viernes, 27 de diciembre de 2013

Quiero olvidarme de ti 4

Capítulo 10
-  ¿Si?  -Dome empezó a acariciar inconscientemente la solapa de la chaqueta de Sebastien.
-  Si…  -afirmó él mientras rozaba los dedos de Dome.  Jugueteó con ellos y los cubrió completamente.
-  ¿Cuándo?
-  Mañana mismo…
-  De acuerdo.
-  Yo paso por ti…  -vaciló un instante sin saber cómo continuar.
-  No te preocupes.  Nadie lo sabrá  -le leyó la mente.
Sonriendo Sebastien se despidió besando su mejilla y se alejó de ella.


-  Pensé que ya no venías…  -empezó con voz acusadora Eduardo.
-  Ahora no, Edu.
-  ¿Ese estúpido te ha hecho algo?  -Él inquirió preocupado.
-  No le llames así.  Y no, no ha pasado nada  -mintió Dome tajantemente, dando a entender que no quería hablar de lo sucedido.
-  Dome, ¿le has contado?
-  ¿Qué?  -lo miró alarmada y con el terror dibujado en sus facciones-  Por supuesto que no.  Eduardo, mírame.  Sebastien no sabe de la existencia de Alex.  Y no lo sabrá nunca.
-  ¿Por qué Dome?  Él tiene tanto derecho como tú.
-  Edu no quiero hablar de eso pero que te quede bien claro.  Él no se puede enterar.  Jamás.
-  ¿Se puede saber cómo lo evitarás?  Él anda rondando continuamente por aquí  -dijo sarcástico.
-  Pero pronto se marchará.  Su vida no está aquí… solo debo evitar que lo descubra mientras sigue en España.
-  ¿Cuándo se irá definitivamente?  -Eduardo se mostró ansioso.
-  No lo sé, con certeza.  Pero seguro está de paso.  Mientras Edu… necesito de ti.
-  ¿De mí?  ¿Por qué?
-  Porque…  -Dome vaciló-  porque Sebastien cree que vamos a casarnos.
-  ¿Nosotros?  Dome, sabes que nada en el mundo me haría más feliz…
-  No, Edu.  No continúes por favor.  Sebastien cree eso pero, no significa que sea verdad.
-  No entiendo.  ¿No estarás pidiéndome que…?
-  Si, Edu.  Quiero que finjas  -Dome le tomó la mano-  No, no me mires así.  Yo no le he mentido… él ha sacado esa conclusión errónea.  Lo único que nosotros haremos es… no mostrarle que se equivoca.
Eduardo asintió y se despidieron con un abrazo.  Él abrigó la esperanza de que, tal vez, a través de esa farsa podría ganarse el corazón de Dome.  Todo era posible y empezó a sentir un pequeño burbujeo en su interior.
Doménica no estaba segura de estar haciendo lo correcto pero…  no veía otra alternativa.  Quería alejar a Sebastien para siempre… no, no quería pero… debía.  Él era un peligro para su secreto y su cordura.  No deseaba ni imaginarse su reacción… ¿cuál sería?  ¿Emoción por ese hijo u odio por haberle usado de esa manera?  Porque esa era la realidad.  Ella le había usado para conseguir cumplir su sueño de ser madre… claro que no contaba con que le tomaría tanto gusto a la compañía de aquel hombre… y no solo en la cama sino en todos los aspectos de su vida.
***
Sebastien sostenía furioso entre sus manos la copa que bebía.  Es que eso no le podía estar sucediendo…  No se entendía a sí mismo… ¿Qué demonios le estaba pasando?  Era normal que Doménica hubiera continuado con su vida, que fuera a casarse y quisiera formar una familia.  No era algo inaudito y sin embargo se sentía… furioso.  No quería profundizar el por qué… era una tontería.  Seguro era eso del instinto de macho… pero es que él jamás había tenido ese tipo de problemas.  Era un hombre racional, que se guiaba por su mente, por la razón no por instintos y mucho menos por sentimentalismos.  No… era romántico, claro y le gustaba la idea de seducir y ser seducido.  La posibilidad de conquistar a la mujer que quisiera le había convertido en un cazador… en alguien que creía que existía el amor sí, pero que nunca lo había necesitado, mucho menos vivido; y, por supuesto, en alguien que adoraba su libertad ante todo.  Así que descartó esas inútiles cavilaciones y se dirigió a su escritorio.  Tomó los papeles que debía estudiar entre sus manos.  Los firmó y sonrió satisfecho.  Era la última formalidad requerida para abrir la nueva sede de la transnacional en España.  Aquella oficina, que él manejaría en persona.
***
En la mañana, Dome decidió salir a trotar.  Siempre que dejaba a Alex en casa de sus padres lo hacía.  Pensó en buscar a Mel pero al final decidió ir sola.  Necesitaba meditar seriamente… el rumbo que tomaban las cosas… no le gustaba nada.  Porque, una mentira siempre llevaba a otra… y al final, se volvería un lío.  Esperaba que no… que todo terminara pronto y volver a su vida normal… con Alex… sin Sebastien.
Empezó a trotar ligeramente y sentía como la tensión iba desapareciendo de a poco.  Sonrió y un poco más optimista siguió recorriendo la ruta establecida, imprimiendo mayor velocidad cada tanto. Después de casi 30 minutos de correr sin descanso, empezó a bajar el ritmo. El aire le golpeaba el rostro apagando el enrojecimiento de sus mejillas.  Su respiración se fue normalizando y empezó a caminar mirando las vitrinas de las tiendas por las que pasaba.  De pronto sintió unas intensas ganas de un buen cappuccino.  Solo pensarlo… buscó con la mirada la cafetería más cercana y entró.
Se sentó en una mesa alejada de la multitud.  Cuando acababa de ordenar, vio como Sebastien, su pesadilla, estaba sentado en el otro extremo de la cafetería.  Una vez más, se repetía la situación… solo que esta vez… él iba muy bien acompañado… de 3 despampanantes mujeres, para ser exacta.  Le invadió una rabia terrible.  Tan solo ayer él le recriminaba, casi, su “próximo matrimonio” con Edu… y ahora… estaba sonriendo y coqueteando, feliz de la vida con esas mujeres… ¡Hombres!  ¡No, ese hombre en especial!  Era… era un… ¡Oh no! ¡No podía estar…!
Sebastien olvidó por un momento sus agitados pensamientos y concentró toda su atención en esas encantadoras damas.  Osadas, preguntaban sobre su vida íntima… haciéndolo reír con sus ocurrencias.  Especialmente aquella jovencísima chica… pícara y lanzada… que le estampó un beso en la boca, tomándolo desprevenido… y logrando que admirara, aún más, su impetuosidad.
Capítulo 11
Dome contemplaba la escena con curiosidad.  Él parecía estar disfrutando… bastante… demasiado, en realidad.  Reía y bromeaba… todo iba normal… hasta que… aquella mujer… lo besó.  ¡¡Besó a  Sebastien!!  ¡No!  ¿Qué estaba sucediendo?  ¡¡Nada, por supuesto!!  Lo normal… así era él.  Un seductor… haría bien en no olvidar eso jamás… él no cambiaba… él era así… era Sebastien… y estaba equivocada si pensó que tal vez… solo tal vez… ella había sido alguien especial en su vida.  Pero, eso ya lo sabía, desde aquella vez… hace mucho ya… entonces ¿por qué aún sentía una punzada profundamente dolorosa?
Sebastien se separó sorprendido y, acto seguido, sonrió.  Había sido un contacto fugaz pero… impactante.  Esa chica era pura sensualidad y él… él estaba necesitando de un estímulo así en su vida.  Tanto tiempo sintiendo que faltaba algo… que había cambiado… que no era lo mismo… exactamente desde aquella última vez… con… la mujer que lo miraba furiosa desde la mesa del extremo contrario del lugar…
Dome estaba fulminando con la mirada a Sebastien y apurando el contenido de su taza, dejó dinero sobre la mesa y se marchó rápidamente.  No quería ver la burla que se dibujaría en sus ojos.  Y menos analizar las emociones que eso le causaría.
Sebastien se quedó congelado por un instante en su asiento.  No podía escuchar nada más que la sangre bombeando en sus oídos… tenía que alcanzar a Doménica.  Debía… ¡un momento!  Él no le debía nada a ella ni a nadie.  Era su vida y podía hacer lo que quisiera, con quién quisiera y en el momento que quisiera… y eso era todo.  No había discusión.  Sin embargo, esperó la llegada del amigo que les había acompañado en el desayuno y, en ese lapso había ido ha atender una llamada, para despedirse de todos y dirigirse al departamento de Dome.
***
- ¿Qué tal el día?  -preguntaba Dome mientras paseaban tomados de la mano por uno de los jardines de una lujosa hostería, en la que hace unos minutos habían comido.
-  Interesante.  ¿Y el tuyo?
- Estresante.  No sabes el desorden que hay después de una boda…  -comentaba haciendo que Sebastien sonriera.
-  No puedo imaginármelo.  ¿Pero hay doncellas no?
-  Claro, pero ¿crees que pueden hacerlo solas? 
-  ¿No?
-  Es mucho trabajo… y hay que mirar que todo quede en su lugar.
-  Te gusta el orden…  -comentó él.
-  Si… bastante…  -sonrío Dome y él asintió.
-  Eso está bien… pero si vives en una casa grande… es difícil que todo quede en su lugar…
-  Si, sobre todo si esa “casa grande” es una mansión… pero es posible…
-  Tal vez me falta alguien tan optimista como tú en mi casa…  -dijo sin pensar.  Y enseguida se dio cuenta de su error-  No es que quiera… yo no…
-  Si, sé que no te referías a eso  -puntualizó Dome y él no pudo evitar suspirar aliviado-  ¿Le huyes al compromiso?
-  No, simplemente, adoro mi libertad.
-  Interesante…  -dijo Dome conduciéndolo a un costado del camino, hasta una rustica banca-  Siéntate conmigo  -pidió al ver que él se quedaba parado, mirándola sin soltar su mano- Cuéntame, ¿de dónde nace ese temor… digo “amor a mi libertad”?  -sonrió equivocándose a propósito.
-  No dije amor… dije que adoro mi libertad…
-  ¿Y no es lo mismo?
-  No… si… casi…
-  Es igual  -pronunció displicente-  Y no trates de desviar el tema.
-  No lo hago.
-  Aja… -soltó sarcástica- bien, dime.
-  ¿Qué?
-  Sebastien…  -empezaba a impacientarse.
-  No es una historia ni nada parecido.  No empiezan a surgir memorias de mi infancia como en películas, Dome  -él bromeaba- Es muy simple, adoro mi libertad porque siempre la he tenido.  Es… como explicarte… una constante en mi vida.  Algo indispensable, que me ha permitido crecer.  Que no pienso ceder por absolutamente nada… ni nadie en el mundo.
-  ¿Ni por amor?
- No  -negó enfáticamente- nadie vale tanto.
***
Doménica podía sentir unos fuertes latidos en su cabeza.  Tenía un dolor insoportable… debía ser que se extralimitó en el ejercicio, seguro.  Avanzó con lentitud hacia la ducha… arrastraba los pies mientras intentaba quitarse la camiseta… luego los shorts… El agua empezó a recorrer su cuerpo y las gotas parecían masajearle las sienes… pero no ayudaban gran cosa…  Se sentía débil… cansada… Secó su cuerpo con la toalla y timbraron… no iba a abrir… pero timbraron una vez más… varias veces con insistencia… eso empeoró su dolor de cabeza así que tomó rápidamente una camiseta larga que colocó sobre su ropa interior, para abrir al inoportuno visitante… más valía que fuera una emergencia  -pensó antes de abrir la puerta y toparse con el semblante molesto de Sebastien.
- ¿Por qué no abres?  ¿Acaso estás huyendo?
-  ¿Y de quién?  ¿De ti?
-  Evidentemente…
-  Ja, si como no…  -trató de componer en su rostro una mueca sarcástica, pero el malestar era cada vez mayor.
-  Entonces, ¿por qué…?  -detuvo la pregunta al ver como iba vestida… bueno casi vestida… porque solo llevaba una camiseta larga… que no cubría del todo sus bellas piernas- Ah, estabas…  -detuvo sus palabras al notar la palidez de Dome… parecía a punto de… desvanecerse, como sucedió a continuación.
Alarmado la tomó en brazos antes de que cayera.  ¿Estaría enferma?  Iba llamar al doctor, pero no parecía nada grave… tal vez solo estuviera cansada.  La iba a dejar en el sillón pero… lo mejor era llevarla a la cama… estaría más cómoda.  Entró con cuidado a la habitación abierta, sintió normal su respiración, su pulso estaba bien… pero rozó su frente y ella emitió un gemido.  Su temperatura estaba ligeramente  más alta de lo normal.
Capítulo 12
- Cariño, ¿te duele mucho la cabeza? –inquirió preocupado al ver que Dome abrió un instante sus ojos.
Se quejó en respuesta. Inquieta, se removió un poco. 
-  ¿Llamo al médico? –preguntó estúpidamente, tomándole la mano.
-  No… déjalo…  -habló casi inconscientemente.
Sebastien empezó a masajear con delicadeza las sienes de Dome.  Ella empezó a relajarse contra sus manos… el dolor empezó a remitir y sintió mucha sed…
-  Quiero… un poco de agua…
Sebastien se alejó a pesar del gemido de protesta de Dome que se resistía a que se alejara.
-  Tranquila preciosa, vuelvo enseguida –buscó la cocina y pasó de largo por la sala que debía atravesar.  Al regresar por ahí, miró, de reojo, una foto que le llamó la atención… era Dome y un niño… pero no se detuvo, siguió para llegar al lado de ella lo más pronto-  Ya estoy aquí  -pasó su mano por detrás de la cabeza de Dome y la alzó para ayudarle a beber- ¿tienes idea de qué…?
-  Mis pastillas…  -respondió pasado el trago de agua.  Trató de incorporarse, pero el dolor aún era intenso y la obligó a dejarse caer, nuevamente.
-  No, no te levantes.  Dime donde las tienes.
Ella señaló a su costado.  Efectivamente, en la mesita de noche había un pequeño frasco con pastillas blanquecinas.
-  ¿Son estas?  -al ver que ella las miraba ligeramente y asentía, Sebastien procedió a dárselas y junto con otro trago de agua hizo que las tomara y se relajara, quedándose dormida en sus brazos y apoyada en su pecho.
Sebastien sintió como Dome se acomodaba en sus brazos, confiada y dormía plácidamente… le recordaba tanto a esos interminables momentos con ella… siempre era así… después de estar íntimamente juntos, Dome se acurrucaba en sus brazos y suspiraba cerrando sus bellos ojos.  Y, también, siempre él la contemplaba durmiendo y acariciaba sus cabellos con ternura… los besaba y tras unos minutos se dormía.  Pero no ahora, levantó la cabeza para mirarla y recordar que estaba en otro tiempo… que lo que recordaba era solo un pasado… de más de 4 años… Ahora, Dome estaba enferma y empezó a preocuparse nuevamente.  Tal vez era mejor llamar al médico pero, parecía estar mejor; además daba la sensación de que eso no era nada nuevo, dado que tenía pastillas para el dolor.  ¿Qué tendría exactamente?  Esperaba que nada grave.  Era tan joven, bonita e inteligente… tenía toda una vida por delante… con su futuro esposo.
Se levantó y la acomodó contra las almohadas.  Él no debería estar ahí con ella… sino ese Eduardo.  Pero… -empezó a dirigirse hacia la sala- era él quien encontró a Dome y…  -recorrió el amplio lugar, deteniéndose en los detalles alrededor.  Estaba decorado sobriamente pero era acogedor.  Se acercó a mirar las fotos sobre la chimenea… la primera de ellas retrataba a dos jóvenes padres con una niña rubia en el medio de ellos.  Seguro eran Dome y sus padres (así que ella era rubia natural, anotó mentalmente).  La segunda era de Dome, adolescente, bastante bonita.  Una tercera la retrataba ya con el cabello negro y a lado de Melina, sonreían.  No podía precisar si esa foto era de antes o después de que conociera a Dome.  La cuarta, nuevamente Dome y Melina, pero esta vez, Mel sostenía a un bebé en sus brazos.  La quinta foto era de Dome abrazando a un niño pequeño precioso y nuevamente rubia.  La última foto… retrataba a Dome, aquel niño… y el tal Eduardo… juntos… como si formaran una… ¡¡familia!!
Dome sintió como el sopor en que estaba sumida iba desapareciendo y daba paso a una total consciencia… no recordaba como había llegado hasta la cama… pero había un vaso con algo de agua, así que había tomado sus pastillas… no estaba sola… ¡Sebastien!  ¿A dónde se habría ido?  Recordaba fragmentos de lo sucedido… la intensa migraña no le daba una memoria perfecta, precisamente.  Se levantó despacio… y el dolor ya había remitido.  Estaba a punto de salir y se miró al espejo, su imagen era un desastre… pero lo más urgente era ponerse algo decente.  Se colocó un pantalón y un jersey, calzó unos zapatos y salió en búsqueda de su intruso.
Lo encontró en la sala.  Parado, frente a la chimenea.  Sostenía un marco en sus manos… era… la foto de ella… Edu… y… ¡no podía ser!... Alex.
Sebastien se percató de su presencia.  Miró hacia la entrada de la sala…  Doménica estaba parada, estupefacta.  Y, para cuando él le dedicó una mirada de reproche y desprecio, su cara era una máscara de completo temor y culpa.
***
-  ¿De verdad piensas así?  Hummm… -Dome lo miró.
- ¿Qué?  ¿Lo de la libertad ante todo?
-  Si y lo del amor…
-  Si… es algo muy… práctico.
-  ¿Práctico?  Sebastien… eres el espécimen más raro con el que he tratado…
-  ¿Es un halago? –preguntó pasando sus brazos por la cintura de ella.
-  Si… porque no…  -Dome rió y lo abrazó divertida.
Se quedaron varios minutos así… abrazados.  Dome apoyando su cabeza en el pecho de Sebastien.  Hablaban de asuntos triviales y ninguno de los dos veía la manera de abordar el tema central… el hecho por el cual estaban ahí.
-  ¿Qué vamos a hacer Sebastien?  -interrumpió Dome de pronto mirándolo directamente a los ojos.
-  No lo sé.  ¿Sobre qué exactamente? –él la miraba interrogante.
-  Es evidente que tú y yo pensamos distinto… No es un reproche ni nada parecido… solo quiero saber…  -su voz se fue apagando.
-  ¿Si? –Sebastien tomó la mano de ella- ¿Qué es lo que va a pasar?
-  Si… no… quiero saber… ¿qué es lo que tú deseas?
- Yo te deseo a ti, Dome… todo de ti.
-  ¿Todo?  Pero tú no quieres…
-  ¿Por qué no lo dejamos suceder?  Dome, mírame –él tomó su rostro y lo acercó- solo… déjate llevar…
Aún reticente por lo que podían significar aquellas palabras… sabía que corría un enorme peligro al lado de ese hombre.  Sebastien no era de esos que se olvidan… que no dejan huella… Sus besos y caricias dejaban marcas imborrables en ella… sus palabras estaban dichas para ser recordadas… sus gestos eran únicos… 
En medio de la cegada pasión, una única decisión y un solo temor recorrían su razón: la firme resolución de cumplir su sueño de ser madre… y la enorme certeza de que algún día iba querer, de todo corazón, olvidar al hombre que estrechaba en sus brazos en ese momento.
Capítulo 13
-  Dome, ¿qué haces aquí?  -preguntó Mel acercándose por detrás.
-  Hola Mel… estoy paseando.  Estos jardines son hermosos…  -comentó caminando nuevamente-  ¿Tú por aquí?
-  Si, también estoy admirando los jardines…
-  Aja… -soltó sarcástica Dome.
-  De verdad… -al ver la incredulidad de Dome, Mel terminó rectificando- si, ya… estoy aquí porque me asfixia todo ese “glamour” y quise huir por un instante…
-  Eso si te lo creo… a ti te encanta escapar…
-  Si, ya me conoces  -Mel sonrió y la miró- Pero, ¿tú nunca escapas verdad?  ¿Por qué estás aquí?
-  Ya te lo dije… sabes que me gusta la naturaleza…
- ¿Y…?  -la instó a continuar.
-  Y… he tomado una decisión.  He pensado mucho y creo que ya es hora de hacer unos cambios.
-  No entiendo…
-  Mel, dame tiempo.  Espera y entenderás  -dijo Dome intrigándola.
Pero Mel no la siguió… tampoco volvió a mencionar el tema.  Por respeto y… porque su “relación” con Diego le consumía mucho tiempo y energía.
De todos modos, Dome no iba a pronunciar en voz alta su resolución… no quería que los demás opinaran… y tal vez le hicieran desistir. ¡¡No!!  Ella tenía todo planeado… serían felices ella y Sebastien… al mismo tiempo.  Porque los dos obtendrían lo que querían del otro.  ¡¡Si… la situación no podía ser más perfecta!!
***
-  Sebastien…  -pronunció en un murmullo- ¿qué… por qué…?
-  ¿Por qué Doménica?  -Sebastien la miró con un instantáneo brillo de dolor, pero a continuación le dio la espalda- ¿por qué no me lo contaste?
-  ¿Por qué…?  ¿Tú te refieres…?  -Dome tenía clavada la mirada en el suelo.
-  ¿A qué más que…?  -Sebastien siseo tensando la mandíbula- ¡¡A esto!!  -explotó finalmente-  Este niño, Doménica… cómo pudiste… -negó llevándose las manos a la cabeza.
-  Sebastien…
-  Esto es… es imposible.
-  Sebastien…  -Dome creía estar en medio de una pesadilla… él lo había descubierto todo.  Y no podía hacer nada más que pronunciar su nombre… para saber que era real.
-  Si… sí Doménica… soy Sebastien.  Estoy aquí… exigiéndote una explicación…
-  ¿Explicación?  Yo no tengo por qué dártela Sebastien…  -dijo aunque sabía que eso no era del todo cierto.
-  No… ¿Cómo no?  -soltó una carcajada sarcástica-  ¿de cuándo acá un hombre no puede pedir explicación sobre su hijo?  -destilaba incredulidad e ira- Irónicamente… un hijo que acaba de saber qué existe.
Sebastien no pudo haber dicho algo más certero.  Doménica sentía como su mundo daba vueltas… su rostro había perdido su color… y… el temor ahora era puro terror por lo que se reflejaba en los ojos de él.  Enfado era poco… su mirada tenía… su mirada era… de odio puro.
- Yo…
-  Tú… -Sebastien no la miró siquiera- tú acabas de arruinar mi vida.
-   No…  -pronunció dolida- no digas eso…
Y… de pronto el suelo se abría bajo sus pies.  No le sostenían… todo… todo no era más que un sueño.  Sintió que la tomaban por los hombros… levemente y la sacudían…
-  Despierta Dome… ¿estás bien cariño?  -esa voz… hasta en sus sueños.
Abrió los ojos lentamente y finalmente logró enfocar… era, si, Sebastien.  Mirándola… con una ternura infinita.  Con… su Sebastien. 
La sensación fue tan intensa y Dome decidió no reprimir sus emociones… se echó a sus brazos y lo estrechó con fuerza.  Suspiró aliviada… todo no había sido más que una pesadilla.
***
Sebastien caminaba hasta su auto.  Se sentía confuso… lleno de dudas.  Había sentido la mirada de Dome cuando tenía el retrato entre sus manos y su desmayo posterior, lo sorprendió… no quería imaginarse algo erróneo.  Un momento… había algo que podía hacer… sabía quién podría darle la información que necesitaba… Melina.  Y tenía cerca la oportunidad perfecta para abordarla.
Si, la fiesta en casa de Leonardo… seguro Mel asistía.  Pero, aún así… estaba tan intrigado.  Sentía que algo grande se le estaba escapando… ¿qué sería?  ¿Tendría algo que ver con el niño del retrato? ¿Con su padre? ¿Tal vez Dome ya estaba casada?  Era una situación que no tenía sentido… si Dome se hubiera casado y el niño fuera su hijo… eso significaría que ella estaba enamorada… y, a juzgar por la manera en que lo había abrazado hace unos instantes… dudaba que ella hubiera entregado completamente su corazón a otro hombre, como sería el caso de un matrimonio. No, era algo más…   
***
Dome probó a levantarse una vez más.  Si, el dolor había remitido completamente.  Se preparó para ir a ver a su hijo, pero antes decidió pasar por la casa de Melina… después de todo ella era su mejor amiga y le había dejado un recado.
Estacionó su auto frente al edificio de Mel.  No se sentía del todo bien y empezó a dudar en entrar… tal vez si lo dejaba para el día de mañana.  No, ya estaba ahí… y si había que hablar… iba a hablar.
Mel la recibió sorprendida.  ¿Sería que esperaba a alguien más?  Ella lo negó y le invitó a pasar.  Estaba a punto de irse a preparar café, cuando le preguntó:
- A ti como que te sucede algo…  -así que Mel notaba su inquietud.
-  No, no es nada.  Es la impresión de ayer –respondió Dome aunque su mirada se apagó-  Pero no evadas el tema y cuéntame  -sonrió restándole importancia pero no engañó a Mel.
-  Vale, es que recibí carta de Danna –Mel empezó respetando el silencio de Dome- en la que nos invita a la fiesta de cumpleaños de Beth, la hija de Leonardo.  El sobre contenía un recado, esta invitación –dijo enseñándole la tarjeta- y los pasajes a Italia… para mí, para ti y para Alex.

Capítulo 14
-  ¿Y te mandó pasaje para Alex y para mí?  -Dome preguntó incrédula.
-  Si, quiere que asistan los dos.  ¿Qué te parece?
-  No lo sé.  No es una buena idea precisamente…  -Mel no acaba de entender su resistencia.
-  Desde que ellos se casaron tú no volviste a asistir a ninguna de las fiestas que organizaron…
-  Es mejor que me vaya  -Dome la miró triste-  Extraño a Alex y seguro está preguntando por mí.
-  Esta bien, Dome  -no debía ni quería retenerla más-  Tú me avisas que decides.  Aunque me encantaría que vayas pero…
-  Adiós Mel  -se despidió Dome sumamente apagada.
-  Adiós y saluda a Alex y a tus padres  -Mel la miró extrañada pero cerró la puerta.
Doménica salió cabizbaja.  Ni siquiera había reparado en todo lo que Mel había dicho… bueno, es que en medio de la plática había caído en la cuenta de que estaba puesta aquella ropa… aquella ropa que pensó se colocó en sueños… Entonces ¿no todo había sido un sueño?  ¿Desde que parte, exactamente, había confundido lo real con lo ficticio?  ¿Acaso Sebastien sospechaba…?  ¡No! Todo no pasaba de ser una percepción equivocada… él no podía… no tenía forma de saber nada.
Cuando se dirigió a casa de sus padres sintió un enorme alivio al ver que su hijo salía a recibirla.  Lo tomó en brazos y lo estrechó fuertemente. ¡Lo había extrañado tanto!  Era toda su vida… su verdadero y único amor.
- ¿Te quedas a cenar hija?  -su madre le besó la frente.
- No mamá, gracias pero tengo algo preparado en la casa…
- ¿Segura?  -miró con preocupación a Dome- no te ves muy bien… ¿tuviste una jaqueca?
-  Si, pero ya todo pasó…
-  ¿Por qué no me llamaste…?  -al ver la cara de su hija comentó-  Ah, estabas con alguien más…
-  ¡No!  -Dome negó rápidamente-  Bueno, si pero… no es nada de lo que crees…
-  Pero si no estoy creyendo nada…
-  Si, debo irme…
-  Ve con cuidado cariño.  Adiós pequeño 
-  Buenas noches mamá –Dome le dio un último vistazo a la casa de sus padres y alzó la mano despidiéndose.
-  Espero que sepas lo que haces Doménica…  -dijo su madre antes de cerrar la puerta y dejándola pasmada por el críptico mensaje que había soltado. 
¿A qué se refería?  ¿Ella no sabía nada, cómo podía…?  Solo era un comentario  -se dijo a sí misma- estaba tan paranoica… no había porque darle más vueltas.
***
-  Si Mel te acompañaré al aeropuerto y no se diga más  -afirmó otra vez Dome que se encontraba al teléfono-  Nos vemos en una hora entonces -colgó tras arduos minutos de excusas para no ir… Mel no acaba de aceptarlo pero al final se había resignado.  Era prácticamente una grosería no asistir, con todas las molestias que Danna se había tomado, pero ya habría oportunidad de disculparse.  Es que si asistía, era una total locura… a más que desde aquella última vez lo había evitado a toda costa.  Si a la última fiesta de Danna que asistió y vio a Sebastien… ya estaba embarazada y, por supuesto, ya todo había dado por terminado.  En la incomodidad de la situación, se había jurado no acudir a ninguna más… por evitar disgustos y por su secreto también.  No podía asistir con Alex y arriesgarse a que alguien, o tal vez él mismo Sebastien, percibiera un ligero parecido… y, de ahí, no había que ser un genio para llegar a la conclusión obvia.  Bueno, la conclusión obvia para él… porque nadie más conocía de la relación que los había unido en esa época ¿O si?
***
-  No sé que hacemos escondiéndonos como dos adolescentes…  -se quejó sonriendo Sebastien y atrapó a Dome entre sus brazos una vez más-  Es…
-  Es lo que tú querías ¿no?  -Dome sonrió también y lo besó en la barbilla- Vamos… ¡admítelo!
- Bueno… si… la verdad  -él la miró seductor- no me importa el precio a pagar por tenerte a mi lado…
-  Hummm… eso no me gustó  -ella frunció el ceño- ¿cómo que precio? Si no soy ningún objeto negociable…
- No te enfades… es solo un decir  -Sebastien la aprisionó fuertemente- Y, en cierta manera… no me importa nada…
- ¿Nada?
- No
-  ¿Ni siquiera que soy una chica complicada?
- No
- ¿Qué solo voy a relaciones serias?
- No
- ¿Qué pone en peligro tu libertad?
-  Sé que no lo haces…
-  Aja… ¿y si te dijera que soy virgen serviría de algo?
Sebastien detuvo súbitamente la lenta caricia que su mano trazaba en el brazo de Dome.  Por un instante su mirada tomó un matiz atónito… hasta que Dome sonrió y finalmente se echó a reír completamente.
-  Muy graciosa… -murmuró Sebastien algo molesto y eso provocó que Dome riera mucho más.
-  Tu cara Sebastien… debiste ver tu expresión…
-  ¿Cómo esta?  -él intentó ponerse serio una vez más pero no lo logró.  Solo consiguió contagiarse con la risa de Dome-  Aún si lo dicho fuera cierto…

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