-¿Por qué estáis
deshaciendo ésta cama?
Preguntó Peter con voz
curiosa y posicionándose al lado de su hermana pequeña, quien lo miraba con
ojitos confundidos por verlo allí a su lado.
Su corazón corría como
loco bajo la oscuridad del edredón, mientras en sus oídos solo sentía un
pequeño pitido. Antes de notar, como unas fuertes manos la sujetaban por el
brazo y cintura, para en menos de un segundo darle la vuelta y ser ella, la
presa bajo las ropas de la cama.
Pero no le hacía falta
apartar las ropas, para saber quien era. Su cuerpo, hacía rato que le había
avisado.
Aquella fresca
fragancia y el cosquilleo que sentía por todo su cuerpo. Solo era con una
persona….
Gregory.
Aún hallándose a
oscuras. Pudo notar como el cuerpo de encima de ella se inclinaba hacia abajo y
acercaba sus labios a su rostro, muy cerca de su oído… Pero también de sus
labios…
-Me pido tenerte de
canguro, si prometes despertarme todos los días metiéndote en mí cama.
Susurró con voz ronca y
seductora, a causa de ser recién despertado. Notando también, un pequeño vestigio
de humor en su timbre de voz.
-Buenos días pequeña
guerrera.
La saludó en voz alta,
alertando de aquella manera a los dos pequeños, de quien se ocultaba bajo las
ropas de la cama.
-¡Gregory!
Exclamaron los pequeños
extasiados por su presencia y saltando encima de ellos.
Y al fin, pudo
vislumbrar aquellos cautivadores ojos verdes, cuando los alegres chicos retiraron
de un fuerte tirón el edredón hacia los pies de la cama.
Dejándolos descubiertos
a la luz del día, para que sus miradas se pudieran encontrar.
Solo fue una décima de
segundo.
Pero lo suficiente para
emborracharse de él, antes de que lo apartaran de encima de ella al lanzarse a
sus brazos.
Sonreía por la escena
de cariño que tenía delante de ella. Cuando sus mejillas se sonrojaron de forma
violenta, al no poder evitar que sus ojos recorrieran al atractivo hombre, al
tenerlo vestido únicamente con unos calzoncillos.
Pero fue en aquel
recorrido atrevido por lugares desvergonzados, que le hicieron exclamar de manera
tonta en voz alta, cuando halló que éste se hallaba en un estado también muy
alegre.
-¡OH dios mío!
Jadeó de pronto con voz
chillona, llamando la atención de los tres. Quienes giraron sus rostros para
observarla detenidamente con pequeñas sonrisas curiosas.
Menuda vergüenza.
¿Qué demonios decía
ahora?
Solo tenía que mirarlo
a él a los ojos, para saber que había descubierto la causa de aquel grito.
-¡Tenemos que ducharnos
Judith! –Se apresuró a señalar, bajando de la cama y cogiendo en brazos a la
pequeña-. Se nos hace tarde Peter…
Su corazón y nervios,
iban a explotar como no se calmara. Mientras que él, la miraba completamente
divertido desde la cama.
-Sí, creo que todos
necesitamos una ducha –Expresó guiñándole el ojo de forma atrevida.
Volvió a gemir como una
tonta.
¿Y qué diantres quería
su cerebro? En aquel momento y con los pequeños allí, no estaba para la labor
de responderle con algo ingenioso.
De modo, que solo le
quedó huir derecha a la ducha, con la pequeña en brazos y las carcajadas de
fondo de Gregory.
Se hallaba un rato
después en la cocina, desayunando con los dos pequeños cuando aparecieron
sonriendo y charlando, Elisa y Gregory. Solo alzó un segundo la mirada hacia
ellos, para bajarla de inmediato notando como sus mejillas volvían arder.
-Megan –Se acercó la
chica con expresión alegre-, mi hermano se queda por una semana.
¡Genial! Pensó
horrorizada, pero tratando de que no se le notara en el rostro.
-¡Que bien! –Forzó su
rostro a sonreír, no pudiendo evitar el mirarlo por un segundo y verlo parado
en el marco de la puerta, con la mirada puesta en ella y la sonrisa aún burlona
en sus labios.
-Sí –Señaló éste,
enderezando su cuerpo y caminando hacia la cafetera-. Vas a tener más
oportunidades, para volver a despertarme con pellizcos y cosquillas.
Los tres hermanos de
él, se rieron con fuerza por aquel episodio vergonzoso del día.
-No lo creo –Lo miró
fingiendo cierta indiferencia-, puede que decida probar con un poco de agua la
próxima vez.
-Eso ya no es tan
divertido –Confirmó Peter, con cierta mueca en el rostro-. A mí me ha tocado
alguna vez.
-Te creo chaval –Le guiñó
un ojo al chico-, yo también se lo que es agua fría por la mañana, para poder
despertarte de los sueños…
¿Aquello iba en doble
sentido?
Se preguntó, bebiendo
el último trago de su café con leche, para tratar de ocultar sus mejillas a él.
-Venga chicos –Los apuró,
cogiendo los vasos y dejándolos en la pica-. Llegaremos tarde, todos al coche.
No hubo quejas.
Todos cumplieron sus órdenes al coger sus
mochilas de un rincón del suelo, para salir en dirección a la puerta principal.
Deteniéndose un segundo junto al hombre, para despedirse de él con un beso familiar
en la mejilla.
-Hasta luego chicos.
Se despidió con voz
ronca, sin mirarlos. Su mirada se hallaba puesta en ella, quien era la última
en tener que pasar por su lado.
Y al hacerlo, fue
detenida por el codo con una de sus fuertes manos.
Alzó su cabeza para
encontrarse a éste, guiñándole un ojo y golpeándose la mejilla con el dedo
índice.
-¿No hay beso tuyo?
Pidió con cierta
sonrisa burlona.
Brasas ardiendo.
Así es como volvía a sentir su rostro, ante aquella
picardía.
¿Pero en donde estaba
el doctor serio que había conocido aquel verano? ¿Qué demonios pretendía al
actuar de aquella manera con ella?
Jajajaja, divertido Brujis, e insisto , en los aprietos que andas metiendo a tus chicas con tanto hombre en paños menores rondando en tus novelas!!! besos! Y quedo a la atenat espera de su siguiente capítulo, mi estimada ( estoy probando con la educación ,jaja)
ResponderEliminarNied,nied en lo de educación!!!!
Eliminarjajajajjaja
Me encantan los paños menores. Ya los sabes!!!!!
Que bueno que subieras otro cap. me gusto mucho y ya quiero saber que le pasa a gregory para andar tan molestoso con nuestra canguro.
ResponderEliminarMuchas gracias Yocelyn por seguir apoyandonos día a día, nos haces inmensamente feliz.
EliminarY gracias por decirme que te gusta algo éste cuento.