Solo una personita encantadora, se enfadará ante ésta entrada.
Pero por otra banda, me detengo a observar el otro lado de la bandeja, viendo que ésta cae de forma estrepitosa con el peso de las sonrisas de muchas chicas.
Así que...
¡Adelante!
Bien comenzamos con el reclamo, a la continuación de tan golosa historia.
El Dulce Sabor Del Amor.
Historia creada por nuestra querida J.J. Convirtiéndose en una novela paralela, creada por nuestra otra querida Nata. ( Al Rojo Vivo).
Trata sobre una maravillosa y hermosa repostera, que es más terca que una mula para aceptar la llegada del amor.
Hay que indicar, que en su día en la presentación, nuestra querida autora ya avisó de sus motivos al darnos a conocer tan dulce aventura.
¿Lo recordamos?
Que quede bajo constancia que subo esto debido a mis sisses... sí, debido a su presión, manipulación y chantajes varios jajajaja. Sobre todo por que es la única manera de terminarla. Y para que vean que aunque no lo parezca ¡si les hago caso!
Bien, que quede constatado que ésta entrada es creada con el fin de volverla hacer cumplir con sus palabras. Dado que ya ha sido demostrado más de una vez, que nuestra chica sabe escribir muy bien bajo presión.
Bien, que les parece si damos un corto paseo por la historia, recolectando los mejores momentos.
Nos hallamos con nuestra protagonista andando por la calle con un pastel en sus manos, mientras su mente no para de rondar sobre la idea de cumplir su gran sueño.
Abrir su propia pastelería.
Cuando de pronto, al pasar por delante de un edifico enorme sus pies se detienen por la aglomeración de personas expectantes ante alguien...
Nuestro futuro amado príncipe:
Alto, pelo oscuro que me recordó el chocolate, cuerpo igual de pecaminoso enfundado en un traje gris perla, ojos cubiertos por gafas, bello… bello.
Pero la mala suerte de ella, fue que a causa del gentío, acabó aplastando su rostro en el fondo de su pastel, cuando nuestro príncipe rondaba demasiado cerca.
Auch... Veamos como salió de esa:
- ¿Alguien más quiere? Me quedó delicioso. – Dije con furia señalando el pastel.
- No lo dudo. – Una voz profunda pero llena de un matiz divertido dijo aquello, giré para ver de quien se trataba y para mi asombro y consternación era él que me ofrecía un pañuelo. Lo tomé, dejando el pastel en sus manos, y luego… ¿Qué se podía esperar? Me alejé de allí como si me persiguieran los mil demonios.
Y ese fue mi primer encuentro, que sinceramente pensé que sería el último, ¿Por qué quien desearía volver a encontrarse al hombre de sus sueños después de esto? Yo, no.
Después de aquello, nuestra querida chica dulce logró abrir su negocio. Sin confesar en ningún momento a su mejor amiga, que había tenido varios encuentros más con aquel adonis. Bautizando en su honor uno de sus pasteles.
Pasión oscura.
Pero un día, por casualidad del destino.salió un pedido de dulces. De su ya cliente desde hacía un tiempo, en el mismo edifico donde todo había comenzado.
Y al ser algo voluminoso, con ojos brillantes se ofreció su amiga Silk para ayudarla....
Intentó que un par de empleadas que pasaban cerca le dieran alguna indicación de donde dejar los paquetes y no consiguió nada, lo intentó de nuevo con otro empleado y le dijo que no podía ayudarla, frustrada gimió y pateó el suelo mientras con cierto estrepito dejaba los paquetes en el amplio mostrador de la recepción.
- ¡Maldita sea! – Escupió sin preocuparse por ser oída.
- ¿No es muy temprano para maldecir? –Esa voz otra vez, se quedó estática de nuevo… sus reacciones al verlo o escucharlo empezaban a ser una molestia.
- En realidad empecé algo tarde. – De sus labios salió eso sin siquiera proponérselo. Oyó su risa de nuevo, la piel se le puso de gallina. Seguía sin voltear, no quería hacer más ridículos delante de él.
- ¿Usted es…?
- Empleada, eso soy. – Se apresuró a decir.
- ¿De nosotros? ¿De Kensington? –Mientras preguntaba se acercó a ella y Candy se obligó a actuar con normalidad. Oscuros, negros así eran sus ojos, sonrió complacida de poder haber visto ese par de bellos ojos de cerca, pues nunca había tenido la oportunidad. De cerca él era mejor todavía.
- Negros…
- ¿Cómo dice?
- Que estos pastelillos se comen mejor con eso… con café negro, sin leche… así sin nada…
- ¿Ah si? – le sonrió mostrando una de las sonrisas más bellas que ella… ¡Basta! Se reprendió mentalmente.
- ¿Drake? ¿Qué haces aquí? Todo el mundo está esperando. – Se acercó un joven con un ligero parecido a él. – Oh, ¿la señorita de la pastelería? – Dijo en cuanto vio los paquetes con el logo que lo indicaba y que sin duda él también los había visto entonces ¿Por qué había preguntado si era la de la pastelería? – Mi hermano muere por esos pastelillos de Moka que ustedes hacen ¿Es usted empleada o la dueña?
- Yo…
- Enseguida la atiendo – La interrumpió. – Drake por favor.
- Claro ¿podría darle mis felicitaciones al creador de esos pastelillos? No soy dado a los dulces, pero saben delicioso. – Dicho eso le sonrió y se fue dejándola en un estado de delirio-caótico-mental.
Vaya, vaya. Gracias a éste encuentro ya sabemos que nuestro príncipe se llama Drake. Y después de aquel encuentro, hizo que le ofrecieran a Candy el hacer sus pasteles para un gran evento.
Naturalmente, nuestra terca amiga quiso rechazarlo por miedo a lo que su corazón sentía. Pero quien podía negar un negocio, que daría un gran empuje a su recién negocio.
Sí, la tela de araña comenzaba a formarse.
En una divertida jornada de canguro en su propia pastelería, Candy estaba al cuidado de la chiquitina y diablilla Honey. Quien al contrario de su nombre, acabó haciendo participe a la repostera en una pelea de harina.
Y así, fue como Drake las sorprendió. Disfrazadas de Fantasmas...
La imagen de él en su lugar preferido, su cocina y riendo tan bello y tan tranquilo no se la sacaría de la cabeza nunca.
- Puedo servir de mediador si usted quiere. – Se ofreció después de reír.
- Adelante, pero le advierto que está a punto de hacer un trato con el Diablo.
- Al menos lo intentaré.
Diez minutos después Honey hacia honor a su nombre y obedientemente seguía las indicaciones de Candy para preparar galletas siempre y cuando viera que Drake hacía lo mismo.
- Encantador de serpientes y diablillos. –Masculló Candy.
- ¿Cómo dice…?
- Que hay que agregar la mantequilla.
- Me pareció oír algo de serpientes y diablos.
- Oyó mal. – Contestó sin levantar la vista de la masa para galletas mientras la amasaba con más fuerza de la necesaria. Tenerlo cerca siempre la ponía nerviosa pero daba el caso de que ahora estaba en su cocina y eso significaba que el nivel de turbación disminuía, ella era otra persona en la cocina solían decirle aquellos que la conocían bien, se alejaba de todo y todos, solía abstraerse por completo
La tarde en compañía de Drake fue interesante. Hasta que la chiquitina volvió hacer aquello un campo de batalla, al volcarle harina al hombre cuando se hubo cansado de hacer galletas. Para después huir a la tienda. No sabiendo que con aquello, nos llevaba a un momento muy esperado después de una tarde interesante...
Ahora si te creo que es una descendiente nazi. – Atinó a decir antes de empezar a toser por los polvos de la harina. Esa imagen de él era la última que hubiera esperado ver nunca y no pudo evitar reír a carcajadas. - Esperaba un poco de cooperación. – Masculló y ella se acercó a él e intentó limpiarle con un trapo pero no podía debido a la risa. – Debo ser todo un espectáculo ¿verdad?
- Algo así. - Aun riendo levantó la vista para comprobar su nivel de enojo y sorprendida descubrió que él la miraba con intensidad. - ¿Qué tan enojado está? – Preguntó sin atreverse a identificar esa mirada.
- Primero, no me hables formalmente y segundo, no recuerdo cuando fue la última vez que me divertí así ó que divertí a alguien así.
Candy se mordió el labio inferior.
- No pretendía burlarme.
- Claro que no. – Su sonrisa fue de no creérselo. - ¿Podrías explicarme como es que ninguna de las dos jamás tosió a pesar de estar mas cubiertas de harina que yo hace un momento?
- Entrenamos desde pequeñas recuérdalo ¿A dónde se fue esa pequeña diabólica? – Preguntó en su afán por retirarse de él que seguía observándola con ojos que decían… que querían ¿comérsela? No, no. era su estúpida imaginación. – Lamento mucho lo que te hizo, en serio… jamás pensé que se atrevería. – Decía mientras caminaba hacia atrás, curiosamente mientras ella daba un paso alejándose, él daba uno acercándose.
- ¿A dónde vas?
- Ya lo dije, a ver al demonio, digo… a la niña. Podría quemar todo sin esfuerzo y Sally no creo que pueda contenerla… - Otro paso hacia atrás.
- ¿Por qué luces como si quisieras salir corriendo? – Un paso más hacia adelante.
- ¿Por qué me siento acechada? – Uno hacia atrás.
- ¿En serio? – Uno hacia delante.
- En serio.
- En ese caso… - Se acercó y la besó.
A partir de aquí, la pobre Candy sufrió varias desventuras. En donde acabó en estas siendo besada por su querido sapo.
Hasta, que por ciertas bazas jugadas de la vida. Acabó cocinando en casa de Drake....
¿Quieres recordar que ocurría?
Fácil, solo debes refrescarte la memoria leyendo el capitulo 19 y 20. Para después, hacer un reclamo a nuestra autora de que siga con la historia.
Lo siento mucho enana, si te molestó ésta entrada. Pero que sepas, que la hago con mucho cariño!!!!
Jajaja en realidad me gustó tu recopilación.. muy bien hecha jijiji
ResponderEliminarBien,me alegro que no te pusieras como una tetera. Mínimo
EliminarSe me ocurrió cuando el otro día,me volví a leer Al Rojo Vivo de Nata.
LO PROMETISTE SIS MENOR; LO PROMETISTE!!!!! ( EJ haz otro post...con las pruebas...., tenemos pruebas) Más Candy ( imagina aquí mis ojitos de Bambi)!!!!
EliminarJajajaja. Que buenos recuerdos jajaja. De verdad que la tienes hiperabandonada.
ResponderEliminarMuchos besos
porfis porfis!!!..más candy y Drake!!!!...
ResponderEliminarsiiii yo tambien me uno al clamor popular Candy, Candy, Candy, Candy!!!!
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