martes, 10 de diciembre de 2013

Quiero olvidarme de ti 3°

Capítulo 7
Doménica había corrido detrás de Mel para evitar que continuara.  Danna y Leonardo veían divertidos el espectáculo de ver a dos jóvenes comportarse como niñas de primaria.  Él se despidió porque debía asistir a la prueba de vestuario para la boda.  Danna también iba a escoger su vestido por lo que esperaron a Carolina, la mejor amiga de Danna, y fueron a la modista.

Mientras Danna se probaba los vestidos que le habían confeccionado, Doménica y Mel fueron a que les tomaran las medidas para los vestidos de damas.  Dome se estaba divirtiendo mucho mientras miraba el color que mejor le sentaba, el calce perfecto, la combinación adecuada pero no Melina.  En realidad, Mel odiaba todo lo que se relacionara con ropa… en especial vestidos.  Bastaba ver su cara.  Y en verdad pensó que iba a asesinar a su hermana que bromeó con mandarle a cambiar el vestido para ponerle otro del color que llevaba ella.  Ahí fue cuando Dome, que estaba un poco distraída recordando cierto evento de anoche, obtuvo su pequeña venganza.  Está enfadada  -dijo- pero por otra cosa.  Mel la miró amenazante.  Doménica había presenciado la discusión de Diego y Mel el día que viajaron a Italia.  Nada, no ven lo hermosa que está Danna  -Caro había interrumpido ganándose una mirada de agradecimiento de Mel… pero por muy poco-  Además, todos sabemos que es por problemas con Diego  -remató y Dome realmente creyó que Melina iba a matar con gusto a cada una de ellas.
-  ¿Dome?  ¿Dome?  -repitió Melina viendo la ausencia de ella.
-  Si… ¿qué pasa?  -Doménica enfocó su mirada.
-  Debo irme.  Voy a preparar todo para tomar mis vacaciones…
-  Claro.
-  ¿Tienes mucho que contar no?
-  Algo así.  Pero no hoy.
-  Está bien.  Adiós Dome  -se alejó y fue a despedirse de Alex y de los padres de Dome.
Miró alejarse a Melina y en ese momento cayó en la cuenta de que había dicho que iba a preparar todo para tomar vacaciones… eso no era muy común pero sin duda ya era hora de que se tomara un descanso.  ¿Iría a viajar a algún lado?  ¿Tal vez a visitar a su hermana?  ¿O a su madre? 
-  Déjalo hoy, Dome  -era su madre que se acercaba-  Te prometo que mañana lo llevo temprano a la guardería.
-  No lo sé…  -estaba indecisa.  No quería alejarse ni un instante de Alex.
-  Vamos, Dome.  Te servirá para pensar y además mañana trabajas…  Que te cuesta, hija.
-  Está bien  -terminó cediendo.  No quería tiempo para pensar pero… no le haría daño un rato a solas-  Solo por hoy.
Se quedó jugando un rato más con su hijo y luego se marchó.  Alex se quedó muy tranquilo pero ella ya lo extrañaba.  No era muy frecuente que se alejara de él.
***
-  Estás preciosa  -Diego le saludaba en la mejilla-  Te sienta muy bien Dome
-  Gracias  -pronunció despectivamente.  Él era un coqueto reconocido y al mismo tiempo era el novio de Mel.  En realidad, nunca le encontró mucho sentido-  Debo irme.
-  ¿Por qué?  Melina aún tardará en llegar…  -no podía estar insinuando…
-  ¿Y?  ¿Eres un niño que no puede estar solo?  -Doménica inquirió sarcástica-  ¡Cuidado Diego!  -advirtió.
-  ¿Qué?  ¿No tienes sentido del humor?  -el sonrió y sin duda era muy guapo… pero no para ella.  ¡Por Dios!  ¿Es que acaso él no sabía que era la mejor amiga de Melina?  ¿Qué ella no le haría eso a nadie?-  Ven, no te alejes…
-  Suéltame tarado  -dijo Dome dándose la vuelta pero el atrapó su muñeca-  ¡Te has vuelto loco!  -se sacudió.
-  Tranquila Dome…  Eres muy guapa, eso es todo  -dijo pero la acercó a su cuerpo-  Mírame…
-  Si sigues por ahí, Diego  -ella lo miraba con repulsión-  Le contaré a Mel…
-  No te creerá…  -dijo convencido y estaba a punto de atrapar su boca cuando ella trató de golpearlo-  Dome, déjate llevar…
-  Suéltala o te vas a arrepentir  -esa era la voz de Sebastien.
-  ¿Quién eres?  ¿Por qué te metes en lo que no te importa?  -Diego lo miraba con cara de pocos amigos-  Yo soy un invitado aquí y ¿tú quién te crees?  Además… nosotros estamos muy a gusto.
-  Doménica no, por lo que veo  -dijo el con voz afilada.
-  Ah, se conocen… No tiene importancia, vete de aquí.
-  ¿Tratas de ordenarme?  -Sebastien gruñó furioso-  Me da igual quien rayos seas, pero si no le quitas tus manos de encima a Doménica, te vas a arrepentir el resto de tus días…  -prometió con arrogancia innata.
-  ¿Tú eres invitado?  -Diego soltó repentinamente a Doménica.  Si ese hombre la conocía, entonces conocía a Mel y podría…-  Discúlpame, no quise importunar a Dome, pero es mi amiga y…
-  No me interesa, solo no la molestes de nuevo  -Sebastien pasó un brazo sobre sus hombros y fulminó con la mirada a Diego-  No te quiero volver a ver cerca.
-  ¿Quién te crees?  -Diego estaba furioso y enfrentó a Sebastien.
-  ¿Yo?  Sebastien Lucerni y ¿tú?  -pronunció con un mal disimulado tono de triunfo.  Si ese hombre sabía algo de negocios… reconocería su nombre enseguida….  No se equivocó.
-  ¿Lucerni?  -Diego se quedó estático.  ¿No era el magnate amigo del esposo de Danna de quien Mel hablaba constantemente?-  Tengo que irme.
Pálido se alejó de ellos.  Sebastien sonreía satisfecho y aún mantenía la unión con Dome.  Ella se sentía muy triste por la actitud de Diego.  Si se comportaba así con ella, ¿cómo sería con las muchachas que Mel no conocía?  Pero… también se sentía extrañamente protegida.  Con Sebastien a su lado… era una sensación completamente nueva.  Él había interrumpido a tiempo los avances de Diego cuando ella ya había jugado todas sus cartas.  Se había comportado como todo un caballero.  Sin detenerse a pensar, lo miró con agradecimiento y se acercó aún más a él logrando que una vez más sus bocas se juntaran en un apasionado beso que fue distinto del compartido la noche anterior.  Era más real… más absurdamente… tierno.
-  Finalmente llegaste, Dome  -él se acercó a ella-  ¿tienes idea cuanto te he esperado?  -quiso rozarle los labios pero ella giró el rostro-  ¿Qué sucede?  ¿Dónde está Alex?
-  Vamos, entremos a hablar, Edu  -Dome lo llevó a su departamento.
Capítulo 8
-  Siento mucho lo de la otra noche…  -soltó Eduardo apenas habían entrado
-  ¿Quieres un café?  -no lo miraba mientras se dirigía a la cocina.
-  Dome, quiero hablar  -Edu atrapó uno de sus brazos-  No huyas…
-  Edu, yo no quiero hacerte daño… es mejor dejarlo así.
-  No, yo necesito saber…  -tomó su rostro entre sus manos-  Mírame y dime que sucede…
-  Edu, por favor…
-  No quiero dejarte, Dome… de verdad no quiero hacerlo.
-  Eduardo…
-  Pero si eso es lo que tú deseas yo… me alejo.
-  No, Edu… No te alejes de mí  -Dome se abrazó a él-  Yo te quiero mucho
-  Ven conmigo, Dome  -ella lo miró-  ven a vivir conmigo… Llevaremos a Alex y formaremos una familia…  -ella se separó.
-  Edu, no te equivoques.  Yo sigo firme en mi resolución de siempre…  solo te quiero como un amigo…
-  ¿Amigo?  -Edu se giró-  Eso es lo que siempre seré para ti ¿no?  -él estaba dolido-  Nunca entendí porque elegiste a un completo extraño para ser el padre de tu hijo y no a mí…
-  No… no tiene que ver contigo  -Dome no soportaba verlo triste-  Él…
-  Él ni siquiera es un padre para Alex.  ¿Cuándo ha estado aquí?  ¿Sabe algo de su hijo?  -Edu negó-  Él no lo vio crecer… yo estuve aquí como su padre.
-  Eduardo…  -ella tomó su mano-  tú no eres su padre… 
-  ¿Crees que no lo sé?  ¿Qué es lo que te he estado diciendo?  -él la miraba profundamente lastimado-  Sé que no lo soy… pero soñaba con… Olvídalo.  Es evidente que tú no sientes lo mismo.
-  Yo nunca quise darte falsas esperanzas…  Edu….
-  Tienes razón… todo lo hice yo solo.  Disculpa por entrometerme y desear formar parte de tu vida…  -él salió y por un momento ella se quedó estática en su lugar.  Sin saber que hacer… que decir.
-  Edu… espera  -fue a tomar su abrigo… pero salió sin el.  Debía explicarle que no quería sacarlo de su vida… él era su amigo-  Déjame explicarte…  -lo alcanzó en el umbral de la puerta.
-  No, Dome…  No hay mucho que decir.
-  Pero…
-  ¿Doménica?  -inquirió un hombre mientras se acercaba a ellos.
-  No… no puede ser…  -murmuró Doménica y sus labios formaron el temido nombre-  Sebastien…
Eduardo miró detrás de él al hombre que preguntaba por Doménica.  No lograba verlo muy bien pero por la reacción de Dome… supo que era el padre de Alex.  Instintivamente le tomó la mano y se la apretó.
-  ¿Cómo estás Doménica?  -Sebastien preguntó sarcástico.
-  Bien…  -hasta que llegaste tú, se sentía tentada de contestarle, pero solo dijo-  Eduardo, el es Sebastien Lucerni…  - ambos hombres se enfrentaron y con resistencia se estrecharon la mano.
Era un momento extraño.  Ninguno sabía que decir… pero estaba claro que alguien estaba sobrando ahí.
-  Creo que es bastante tarde…  -dijo lentamente Doménica
-  Tienes razón…  -Eduardo la miró-  Debo irme…
-  No… tenemos algo pendiente…  -Dome le echó una mirada significativa y el asintió-  Sebastien… ¿qué sucede?  -fue directa pero él miró hacia Eduardo como diciendo que no iba a hablar con él presente.
-  Edu… ¿te parece si me esperas arriba?  -Dome asintió al ver que él dudaba, con reticencia Eduardo soltó su mano y se alejó escaleras arriba.
-  Dime, Sebastien…  -inquirió Doménica pero él la ignoró.
-  Él si puede pasar y yo no…  -Sebastien se quedó momentáneamente callado-  Supongo que porque es tu novio…
-  No viniste a hablar de mi vida privada supongo…  ¿Qué quieres?
-  ¿Desde cuándo te volviste tan fría?  -Sebastien se acercó a ella.
-  Aléjate ¿quieres?  -Dome le dio la espalda-  ¿A qué viniste, Sebastien?
-  A verte…  -él sonrió porque ella lo miró-  No pude dormir…
-  ¿En serio?  -ella recordó que tampoco había dormido mucho-  Debes darte un respiro entonces…
-  ¿Qué?  ¿De qué estás hablando?
-  Deberías dejar tus andanzas, Sebastien.  Ya no estás en edad para eso…
-  ¿Eso es lo que piensas?  -él la abrazó-  Yo no estaría tan seguro, si fuera tú…
-  ¿De qué debes descansar?  ¿Pero no eras tú el que se quejaba de que no podías dormir?
-  Sabes que no me refería a eso…  -él la acercó a su cuerpo aún más-  Tú eres… por ti no pude dormir, Doménica….
-  ¿Por mí?  -Dome se burló-  No recuerdo haber estado ahí…
-  ¡Muy graciosa!  -él la reprendió sin humor-  Lo que hiciste… o hicimos  -se burló mientras ella se ruborizaba…-  ¡Aún eres tan inocente!  ¡Me fascinas, Doménica!  Pero no estaba pensando en algo tan lejano… sino en lo que pasó anoche.  Aunque  -él la miró- debo reconocer que la pasamos muy bien
-  Déjame en paz, Sebastien  -Dome hizo amago de retirarse-  Anoche no fue nada…
-  Yo no estoy de acuerdo…  Dos besos… de ninguna manera son nada
-  No porque yo hubiera querido…  -murmuró ella sabiendo que mentía.
-  ¿En serio?   Que yo recuerde  -Sebastien aflojó un poco el abrazo-  la primera vez no protestaste y… en cuanto a la segunda… lamento decirte que el mérito fue todo tuyo… 
-  Sebastien…  ¿podemos dejarlo ahí?  -Dome quería alejarse de él porque sentía que en cualquier momento volvería a cometer una locura-  Debo irme… Me esperan –miró a su apartamento donde estaba Edu.
Capítulo 9
-  ¿Puedes olvidarte un momento de él?  -Sebastien estaba irritado-  ¿Y concentrarte en nosotros?
-  ¿Nosotros?  -preguntó extrañada.  Eso no era nada típico del Sebastien que conocía-  ¿Seguro estás bien?
-  Claro que sí, Dome  -cambió de humor volviendo a ser él de siempre-    Compréndeme… es un tanto incómodo… para mí pensarte en los brazos de otro…
-  ¿Por qué?  -Dome sintió una cierta emoción que no supo interpretar-  ¿Te pasa con todas?
Él la miró sinceramente.  No conocía a una mujer tan directa y que le hiciera divertirse tanto como ella.  Con su toque de inocencia hacía que las preguntas más íntimas sonaran sutiles.
-  No…  -admitió-  en realidad nunca me ha pasado…  -ella sonrió pero él continuó-  Tal vez se deba a cierta condición… que ya no existe… de cierta manera…
-  ¿Qué?  -no estaba entendiendo nada.
-  Jamás olvidaré que tu primera vez fue mía, Doménica  -él la miró con ternura y… algo más-  Es algo que… no se como explicarlo… de cierta manera… lo hace diferente…
-  Especial…  -culminó ella con un solo recuerdo en su mirada y él no pudo resistir más la intrínseca invitación de los labios de Dome.
-  No debemos…  -murmuró Dome contra la boca de Sebastien-  Sebastien…
-  Dome…  -esa palabra encerraba un anhelo, un deseo, un… algo que no pudo concretar en sus pensamientos porque se sintió atrapado en la boca de ella.
Ninguno de los dos se resistió al fuego que surgía cada vez que estaban cerca… esa extraña corriente de consciencia del otro… era cautivante.  Los seducía al punto que olvidaban todo lo que ocurría alrededor.  Como había sido siempre…
Durante toda la boda se dirigieron miradas que rivalizaban en intensidad con las de los novios.  Sebastien hacía que Dome se sintiera traviesa, juguetona.  Se sentía completamente libre de cumplir sus sueños… de alcanzar lo que fuera. Sabía que todo no pasaba de ser más que un efímero sueño… pero qué más daba vivir arriesgadamente una sola vez… por una vez se rendiría a las sensaciones y encerraría bajo llave a la razón.
-  ¿Dome, bailas?  -se acercaba sonriente Sebastien.
- ¿Ah? –Dome enfocó su mirada intentando entender lo que decía Sebastien.  ¿Bailas? Había repetido y ella no pudo evitar recordar con absoluta claridad el baile que compartieron aquel primer día.  La tentación de repetirlo era muy grande… además, ya había enviado a la razón de vuelta a España-  Claro, vamos  -tomó la mano extendida de él y se dejó guiar hasta la pista.
Es vano intentar describir las emociones que los invadieron irremediablemente.  Se sumergieron en la tormenta reflejada en la mirada del otro.  Sus cuerpos se movían al ritmo de la música pero sus corazones… sus corazones latían erráticamente…
Sebastien la arrastró hacia uno de los jardines laterales.  El más hermoso y escondido de todos.  Atrapó su boca con pasión… fundiendo sus cuerpos al punto de doblegar a Dome hasta que la arrastró con él al césped pulcramente cortado.  La intensidad de su deseo era palpable y eso hizo que Dome temblara de miedo y placer.  Extraña combinación que Sebastien interpretó a la perfección y acomodándose, para no cargar todo su peso sobre ella, la atrajo contra sí e, increíblemente, la abrazó con una ternura inusitada mientras le acariciaba el negro cabello alborotado.
Dome escondió su cabeza en el cuello de Sebastien.  Toda su timidez se había dado cita y sentía como la cara le ardía intensamente.  Temía que él se burlara de ella pero… si notó lo avergonzada que estaba, no comentó nada.  Se limitó a mirarla con cariño mientras le acomodaba el cabello, luego pasó su mano por su mejilla en un lento recorrido hasta su boca… y finalmente dejó caer su mano mientras escapó de sus labios un sonoro suspiro.
-  Es una locura… -susurró Sebastien dándole momentáneamente la espalda agitó la cabeza e ininteligibles palabras brotaban de sus labios.
Dome no dijo nada.  ¿Qué iba a decir?  Era cierto, era una completa locura, al menos para ella… y por lo visto, para él también.  Pero era una locura que aún estaban a tiempo de cortar ¿no?  Al menos esperaba que Sebastien pudiera hacerlo… porque ella no estaba tan segura de querer.
Sebastien miró el rostro marcado de inocencia de Dome.  Esperaba que ella cortara sus avances porque él llegó a la conclusión de que no podía controlarse.  Era evidente dada la situación anterior, además… tenía dudas respecto si quería evitar, esa peligrosa y comprometedora “relación”.  Recordaba claramente que le había dicho a su amigo Leonardo que Dome no era su tipo.  De alguna manera, era cierto porque, nunca estaba con muchachas así, serias y con miras a llegar a algo más.  No, nunca, él era del tipo descomplicado.   Cero noviazgos y huía de quien no supiera que esperar de él… pero Dome… ella era un tema aparte.
-  ¿Estás enfadada?  -preguntó Sebastien-  Sé que me comporte… quiero disculparme…
-  ¿Estás arrepentido?  -rebatió Dome.
-  No  -dijo concisamente.
- Entonces no debes disculparte…  -siguió caminando y antes de desaparecer le dijo-  Porque yo tampoco me arrepiento de nada.
Se dio vuelta y caminó hasta llegar a la mesa que ocupaba con Melina, Diego y otras personas.
-  ¿Dome?  ¿Dónde estabas?  -Mel preguntó sin poner realmente atención.
-  En el jardín con…  -empezó pero vio que Mel no escuchaba-  ¿A quién buscas?
-  A nadie en particular  -se aclaró la garganta.
-  ¿Dónde está Diego?  -al ver que su amiga vacilaba supo la respuesta.  Una vez más el imbécil ese había desaparecido-  Mel, hasta cuando…
-  No, Dome.  No vas a seguir con eso  -dijo resuelta.
-  Como quieras  -Dome estaba enfadada pero… no había mucho que nadie pudiera hacer en esa situación.  Luego miró como Mel volvía a los brazos de Diego y se alejaban juntos… era una historia continua y amarga.
-  ¿Por qué huiste?  -Sebastien se sentó a su lado y la miraba divertido.
-  Yo no huí.  Simplemente di por terminada la charla.
-  Ah, pero yo no estoy de acuerdo.  Aún queda mucho por decir…

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