domingo, 6 de octubre de 2013

Becaria Pueblerina 5

El reloj marcaba las dos del mediodía, cuando se estaba tomando un café con leche para coger algo de calor corporal, cuando el sonido de su móvil interrumpió aquella acción. Era Derek.

 Seguramente, para comprobar que no se estaba aburriendo.

-¿Dónde estás? –Soltó con tono preocupado.

-Pues tomándome un café en un bar -Respondió extrañada, ante el tono que había empleado su hermano-. ¿Ocurre algo?

-Mejor dímelo tú –Soltó un suspiro-. Sebastián se halla preocupado, porque no estabas en casa aún.

-Estaba paseando por Central Park –Informó con tono tranquilo-. Sabes que a veces no como en casa, porque estoy visitando ciertos lugares algo apartados de tu casa–Soltó un gemido de fastidio-. ¿Ya te ha comido la cabeza con tonterías, sobre los peligros de la ciudad?

-Digamos  que un poco –Le costó Confesar a su hermano al principio, pero como entre ellos siempre habían sido sinceros, no supo negarse.

Karolaine gruñó con cierto fastido.

-Esto resulta increíble. Ni que fuera una niña de quince años.

Escuchó como su hermano se reía, por el enfado de la chica.

-Tranquilízate, él solo se preocupa por ti –Trató de defender a su amigo con cierto tono adulador.

Pero no sirvió para nada en aquel momento. Ella, ya se hallaba enfadada.

-El hacerme la vida imposible, no es preocuparse por nadie hermanito –Se quejó.

Su hermano se quedó callado por unos segundos, extrañando a la joven cuando volvió hablar.

-¿En qué bar te encuentras? ¿Irás a comer a casa? –Preguntó todo seguido con tono nervioso.

Aquello, la alertó de que éste estaba ocultando algo. Y creía saber lo que era, pensó apareciéndole una sonrisa en los labios.

- En uno de los muchos que hay –No pudo evitar reírse en silencio. Al suponer, que su hermano no se hallaba solo en aquella conversación con ella-. Y no, no voy a comer en casa –Acto seguido, no pudo evitar el soltar una pequeña carcajada algo alta-.Seba, el que sea más joven no significa que sea más tonta. Al revés, creo que mi técnica de escabullirme es más evolucionada que la tuya. ¡Hasta luego chicos!

-¡Karolaine, espera un segundo! -Imploró su hermano no pudiendo evitar el reírse, sabiendo que los había pillado.


Derek colgó el manos libres de su oficina con sonrisa divertida, al ver como el gato no había dado caza al pequeño ratón.

Sí, todo iba a ir como la seda. Aquellas navidades, iban a ser las mejores si no se equivocaba en sus suposiciones, al haber trazado aquel plan la otra noche con Clara.

Alzó la mirada del teléfono, para toparse con el ceño fruncido de Sebastián.

-Tú hermana, no te tiene respeto alguno –Le pugnó enfadado, por la actitud que había mostrado la joven.

-Sabes que estas diciendo una tontería bien grande –Rió, reclinándose en el sillón y cruzando las manos-. Pero vuelvo a indicarte, que no es ninguna niña inocente. Ha crecido mucho Seba, en todo éste tiempo que has pasado sin saber de ella.  Si hubieras estado más a su lado, lo habrías podido ver por ti mismo.

 -Acaso debo recordarte amigo mío, que tu hermana tiene solo veinte años –Masculló con gran enfado-. Justa la edad, para empezar con locuras de adolescente.

Derek suspiró, haciendo un movimiento negativo de cabeza.

-Admite, que estas molesto porque se dio cuenta de nuestro engaño por teléfono -Rió-. Mi hermana, tendrá veinte años. Pero es como si tuviera veinte ocho años.

Sebastián se llevó las manos a sus caderas al tiempo que resoplaba fuerte.

-Exageras.

Derek se rió con cierta exageración.

-Abre los ojos Seba y acepta la verdad –Soltó con segundas totalmente divertido.

-¿Qué quieres decirme? –Frunció el ceño, ocultando que estaba un poco sorprendido por lo que él podía entender tras aquellas palabras.

Su amigo se puso en pie.

-Nada –Se encogió de hombros-. ¿Te vienes a comer? –Lo miró pudiendo observar como se hallaba éste de ofuscado-. Sí, mejor que te vengas conmigo a comer - Rió, viendo como éste dudaba por aquella orden-. Créeme que es lo mejor, a dejarte vagabundear por la ciudad en busca de mi hermana.

-Da igual, déjalo -Respondió con tono brusco, ante el punto de que su amigo lo conociera tanto hasta el hecho de adivinar, que aquella idea era la primera que se le había pasado por la cabeza-. Prefiero ir a solucionar papeleo atrasado.

-¿Me puedo fiar? –Inquirió alzando una ceja divertido.

Sebastián gruñó por lo bajo.

-Sí –Trató de sonreír consiguiendo mostrar una pequeña mueca para tranquilizarlo-. Pero sabes, que solo 
 miraba por el bien de la chica.

-Y yo te recuerdo, que no hay nada de lo que preocuparse.



Aún sentada, en la terraza solárium  del mismo bar –restaurante. Se hallaba mirando de forma distraída, a la gente que pasaba con cierta prisa por la atestada calle.

Sí, definitivamente había un poco más de stress que en Londres. Pero no la asustaba de ninguna manera. No entendía, porque Seba la trataba como una niña pequeña. Dio una cucharada  más a  su crema de espárragos, mientras sus mejillas cogían un poco más de color al recordar el episodio de aquella mañana.

¡Dios, era penoso! Pues aún tenía gravada la imagen del sexo de él. ¿Era aquello normal, o solo por ser virgen que no conseguía eliminarla de su retina?

¡Que rabia!

Tenía que llamar a Susan. Ésta, tenía que encontrarse  ya trabajando. Eran cerca de las tres y media de la tarde, por lo tanto en Londres serian cerca de las diez y media de la mañana. Necesitaba consultar varias cosas.

Soltó un quejido bajo, al pensar por un segundo en las demás chicas. Sabiendo,  que no estarían muy de acuerdo en ello. Pues Susan, era la más liberal de todas, respecto al sexo. Bueno… -Se mordió el labio en un gesto nervioso-.Ahora la cosa cambiaba un poco. Dado que estaba muy feliz, siendo la esposa de Zack y esperando un bebé, como Helen. 


Lo que no sabía muy bien, era como sacar el tema haciendo que éste se viera como algo casual y nada violento. Pero también esperaba, que fuera lo más normal del mundo de preguntarse aquellas cosas entre chicas.


Mejor avanzaba llamándola y ya dentro del tema, vería como ir diciendo las palabras. Seguro que sobre la marcha, lograba decir algo coherente. 

Aspirando con fuerza y dedos temblorosos, alargó la mano para coger el móvil, que había dejado encima de la mesa. Ni siquiera se molestó en buscar el número en la agenda, lo fue marcando uno a uno cada dígito, para ganar tiempo y asegurarse que hacía lo correcto.

Tras marcarlos todos, volvió aspirar profundamente al tiempo que se lo llevaba a la oreja y se mordía la uña, de un dedo de la mano que le quedaba libre. 

Un tono… 

Dos tonos…

 Seguramente que estaba reunida, y no podía responder. Pensó comenzando a sentir su respiración algo agitada.

 Tres tonos…

 ¿Para qué molestarla con aquella tontería? Se suponía que ya era una mujer adulta. Bueno, aquella es la imagen que trataba de darle a Sebastián.

 Cuatro tonos…

 ¡Era una tonta! Aquel nerviosismo no lo mostraba una mujer adulta. El sexo era lo más normal de la vida.

 Cinco tonos…

 ¿Estaba en lo cierto, verdad? Conjeturó con el ceño fruncido y apartando un momento el aparato de su oído para a soltar un gemido, para segundos después volver  acercárselo a la oreja.

 ¡Dios, tenía las manos sudadas! Aquello no era bueno, estaba a punto de sufrir una taquicardia. Seguro…

 ¡A la mierda! Mejor colgaba, que era obvio que Susan se hallaba ocupada. 

Pero se equivocó, ella descolgó antes de que pudiera cortar la llamada.

-¿Sí? –Respondió su amiga totalmente risueña, entre un mar de voces-. ¿Karolaine, eres tú? ¿Karolaine?

-Mmm… Sí, hola -Respondió en un hilo de voz y nerviosa.

Karolaine se quedó en silencio, escuchando como su amiga trataba de tomar el mando desde el otro lado de la línea.

-Schhh… -Mandó a callar a las personas que estuvieran con ella-. Chicos, que tengo a Karolaine al teléfono.

¿Dónde y con quién se hallaba su amiga? Pensó con el ceño fruncido y algo de temor.

-¿Chicos? –Preguntó -. Sí estas ocupada… -Empezó a excusarse, dándose cuenta que no había sido buena idea el llamar a su loca amiga.

-¡No! –Rió Susan-. Estamos todos en el bar desayunando.

-¿Todos? –Exclamó con horror.

Definitivamente, no había sido buena idea. No quería contar su preocupación, a todas sus amigas.

-Sí –Respondió Susan-. Estamos Sabrina, Lucas, Marta, Marcus, Helen, el negrero… -Rió un momento, ante la obvia queja de Thom por el renombre-. Zack, Clarise, casi la oficina –Volvió a reír-. Y todos, queremos saber como estas.

-¡Muy bien!

Aquello era cierto. Estaba feliz, de pasar aquellos días con su hermano.

-Por aquí preguntan con cierta ansiedad,  si ya ligaste…. –De pronto, el tono risueño de la chica, pasó a uno más agresivo-. ¡Venga Thom, déjala en paz!

Escuchó, como Susan le hablaba a su jefe. Era obvio, que éste la protegía como hacía Sebastián con ella.
¡Y todo porque era una joven virginal! Empezaba a estar, un poquito hasta las narices…

-¿Te sirve bien la ropa? –Preguntó con cierto recochineo la mujer, sacándola de sus pensamientos.

-¡Es verdad! –Exclamó veloz.

De pronto, se había acordado de otro dato muy importante. La maldita jugarreta que le habían hecho las locas. Tomando nota, para devolvérsela con creces en cuanto tuviera una mínima oportunidad.

-¡UY! –Se extrañó Susan-. ¿Algo debe de ocurrirte, porque no te acordabas de ello? –Rió otra vez-. Y mira, que te hemos puesto ropa bien sexy.

-¡Sois muy malas amigas! –Señaló, provocando que su amiga riera mientras se lo contaba a los demás-. Acaso sabéis lo mucho que sufrí cuando me registraron las maletas en la aduana  y a lo primero, pensé que aquellas no eran las mías. Suerte de la notita, sino me enchironaban –Gruñó lo último-. Aunque mi imagen no quedó muy limpia, que digamos.

-Hay no sigas, que me meo en las bragas –Pidió Susan muerta de la risa.

-Pues ten ojito, que estando embarazada seguro que sufres de incontinencia como una abuelita –Se mofó Karolaine, volviendo a sacar su nueva vena maligna a causa del grupo de la oficina.

-¡Ey mona, qué te hice para que me muerdas así! –Inquirió Susan, con menos buen humor-. Y no te hagas la sueca, explica qué te ha ocurrido. Me huelo, cuando estas nerviosa por algo –Indicó acertadamente con orden tajante.

-No me ocurre nada -¡Mentira! Se gritó a sí misma-. Y no, no eh ligado con ningún neoyorquino guapo -¡Ojalá le ocurriera! A sí, sería una manera de olvidarse de Sebastián.

-¿De verdad, qué no te ocurre nada? –Preguntó Susan suspicaz-. Te noto rara, como nerviosa y preocupada… ¿Va todo bien con tú hermano?

No tenía que haber llamado. Ahora se arrepentía de su impulso. Su amiga, no iba a parar hasta lograr sonsacarle toda la información. Lo que sería un completo suicidio, al estar toda la plantilla del grupo.

Tenía que calmar sus nervios, para que creyeran que habían sido imaginaciones suyas.

-Va todo muy bien, mi hermano y su prometida me tienen como una princesa –Señaló divertida.

-¿Pero? –Preguntó Susan, dándole pie a que continuara con lo que se callaba y utilizando un tono suave, hipnotozador…

Estaba acabada, lo sabía. Era una marioneta en manos de esas locas.

-Sebastián, está aquí -Acabó por decir, en un suspiro-. En casa de mi hermano, la suya está en obras. Dormimos, en la misma habitación… ¡Camas separadas! –Soltó, antes de que la mente de su amiga corriera más deprisa de lo que debía.

-Comprendo –Dijo Susan, callando por un segundo-. De modo, que has visto  que sigues enamorada de él -Señaló su amiga, volviendo hacer un cambio brusco de tono al dirigirse a otra persona -. ¡Cállate Thom! -Como no, tenía que ser  su jefe quien hubiera soltado una protesta veloz ante aquel hecho-. ¿Qué te ha dicho ante el cambio? –Preguntó Susan, ignorando por completo los gruñidos bajos del hombre.

-Se sorprendió mucho -Rió suave, al recordar la expresión del hombre en el ascensor-. Y durante el primer día, se creía mi cambio. Ya sabes… Simular, que no soy la joven virginal que él conoce –suspiró fuerte-. Todo iba bien, hasta me divertía ver durante esas horas, su ceño fruncido por como era yo ahora… Pero… Toda esa imagen, se fue a la basura ésta mañana –Gimió frustrada-.Lo siento mucho Susan, pero no eh durado ni un día.

-¿Qué ocurrió para que creas eso?-Le preguntó con tono dulce.

Aquella vez, no respondió rápido. Calló, pues no sabía como seguir. Sentía un nudo enorme en el estómago, a pesar de saber que todo el grupo tenía que estar en espera de que ella dijera algo, para que Susan lo repitiera en voz alta.

-¿Karolaine? –La llamó con el mismo tono. Pero una vez más volvió aparecer la salvaje, cuando fue interrumpida por tercera vez por su jefe-. ¡Por dios Thom, quieres callarte y dejarme escuchar! –Volvió a gritar en el oído de Karolaine, totalmente desesperada-. Sí, tú niña es virgen. Puedes dejar de sacar espuma por la boca –Resopló desesperada-. ¿Karolaine, sigues ahí?

-Sí –Habló en un hilo de voz-. Perdona, es solo que me da mucha rabia una cosa. Y por otro lado, aún estoy un poco acalorada de la vergüenza.

-¿Por la vergüenza, pero qué te ha ocurrido? –Su amiga cada vez estaba más  muerta de curiosidad.

-Bueno, verás… -Paró para pensar por donde empezar-. Durante el día de ayer  que es cuando él llegó. Todo iba genial –Describía la situación con tono animado-. Sebastián, parecía sorprendido con mi cambio físico. Y creo, que un poco molesto porque le di  a entender, que de virginal no tenía nada –Su tono, ya dejó de ser animado para pasar a ser un poco más arrastrado-. Pero ésta mañana, por culpa de mi hermano fui al dormitorio a llamarlo -Dios, volvía a sentir calor por su cuerpo al volver a recordar aquel duro…

 Sin darse cuenta, soltó un gemido en voz alta. Sorprendiendo aún más a su amiga, quien ya no sabía aguantarse más la curiosidad.

-Bien, Karolaine… –Dijo Susan con voz pausada, por donde estaba llegando aquella conversación-. ¿Y qué ocurrió cuando fuiste al dormitorio?

-Pues…

Volvió a dudar un poco de sus palabras y del tema.

-¡Por dios, Helen! –Chilló nuevamente Susan en protesta-. Haz callar a tú marido. Maldito pesado, no nos deja saber…

Aquello, hizo que se echara definitivamente para atrás. No era el momento adecuado.

-Bueno, creo que llamaré más tarde  -Se excusó con tono nervioso y veloz-. Cuando estés más tranquila.

-¡Qué! –Se sobresaltó su amiga-. Espera Karolaine, no cuelgues….

-Te llamaré más tarde.


-¡No! Por favor, no le hagas ningún caso a Thom. Ya sabes como es de protector con todas y con… ¿Karolaine?... ¿Sigues ahí?¡Gracias Thom! –Miró con cierta furia a su jefe.

3 comentarios:

  1. BIEN MÄS KAROLINE!!!! Y pobre chica me la imagino contando todo en altavoz mientras al otro lado está el congreso completo haciendo comentarios....pobrecilla. Y quiero más de Sebastian celoso en ¿encantador? Besos brujis

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  2. pero como me rei....me encanto el capitulo y esperando mas, aver si ahora si termina de contar todo y ya no interrumpe Thomas jajajaja

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  3. Veo que os gusta que en el fondo lo p

    jejejjee

    Sois chicas malas. ésta semana tendréis otro capitulo más de ella. Saludos chicas,un beso enorme.

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