Salió de detrás de sus
vestidos, sin importarle mirar por donde pisaba.
En aquel mismo momento,
su mente se hallaba demasiado saturada, con todo lo que se le venía encima. Y
lo peor de todo, que no creía tener fuerzas para poder soportarlo.
-¿Por qué querrá mamá,
mantener una charla secreta?
Cuestionó Enora,
volviendo a salir al centro del dormitorio, para tratar de acercarse a la
puerta con paso sigiloso.
Abrió unos centímetros,
los justos para mirar si su madre había puesto vigilancia en el pasillo.
-¿Qué vigilas ahora? –Frunció
el ceño su hermana Harmonie-. No creo que mamá vuelva en buen rato, estando en
su poder Kenan.
-Ella no –Volvió a
encajar la puerta Enora-, pero estoy segura que enviará a alguien… Ahora mismo,
las tres somos objetivos por diferentes cuestiones.
Señaló bien razonado,
sin apartar en ningún momento la mirada de su hermana mayor. Quien se hallaba
quieta y callada. Algo que jamás hubiera pensado ver en Jacqui. Pues su
principal carácter, era el de luchadora.
Con paso tranquilo, se
acercó hasta ella para sujetarla por los hombros y captar así su mirada
directa.
-Quien decide ahora el siguiente
movimiento, eres tú –Le habló en un susurro-. Yo voy apoyarte en todo lo que
decidas.
-Y yo… -Se acercó
Harmonie-. Te mereces ser feliz.
Jacqueline las miró por
un segundo a las dos con mirada desconsolada.
-No creo que pueda
conseguirlo nunca –Se encogió de hombros.
-¿Pero que es lo qué
ocurre exactamente? –Preguntó Enora-. ¿Amas a Kenan?
-Sí –Confesó dejando
caer un par de lágrimas y sintiéndose por primera vez libre, de aquel secreto
cargado por años en sus hombros.
-¿Cómo has podido guardarlo
por tanto tiempo? –Preguntó Harmonie sorprendida.
-Siempre lo he amado y
odiado –Comenzó a confesar-. Y la cosa no parece ser tan sencilla –Se adelantó
a lo que pudieran sugerir sus dos hermanas-. Cuando lo conocí, por un corto
tiempo él fue diferente conmigo. Nos llevábamos bien… Allí, fue cuando me
enamoré de él.
Seguidamente, mostró
una leve sonrisa con las comisuras de sus labios, marcando cierta ironía en sus
palabras.
-Pero todo cambio de la
noche a la mañana –Su mirada estaba perdida, tal vez viajando en el tiempo a la
vez que explicaba.- Su trato conmigo, comenzó a ser cada vez más duro. Por un
buen tiempo, iba confusa sin comprender. Hasta que me cansé de ser tonta y comencé
yo también a devolverle sus dardos.
Calló un segundo, para
acercarse hasta su mesita de noche y abrir el primer cajón. Con manos
nerviosas, extrajo un pequeño joyero de piel negro. El que abrió seguidamente,
para extraer un anillo dorado.
-Reconozco, que mi dureza
hacia él siempre ha sido una tapadera para disfrazar mis sentimientos y dolor.
Como también la rabia, por saber que mi amor no es correspondido –Confesó compungida,
deslizando el anillo en el dedo adecuado.
-¿Cómo es que acabasteis
casados? –Alentó Enora a que explicara.
En un principio por
culpa de Norah –Señaló con cierto fastidio-. Ella, por aquel entonces estaba
muy interesada en llamar la atención de un amigo de su hermano. Y al enterarse
de aquel viaje a Irlanda, por todo un fin de semana. Nos apuntó sin tenernos en
cuenta a mí y Paulette.
Soltó un fuerte
suspiro, mientras bajaba un momento la mirada al anillo.
-Yo no quería ir,
sabiendo que él iba a estar lanzándome pullas todo el tiempo. Y así fue –Dijo con
cierta altivez en su tono-. No parábamos de provocarnos mutuamente. Hasta que llevábamos
unas copas de más y aquello ya pasó de listón… El pub en el que estábamos,
celebraba una fiesta.
Se rió incrédula,
recordando una vez más lo que hacía todas las noches.
La apuesta, que le unió
a él.
-Pensábamos que era
todo una representación festiva –Se encogió de hombros-. De modo, que él me
retó a mí a que no subía al altar, y yo respondí con que no lo hacía conmigo…
-¡Vaya! –Silbó Harmonie.
-A la mañana siguiente,
nos enteramos por casualidad que las celebraciones de matrimonio que se
llevaron acabo en el pub, eran válidas –Sus
ojos volvían a mostrar un manto de lágrimas-. Nos asustamos mucho y como la situación era
delicada por mí persona, decidimos guardar secreto y buscar una solución cuando
fuéramos más adultos.
-Pero aún no habéis
hecho nada –Señaló Enora.
Jacqueline negó con la
cabeza.
-¿Y si no anuló vuestro matrimonio porque te quiere? -Dijo Harmonie algo esperanzada.
Jacqueline, volvió a negar con la cabeza.
-Pero el beso que salió hoy en la televisión, fue de ésta mañana -Acusó nuevamente su hermana-. Llevas la misma indumentaria.
-Lo ocurrido hoy entre nosotros dos -cogió aire-, es un tanto difícil de explicar -Señaló con una mueca y retorciendo las manos, en un gesto de altos nervios.
De pronto, la puerta del dormitorio se abrió de sopetón dando paso a su padre, provocando éste una fuerte ráfaga de aire con la puerta abierta de la terraza.
-¡Ho, menos mal que estáis aquí! -Soltó en una suave exclamación y mostrando signos de alivio.
-¡Papá!
Exclamaron las tres al unisono, completamente asustadas por la repentina aparición.
-¿Habéis hablado con vuestra madre?
Inquirió con tono acelerado . Observando como las tres negaban de forma efusiva con la cabeza. Obvio gesto de estar ocultando algo.
Achicó sus ojos, mirando por un segundo a las tres para detenerse finalmente en la mayor.
-Ni tú ni yo, hemos hecho las cosas bien -Confesó con tono cariñoso, consiguiendo ganarse la confianza de la chica al momento-. Lo malo -hizo una mueca-, que quien lo va ha pagar con creces, es Kenan.
Jacqueline y sus hermanas, tensaron un poco la espalda en espera de lo que iba ha decirles el hombre.
-No te lo vas a creer -Cogió aire-. Pero tú madre, lo tiene encerrado abajo. En el museo de la zona antigua del castillo.
Sus hijas fruncieron el ceño, sin acabar de comprender.
-Lo ha metido en la mazmorra -Soltó con horror.
-¡Cómo! -Exclamó Jacqui, dando un paso al frente.
-¿Estas de broma, papá? -Desconfió un poco Enora.
Jacqueline, volvió a negar con la cabeza.
-Pero el beso que salió hoy en la televisión, fue de ésta mañana -Acusó nuevamente su hermana-. Llevas la misma indumentaria.
-Lo ocurrido hoy entre nosotros dos -cogió aire-, es un tanto difícil de explicar -Señaló con una mueca y retorciendo las manos, en un gesto de altos nervios.
De pronto, la puerta del dormitorio se abrió de sopetón dando paso a su padre, provocando éste una fuerte ráfaga de aire con la puerta abierta de la terraza.
-¡Ho, menos mal que estáis aquí! -Soltó en una suave exclamación y mostrando signos de alivio.
-¡Papá!
Exclamaron las tres al unisono, completamente asustadas por la repentina aparición.
-¿Habéis hablado con vuestra madre?
Inquirió con tono acelerado . Observando como las tres negaban de forma efusiva con la cabeza. Obvio gesto de estar ocultando algo.
Achicó sus ojos, mirando por un segundo a las tres para detenerse finalmente en la mayor.
-Ni tú ni yo, hemos hecho las cosas bien -Confesó con tono cariñoso, consiguiendo ganarse la confianza de la chica al momento-. Lo malo -hizo una mueca-, que quien lo va ha pagar con creces, es Kenan.
Jacqueline y sus hermanas, tensaron un poco la espalda en espera de lo que iba ha decirles el hombre.
-No te lo vas a creer -Cogió aire-. Pero tú madre, lo tiene encerrado abajo. En el museo de la zona antigua del castillo.
Sus hijas fruncieron el ceño, sin acabar de comprender.
-Lo ha metido en la mazmorra -Soltó con horror.
-¡Cómo! -Exclamó Jacqui, dando un paso al frente.
-¿Estas de broma, papá? -Desconfió un poco Enora.
aaa jajajaj!!!! Eso si estuvo buenisimo encerrar a Kenan, culpable hasta que se demuestre lo contrerio jajaja!!! Esperando con áncia el siguiente capitulo
ResponderEliminarJajajajaj..la princesa tendrá que recatar al chico de la mazmorra!! me gusta muchoooooooooooooooo! ESAS SON MADRES!!!!!!
ResponderEliminarBuen capi mediana, ¿ya te he dicho que te quiero sis?