martes, 28 de enero de 2014

La elección 18



Cian también necesitaba despejarse, así que en lugar de descansar fue a entrenar.
Su mente funcionaba distinta con una espada en la mano, y de paso aprovecharía para revisar la condición de las tropas reales.
Varias horas después, había liberado la tensión y había logrado inspirar miedo en los soldados que no estaban dando lo mejor de sí.
Se sentó en el suelo, agotado por el entrenamiento, cuando Deq se le acercó .Aún llevaba el ojo negro por el golpe que le había dado la noche de la redada. Había estado furioso en ese momento porque no había protegido a Azize como le había pedido.
El hombre se sentó a su lado.
- ¿Vienen tiempos difíciles, eh? – preguntó.
-Sí, eso creo. Necesito que me busques una espada corta y liviana y también un puñal , algo pequeño, que pueda portar una mujer.

-¿Una mujer?
-Sí, pienso enseñarle algunos trucos a la Princesa para que pueda defenderse.- explicó
-¿Me pondrás el otro ojo negro si te digo algo?
-Depende…
-Tu esposa, la princesa…es una mujer asombrosa- dijo con sincera admiración y Cian entendió a qué se referiría. Para todos ella siempre había sido solo una princesa, como si fuera un ave exótica y vistosa, él siempre había sabido que había más en ella.
-Sí, lo es….
-Incluso es capaz de infundir más miedo que tú.
-También sé eso, me tiene aterrorizado – dijo él
-Cian..
- ¿Si?
-No, nada.- respondió, pensando que aquel hombre no estaba preparado para contestar su pregunta.

Dos días después, Cian le informó a Azize que saldrían a dar un paseo aunque la verdadera intención era entrenarla en algunas técnicas de defensa básicas, esperando que ella jamás necesitara usarlas.
La princesa sintió cierta decepción al ver a la comitiva de guardias que los acompañaría, sin embargo cuando se alejaron de Palació, Deq y los demás se marcharon.
-¿Qué sucede? -  le preguntó a Cian poniendo su caballo a la par de él.
-Iremos solos, pero necesitábamos que nos cubrieran, salvo Deq los demás creen que nos escapamos a dar un paseo. Nadie debe saber voy a entrenarte, el secreto es una ventaja. Y tampoco podíamos salir de Palacio solos porque nos haría una presa fácil , ellos se encargaran de cuidar los caminos y nosotros estaremos tranquilos en el bosque…-dijo él y ella asintió.
Cian la guío a un claro en el bosque que había escogido especialmente junto a Deq augurándose que nadie merodear por la zona, era un sitio seguro y tranquilo. Y además de ser un buen terreno para entrenar era un paisaje bello que complacería a la princesa.
-Llegamos- dijo y la ayudó a desmontar.
-Debí haber traído otra ropa, algo más cómodo…-dijo ella al enredarse con las faldas de seda y gasa que llevaba
-No, es mejor que uses esto, es tu atuendo habitual  y si queremos que aprendas a defenderte será mejor con la ropa que llevas siempre. Un taque no te da tiempo a cambiarte.
-Eso porque tú comandante llevas armadura, no sabes lo que es usar esto…-dijo ella haciendo flotar las capas de tela y él le sonrió.
-Cierto, tienes desventaja, pero uno siempre debe aprender a usar las desventajas a su favor…¿Empezamos?
-¿Con la espada? – pregunto ella.
-No, dejaremos la espada para otro momento. Te conseguí una daga que es más fácil de cargar y manejar. Sería inconveniente que andes portando espada, aunque en algún otro día te enseñaré a usarla. Creo que lo más urgente son algunas técnicas de defensa…- dijo y ella sonrió, Cian la miró con curiosidad.
- Supongo que no podemos evitar que suenes como un comandante – dijo ella pero su voz sonaba divertida, nada autoritaria.
-Sí, seré el comandante de las tropas reales hoy. Y espero que sigas mis instrucciones como buena discípula. Aquí van las dos primeras reglas básicas , princesa. La primera, aléjate del peligro. La segunda, en caso  de peligro, búscame- dijo él con seriedad-
-Entendido – respondió Azize con sinceridad sabiendo que estaba verdaderamente preocupado por su seguridad. Lo suficiente como para estar allí enseñándole a defenderse, algo que jamás había hecho antes.
 -Ven aquí – la llamó él- Empecemos por algo básico, es fácil que te superen en fuerza física, así que no podemos contar con eso, tendrás que reaccionar rápido buscando liberarte. Si alguien intenta agarrarte tienes que torcer sus dedos hacia tras para que te suelte y escapar. Si tratan de tomarte del cabello deberías atrapar y sostener su mano, girar sobre ti misma hacia el agresor y doblarle la muñeca… - explicó él y ella lo miró  dubitativa
-Suena sencillo…
-Acércate, te lo explicaré y haremos una prueba –sugirió frunciendo el ceño como si no le hiciera mucha gracia.
Luego Azize comprendió que para poder explicarle necesitaban estar en estrecho contacto físico y eso era muy extraño entre ellos.
Cuando Cian le explicó cómo deshacerse si alguien la sujetaba desde atrás, le fue difícil concentrarse en sus instrucciones porque era demasiado consciente de la presencia de él detrás suyo, de cómo hablaba junto a su oído, de la fuerza física de él.
Aún así, Cian fue muy delicado al tocarla para las demostraciones y paciente para enseñarle, aunque no dejó de fruncir el seño  como si estuviera  recurriendo a toda su concentración.
Finalmente , él dio la clase por terminada cundo Azize logró hacerlo perder el equilibrio y tirarlo al suelo.
-Bien hecho, princesa – le dijo desde su posición tirado en la hierba y le sonrió complacido. Ella no pudo evitar sonrojarse y para disimular su turbación se sentó a su lado.
-Dudo que pueda despertar miedo entre mis enemigos con esto….-dijo ella.
-Eso lo haré yo por ti, tú sólo tienes que mantenerte a salvo. Ahora, comamos algo antes de regresar a Palacio, si quieres. Pensé que te gustaría pasar un rato aquí- agregó mientras iba a buscar la comida que llevaba en las alforjas.
-Me gusta…-dijo ella aspirando profundamente el aire y luego se dejó caer con los brazos extendidos sobre la hierba.
Estaba cansada por el entrenamiento, pero al mismo tiempo se sentía feliz. El color verde de los árboles, el sonido de los pájaros, el cielo claro y no estar rodeada de gente que la observaba críticamente, le aligeraba el ánimo. Y el hecho de que tampoco estaba sola.
-Ten, lamento no haber podido cargar muchas cosas– dijo Cian volviendo a su lado y alcanzándole a comida.  La joven recordó la vez anterior que habían estado allí, habían avanzado bastante, al menos, él rara vez le hablaba con formalidad y aunque la incomodidad estaba allí, también había confianza
Después del incidente de La Casa de las Flores y la pelea, parecían haber vuelto a una tácita tregua en la que eran aliados
Comieron disfrutando  el queso, las frutas y los pasteles de manzana que él había traído
-¿Volveremos mañana? – preguntó ella recordando que había prometido enseñarle a usar la daga en otro momento.
-No, mañana no, podría resultar sospechoso, pero quizás pasado mañana – dijo él y ella asintió.
-Me agrada la idea- confesó ella y él estiró la mano para quitarle unas briznas de hierba del cabello.
-Tienes el cabello desordenado y el vestido manchado, será mejor que te cubras con mi capa para regresar a Palacio – comentó con seriedad y ella estuvo a punto de preguntarle por qué, cuando cayó en la cuenta de lo que podrían pensar los demás al verla regresar de una salida con él tan desarreglada. Bajó la mirada avergonzada y aceptó cubrirse con la capa de Cian para volver.
Aún así hubo miradas curiosas y murmullos de los soldados que los acompañaron de regreso y de la gente de la corte que los vio volver juntos.

Durante los dos días siguientes aunque no salieron del Palacio , Cian estuvo bastante cerca de ella, pasaron tiempo jugando con fichas en el tablero, venciéndose uno al otro sucesivamente, dieron paseos por los jardines e incluso él la acompañó en la biblioteca.
Parecían los viejos tiempos cuando él la seguía a sol y sombra como comandante ya  la vez era distinto.
Al tercer día, volvieron a escaparse y esta vez, Cian le enseñó a usar la daga que le había conseguido. Aunque le había advertido previamente que la llevara sólo si iba a ir a algún lugar que entrañara peligro  y que la utilizara con sumo cuidado.
-Un arma que no se sabe usar es más peligrosa que un enemigo – dijo mientras le enseñaba y también le aclaró que había decidido no enseñarle por el momento a usar una espada.
-¿No crees que pueda usarla bien?
-Has aprendido rápidamente todo lo que te enseñé este par de días, pero  usar una espada requeriría de un entrenamiento más arduo, y sinceramente espero que no sea necesario que uses una. Quizás más adelante…
-Debiste enseñarme antes, cuando era menor.
- El Rey no lo hubiera autorizado, de hecho dudo que esté de acuerdo con esto…
-Supongo que sí, no me educaron para ser una guerrera, sino una princesa que sirviera a su nación…-dijo ella y sus palabras sonaron con cierto resentimiento. Cian imaginó lo que escondían, que había sido educada para sacrificarse por el interés de su país.
-Creo que más bien para ser una estadista…una mujer inteligente y hábil – dijo él.
-¿Piensas que lo soy? ¿Una mujer inteligente? – preguntó ella mirándolo fijamente. Cian pensó que detrás de su orgullo había mucha inseguridad, pues aquella joven no podía creer en los halagos sinceros de nadie.
Los demás podían pensar que había llevado una vida fácil, él sabía que no.
-Sí, Azize, creo que eres una mujer inteligente, capaz, y valiente. Y que algún día serás una gran reina…- respondió él y ella confió en él, no era un hombre que dijera elogios a la ligera.
Entrenaron un par de veces más y luego se vieron interrumpidos por los preparativos para los festejos del cumpleaños de Azize.
Sería el cumpleaños número veinte de la joven, como cada año se hacía una gran celebración, con banquetes, artistas que venían de distintos lugares del reino e invitados.
Una vez más los dos debieron avocarse a sus deberes, Cian encargarse de todo lo relacionado a la seguridad del evento , además de cosas relacionadas con su nueva función de Príncipe Consorte, como medirse ropa y aprender reglas de  protocolo para esa ocasión.
También la princesa estaba ocupada con los preparativos, era la homenajeada y la anfitriona, cualquier paso en falso podía convertirse en una catástrofe.

Cian estaba preocupado por resguardar al Rey y a Azize así que había convocado a sus hombres para verificar personalmente cada detalle y asegurarse de que siguieran sus órdenes.
-Los miembros de las comitivas extranjeras han sido confirmados previamente así que cualquier cambio deberán notificarlo de inmediato, así mismo con los comerciantes: los artistas que actuarán son los mismos de cada año, igualmente quiero que lo controlen. Y nadie que no haya sido invitado entrará al salón ese día.
-Sí , Su Alteza – contestaron y Cian lanzó un gruñido casi inaudible al ser llamado de aquella manera
-Los regalos que traigan a la Princesa, también deben ser vistos antes, no quiero sorpresas –agregó
-¿Y el desfile? – preguntó uno. Era tradición que aquel día la princesa hiciera un desfile por la calle principal para que los ciudadanos la saludaran.
-Maldito desfile…-soltó él, aquello era muy arriesgado con el arresto de los rebeldes tan reciente, podría haber represalias.
- Comandante…-susurró Deq para calmarlo.
-Yo iré con ella, igualmente redoblaremos la escolta, quiero dos filas de soldados a cada lado del carruaje y a algunos hombres dispersos que puedan ubicarse en algunos de los techos de los edificios más sobresalientes.
-Bien – asintieron.
-Igualmente revisaremos cada detalle día día.-dijo y dio por concluida la reunión. Sólo Deq se quedó a su lado.
-Cian, hablando de regalos..¿Pensaste en qué le regalarías a la princesa? – preguntó y él lo miró extrañado.
-¿Regalo?
-Sí, eres su esposo ahora, no su custodio…
-Un regalo…tengo que darle un regalo – musitó él más para sí mismo que para Deq. No había pensado en ello, antes no se le habría ocurrido hacerle un regalo para su cumpleaños, y ahora ni siquiera sabía si era algo que ella esperaba o no, aunque sí quería darle algo. Sin embargo tampoco imaginaba qué darle,  cosas que podrían gustarle a otras mujeres  como vestidos, joyas u ornamentos para el cabello, ella los tenía de sobra.
Quería darle algo que le gustara, algo a Azize, no a la Princesa.
Deq observó divertido a Cian que se había quedado en silencio.
-No lo habías pensado, ¿verdad?
-Estaba ocupado en otras cosas.- se defendió algo avergonzado.
-No debe haber problemas, tú eres quien mejor la conoces, seguro pensarás en algo …-le dijo mientras le palmeaba la espalda y luego se marchó.


Había demorado un par de días buscando pero había encontrado un regalo perfecto, estaba bastante satisfecho consigo mismo cuando lo distrajo el sonido de risas.
Era Azize  que en la pérgola de uno de los jardines hablaba y reía junto a uno de los artistas que actuaría el día de su cumpleaños. Era un joven bardo que  frecuentaba el palacio desde varios años atrás.
Los observó , había comodidad y familiaridad en la forma en que se trataban, estaban sentados uno frente al otro, a escasa distancia. Aquel trato amistoso de se debía, en parte a que se conocían desde mucho tiempo atrás, pero Cian se preguntó si aquel era el hombre del que su esposa estaba enamorada.
Ella se veía feliz y no incómoda como cuando estaba cerca de él.
La relación que ellos tenían era tan frágil y costaba tanto, quizás aquel matrimonio había sido un error, sería mucho más sencillo si él no supiera que ella tenía a alguien en su corazón. Pero lo sabía, había escuchado aquella conversación con sus primas.
Era probable que fuera el joven poeta, no había muchos hombres que tuvieran acceso o fueran cercanos a la princesa como para que ella se enamorara.
De pronto se sintió muy molesto, lo sabía pero no podía hacer nada…aunque fuera aquel hombre el que ella amaba, aunque fuera algo correspondido, ¿qué debía hacer? Igualmente ella nunca podría estar con él, la conocía, no abandonaría sus deberes ni pondría en peligro su posición por algo personal, y ya estaba casada.
Aunque no lo amara, Azize era su esposa ahora.
Se acercó a ellos y fue consciente del momento en que ella descubrió su presencia pues las risas cesaron y lo miró seria, de aquella forma que lo miraba siempre a él , como si  a propósito escondiera sus sentimientos detrás de una barrera.
-Cian…- lo saludó.
-Su Alteza – lo saludó el bardo poniéndose de pie y haciendo una breve reverencia. Cian correspondió el saludo con un breve gesto.
-Te buscaba, necesito consultarte sobre los preparativos.
-De acuerdo, vamos. Nos vemos en la fiesta Arrien - saludó al hombre
-Su Alteza – la despidió él sonriendo y Cian se puso junto a ella y la tomó de la cintura para acercarla a sí. La joven lo miró sorprendida.
-Vamos, Azize – dijo y se la llevó de allí













8 comentarios:

  1. Que mono, con la búsqueda del regalo!!! Que le habrá comprado... y sí, me encanta que ahora crea que tiene un enemigo ante el corazón de su esposa. Pero pobre chico, no quisiera yo tener que enfrentarme nunca a Cian....
    Quiero mas!!!! Y em gustó la parte del entrenamiento, a pesar de que no me pusiste ,mucho roce jejejeje

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    Respuestas
    1. Pero sí hubo roce, aunque no se diga, jajaj. Y yo tampoco quisiera enfrentarme a él, preferiría la parte de entrenamiento personal....

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    2. Pero yo quiero más roce jajajajajajajaja ya me entiendes!!!! jejejeje besos guapi

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  2. Ohhhh celossss jejeje me guta me guta... grax sis por los caposss

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  3. Nada más efectivo que unas buenas dosis de celos para enterarse de lo que casi todos ven jaja. Me encantó el capítulo y quiero más!!! Tan lindo Cian buscando un regalo ¿qué será?
    Abrazos!!

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  4. Me encanto este capitulo. Los celos... no son buenos amigos pero en este caso para que se de cuenta que la quiere jijijiji. ¿Y por que no hablaran para que sepan quien está en el corazón de uno y otro?
    Y si, faltó muuuuuuuuucho roce jijijiji.
    Muchos besos

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  5. opino lo mismo que tu Yola. que hablen de una buena vez para aclarar sus sentimientos. mira que cada uno sabe que el otro esta enamorado pero juran que es de otra persona. ¡¡¡¡¡ Que enredo!!!!!

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  6. Jajaj tremenda polemica, pero me temo mis niñas que si estod dos aclaran las cosas s enos acaba la novela...gual ya falta poco....Gracias por leer y sus comentarios

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