lunes, 15 de abril de 2013

Líos de Oficina 5

-¡Arriba niña! Venga, pasan de las diez de la mañana –La empujó su madre con mucha energía.

-Mamá, no seas pesada… -Gruñó, con la cabeza bajo la almohada.

-Venga, arriba como todo el mundo… Mira que sois perezosos. Los únicos que han madrugado y han traído churros han sido tu hermano Jaime, Alberto y Marcus…


Fue escuchar el nombre de sus pesadillas y pegar un salto en la cama, asustando a su madre.


-¡Dios, pero a ti que bicho te ha picado! –Comentó con la mano en el pecho.

-¡Churros! –Disimuló con una sonrisa. En verdad, se había levantado corriendo por que no se acordaba de que habían dormido juntos. Y después de dar el salto, las palabras de su madre eran recapituladas por su cerebro. Él, hacia rato que se había marchado. ¡Diantres! Ni siquiera, se dio cuenta de lo pronto que se quedó dormida a pesar de que se hallara a un metro en su cama. Aún notaba su presencia y la ponía nerviosa-. Ahora bajaré a desayunar.


Se duchó y se puso un corto y fresco vestido, de color amarillo pastel con el biquini debajo. Hizo la cama, y respirando profundamente bajó a la planta de abajo. Allí se encontraba casi toda la familia, aún iban bajando los últimos dormilones. Pero ni su hermano, ni Alberto y Marcus se hallaban allí…


-¡No toquéis aún los churros! –Les riñó su madre a los niños-. Unos cinco minutos más y estaremos todos juntos-. Ir a saltar encima de la cama de los que faltan… -Les animó alegre y traviesa.

-¡Sííí!... –Salieron los pequeños corriendo, en dirección a los dormitorios.

-Mamá, eres cruel -Rió Celia, al ver la sugerencia de su madre.

-En cinco minutos, tu marido está aquí como los demás….

-Eso, eso… -Rió Ana-. Si no montaras juergas por las madrugadas, no tendría tanto… -comentó bromista entre dientes, para que solo la escucharan Celia y Marta, haciéndolas reír.

-¿Me tienes envidia? Mi hermano, tiene cierta edad que claro…

-¡Envidia, no lo creo! No ves la sonrisa feliz que tengo… -Le señaló con sorna.

-¿Y tu Marta?

-¿Y yo qué? –Se hizo la loca, con las mejillas sonrojadas.

-Vamos, no te hagas la tonta –le dio un codazo Ana-. ¿Eres una mujer bien satisfecha?
-Como no va a estarlo, menudo ejemplar que ha pillado… -Dijo Celia.

-¿Ejemplar de qué? –Preguntó Ramón, que aparecía en aquel momento junto a ellas y había cazado las últimas palabras.

-Hola cariño –Lo saludó su hermana, dándole un beso en la mejilla.

-Nada, estábamos comentando si éramos mujeres bien satisfechas… -Empezó a explicar Ana, cuando entraron Alberto, Jaime y Marcus, quienes se callaron de golpe ante sus palabras.

-¡Oye, pero ya estáis hablando de estas cosas de buena mañana! –Se metió con ellas Alberto-. Y luego decís que sí somos nosotros…

-Eso mi vida –Rió Jaime abrazándola-. Diles, diles…

-¿El qué? –Se hizo la loca.

-Pues eso, lo bien…

-Pues precisamente hermanito, ella se estaba quejando –Rió Celia.

-¿Y Marta? –Se escuchó preguntar a Marcus-. ¿Qué os ha dicho?

-Es la que aún no nos ha dicho nada… -Señaló curiosa Celia.

-Sois unas curiosas, no os pienso decir nada de nada guapas.

-Aguafiestas…-Señaló Ana.

-Tirar para dentro anda –Empujó Jaime-. No me gusta que habléis de estas cosas.

-Pobrecito… -Rió Celia-. Que Marta, es su hermana pequeña.

-Esta Rosa… -Señaló Ramón.

-Pero Marta, siempre la ha tenido lejos…

-Ya entiendo –Rió Ramón, mientras seguía a todos hacia la cocina.


Marta, fue a desfilar detrás de ellos pero el brazo de Marcus la retuvo.


-¿Has dormido bien? –Le preguntó con curiosidad.

-Como un tronco… -Le respondió sin mirarle a la cara.

-Pues yo no muy bien –Le soltó sin dejar de mirarla a la cara, aunque ella la tuviera girada-. Como por la tarde dormí mucho no tenía sueño, así que me pasé unas dos horas despierto junto a ti…

-¿Qué quieres decir con eso? –Le inquirió con voz dura y mirándole directamente a los ojos.

-Vaya –sonrió-, veo que al fin eh conseguido tu atención…

-No vayas  a empezar con tus…
-Mira que eres tontita… -Se metió con ella-. Si no hubieras puesto aquella almohada en medio de los dos, ahora tendrías una feliz sonrisa y hubieras podido responder de forma adecuada a Celia y Ana…

-Eso que te gustaría a ti –Rió con sarcasmo.

-Y a ti –Señaló antes de apoyar los brazos en la pared, encerrándole las vías de escape y poniéndola nerviosa.

-Marcus… -Susurró a media voz.

-¿Dime? –Le pidió en el oído, mientras arrastraba sus labios por su cuello, nublándole toda razón al momento-. ¿Quieres esto, verdad? –Le preguntó instantes antes de devorar los labios de la chica con gran ansia.

-¡EH! –Se abrió la puerta de golpe y apareció Ana-. A desayunar parejita, ya os meteréis mano en otro momento. Vamos Marta, que hay que jugar el partido. Han comprado y instalado la red en la piscina… ¡Guay!

-Voy… -Dijo con las mejillas coloradas-. Y tú, cuando vas a parar de acosarme –Soltó un profundo suspiro.

-¿Acosarte? –Frunció el ceño-. Para tu información, no te estoy acosando –Le soltó con cierta brusquedad, mientras la cogía con un brazo por la cintura y la conducía a la cocina-, solo te estoy mostrando lo que te apetece, pero que no te atreves a pedir.

-AH… -Fue a protestar, pero era tarde ya había abierto la puerta.

-Ya era hora –Protestó alguien-. Aquí tenemos hambre, tortolitos….



Eran las once de la mañana de un magnifico día soleado. Se encontraba en el despacho de Thom, tomando nota de unas cartas. Todo iba muy bien, salvo la pequeña parte del encuentro del día anterior que no conseguía quitársela de la cabeza. ¡Qué idiota! Mira que desde un principio le había notado algo raro, y encima con lo que decía… Pero había algo que no le gustaba. Su cuerpo no reaccionaba de la misma manera con Jack. Desde el momento que había surtido el contacto de Zack, que sus hormonas se habían disparado… Verdaderamente se había vuelto una idiota, acaso ahora se excitaba con los creídos de sí mismo… ¡Vamos, lo que le faltaba en aquel momento! Tenía que sacarse aquel hombre de la cabeza, por muy atractivo y sensual que fuera.


-¡Susan! –La llamó por tercera vez Thom, sentado justamente en frente de ella.

-¿Sí? –Preguntó aún dormida en sus pensamientos.

-¿Dónde te encontrabas? –Le preguntó un poco molesto, pero con mucha curiosidad-. Te llamé tres veces…

-Perdona, estaba pensando en unas cosas.

-¿Te ocurre algo? –Se preocupó en seguida-. Necesitas que te eche algún cable con alguna cosa…

-No, gracias –Sonrió por su amabilidad-. Son asuntos personales, pero no te preocupes no me volverán a interrumpir en horas de trabajo.

-¿No se tratará de Jack? –Preguntó alarmado.

-¿Jack? –Se hizo la loca. Cualquiera le decía que era el otro Jack, quien le tenía la cabeza ocupada.

-Empiezo a creer, que es como si todos los hombres que hubieran en Sicilia para la boda, estuvieran de alguna manera…

-¡No digas tonterías! -Rió, sin demostrarle que por dentro estaba histérica-. Que yo sepa, Jack tiene una novia… Bueno, y entre él y yo, no ocurrió nada en Sicilia. Así que descansa, que sabes que yo no quiero saber nada de novios.

-Muy graciosa… -Soltó con sarcasmo-. Anda, envíame esas cartas por correo electrónico.



Salió del despacho de Thom, para encontrarse a Karolaine un poco nerviosa.


-¿Qué te ocurre?

-EH, dejado a Jack en el despacho de Sabrina…

-¿A Jack?

-Sí, ha dicho que quiere hablar contigo. Para disculparse sobre el incidente del otro día con su hermano. ¿Un poco raro, verdad?

-Pues sí –Dijo antes de dirigirse al despacho de su amiga.


Abrió la puerta y allí no había nadie, pero entonces escuchó un ruido tras suyo y de pronto, sintió como alguien la empujaba al interior, cerrando la puerta tras ella. Se giró enfadada por el trato que estaba recibiendo, para quedarse parada al encontrarse con la figura de Zack. Lo conocía muy bien, aquello no era obra de Jack. ¿Así que había engañado a Karolaine?


-Ya me estas abriendo esa puerta, Zack –Dijo al ver como la cerraba con la llave. ¡Sabrina había sido idiota al dejarla puesta! Pensó muy enfadada al verse encerrada en aquella situación. ¿Y ahora qué?

-Buenos días, preciosa –Sonrió éste al darse la vuelta y plantarle cara-. Me encanta la conexión que hay entre los dos.

-¿De qué estas hablando papanatas?

-Es la segunda vez que nos vemos y aún así me has reconocido…Y sé por que es…. –Soltó con sonrisa torcida.

-No tengo ganas de saberlo… -Mintió.
-Vamos querida, desde un principio has sentido esa corriente de atracción sexual que existe entre los dos.

-¿Has venido aquí para decirme tonterías? –Señaló cruzando los brazos y no queriendo responder a la observación del hombre.

-No –Se le acercó unos pasos, metiéndose la llave en el bolsillo de la chaqueta.

-No me das ningún miedo, me da igual que te hayas guardado la llave en el bolsillo –soltó con valentía, cuando en verdad si que tenía un poco de miedo. ¡Por dios, sabía que no iba a hacerle daño! Pero sí que era cierto que la tensión sexual que flotaba en aquellos momentos por la habitación, la estaban carcomiendo los nervios por dentro.

-No pretendo hacerte ningún daño, y me encanta que seas así de apasionada… Me parece que los dos somos muy parecidos… -Empezó a susurrar con voz melosa y tratando de acercarse un poco más a ella, pero Susan sabía como detenerlo. Pillándolo de sorpresa, se puso a reír a carcajadas…

-¿Qué pretendes señalarme que somos los dos la pareja perfecta? Creo que vas muy rápido, apenas somos meros conocidos…

-No me va s a dar la oportunidad de…

-Siento confesarte guapo –Lo miró de arriba abajo con cierto toque de desdén-. Que no soy de las que pasan por vicaría… A decir verdad –Se le acercó ella, hasta pararse justo enfrente de él-, ésta vez te has equivocado de mujer. Digamos, que a mí también me gusta ser la cazadora y no la presa. Y amigo, siento confesarte que no me siento para nada tentada a cazarte… -Lo miró con mucho atrevimiento a los ojos, mientras deslizaba una mano en el bolsillo de la americana, para sacar la llave. Con mirada triunfante y la llave en sus manos, se disponía a darle otra estocada cuando fue pillada por sorpresa al verse la mano de la llave sujeta por su fuerte brazo. Cogiendo aire profundamente, lo miró con gran enfado y probó a dar un fuerte tirón para soltarse, pero como la otra vez, tampoco tuvo suerte.

-No tan rápido hermosa; antes quiero enseñarte lo que te pierdes por dejar escapar éste otro cazador… -Le susurró a medio suspiro de sus labios.

-¡Ni se te pase por la cabeza! –Fue lo único que pudo soltar como amenaza. Antes de que los fuertes brazos de Zack, la apretaran contra él y callaran todas sus protestas, en el choque brutal que se produjo de sus labios.


Pero solo fue duro al principio, segundos después sus labios la acariciaban con una gran destreza, tanto que consiguió que sucumbiera ante el deseo que había sentido desde el primer cruce de miradas. Cuando levantó sus temblorosos brazos para rodearle el cuello en señal de total abandono, fue cuando él se separó mirándola con gran diversión.


-Bueno, ha sido un placer el tratar contigo –Comentó con gran burla, mientras le abría la palma de la mano y volvía a conseguir la llave-. Y sí, tienes mucha razón. Los dos somos cazadores, perdona por mi error eh podido comprobar que no hay nada entre nosotros, ningún tipo de chispa sexual… Será mejor que siga con lo mío, tentar a las presas y no a cazadoras… -Le guiñó un ojo y se fue abrir la puerta, dejando otra vez la llave en la cerradura bien encajada. Y dejando a una Susan, bloqueada por lo ocurrido allí.

Karolaine entró a los pocos segundos, en un leve estado de nervios por saber que había ocurrido allí.
-¿Qué ha ocurrido? ¿Qué quería Jack? ¿Susan? –Movió una mano delante de su cara y la retiró deprisa, al ver como la mirada de su amiga se tornaba oscura de furia-. OH, no… Conozco esa mirada –Soltó un profundo suspiro-. Vamos Susan, pasa de lo que te haya dicho Jack…

-Karolaine, no era Jack –Soltó entre dientes.

-¡Como! –Se llevó las manos a las mejillas-. ¿Era Zack? El muy cretino me ha engañado… ¿Y qué quería?

-Meterme una goleada, por lo del otro día… Pero lo único que ha conseguido, es declararme la guerra.

-Por partida doble, no por favor –Se quejó la joven chica-. Ya teníamos a Marta y ahora te incluyes tú, desde luego me merezco unas buenas vacaciones lejos de vosotras cuando todo esto acabe. Me estáis volviendo una puñetera loca de los nervios.

-Es él quien ha venido a buscarme y a besarme –Bramó con la respiración alterada.

-¡Te ha besado! –chilló con voz aguda.

-Sí, para decirme después que no había química entre los dos…

-¿Y no la hay, verdad? Vamos, que no has tenido ganas de arrancarle la camisa –Comentó con cierta timidez.

-¿Arrancarle la camisa? –Rió Susan-. Que gracia que me haces, Karolaine. Pues siento comentarte, que si tuve ganas de tumbarlo encima de la mesa…

-Genial, supongo que entonces que te gusta.

-Siempre vi a Jack, un hombre atractivo pero le faltaba algo…

-Sí, que fuera igual de vampiro que tu –Soltó con ironía su amiga-. Pero él te ha dicho…

-Él, puede decir muchas cosas –Sonrió con travesura-. Pero lo que yo eh sentido contra mi cuerpo, no era ninguna muestra de rechazo…

-¡Susan, por favor! –Se avergonzó su amiga.

-No me seas tan inocente –Rió a carcajadas-. Lo siento mucho por Zack, pero se va atragantar con sus propias palabras.

-Socorro… -Sollozó en broma-. Me han dejado sola con la peor, sinceramente Marcus no me da ninguna lástima, se que puede con Marta. Pero lo siento mucho por Zack, pobrecito con lo guapo que es…

-Que no lo voy a matar, solo voy a jugar un poco con él antes de llevármelo a la cama…

-¡Te vas acostar!... –No pudo terminar su frase por la sorpresa.

-Sí, me voy a dar un caprichito para después destrozarlo un poco…

-¡Pero como eres tan fresca! –Soltó sin pensar Karolaine-. Perdón, yo…

-No pasa nada –Le pellizcó la mejilla-. Es solo que tú eres muy santurrona.

-Empiezo a sentir miedo de verdad –Se quejó la joven.

-No digas tonterías, mujer…. –Sonrió-. Verás cuando aprendas, todo lo que tengas que aprender…

-Me parece que me voy a dar de baja de ese curso, si no os importa.

-¡Karolaine! –Rió-. No tengas miedo, tienes que convertirte en una mujer fuerte.

-Dirás en una fresca…

-¡Mujer! No seas así de tonta, me voy a atrabajar. Y no te preocupes por nada….

-¿Preocuparme, de qué? ¿De volverme una fresca o de acabar de inclinarme por la bebida, con tanto estrés? –susurró para sí misma un tanto desesperada por el rumbo loco que estaba tomando su vida.




-¡Mía! –Chilló Rosa, antes de devolver la pelota al otro lado de la piscina con gran fuerza, y marcando un tanto para el grupo de las chicas, quien chilló como histéricas.

-Vamos ocho a tres, chicos –Rió Ana-. Como no os espabiléis…

-Solo os estamos dando un poco de ventaja –Señaló su marido Jaime.

-Sí, hay que teneros un poco contentas para que luego no seáis unas arpías… -Dijo Alberto.

-Ese comentario te va a salir muy caro, mi vida –dijo entre dientes Patricia.

-Pero si no eh dicho ninguna mentira –Volvió a decir, mientras guiñaba un ojo.

-¡OH! –Chillaron algunas un tanto consternadas-. Chicas a por él…


Todas fueron a nado, pasando por debajo de la red para atrapar a Alberto. En un momento, Rosa, Ana, Patricia y Marta, tenían al hombre sumergido bajo el agua y ellas encima de él.


-¡Chicas, que lo vais ahogar! –rió Celia.

-Y luego decís que no sois malas… -Señaló Jaime-. Sois cuatro contra uno.

-¿No dijo que podía con todas nosotras? –Recordó Rosa, mientras apretaba más con las manos a Alberto hacia abajo.

-¡Ay! –Chilló Marta-. Me a pellizcado el culo –rió mientras se movía para que no volviera hacerlo.

-¡Ay! –chilló aquella vez Rosa.

-¡Ay! –Lo soltó Ana, mientras se frotaba la zona dañada.

-¡Que lo vais ahogar! –Rió Ramón-. Y vais a salir dañadas.

-¡Ni hablar… Ay! –Chilló Patricia, aquella vez-. ¡Sujetadlo bien, que se está liberando!

-¡No puedo! –Rió Marta.


De pronto, todas se apartaron rápido cuando el hombre salió a la superficie intentando pillar alguna de las chicas. Pero consiguiendo únicamente enredarse en la red, y aflojándola de los postes de sujeción.


-¡Cuidado! –Chilló Marcus, pero fue tarde. Uno de los postes se salió del hueco y al caer dentro de la piscina, rozó a Marta en la cara-. ¡Marta! –Corrió veloz a ella, para cogerle la cara entre sus manos y mirar el daño-. ¿Dónde te duele? Déjame ver… -Se quedó quieta y dejó que las fuertes manos de él la acariciaran, tratando de restarle el dolor del golpe. A decir verdad, el poste era de plástico y tan solo la había rozado un poco. Pero le había gustado ver aquella preocupación en él-. ¿Te duele? –Preguntó mientras la estrechaba con un brazo contra  su pecho, y con la otra mano le acariciaba con mucha delicadeza la mejilla.

-Solo un poco –Logró responder en un hilo de voz. Ciertamente se sentía cohibida, de tanta atención.


¡No podía ser! Lo que su mente le estaba tratando de decir, no era cierto.  Solo era un poco de preocupación y todo lo otro teatro, de cara a su familia. ¿Pero y si era?...


-¡Marta, hija! –La llamó su madre desde fuera de la piscina.

-Esta bien –Habló Marcus para tranquilizar a todos, mientras le pasaba un brazo por detrás de las rodillas sorprendiéndola, al ver que la sacaba del agua en brazos-. Vamos a ponerte algo, para que no te vuelva a salir otro moretón. Sabes que te salen con mucha facilidad. ¿María tienes alguna cosa para los golpes?

-Sí, llévala a la cocina.

-¡Que estoy bien! –Protestó un poco avergonzada al ser el centro de atención-. Solo ha sido un pequeño golpe, podemos seguir jugando…

-No me da la gana –Ordenó él en tono tajante-. Que sigan ellos con el partido.

-¡No te preocupes hermanita! –Chilló Rosa-. Aquí vamos más que sobradas.

-Que graciosa la niña ésta… -Rió Alberto.

-EH dicho, que estoy bien –Masculló entre dientes y mirándolo con cierto enfado.

-Por mí puedes patalear como una niña pequeña, pero pienso asegurarme antes –Sentenció en tono serio-. Además, me estoy acostumbrando a esto de tener que cargarte sobre mis brazos…

-Imbécil –Lo insultó, pero sin poder esconder el sonrojo de sus mejillas.


La sentó en un taburete de la cocina, mientras le inspeccionaba el rostro bajo la atenta mirada de su madre.

-Esto, también puedo hacerlo yo delante de un espejo –Volvió a quejarse, con un fuerte resoplido.

-¡Hay hija, no me seas tan rancia! –La regañó su madre.

-Marta, no es para nada rancia –Dijo Marcus, con mucho cariño mientras le besaba de forma fugaz en los labios-. Es solo un poco tímida…El que yo esté aquí, la pone un poco nerviosa.

-También opino lo mismo –Habló su padre, que apareció en aquel momento-. Pero es normal, eres su novio formal… Toda la familia aquí conociéndote y pendiente de vosotros…

-¿Puedo opinar? –Interrumpió muy mosqueada.

-¿Se ha hecho daño? –La ignoró su padre y los otros dos.

-Se le pondrá un pelín rojo, pero nada más –Sonrió Marcus-. Ha sido un golpe flojo.

-¡Os lo dije! –Comentó con gran sarcasmo y cruzándose de brazos-. Es un maldito palo de plástico…

-Cariño, no te enfades pensé que te diste un buen golpe –Rió Marcus-. Por un momento, creí que te iba a pasar igual que tú ojo.

-¿Ojo? –Preguntó su madre.

-Se le puso morado, por culpa de hacer el tonto con sus amigas…

-¡Oye! –Protestó ella-. No estábamos haciendo el tonto, simplemente Karolaine movió mal el codo.

-Lo único bueno de aquello –continuó bromeando él-, es que pude mimarla un poquito.

-¿Me puedo ir ya? –Los volvió a interrumpir con cierto mosqueo-. Me esta entrando cierta fatiga de escuchar tantas palabras cursis…

-¡Marta! Mira que te estas volviendo arisca –Volvió a señalar su madre, mientras alzaba los ojos al cielo ante sus palabras.

-No digas tonterías mamá –Fue a darse un pequeño impulso, para bajarse del alto taburete cuando Marcus, se le adelantó sujetándola por la cintura y bajándola al suelo junto a él, bueno… Muy junto a él. Demasiado, desde su punto de vista al ver que la mantenía rodeada con sus brazos por la cintura, en plan abrazo amoroso-. ¡Y ahora qué! –Lo miró con cierto recelo aunque estuvieran sus padres allí.

-¡Marta hija! –La volvió a regañar su madre sorprendida.

-Es que se comporta como un pulpo –Protestó con cierto énfasis en sus palabras-. Y sabes que delante de mis padres, no quiero éste… Éste tipo de…

-¡No digas tonterías! –Rió su padre-. Si nos molestara, te aseguro que las parejas no casadas de ésta casa, dormirían en dormitorios diferentes.

-Creo que sois demasiado modernos, deberíais de ser más…

-Entonces, no te habría dejado irte a estudiar a Londres.

-Y no me habrías conocido –Señaló divertido Marcus.

-¡Mira que pena! –Exclamó con gran sarcasmo, mientras lograba soltarse y salir de la cocina.

-¿Pero qué mosca le pica a ésta? –Preguntó su madre confusa.

-Aún esta enfadada conmigo, María. No le ha hecho mucha gracia que me presentara aquí… Digamos, que me está castigando un poquitín.

-Tonterías… -Sonrió-.Toda la familia esta encantada con tu presencia. Dale un par de días y se le pasará…

-Eso espero…-Comentó en un suspiro.

-Pero si está claro que te quiere mucho –Siguió María-, soy su madre y esas miradas que te echa cuando no la ves… Y la conozco muy bien. Ya lo hablemos ayer noche… -Rió la mujer.

-¿Lo hablasteis? –Marcus no podía quitarse la sonrisa de tonto, que se le había quedado al escuchar las palabras de la mujer.

-Sí, me decía que no nos hiciéramos ilusiones que llevabais poco tiempo… Pero le señalé un par de puntos sobre ti y sobre ella, y no tubo más que callarse al ver que yo tenía razón. Sois los dos un par de tortolitos…

-Gracias María –Sonrió-. Iré a ver donde ha ido.



Se encontraba en la piscina con todos, pero tumbada en el filo de ella tomando un poco de sol.


-¿Poniéndote morena, mi vida? –Se acercó a ella y se sentó a su lado.

-Sí, no creo que tenga que pedirte permiso –Le replicó con cierto desdén.

-¿Pero por qué estas enfadada? –Le susurró, mientras veía como jugaban los otros.

-¿Cómo me preguntas una cosa como esa?

-Marta…

-Vienes aquí con todo el morro del mundo, y me preguntas…

-Eh venido por varios motivos….

-Marcus, cuando te hice aquello reconozco que no debería de haberlo echo… Pero no metí a nadie de tu familia…

-Sí lo hiciste. EN aquel lugar, vienen mis padres y mi hermana a pasar unas semanas conmigo –Soltó acusador-. En dos días, ese pueblo se llenó de mujeres y jovencitas como nunca lo había echo…

-Y que tonto fuiste, de no aprovecharte… Tantas para ti…

-Marta-Suspiró.

-Lo siento –Confesó con seriedad-. No pensé que fueras tan hogareño… Yo solo…

-Sí, claro ya se lo que pensaste –Y dicho aquello con reproche, se levantó y se marchó hacia el interior de la casa.

-¿Pero qué mosca le ha picado? –Murmuró para sí. Verdaderamente, no lo veía tan molesto desde el día de la boda después de lo ocurrido entre ellos dos.  De acuerdo, había actuado sin pensar aquel día al publicar aquello. Pero había que señalar, que él también se había aprovechado de la situación.


Pasaron diez minutos y Marcus no aparecía. ¿Acaso se había encerrado en el dormitorio? Eso no era propio de él. Con curiosidad y mosqueo, fue a comprobarlo…


Llamó a la puerta antes de entrar, para prevenirlo pero no lo vio allí. Cerró sin hacer ruido, y entonces fue cuando escuchó el sonido de la ducha. Bueno, ya sabía que se estaba duchando… Ahora daría media vuelta, y lo esperaría abajo para hablar con él. Pero sus pies no se movían. ¡Mentira, si que se movían pero hacía el baño! Vamos estaba segura de que lo hacia para realizar alguna venganza, solo que en aquel momento no conseguía visualizarla. Así que sus piernas, no iban en aquella dirección por fisgonear, no señor, iban hacia allí por una noble causa, en defensa de las mujeres… ¡Jesús, que músculos!


Marcus, había dejado la puerta del baño medio abierta, y la mampara del baño era de simple cristal. Es decir, no era opaco, ni con dibujos… Era tan claro como el agua que le chorreaba por todas partes a él. Se obligó a cerrar la boca. No se había dado cuenta de que la tenía abierta, tras ver como era de bien dotado su compañero de cama. Tenía que alejarse de allí, antes de que abriera los ojos y la viera allí…





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