sábado, 1 de junio de 2013

Cazadora En Sus Redes 11

Una Hora después, Thom y Lucas se encontraban aún en el mismo sitio, pero en compañía de Zack y Jack. Que habían llegado hacia cinco minutos.

-Venga vamos... -Rió Thom-. Quitate esa cara de perro...
-No me toquéis más las pelotas... -Replicó mientras daba un trago a su cerveza-. Que menuda ayuda me echáis... Acabo de venir de su casa, y no hay rastro alguno de ella ni de tu becaria, y menos de tu esposa.

-Esas... -Se rió Jack en una fuerte carcajada-. Son más listas que tú... Y espera, a que llegue Marta.

-Y se una Helen -Recordó Lucas.
-A mi mujer ni nombrarla -Saltó veloz Thom-. Que ahora esta muy calmadita.
-Hasta que se vuelvan a reunir todas ellas... -Rió Lucas-. Y es más... En dos días, también llega mi madre...
-¡Que! -Exclamó Jack-. Madre mía hermano, yo que tú me desaparecía del mapa, por una temporada...
-No te atrevas a llamarme hermano -Le ladró-. Y teniendo la madre que tenemos, ninguna otra madre me da miedo... Ni siquiera Sophie...
-No seas arisco hermanito -Seguía riéndose Jack-. Y reza, para que no se conozcan todas.
-¿Pero por qué les ha de tener tanto miedo? -Preguntó Thom-. Venga vamos, miedo a que...
-¡A que coja y le rompa las piernas! -Amenazó con gran furia Karolaine, provocando que los hombres se pusieran de pie por la sorpresa  de aquella amenaza, y por la aparición de las dos mujeres.
-Hola chicas... -Saludó Jack-. ¿Cómo estáis?
-¿Tú eres el bueno o el cretino? -Preguntó Sabrina, parándose delante de él.
-Cariño, me parece que... -Comenzó Lucas.
-Y tú te callas, si no quieres acabar peleado... -Le ordenó ella con furia-. ¿Y bien, quien eres? -Le encaró acercando su rostro a pocos centímetros de Jack.
-Sabrina -Suspiró el hombre-. Soy yo, Jack...
-¿Seguro? -Preguntó no muy convencida.
-Sí, por que el cretino soy yo... -Habló Zack, poniéndose de pie y hiendo hacia ellas.
-Y lo dice tan tranquilo... -Soltó con gran énfasis.
-Sabrina, que te conozco... -La agarró por el brazo Thom.
-Suéltame... -Pidió muy enfadada y estirando del brazo.
-Cariño, deja que Zack explique... -Fue a pedir Lucas.
-A mí no tiene nada que explicarme -Dijo Furiosa-. ¡Y suéltame Thom! -Pidió, dándole un taconazo.
-¡Hay! ¡Dios! -Protestó éste mientras cojeaba.
-Se me olvidó advertirte de eso... -Sonrió Lucas-. Ya recibí una vez...
-Capullo, no hace falta que te rías... -Gruñó Thom.
-Karolaine, haz razonar a mí mujer... -Pidió Lucas, al ver que la chica ya no parecía furiosa.
-Sí, Karolaine -Habló Zack-. Por favor, dime donde puedo encontrarla... -Pidió, tocándole con suavidad el hombro.
-¡Quitame las manos de encima, cerdo! -Soltó dándole un manotazo a Zack.
-¿Pero bueno? -Se sorprendió Lucas-. ¿Desde cuando es tan agresiva?
-Desde que se quedó a solas con Susan... -Rió Jack.
-Joder... -Silbó Lucas-. Thom, veo que tus quejas son muy razonables...
-Perdona Karolaine -Dijo  con voz apagada Zack-, no te voy a tocar más... Pero me gustaría mucho, el saber donde encontrar a Susan.
-¿Para refregarselo a la cara? -Lo encaró Sabrina.
-¿Qué? -Frunció el ceño el hombre-. No es eso chicas...
-No pensamos dirigirte más la palabra... Vayámonos Karolaine... -Dijo agarrando a la chica.
-Cariño... -La llamó  con ternura Lucas-. Creo que...
-No, cariño... -Le replicó ésta-. Me voy para casa.
-Chicas por favor... -Les aclamó Zack, sujetándolas por el brazo sin hacer fuerza.
-¡Te dije que no me tocaras! -Gruñó Karolaine, mientras por sorpresa de todos, cogía la jarra de cerveza encima de la mesa y le vertía el contenido a la cara-. Todos los hombres sois unos cerdos...

Y así se marcharon las mujeres, dejando a cuatro hombres con la boca abierta por lo ocurrido.

-Creo que es mejor que vaya con mi mujer... -Carraspeó Lucas-. Intentaré hablar con ella...
-Y yo, creo que es mejor que suba a la oficina para intentar hablar con mi becaria... Aunque da un poco de miedo en estos momentos... Adiós chicos.
-Bueno hermano -Suspiró Jack-. Me parece que lo tienes muy difícil. Ya te dije que...
-Déjame tranquilo Jack -Resopló-. Quiero estar solo, para poder pensar un poco...
-Como quieras... ¿Qué le digo a nuestra madre?
-No le digas nada. Hazme al menos ese favor...


Eran las ocho de la noche, cuando Thom llegaba a su casa seguido del coche de Lucas. En donde iba acompañado de una Sabrina, un poco enfadada.
 Menuda celebración de regreso que tenían. Cuando ésta le contara lo ocurrido a su esposa, desde su punto de vista no quería pensar lo que se podía volver a montar. Desde luego, últimamente no había un día relajado.
 Pero él también estaba preocupado por Susan. La había llamado por el camino, pero para nada le había cogido el móvil. ¿En dónde estaría? Quería saber a ciertas, que ocurría y si la tenía que defender o decirle que era una tonta. Suspirando con gran pesar, se bajó del coche y fue en busca de Lucas y Sabrina. Quien no  hablaba a su marido.

-Si queréis venir mañana... -Sugirió él.
-No, Helen se ha tomado  la molestia de prepararnos una magnifica cena... -Dijo ella-. Además, tengo muchas ganas de verla.
-Hanna, estará esperándote despierta -Señaló él con cariño.
-Ya mismo tienes a otro más correteando por aquí -Habló Lucas.
-Sí, haber cuando os animáis vosotros...
-Eso, si no se la corto antes... -Gruñó Sabrina, mientras se adelantaba a ellos.
-¿No decías que se le pasaría el enfado? -Susurró Thom.
-No te preocupes -Respondió con tranquilidad Lucas.
-Yo para nada -Rió Thom-. Eres tú, quien la tiene que aguantar esta noche y mañana y todos los días...
-Mi querida esposa, no creo que lleve éstos líos a nuestros aposentos... -Adornó Lucas divertido.
-Si, si... Honorable caballero, ya me dirás mañana... Venga, vamos averiguar lo que estarán diciéndose esas dos.
-Por ahora, comentando nuestro viaje.

         Cuando los dos hombres cruzaron dentro del salón, se encontraron a las dos mujeres cuchicheando, para al siguiente segundo detener sus lenguas y mirarlos por encima de sus hombros con bastante indiferencia. Aquello, no era buena señal... Estaba claro, que la cena no iba a discurrir con mucha tranquilidad.
 Una hora y media después, Thom y Lucas aún  seguían un tanto en guardia. Iban por los postres, y sus mujeres aún no habían levantado ningún cuchillo por así decirlo... Aquello no era lo más normal, según los últimos meses.
 Helen se levantó y acercó el carrito, para depositar todos los platos y dar un solo viaje a la cocina, siendo ayudada al momento por la otra mujer.
 Fue en aquellos pocos minutos que se quedaron a solas los hombres, que Thom sacó el tema con pesar.
 -Mientras veníamos a mí casa, eh estado llamando al móvil de Susan pero no se ha dignado a responderme.
-Es obvio que no quiere hablar con nadie... -Señaló Lucas-. Pero el que nuestras mujeres no nos estén tirando de las orejas... -Chasqueó los dedos-. Eso también es muy raro.
-Simplemente, por que no os incumbe -Habló tajante Helen, apareciendo con Sabrina y una bandeja con los cafés.
-Vamos chicas, decirnos donde se encuentra -Preguntó Lucas, poniendo cara inocente.
-No, me importa un rábano que seas mi marido en lo que se refiere a ese punto... No quiero que pienses que voy a ser tonta y confiar, los sentimientos de mi amiga a mi marido, por que así lo diga el cura en la iglesia... -Lo encaró con los brazos cruzados.
-¡Venga ya hombre! -Soltó en un gruñido Thom-. Yo también me hallo muy preocupado por ella... Tengo el derecho como amigo de saber...
-¡No hay ningún derecho cielo! -Le zanjó su esposa.
-Helen, sabes perfectamente que no estáis siendo para nada razonables... -Le encaró.
-No es mi culpa... -La miró enfadado-. Si ni ella misma te ha querido coger el teléfono, es por que tampoco quiere decirte nada más.
-¡Eso no es verdad! -Se defendió Thom-. Yo creo, que es por culpa vuestra más que nada, que se encierra en ella misma.
-¡OH! Como nos puedes acusar de una cosa así -Se sintió ofendida su mujer.
-Susan es nuestra amiga... -Soltó Sabrina-. Nos busca a nosotras, por que la queremos y por que somos mujeres. Por lo tanto el punto de vista difiere mucho si...
-Me importa un pepino si le tengo que dar un puñetazo en las narices a Zack... -Aclaró Thom-. Ella es mi amiga y la quiero mucho...
-Te recuerdo, que conoces a Zack antes que a ella.
-Solo quiero hablar con ella, para saber que ocurre... -suplicó con voz dulce.
-Lo sentimos Thom -Dijo con pena Helen-. Pero deberías esperarte a mañana en el trabajo, si Susan te quiere decir algo...
-¿Pero irá mañana?
-Por supuesto -Soltó ofendida Sabrina-. Parece mentira, que no sepas lo luchadora que es ella. Ya es muy tarde, será mejor que nos marchemos Lucas.
-Muy bien, gracias por tan magnifica cena Helen -Dijo, dándole dos besos de despedida-. Espero, que la próxima sea en un ambiente más relajado.


A esa hora de la noche, las calles de Londres eran muy solitarias. Apenas habían coches circulando. De manera, que Sabrina se dedicaba a ignorar a su marido, mirando las luces de los escaparates desde la ventanilla. Pero sin dejar de observarlo, por el rabillo del ojo.
 -¿Vas a estar enfadada conmigo? -Preguntó él con voz dulce, suspirando al ver que ella no respondía-. Vamos tesoro... Sabes que este comportamiento de niña pequeña no te pega -Le dijo, sabiendo que con aquel comentario al menos obtendría alguna reacción...
 ¡Y la tubo! Su esposa, se giró con la mirada baja y accionó el equipo de música, chasqueando la lengua al sonar por los altavoces del coche, la voz de Marcus. Era su último disco. Con bastante rabia, cambio de disco pulsando otro botón... Estaba claro, que no se hallaba de humor para saber nada de ningún hombre del grupo de Thom.
 Así, que ante aquel gesto no pudo evitar reírse observando como ella fruncía aún más el ceño.
 Un rato después, llegaban a su casa entrando por el garaje. Este se hallaba en penumbra, apenas iluminado por dos pequeñas lámparas colgadas en una esquina. El silencio volvía otra vez, cuando Lucas apagó el motor del coche.
 Sabrina se quitó el cinturón de seguridad, y agarrando su bolso abrió la puerta para bajarse. Vigilando en todo momento por el rabillo del ojo a su marido. Viendo como éste, se apresuraba en bajar, para ir  a su encuentro y detenerla al sujetarla por el brazo.

-Cariño... -Habló en apenas un susurro, mientras expulsaba un poco de aire por desesperación.
-Ni me toques Lucas... -Soltó en tono quisquilloso, mientras se soltaba del calor de su mano.
-No lo dirás en serio -Dijo utilizando un tono socarrón, obteniendo por ello una fría mirada por parte de ella, y observando como empezaba alejarse de él-. Ah no, mona... No pienso permitir, que mi mujer no me hable -Señaló, mientras la sujetaba por la cintura y la empujaba encima del capó del vehículo.
-¡Lucas, estas tonto! -Protestó un tanto alarmada, por la sorpresa de aquel gesto.
-Tú si que estas tonta, en hacerle sufrir así a tú recién adquirido marido -Le susurró, mordisqueándole el cuello y oreja.
-¡OH!... -Gimió ella por las sensaciones que le corrían por todo el sistema nervioso-. ¡No es justo! -Protestó en un susurro, cerrando los ojos cuando su marido le atrapó los labios con suaves bocados.
-En ésta vida, nada es justo -Señaló contra sus labios, antes de abrírselos con la lengua para profundizar su beso con gran pasión.
-No pienso decirte nada... -Dijo con poco aliento, cuando se detuvieron para coger aire.
-¿Quién está pidiendo algo? -Preguntó él, alzándola y sentándola encima del capó-. Bueno sí... -Sonrió con cierta travesura-. Que no me dejes de hablar nunca. Soy tú marido y te pido, que cuando estemos a solas, dejemos a un lado las rencillas de la pandilla.
-¿Pandilla? -Rió ella, dejándose abrir las piernas  y arrastrada hacia él-. ¡Uy, el coche esta caliente! -Se quejó veloz, cuando su trasero se quedó en contacto  con el metal al ser empujada hacia él.
-No solo el coche... -Susurró él divertido, volviendo a capturar sus labios mientras que sus manos acariciaban toda la piel que encontraba en libertad.
-Lucas... Por favor... -Le aclamó riéndose.
-Dime... -Pidió, lamiendo su pezón sobre la tela del sujetador al bajarle el top en un rápido movimiento.
-OH, yo... -Logró pronunciar, ante aquellas nuevas caricias.
-Dime que te ocurre... -Volvió aclamar, abandonando su seno para pasar nuevamente a su cuello, mientras que sus dedos expertos hacían contacto en el centro de su pasión, provocandole olas de calor por todo su cuerpo-. ¿Y bien mi amor? -Volvió hablar Lucas, sin dejar de acariciarla con una mano, y observando su bello rostro contraerse por el placer.
-Yo... Yo... -Intentaba hablar, pero no lo conseguía. Lo único que podía era entregarse a las sensaciones libremente-. Traidor... -Pudo lograr decir con una sonrisa en sus labios.
-¿Traidor por amar a mí esposa? -Le preguntó, mordisqueando con suma delicadeza su pezón, y ahondaba dos dedos en ella
-¡Lucas! -Gimió echando atrás la cabeza con los ojos cerrados, y las mejillas sonrojadas.
-¿Quieres qué me detenga? -Le preguntó, mientras se desabrochaba el pantalón sin que ella reparara en ello.
-Estamos... En el garaje... -Logró pensar y articular, sin abrir aún los ojos.
-Completamente solos -Sonrió él-. Pero si te sientes cohibida, porque es tu primera vez fuera de una cama...
-¡OH! -Abrió los ojos veloz al escuchar aquellas palabras y gimió de placer seguidamente, al notar como su marido retiraba sus dedos y entraba dentro de ella con su sexo, llenándola por completo y dándole igual que no se hallaran en un cómodo colchón.  
-¿Te gusta? -Le preguntó él con la respiración fuerte-. ¿Quieres que me detenga, y vamos al dormitorio?
-Hazlo, y entonces si que te dejaré de hablar... -Le amenazó ella entre gemidos-. Me da igual estar quemándome el trasero, si a cambio recibo placer...
-¡OH, vaya! -Se rió a carcajadas el hombre, por aquella situación-. Mejor vayamos arriba, no quiero visitar  azorado la unidad de quemados.
-¡No! -Protestó ella, apretando más sus piernas en su cintura.
-Sí -Sonrió él-. No te preocupes, hay muchos sitios en la casa que no sean la cama -Sugirió sensual.
-¿A qué esperamos? -Inquirió divertida.
-Cierto -Empezó a moverse-. Además, hay que coger algo...
-¿El qué? -Frunció el ceñó, bajándose la falda bien.
-Estaríamos cometiendo un gran riesgo, sin protección alguna.
-¡OH! -Se quedó para por un momento, para mirarlo después-. ¿Te hubiera preocupado mucho?
-A mí no -La miró feliz a los ojos.
-A mí tampoco -Le sonrió, guiñándole un ojo.
-Entonces... -Se agachó y la cargó en su hombro, riéndose con ella-. Vayamos directos a ese punto.

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