Benedict miró
impaciente el reloj, llevaba media hora esperando y estaba empezando a sentirse
muy tonto, sobre todo porque si ella había decidido no ir no tenía donde ir a
buscarla.
Estaba por darse
por vencido cuando la chica se paró delante de la mesa en la que estaba sentado
y lo miró al tiempo que se acomodaba un mechón de cabello que insistía en
caerle sobre la cara.
-Aquí estoy…-le
dijo ella
-Siéntate…había
pensado que podemos empezar por…-dijo Benedict sin saber muy bien cómo actuar
frente a una chica que se notaba claramente enojada con él.
-No vine a
trabajar, sino para repetirte lo que ya dije. Haz solo el trabajo y déjame en
paz.
-¿No te importa
la nota?
-No tanto como a
ti…-respondió ella.
-¡Touché!
Pero…no creo que a ti no te importe, después de todo estás aquí- le dijo
sonriendo y ella soltó un sonido parecido a un resoplido.
-Sólo quería que
lo supieras….-le dijo y dio media vuelta para irse. Benedict se levantó de
prisa, rodeó la mesa y alcanzó a sujetarla del brazo.
-Espera…-dijo y
se ella se giró con mucha rapidez y se
soltó de su agarre, aún así Ben no pensaba darse por vencido así que le
arrebató la mochila del hombro.
-¿Qué crees…?
-Siéntate,
Helena – la interrumpió él y afortunadamente era más alto que ella así que
mantuvo el bolso en alto como una especie de rehén. Hacía mucho tiempo que no
hacía algo infantil, pero valía la pena,
al menos por ver la expresión desconcertada de ella. Ben descubrió que Helena
Wilder era incapaz de hacer un escándalo en una biblioteca, porque miró a su
alrededor y con una mirada de ira contenida, claramente dirigida hacia él, se
sentó.
-¿Y ahora qué? –
preguntó y Ben se sentó frente a ella, sin soltar la mochila.
-Ahora, haremos
el trabajo de Historia – dijo y le pasó un libro- Página 57 – indicó y ella
abrió el libro. El chico le pasó la mochila, ya seguro de que no escaparía.
Una hora
después, Lena cerró el libro y se puso de pie.
-¿Tienes que
irte? - pregunto Ben sin inmutarse.
-Sí – dijo ella
-Tendremos que
reunirnos mañana de nuevo, aún falta para terminarlo.
-Lo que
sea…-respondió ella.
-Te acompaño –
dijo él.
-No es
necesario, delegado, vamos por caminos opuestos.
- La última vez
dijiste que dudabas que viviéramos cerca, ahora caminos opuestos. ¿Sabes dónde
vivo? ¿O solo tratas de deshacerte de mí?
- No quiero que
me acompañes, ¿suficiente? – contestó ella
-Supongo que sí.
Nos vemos mañana.- respondió él y la vio irse. No se había dado cuenta, pero
había estado en tensión todo el rato, preocupado porque no llegara, luego
preocupado porque se fuera. Ahora sentía cierta tranquilidad, porque tenía la
sensación de haber superado un obstáculo, vencido un muro y, además, habría un
segundo día y, con suerte, Helena vendría sin que la amenazara.
Helena se marchó
a su casa y había oscurecido cuando llegó, por un momento se preguntó cómo se
sentiría ir acompañada y escoltada por alguien como Benedict Cole.
Los tres días siguientes
se repitió la misma rutina, tenían clases y después Ben esperaba a Helena en la
biblioteca, con cierta inquietud de que no apareciera. Ella llegaba siempre
tarde, casi como si hubiera estado debatiéndose entre ir o no, y se ponían a
trabajar.
-Voy por el
libro…- dijo ella y fue a buscar un material que necesitaban. Cuando encontró
el volumen la chica hizo una mueca, estaba alto y aunque se estirara no llegaba
a tomarlo.
De pronto sintió
una presencia, un cuerpo que se apoyaba contra el suyo, iba a girar para golpearlo
cuando escuchó la voz de Benedict.
-Parece que si
me necesitas para algo, es bueno ser más alto que tú, susurró detrás de ella
mientras pasaba un brazo por sobre su cabeza y tomaba el libro que necesitaban.
Helena se puso
tensa, era inquietante tener a Ben tan cerca, podía sentir su calidez e incluso
un ligero perfume. No sabía cómo proceder en aquella situación, y tenía la
sensación de que él se estaba divirtiendo, no quería ser un juguete de Benedict
Cole, ni de nadie.
-Sí, cerebro y
altura…bien por ti Delegado. – le respondió y se quitó con rapidez del lugar.
-Vamos a
terminar el trabajo – dijo Ben y la miró de una forma indescifrable.
-Sí, así terminamos
de una vez con esto, ya me aburrió – contestó ella con una brusquedad
sobreactuada. Tanta cercanía con el Delegado no podía traer nada bueno.
Siguieron
trabajando y Lena no se marchó hasta que terminaron el trabajo, no quería pasar
otro día en aquella biblioteca con Benedict.
-¿Ya lo
terminamos, verdad?
-Sí, podremos
entregarlo a tiempo.
-Bien, es bueno que
no tengas una mala nota, por mi culpa y que puedas dedicarte a estudiar para los
exámenes – le dijo ella.
-Ah, sí, los exámenes.
Estaba ansioso por ponerme a estudiar – dijo él
con cierta nota de ironía, como si no tuviera el más mínimo interés- ¿Y
tú? ¿Vas a prepararte para los exámenes?
-Sí, es la gran
preocupación de mi vida – respondió ella con una ironía más explícita que la de
él.
-Es una pena,
eres inteligente – dijo Ben y Helena le dedicó una mirada casi herida. No había
querido sonar ofensivo, pero era consciente de que lo había sido, sólo que
trabajando con ella en al tarea había descubierto que era sumamente lista y no
alcanzaba a comprender por qué no explotaba ese potencial.
- Gracias pro
notarlo, ¿ya puedo irme?
-Lo siento, no
quise decirlo de esa manera…sólo que no entiendo.
-No es necesario
que entiendas- respondió ella poniéndose a la defensiva
-Pero me
gustaría –le dijo él y antes que pudiera acotar algo más, Lena se marchó.
Quedó más que
claro que la chica tenía intención de guardar distancia de él, tan pronto
tocaba el timbre desaparecía y no le daba jamás la oportunidad de acercarse o
halarle.
Entregaron el
trabajo de Historia y , aunque Ben se hubiera burlado de ello, la época de exámenes
lo tenía bastante ocupado.
Y como si fuera
poco, también tenía compromisos sociales y familiares con los que cumplir, así
que no encontraba forma de acercarse a Helena, ni siquiera haciendo trampa como
el día que marcó el papel con su nombre para emparejarse con ella para el
trabajo de Historia, aunque quizás el destino le echara una mano.
Aquella noche de
viernes estaba cansado, había ido a una reunión social en la que no se sentía
cómodo y había alegado un dolor de cabeza para que sus padres le permitieran
marcharse antes.
-Déjame aquí,
quiero caminar un rato…le pidió al chofer que lo llevaba a casa.
-¿Está seguro?
-Sí, necesito
despejarme un poco, no te preocupes…
-Pero debo
llevarlo a casa.
-Prometo no
meterme en problemas, sólo quiero caminar un rato…
-Usted nunca se mete
en problemas, pero es de noche, y sus padres.
-Ya soy bastante
mayor, estaré bien y estoy seguro que regresaré a casa antes que ellos, no me
obligues a saltar del auto, lo digo en serio – expresó con cansancio y el
hombre paró .
-De acuerdo,
pero si necesita algo me llama.
-Gracias-
respondió él y saló a caminar. Se arrebujó en su tapado pues el aire nocturno
era fresco, pero se sentía bien. Necesitaba tomar aire, alejar esa sensación de
sentirse ahogado, por un momento recordó el momento en que gritaron al mar
junto a Helena. Sintió cierta nostalgia
de ese momento.
Caminó un par de
cuadras, cuando algo le llamó la atención. Estaba casi frente a la entrada en
un bar nocturno cuando vio salir a una chica con uniforme abrazada por un
hombre bastante mayor que ella.
Era Helena.
Le costaba salir
de su asombro y no estaba seguro de qué hacer, la siguió a cierta distancia en silencio.
Después de una cuadra, doblaron por una callecita , alejándose de la zona céntrica
y antes que él pudiera actuar el tipo cayó sobre la chica aplastándola con su
cuerpo contra el suelo.
-¡Qué diablos!-
exclamó él y corrió hacia ellos, Antes que alguno reaccionara, Ben lo tomó de
los hombros y lo apartó de Helena echándolo hacia un lado.
-¿Estás bien? –
preguntó preocupado y ella lo miró incrédula.
-¿Qué haces
aquí?
-Helena, ¿estás
bien? – preguntó de nuevo y le tendió una mano para ayudarla a ponerse en pie.
Sin embargo la chica se levantó y pasó a su lado para ir junto al hombre que
estaba tirado .Recién ahí, en se dio cuenta que estaba borracho, lo que no
justificaba que la hubiera atacado.
-Oye, Marco,
despierta…-dijo ella y lo zamarreó un poco. Cuando se dio cuenta que no podría
despertarlo ni levantarlo sola, se giró
hacia Ben que permanecía parado a su espalda.
-¿No vas a
ayudarme a levantarlo?
-A ese tipo...él…
-Está borracho,
tropecé y nos caímos…Necesito levantarlo.
-Llama a la
policía.
-Es mi hermano,
tengo que llevarlo a casa – dijo ella con pena y él, desconcertado, se apresuró
a ayudarla.
Bien, guay!!! Vamos descubrinedo más de la escurridiza Helena!!! y nuestro Benedict, no deja de ser caballeroso con ella.
ResponderEliminarObvio que quiero más. Esto supo a muy muy muy poco!!!!!
jejejje
Muchos besos Boli Rojo
Me encantó!! Quedo a la espera de más. Gracias Nata :D
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