Capítulo 7
Doménica había corrido detrás de Mel para evitar que
continuara. Danna y Leonardo veían
divertidos el espectáculo de ver a dos jóvenes comportarse como niñas de
primaria. Él se despidió porque debía
asistir a la prueba de vestuario para la boda.
Danna también iba a escoger su vestido por lo que esperaron a Carolina,
la mejor amiga de Danna, y fueron a la modista.
Mientras Danna se probaba los vestidos que le habían
confeccionado, Doménica y Mel fueron a que les tomaran las medidas para los
vestidos de damas. Dome se estaba divirtiendo
mucho mientras miraba el color que mejor le sentaba, el calce perfecto, la
combinación adecuada pero no Melina. En
realidad, Mel odiaba todo lo que se relacionara con ropa… en especial vestidos. Bastaba ver su cara. Y en verdad pensó que iba a asesinar a su
hermana que bromeó con mandarle a cambiar el vestido para ponerle otro del
color que llevaba ella. Ahí fue cuando
Dome, que estaba un poco distraída recordando cierto evento de anoche, obtuvo
su pequeña venganza. Está enfadada -dijo- pero por otra cosa. Mel la miró amenazante. Doménica había presenciado la discusión de
Diego y Mel el día que viajaron a Italia.
Nada, no ven lo hermosa que está Danna
-Caro había interrumpido ganándose una mirada de agradecimiento de Mel…
pero por muy poco- Además, todos sabemos
que es por problemas con Diego -remató y
Dome realmente creyó que Melina iba a matar con gusto a cada una de ellas.
- ¿Dome?
¿Dome? -repitió Melina viendo la
ausencia de ella.
- Si… ¿qué pasa? -Doménica enfocó su mirada.
- Debo irme.
Voy a preparar todo para tomar mis vacaciones…
- Claro.
- ¿Tienes mucho que contar no?
- Algo así.
Pero no hoy.
- Está bien.
Adiós Dome -se alejó y fue a despedirse
de Alex y de los padres de Dome.
Miró alejarse a
Melina y en ese momento cayó en la cuenta de que había dicho que iba a preparar
todo para tomar vacaciones… eso no era muy común pero sin duda ya era hora de
que se tomara un descanso. ¿Iría a
viajar a algún lado? ¿Tal vez a visitar
a su hermana? ¿O a su madre?
- Déjalo hoy, Dome -era su madre que se acercaba- Te prometo que mañana lo llevo temprano a la
guardería.
- No lo sé…
-estaba indecisa. No quería
alejarse ni un instante de Alex.
- Vamos, Dome.
Te servirá para pensar y además mañana trabajas… Que te cuesta, hija.
- Está bien
-terminó cediendo. No quería
tiempo para pensar pero… no le haría daño un rato a solas- Solo por hoy.
Se quedó jugando
un rato más con su hijo y luego se marchó.
Alex se quedó muy tranquilo pero ella ya lo extrañaba. No era muy frecuente que se alejara de él.
***
- Estás
preciosa -Diego le saludaba en la
mejilla- Te sienta muy bien Dome
- Gracias -pronunció despectivamente. Él era un coqueto reconocido y al mismo
tiempo era el novio de Mel. En realidad,
nunca le encontró mucho sentido- Debo
irme.
- ¿Por qué? Melina aún tardará en llegar… -no podía estar insinuando…
- ¿Y? ¿Eres un niño que no puede estar solo? -Doménica inquirió sarcástica- ¡Cuidado Diego! -advirtió.
- ¿Qué? ¿No tienes sentido del humor? -el sonrió y sin duda era muy guapo… pero no
para ella. ¡Por Dios! ¿Es que acaso él no sabía que era la mejor
amiga de Melina? ¿Qué ella no le haría
eso a nadie?- Ven, no te alejes…
- Suéltame
tarado -dijo Dome dándose la vuelta pero
el atrapó su muñeca- ¡Te has vuelto
loco! -se sacudió.
- Tranquila
Dome… Eres muy guapa, eso es todo -dijo pero la acercó a su cuerpo- Mírame…
- Si sigues por
ahí, Diego -ella lo miraba con
repulsión- Le contaré a Mel…
- No te
creerá… -dijo convencido y estaba a
punto de atrapar su boca cuando ella trató de golpearlo- Dome, déjate llevar…
- Suéltala o te
vas a arrepentir -esa era la voz de
Sebastien.
- ¿Quién
eres? ¿Por qué te metes en lo que no te
importa? -Diego lo miraba con cara de
pocos amigos- Yo soy un invitado aquí y
¿tú quién te crees? Además… nosotros
estamos muy a gusto.
- Doménica no, por
lo que veo -dijo el con voz afilada.
- Ah, se conocen…
No tiene importancia, vete de aquí.
- ¿Tratas de
ordenarme? -Sebastien gruñó
furioso- Me da igual quien rayos seas,
pero si no le quitas tus manos de encima a Doménica, te vas a arrepentir el
resto de tus días… -prometió con
arrogancia innata.
- ¿Tú eres
invitado? -Diego soltó repentinamente a
Doménica. Si ese hombre la conocía,
entonces conocía a Mel y podría…-
Discúlpame, no quise importunar a Dome, pero es mi amiga y…
- No me interesa,
solo no la molestes de nuevo -Sebastien
pasó un brazo sobre sus hombros y fulminó con la mirada a Diego- No te quiero volver a ver cerca.
- ¿Quién te
crees? -Diego estaba furioso y enfrentó
a Sebastien.
- ¿Yo? Sebastien Lucerni y ¿tú? -pronunció con un mal disimulado tono de
triunfo. Si ese hombre sabía algo de
negocios… reconocería su nombre enseguida….
No se equivocó.
- ¿Lucerni? -Diego se quedó estático. ¿No era el magnate amigo del esposo de Danna
de quien Mel hablaba constantemente?-
Tengo que irme.
Pálido se alejó de ellos.
Sebastien sonreía satisfecho y aún mantenía la unión con Dome. Ella se sentía muy triste por la actitud de
Diego. Si se comportaba así con ella,
¿cómo sería con las muchachas que Mel no conocía? Pero… también se sentía extrañamente
protegida. Con Sebastien a su lado… era
una sensación completamente nueva. Él
había interrumpido a tiempo los avances de Diego cuando ella ya había jugado todas
sus cartas. Se había comportado como
todo un caballero. Sin detenerse a
pensar, lo miró con agradecimiento y se acercó aún más a él logrando que una
vez más sus bocas se juntaran en un apasionado beso que fue distinto del
compartido la noche anterior. Era más
real… más absurdamente… tierno.
- Finalmente llegaste, Dome -él se acercó a ella- ¿tienes idea cuanto te he esperado? -quiso rozarle los labios pero ella giró el
rostro- ¿Qué sucede? ¿Dónde está Alex?
- Vamos, entremos a hablar, Edu -Dome lo llevó a su departamento.
Capítulo 8
- Siento mucho lo de la otra noche… -soltó Eduardo apenas habían entrado
- ¿Quieres un café? -no lo miraba mientras se dirigía a la
cocina.
- Dome, quiero hablar -Edu atrapó uno de sus brazos- No huyas…
- Edu, yo no quiero hacerte daño… es mejor
dejarlo así.
- No, yo necesito saber… -tomó su rostro entre sus manos- Mírame y dime que sucede…
- Edu, por favor…
- No quiero dejarte, Dome… de verdad no quiero
hacerlo.
- Eduardo…
- Pero si eso es lo que tú deseas yo… me alejo.
- No, Edu… No te alejes de mí -Dome se abrazó a él- Yo te quiero mucho
- Ven conmigo, Dome -ella lo miró- ven a vivir conmigo… Llevaremos a Alex y
formaremos una familia… -ella se separó.
- Edu, no te equivoques. Yo sigo firme en mi resolución de
siempre… solo te quiero como un amigo…
- ¿Amigo?
-Edu se giró- Eso es lo que
siempre seré para ti ¿no? -él estaba
dolido- Nunca entendí porque elegiste a
un completo extraño para ser el padre de tu hijo y no a mí…
- No… no tiene que ver contigo -Dome no soportaba verlo triste- Él…
- Él ni siquiera es un padre para Alex. ¿Cuándo ha estado aquí? ¿Sabe algo de su hijo? -Edu negó-
Él no lo vio crecer… yo estuve aquí como su padre.
- Eduardo…
-ella tomó su mano- tú no eres su
padre…
- ¿Crees que no lo sé? ¿Qué es lo que te he estado diciendo? -él la miraba profundamente lastimado- Sé que no lo soy… pero soñaba con…
Olvídalo. Es evidente que tú no sientes
lo mismo.
- Yo nunca quise darte falsas esperanzas… Edu….
- Tienes razón… todo lo hice yo solo. Disculpa por entrometerme y desear formar
parte de tu vida… -él salió y por un
momento ella se quedó estática en su lugar.
Sin saber que hacer… que decir.
- Edu… espera
-fue a tomar su abrigo… pero salió sin el. Debía explicarle que no quería sacarlo de su
vida… él era su amigo- Déjame
explicarte… -lo alcanzó en el umbral de
la puerta.
- No, Dome…
No hay mucho que decir.
- Pero…
- ¿Doménica?
-inquirió un hombre mientras se acercaba a ellos.
- No… no puede ser… -murmuró Doménica y sus labios formaron el
temido nombre- Sebastien…
Eduardo miró
detrás de él al hombre que preguntaba por Doménica. No lograba verlo muy bien pero por la
reacción de Dome… supo que era el padre de Alex. Instintivamente le tomó la mano y se la
apretó.
- ¿Cómo estás Doménica? -Sebastien preguntó sarcástico.
- Bien…
-hasta que llegaste tú, se sentía tentada de contestarle, pero solo
dijo- Eduardo, el es Sebastien
Lucerni… - ambos hombres se enfrentaron
y con resistencia se estrecharon la mano.
Era un momento
extraño. Ninguno sabía que decir… pero
estaba claro que alguien estaba sobrando ahí.
- Creo que es bastante tarde… -dijo lentamente Doménica
- Tienes razón…
-Eduardo la miró- Debo irme…
- No… tenemos algo pendiente… -Dome le echó una mirada significativa y el
asintió- Sebastien… ¿qué sucede? -fue directa pero él miró hacia Eduardo como
diciendo que no iba a hablar con él presente.
- Edu… ¿te parece si me esperas arriba? -Dome asintió al ver que él dudaba, con
reticencia Eduardo soltó su mano y se alejó escaleras arriba.
- Dime, Sebastien… -inquirió Doménica pero él la ignoró.
- Él si puede pasar y yo no… -Sebastien se quedó momentáneamente
callado- Supongo que porque es tu novio…
- No viniste a hablar de mi vida privada
supongo… ¿Qué quieres?
- ¿Desde cuándo te volviste tan fría? -Sebastien se acercó a ella.
- Aléjate ¿quieres? -Dome le dio la espalda- ¿A qué viniste, Sebastien?
- A verte…
-él sonrió porque ella lo miró-
No pude dormir…
- ¿En serio?
-ella recordó que tampoco había dormido mucho- Debes darte un respiro entonces…
- ¿Qué?
¿De qué estás hablando?
- Deberías dejar tus andanzas, Sebastien. Ya no estás en edad para eso…
- ¿Eso es lo que piensas? -él la abrazó- Yo no estaría tan seguro, si fuera tú…
- ¿De qué debes descansar? ¿Pero no eras tú el que se quejaba de que no
podías dormir?
- Sabes que no me refería a eso… -él la acercó a su cuerpo aún más- Tú eres… por ti no pude dormir, Doménica….
- ¿Por mí?
-Dome se burló- No recuerdo haber
estado ahí…
- ¡Muy graciosa! -él la reprendió sin humor- Lo que hiciste… o hicimos -se burló mientras ella se ruborizaba…- ¡Aún eres tan inocente! ¡Me fascinas, Doménica! Pero no estaba pensando en algo tan lejano…
sino en lo que pasó anoche. Aunque -él la miró- debo reconocer que la pasamos
muy bien
- Déjame en paz, Sebastien -Dome hizo amago de retirarse- Anoche no fue nada…
- Yo no estoy de acuerdo… Dos besos… de ninguna manera son nada…
- No porque yo hubiera querido… -murmuró ella sabiendo que mentía.
- ¿En serio?
Que yo recuerde -Sebastien aflojó
un poco el abrazo- la primera vez no
protestaste y… en cuanto a la segunda… lamento decirte que el mérito fue todo
tuyo…
- Sebastien…
¿podemos dejarlo ahí? -Dome
quería alejarse de él porque sentía que en cualquier momento volvería a cometer
una locura- Debo irme… Me esperan –miró
a su apartamento donde estaba Edu.
Capítulo 9
- ¿Puedes olvidarte un momento de él? -Sebastien estaba irritado- ¿Y concentrarte en nosotros?
- ¿Nosotros?
-preguntó extrañada. Eso no era
nada típico del Sebastien que conocía-
¿Seguro estás bien?
- Claro que sí, Dome -cambió de humor volviendo a ser él de
siempre- Compréndeme… es un tanto
incómodo… para mí pensarte en los brazos de otro…
- ¿Por qué?
-Dome sintió una cierta emoción que no supo interpretar- ¿Te pasa con todas?
Él la miró
sinceramente. No conocía a una mujer tan
directa y que le hiciera divertirse tanto como ella. Con su toque de inocencia hacía que las
preguntas más íntimas sonaran sutiles.
- No…
-admitió- en realidad nunca me ha
pasado… -ella sonrió pero él continuó- Tal vez se deba a cierta condición… que ya no
existe… de cierta manera…
- ¿Qué?
-no estaba entendiendo nada.
- Jamás olvidaré que tu primera vez fue mía,
Doménica -él la miró con ternura y… algo
más- Es algo que… no se como explicarlo…
de cierta manera… lo hace diferente…
- Especial…
-culminó ella con un solo recuerdo en su mirada y él no pudo resistir
más la intrínseca invitación de los labios de Dome.
- No debemos…
-murmuró Dome contra la boca de Sebastien- Sebastien…
- Dome…
-esa palabra encerraba un anhelo, un deseo, un… algo que no pudo
concretar en sus pensamientos porque se sintió atrapado en la boca de ella.
Ninguno de los
dos se resistió al fuego que surgía cada vez que estaban cerca… esa extraña
corriente de consciencia del otro… era cautivante. Los seducía al punto que olvidaban todo lo
que ocurría alrededor. Como había sido siempre…
Durante toda la boda se dirigieron miradas que rivalizaban
en intensidad con las de los novios.
Sebastien hacía que Dome se sintiera traviesa, juguetona. Se sentía completamente libre de cumplir sus
sueños… de alcanzar lo que fuera. Sabía que todo no pasaba de ser más que un
efímero sueño… pero qué más daba vivir arriesgadamente una sola vez… por una
vez se rendiría a las sensaciones y encerraría bajo llave a la razón.
- ¿Dome,
bailas? -se acercaba sonriente
Sebastien.
- ¿Ah? –Dome enfocó su mirada intentando entender lo que
decía Sebastien. ¿Bailas? Había repetido
y ella no pudo evitar recordar con absoluta claridad el baile que compartieron
aquel primer día. La tentación de
repetirlo era muy grande… además, ya había enviado a la razón de vuelta a
España- Claro, vamos -tomó la mano extendida de él y se dejó guiar
hasta la pista.
Es vano intentar describir las emociones que los
invadieron irremediablemente. Se
sumergieron en la tormenta reflejada en la mirada del otro. Sus cuerpos se movían al ritmo de la música
pero sus corazones… sus corazones latían erráticamente…
Sebastien la arrastró hacia uno de los jardines
laterales. El más hermoso y escondido de
todos. Atrapó su boca con pasión…
fundiendo sus cuerpos al punto de doblegar a Dome hasta que la arrastró con él
al césped pulcramente cortado. La
intensidad de su deseo era palpable y eso hizo que Dome temblara de miedo y
placer. Extraña combinación que
Sebastien interpretó a la perfección y acomodándose, para no cargar todo su
peso sobre ella, la atrajo contra sí e, increíblemente, la abrazó con una
ternura inusitada mientras le acariciaba el negro cabello alborotado.
Dome escondió su cabeza en el cuello de Sebastien. Toda su timidez se había dado cita y sentía
como la cara le ardía intensamente.
Temía que él se burlara de ella pero… si notó lo avergonzada que estaba,
no comentó nada. Se limitó a mirarla con
cariño mientras le acomodaba el cabello, luego pasó su mano por su mejilla en
un lento recorrido hasta su boca… y finalmente dejó caer su mano mientras escapó
de sus labios un sonoro suspiro.
- Es una locura…
-susurró Sebastien dándole momentáneamente la espalda agitó la cabeza e
ininteligibles palabras brotaban de sus labios.
Dome no dijo nada.
¿Qué iba a decir? Era cierto, era
una completa locura, al menos para ella… y por lo visto, para él también. Pero era una locura que aún estaban a tiempo
de cortar ¿no? Al menos esperaba que
Sebastien pudiera hacerlo… porque ella no estaba tan segura de querer.
Sebastien miró el rostro marcado de inocencia de
Dome. Esperaba que ella cortara sus
avances porque él llegó a la conclusión de que no podía controlarse. Era evidente dada la situación anterior,
además… tenía dudas respecto si quería evitar, esa peligrosa y comprometedora
“relación”. Recordaba claramente que le
había dicho a su amigo Leonardo que Dome no era su tipo. De alguna manera, era cierto porque, nunca
estaba con muchachas así, serias y con miras a llegar a algo más. No, nunca, él era del tipo
descomplicado. Cero noviazgos y huía de
quien no supiera que esperar de él… pero Dome… ella era un tema aparte.
- ¿Estás
enfadada? -preguntó Sebastien- Sé que me comporte… quiero disculparme…
- ¿Estás
arrepentido? -rebatió Dome.
- No -dijo concisamente.
- Entonces no debes disculparte… -siguió caminando y antes de desaparecer le dijo- Porque yo tampoco me arrepiento de nada.
Se dio vuelta y caminó hasta llegar a la mesa que ocupaba
con Melina, Diego y otras personas.
- ¿Dome? ¿Dónde estabas? -Mel preguntó sin poner realmente atención.
- En el jardín
con… -empezó pero vio que Mel no
escuchaba- ¿A quién buscas?
- A nadie en
particular -se aclaró la garganta.
- ¿Dónde está
Diego? -al ver que su amiga vacilaba
supo la respuesta. Una vez más el
imbécil ese había desaparecido- Mel,
hasta cuando…
- No, Dome. No vas a seguir con eso -dijo resuelta.
- Como
quieras -Dome estaba enfadada pero… no
había mucho que nadie pudiera hacer en esa situación. Luego miró como Mel volvía a los brazos de
Diego y se alejaban juntos… era una historia continua y amarga.
- ¿Por qué
huiste? -Sebastien se sentó a su lado y
la miraba divertido.
- Yo no huí. Simplemente di por terminada la charla.
- Ah, pero yo no
estoy de acuerdo. Aún queda mucho por
decir…
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