martes, 15 de octubre de 2013

Noches En El Balcón 9

Había sido una tarde muy divertida.

Se alegraba de poder tener a Elisabeth, como amiga y consejera. Era una chica, que no le importaba ser diez años mayor que ella.
En ningún momento, su trato había sido de superioridad.


Primero, se habían ido a comer un bocadillo a la rambla para aprovechar y mirar un poco de ropa, por las tiendas de la calle Puerto Ferrissa. Llegando a comprobar, que coincidían un montón en gustos.

Cuando satisficieron su curiosidad, la chica mayor la llevó a una tienda especializada en productos de peluquería, en donde les dieron montones de ideas y consejos, para realzar aún más la belleza se su peculiar color natural de cabello.

Había sido una tonta, por querer hacer una atrocidad con su cabello por cuatro comentarios inoportunos.

Su cabello, era su personalidad.

Y ahora, aún vibraba más de vida que antes. Cuando había confiado de ponerse en manos de su compañera de trabajo. Quien le había aplicado unos suaves reflejos, que aportaban brillo y movimiento a su media melena.

Pero lo más divertido, había sido el descubrir la vena vengativa que tenía la joven con Eric.

No es que odiara al chico.

Al revés, lo quería mucho. Solo que su afecto hacia él, era como el de un hermano pequeño. Y por norma natural de vida, a veces a uno le gustaba fastidiar a sus hermanos.

Como él, hacía a veces con ella.

Así, que se había prestado a su plan con la peluca que tenía ésta guardada de Cleopatra, hecha de cabello real.

Ahora, de forma impaciente abría la puerta principal de su casa y se paraba un momento a escuchar los ruidos que habían allí.

Como eran las ocho y media, era posible que su madre se hallara preparando la cena o en pleno baño de Nico, para acostarlo.

Pero de todos modos, no estaba de más el tener algo de precaución, al saber que bien podía hallarse allí su vecino invitado por parte de su madre.

Pero a medida que se acercaba al baño, solo escuchaba las risas de su hermano pequeño y ella, con el chapotear del agua.

Aún así, con cierta cautela se asomó de forma parcial por el marco de la puerta del baño, para respirar con calma al ver no que no habían moros a la costa.

-¡Hola! –Saludó jovial, causando que su madre diera un pequeño grito por la sorpresa.

-¡Yola! –Se giró hacia ella con la mano en el pecho-. Me asustaste tesoro… ¡Ho! –Exclamó al notar el cambio en su cabello-. ¡Estas preciosa! –Se puso en pie, no sin antes asegurarse de que el pequeño Nico, se quedaba sentado en la bañera.

-¿Te gusta? –Preguntó algo nerviosa.

-Mucho –Sonrió-. No se te ve aire inocente… Ya me entiendes…. –Le guiñó un ojo.

-¿No me queda mal?

Volvió a insistir algo nerviosa.

-No –Negó su madre con la cabeza, volviendo agacharse junto a la bañera-. Entonces, veo que te lo pasaste bien –Confirmó contenta porque fuera haciendo amistades.

-Mucho –Asintió feliz.- Elisabeth, es un achica muy divertida.

-Me alegro –Siguió sonriendo, para cambiar de tema-. ¿Te importa si llamo a un mexicano para cenar hoy? –Preguntó con cierta mueca la mujer-. Me viene de antojo comer guacamole.

-Vale –Aceptó encogiéndose de hombros-. Mientras pidas algo que no pique mucho –Sonrió-. ¿Mamá, te importa si de mientras me encierro en mi dormitorio? Quiero ver si están las chicas conectadas al messenger –Señaló algo nerviosa.

-Claro que no –La animó-.Yo de mientras, me sentaré a ver una película nueva de Disney que hemos comprado ésta tarde Nico y yo.

-Gracias Mamá –Se acercó abrazarla y salir corriendo a su dormitorio, no sin antes detenerse a coger la bolsa que había dejado en el recibidor, al llegar antes.


Varios minutos después, cogía aire de forma profunda enfrente del espejo del armario ropero, para tratar de calmarse un poco tras haberse colocado la peluca, como le había enseñado anteriormente su compañera.

Acto seguido, agarraba su móvil y le hacía la llamada perdida, que había acordado con Elisabeth.


Y ahora, a salir a la terraza a esperar de forma desinteresada, haciendo que jugaba con su móvil bajo las estrellas del cielo.

Pero los minutos pasaban y Eric no daba señal de vida.

Mejor se comunicaba con la chica, porque ya mismo venía su madre a picar en la puerta, para anunciar la llegada de la comida encargada por teléfono. Pero el temblor del móvil y el dibujo de un sobre en la pantalla, la detuvieron de hacerlo.

Elisabeth se le había adelantado, indicándole que su vecino no contestaba a sus llamadas.

Lo más normal, en un caso como aquel hubiera sido el volver a su dormitorio para quitarse la peluca y dejar de lado aquella broma. Pero había que ser sincera, al acertar en decir que con Eric, había descubierto su vena vengativa.

De modo, que con cierto brillo en sus ojos pasó al otro lado del muro.

Pero aquella vez, iba a ser más precavida. Para nada iba a volver a verse sorprendida por una tercera persona. Como había sido el hombre del otro día.

Cuando hubo llegado al lado del gran ventanal, pudo ver que éste se hallaba abierto. Y en el suelo, se veía el reflejo de una tenue luz.

Eric tenía que estar allí, sino, no dejaba las luces apagadas.

Con pequeño paso de ladrón, asomó solo media cabeza por el marco del ventanal. Captando en el primer tramo del salón, que no había nadie. Ni siquiera el gato… Pero cuando sus ojos fueron más hacia el fondo, depositándose en el oscuro sofá, si captaron a un Eric medio sentado en éste, con los brazos semi apoyados en sus rodillas y la cabeza inclinada hacia abajo.

¿Se había quedado dormido allí?

Mejor, pensó sonriendo de forma traviesa al saber que lo pillaría medio aturdido.

Fue a dar el primer paso al frente, cuando un repentino movimiento delante del chico, la frenó de hacerlo.
¡Había una chica!

Sus ojos se abrieron como platos y sus pies se quedaron clavados en el lugar, ante lo que veía a pocos metros de sí.

Una chica con larga melena oscura, se había detenido delante del chico, para agacharse y ponerse de rodillas. Pero él seguía sin levantar la mirada del suelo.

Quería marcharse de allí. Sabía que aquello era invadir la vida personal de él. Pero una fuerza interior, la amarraba a quedarse como espectadora, mientras notaba como algo en su interior se apagaba.

No estaba bien quedarse allí, pero su interior quería comprender aquella escena.

¡Comprender el qué!

Se gritó mentalmente confusa. Apretando sus dedos en la piedra de la pared, hasta tal punto de quedarse las puntas de éstos, color blanco.

De pronto, la joven alzó sus brazos para sujetar el rostro de Eric por las mejillas y enderezarlo. Pudiendo así, atrapar sus labios en un beso.

Veloz como una gacela, se llevó una mano a su boca para ocultar todo sonido del jadeo que había soltado, por la fuerte impresión de lo que estaba presenciando.

¡Qué demonios hacía aún allí!

Tenía que correr a su dormitorio y no revelar nunca que había estado allí.

Pero fue tarde, cuando su mirada chocó con la de él. Causando que éste, parara el beso de forma brusca y se pusiera en pie.

La vergüenza empezó a recorrerle por todo el cuerpo, a parte de otro sentimiento que aún no lograba comprender, cuando con gran miedo se giró para volver a su dormitorio lo más rápido que le permitieran sus piernas.

Le quedaba solo medio metro, para llegar al muro que separaba los dos balcones, cuando lo escuchó llamarla.

-¡Yola, espera!

¡No! Estaba muy cerca de ella… Pensó con los ojos llenos de lágrimas.

¿Iba ha llorar? ¿Por qué?

Apoyó sus manos en la piedra, para darse el impulso cuando notó como era agarrada por la cintura, evitando así que pudiera ocultarse en la seguridad de su dormitorio y pasar allí su vergüenza.

-Yola –Susurró aquella vez cerca de su oído, cuando sus manos la acercaron hacia  su cuerpo de tal modo que su espalda, descansaba contra su firme pecho.

Dios, no quería mirarlo. Y tampoco quería que viera sus lágrimas, cuando ella misma no las comprendía.

-¿Qué has hecho pequeña? –Dijo apenas en un susurro, notando como le acariciaba un mechón del cabello.

¡OH dios, la peluca!

Abrió los ojos de pronto, comprendiendo a que se refería él. Tenía que confesar, era lo mejor para disculparse por su…

-Perdóname pequeña soy un idiota al hacerte cambiar tu precioso color… -Comenzó a disculparse, pero ella no le dejó continuar.

-No, para… -Logró soltar en un gemido y conseguir alejarse de su agarre, para darse la vuelta y encararlo con los ojos avergonzados.

-Yola… -Murmuró su nombre al mirarla atentamente.

-Perdóname, no quise… -Cogió aire, esperando que aquello detuviera la caída de las lágrimas. Pero no fue así-. Tengo que respetar también mis palabras y no entrar con toda libertad, en tu casa.

-Qué –Preguntó juntando las cejas sin comprender a que venían las palabras de la chica.

-Pido disculpas por mi intromisión –Sus mejillas aún se sonrojaron más, al recordar el beso. Después, llevó su mano derecha hasta su cabello, para desprenderse de la peluca descubriendo así su melena rojiza, bajo la luz de la luna.

-Yola –Volvió a repetir una vez más su nombre, pero aquella vez con gran alivio y sorpresa.

-Solo se trataba de una pequeña broma con Elisabeth, por eso verás llamadas de ella –Explicó de forma atropellada con lágrimas silenciosas y sin mirarlo detenidamente.

Algo que tubo que hacer seguidamente de forma obligada, cuando Eric le sujetó la barbilla con suma delicadeza para alzarle el rostro hacia el de él.

Sus miradas volvieron a toparse por unos segundos en silencio, mientras el pulgar que la tenía agarrada, no dejaba de acariciarla con ternura.

¿Qué era aquello? Su corazón bombeaba más rápido e inquieto.

¿Sería por como la miraba? De una forma, que hasta el momento jamás lo había hecho. Era como si la viera por primera vez, y estuviera memorizando sus rasgos.

Pero aquella atmósfera nueva y desconocida para ella, fue interrumpida cuando la voz de la chica lo llamó tras él.

-¿Va todo bien Eric? 


4 comentarios:

  1. Hola E.J. por que siempre dejan la historia en el punto más interesante, son unas malvadas. Jejeje. me encantan estas historias donde la prota es de caracter y demasiado orgullosa para reconocer lo que siente. ahh Soy Yocelyn, Edelyn es otra niña, yo no tengo blog ni nada de eso. solo una lectora empedernida. jiji. xau cuidate.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ostras yocelyn,perdona con el nombre. Es que al responderte,venia directa de ver el resumen de novelas subidas x edelyn en su blog.

      Que a veces me ocurre, que ves ese nombre o palabra y lo empleas en la conversacion ...

      Pido miles perdones.prometo recompensarte por ello.

      Jijijiji

      Besitos

      Eliminar
  2. ¿QUIEN ES ESAAAAAAAAAAAAA? Y qué hace con nuestro Eric??? No me gustaaaaaa...y eso es ir por lana y salir trasquilada pobre YOLA, obviamente quiero más!!!! y puedes echar a esa otraaaa?!!!!

    ResponderEliminar
  3. Joooooooooooooooo.....
    NO puede ser... otra chica... que mal lo estoy pasando (nif nif).
    Quiero mas EJ, es que sois muy malas jajajaja.
    Besos a todas

    ResponderEliminar

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...