Capítulo
11
“Y después de todo, Marianne, después de lo fascinante
que puede ser la idea de un amor único y permanente y de todo cuanto pueda
ponderarse una felicidad que depende por completo de una persona en especial,
las cosas no son así... no es adecuado... no es posible que lo sean”
Jane Austen
Taly acababa de terminar el informe de una pequeña vasija de
terracota, cada informe de las piezas que compondrían la exposición era un
trabajo digno de la académica que era, además del análisis de la pieza llevaba
una reseña del país de origen y una serie de datos que le agregaban encanto y
evitaban que se convirtiera sólo en otro objeto inanimado contenido en una
vitrina. Con sus palabras Talulha les había dado vida.
Al tiempo que finalizaba el informe, había
estado trabajando en un ensayo sobre las casas de subasta que vendían
patrimonio cultural al mejor postor. Una publicación de arqueología ya había
aceptado publicarle el artículo. La joven había utilizado una considerable
cantidad de adjetivos calificativos para describir a aquellos mercenarios que
tanto despreciaba, de hecho había estado muy inspirada por lo que estaba muy orgullosa de sí misma. Tan
orgullosa que cuando la pantalla de su notebook parpadeó para luego volverse
completamente negra, se preguntó si de verdad la soberbia sería un pecado que
era castigado en forma exprés. Conectó y desconectó cables, apretó botones, se
dijo a sí misma que no debía desesperarse, pero
cuando nada dio resultado…mandó la lógica tan lejos como pudo.
No había hecho copia de seguridad de sus
trabajos, de hecho ni siquiera estaba segura de haber guardado lo último, una
vez que había finalizado de escribirlo. Podía hacer los informes nuevamente,
pero el artículo era otro tema, había dejado fluir sus ideas y no podría
reproducir la argumentación con exactitud, sin mencionar otros trabajos que había guardados allí.
Alguna vez había pensado en hacer un curso de
computación, algo que le permitiera solucionar estos tipos de problemas, pero
no lo había hecho y su conocimiento se limitaba a saber cómo usar la máquina,
en ese momento despreciaba su ignorancia, para una mujer moderna aquel
analfabetismo tecnológico era tan pesaroso como lo habría sido en otra época no
saber escribir. Taly estaba pasando de la furia a sentirse una paria social,
¿cómo era posible que no supiera qué botón apretar para que todo funcionara
nuevamente?. ¿Y si no volvía a
funcionar?, claro que ella sabía que había cosas peores que una computadora
estropeada, pero estaba muy cansada, se había quedado después de hora para
terminar los informes, y aquellos días
trabajando en la empresa habían alterado sus nervios. De hecho lo que la había
alterado era Aidan, siempre tan amable , tan…tan él, que simplemente la ponía
de mal humor.
Había
realizado maniobras dignas de James Bond para no encontrárselo en
aquellos días. No podía explicar por qué, pero ese hombre simplemente sacaba lo
peor de ella. Encima tenía que aguantar los desvaríos románticos de Su cada vez
que hablaban por teléfono y los de su madre, que al parecer había vuelto a
enamorarse.
Tal vez la aceptaran en algún monasterio, uno
donde la gente hiciera voto de silencio…la idea era tremendamente seductora. No
como monja, claro estaba , pero sí para pasar un tiempo de descanso, alejada de
amigas románticas, madres inmaduras, computadoras perversas y hombres guapos
”¿Cómo se le había venido aquella última idea a la cabeza? ¿Y por qué venía
acompañada de la imagen de Aidan?” La joven sacudió la cabeza, para
despejarse, por lo visto estaba
atravesando otra etapa de las de un
usuario que acaba de perder su computadora, primero desconcierto, luego enojo,
frustración, sensación de inutilidad, angustia…y ahora alucinaba. “¡Maldita
computadora!”
Por lo visto estaba llegando a la etapa de la
ira y pensaba tomarse el tiempo para disfrutarla. Así que hizo lo más
recomendable para liberar el estrés, insultó a los gritos en cuantos idiomas
conocía y con toda la creatividad que le fue posible.
-¡Muy expresiva! –dijo de pronto una voz a sus
espaldas y al darse la vuelta vio a Aidan que se asomaba a la puerta.
-¿Q..qué haces aquí? – preguntó totalmente
avergonzada.
-Trabajo después de hora como tú, bueno , no
como tú. Yo lo hago en silencio y sin desear que “al creador de las
computadoras le salgan cuernos en su trasero donde sea que el muy idiota esté.” Muy original…-comentó
divertido aunque trataba de sonar serio y ella deseó que la tierra se la
tragara, una vez más. Aidan tenía ese
efecto y siempre la encontraba en los momentos más vergonzosos y las
situaciones más desquiciadas.
-Se rompió mi computadora – se justificó
tratando de sonar tranquila.
-¡Ahh! Era eso, ¿qué le pasó?
-No lo sé, se fue a negro, ya probé todo y no
funciona…y a esta hora no hay nadie que pueda arreglarla.
-¿Puedo? –preguntó él acercándose a la
notebook.
-¿Sabes cómo…?
-Sí, aunque no lo creas, tengo algunas
habilidades, no sólo sirvo para quedarme varado en un lugar que no
conozco…-dijo recordándole su primer encuentro.
Tally asintió. Él había acertado en su
comentario, de alguna forma, al encontrarlo en
aquellas circunstancias no había pensado en él como alguien muy capaz,
pero en esos días que había estado en la empresa había descubierto una nueva
faceta de Aidan. Las pocas veces que no había logrado evitado, lo había
observado atentamente, era obvio por qué era el jefe allí. Desprendía un aire
de autoridad y autosuficiencia que parecía ser innato en él, sin embargo
trataba muy bien a la gente y por lo visto sus empleados lo veían como un
líder, un modelo a seguir. La había impresionado, pero ni un millón de años lo
reconocería.
Ahora estaba allí, revisando la computadora
como si fuera un experto.
Sinceramente , que él supiera sobre
computadoras mientras ella se limitaba a maldecir al creador de tan complicados
aparatos , le pareció una injusticia divina.
-Mmmmm, creo que es el sistema de arranque.
-¿Mis archivos pueden salvarse?
-Sí, creo que sí…a ver acompáñame a mi
oficina, tengo allí un par de programas que voy a necesitar – dijo él y cargó
la notebook.
-¿Vas a arreglarla tú?
-Sí, tal vez puedas llamar a un servicio 24
horas , pero no veo la necesidad. Yo puedo hacerlo.
-Es muy tarde…no creo que…-contestó ya que lo
último que quería era que él interpretara el papel de caballero en brillante
armadura.
-Te lo debo Talulha, tú me ayudaste a mí…yo a
ti. Y además, aquí están las cosas para la exposición , ¿verdad?
-Sí –admitió ella.
-¿Y no hiciste copia?
-No – contestó y Aidan tuvo la idea de que
ella intentaba asesinarlo.
-¿Entonces qué tal si me dejas intentarlo?
¿qué podemos perder?
-¿Mi computadora puede explotar?
-Nunca me ha sucedido, aunque tratándose de ti…-dijo él y no terminó la
frase. Ella sabía que dados sus encuentros anteriores , él imaginaba que era
algo así como un imán de accidentes.
-Está bien, supongo que no perdemos nada. –
aceptó la chica y lo siguió hasta la oficina.
-Tal vez demore un poco, así que ponte
cómoda -le dijo indicándole un sillón y
como cada vez que entraba allí, Taly no pudo evitar sentir un escalofrío al ver
la alfombra colgada en la pared.
Luego él le alcanzó un café y se sentó en el
escritorio a arreglar el sistema de arranque o lo que fuera.
Aidan miró hacia el sillón y sonrió, Talulha
estaba dormida, ella había esperado
pacientemente en silencio mirándolo trabajar,
hasta que el sueño la había vencido. Así dormida, se la veía relajada y
casi dulce…era extraño verla tan vulnerable. Siempre parecía dispuesta a dar
pelea, y mucho más cuando se trataba de él, aunque aquello lo divertía y le
atraía más de lo que era lógico, también le interesaba conocer otros aspectos
de ella.
Cuando finalmente la computadora se encendió y
aparecieron los documentos de Taly, incluyendo el artículo que él había presentido que ella escribiría, se sintió el hombre más
feliz del mundo. No se había sentido tan conforme consigo mismo ni siquiera con
los logros más recientes de la Compañía. Probablemente
como ella insistía en tratarlo como si fuera un inmaduro, él necesitaba
probarle que no lo era, que era un hombre adulto en el que podía apoyarse si
así lo necesitaba. Sonrió al notar la ironía, pues aquella necesidad de
probarse ante ella, era una actitud totalmente infantil. Sin embargo, mientras
Talulha, más insistía en renegar del amor y los hombres, él sentía más necesidad
de meterse en el papel de caballero andante.
Agitó la cabeza, en un intento de ahuyentar
aquellos pensamientos, lo cierto es que era muy tarde y tal vez por ello su
lógica estaba un poco atrofiada, aunque moría de ganas por ver la expresión de
ella cuando le dijera que había reparado su notebook y salvado sus archivos.
Taly sintió una leve sacudida, se alarmó, tal
vez era un terremoto, pero luego recordó que no vivía en una zona con
movimientos sísmicos, así que ignoró el movimiento y volvió a acomodarse.
Estaba teniendo un sueño muy agradable, sin embargo alguien pronunció su
nombre, su nombre completo y aunque le gustaba la entonación, pues le daba un
toque de sensualidad al repudiado “Talulha”, sentir que la llamaban así, la
obligó a abrir los ojos.
-¿Ehh..? – expresó medio adormilada.
-Ya arreglé tu notebook – le dijo él que la
había sacudido levemente por un hombro para despertarla y aquello la hizo
despertar completamente.
-¿De verdad? – le preguntó ella tratando de
ignorar el hecho de que se había dormido en el sillón.
-Sí y todos tus archivos están a salvo…bueno
al menos aquellos en los que estabas trabajando cuando se descompuso, los demás
deberás revisarlos tú. Yo no quise husmear, a propósito…¿figuro en tu articulo
como uno más de los mercenarios del patrimonio cultural?- preguntó él y
ella se sonrojó levemente.
-N…no, claro que no…
-Ve, fíjate como quedó – le indicó y ella se
levantó con tanta elegancia como fue posible, es decir una mezcla de la momia y
un panda rodando entre el bambú, y se dirigió al escritorio para ver su
notebook.
Funcionaba de maravilla y asombrada miró a Aidan.
-¡Anda bien! ¡La arreglaste! ¡Eres un genio! –
exclamó con sinceridad y él le sonrió encantado.
-Me alegra haber podido ayudar y que no hayas
perdido tu trabajo.
-Muchas gracias, Aidan – le dijo y él sintió
un estremecimiento extraño al sentir que lo llamaba por su nombre.
-No es nada…
-Sí, es mucho ..y además es tardísimo – dijo
al darse cuenta de la hora- Estoy en deuda..
-Entonces cena conmigo el viernes – propuso él
rápidamente..
-Sí, claro– contestó ella automáticamente
mientras revisaba sus archivos y luego
se dio cuenta de lo que acababa de decir. Levantó la mirada totalmente
espantada, pero era tarde para retractarse, acababa de aceptar salir con Aidan Diakos.
Malditas fueran las computadoras.
Y por la forma en que él sonreía estaba segura
de que él sabía lo que ella estaba
pensando.
Capítulo
12
“¿A dónde huir? Tú
llenas el mundo. No puedo huir más que en ti. ”
Marguerite Youcernar
-¡¿Qué haces
aquí?! –exclamó Susana al ver a su amiga sentada en el jardín leyendo.
-Estoy
leyendo, en mi casa, ¿qué tiene eso de raro? –preguntó bajando el libro.
-Talulha te
estoy preguntando qué haces en casa, en lugar de estar en la ciudad.
-Vine a
descansar un poco, me tomé un par de días.
-Te conozco,
¿lo recuerdas?, así que confiesas o busco a tu madre. Estoy segura que ni le
avisaste que habías regresado.
-Está bien,
está bien…-se rindió ya que deseaba
evita a su madre por otro día, la amaba pero
no quería oír sobre su nuevo romance, ni atravesar uno de aquellos
interrogatorios maternales que hacían ver a la inquisición como un parque de
diversiones.
-¿De qué te
escapaste Taly? – preguntó y se sentó frente a ella en el otro sillón de hierro
forjado que había en el jardín.
-Acepté
salir con Aidan Diakos –contestó Taly
-¡¿Qué
hiciste qué?!
-Eso mismo
me pregunto yo, ¿qué hice?.
-A ver ,
¿puedes contarlo en un orden lógico?
-Bueno, hace
un par de noches él me arregló la notebook y, cuando yo estaba totalmente en otro mundo, juro que estaba
medio dormida y atravesaba un grave caso de estrés tecnológico, me invitó a
cenar el viernes…
-¿Hoy?
-Sí, exacto.
Y yo dije que sí, pero no fue a
propósito…ni siquiera entiendo por qué me invitó.
-¡¡Cielos
Taly!!, eso es obvio, te invitó porque le interesas y ¿tú te escapaste?
-Bueno , ese
no es el término exacto…
-Tú estás
aquí y él en la ciudad, eso es escaparse ¿al menos le dijiste?
-Sí, claro. Lo
llamé y le dije que me había surgido un imprevisto y que tenía que tomarme un
par de días y que no podría ir a trabajar.
-Huiste del
hombre más atractivo e interesante que has visto en tus treinta años de vida,
juro que no te entiendo…tú serías capaz de huir del mismísimo Señor Darcy…
-Bueno,
Elizabeth debió haberlo hecho…-agregó con imprudencia.
-Te estás portando como una niña. Eso debiera
darte una pista Taly.
Talulha agitó la cabeza. No quería pensar en
ello, sin embargo cuando había regresado a su casa aquella noche, el corazón no
había dejado de latirle con fuerza y a medida que pasaban los días había tenido
una horrible sensación de asfixia que la había llevado a tomar el auto y salir
escapando tan lejos como fuera posible. Podría haber inventado una excusa o
simplemente negarse, sin embargo había actuado como una niña y aunque Susana
insistiera, se negaba a buscar una explicación a su forma de actuar.
Era la ciudad, tantos días allí la habían
desquiciado, debía ser eso.
-¿Qué piensas hacer? - le preguntó Su y ella
se vio obligada a abandonar sus reflexiones.
-¿Con qué cosa?
-Con tu vida Taly.- contestó su amiga con
seriedad.
-Pienso descansar un par de días en casa,
aprovechar para leer un buen libro y
luego regresaré a terminar todo lo de la exposición.
-¿Es qué eso es todo lo que esperas? ¿Qué la
única compañía en todas las noches de tu vida sea un “buen libro”?-preguntó
Susana enfadada.
-También hay buenas películas… –contestó Taly
sin inmutarse.
-¡Talulha! Nada de eso se compara a compartir
tus noches con una persona que te quiera…
-Su,¿sabes acaso que eso de compartir cama es una
de las principales razones de divorcio? Dormir con alguien está
sobrevalorado…piénsalo, te quitan las mantas en invierno, te ocupan la
almohada, RONCAN, te patean o te asfixian cuando se te echan encima…no tiene
nada de agradable sinceramente.
-Te abrazan Taly, te hacen sentir que no estás
sola y el calor del cuerpo del otro te recuerda que todo estará bien sin
importar cuántos malos momentos enfrentes…y si amas a esa persona y él te ama a
ti, es tu lugar en el mundo, tu refugio…¿quieres renunciar a eso?
-¿Dónde firmo?
-Talulha , no puedo creer que seas tan
insensible. Deja a un lado tu sarcasmo, no puedes seguir así…
-Susana , tú y mi madre son como alguien que
se empeña en dar medicamentos a una persona sana, yo estoy bien tal como
estoy…es hora de que dejen de insistir y de meterse en mi vida.
-No puedes renunciar al amor.
-No renuncio, sólo no creo. No se renuncia a
algo que no existe Susana.
-¡Esto no está bien! No puedo entenderte…
-Es parte del Equilibrio Universal, mi querida
Su.Para que el mundo siga en movimiento deben existir los opuestos, está la
gente como tú que cree y los que son
sarcásticos e incrédulos como yo. Es necesario que sea así para mantener
el equilibrio, ¿te imaginas un mundo dónde todos respiremos romance?
-¡Sí, sería fantástico!
-Sería agobiante, querida mía- dijo Taly-
Además así vamos bien, tú eres la romántica incurable y yo la realista…¡somos
mejores que los mosqueteros!
-¡Uff!-gimió Susana.
-¿Te quedaste sin argumentos?
-Sin paciencia Talulha, no hay argumentos para
los necios. Pero está bien…como lo desees…aunque si todo es como dices, ¿por qué tuviste que huir de
Aidan Diakos? ¿Qué tiene él que te hace escaparte con tanto empeño?. No me
respondas ahora , piénsalo…vendré más tarde a tomar el té.
Taly pensó que las amigas eran peores que los
espejos, obligaban a las personas a hacer cosas que no querían, a pensar en
cosas que no merecían análisis alguno. “Y todavía pensaba volver a tomar el té,
ja, que agradeciera si no le echaba sal o algo por el estilo.”
Claro que
Aidan Diakos no era importante, se había ido sólo porque no quería cenar
con él, no le veía justificación alguna. Y además si había hecho algo tan
infantil como escabullirse a media noche inventando una historia era simplemente,
porque no quería complicar su relación laboral con él. Sabía que el interés de
Aidan no iba en serio, le gustaba provocarla y era posible que también él
estuviera delirando aquella noche por la
falta de sueño, o tal vez deseaba cobrarse
la revancha por la forma en que ella lo trataba. Y cualquiera fuera la respuesta,
había sido bueno poner distancia. Claro que sí…había sido una muy buena idea.
Si él no sabía distinguir las cosas,
ella sí.
Susana llevaba casi media hora sin mencionar
el tema, hasta que tras tomar un sorbo de té, bajó la taza y miró a su amiga
.No hizo falta más para que Taly supiera que Su
volvía a la carga.
-¿Estás segura?-preguntó con suavidad y
Taly deseó tener a mano un par de
galletas de chocolate para cerrarle la boca. Lo peor era la excesiva seriedad
de su amiga.
-¡Claro que estoy segura!
-Pero…
-¡Cielos Su! ¿Quieres que crea en algo como
eso? –preguntó señalando los libros que su amiga había dejado en la mesa al
entrar.
-No estaría mal…-le contestó dándole una palmadita a la tapa de sus recién
adquiridas novelas.
-Y dicho sea de paso qué es eso …¿Un
highlander?
-Sí…
-Su, sinceramente cómo alguien puede esperar
que la vida sea como las novelas. Quiero decir , mira esa que tienes ahí.
-¿Qué pasa con ella? Es lo más reciente de una
de mis autoras favoritas…y aunque nunca lo reconozcas es una autora con mucho
talento.
-No discutiré eso – aseveró con sarcasmo –
pero dime Su, ¿viajes en el tiempo?.Es totalmente increíble cómo las
protagonistas de esas novelas caen en agujeros, hechizos, etc y se ven
transportadas a la época antigua..y cómo si fuera poco,¿caen en medio de una
hoguera para ser quemadas como brujas? ¿En una aldea para trabajar? ¡NOOOOOOOO!
Caen en los brazos de algún noble escosés o caballero medieval, que además de
ser guapo , es increíblemente tierno y comprensivo. Diría que totalmente
anacrónico.
¿Es que nadie leyó un poco de historia? ¿No
saben que en la Edad Media
la mujer era poco más que una posesión? Y además estas mujeres renuncian
jubilosamente a la vida moderna para quedarse en las más precarias
condiciones…es absurdo.¿Acaso renunciarías a la luz eléctrica, los antibióticos
y tu celular por un tipo que usa falda o anda metido en una armadura como si
fuera sardina enlatada?
-Creo que sí – contestó Su con una sonrisa – Y
aunque lo niegues, a ti te encantaría viajar en el tiempo y no sé si te
traerías un escosés pero seguramente te robarías varias reliquias…
-Yo nunca…
-Vamos Taly, no podrías resistirte, te conozco,
y el hecho de que haya fantasía en estas historias no hace que los sentimientos
sean menos verdaderos.
-Claro que sí, cómo puede haber verdad
mezclada con toda esa tontería. ¿Y ésta otra? –preguntó tomando el segundo
libro- ¡VAMPIROS!
-Están de moda – contestó impasible Susana, ya
estaba acostumbrada a aquellos discursos
y con el tiempo estaba aprendiendo a divertirse con ellos en lugar de sentirse
ofendida. Además, el hecho de que Taly fuera tan enérgica era sospechoso,
parecía querer descartar cualquier sugerencia acerca de Aidan y tal ferocidad
sólo podía indicar que tenía interés en él.
-Sé que están de moda, Su, pero yo doy vuelta
la cara cuando me extraen sangre para hacerme algún examen médico y aborrezco
los mosquitos con toda mi alma, ¿cómo a
alguien le puede parecer sexy o romántico que le claven un par de colmillos y le
beban la sangre como si una fuera una lata de refresco? Es inaceptable…¿qué
clase de mujer disfruta con algo así?
-Es verdad, sin mencionar que siempre se ven
tan jóvenes y apuestos mientras una se arruga, nop, definitivamente en la de
vampiros no me anoto. No es lo mío.-respondió Su.
-¡Susana!
-Tú lo empezaste.-se defendió
-Claro que no. Fuiste tú, yo sólo quería tomar
juntas un té…tú tuviste que empezar de nuevo con lo del amor. Y encima
involucraste a Aidan Diakos en el tema.-Protestó Taly.
-Está bien, pero en realidad lo involucraste
tú al salir huyendo de él.
-Yo no huí. Quería tomarme unos días.
-Me gustaría ver qué vas a hacer cuando
regreses, no puedes inventar excusas para siempre.
-No son excusas. Y no le veo lo complicado a
regresar, además estoy segura que él no lo volverá a mencionar. Ya te dije, los
dos estábamos muy cansados y ni siquiera pensábamos con claridad.
-¿Y si lo hace Taly? Si Aidan insiste, ¿qué
harás? ¿Volverás a escaparte?
-No lo sé –admitió finalmente y dio un largo
sorbo al té .
“No lo sé”
se repitió a sí misma y lo que acababa de beber le supo tremendamente
amargo.
Capítulo
13
“Yo no tengo ninguno de los motivos que
suelen empujar al matrimonio a las mujeres. Claro que si me enamorara la cosa
sería muy distinta; pero yo nunca me he enamorado; no va con mi manera de ser o
con mi carácter, y creo que nunca me enamoraré.”
Jane Austen
Taly pensó que Su se habría desilusionado por
el completo desinterés que mostró Aidan por su reciente ausencia, sólo le
preguntó al pasar si todo estaba bien y luego de escuchar distraídamente su
respuesta se había olvidado del asunto.
Habían vuelto al trabajo sin alterar la
rutina.
Aquello derrumbaba las teorías románticas de
Susana y Taly se sintió aliviada, aliviada y muy tonta al pensar que había salido huyendo por una invitación a
cenar sin la menor trascendencia.
De hecho, si lo razonaba fríamente, debería
haber asistido y listo, qué podía ser tan grave en una cena. No había nada
entre ella y Aidan, se dijo a sí misma y
se metió de lleno en el trabajo, más de lo necesario.
Quedaban los preparativos finales para la
exposición y Talulha hacía todo lo posible por acelerar el trabajo, de esa
manera podría dejar de trabajar en aquella empresa y regresar a su labor full
time en la Universidad. Y una vez acabado todo, podría regresar a la
tranquilidad de su hogar, lejos de la ciudad.
Sin embargo, el destino tiene un sentido del
humor perverso con algunas personas y éste era el caso de Taly.
Mientras ella se empeñaba más en apresurar las
cosas, más contratiempos surgían.
El resto del equipo que trabajaba en la
catalogación de las reliquias para la exposición tuvo algunos inconvenientes
por lo que necesitaron su ayuda, además se perdieron un par de informes e
incluso durante unas horas entraron en pánico por el posible extravío de una
valiosa pieza que apareció tras un
escritorio.
También había problemas en la Universidad y para
completarla le devolvieron un artículo de una revista por un error en los
autores citados, era obvio que estaba muy cansada.
Cuando un empleado que trasladaba algunos de
los objetos, estuvo a punto de dejar caer un valioso jarrón oriental, ella
sintió que el corazón se le salía del pecho y se dejó caer en el suelo.
Así la encontró Aidan, sentada en el suelo,
con la espalda apoyada en la pared, los ojos cerrados con los lentes torcidos
sobre la nariz y respirando para calmar
la tensión.
-¿Te sientes bien? – preguntó inclinándose
hacia ella.
-Sí, todo bien – respondió acomodándose un
poco – sólo que he estado a punto de ver más de 400 años de historia chocarse
contra el suelo y no es una sensación agradable.
-Me imagino, pero parece que todo está bien
ahora. ¿Necesitas ayuda?
-No gracias – respondió en forma cortante, le
avergonzaba que él dudara de sus capacidades profesionales.
-Bueno, ya sabes, cualquier cosa me avisas –
le dijo y acto seguido para sorpresa de Taly se sentó junto a ella y cerró los
ojos.
-¿Qué haces? –preguntó desconcertada.
-Pruebo tu método, estoy agotado – le
respondió cerrando brevemente los ojos y echando la cabeza hacia atrás.
Entonces Taly lo observó, ciertamente parecía
cansado, tenía leves manchas oscuras debajo de los ojos y la piel algo opaca,
necesitaba descansar. Repentinamente recordó que no era algo que le importara a
ella y se levantó de prisa, tenía muchas cosas que hacer y preocuparse por la
apariencia de Aidan Diakos , no era una de ellas.
-¿Te vas..? – preguntó él desde el suelo, ella murmuró una afirmación y desapareció.
Minutos después él se levantó, necesitaba
dormir un poco, por lo visto más de lo que el creía si era capaz de sentarse en
el suelo de su empresa junto a una mujer que pinchaba más que un puercoespín,
sin embargo no pudo evitar una sonrisa al pensar en ella.
Podía llegar a ser un puercoespín encantador.
Taly llegó a su departamento, se sacó los
zapatos antes de encender la luz y luego exclamó en voz alta.
-¡Viernes al fin!
Por suerte había terminado su jornada
temprano, así que podría darse un largo y relajante baño, comer algo y mirar un
par de horas de tele, antes de acostarse.
Frunció el ceño al recordar que no había
demasiado en su refrigerador, pero tenía lo necesario para hacer unas crepes de
finas hierbas con queso, aunque no tenía ganas de cocinar.
Por lo pronto empezaría por darse el baño,
caminó lentamente mientras iba arrojando las prendas en su camino. Una media
hora después, salió relajada y con el ánimo tonificado.
Unos minutos después tocaron el timbre y
cuando abrió se encontró con su amiga en la puerta.
-¡Su! ¿Qué haces aquí?
-Te visito – contestó mientras entraba.
-Lo sé..pero a esta hora, ¿cómo llegaste?
-Tomé la camioneta de Russ.
-¿Condujiste hasta aquí?
-Sí , eso creo .Tenía algunas cosas que
atender aquí y de paso verte a ti.
-¿Cosas que atender en la ciudad?¿Qué cosas?
-Ah, es un secreto…
-Ahora te haces la misteriosa…
-Creo que se me contagió de tanto romance rosa
que leo –contestó Su con una sonrisa angelical.
-¡Oh bien! Por lo visto no vas a contarme,
pero me alegra que estés aquí.
-Sí a mi también.¿Qué hay de cenar?
-Iba a cocinar, pero ahora que estás aquí, qué
te parece pizza de un delivery.
-Justo lo que quería – respondió Su y las dos
rieron.
Luego de la cena y un rato de charla, se
fueron a acostar para seguir conversando en la oscuridad. Cada una estaba en
una cama de la pequeña habitación y hablaban casi en susurros como si pudieran
despertar a alguien, costumbre remanente de su adolescencia.
Charlaban sobre todo un poco, hasta que Taly
cometió el error de hablar sobre los complicados días de trabajo, aquello hizo
que Su volviera al ataque.
-¿De verdad no quieres casarte?- preguntó su
amiga, y sólo ella entendía como la charla de trabajo había derivado de nuevo
en el tema del matrimonio y el amor.
-No, ya me las arreglo para ser desdichada sin
ayuda y los peores males son los que uno mismo se busca…-contestó Taly
convencida.
-Yo soy feliz –aseveró Su y por un minuto Taly
se quedó en silencio.
-Eres la excepción cariño, no hay felicidad
después del matrimonio y menos aun eso que crees que es amor.
-Taly el amor existe, amabas a tu tía abuela,
amas a tu madre , a mí…
-No es lo mismo.
-Russ me ama y yo a él.
-Su, ya dejamos en claro que eres la excepción
y aún así no me digas que tu vida matrimonial es una novela, porque no es
cierto.
-Supongo que no…pero es amor. Existe, si no
por qué escribirían tantos libros sobre algo que no existe, por qué habría
canciones y por qué sería lo que todo el mundo busca…
-Susana ya lo hablamos, la gente también
escribe sobre hadas y dragones y no he visto muchos últimamente. En cuanto a lo
que buscan, pues también buscaban a El Dorado y no recuerdo que lo hallaran..,libros,
novelas, películas, sólo es ficción.
-Pero la ficción tiene bases reales – discutió
Susana con tenacidad.
-A ver Su, nómbrame cinco de tus películas románticas
favoritas sin pensarlo mucho.
-¿Sólo cinco?
-Sí, rápido…piensa en esa que has visto mil
veces y te has aprendido los diálogos de memoria
-Ghost, Titanic, El Paciente Inglés, Orgullo y
Prejuicio, Love Story…-enumeró sin pensar.
-¡Ya está!, ya hay cinco. Ahora piensa en ello
Su, salvo Orgullo y Prejuicio, todas terminan mal, de hecho incluso una incluye
la infidelidad. Las grandes historias de amor terminan trágicamente porque es
la única forma en que el sentimiento dure, la gente sabe que si Jack y Rose se
hubieran casado hubieran sido infelices, no es la misma emoción el cambiar
pañales y pagar impuesto que estar a bordo de un barco que se hunde mientras
posas desnuda con un gigante zafiro en el cuello .No hay grandes historias de
amor sobre matrimonios o que vayan más allá del felices para siempre, todo es “la
sensación de enamoramiento”, o sea las hormonas en acción, luego ya no hay más, porque se sabe que en la vida real ese
sentimiento de entusiasmo se diluye y sólo queda la rutina , hasta que las
personas se convierten en muebles.
-¡Yo no soy un mueble y de ningún modo veo a
mi marido como una biblioteca o una mesa para el té!- protestó Susana ofuscada
levantando la voz.
-¿Un sillón?- sugirió Taly y su amiga contó en
silencio hasta cien.
-¡Taly! Las historias que mencionamos son
ficción , sólo llevan al máximo la expresión de sentimientos pero eso no
significa que no sean reales.
-Está bien, no llegaremos a un acuerdo… pero
deberías aceptar que el matrimonio no es para todos, no lo es para mí- aseveró
Taly.
-¿Y “la sensación de enamoramiento”, tampoco
quieres eso? – insistió su amiga, por lo visto sería una noche muy larga.
-¿Hablas del corazón latiendo de prisa y las
mariposas en el estómago?
-Eso mismo…
-Su, tengo treinta. Si sintiera que mi corazón
se agita más de lo normal correría al cardiólogo por temor a un ataque cardiaco
y si sintiera mariposas en el estómago tomaría un par de pastillas para la
gastritis. No son sensaciones placenteras cariño, si los signos del amor son
confundibles con síntomas médicos renuncio a ellos, no son algo que necesite. Bastante con
la miopía y los ocasionales dolores de cabeza.
-¿Qué voy a hacer contigo?
-Quererme como soy, necesito que alguien lo
haga.- contestó Taly.
-Sí, lo necesitas –dijo su amiga y aunque Talulha
sintió algo extraño en su tono de voz, debido a la luz apagada no pudo
descifrar la expresión de su amiga Susana.
De haberlo hecho, hubiera temido.
Era sábado, día para descansar y además tenía
a su mejor amiga.
-¿Qué haremos hoy? – le preguntó a Su mientras
desayunaban.
-Tengo que atender los asuntos que te comenté
en la tarde.
-En realidad no me comentaste nada, te hiciste
la misteriosa y eludiste el tema.
-Lo sé. Bueno, el caso es que no estaré en la
tarde, pero qué te parece si cenamos esta noche en algún lugar caro y fino.
-¿Te ganaste la lotería?
-No, pero es sólo una cena, no vamos a
fundirnos por eso. Ya que estoy en la ciudad sería un desperdicio no hacerlo.
-Está bien, yo me encargo de las reservas.
-No, lo hago yo. Andaré por el centro –
explicó Su y Taly asintió.
-Entonces yo aprovecharé para escribir un
poco.
Talulha se enfrascó en su trabajo y sólo
cuando su teléfono celular sonó, señalando la llegada de un mensaje se dio
cuenta de que era bastante tarde.
Leyó el mensaje.
Me retrasé un poco, lo siento.
Nos vemos a las 9 en el Blue Stelle
Ya reservé a mi nombre.
Ponte linda, yo me compré un vestido.
Besos.Su
“¿Qué había ido a hacer Susana a la ciudad y
por qué le llevaba tanto tiempo?”
Aquello estaba empezando a preocuparla, pero al ver la hora se apresuró. Debía cambiarse
si quería llegar a tiempo.
Se puso unos pantalones negros y una bonita
blusa blanca de gasa y con volados. Su podía ponerse vestidos si quería , pero
ella no estaba de humor para revolver todo su guardarropas, estaba elegante
como para comer en el Blue Stelle , estaba tentada a ir en jeans y camiseta
pero su mejor amiga la serviría de aperitivo. “Sexy y sobria” definió
imaginando lo que diría Su, se maquilló ligeramente, cambió los lentes por los
de contacto porque tenían una patilla un poco torcida (debía llevarlos a
arreglar con urgencia) y se peinó, tratando de que su rebelde cabello quedara
en su lugar .
Se puso los tacos, tomó un bolso, una chaqueta
de hilo y salió.
Veinticinco minutos después estaba en el vestíbulo
del restaurante, le dijo el nombre de Su al maître y luego siguió al mozo que
la guiaba.
Era un lugar precioso, con paredes en tonos de
azul, con mesas bastante espaciadas entre sí, unos grandes ventanales que
permitían ver el paisaje nocturno, y en
general con un ambiente lujoso y romántico. Había poca luz, la iluminación
provenía de grandes lámparas de cristal que colgaban del techo y pequeños
candelabros con forma de tulipanes que había en las mesas.
-Por aquí – dijo el hombre y le señaló una
mesa junto a la ventana.
-Hola – dijo una voz familiar y Taly vio
espantada que Aidan estaba sentado a la mesa y se levantaba a saludarla.
-¿Dónde está Susana? – preguntó ella y en ese
instante su teléfono sonó. Lo sacó del bolso y lo miró consternada como si
sostuviera una serpiente de cascabel. Era un breve mensaje de texto.
Cariño, disfruta de la cena y esta vez no
huyas.
Dile que me surgió un inconveniente.
Ya estoy camino a casa.
Come mucho que él paga.
Te quiero
Susana.
Capítulo
14
“Yo me he entregado a ti con más rapidez que a ningún
hombre, te lo juro. ¿Por qué? Porque al verme escupir sangre me cogiste la
mano, porque lloraste, porque eres la única criatura humana que se ha dignado
compadecerme.”
Alejandro Dumas-La dama de las camelias
Aidan la miró expectante, parecía totalmente
perdida mientras leía el mensaje de texto, luego creyó oírla maldecir muy bajo
y a continuación ella levantó la mirada hacia él, parpadeó un par de veces y
finalmente habló como si apenas pudiera recordar como se hacía.
-Susana dice que tuvo una urgencia y no podrá
venir – explicó como si ella supiera con claridad lo que sucedía allí. Lo único
que alcanzaba a comprender era que estaba a punto de cenar a solas con Aidan y
que su mejor amiga acababa de emboscarla y traicionarla.
-Oh, es una pena. Espero que no sea nada grave
– dijo él y le corrió la silla para que
se sentara, luego lo hizo él.
-No nada grave, sólo urgente –comentó
sonriendo y muy dentro de sí pensó que no había lugar de la tierra en que su
amiga pudiera esconder su trasero de Celestina psicótica, porque ella pensaba
encontrarla.
-Tenía ganas de verla, me llamó para saludar
porque estaba en la ciudad y luego me preguntó si estaba muy ocupado como para
cenar con ustedes. Le dije que sería un placer, podría cumplir con invitarlas a
comer, se lo debía a tu amiga y de paso podríamos saldar lo que teníamos pendiente.
Estás en deuda conmigo Talulha – le dijo él mirándola entornando los ojos.
-Sí, claro, lamento no haber podido cumplir la
otra vez.
-¿De verdad lo lamentas? – preguntó él y muy oportunamente llegó el mozo a tomar el
pedido.
Taly tenía muy buena memoria, recordaba cuando
habían comido en lo de Rita, bueno en realidad él había disfrutado la comida y
ella se había negado a aceptar su invitación. También recordaba que había pensado
que si se daba otra oportunidad se desquitaría, la “otra oportunidad” estaba
frente a ella y en uno de los restaurantes más caros de la ciudad.
Con una sonrisa encantadora, tomó la carta y
empezó a pedir. Diakos iba a invitarla por primera y última vez a cenar, ella
iba a asegurarse de eso.
Aidan, la miró
tratando de no delatarse, estaba totalmente divertido. Era obvio que
ella no había esperado encontrarlo allí, no había alcanzado a disimular su
sorpresa. Él tomó nota mental de enviarle un ramo de rosas a Susana, se lo
merecía aunque más no fuera por ver a Talulha desconcertada. Y también era
divertido verla ordenar como si pensara comer en orden alfabético todo lo
que había en el restaurante.
Iba a ser un gran espectáculo.
Mantuvieron una charla liviana , mientras
comían y a medida que le traían los platos que había pedido, Taly agradecía que
los restaurantes caros se caracterizaran por servir pequeñas porciones. Ya
había dado cuenta de un par de ensaladas, un medallón de lomo con crema de
zanahorias, salmón al limón, costillas de cordero a las finas hierbas, ahora le
tocaban las pastas – había ordenado tres clases diferentes- y luego los
postres.
Aidan había ordenado ensalada y pollo a la
marsala, alimentos que comía con una lentitud exasperante.
Entre bocado y bocado, mantenían una charla
liviana sobre temas más livianos aún, lo que no significaba que fuera algo
aburrido. Taly había descubierto, con un sentimiento parecido al horror, que
era muy agradable charlar con aquel hombre, probablemente si no estuviera
dispuesta a demostrarle que era un
pichón de Godzilla con hambre,
hubiera disfrutado la conversación.
-¿Fue de tu gusto? –preguntó Aidan luego de
los postres, mientras bebía un café. Un extraño brillo iluminaba sus ojos al
observarla.
-Sí, muy rico. Hacen una comida deliciosa –
contestó ella pensando que no volvería a probar postres con crema por dos años mínimamente.
-Me alegro que lo disfrutaras, tal vez
podríamos volver a venir – dijo él.
-Aidan…
-¿Sí?
-¿Por qué insistes en invitarme a salir? Eres
un hombre ocupado y además estoy segura que
tienes otras formas de pasar tu tiempo libre.
-Créeme Talulha, por el momento no encuentro
mejor manera…- comentó mirándola con intensidad.
-Tienes gustos extraños – le comentó ella.
-Estoy empezando a pensar que sí – dijo
estudiándola en forma especulativa.
-Bueno, será mejor que nos vayamos. Ya es
tarde…
- Mañana es Domingo – observó él y pensó que
había sido mala idea cuando ella lo miró con una pizca de enojo por ponerla en
evidencia.
-Aún así, tengo cosas que hacer.
-De acuerdo.
Luego de que Aidan pagara la cuenta, se
dirigieron a la salida y cuando ella iba a despedirse, él se ofreció a
llevarla.
-No es necesario, traje mi auto.
-Entonces te acompaño hasta él – dijo Aidan y
ella aceptó. Estaba decidida a comportarse.
Sin embargo, perdió todo rastro de compostura
cuando llegó al lugar donde su auto debía estar. Por lo visto era una zona
prohibida, porque estaban haciendo reparaciones y la grúa se lo había llevado.
Taly se quedó muda, la otra opción era patalear en el suelo y no era algo
conveniente hacerlo cuando uno llevaba tacones y ropa elegante.
-¿Te llevo? ¿O estás buscando formas de
maldecir al creador de la grúa? – preguntó él que estaba más que dispuesto a
darle un abrazo a quien la había metido en tal aprieto, después de todo él
salía ganando.
-Llévame – dijo ella sucintamente y unos
minutos después subió al auto de él.
-No te preocupes, en general conduzco bastante
bien. Lo de quedarme varado es la excepción, no la regla – le dijo sonriendo y
ella respondió con un gruñido bajo.
Taly estaba dispuesta a creer que la situación
no era tan mala cuando sintió una fuerte
punzada en el abdomen. “No es nada”, se dijo a sí misma y la ignoró, sin
embargo la segunda la hizo palidecer de dolor.
-¿Te sientes bien? – preguntó Aidan mirándola
de refilón mientras conducía.
-Sí, todo bien – mintió ella pero un par de minutos después, ni todo su
estoicismo puedo evitar que se doblara del dolor.
-¿Talulha qué te pasa? ¿Te duele? – le
preguntó él preocupado.
-Sólo un poco, no es nada.
-¡¿Sólo un poco?! ¡Cielos mujer, estás blanca
como el papel! ¿Si te clavan una espada dirías que es una picada de mosquito?
-No es nada, ya pasará…-dijo pero otro fuerte
ramalazo de dolor interrumpió su frase.
-Vamos ya mismo al hospital – dijo él y cambió
de dirección.
-¡No, no! – exclamó ella tocándole el brazo.
-Puede ser grave, no seas terca. Sólo nos
aseguraremos que no es nada y listo.
-¡No al hospital no! ¡No me gustan! – protestó
ella como si fuera una chiquilla asustada.
-Está bien, no al hospital , pero buscaremos
un médico. ¡Ya sé! –exclamó de pronto y aceleró .Talulha tuvo la fugaz
sensación de que se había pasado el semáforo en rojo, pero dado que se debía a
ella le pareció de mala educación reclamarle que respetara las leyes de
tránsito.
Poco tiempo después estacionaban frente a un
lugar con cartel de clínica privada.
-Es de un amigo mío, no tienes que preocuparte
–dijo él mientras bajaba del auto.
-Aidan…
-Vamos Talulha – dijo y la ayudó a bajar del
auto.
Taly apenas podía moverse, estaba doblada del
dolor y era un alivio que él la sostuviera con un brazo en su cintura y otro
en sus hombros y la guiara. Fue
vagamente consciente de que entraban y él pedía ver a alguien, luego vio a un hombre joven que se dirigía hacia ellos
y saludaba a Aidan.
-Veamos cuéntame qué sucede – dijo él y en ese
momento le dio otro intenso dolor que la hizo doblar mientras se sostenía el
vientre.
-¿No estás embarazada, verdad? – preguntó el
hombre mientras miraba alternativamente a la joven y a su amigo y Taly murmuró
algo que hizo sonreír a Aidan.
-¿Qué dijo? No la escuché -preguntó el hombre.
-Ella preguntó dónde compraste el título…-
dijo él con una sonrisa y su amigo lo miró desconcertado. Aquella no se parecía
a otra mujer con la que Diakos hubiese
salido.
-Tráela por aquí Aidan –dijo el hombre y le
señaló un consultorio. Sorpresivamente Aidan la levantó y la llevó
-¡Demonios! – exclamó Taly sorprendida al ser
levantada en el aire.
-Tranquila …-le susurró él y la dejó en la
camilla para luego retirarse discretamente.
El medico se acercó a ella y Taly frunció el
ceño levemente, odiaba ir al médico , Susana le debía una muy grande.
-¿Cómo comenzó el dolor?
-Cuando salimos del restaurante…
-Dime qué comiste, tal vez algo te hizo mal.
–sugirió el hombre mientras la examinaba.
-A ver, comencé con ensalada, luego la carne,
el cordero y el pescado. Después vinieron los canelones , los sorrentinos, los
spaghetti, y luego los postres..primero…
-Está bien, está bien. Creo que eso es
suficiente -dijo el hombre mirándola
sorprendido.
Aidan estaba ansioso esperando en la puerta,
cielos, más que ansioso estaba aterrado.
Cuando Víctor salió de la consulta se abalanzó hacia él.
-¿Estará bien? ¿Es grave…? –lo interrogó.
-Estará bien Aidan, es sólo una indigestión
severa. Ya le di una inyección para calmarle el dolor, con un par de días de
dieta estará bien. La dejaremos que
descanse unos minutos mientras hace efecto la medicina y luego puedes llevarla
a casa.
-Bien, gracias…
-Aidan…
-¿Mmm?
-La próxima vez, detenla antes del tercer
plato – sugirió su amigo y Aidan no pudo evitar reír.
Talulha iba sentada en silencio junto a Aidan,
por suerte el dolor había remitido y era soportable, pero aquella situación iba
a acabar con sus nervios.
-¿Te sientes mejor? – preguntó él.
-Sí, gracias.
-Bien – asintió y siguió conduciendo.
El deseo de salir corriendo estaba agobiando a Taly, cuántas veces más
estaba destinada a hacer el ridículo frente a ese hombre. Pensaba mantenerse
alejada de él tanto como fuera posible, parecía ser que cada vez que se
encontraban ella terminaba comportándose como damisela en peligro y él como
caballero andante.
Sólo que a ella no le sentaba el papel para
nada , mientras que a él le iba a la perfección. No perdía la calma, sabía cómo
proceder y terminaba solucionando las cosas. En cambio ella se portaba como una
niña testaruda, maldecía y decía tonterías.
Ahora el silencio era inquietante, no estaba segura de si debía agradecer o
disculparse por comer como una vaca que ve la campiña luego de pasearse por el
Sahara. Para empeorar la situación, él no decía mucho desde que habían salido
del médico, salvo preguntar ocasionalmente cómo se sentía.
Aidan no sabía que decir, había estado tan
preocupado al verla mal que al saber que
estaba bien se había quedado al límite de sus fuerzas, además por la expresión
de ella temía que dijera lo que dijera iba a ser inapropiado. Había comprendido
muy bien que no era la clase de mujer que salía corriendo a buscar ayuda cuando
tenía problemas, más bien se sentía incómoda con la interferencia.
Cuando llegaron al departamento, le abrió la
puerta y la ayudó a salir del auto.
-¿Quieres que me quede? – dijo él recordando
que estaba sola. No le agradaba la idea de dejarla así, aún estaba pálida y
agotada.
-No, está bien.
-¿Segura?
-Sí Aidan, ya has hecho lo suficiente – dijo
ella y él tuvo la sensación de que aquello no era un agradecimiento. También a
Taly le resultó brusca su propia respuesta.
-Bien, pero si necesitas algo, no dudes en
llamarme.¿De acuerdo?
-Sí. Aidan, gracias por todo lo que has hecho
y lamento que la noche terminara así.
-No te preocupes. Te llamo para ver como
sigues – dijo él e inesperadamente le dio un beso en la frente, luego se alejó,
la saludó con la mano y se marchó.
Taly estaba demasiado agotada para reaccionar,
acababa de ser derrotada por una indigestión y la dulzura de Aidan Diakos.
Era demasiado tarde, luego de un baño y un té
ligero, Taly estaba dispuesta a ir a la cama. Aun estaba dolorida y se sentía
sin fuerzas, sin embargo había cosas que
no podían esperar. Marcó el número que sabía de memoria.
Apenas atendieron Taly sintió la furia bullir
en ella
- ¡De ahora en más, mira cada noche debajo de
tu cama Susana porque vas a pagarme ésta!
- ¿Taly?..-preguntó adormilada desde el otro
lado de la línea.
-Sí cariño, ¿quién más podría querer
asesinarte a las 2 de la mañana?
-Cuéntame,
¿cómo te fue?.
-Como vacaciones en el averno. ¿Quieres que te
cuente?
Las risas de Susana mientras ella le contaba
lo sucedido eran un agravante, era cierto
que si uno lo pensaba tenía su lado
cómico pero Taly estaba convencida de que su amiga debería intentar mantener la
compostura, se lo debía .
-¡Ay Taly! Después de todo lo sucedido, ¿por
qué no aceptaste que se quedara un rato a cuidarte?
-¡¡¿POR QUÉ?!!. Porque no soy la maldita Dama
de las Camelias , Su. No tengo una enfermedad mortal y me comporto en forma
noble mientras mi corazón sufre por amor. ¡Tenía una indigestión! Y lo último
que quería era que él fuera testigo.
-¿Por qué te importa la imagen que le das?
-Porque odio estar enferma y odio que me
acompañen cuando me siento mal, me pongo de un humor de perros.
-Eso es cierto, nunca fuiste agradable cuando
no te sientes bien. Pero es tan romántico, la forma en que él se preocupó…
-Su, duerme, obviamente tu cerebro se atrofió.
-Tú fuiste quien me despertó.- reclamó su
amiga.
-Sí, lo merecías.
-Taly, recuerda tomar infusión de
manzanilla..y…-Taly le cortó antes de
que ella siguiera.
“¡Romántico!” Aquello era otro de los tópicos
que nunca había comprendido de las estúpidas
novelas de amor. No tenía nada romántico
estar engripado, afiebrado , con una indigestión o herido.
Si ella fuera protagonista de una novela y
hubiese sido herida , lo último que desearía en el mundo mientras estaba
adolorida y desangrándose , era tener a un tipo baboseando mientras le sostenía
la mano y hacía edulcoradas declaraciones de amor.
“¿Y por qué las heroínas siempre descubrían
que amaban al protagonista cuando éste estaba enfermo?”
“¿Qué tenía de atractivo un hombre delirando
de fiebre?”
Si le preguntaban a ella, era alguna clase de
falla psicológica necesitar ver a alguien vulnerable para tener sentimientos.
En cuanto a ella, prefería estar sola, tomar
los medicamentos, ponerse una camiseta larga y vieja para dormir y descansar
sin que nadie le jurara amor eterno mientras se le retorcía el estómago.
Sin embargo cuando a la mañana siguiente leyó el mensaje de
Aidan en su teléfono preguntando cómo se sentía, casi casi se animó a sonreír.
Capítulo
15
“Es una extraña pretensión del hombre querer que el amor
conduzca a alguna parte.”
Víctor Hugo
Taly pensó que no volvería a probar nada en su
vida, lo peor de una indigestión es el día siguiente. Se sentía totalmente
agotada. Ni siquiera podía decir que se hubiera levantado, para ser sinceros se había arrastrado de la
cama. Se había despertado muy temprano, había leído los mensajes en su celular,
el de Aidan y uno de Su, y luego se había vuelto a dormir.
Cerca del mediodía, había resuelto levantarse
pues aunque su cuerpo reclamaba seguir un par de semanas en cama, su mente se
negaba a dejarse vencer por un exceso de comida.
Necesitaba algo para asentar un poco el estómago,
pero su heladera estaba llena de cosas insalubres, tenía una buena reserva de
chocolate pero nada de té de manzanilla, galletitas Light o arroz. De hecho ni
siquiera tenía té negro, sólo café. Sacudió la cabeza, pensando que tendría que
revisar sus prioridades alimenticias y también sus actitudes, había sido
totalmente infantil y ahora pagaba las consecuencias.
Decidió dejar su desayuno- almuerzo para luego
y darse primero un baño para reanimarse un poco. Media hora después deambulaba
en bata por el salón cuando sintió que llamaban a la puerta.
Lo odiaba, pero no tenía ni siquiera fuerzas
para rebelarse, no era justo que él luciera como un aviso publicitario cuando
ella se sentía una piltrafa humana, y menos justo era que estuviera allí cuando era la última persona que quería
ver. Una chispa de rebeldía ardió en su interior, pero se sentía cansada y
dolorida como para pelear.
-¿Talulha? – la llamó él al verla tan pálida y confundida mientras
sostenía la puerta y lo miraba como si fuera una alucinación.
-Aidan, ¿qué haces aquí?.
-Estaba preocupado por ti, así que decidí
venir a ver cómo seguías.
-Viva, gracias por venir – contestó e intentó
cerrar la puerta pero él fue más rápido e ingresó antes de que Taly pudiera
evitarlo.
-Aidan…
-¿Ya tomaste la medicina? – preguntó él
señalando con la cabeza el frasco que
había sobre la mesa.
-Aún no .En serio estoy bien, no necesito que
te quedes.
-Lo sé, pero quiero asegurarme. Y además traje
esto – explicó levantando unas bolsas.
-¿Qué es?
-Comida adecuada para tu situación…
-Yo..
-¿No necesitas nada? –preguntó mirándola
divertido y ella estuvo a punto de negarlo, cuando recordó que ni siquiera tenía un té para beber y que se
sentía tan mal que salir de compras no
era una posibilidad.
-No tienes que hacer esto.-insistió incómoda.
-Es que me siento responsable.
-Aidan, tú no me obligaste a comer – dijo ella
con tono de cansancio.
-Es extraño, pero tengo la sensación de
haberlo hecho – comentó muy astutamente y Taly se sintió estúpida y
arrepentida. Tal vez la conciencia estaba localizada en el estómago, porque
parecía haberla recuperado al mismo tiempo que sentía los dolores.
Toda la situación era de lo más extraña, ambos
parados allí en el pequeño comedor. Taly no estaba segura de cómo proceder,
Aidan había ido porque estaba preocupado por ella y eso era lo más extraño de
todo.
Su relación con aquel hombre era de lo más
insólita, lo había sido desde el inicio, pero ya no tenía ganas de pelear.
-¿Qué tienes ahí? – preguntó ella y él sonrió.
-Té, té de manzanilla y de menta, galletas
light, arroz, caldos de verdura,….-empezó a enumerar mientras sacaba incontables
cosas de las bolsas que cargaba.
-Creo que me agarraré otra indigestión…-medio
protestó.
-No comas todo al mismo tiempo.
-Está bien, empezaré con esto-dijo tomando el
paquete de té.
-¿No es mejor éste? – sugirió él mostrándole
la manzanilla.
-No, éste es mejor –dijo recordando el consejo
de Susana. Necesitaba aunque fuera un pequeño acto de rebelión.
-¿Me invitas a almorzar? – preguntó Aidan y
ella lo miró sin comprender.
-Un té estará bien, será el equivalente a mi
pollo a la Marsala…
- No nombres la comida –pidió ella y se agarró
el estómago.
-Lo siento…¿me invitas?
Talulha iba a negarse, lo único que tenía en
claro era que lo quería lejos, pero estaba a punto de tomarse el té que el
hombre había comprado, ella aún conservaba algún resto de buenas maneras así
que asintió y lo invitó a sentarse
mientras ponía el agua. Un rato después trajo dos tazas humeantes de té.
Se sentó frente a él y lo miró con un dejo de irritación.
-¿Qué buscas Aidan?
-Un poco de azúcar no estaría mal…- ella
protestó y le acercó la azucarera.
-No me refiero a eso, lo sabes. ¿Por qué
viniste?, o mejor ¿por qué me invitaste a cenar?.
-No es tan complicado Talulha, sólo quiero
conocerte un poco más…
-¡¿Pero por qué?!
-No estoy seguro, es lo que trato de
averiguar. Aunque ahora tengo un problema, invitarte a comer queda
descartado…-dijo él y luego le dio un par de sorbos a su té.
-Aidan, todo queda descartado. No sigas con
esto, es incómodo y no nos va a llevar a ninguna parte.
-No es necesario que nos lleve a ninguna parte
Talulha, sin embargo debo aclarar que me
conformo con que no nos lleve a una
clínica de nuevo.
-Te lo he dicho, no vamos a ir a ninguna
parte. Quiero decir, esto es un desvarío Aidan. No entiendo por qué insistes en
acercarte a mí. Sólo trabajamos juntos, temporalmente, nada más. Luego cada uno
seguirá su propio camino.
-¿Por qué tienes que entenderlo todo? Hay cosas a las que no puedes aplicarle la
lógica – dijo él y ella suspiró, era injusto que él se mostrara tan terco
cuando ella no tenía fuerzas.
-¿Y por qué tú no pareces entender nada?
- Sólo quiero estar cerca, pasar tiempo
contigo. Me ha quedado muy claro lo que piensas sobre el amor, pero si lo
piensas, tú misma dijiste que la gente se acercaba por otros motivos, compañía,
sexo…-dijo haciendo una pausa y Taly se atragantó con el té.
-Yo no pienso…
-Cálmate Talulha, no te estoy invitando a mi
cama…sólo digo que ya que descartaste el aspecto romántico, no significa que
tampoco pueda haber otra clase de relación entre nosotros. Desde amigos a lo
que sea.
-Créeme Aidan, tú serías el último hombre que
tendría en cuenta para cualquier tipo de relación.
-¿Por qué?-preguntó él y se acomodó en la
silla para dedicarle una mirada que tenía mucho de gato acorralando al ratón.
-¿Qué? – preguntó ella pestañeando confusa, su
lógica estaba obviamente enturbiada por
la indigestión.
-¿Qué por qué sería tu última opción? ¿Se
trata sólo de mí o cualquier hombre que se te acerque?
-Bueno si fuera por encontrar un “mueble” para
compartir mis horas, cosa que no tengo la más minima ganas de hacer, eres
totalmente inadecuado.
-Eso es bueno – comentó con una sonrisa- no
tengo ganas de ser un mueble, y de ser el caso jamás me confundirías con un
sillón Talulha, puedo asegurártelo.
-Y si se trata de responder a mis hormonas,
tampoco te elegiría.
-Eso ya es un problema, ¿soy sólo yo o tus
hormonas rechazan a cualquier hombre que queda estancado en un pueblo
desconocido en plena siesta?
-Sólo tú. –mintió ella , porque en realidad
estaba empezando a detestar a su cuerpo que parecía despertarse cada vez que
Diakos estaba cerca.
-No hay
camino fácil contigo, ¿verdad? – preguntó Aidan y ella se negó a
analizar lo que significaba aquel comentario.
-Vivimos peleando y sólo me sacas de mis casillas,
ya te lo he dicho Aidan no creo en los cuentos de hadas.
-Nada de príncipes azules para ti…
-Destiñen. Alguien debería hacerle un juicio a
Disney por traumar a tanta niña con sus cuentos de príncipes y
princesas…-aseveró ella y Aidan la imaginó invadiendo la tierra del ratón
Mickey para atacar a cualquier incauto
que reivindicara el romance de
Cenicienta. Incluso la veía demandando al hada madrina por fraude o algo
parecido.
-Suéltalo – dijo él.
-¿Qué?
-Tu teoría sobre los terribles cuentos
infantiles que trauman niñas inocentes, te mueres por hacerlo.
-Claro que no, haces que suene como una
demente que tiene extrañas teorías para
todo.…
-No para todo, sólo para negar al amor. Déjame
adivinar,¿los cuentos de hadas son malos porque ella necesita de un hombre que
le cambie la vida?
-No sólo eso – dijo ella cayendo en su
provocación..-Tomemos el caso de Cenicienta, ¿crees que se puede confiar en un
hombre que necesita un zapatito para reconocer a su amada? Quiero decir, un
cambio de ropa y ya no la reconoce, el tipo era un clasista snob…incluso diría que
era miope.
-Bueno descartamos ese…- comentó él con
seriedad.
-Y tanto el de Blancanieves como el de la Bella Durmiente , tienen un
gusto enfermizo, andar besando a alguien que está dormida o casi muerta. Eso no
es buscar despertarla con un beso de amor verdadero, es un fetiche perverso…-
comentó ella y él no pudo evitar reírse.
-Y no son los únicos, el de Rapunzel era un
inútil, ¿no pudo ocurrírsele algo mejor que agarrarse del cabello de ella?
Quiero decir, nada de buscar una escalera o trepar una pared…no tenía ni una
pizca de ingenio, la chica debió haberse rescatado a sí misma y prescindir del
imbécil. Él de la Sirenita
le costó la vida, ella lo salva y él va y se casa con otra. Debió dejarlo como
alimento de tiburones.
-Está bien, descartaremos a los príncipes
azules, entonces.
-Y no sólo ellos, ellas también son un pésimo
modelo femenino. Las madres deberían
prohibir que las niñas leyeran esas historias.¿Cómo alguien puede tener
una relación normal si ha crecido rodeada de tanta tontería?
-Estoy de acuerdo, deberían leer sólo clásicos
griegos…ya sabes, diosas vengativas, las Furias, Antígona…
-Ahora te burlas de mí.
-No Talulha, no me burlo. Sólo que no puedo
coincidir contigo, un poco de fantasía no ha matado a nadie…
-Díselo a Houdini – le retrucó ella.
-En realidad el problema de él no era creer en
la magia, sino su tendencia al escapismo. Deberías sacar una moraleja de eso
Taly.
-Yo no me escapo de nada. Sólo tengo muy en
claro lo que creo y lo que no. No hay magia y romance allí afuera Aidan. Hay
gente que se lastima al esperar
demasiado de los demás, ser realista no es un pecado.
-Tampoco es una virtud.
-Depende del punto de vista – le dijo ella con
tranquilidad como quien concede un favor
.
-¡¡Ayyy Talulha, qué haré contigo!! – exclamó
Aidan con un brillo travieso en los ojos. Taly estuvo segura de que no
quería averiguar que significaba aquella
mirada masculina, de pronto sentía que los ojos de él hacían honor a su nombre
irlandés y se convertían en fuego…un fuego que era capaz de quemarla si se
acercaba demasiado.
-No harás nada conmigo , ¿ya terminaste tu té?
– le preguntó con una dulzura tan exagerada que dejaba en evidencia sus
verdaderas intenciones.
-Me temo que sí – contestó él contemplando la
taza vacía. Jamás en su vida había demorado tanto tomando una bebida, pero ya no podía seguir retrasando el momento-
¿Debo irme , verdad? – le preguntó a ella.
-Agradezco tus atenciones y la compañía, pero
necesito descansar un rato.- sentenció la joven.
-Está bien, todo sea por tu pronta recuperación.
– soltó él mientras se levantaba y se encaminaba a la salida. Ella se paró y lo
acompañó, aunque su verdadera intención era asegurarse de que se marchara, y
cerrar la puerta con llave para asegurarse de que no volviera.
-Cuídate Talulha – le susurró y en una rápida
caricia le corrió un mechón de cabello de la cara. Taly temió que su estado
hubiese empeorado pues el leve contacto le causó un temblor imperceptible en
todo el cuerpo. “¿Tendría fiebre?” sacudió levemente la cabeza y captó
nuevamente la mirada divertida de él.
-Adiós Aidan – le dijo y lo empujó levemente
con la puerta.
-Hasta pronto Talulha – contestó y antes de
desaparecer del umbral de la puerta, inclinó la cabeza y le dio un rápido beso
en la frente.
“¡Demonio de hombre!” pensó ella sorprendida
por aquel gesto, mientras más intentaba mantener una distancia, él más
disfrutaba en acorralarla. Por lo visto, eso de tomarla desprevenida se le
estaba volviendo una mala costumbre. Pero ella no volvería a bajar la guardia,
sólo se debía a la indigestión, sólo eso.
Al pensar que debería volver a verlo hasta que
terminaran la colaboración con la empresa, sintió que sus escasas fuerzas la
abandonaban, su plan para ese día estaba decidido. Volvería a arrastrarse hacia
su cama, se taparía hasta la cabeza y se olvidaría de los príncipes azules sobrevalorados, las ineptas amigas
celestinas y los Aidan Diakos que rondaban el mundo.
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