho.  Solo faltaban unas cuantas formalidades insignificantes para que la transnacional tuviera presencia ahí…  Si, definitivamente era un negocio redondo y no solo en lo económico…  -sonrió divertido y deseó haberse despedido de Dome-  pero no era necesario.  Suponía que la vería en Italia nuevamente… sería como revivir el pasado.  No estaba tan seguro de querer hacerlo… porque, así como había cosas inolvidables… había otras imperdonables.
-  Señor Lucerni, estamos listos para despegar.  ¿Doy la orden?
-  Si… hazlo  -dijo distraídamente-  Gracias.
En cuanto sintió el movimiento del despegue del avión… fue como un impulso para que las escenas del pasado acudieran en tropel.  El solo pensar en pisar Italia, hacía que inmediatamente recordara a Dome… allí la había conocido… allí… allí había iniciado y terminado su historia.
Sebastien tomaba a Dome por la cintura y la apretó contra sí.  Ella miró alarmada hasta que vio su rostro… le dedicó una sonrisa tan radiante que él se olvidó al instante de todo el cansancio que le había provocado el viaje desde Los Ángeles hasta España… siempre era así… bastaba ver a Dome para que su rostro volviera a cobrar la picardía que lo caracterizaba.
-  ¡Sebastien!  No puedo creer que estés aquí…  -Dome se separó un instante y enseguida volvió a echarse a sus brazos-  ¡Te extrañaba tanto!  -soltó sin pensar y casi al instante se arrepintió… iba a desdecirse pero él se adelantó.
-  No…  -susurró contra sus labios- yo también te extrañé mucho  -se limitó a decir esperando la reacción de ella.
-  ¡Ven!  Tengo mucho que contarte…  -Dome lo arrastró al departamento sin acopiar las cartas que dejó caer cuando él la tomó por sorpresa-  Ah… las cartas  -sonrió y él las recogió-  Gracias, vamos.
Sebastien agradeció para sus adentros que Dome no hubiera remarcado su confesión… ni hubiera intentado presionarle para sacarle alguna verdad conveniente… no, ella se había limitado a sonreír y seguir con otro tema; aunque había visto el brillo reflejado en sus ojos.  Definitivamente, esa mujer lo conocía mejor que nadie y sabía lo que debía hacer y decir…
-  ¿Cómo va todo?  ¿Ha surgido algo en el bufete?  -Sebastien preguntó al tiempo que tomaba el vaso de jugo que Dome le extendía.
-  Todo perfecto…  -Dome lo miraba nerviosa-  Sebastien… hay algo que…
Capítulo 18
Se detuvo bruscamente y enrojeció.  Sebastien la miraba expectante y no podía evitar sonreír un tanto burlón al ver como su habladora Dome se convertía en una chiquilla nerviosa. 
-  Hummm… ¿qué sucede Dome?
-  Seb, tú vienes mucho por aquí… yo solo… -Dome se lo pensó un instante pero cobró valor y dijo- quiero que tengas esto  -acto seguido le depositó en las manos un llavero.
-  Son…  -no necesito preguntar… sabía que eran copias de las llaves del departamento de Dome- Doménica, yo…
-  No te sientas obligado a nada.  Sebastien, no significan…  -Dome se lamentó de inmediato haberlo hecho-  Si no las quieres, está bien… solo era por si alguna vez no estaba… no quería que te quedarás fuera, sin lugar…
-  Dome… ya lo entendí  -él sonrió con ternura y le pasó el pulgar por los labios- no hace falta que busques justificaciones.  Yo mismo pensaba pedírtelas pero… me parecía inapropiado, no quiero obligarte…
-  Sebastien, estoy lista  -Dome lo miró con decisión y algo de temor-  Creo que debemos avanzar en nuestra… hummm… nuestro asunto.
-  ¿Asunto?  ¡Ay mi niña!  -Sebastien sonrió por su vacilación y su aparente inocencia… que lo enloquecía-  Puedes llamarlo relación si te hace sentir más cómoda.  A mí no me molesta en lo absoluto…
-  Vale… relación  -ella intentó ir a la cocina pero él la detuvo- Solo voy a preparar unos sándwiches…  -dijo mirando la mano que le sostenía el brazo.
-  No… -Sebastien negó y se colocó a su altura-  no quiero nada ahora…
-  Pero, tengo hambre… -Dome protestó sin fuerza- ¿no me vas a matar de hambre, Sebastien o sí?  -ella intentó bromear pero él la miraba fijamente.
-  Dome… no huyas…  -susurró dejando que su boca recorriera el sonrojado rostro de la joven-  yo quiero continuar nuestra relación… dejar que nos guie hasta… -sus pensamientos se perdían al contacto de aquella cálida piel- hasta el paraíso… las estrellas… el cielo…
Dome no coordinaba sus acciones con sus ideas.  De un momento a otro, se encontró envuelta en los brazos de Sebastien y ella lo despojaba torpemente de su camisa.
Él sonrió y atribuyó su natural nerviosismo a que era la primera vez que estarían juntos… que se conocerían en lo más íntimo… en que…
-  ¿Dome, cariño… debo tomar precauciones?
Dome casi no lo escuchaba… pero de a poco fue procesando sus palabras… precauciones… ¡ah!
-  No… Sebastien… todo está perfectamente bien…  -respondió Dome intentado evadir su mirada.
Él ni siquiera lo notó… estaba tan loco de impaciencia que habría sido igual que Dome le confesara sus planes… Sebastien seguiría en su propio mundo… celebrando que finalmente apagaría la abrasadora pasión que le consumía el alma desde la primera vez que había besado a Doménica.
***
-  ¿Puedo pasar?  -Eduardo asomaba la cabeza por la puerta entreabierta de la oficina de Dome.
Dome lo miró sobre el libro.  Sonrió e inclinó la cabeza afirmativamente, colocando la obra a un lado.
-  ¿Cómo va todo Edu?
-  Primero felicidades guapa  -se acercó a besarle la mejilla- ¡Eres estupenda! 
-  Gracias… me haces ruborizarme.  Así que ya lo sabes…
-  Por supuesto.  Te has hecho con el éxito del caso y en menos tiempo de lo planeado.
-  Tú sabes que me encanta mi trabajo.  Ser abogada es innato en mí… al igual que ser mamá…
-  Sin duda.  Llevaré la cena hoy… ¿qué te apetece?
Dome lo miró… no entendía como no estaba enamorada de Eduardo.  Lo conocía de toda la vida y hubiera sido tan natural que el amor naciera… pero no.  Al menos, no en su corazón, de eso estaba muy segura.  Quería amarlo… lo había intentado, e inclusive se había convencido que su relación estaba cambiando de a poco… que el sentimiento se hacía cada vez más intenso.  Hasta que… la llegada de Sebastien a su vida, nuevamente, después de 4 años sin tener noticias de él… había conmovido todo su mundo, sus expectativas, sus resoluciones…
- ¿Dome? ¿Sigues ahí?  -Edu le tocó el brazo y ella enfocó su mirada-  Estabas bastante lejos de aquí…
-  No mucho…  -ella sonrió-  elige tú Edu… pero tengo mi auto aquí.  ¿Qué te parece si nos encontramos en mi departamento?
-  Seguro cariño… estoy ansioso por ver a Alex.  Ese hombrecito cada día está más perspicaz…
-  Si, mi niño es…  -Dome sonrió-  pero vamos, seguro que ya nos espera.
Salieron juntos de la oficina.  Como todos los días.  Conversaban animadamente y todos los empleados que los veían se preguntaban ¿qué tanto esperaban para casarse? No estaba claro si el pequeño de Doménica era hijo de Eduardo también, pero era más que evidente que él quería formar parte de la vida de ella.
Se separaron en el estacionamiento y Dome tomó su coche.  Eduardo pasó por su lado despidiéndose con la mano.  Ella sonrió y siguió su camino.  Recordaba que desde muy jóvenes salían a pasear, a comer, al cine, a bailar… lo hacían todo juntos.  Pero no sabía muy bien porqué, nunca tuvieron un noviazgo, al menos no formal.  En realidad Eduardo si se lo pidió… la noche antes de partir a Italia.  Y luego, todo había tomado un rumbo inesperado… había conocido a Sebastien en el momento más decisivo… inoportuno… de su vida ¿o quizás, oportuno? ¿Qué habría pasado si ella no asistía a la boda en Italia? ¿Si no hubiera tenido aquel romance con Sebastien? ¿Tal vez Eduardo sería el padre de Alex?
-  Gracias por todo Rita  -Dome pagó a la niñera de Alex-  Buenas noches  -dijo cerrando la puerta y tomando en brazos a su hijo-  ¿Cómo te portaste hoy?  Espero que hayas sido todo un angelito – besó su risueño rostro.
Capítulo 19
En 10 minutos Dome había puesto los cubiertos ya y Eduardo tocaba la puerta.  Él entró y tomó a Alex en brazos, charlaban animadamente y Dome se sentía sumamente emocionada… no sabía exactamente por qué, tal vez porque desde hace algún tiempo estaba considerando la idea de que a su pequeño le hacía falta un padre, sin importar cuánto deseara negarlo ella.
-  Dome ¿te ayudo a servir?  -Eduardo la miró brevemente y siguió jugando con Alex.
-  No, Edu… entreteniendo a Alex me ayudas mucho…  -ella sonrió.
-  Vale…  -dijo sin escucharle realmente- ¿y qué más…? –Alex intentaba relatar entusiasmado con su carita infantil iluminada.
-  Niños…  -murmuró Dome sonriendo y negando con la cabeza- Ya chicos.
Se acercaron a la mesa y siguieron con la animada conversación, a la que gustosa se unió Doménica.  Una vez hubieron terminado, recogieron todo y se fueron a la salita del departamento.  Ya era tarde y Alex no tardó en caer rendido en los brazos de Eduardo. 
-  Pásamelo Edu, voy a recostarlo…  -Dome extendió los brazos y lo recibió con sumo cuidado pero él tardó en soltarlo- Eduardo…
-  ¿Puedo acompañarte?  -preguntó quedamente y Dome solo pudo afirmar con la cabeza conteniendo apenas unas lágrimas que brillaban en sus ojos.
***
La tarde se había sucedido en un inacabable duelo de pasión que no había dejado lugar a las palabras.  Sebastien estaba muy sorprendido y en cuanto había descubierto la verdadera razón de la timidez de Doménica... deseó hablar.  Pero Dome no estaba tan dispuesta… apenas el abrió la boca para pronunciar palabra… ella se la selló con un apasionado beso.  Y así… varios intentos habían quedado en nada… hasta que finalmente se quedaron dormidos… exhaustos. 
Apenas el sol reflejaba unos escasos rayos cuando Sebastien se despertó… con una sensación desconocida… ligeramente familiar pero al mismo tiempo tan nueva… pura satisfacción le recorría cada terminación nerviosa…
- Dome… -Sebastien tocó con suavidad su hombro una vez más- Dome… cariño, despierta…
Dome se removió inquieta y con los ojos aún cerrados emitió algo parecido a una protesta.    Sebastien la miró… como lo había hecho durante por lo menos la última media hora.  Contemplarla así… dormida… tan indefensa… le provocaba un vacío que le gritaba que le estrechara fuerte y no la dejara ir.  Resistió a la tentación de continuar a su lado y tocó su hombro nuevamente.
- Hmmm… -murmuró ella algo ininteligible y de pronto abrió desmesuradamente los ojos.  ¡Había sentido que alguien estaba a su lado y le hablaba!  Pero, eso era imposible… ella jamás dormía acompañada y menos… ¡Dios, ahora recordaba!  Tan claramente que sentía aún el cuerpo satisfecho y una ligera incomodidad…  Ya no había vuelta atrás… debía enfrentar la realidad desnuda a su lado… Sebastien…-  Seb… -abrió los ojos un momento y luego los cerró con fuerza susurrando nuevamente.
-  Cariño, si estás rezando… no te va a servir de nada porque no soy una aparición ni nada parecido…  - pronunció irónico mientras elevaba su ceja- Soy muy real… ¿quieres comprobar?
- Ya he comprobado suficiente…  -murmuró y se convenció de mirarlo.  Fue tan difícil… pero, es que con él todo siempre había sido tan fácil… tan natural… y ahora…- Sebastien… ¿estás enfadado?  -articuló con dificultad y sonrojándose como nunca antes… tan intensamente que creyó se iba a prender fuego en cualquier momento.
-  ¿Enfadado? –Sebastien la miró serio-  Esa no es la palabra… de hecho… -ladeó una sonrisa- no refleja mi sentir de ninguna manera. Dome… sorprendido… gratamente sorprendido sería más preciso.
Dome sonrió y le dedicó una mirada radiante.  Se sentía tan… ¡no! ¡eso no! –se reprendió mentalmente y alejó esos pensamientos imposibles- porque eran eso… solo impresiones nada probables.
-  Sebastien, yo quería decírtelo… no sabía cómo… ¿recuerdas que lo intenté?  Pero tú…
-  Yo te dije que sabía que no eras tan inocente… lo recuerdo… pero, es que era casi imposible pensar que alguien como tú… fuera realmente…
-  ¿Virgen, pura, inexperta…?  -completó Dome por él- a las cosas se las dice por su nombre Seb… y realmente no me interesa mucho.
-  Dome, cariño.   Una mujer tan hermosa como tú debe estar asediada por hombres…  -ella enrojeció ante el halago-  así que me parecía poco probable eso.  Además…
-  Además Seb, tú me dijiste que eso no te interesaba mucho ¿era cierto verdad?  -Dome preguntó con algo de temor… no quería que nada cambiara entre ellos, cosa que era bastante imposible dadas las circunstancias.
-  Claro Dome… ven  -la estrechó entre sus brazos y le acarició el cabello-  Nada me importa, solo estar a tu lado.  Sin importar las barreras que se interpongan… yo te quiero junto a mí.  Sea como sea.
-  Sebastien… esto no tiene que cambiar nada  -Dome esquivó su mirada-  no tienes que sentirte obligado ni nada por el estilo…
Él miró la incertidumbre reflejada en las delicadas facciones de Dome… ahora su mujer, finalmente.  Quiso confirmarle que nada había cambiado… sonreírle despreocupadamente y continuar devorando sus labios… pero muy en su interior, sabía que todo sería una mentira.  ¿Cómo no sentirse obligado?  ¡Demonios!  Si hasta cierto punto se sentía traicionado… ella no le había contado el pequeño secretito… ¡Todo se estaba complicando, demasiado para su gusto!  Tal vez había llegado el momento de dar por terminado todo…  -decidió por un instante… ya que con solo mirar los ojos dorados de Dome rebosando de alegría… mandó de paseo cualquier rastro de la sensatez anterior.
-  Dome… yo no me siento obligado.  De hecho, jamás sería tan tonto, hasta el punto de permitir que me obliguen a hacer algo que no deseo.  Doménica yo te quiero a mi lado… no por compromiso ni por obligación… sino…
***
Cerró la puerta con sumo cuidado, para evitar cualquier ruido.  Su rostro aún mostraba rastros de unas cuantas lágrimas derramadas, pero Dome ahora sonreía…  Estaba tan agradecida con Eduardo, tan protegida a su lado, tan llena de cariño hacia él… y él amaba a su pequeño y a ella.  La decisión no era muy difícil… debía hacer lo correcto esta vez.

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