Capítulo 10
- ¿Si? -Dome empezó a acariciar inconscientemente la
solapa de la chaqueta de Sebastien.
- Si… -afirmó él mientras rozaba los dedos de
Dome. Jugueteó con ellos y los cubrió
completamente.
- ¿Cuándo?
- Mañana mismo…
- De acuerdo.
- Yo paso por
ti… -vaciló un instante sin saber cómo
continuar.
- No te
preocupes. Nadie lo sabrá -le leyó la mente.
Sonriendo Sebastien se despidió besando su mejilla y se
alejó de ella.
- Pensé que ya no venías… -empezó con voz acusadora Eduardo.
- Ahora no, Edu.
- ¿Ese estúpido te ha hecho algo? -Él inquirió preocupado.
- No le llames así. Y no, no ha pasado nada -mintió Dome tajantemente, dando a entender
que no quería hablar de lo sucedido.
- Dome, ¿le has contado?
- ¿Qué?
-lo miró alarmada y con el terror dibujado en sus facciones- Por supuesto que no. Eduardo, mírame. Sebastien no sabe de la existencia de
Alex. Y no lo sabrá nunca.
- ¿Por qué Dome? Él tiene tanto derecho como tú.
- Edu no quiero hablar de eso pero que te quede
bien claro. Él no se puede enterar. Jamás.
- ¿Se puede saber cómo lo evitarás? Él anda rondando continuamente por aquí -dijo sarcástico.
- Pero pronto se marchará. Su vida no está aquí… solo debo evitar que lo
descubra mientras sigue en España.
- ¿Cuándo se irá definitivamente? -Eduardo se mostró ansioso.
- No lo sé, con certeza. Pero seguro está de paso. Mientras Edu… necesito de ti.
- ¿De mí?
¿Por qué?
- Porque…
-Dome vaciló- porque Sebastien
cree que vamos a casarnos.
- ¿Nosotros?
Dome, sabes que nada en el mundo me haría más feliz…
- No, Edu.
No continúes por favor. Sebastien
cree eso pero, no significa que sea verdad.
- No entiendo.
¿No estarás pidiéndome que…?
- Si, Edu.
Quiero que finjas -Dome le tomó
la mano- No, no me mires así. Yo no le he mentido… él ha sacado esa
conclusión errónea. Lo único que nosotros
haremos es… no mostrarle que se equivoca.
Eduardo asintió y
se despidieron con un abrazo. Él abrigó
la esperanza de que, tal vez, a través de esa farsa podría ganarse el corazón
de Dome. Todo era posible y empezó a sentir
un pequeño burbujeo en su interior.
Doménica no
estaba segura de estar haciendo lo correcto pero… no veía otra alternativa. Quería alejar a Sebastien para siempre… no,
no quería pero… debía. Él era un peligro
para su secreto y su cordura. No deseaba
ni imaginarse su reacción… ¿cuál sería?
¿Emoción por ese hijo u odio por haberle usado de esa manera? Porque esa era la realidad. Ella le había usado para conseguir cumplir su
sueño de ser madre… claro que no contaba con que le tomaría tanto gusto a la
compañía de aquel hombre… y no solo en la cama sino en todos los aspectos de su
vida.
***
Sebastien
sostenía furioso entre sus manos la copa que bebía. Es que eso no le podía estar sucediendo… No se entendía a sí mismo… ¿Qué demonios le
estaba pasando? Era normal que Doménica
hubiera continuado con su vida, que fuera a casarse y quisiera formar una
familia. No era algo inaudito y sin
embargo se sentía… furioso. No quería
profundizar el por qué… era una tontería.
Seguro era eso del instinto de macho… pero es que él jamás había tenido
ese tipo de problemas. Era un hombre
racional, que se guiaba por su mente, por la razón no por instintos y mucho
menos por sentimentalismos. No… era
romántico, claro y le gustaba la idea de seducir y ser seducido. La posibilidad de conquistar a la mujer que
quisiera le había convertido en un cazador… en alguien que creía que existía el
amor sí, pero que nunca lo había necesitado, mucho menos vivido; y, por
supuesto, en alguien que adoraba su libertad ante todo. Así que descartó esas inútiles cavilaciones y
se dirigió a su escritorio. Tomó los
papeles que debía estudiar entre sus manos.
Los firmó y sonrió satisfecho.
Era la última formalidad requerida para abrir la nueva sede de la
transnacional en España. Aquella
oficina, que él manejaría en persona.
***
En la mañana, Dome
decidió salir a trotar. Siempre que
dejaba a Alex en casa de sus padres lo hacía.
Pensó en buscar a Mel pero al final decidió ir sola. Necesitaba meditar seriamente… el rumbo que
tomaban las cosas… no le gustaba nada.
Porque, una mentira siempre llevaba a otra… y al final, se volvería un
lío. Esperaba que no… que todo terminara
pronto y volver a su vida normal… con Alex… sin Sebastien.
Empezó a trotar
ligeramente y sentía como la tensión iba desapareciendo de a poco. Sonrió y un poco más optimista siguió
recorriendo la ruta establecida, imprimiendo mayor velocidad cada tanto.
Después de casi 30 minutos de correr sin descanso, empezó a bajar el ritmo. El
aire le golpeaba el rostro apagando el enrojecimiento de sus mejillas. Su respiración se fue normalizando y empezó a
caminar mirando las vitrinas de las tiendas por las que pasaba. De pronto sintió unas intensas ganas de un
buen cappuccino. Solo pensarlo… buscó
con la mirada la cafetería más cercana y entró.
Se sentó en una
mesa alejada de la multitud. Cuando
acababa de ordenar, vio como Sebastien, su pesadilla, estaba sentado en el otro
extremo de la cafetería. Una vez más, se
repetía la situación… solo que esta vez… él iba muy bien acompañado… de 3
despampanantes mujeres, para ser exacta.
Le invadió una rabia terrible.
Tan solo ayer él le recriminaba, casi, su “próximo matrimonio” con Edu…
y ahora… estaba sonriendo y coqueteando, feliz de la vida con esas mujeres…
¡Hombres! ¡No, ese hombre en
especial! Era… era un… ¡Oh no! ¡No podía
estar…!
Sebastien olvidó
por un momento sus agitados pensamientos y concentró toda su atención en esas
encantadoras damas. Osadas, preguntaban
sobre su vida íntima… haciéndolo reír con sus ocurrencias. Especialmente aquella jovencísima chica…
pícara y lanzada… que le estampó un beso en la boca, tomándolo desprevenido… y
logrando que admirara, aún más, su impetuosidad.
Capítulo 11
Dome contemplaba
la escena con curiosidad. Él parecía
estar disfrutando… bastante… demasiado, en realidad. Reía y bromeaba… todo iba normal… hasta que…
aquella mujer… lo besó. ¡¡Besó a Sebastien!!
¡No! ¿Qué estaba sucediendo? ¡¡Nada, por supuesto!! Lo normal… así era él. Un seductor… haría bien en no olvidar eso
jamás… él no cambiaba… él era así… era Sebastien… y estaba equivocada si pensó
que tal vez… solo tal vez… ella había sido alguien especial en su vida. Pero, eso ya lo sabía, desde aquella vez…
hace mucho ya… entonces ¿por qué aún sentía una punzada profundamente dolorosa?
Sebastien se
separó sorprendido y, acto seguido, sonrió.
Había sido un contacto fugaz pero… impactante. Esa chica era pura sensualidad y él… él
estaba necesitando de un estímulo así en su vida. Tanto tiempo sintiendo que faltaba algo… que
había cambiado… que no era lo mismo… exactamente desde aquella última vez… con…
la mujer que lo miraba furiosa desde la mesa del extremo contrario del lugar…
Dome estaba
fulminando con la mirada a Sebastien y apurando el contenido de su taza, dejó
dinero sobre la mesa y se marchó rápidamente.
No quería ver la burla que se dibujaría en sus ojos. Y menos analizar las emociones que eso le
causaría.
Sebastien se
quedó congelado por un instante en su asiento.
No podía escuchar nada más que la sangre bombeando en sus oídos… tenía
que alcanzar a Doménica. Debía… ¡un
momento! Él no le debía nada a ella ni a
nadie. Era su vida y podía hacer lo que
quisiera, con quién quisiera y en el momento que quisiera… y eso era todo. No había discusión. Sin embargo, esperó la llegada del amigo que
les había acompañado en el desayuno y, en ese lapso había ido ha atender una
llamada, para despedirse de todos y dirigirse al departamento de Dome.
***
- ¿Qué tal el día?
-preguntaba Dome mientras paseaban tomados de la mano por uno de los
jardines de una lujosa hostería, en la que hace unos minutos habían comido.
-
Interesante. ¿Y el tuyo?
- Estresante. No
sabes el desorden que hay después de una boda…
-comentaba haciendo que Sebastien sonriera.
- No puedo
imaginármelo. ¿Pero hay doncellas no?
- Claro, pero ¿crees
que pueden hacerlo solas?
- ¿No?
- Es mucho
trabajo… y hay que mirar que todo quede en su lugar.
- Te gusta el
orden… -comentó él.
- Si…
bastante… -sonrío Dome y él asintió.
- Eso está bien…
pero si vives en una casa grande… es difícil que todo quede en su lugar…
- Si, sobre todo
si esa “casa grande” es una mansión… pero es posible…
- Tal vez me falta
alguien tan optimista como tú en mi casa…
-dijo sin pensar. Y enseguida se
dio cuenta de su error- No es que
quiera… yo no…
- Si, sé que no te
referías a eso -puntualizó Dome y él no
pudo evitar suspirar aliviado- ¿Le huyes
al compromiso?
- No, simplemente,
adoro mi libertad.
-
Interesante… -dijo Dome
conduciéndolo a un costado del camino, hasta una rustica banca- Siéntate conmigo -pidió al ver que él se quedaba parado,
mirándola sin soltar su mano- Cuéntame, ¿de dónde nace ese temor… digo “amor a
mi libertad”? -sonrió equivocándose a
propósito.
- No dije amor…
dije que adoro mi libertad…
- ¿Y no es lo
mismo?
- No… si… casi…
- Es igual -pronunció displicente- Y no trates de desviar el tema.
- No lo hago.
- Aja… -soltó
sarcástica- bien, dime.
- ¿Qué?
- Sebastien… -empezaba a impacientarse.
- No es una
historia ni nada parecido. No empiezan a
surgir memorias de mi infancia como en películas, Dome -él bromeaba- Es muy simple, adoro mi
libertad porque siempre la he tenido.
Es… como explicarte… una constante en mi vida. Algo indispensable, que me ha permitido
crecer. Que no pienso ceder por
absolutamente nada… ni nadie en el mundo.
- ¿Ni por amor?
- No -negó
enfáticamente- nadie vale tanto.
***
Doménica podía
sentir unos fuertes latidos en su cabeza.
Tenía un dolor insoportable… debía ser que se extralimitó en el
ejercicio, seguro. Avanzó con lentitud
hacia la ducha… arrastraba los pies mientras intentaba quitarse la camiseta…
luego los shorts… El agua empezó a recorrer su cuerpo y las gotas parecían
masajearle las sienes… pero no ayudaban gran cosa… Se sentía débil… cansada… Secó su cuerpo con
la toalla y timbraron… no iba a abrir… pero timbraron una vez más… varias veces
con insistencia… eso empeoró su dolor de cabeza así que tomó rápidamente una
camiseta larga que colocó sobre su ropa interior, para abrir al inoportuno
visitante… más valía que fuera una emergencia
-pensó antes de abrir la puerta y toparse con el semblante molesto de
Sebastien.
- ¿Por qué no
abres? ¿Acaso estás huyendo?
- ¿Y de quién?
¿De ti?
- Evidentemente…
- Ja, si como no… -trató de componer en su rostro una mueca
sarcástica, pero el malestar era cada vez mayor.
- Entonces, ¿por qué…? -detuvo la pregunta al ver como iba vestida…
bueno casi vestida… porque solo llevaba una camiseta larga… que no cubría del
todo sus bellas piernas- Ah, estabas…
-detuvo sus palabras al notar la palidez de Dome… parecía a punto de…
desvanecerse, como sucedió a continuación.
Alarmado la tomó
en brazos antes de que cayera. ¿Estaría
enferma? Iba llamar al doctor, pero no
parecía nada grave… tal vez solo estuviera cansada. La iba a dejar en el sillón pero… lo mejor era
llevarla a la cama… estaría más cómoda.
Entró con cuidado a la habitación abierta, sintió normal su respiración,
su pulso estaba bien… pero rozó su frente y ella emitió un gemido. Su temperatura estaba ligeramente más alta de lo normal.
Capítulo 12
- Cariño, ¿te
duele mucho la cabeza? –inquirió preocupado al ver que Dome abrió un instante
sus ojos.
Se quejó en
respuesta. Inquieta, se removió un poco.
- ¿Llamo al médico? –preguntó estúpidamente,
tomándole la mano.
- No… déjalo…
-habló casi inconscientemente.
Sebastien empezó
a masajear con delicadeza las sienes de Dome.
Ella empezó a relajarse contra sus manos… el dolor empezó a remitir y
sintió mucha sed…
- Quiero… un poco de agua…
Sebastien se
alejó a pesar del gemido de protesta de Dome que se resistía a que se alejara.
- Tranquila preciosa, vuelvo enseguida –buscó
la cocina y pasó de largo por la sala que debía atravesar. Al regresar por ahí, miró, de reojo, una foto
que le llamó la atención… era Dome y un niño… pero no se detuvo, siguió para
llegar al lado de ella lo más pronto- Ya
estoy aquí -pasó su mano por detrás de
la cabeza de Dome y la alzó para ayudarle a beber- ¿tienes idea de qué…?
- Mis pastillas… -respondió pasado el trago de agua. Trató de incorporarse, pero el dolor aún era
intenso y la obligó a dejarse caer, nuevamente.
- No, no te levantes. Dime donde las tienes.
Ella señaló a su
costado. Efectivamente, en la mesita de
noche había un pequeño frasco con pastillas blanquecinas.
- ¿Son estas?
-al ver que ella las miraba ligeramente y asentía, Sebastien procedió a
dárselas y junto con otro trago de agua hizo que las tomara y se relajara,
quedándose dormida en sus brazos y apoyada en su pecho.
Sebastien sintió
como Dome se acomodaba en sus brazos, confiada y dormía plácidamente… le
recordaba tanto a esos interminables momentos con ella… siempre era así…
después de estar íntimamente juntos, Dome se acurrucaba en sus brazos y
suspiraba cerrando sus bellos ojos. Y,
también, siempre él la contemplaba durmiendo y acariciaba sus cabellos con
ternura… los besaba y tras unos minutos se dormía. Pero no ahora, levantó la cabeza para mirarla
y recordar que estaba en otro tiempo… que lo que recordaba era solo un pasado…
de más de 4 años… Ahora, Dome estaba enferma y empezó a preocuparse
nuevamente. Tal vez era mejor llamar al
médico pero, parecía estar mejor; además daba la sensación de que eso no era
nada nuevo, dado que tenía pastillas para el dolor. ¿Qué tendría exactamente? Esperaba que nada grave. Era tan joven, bonita e inteligente… tenía
toda una vida por delante… con su futuro esposo.
Se levantó y la
acomodó contra las almohadas. Él no
debería estar ahí con ella… sino ese Eduardo.
Pero… -empezó a dirigirse hacia la sala- era él quien encontró a Dome y… -recorrió el amplio lugar, deteniéndose en
los detalles alrededor. Estaba decorado
sobriamente pero era acogedor. Se acercó
a mirar las fotos sobre la chimenea… la primera de ellas retrataba a dos
jóvenes padres con una niña rubia en el medio de ellos. Seguro eran Dome y sus padres (así que ella
era rubia natural, anotó mentalmente).
La segunda era de Dome, adolescente, bastante bonita. Una tercera la retrataba ya con el cabello
negro y a lado de Melina, sonreían. No
podía precisar si esa foto era de antes o después de que conociera a Dome. La cuarta, nuevamente Dome y Melina, pero
esta vez, Mel sostenía a un bebé en sus brazos.
La quinta foto era de Dome abrazando a un niño pequeño precioso y
nuevamente rubia. La última foto…
retrataba a Dome, aquel niño… y el tal Eduardo… juntos… como si formaran una… ¡¡familia!!
Dome sintió como
el sopor en que estaba sumida iba desapareciendo y daba paso a una total
consciencia… no recordaba como había llegado hasta la cama… pero había un vaso
con algo de agua, así que había tomado sus pastillas… no estaba sola…
¡Sebastien! ¿A dónde se habría ido? Recordaba fragmentos de lo sucedido… la
intensa migraña no le daba una memoria perfecta, precisamente. Se levantó despacio… y el dolor ya había
remitido. Estaba a punto de salir y se miró
al espejo, su imagen era un desastre… pero lo más urgente era ponerse algo
decente. Se colocó un pantalón y un
jersey, calzó unos zapatos y salió en búsqueda de su intruso.
Lo encontró en la
sala. Parado, frente a la chimenea. Sostenía un marco en sus manos… era… la foto
de ella… Edu… y… ¡no podía ser!... Alex.
Sebastien se
percató de su presencia. Miró hacia la
entrada de la sala… Doménica estaba
parada, estupefacta. Y, para cuando él
le dedicó una mirada de reproche y desprecio, su cara era una máscara de
completo temor y culpa.
***
- ¿De verdad
piensas así? Hummm… -Dome lo miró.
- ¿Qué? ¿Lo de la
libertad ante todo?
- Si y lo del
amor…
- Si… es algo muy…
práctico.
- ¿Práctico? Sebastien… eres el espécimen más raro con el
que he tratado…
- ¿Es un halago?
–preguntó pasando sus brazos por la cintura de ella.
- Si… porque
no… -Dome rió y lo abrazó divertida.
Se quedaron varios minutos así… abrazados. Dome apoyando su cabeza en el pecho de
Sebastien. Hablaban de asuntos triviales
y ninguno de los dos veía la manera de abordar el tema central… el hecho por el
cual estaban ahí.
- ¿Qué vamos a
hacer Sebastien? -interrumpió Dome de
pronto mirándolo directamente a los ojos.
- No lo sé. ¿Sobre qué exactamente? –él la miraba
interrogante.
- Es evidente que
tú y yo pensamos distinto… No es un reproche ni nada parecido… solo quiero
saber… -su voz se fue apagando.
- ¿Si? –Sebastien tomó
la mano de ella- ¿Qué es lo que va a pasar?
- Si… no… quiero
saber… ¿qué es lo que tú deseas?
- Yo te deseo a ti, Dome… todo de ti.
- ¿Todo? Pero tú no quieres…
- ¿Por qué no lo
dejamos suceder? Dome, mírame –él tomó
su rostro y lo acercó- solo… déjate llevar…
Aún reticente por lo que podían significar aquellas
palabras… sabía que corría un enorme peligro al lado de ese hombre. Sebastien no era de esos que se olvidan… que
no dejan huella… Sus besos y caricias dejaban marcas imborrables en ella… sus
palabras estaban dichas para ser recordadas… sus gestos eran únicos…
En medio de la cegada pasión, una única decisión y un
solo temor recorrían su razón: la firme resolución de cumplir su sueño de ser
madre… y la enorme certeza de que algún día iba querer, de todo corazón,
olvidar al hombre que estrechaba en sus brazos en ese momento.
Capítulo 13
- Dome, ¿qué haces aquí? -preguntó Mel acercándose por detrás.
- Hola Mel… estoy paseando. Estos jardines son hermosos… -comentó caminando nuevamente- ¿Tú por aquí?
- Si, también estoy admirando los jardines…
- Aja… -soltó sarcástica Dome.
- De verdad… -al ver la incredulidad de Dome,
Mel terminó rectificando- si, ya… estoy aquí porque me asfixia todo ese “glamour”
y quise huir por un instante…
- Eso si te lo creo… a ti te encanta escapar…
- Si, ya me conoces -Mel sonrió y la miró- Pero, ¿tú nunca
escapas verdad? ¿Por qué estás aquí?
- Ya te lo dije… sabes que me gusta la
naturaleza…
-
¿Y…? -la instó a continuar.
- Y… he tomado una decisión. He pensado mucho y creo que ya es hora de
hacer unos cambios.
- No entiendo…
- Mel, dame tiempo. Espera y entenderás -dijo Dome intrigándola.
Pero Mel
no la siguió… tampoco volvió a mencionar el tema. Por respeto y… porque su “relación” con Diego
le consumía mucho tiempo y energía.
De todos
modos, Dome no iba a pronunciar en voz alta su resolución… no quería que los
demás opinaran… y tal vez le hicieran desistir. ¡¡No!! Ella tenía todo planeado… serían felices ella
y Sebastien… al mismo tiempo. Porque los
dos obtendrían lo que querían del otro.
¡¡Si… la situación no podía ser más perfecta!!
***
-
Sebastien… -pronunció en un
murmullo- ¿qué… por qué…?
-
¿Por qué Doménica? -Sebastien la
miró con un instantáneo brillo de dolor, pero a continuación le dio la espalda-
¿por qué no me lo contaste?
-
¿Por qué…? ¿Tú te refieres…? -Dome tenía clavada la mirada en el suelo.
-
¿A qué más que…? -Sebastien siseo
tensando la mandíbula- ¡¡A esto!!
-explotó finalmente- Este niño,
Doménica… cómo pudiste… -negó llevándose las manos a la cabeza.
-
Sebastien…
-
Esto es… es imposible.
-
Sebastien… -Dome creía estar en
medio de una pesadilla… él lo había descubierto todo. Y no podía hacer nada más que pronunciar su
nombre… para saber que era real.
-
Si… sí Doménica… soy Sebastien.
Estoy aquí… exigiéndote una explicación…
-
¿Explicación? Yo no tengo por qué
dártela Sebastien… -dijo aunque sabía
que eso no era del todo cierto.
-
No… ¿Cómo no? -soltó una
carcajada sarcástica- ¿de cuándo acá un
hombre no puede pedir explicación sobre su
hijo? -destilaba incredulidad e ira-
Irónicamente… un hijo que acaba de saber qué existe.
Sebastien no pudo haber dicho algo más
certero. Doménica sentía como su mundo
daba vueltas… su rostro había perdido su color… y… el temor ahora era puro
terror por lo que se reflejaba en los ojos de él. Enfado era poco… su mirada tenía… su mirada era…
de odio puro.
- Yo…
-
Tú… -Sebastien no la miró siquiera- tú acabas de arruinar mi vida.
-
No… -pronunció dolida- no digas
eso…
Y… de pronto el suelo se abría bajo
sus pies. No le sostenían… todo… todo no
era más que un sueño. Sintió que la tomaban
por los hombros… levemente y la sacudían…
-
Despierta Dome… ¿estás bien cariño?
-esa voz… hasta en sus sueños.
Abrió los ojos lentamente y finalmente
logró enfocar… era, si, Sebastien.
Mirándola… con una ternura infinita.
Con… su Sebastien.
La sensación fue tan intensa y Dome
decidió no reprimir sus emociones… se echó a sus brazos y lo estrechó con
fuerza. Suspiró aliviada… todo no había
sido más que una pesadilla.
***
Sebastien caminaba hasta su auto. Se sentía confuso… lleno de dudas. Había sentido la mirada de Dome cuando tenía
el retrato entre sus manos y su desmayo posterior, lo sorprendió… no quería
imaginarse algo erróneo. Un momento… había
algo que podía hacer… sabía quién podría darle la información que necesitaba…
Melina. Y tenía cerca la oportunidad
perfecta para abordarla.
Si, la fiesta en casa de Leonardo…
seguro Mel asistía. Pero, aún así…
estaba tan intrigado. Sentía que algo
grande se le estaba escapando… ¿qué sería?
¿Tendría algo que ver con el niño del retrato? ¿Con su padre? ¿Tal vez
Dome ya estaba casada? Era una situación
que no tenía sentido… si Dome se hubiera casado y el niño fuera su hijo… eso
significaría que ella estaba enamorada… y, a juzgar por la manera en que lo
había abrazado hace unos instantes… dudaba que ella hubiera entregado
completamente su corazón a otro hombre, como sería el caso de un matrimonio.
No, era algo más…
***
Dome probó a levantarse una vez
más. Si, el dolor había remitido
completamente. Se preparó para ir a ver
a su hijo, pero antes decidió pasar por la casa de Melina… después de todo ella
era su mejor amiga y le había dejado un recado.
Estacionó su auto frente al edificio
de Mel. No se sentía del todo bien y
empezó a dudar en entrar… tal vez si lo dejaba para el día de mañana. No, ya estaba ahí… y si había que hablar… iba
a hablar.
Mel la recibió sorprendida. ¿Sería que esperaba a alguien más? Ella lo negó y le invitó a pasar. Estaba a punto de irse a preparar café, cuando
le preguntó:
- A ti como que te sucede algo… -así que Mel notaba su inquietud.
- No, no es
nada. Es la impresión de ayer –respondió
Dome aunque su mirada se apagó- Pero no
evadas el tema y cuéntame -sonrió
restándole importancia pero no engañó a Mel.
- Vale, es que
recibí carta de Danna –Mel empezó respetando el silencio de Dome- en la que nos
invita a la fiesta de cumpleaños de Beth, la hija de Leonardo. El sobre contenía un recado, esta invitación
–dijo enseñándole la tarjeta- y los pasajes a Italia… para mí, para ti y para
Alex.
Capítulo 14
- ¿Y te mandó pasaje para Alex y para mí? -Dome preguntó incrédula.
- Si, quiere que
asistan los dos. ¿Qué te parece?
- No lo sé. No es una buena idea precisamente… -Mel no acaba de entender su resistencia.
- Desde que ellos
se casaron tú no volviste a asistir a ninguna de las fiestas que organizaron…
- Es mejor que me
vaya -Dome la miró triste- Extraño a Alex y seguro está preguntando por
mí.
- Esta bien,
Dome -no debía ni quería retenerla
más- Tú me avisas que decides. Aunque me encantaría que vayas pero…
- Adiós Mel -se despidió Dome sumamente apagada.
- Adiós y saluda a
Alex y a tus padres -Mel la miró
extrañada pero cerró la puerta.
Doménica salió cabizbaja.
Ni siquiera había reparado en todo lo que Mel había dicho… bueno, es que
en medio de la plática había caído en la cuenta de que estaba puesta aquella
ropa… aquella ropa que pensó se colocó en sueños… Entonces ¿no todo había sido
un sueño? ¿Desde que parte, exactamente,
había confundido lo real con lo ficticio?
¿Acaso Sebastien sospechaba…? ¡No!
Todo no pasaba de ser una percepción equivocada… él no podía… no tenía forma de
saber nada.
Cuando se dirigió a casa de sus padres sintió un enorme
alivio al ver que su hijo salía a recibirla.
Lo tomó en brazos y lo estrechó fuertemente. ¡Lo había extrañado
tanto! Era toda su vida… su verdadero y
único amor.
- ¿Te quedas a cenar hija? -su madre le besó la frente.
- No mamá, gracias pero tengo algo preparado en la casa…
- ¿Segura? -miró
con preocupación a Dome- no te ves muy bien… ¿tuviste una jaqueca?
- Si, pero ya todo
pasó…
- ¿Por qué no me
llamaste…? -al ver la cara de su hija
comentó- Ah, estabas con alguien más…
- ¡No! -Dome negó rápidamente- Bueno, si pero… no es nada de lo que crees…
- Pero si no estoy
creyendo nada…
- Si, debo irme…
- Ve con cuidado
cariño. Adiós pequeño
- Buenas noches
mamá –Dome le dio un último vistazo a la casa de sus padres y alzó la mano
despidiéndose.
- Espero que sepas
lo que haces Doménica… -dijo su madre
antes de cerrar la puerta y dejándola pasmada por el críptico mensaje que había
soltado.
¿A qué se refería?
¿Ella no sabía nada, cómo podía…?
Solo era un comentario -se dijo a
sí misma- estaba tan paranoica… no había porque darle más vueltas.
***
- Si Mel te
acompañaré al aeropuerto y no se diga más
-afirmó otra vez Dome que se encontraba al teléfono- Nos vemos en una hora entonces -colgó tras
arduos minutos de excusas para no ir… Mel no acaba de aceptarlo pero al final
se había resignado. Era prácticamente
una grosería no asistir, con todas las molestias que Danna se había tomado,
pero ya habría oportunidad de disculparse.
Es que si asistía, era una total locura… a más que desde aquella última
vez lo había evitado a toda costa. Si a
la última fiesta de Danna que asistió y vio a Sebastien… ya estaba embarazada
y, por supuesto, ya todo había dado por terminado. En la incomodidad de la situación, se había
jurado no acudir a ninguna más… por evitar disgustos y por su secreto también. No podía asistir con Alex y arriesgarse a que
alguien, o tal vez él mismo Sebastien, percibiera un ligero parecido… y, de
ahí, no había que ser un genio para llegar a la conclusión obvia. Bueno, la conclusión obvia para él… porque
nadie más conocía de la relación que los había unido en esa época ¿O si?
***
- No sé que hacemos escondiéndonos como dos
adolescentes… -se quejó sonriendo
Sebastien y atrapó a Dome entre sus brazos una vez más- Es…
- Es lo que tú querías ¿no? -Dome sonrió también y lo besó en la barbilla-
Vamos… ¡admítelo!
- Bueno… si… la
verdad -él la miró seductor- no me
importa el precio a pagar por tenerte a mi lado…
- Hummm… eso no me gustó -ella frunció el ceño- ¿cómo que precio? Si
no soy ningún objeto negociable…
- No te enfades… es
solo un decir -Sebastien la aprisionó
fuertemente- Y, en cierta manera… no me importa nada…
- ¿Nada?
- No
- ¿Ni siquiera que soy una chica complicada?
- No
- ¿Qué solo voy a
relaciones serias?
- No
- ¿Qué pone en
peligro tu libertad?
- Sé que no lo haces…
- Aja… ¿y si te dijera que soy virgen serviría
de algo?
Sebastien detuvo
súbitamente la lenta caricia que su mano trazaba en el brazo de Dome. Por un instante su mirada tomó un matiz
atónito… hasta que Dome sonrió y finalmente se echó a reír completamente.
- Muy graciosa… -murmuró Sebastien algo molesto
y eso provocó que Dome riera mucho más.
- Tu cara Sebastien… debiste ver tu expresión…
- ¿Cómo esta?
-él intentó ponerse serio una vez más pero no lo logró. Solo consiguió contagiarse con la risa de
Dome- Aún si lo dicho fuera cierto…
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