Mientras iba camino a su casa Leonora
pensaba en mil y un respuestas ingeniosas que podría haberle dado a Bastian
Cavendish para cerrarle la boca. Y pensar en cerrarle la boca, le recordó el beso
y lo que había sentido.
Porque aunque
no tenía la más mínima intención de complicarse la vida , no podía
mentirse a sí misma y cuando él la había besado de aquella manera tan sensual,
había sabido que se sentía irrazonablemente atraída por el peor prospecto de
hombre que había sobre la tierra.
Pero iba a resistirse , no porque él
fuera una mala persona, sino porque era una catástrofe ambulante, y era lo que
menos necesitaba para su vida.
Bastian Cavendish simplemente era todos los NO de su lista: era su jefe, era irresponsable, poco confiable, inmaduro, mujeriego, atractivo como un demonio, rico , buscapleitos, y con una familia que a pesar del buen nombre, le ganaba a la de ella en categoría desastre.
Bastian Cavendish simplemente era todos los NO de su lista: era su jefe, era irresponsable, poco confiable, inmaduro, mujeriego, atractivo como un demonio, rico , buscapleitos, y con una familia que a pesar del buen nombre, le ganaba a la de ella en categoría desastre.
-¡Bien hecho Leonora!¡Esta vez la
hiciste buena! – se dijo a sí misma, porque tener el corazón agitado por aquel
hombre no era precisamente algo de lo que se sentía orgullosa. No quería una
relación, no se enamoraba fácilmente ni andaba a la caza de un hombre, sin
embargo había claudicado con Bastian, justo con él.
Tan pronto llegara a su casa tomaría alguna
infusión relajante o en el peor de los casos iba a robarle un calmante a su
madre porque no pensaba pasarse la noche pensando en aquel hombre , en sus palabras
o en lo bien que se sentía ser besada y abrazada por él. O como última opción,
iba a darse golpes contra la pared hasta recobrar el sentido común.
Después de todo era una mujer sensata,
podía vivir sin Bastian Cavendish, lo había hecho durante casi 27 años, pero no
podía vivir sin un trabajo, y por ahora ser la secretaria, niñera y rescatista
de él, era su trabajo.
Claro que si sus sentimientos persistían
y él insistía en su juego de seducción, debería renunciar. ¡Qué diablos se le
había metido a aquel hombre!
¿Por qué no podía seguir todo como hasta
entonces? Él siendo un playboy que seducía a todas menos a ella y ella gruñéndole
para que enderezara su descarriado comportamiento.
¿Por qué de pronto actuaba como un
hombre y la veía como a una mujer? Y peor aún, ¿por qué la hacía ser consciente
a ella de eso?
Un litro de infusión de tilo después,
Leo decidió que las propiedades del tilo estabas sobrevaloradas, porque ella
sólo tenía el estómago hinchado de tanto líquido y los ojos abiertos sin poder
dormir.
Aunque eso la ayudaba a resolver sus
dilemas, porque estaba segura que al día siguiente tendría muy mal humor y ante
la primera tontería de Bastian Cavendish, se evaporarían los nuevos
sentimientos y volvería su habitual deseo de estrangularlo.
Eso era bueno.
Sin embargo al día siguiente no tuvo la
oportunidad, porque Bastian llegó después que ella y no lo hizo solo, iba
acompañado. Una mujer caminaba junto a él cuando llegó, pero había algo
extraño, no sólo iban inusualmente serios sino que ella no parecía ser una de las típicas tontas que pululaban a su
alrededor.
Era una mujer bella, de unos treinta años, cabello largo castaño rojizo, con mucha clase y que repentinamente la hizo sentir muy mal, aunque en un momento de negación, Leo atribuyó aquel malestar al cansancio.
Era una mujer bella, de unos treinta años, cabello largo castaño rojizo, con mucha clase y que repentinamente la hizo sentir muy mal, aunque en un momento de negación, Leo atribuyó aquel malestar al cansancio.
-Buenos días, Leonora. Vamos a estar muy
ocupados, no dejes que nadie nos interrumpa…- la saludó Bastian y aquello
aumentó su incomodidad. Él no hizo ninguna broma y la llamó Leonora., tampoco
hubo la más mínima referencia a lo acontecido la noche anterior. Ella sin
dormir y él lo más campante como si nunca hubiera ocurrido.
Una hora después, Leo no dejaba de mirar
la puerta cerrada de la oficina de Bastian. Llevaba una hora exacta encerrado
con aquella mujer, la puerta era gruesa así que no escuchaba lo que sucedía en
el interior.
Ni la más mínima señal de actividad, ni
ruidos extraños ,ni gemidos …Leonora no supo de donde había salido la idea de
los gemidos, pero volvió a atribuirle el delirio a sus escasas horas de sueño.
Se negó rotundamente a vincularlo a la palabra “celos”
Y se dijo que el hecho de que estuviera
a punto de entrar en aquella oficina, era meramente debido a su sentido del
deber como secretaria, sólo eso.
Minutos después entró sin mucho
preámbulo, su jefe y su invitada estaban frente a frente en el escritorio y
parecían analizar unos documentos que él guardó presurosamente.
-¿Leonora? – preguntó Bastian.
-Les traje café – dijo ella poniendo la
bandeja en una esquina del escritorio.
-¿Café? – volvió a preguntar su confundido
jefe.
-A usted le gusta el café…- explicó ella
con fingida inocencia.
-Creí que no era bueno para mi salud.
-Hay cosas peores, y además imagino que
la Señorita querrá tomar algo, luego de una hora de charla.- explicó en modo
convincente mientras le acercaba la taza a la mujer.
-Gracias- dijo ésta.
-¿Café? ¿Estás segura…?- insistió
Cavendish.
-¿No te gusta el café, Bastian? –
preguntó la invitada.
-Sí, pero no creo que sea adecuado para
mí. Quiero decir es un líquido oscuro que puede contener más de lo que uno
imagina …- dijo con cierta diversión y Leo captó la referencia a lo que había
dicho ella sobre envenenarle el café la noche anterior.
La mujer miró de uno a otro sin entender
qué sucedía entre Bastian y su secretaria.
-El café siempre ha sido oscuro y eso
jamás ha impedido que usted lo beba- respondió Leo animada, se sentía mejor
discutiendo con él, aunque no entendía por qué.
-¿Es seguro que lo beba, Leoncito? –
preguntó.
-Decídalo usted, además la precaución y la seguridad nunca le han
importado demasiado..
-Cierto – respondió y dio un gran sorbo-
¡Vaya extrañaba esto! – exclamó acomodándose contra el respaldar y Leo le dirigió
su peor mirada asesina- También extrañaba eso, Leoncito, no eres tú si no
gruñes un poco. Y me gusta que seas tú- agregó y ella sin decir ninguna palabra
se marchó.
Leonora se arrepintió terriblemente de
no haberle echado algo al café, aunque se sintió aliviada de no encontrarlo en
nada raro con aquella mujer. Pero luego de pensarlo se preocupó, ¿quién era
aquella mujer? ¿qué eran los papeles qué él había ocultado?
A pesar de no estar con los ánimos muy altos. Déjame decirte, que cuando vi nuevamente ésta historia me saltaron un par de lágrimas.
ResponderEliminarVer que volvía, es como saber que cada vez estas más cerca. Tú ya me entiendes.
Me hincha el pecho con mucho amor y alegría, logrando arrancarme una sonrisa en éstos días negros.
Mira, que no soy supersticiosa con el numero 13. Pero desde luego, menudo año estamos teniendo las tres. empiezo a tenerle algo de manía!!!! grrrr
Me encanta que haya vuelto Leoncito y Sebastian!!!!! Ya era hora. Y ahi, ahi que se coma la cabeza ella y que él vaya jugando con ella. Me encanta!!!!!!
Y, que documentos son esos que escondió?
Ostras, que bueno lo del café!!!! no paraba de reírme.
Te quiero mucho Boli rojo!!!!
Por que no vi este otro cap?? me confundi.. ahh soy una babo babo
ResponderEliminarEse hombre me derrite cuando le dice leoncito jajajaja
ResponderEliminarJajaja ay sissssssssss! creo que a Leo le causa el mismo efecto..y es cierto el TILO NO SIRVE!!!
Eliminarsi estoy de acuerdo con lo del te, como que la mejoria es espiritual, me encantan cuando estos dos se pelean
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