Una Hora después, Thom y Lucas se encontraban aún en el mismo sitio, pero en compañía de Zack y Jack. Que habían llegado hacia cinco minutos.
-Venga vamos... -Rió Thom-. Quitate esa cara de perro...
-No me toquéis más las pelotas... -Replicó mientras daba un trago a su cerveza-. Que menuda ayuda me echáis... Acabo de venir de su casa, y no hay rastro alguno de ella ni de tu becaria, y menos de tu esposa.
-Esas... -Se rió Jack en una fuerte carcajada-. Son más listas que tú... Y espera, a que llegue Marta.
-Y se una Helen -Recordó Lucas.
-A mi mujer ni nombrarla -Saltó veloz Thom-. Que ahora esta muy calmadita.
-Hasta que se vuelvan a reunir todas ellas... -Rió Lucas-. Y es más... En dos días, también llega mi madre...
-¡Que! -Exclamó Jack-. Madre mía hermano, yo que tú me desaparecía del mapa, por una temporada...
-No te atrevas a llamarme hermano -Le ladró-. Y teniendo la madre que tenemos, ninguna otra madre me da miedo... Ni siquiera Sophie...
-No seas arisco hermanito -Seguía riéndose Jack-. Y reza, para que no se conozcan todas.
-¿Pero por qué les ha de tener tanto miedo? -Preguntó Thom-. Venga vamos, miedo a que...
-¡A que coja y le rompa las piernas! -Amenazó con gran furia Karolaine, provocando que los hombres se pusieran de pie por la sorpresa de aquella amenaza, y por la aparición de las dos mujeres.
-Hola chicas... -Saludó Jack-. ¿Cómo estáis?
-¿Tú eres el bueno o el cretino? -Preguntó Sabrina, parándose delante de él.
-Cariño, me parece que... -Comenzó Lucas.
-Y tú te callas, si no quieres acabar peleado... -Le ordenó ella con furia-. ¿Y bien, quien eres? -Le encaró acercando su rostro a pocos centímetros de Jack.
-Sabrina -Suspiró el hombre-. Soy yo, Jack...
-¿Seguro? -Preguntó no muy convencida.
-Sí, por que el cretino soy yo... -Habló Zack, poniéndose de pie y hiendo hacia ellas.
-Y lo dice tan tranquilo... -Soltó con gran énfasis.
-Sabrina, que te conozco... -La agarró por el brazo Thom.
-Suéltame... -Pidió muy enfadada y estirando del brazo.
-Cariño, deja que Zack explique... -Fue a pedir Lucas.
-A mí no tiene nada que explicarme -Dijo Furiosa-. ¡Y suéltame Thom! -Pidió, dándole un taconazo.
-¡Hay! ¡Dios! -Protestó éste mientras cojeaba.
-Se me olvidó advertirte de eso... -Sonrió Lucas-. Ya recibí una vez...
-Capullo, no hace falta que te rías... -Gruñó Thom.
-Karolaine, haz razonar a mí mujer... -Pidió Lucas, al ver que la chica ya no parecía furiosa.
-Sí, Karolaine -Habló Zack-. Por favor, dime donde puedo encontrarla... -Pidió, tocándole con suavidad el hombro.
-¡Quitame las manos de encima, cerdo! -Soltó dándole un manotazo a Zack.
-¿Pero bueno? -Se sorprendió Lucas-. ¿Desde cuando es tan agresiva?
-Desde que se quedó a solas con Susan... -Rió Jack.
-Joder... -Silbó Lucas-. Thom, veo que tus quejas son muy razonables...
-Perdona Karolaine -Dijo con voz apagada Zack-, no te voy a tocar más... Pero me gustaría mucho, el saber donde encontrar a Susan.
-¿Para refregarselo a la cara? -Lo encaró Sabrina.
-¿Qué? -Frunció el ceño el hombre-. No es eso chicas...
-No pensamos dirigirte más la palabra... Vayámonos Karolaine... -Dijo agarrando a la chica.
-Cariño... -La llamó con ternura Lucas-. Creo que...
-No, cariño... -Le replicó ésta-. Me voy para casa.
-Chicas por favor... -Les aclamó Zack, sujetándolas por el brazo sin hacer fuerza.
-¡Te dije que no me tocaras! -Gruñó Karolaine, mientras por sorpresa de todos, cogía la jarra de cerveza encima de la mesa y le vertía el contenido a la cara-. Todos los hombres sois unos cerdos...
Y así se marcharon las mujeres, dejando a cuatro hombres con la boca abierta por lo ocurrido.
-Creo que es mejor que vaya con mi mujer... -Carraspeó Lucas-. Intentaré hablar con ella...
-Y yo, creo que es mejor que suba a la oficina para intentar hablar con mi becaria... Aunque da un poco de miedo en estos momentos... Adiós chicos.
-Bueno hermano -Suspiró Jack-. Me parece que lo tienes muy difícil. Ya te dije que...
-Déjame tranquilo Jack -Resopló-. Quiero estar solo, para poder pensar un poco...
-Como quieras... ¿Qué le digo a nuestra madre?
-No le digas nada. Hazme al menos ese favor...
Eran las ocho de la noche, cuando Thom llegaba a su casa seguido del coche de Lucas. En donde iba acompañado de una Sabrina, un poco enfadada.
-Si queréis venir mañana... -Sugirió él.
-No, Helen se ha tomado la molestia de prepararnos una magnifica cena... -Dijo ella-. Además, tengo muchas ganas de verla.
-Hanna, estará esperándote despierta -Señaló él con cariño.
-Ya mismo tienes a otro más correteando por aquí -Habló Lucas.
-Sí, haber cuando os animáis vosotros...
-Eso, si no se la corto antes... -Gruñó Sabrina, mientras se adelantaba a ellos.
-¿No decías que se le pasaría el enfado? -Susurró Thom.
-No te preocupes -Respondió con tranquilidad Lucas.
-Yo para nada -Rió Thom-. Eres tú, quien la tiene que aguantar esta noche y mañana y todos los días...
-Mi querida esposa, no creo que lleve éstos líos a nuestros aposentos... -Adornó Lucas divertido.
-Si, si... Honorable caballero, ya me dirás mañana... Venga, vamos averiguar lo que estarán diciéndose esas dos.
-Por ahora, comentando nuestro viaje.
Cuando los dos hombres cruzaron dentro del salón, se encontraron a las dos mujeres cuchicheando, para al siguiente segundo detener sus lenguas y mirarlos por encima de sus hombros con bastante indiferencia. Aquello, no era buena señal... Estaba claro, que la cena no iba a discurrir con mucha tranquilidad.
-Es obvio que no quiere hablar con nadie... -Señaló Lucas-. Pero el que nuestras mujeres no nos estén tirando de las orejas... -Chasqueó los dedos-. Eso también es muy raro.
-Simplemente, por que no os incumbe -Habló tajante Helen, apareciendo con Sabrina y una bandeja con los cafés.
-Vamos chicas, decirnos donde se encuentra -Preguntó Lucas, poniendo cara inocente.
-No, me importa un rábano que seas mi marido en lo que se refiere a ese punto... No quiero que pienses que voy a ser tonta y confiar, los sentimientos de mi amiga a mi marido, por que así lo diga el cura en la iglesia... -Lo encaró con los brazos cruzados.
-¡Venga ya hombre! -Soltó en un gruñido Thom-. Yo también me hallo muy preocupado por ella... Tengo el derecho como amigo de saber...
-¡No hay ningún derecho cielo! -Le zanjó su esposa.
-Helen, sabes perfectamente que no estáis siendo para nada razonables... -Le encaró.
-No es mi culpa... -La miró enfadado-. Si ni ella misma te ha querido coger el teléfono, es por que tampoco quiere decirte nada más.
-¡Eso no es verdad! -Se defendió Thom-. Yo creo, que es por culpa vuestra más que nada, que se encierra en ella misma.
-¡OH! Como nos puedes acusar de una cosa así -Se sintió ofendida su mujer.
-Susan es nuestra amiga... -Soltó Sabrina-. Nos busca a nosotras, por que la queremos y por que somos mujeres. Por lo tanto el punto de vista difiere mucho si...
-Me importa un pepino si le tengo que dar un puñetazo en las narices a Zack... -Aclaró Thom-. Ella es mi amiga y la quiero mucho...
-Te recuerdo, que conoces a Zack antes que a ella.
-Solo quiero hablar con ella, para saber que ocurre... -suplicó con voz dulce.
-Lo sentimos Thom -Dijo con pena Helen-. Pero deberías esperarte a mañana en el trabajo, si Susan te quiere decir algo...
-¿Pero irá mañana?
-Por supuesto -Soltó ofendida Sabrina-. Parece mentira, que no sepas lo luchadora que es ella. Ya es muy tarde, será mejor que nos marchemos Lucas.
-Muy bien, gracias por tan magnifica cena Helen -Dijo, dándole dos besos de despedida-. Espero, que la próxima sea en un ambiente más relajado.
A esa hora de la noche, las calles de Londres eran muy solitarias. Apenas habían coches circulando. De manera, que Sabrina se dedicaba a ignorar a su marido, mirando las luces de los escaparates desde la ventanilla. Pero sin dejar de observarlo, por el rabillo del ojo.
-Cariño... -Habló en apenas un susurro, mientras expulsaba un poco de aire por desesperación.
-Ni me toques Lucas... -Soltó en tono quisquilloso, mientras se soltaba del calor de su mano.
-No lo dirás en serio -Dijo utilizando un tono socarrón, obteniendo por ello una fría mirada por parte de ella, y observando como empezaba alejarse de él-. Ah no, mona... No pienso permitir, que mi mujer no me hable -Señaló, mientras la sujetaba por la cintura y la empujaba encima del capó del vehículo.
-¡Lucas, estas tonto! -Protestó un tanto alarmada, por la sorpresa de aquel gesto.
-Tú si que estas tonta, en hacerle sufrir así a tú recién adquirido marido -Le susurró, mordisqueándole el cuello y oreja.
-¡OH!... -Gimió ella por las sensaciones que le corrían por todo el sistema nervioso-. ¡No es justo! -Protestó en un susurro, cerrando los ojos cuando su marido le atrapó los labios con suaves bocados.
-En ésta vida, nada es justo -Señaló contra sus labios, antes de abrírselos con la lengua para profundizar su beso con gran pasión.
-No pienso decirte nada... -Dijo con poco aliento, cuando se detuvieron para coger aire.
-¿Quién está pidiendo algo? -Preguntó él, alzándola y sentándola encima del capó-. Bueno sí... -Sonrió con cierta travesura-. Que no me dejes de hablar nunca. Soy tú marido y te pido, que cuando estemos a solas, dejemos a un lado las rencillas de la pandilla.
-¿Pandilla? -Rió ella, dejándose abrir las piernas y arrastrada hacia él-. ¡Uy, el coche esta caliente! -Se quejó veloz, cuando su trasero se quedó en contacto con el metal al ser empujada hacia él.
-No solo el coche... -Susurró él divertido, volviendo a capturar sus labios mientras que sus manos acariciaban toda la piel que encontraba en libertad.
-Lucas... Por favor... -Le aclamó riéndose.
-Dime... -Pidió, lamiendo su pezón sobre la tela del sujetador al bajarle el top en un rápido movimiento.
-OH, yo... -Logró pronunciar, ante aquellas nuevas caricias.
-Dime que te ocurre... -Volvió aclamar, abandonando su seno para pasar nuevamente a su cuello, mientras que sus dedos expertos hacían contacto en el centro de su pasión, provocandole olas de calor por todo su cuerpo-. ¿Y bien mi amor? -Volvió hablar Lucas, sin dejar de acariciarla con una mano, y observando su bello rostro contraerse por el placer.
-Yo... Yo... -Intentaba hablar, pero no lo conseguía. Lo único que podía era entregarse a las sensaciones libremente-. Traidor... -Pudo lograr decir con una sonrisa en sus labios.
-¿Traidor por amar a mí esposa? -Le preguntó, mordisqueando con suma delicadeza su pezón, y ahondaba dos dedos en ella
-¡Lucas! -Gimió echando atrás la cabeza con los ojos cerrados, y las mejillas sonrojadas.
-¿Quieres qué me detenga? -Le preguntó, mientras se desabrochaba el pantalón sin que ella reparara en ello.
-Estamos... En el garaje... -Logró pensar y articular, sin abrir aún los ojos.
-Completamente solos -Sonrió él-. Pero si te sientes cohibida, porque es tu primera vez fuera de una cama...
-¡OH! -Abrió los ojos veloz al escuchar aquellas palabras y gimió de placer seguidamente, al notar como su marido retiraba sus dedos y entraba dentro de ella con su sexo, llenándola por completo y dándole igual que no se hallaran en un cómodo colchón.
-¿Te gusta? -Le preguntó él con la respiración fuerte-. ¿Quieres que me detenga, y vamos al dormitorio?
-Hazlo, y entonces si que te dejaré de hablar... -Le amenazó ella entre gemidos-. Me da igual estar quemándome el trasero, si a cambio recibo placer...
-¡OH, vaya! -Se rió a carcajadas el hombre, por aquella situación-. Mejor vayamos arriba, no quiero visitar azorado la unidad de quemados.
-¡No! -Protestó ella, apretando más sus piernas en su cintura.
-Sí -Sonrió él-. No te preocupes, hay muchos sitios en la casa que no sean la cama -Sugirió sensual.
-¿A qué esperamos? -Inquirió divertida.
-Cierto -Empezó a moverse-. Además, hay que coger algo...
-¿El qué? -Frunció el ceñó, bajándose la falda bien.
-Estaríamos cometiendo un gran riesgo, sin protección alguna.
-¡OH! -Se quedó para por un momento, para mirarlo después-. ¿Te hubiera preocupado mucho?
-A mí no -La miró feliz a los ojos.
-A mí tampoco -Le sonrió, guiñándole un ojo.
-Entonces... -Se agachó y la cargó en su hombro, riéndose con ella-. Vayamos directos a ese punto.
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