martes, 17 de diciembre de 2013

Noches En El Balcón 14

Elisabeth, soltó un suspiro y dio un paso con los brazos en jarra, para meterse en medio del campo de visión de los dos.

-Ya estáis con vuestras riñas –Se quejó-. Esto es una fiesta, nada de peleas.

Es cuando fueron interrumpidos por una nueva voz masculina al pequeño grupo.


-¿Quién quiere pelearse?


Preguntó Ignasi, apareciendo detrás de Yola y abrazándola por la cintura, con los dos brazos.

Acto, que hizo que la joven volviera  a dar un respingo por aquel gesto inesperado y demasiado íntimo para su gusto. Mientras que el último invitado en llegar a la fiesta, frunciera el ceño con mala cara.

Menos Elisabeth, quien a escondidas de las miradas hizo muestra de una enorme sonrisa por aquellas reacciones en todos.

-Nadie –rió volviendo a salvar el momento-. Es una broma entre éstos.

Ignasi, miró un momento a los dos de forma alternativa.

-No sabía que ya conocieras a éste pequeño tesoro –Indicó con tono meloso y un guiño de ojos, no captando el peligroso brillo en los ojos de su amigo-. Le estoy muy agradecido a Elisabeth, por haberla traído hoy. Yola es…

-Una chica sedienta –Indicó Eric levantándose de la silla de un fuerte  impulso-, que lleva tres semanas sin verme y está deseando de ponerse al día –Apuntó acercándose a ellos, para con un movimiento decidido agarrarla de una mano y arrancarla del abrazo del joven. Sin dejar de mirarlo de forma fría en todo momento.

No le dio tiempo a protestar. Además, de saber que sería una tontería hacerlo, pues lo único que conseguiría sería una pelea delante de todos. Y eso no lo quería.

Así que se dejó conducir con un brazo alrededor de su cuello, hacia la pequeña barra dispuesta en una esquina de la terraza.

No hacia falta gritarle ni insultarle, para salir victoriosa en aquel asalto.

Aunque mirándolo de cierta manera, podía utilizar a Eric como cebo para que no volviera a rondarle tanto Ignasi. No estaría de más, utilizar a su vecino como propio beneficio ya que era tan idiota con ella.

-Bien, que refresco quieres que te sirva –Le indicó el chico empleando tono amable.

-Cola con…

-Con hielo –La interrumpió éste en una orden tajante-. Y una rodaja de limón.

Los dos giraron sus rostros, para enfrentar sus miradas en silencio.

Todos se habían portado de maravilla con ella, en ningún momento la habían tratado diferente. Pero llegaba él y le marcaba de inmediato el territorio, con la diferencia de edad entre ellos con aires de mandamás.

Como la enervaba aquella actitud.

Además, por el simple hecho de que no era estúpida para hacer el idiota y tomar algo que no debía. Por la tonta ideología, de ser algo prohibido.

Y lo poco que había probado con su madre en las fiestas navideñas, más el trago robado a Elisabeth hacía un rato. Había tenido más que suficiente para saber que no le gustaba el alcohol.

¿Por qué actuaba de aquella manera con ella?

Éste sabía de sobras, que no era una boba adolescente. Había demostrado con creces, que era seria y de confianza. Pero si Eric, quería a una tontina adolescente…

Es lo que iba ha tener.

-La rodaja de limón –hizo una mueca con sus labios-, no creo que pegue con el Ballantines –Expuso señalando una de las botellas que había allí encima, simplemente atraída por su tipografía. Ahora, solo rezaba porque si se pudieran mezclar aquellas dos bebidas.

Volvió a dirigir su mirada hacia él, intentando mostrar decisión. No tenía que ver el farol que se estaba tratando de meter.

-Ni siquiera te pega a ti el nombre de ese licor en tus labios –Soltó con burla él.

Idiota.

Lo insultó mentalmente. Para solo mostrarse ante él con el ceño fruncido.

-No me va a pasar nada, ya estoy acostumbrada –Confesó con algo de mal humor, posicionando sus brazos en jarra.

Eric, solo supo alzar su ceja izquierda y mostrar una leve sonrisa con las comisuras. Obvio que toda aquella actitud en ella lo encontraba divertido.

-Muy bien –Soltó un pequeño suspiro imperceptible para ella-. En ese caso, déjame invitarte a un chupito de la que me gusta.

Obvio, más que obvio que la estaba retando de forma descarada.

Pero ya no podía echarse para atrás. Solo ir hacia delante.

Si tomaba el chupito, era ingerirlo delante de él de un solo trago. Sin embargo, con lo que pedía ella. Podía haber simulado que le daba un trago y largarse de su lado, a cualquier parte de la fiesta. Para en un despiste de todos, ir al baño y tirarlo por el retrete.

Pero Eric era más avispilla que ella.

Normal, le sacaba unos cuantos años de experiencia.

Ánimo, solo tenía que ser fuerte. De seguro que como aún sentía la garganta escocida, ya no notaría tanto el siguiente trago que diera.

-Está bien.

Aceptó actuando con cierta indiferencia en el asunto, sin poder evitar el escuchar en el interior de su cabeza a su madre. Cuando no paraba de renegarle, que su orgullo y tozudez, la acabarían metiendo en líos.

Trató de calmar su respiración, cuando observó como él alargaba su brazo hacia un lado y agarraba una botella muy pintoresca. Parecía inofensiva con aquel sombrerito mexicano color rojo como tapón.

Pero un sudor frío por toda su espalda, le dijo que más le valía clavar bien fuertes los pies al suelo.

-Tequila.

Indicó Eric, observándola muy atentamente. Pero allí estaba ella, con ojos de corderito haciéndose la valiente. Inclinándose hacia delante, para leer en voz alta la etiqueta identificativa de aquella bebida.

-Sierra Silver –No le sonaba para nada. Nunca había bebido tequila-. Creo que lo he probado en alguna que otra fiesta –Intentó no sonar nerviosa.

Eric rió un poco, ante la cabezonería de la chica.

-¿Entonces te sirvo? –Volvió a preguntar. Recibiendo una afirmación por parte de ella-. Pero deberá de ser en seco –Informó con tono confiado-. No tenemos sal por aquí encima, solo las rodajas de limón.

¿Seco?

¿Cómo diantres podía ser una bebida tomada en seco? No entendía para nada a qué demonios se refería. 
Ni siquiera, que puñetas pintaba por allí la sal.

-Tranquilo –Se alzó de hombros-, no ocurre nada.

Esperaba que no. Imploró su mente en un llanto sordo.


Eric, la miró por unos segundos más fijamente en absoluto silencio, para después con un gesto negativo y repetido de cabeza, volvió alargar el brazo y agarrar dos vasos pequeños. Los puso delante de ellos, con golpes en seco y tras quitar el colorido tapón, vertió el desconocido líquido en el interior del brillante cristal.

A medida que veía hacer el transparente líquido, notaba como su garganta se iba cerrando un poco más. Y un enorme escalofrío, le ponía el bello de los brazos de punta a pesar de estar en el mes de Julio.

Eric, cerró nuevamente la botella para dejarla a un lado. Después, la miró a la cara con aquella sonrisa suya, que le infundía un aire pillín.

El momento había llegado.

Solo tenía que verlo como cuando uno iba al dentista y tenía pavor, al pinchazo de la aguja. Un pequeño dolor, que apenas duraba unos segundos.

Tragó saliva, en un intento de abrir su garganta y por apaliar un poco sus nervios.

 Respirando profundamente se infundió el suficiente valor, para alargar su mano derecha y con el pulgar y el índice, agarrar el pequeño vaso con aquel líquido endemoniado.


Fue entonces, cuando él la interrumpió.

-Déjalo ya por favor, no hace falta que simules conmigo –Indicó con tono sonriente.

¡Y un cuerno! Pensó entrecerrando la mirada.

No quería perder ante él. No quería que la viera como una niña y menos, que se tomara aquello como un juego.

-No estoy simulando nada –Respondió con tono duro-. Simplemente quiero beber un poco –Se encogió de hombros-. ¿Qué hay de malo en ello? Tampoco me estoy comportando de forma vergonzosa, para que me llames la atención y marques delante de todos que soy más pequeña.

Aquella vez, quien frunció el ceño fue él.

-¿Eso es lo que crees? –Se inclinó hacia ella-. Yo no estoy regañándote. Si incluso eres más madura de alguno, de los que hay en ésta fiesta –Señaló con una sonrisa divertida.

-Entonces por qué demonios no me dejas beber –Lo regañó aquella vez ella.

-Claro que te dejo beber, si en verdad es lo que quieres –Se encogió de hombros-. Lo que no quiero, es que te sientas obligada a ello. Por estar en una fiesta con gente más mayor que tú.

-Idiota.

Lo insultó con un leve enrojecimiento de sus mejillas y desviando, por un momento la mirada al suelo. Lo había vuelto hacer. Una vez más, él había mirado por ella. 

-¡Genial, un chupito listo para mí! -Exclamó una sonriente Elisabeth, apareciendo junto a ellos dos en compañía de Ignasi.

Alargó sus dos manos para coger los dos vasos y con un guiño de ojos, se giró hacia Yola para hacerle entrega de uno de ellos.

Yola, miró por un momento a la chica con cierta confusión por su actitud, al saber lo que había ocurrido antes con su bebida. Pero escuchando también de fondo a Eric, como resoplaba por aquel gesto.

Entonces, fue cuando comprendió que su amiga venía a echarle un cable. Despertando su escondida rebeldía, para hacer frente a su turno de exasperar al otro.

De modo, que le devolvió el guiño  al tiempo que alzaba al aire su vaso.

-¡Chin-chin!

Exclamó Elisabeth, chocando el cristal con el de ella, para después llevárselo a los labios.

-¡De una sola vez Yola! –La animó divertida.

-¡No!

Vociferó Eric, en un intento de frenarlas. Pero una vez más lo ignoraban haciendo lo que querían, tragándose de un solo movimiento el transparente contenido.

Se cruzó de brazos, clavando la mirada en ellas. Quienes al momento comenzaron a toser, para acabar abriendo la boca y expulsar la lengua y refrescarla.

-¿Qué os parece de intensidad? –Soltó con cierto tono malicioso-. ¿Se puede decir entonces, que es el tequila más fuerte del mundo? 

-Bestia –Le gruñó con voz débil Elisabeth, alzando un momento sus ojos furiosos sobre él.
-¿Estás bien Yola? –Preguntó Ignasi, acercándose a la muchacha también con la misma sonrisa que tenía Eric.
-¡Quema!

Logró pronunciar, abanicándose a la vez con la mano la lengua. Para abrir sus ojos, cuando vio que éste llevaba en sus manos una botella de cerveza fría.

¡Frío, frío!

Pensaba su mente, cuando se la arrebató con suma rapidez al chico y le dio un largo trago, sorprendiendo aún más a los chicos.

-¡Oh dios! –Soltó en un quejido Eric, al ver que aquello podía llegar a resultar una bomba para la chica.

-Yola, no –Ordenó Ignasi, dando un paso y volviendo apoderarse nuevamente de la bebida-. Preciosa, no creo que debas beber más alcohol –Dijo con un guiño de ojos-. Déjame que te sirva un refresco –Le habló con tono dulce y girándose hacia la barra, con ella sujeta por la cintura con mucha delicadeza.

En todo momento, Eric no había apartado sus ojos. Sin ocultar tampoco, que no le gustaba para nada la actitud de su amigo con la chica.

-Hay que ver, lo prendado que se halla Ignasi de ella.

Susurró su amiga, posicionándose a su lado y captando su mirada furiosa por un momento.

-¿Ya puedes hablar? –Le escupió con sarcasmo y dando a entender que no le afectaba lo que sus ojos veían.

-¿Y tú ya puedes mirar bien? –Le reprochó con cierto brillo en su mirada y el mismo tono de sarcasmo. 


3 comentarios:

  1. graciassss!!!!....me encantó!!...pero quiero másss!!!...un beso grande mi Brujita preferida...jajajajaja

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  2. Esa Yola y Eric, los dos son unos pavos, que cuesta que se digan a la cara lo que realmente piensan. Aigooo. bueno en fin yo creo que todos somos en realidad de esa forma, no aclaramos las cosas y luego nos andamos quejando por que no pasa esto o aquello. sigue asi me encanta esta historia , en realidad todas.

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  3. ASSSSSAAAAAAAAAAAAA!! se pone interesante y cómo que yo no estaba ni cerca de lo que pasaría...si hay celos, alcohol, ¿beso no? Uffff..más ? si? por favor? cuando puedas? Te quiero brujis

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