jueves, 11 de abril de 2013

Líos de Oficina 4

-¿Si? –Respondió Susan, sin apartar la mirada de los papeles que tenía en las manos.

-Marcus se encuentra aquí en Málaga, durmiendo en mi cama… -Soltó de sopetón.

-¿Perdona? –Preguntó incrédula.

-EH dicho, que…

-¡Se lo que has dicho! –La cortó con energía-. Pero que lagarta que llegas a ser… -Rió-, te ha encontrado y tú no has dudado en coger y llevártelo a la cama. ¿Para que llorabas tanto entonces? –Bromeó sin creerse lo que le decía su amiga.


-¡No! –Protestó enfadada.


-¡UY! ¿Qué ha ocurrido?

-Eso quisiera yo saber. ¿Cómo me ha podido encontrar?

-¡Madre de dios! ¡Esta ahí!

-Sí, pero no me escuchas…

-A lo mejor son casualidades de la vida, que haya escogido marcharse y te lo has encontrado…

-Susan, se presentó en la casa de alquiler alegando que somos novios…

-¡Será cabrón! –Exclamó su amiga.

-Díselo a mi familia, que lo tienen puesto en lo alto de un pedestal.

-¿Qué quiere?

-Eso es lo mejor, solo quiere pasar aquí sus vacaciones dado que le estropeé las suyas…

-No tenías que haber hecho nada…

-¿Ahora es, tenía? –Le reprochó enfadada-. No recuerdo que hicieras mucho el intento de detenerme.

-Vale, lo se... –Resopló-. Estuvo aquí el otro día y habló con Thom. Pero no se como pudo averiguar la dirección… ¡Maldita sea, es peor que nosotras!

-¿Cómo?

-No se queja Thom, de que somos unas revoltosas… Pues jolines, ellos son peores que nosotras…

-Ya, pero eso no lo ven.

-¿Qué tienes pensado?

-Pues no lo se –Comentó un tanto desesperada-. Sabes una cosa, ahora entiendo a la pobre Sabrina cuando estábamos en Sicilia. Cuando la pobre tenía que dormir en el mismo dormitorio con Lucas… No sabes lo fuerte que llega a ser la tentación, y el ansia que tu cuerpo tiene de sentir su contacto. Tienes que estar deteniéndolo todo el rato con la mente fría. Y créeme, hay veces en que tu mente no colabora para nada. Sobre todo cuando ves a ese cuerpo salir de la piscina chorreando miles de gotas de agua, que cogen sensuales caminos por los que desaparecer…

-¡Para! –Río-. ¡Jesús me esta entrando calor hasta a mí! ¡Cambia el chip! Si sigues pensando así, estarás perdida en pocos días… De esa manera, por supuesto que vas averiguar todos los caminos posibles de las gotas de agua y él del tuyo… Tienes que ser fuerte como lo fue Sabrina. Llámala y habla con ella, pídele consejo…

-¿Consejo? Pero si ha acabado casándose con Lucas… -Señaló enfadada.

-Sí, pero a diferencia de ti, ella estaba enamorada. Te será más fácil, lo tuyo es puro deseo carnal. ¿Verdad? –Por unos segundos, en ningún lado de la línea telefónica se escuchó ruido alguno-. ¿Marta? –Preguntó con gran preocupación-. OH, dios mío… ¡Tú también!

-¡No! Escúchame bien, no creo que esté enamorada de él, es algo… -Comentó con rabia en la voz-. ¡Maldita sea, no se que es! ¡Pero te juro, que no es amor! –Sollozó llena de rabia-.

-Marta… -La llamó con voz dulce, para intentar calmarla aun poco.

-Soy una tonta –Rió entre lágrimas-. Mira que enamorarme de él…

-No eres tonta –La animó su amiga-. Simplemente, no te has dado cuenta hasta tarde. Siempre eh creído que los corazones, van a parte de nuestra mente y que cuando menos nos lo esperamos, nos juegan una jugarreta.

-¡Pues el mío ha hecho una buena –Río secándose las lágrimas-. Te dejo, creo que me voy a dar un chapuzón. Y ate informaré de mis planes…

-Muy bien… Marta…

-¿Dime?

-Ánimo, verás como todo acaba bien…

-¿Y qué es lo qué será bien?

-Habrá que esperar…



Susan colgó el teléfono preocupada, tenía que hacer algo para ayudar a Marta. Si hacia falta, llamaría a Lucas… Aunque Marta la mataría por ello.


-¿Qué te ocurre? –Preguntó Karolaine, apareciendo allí-. Ya deberías de estar recogida, pasan diez minutos de la hora.

-Hoy ha llamado Marta.

-¿Cuándo?

-A primera hora de la tarde, pero eh tenido tanta faena que no eh podido decirte nada.

-¿Cómo se encuentra? –Preguntó animada, ajena a lo ocurrido.

-Desquiciada de los nervios.

-No entiendo, pagaría lo que fuera por estar de vacaciones bajo el sol de España…

-¿Con la compañía de Marcus? –La interrumpió.

-¿Qué tiene que ver él? –Se extrañó.

-Pues que no sabemos como, pero se ha presentado allí como su novio. Su familia esta encantadísima de conocerlo…

-¡Dios mío! –Exclamó, llevándose una mano al cuello-. ¿Cómo es posible? ¡Os lo dije, pero no me hicisteis ningún caso! ¡Es que sois!...

-Espera, que lo mejor viene ahora… -Le soltó en tono de suspense-. Marta, tiene las defensas muy pero que muy bajas, ante cualquier seducción por parte de él. La señorita, se nos ha enamorado.

-¡Me estas tomando el pelo! –Volvió a exclamar más sorprendida aún.

-No.

-Pobrecilla…-Sollozó-. Madre mía, esto parece una maldición de amor…

-¿El qué parece una maldición de amor? –Preguntó Thom, apareciendo de la nada y dándoles un susto.

-Nada –Respondieron las dos a la vez y con gran recelo.

-Vale, vale… Solo preguntaba… -Señaló un poco molesto-. Me marcho, hasta mañana… -Al ver que le respondían en tono serio, se molestó aún más-. ¡Cualquier día de éstos os juro que os hecho a la calle! –Bramó, pero sin provocarle ningún temor a las chicas.

-Seguro que me toca un nuevo jefe, menos traidor… -Señaló Susan con cierta provocación.

-¿Eso va con segundas? –Preguntó achicando los ojos.

-No –Respondió utilizando una sonrisa bien falsa.

-Ya…-No se lo creyó-. Pero te aseguro, que ese nuevo jefe no sería tan comprensible y con tanta paciencia como yo –Y se largó, sabiendo que tenía razón.

-Me parece que lo vamos a jubilar antes de tiempo… -Señaló Karolaine.

-No digas tonterías –Rió Susan.

-Lo que tú digas, pero cuando vea que la siguiente en marcharse sea Marta, le salen más canas…


-¿Quién dice que Marta se va a ir? ¿Y que yo sepa, Sabrina solo esta de luna de miel? –dijo, mientras apagaba el ordenador.

-Te digo, que lo de Marta acaba en boda…

-Y yo te digo, que te ha llegado el momento de soltarte del todo la melena y averiguar para que sirven los hombres en verdad… -Bromeó con su joven amiga-. Tuviste una oportunidad con Matt y la desperdiciaste… Olvida a Sebastián. Por lo que sabemos, nunca le has dado a entender lo que sientes por él…

-¡Cielos, no! Es el amigo de mi hermano. Y no soy tan… Y él, es mayor que yo…

-Tienes diecinueve años –empezó a sermonearla mientras se dirigían al ascensor-, con esa edad ya deberías se saber el triple que…

-No hay nada de malo en ser virgen –Le señaló molesta-. Sabrina, también lo era hasta ahora…

-Pero Sabrina, tenía sangre en las venas. Tú eres completamente de horchata. Tenemos que trabajar más contigo…

-No pienso ponerme más mini faldas tuyas –Rió, ante la sugerencia de su amiga.

-Ya veremos… Por ahora, nos vamos a ir a un bar a que algún chico mono nos invite a una copa.

-Me das miedo –Le señaló riendo-. Estoy segura, de que si Thom me viera contigo en un bar le daba un ataque…

-Cariño, no vas a ser su dulce catedrática para toda la vida.

-No, eso lo estáis logrando vosotras a pasos agigantados.

-Y ya verás, como va a ir todo bien.



Llevaban media hora sentadas en una mesa del bar, donde solían ir las cuatro juntas a tomar algo cada viernes. Por el momento, Susan solo había observado el ambiente y comentándole los defectos de algunos hombres que habían prestado interés por ellas.


-No, hoy no hay ningún hombre adecuado para ti –Suspiró aburrida.

-No me busques a ningún novio…

-No te estoy buscando a ningún novio –Soltó con risa picarona-, solo un hombre para que te…

-¡Susan! –Protestó su amiga, totalmente avergonzada.

-¡Qué! –Río-. No hay nada de malo en ello, Karolaine. No irás al infierno por tener un poco de diversión carnal, antes de conocer a tu futuro marido.

-¿Y tú? –Cambió de tema.

-¿Y yo qué? –Preguntó confundida, mientras le daba un sorbo a su margarita.

-Tienes veinte ocho años… -Empezó, siendo interrumpida por su amiga al ver donde quería llegar.

-OH, no… -Gimió de horror-. Karolaine, yo estoy muy bien como estoy… Quiero disfrutar un poco de mi soltería. No soy de príncipes azules como vosotras…

-No me lo creo…

-Digamos, que con una sola vez que me rompieron el corazón tuve suficiente. Por supuesto que llegará un día en el que tal vez… Pero créeme, aún me quedan años y juergas que divertirme.

-A lo mejor no –Sugirió divertida.

-¿Perdona?

-Creo que todas estamos maldecidas por el amor, desde que fuimos a Sicilia…

-Lees demasiadas novelas rosa…-Dijo divertida.

-Reconócelo, desde que hemos ido allí parece que Cupido tiene faena.

-Pues conmigo, se le tuvo que perder la flecha –Reconoció a carcajadas-. Y Matt, no ha venido por aquí…

-¿Y si no son, ni Jack ni Matt? –Comentó con cierto misterio en la voz.

-Me estas poniendo los pelos de punta… -Se quejó frotándose los brazos con frenesí.

-A mí, sí que se me acaban de poner –dijo, mientras le señalaba con la cabeza que mirara hacia la entrada del bar.


Susan se giró con curiosidad y sin disimular, para llevarse una gran sorpresa. Acababa de entrar Jack, acompañado de tres hombres trajeados. Era obvio que iban a tomar una copa, después de una larga semana de trabajo. Sus labios se curvaron en una sonrisa, preparada para saludarlo. Después de todo, él se había portado muy bien con ella y con todas, a pesar del lío que habían organizado… Pero su sonrisa se congeló, al comprobar como Jack la miraba por  un momento con gran interés, mientras hacia que hablaba con uno de sus compañeros, para después pasar de largo e ir a sentarse al fondo en la barra.


¡Será cretino! Le fulminó la espalda, con rabia. ¿Por qué no las había saludado? Habían pasado días, no años para que no las reconociera. Además, había visto el repaso rápido que le había hecho. Aquello, había sido lo que la había detenido de decirle algo. Había algo diferente en su mirada, bueno en todo él. Es como si le rodeara un aura de seguridad y seducción. En Sicilia, se había paseado en biquini delante de él, y no había conseguido ni por asomo aquel grado de interés… ¿Qué mosca le picaba ahora? ¿Es por que iba con sus amigos y era el machito del grupo?





-¿Has visto eso? –Le señaló asombrada su amiga-. Nos ha visto perfectamente a las dos, y ni siquiera se ha detenido a saludarnos por un mínimo de educación…

-Ya lo eh visto...-Respondió Susan, pensativa-. Pero éste se va a enterar un poquito…

-¿Susan? –La llamó Karolaine con timidez-. ¿No irás hacer nada, verdad?

-Mmm… -Le dio un buen sorbo a su margarita-. Vamos Karolaine, tú lo has visto…

-Sí, y me da sinceramente igual… -Empezó a reñirla.

-Mira, tómatelo como una lección… -Le guiñó un ojo, mientras se levantaba de la silla.

-No, Susan… -Le susurró nerviosa, y comenzando a ponerse colorada-. Sí vas allí, te juro que… -No le hizo caso. Bueno, en realidad ninguna de las chicas le hacia caso nunca. Y es cuando luego venían los problemas.


Sin ningún temor se acercó al grupo de hombres. Sabía que en aquel momento, su amiga Karolaine debía de estar mirando con gran horror y deseando salir de allí. Pero ella no era así, hacía mucho que no lo era. Quería que su amiga comprobara que no había nada de malo en tener un poco de cara dura.


-Hola… -Dijo en un hilo de voz lo más sensual posible, pero mirando directamente a su objetivo. Que supieran a por quien iba-. Solo quería saludarte, mi amigo David esta muy feliz. Me dijo que la otra noche se lo pasó muy bien contigo y que fuiste muy dulce… -A su queridísimo objetivo se le borró la sonrisa de l acara, mientras que sus amigos callaban de golpe o se atragantaban con la bebida. ¡Bien, un punto para ella!-. Bueno, me alegro de conocerte –empezó a retirarse, pero un brazo como el acero la detuvo con gran firmeza.

-Un momento preciosa –Ordenó con tono serio. Que raro, si mal no recordaba, su voz no era tan… -. Me parece que aquí hay un grabe error.

-No creo que no… Vi vuestras fotos, en vuestra cena en… -Intentó meter más el dedo en la llaga.

-¡Te digo que te equivocas! Y tú lo sabes –La miró con seriedad-. Todo esto te lo estas inventando.

-¡Vaya, ésta vez a quien intentan castigar es a ti! –Rió un amigo suyo-. ¿Dinos preciosa, que idiotez a cometido Jack contigo? –Preguntó el chico divertido y curioso.

-¡Suéltame! –Intentó soltarse, dando un fuerte empujón pero como si no hubiera hecho nada, allí seguía bien sujeta.

-Te ha dejado por otra… Aunque un poco idiota –Comentó el otro chico.

-Un momento, has averiguado que Jack aún quiere a Miriam –Comentó otro-, eso es lo malo que nunca quieren admitir que ha sido una noche de sexo y nada más, entonces descubrís que él quiere a otra y claro…

-¡Yo no me eh acostado con él! –Protestó con rapidez y enfado. La tortilla se había girado, favoreciéndoles a ellos-. ¡Ni loca lo haría!


-¿En serio? –Preguntó con gran interés su captor-. ¿No nos hemos acostado juntos? ¿Y no te atraigo un poquito?

-¡No me vengas con idioteces! ¡No lo hemos hecho y tú lo sabes! –Lo miró con furia-. ¡Suéltame!

-¡No! Aún hay cosas que quiero averiguar.

-¿Perdona? –Se mofó-. ¿Con qué derecho?

-Con el derecho…-Se quedó un momento callado y luego sonrió de forma lánguida-. Por haber venido acusarme de calumnias, dañando mi…

-¡Serás machista y creído! -Bufó Susan.

-¿Cuál era tu nombre?

-¡Vete al infierno!

-No, no te queda bien… Te pega más un…

-¡A ti si que te voy a pegar una paliza, como no me sueltes de una puñetera vez!

-Schhh… Tranquila, bájame un poco los humitos….

-¡Eres un idiota rematado!

-¿Y dices que no nos hemos enrollado?

-¿Volviendo a tu época de colegial, tío? –Río uno de sus colegas, pero calló rápido al ver la mirada de éste.

-¿Y dices qué tampoco te eh besado?

-¿Qué te pasa? ¿Es qué te vuelves más idiota por segundos? –Le preguntó como respuesta a sus preguntas, con el ceño fruncido. Algo ocurría…

-Eso, querida mía no es una respuesta muy adecuada que digamos… -Señaló divertido.

-Pues que pena –Siguió Susan sin bajar del burro.

-Bueno, pues te besaré y comprobaré tu reacción… -Seguía riéndose de ella.

-¡Venga hombre! –Rió a carcajada limpia-. No me besaste cuando te lo pidió Lucas, y lo vas hacer ahora…

-¿Lucas? –Preguntó con curiosidad.

-Un momento…-Lo miró detenidamente-. ¿Quién eres? Desde un principio te eh notado muy diferente…

-Eso sí que me gusta más, que hayas visto la diferencia…

-¡Escucha papanatas! –Empezó a gritarle a pleno pulmón, para ser interrumpida por una voz que si le resultaba familiar, pero que muy familiar…

-Suéltala, Zack –Ordenó aquella voz grave tan conocida.


¿Zack? ¿Había escuchado bien? Aquel no era su nombre, si mal no recordaba… Le daba miedo girar la cara, y ver al dueño de aquella petición. Por que aquello, solo podía significar una maldita cosa… ¡Que era una completa idiota!


-Hola Susan –Saludó el hombre divertido-. Veo que sigues siendo la misma provocadora…

-¡Ojo con lo que dices! –Lo amenazó. Y sí, delante de si tenía a dos Jacks… Bueno, por lo visto a quien había ido atacar no era el verdadero… ¿Ahora qué? ¿Qué excusa ponía? ¡Genial!

-Tranquila mujer, me refiero  que aunque no estéis juntas sois igual de peleonas y liantes… ¿Qué pretendías, castigar a mi hermano por lo de Sicilia? –Sugirió con muy buen humor.

-Un pelín –Respondió sincera y riéndole a él-. Pero más que nada, por que vi mal que no te detuvieras a saludarnos al entrar en el bar… Después de todo, me porté bien contigo.

-Y yo contigo… Siento, que te llevaras un chasco… Pero me alegra el volver a verte –Dijo sincero.

-Lo mismo digo. ¿Has visto a Karolaine? –Preguntó preocupada, al no divisarla en la mesa.

-Sí –Se rió bien fuerte-. A la pobre casi le da un ataque al verme entrar por la puerta… Ha ido al servicio a refrescarse un poco….

-Hola hermanito –Los interrumpió Zack, un poco molesto al ver la buena relación de ellos dos-. Me alegro de verte, ésta vez me temo que el ataque ha sido para mí… -Le soltó en broma, y después se giró hacia Susan-. Hola, mi nombre es Zack…

-A mí me olvidas cretino –Le soltó enfurecida, sorprendiendo a todos.

-¿Perdona? -Dijo divertido ante su actitud.

-Que no quiero saber nada de ti, podrías haberme dicho quien eras desde un principio.

-Y perderme el… -Un carraspeo de su hermano, le advirtió que mejor callara.

-Bueno Jack, espero que volvamos a encontrarnos…

-¿Te marchas?

-Sí –Respondió en tono seco y mirando por un momento con cierta frialdad a Zack-. Mejor así.

-Entonces, espero que nos encontremos por aquí. ¿Sabes algo de los novios?

-Que están de maravilla… Me marcho, Karolaine me espera –Se inclinó y le depositó un beso en la mejilla-. Adiós.

-Adiós –Rió al ver la cara de enfado de su hermano-. ¿Te ocurre algo?

-No –Respondió con cierta brusquedad.

-¡Vaya, te molesta que haya una mujer que no haya caído rendida a tus pies!
-Piérdete un rato, quieres…

-¿Y perderme éste espectáculo?

-Muy gracioso, hermanito.

-Mi consejo, es que te olvides de ella…

-¿Tú no tienes a Miriam?

-Cierto. Pero ella no es ni fácil de manejar, ni de las que se casan…

-¿Quién ha dicho que vaya a casarme? –soltó con cierta ironía.

-Tú mismo, recuerdo que afirmaste que estabas cansado de ir de una cama a otra…

-Bueno, tal vez me quede alguna por deshacer.

-No sabes en donde te metes hermanito… Susan, no es ninguna tonta.

-Eso, es lo que más me gusta.



                                                 ***




Nadó una brazada más y se agarró a la pared, para hacer un descanso. Escuchando como alguien se tiraba a la piscina. Giró la cabeza rápido, pero no pudo ver a nadie… Quien fuera, iba buceando hacia ella. Marcus, apostaba lo que fuera a que era él. Tomó fuerza y fue alzarse, para salir del agua pero el intento lo hizo demasiado tarde. Quien fuera, salió a la superficie en aquel preciso momento tras su espalda, y la volvió a meter en el agua sujetándola por la cintura.




      


-Buenas tardes, cariño… -susurró Marcus en su oído, provocándole miles de sensaciones en su cuerpo-. Deberías de haber venido a despertarme y no dejar que durmiera tanto. Si ésta noche estoy desvelado, tu tendrás la culpa…

-Haberte puesto un despertador, quieres quitarte del medio –Comentó en un bramido.

-Cariño, cariño… -Sonrió-. Si ésta noche te doy la murga, no quiero que me protestes… Tú te lo has buscado.

-Ésta noche, pienso dormir a pata suelta como todas las que quedan en mi cama….

-Que resulta ser también la mía… -Señaló, apretándose más a su cuerpo.



Se puso más nerviosa, al comprobar que ya no podía apretarse más a la pared de la piscina. Podría  decirse perfectamente, que notaba cada músculo del cuerpo de Marcus amoldado al suyo… Curiosamente, tenían que encajar a la perfección. Si es que todo iba en su contra. Por fortuna, éste no podía ver la reacción que estaba teniendo su cuerpo ante su cálido contacto. Por que no quería pensar en la gran satisfacción que sentiría aquel cretino, si supiera que sus pezones se encontraban completamente excitados apretando contra la fina tela del biquini. Por no mencionar, la ansiedad de su parte más baja por satisfacer un hambriento deseo, ni por el temblor de sus piernas por rodearle la cintura con todas sus fuerzas… No tenía que dejarse vencer por la tentación, por que ese era el juego de él. Tentarla a cada minuto del día. Menuda cruz de vacaciones….

-Eso que te lo crees tú –Rió con falsedad-. Ésta noche, y todas las que vengan duermes en el suelo.

-Mmm… Me encanta la idea, de que hayas aceptado tenerme por  aquí  durante una buena temporada –Señaló en tono sexy y mordiéndole con suavidad el lóbulo de su oreja.

-¡Qué haces! ¡Estate quieto! –Logró pronunciar con cierto tono tembloroso.

-Venga vamos… -Le susurró risueño.- Pero si a ti te gusta.

-No, no es verdad –Masculló enfadada.

-Sí, sí es verdad –Le zanjó la conversación, mientras le besaba el hombro con toda la sensualidad del mundo-. Te recuerdo, que dejemos bien claro la atracción sexual que sentíamos el uno por el otro.

-Tú lo has dicho, sentíamos –Recalcó la última palabra con cierto énfasis, antes de haberse echo el estomago tripas por lo que le estaban haciendo sentir aquellos labios-.  Ciertamente Marcus, ahora lo único que me produces es un total aburrimiento.


Marcus echó a reír en fuertes carcajadas, ante sus palabras dichas. Para pillarla desprevenida, cuando la giró de cara a él en un movimiento rápido y preciso… Eso sí, el muy cretino no dejaba de tenerla apretada igualmente contra la pared.


-¿En serio? –Le susurró divertido, mientras la miraba con ojos hambrientos-. Pues mira que tu cuerpo me esta mandando unas señales totalmente opuestas a las que me dice tu mente…

-¿Qué dices? ¿De qué me hablas? ¿Ahora te has vuelto en un charado, adivinando cosas? … -Se  puso muy nerviosa, le fue imposible evitarlo-. Solo me estas viendo la cara, y creo que te está reflejando claramente la repulsión que siento hacia ti, es decir… ¡Suéltame! –Le ordenó mientras lo empujaba, pero consiguiendo solamente ponerse más en contacto con su cuerpo.

-Estas muy equivocada, para empezar tienes las pupilas dilatadas… Segundo, tienes tus pezones… -Señaló mientras le acariciaba uno, cogiéndola completamente desprevenida-. Bien erectos y estoy seguro, de que si bajo mi mano un poco más será muy bien recibida… -Soltó con sonrisa demasiado sensual-. ¿Me equivoco, cariño?

-¡Como te atreves! –Exclamó por lo bajo, no quería alarmar a nadie de su familia y que se acercara a comprobar que diantres ocurría allí, aquello sería muy vergonzoso-. ¡Eres un mald…!




Marcus selló sus labios, sin dejarla terminar. A lo primero soltó unos cuantos gemidos y forcejeos en señal de protesta ante el ataque, para dejarse llevar enseguida por la batalla… Que le iba hacer, admitía que se derretía en sus brazos. En todas las ocasiones que Marcus la había besado, se había dejado llevar al momento. Como estaba haciendo también ahora… En vez de empujarlo con sus brazos, los había acomodado alrededor de su cuello. ¡Y sus piernas! ¡OH, si sus piernas!...  En vez de utilizarlas como arma defensiva, ahí se encontraban alzadas rodeando la cintura de él en total entrega.


No debería de estar haciendo aquello, y muchísimo menos con público. Cuando éste resultaba ser ni más ni menos que  su familia. Tenía que parar aquella locura… ¡Pero ya! ¡Ahora!... ¡Venga, maldita sea! ¿No tenía que ser muy difícil, no? Aflojó sus piernas un poco, un centímetro… Bueno tres… ¡No era tan fácil como se pensaba, la atracción era muy poderosa! ¿Pero para qué, si no le sirvió de nada? Marcus la empujó contra la pared de la piscina, y pegó su pelvis a la suya. ¡Y menuda pelvis! De aquella manera, notaba perfectamente cual era su estado de excitación…Provocándole una corriente de excitación y  nublándole enteramente  sus sentidos y provocando que lo abrazara con fuerza, mientras hacia bailar su pelvis contra la de él.

-Marta… -Susurró contra sus labios-. Eso no lo hagas, si no quieres acabar aquí…


-Schh… -Le calló ella, mordiéndole  con toda la sensualidad que pudo el labio inferior. Le daba todo igual, se rendía ante él y su pelvis… ¿Qué se le iba hacer, no?

-¡EH, parejita! –Los llamó riendo su hermano Jaime-. Os doy cinco minutos, para salir del agua. Hay merienda preparada y queremos salir luego a pasear por la ciudad… ¡Y hay niños pequeños! –Acabó por soltar en broma-. No me esperaba esto de ti, querida hermanita…

-¡Piérdete Jaime! –rió Marcus, al ver que Marta se había quedado helada por la aparición de su hermano. En ningún momento desde la interrupción de éste, le había quitado la vista de encima. Quería ver todas y cada una de sus reacciones. Por unos instantes, había conseguido que ella sucumbiera ante él. Ella abrió los ojos, para mirarlo con gran enfado mientras se apartaba de su cuerpo y salía de la piscina sin decirle ni una sola palabra. Aquello no le hizo mucha gracia. Lo mas normal, hubiera sido que le hubiera soltado un insulto o algo… ¿Pero que se largara sin mediarle ninguna palabra? Se esperó cinco minutos dentro del agua, para darle tiempo a ella y a sí mismo. No quería que toda la familia lo conociera en aquel estado. Pensó sonriente, mientras se envolvía la cintura con una toalla y se dirigía a la mesa de la terraza, en donde todo el mundo disfrutaba de una deliciosa merienda a base de diferentes croissants y cafés…


Buscó con la mirada a Marta, y la encontró en la otra punta de la larga mesa hablando con su hermana pequeña Rosa… Debió notar que era observada, por que levantó la mirada por unos segundos y al cruzarse con la de él, advirtió que por primera vez las mejillas de la joven adquirían un sonrosado y saludable tono. Se quedó sorprendido… Algo ocurría en su joven provocadora, y no tardaría en averiguarlo.


-¿Os apetece venir a dar un paseo tortolitos?  -Le preguntó un Jaime sonriente-. ¿Oh, preferís quedaros la casa para los dos solos? –Le susurró en broma a Marcus.

-Creo que tu familia, no comprendería el verte salir volando por los aires de mis brazos… -Le replicó igual de bromista Marcus.



-No te enfades –rió-. Era una broma…Me parece que mi hermana no se acostumbra a que estés aquí con la familia… -Comentó de pronto-. Pero no te preocupes, un par de días y seguro que vuelve a ser el mismo bicho de siempre…

-No creo que sea tan fácil, primero tenemos que arreglar lo nuestro…

-¿Pero tenéis problemas, después de lo que vi en la piscina? –Añadió con sarcasmo.

 -¿No vas  a parar, verdad? –Preguntó como amenaza-. Sí, tenemos un pequeño tira y afloja… Pero estoy seguro de que antes de que acaben las vacaciones, tu hermana…

-¿Sí? –Preguntó con curiosidad.

-Mejor me callo y no adelanto acontecimientos… Nunca se sabe lo que puede ocurrir con ella…

-¡No me fastidies! ¿Qué me ibas a contar?...

-Que este croissant de chocolate esta muy bueno… -Cambió divertido de tema, al comprobar como eran observados por ella.

-Que sepas, que pienso emborracharte si es preciso para que me sueltes lo que te estas callando… -Comentó en broma Jaime.

-Bueno, solo hay tres duchas… -Interrumpió María en voz alta-. Así, que empezar a organizaros si queremos ir a pasear…

-¡Todos los menores de dieciocho, que sean los primeros! –Rió Juan-. Así, tendréis un motivo para no tardar tanto en la ducha…

-¡EH! –Protestaron unos cuantos.

-Es verdad, así como sabéis que tenéis cola por detrás no os mirareis tanto en el espejo…

-¿Mirarnos en el espejo? –Siguió la broma Rosa-. Pero si no tenemos arrugas para mirar como tantos otros…

-¡Que graciosa mi primilla! –Observó Alberto-. Mañana, ojo en la piscina…

-Pero si no puedes conmigo, abuelito.

-Prepárate mañana –La amenazó riendo.

-Metete con gente de tu edad primo –Señaló riendo Marta-. ¿A qué conmigo no puedes?

-¡Uy, que miedo! –Se llevó las manos a los ojos-. No tengo ni para empezar con las dos…

-¿Y conmigo también? –Se añadió Celia.

-También, pero si sois unas debiluchas… -Siguió chinchándolas.

-¿Y sí somos cuatro? –Se apuntó Ana.

-A mí mujer, ni tocarle un pelo –Señaló Jaime.

-¡Pero sí es un peligro dando patadas! –Señaló alguno de los más jóvenes divertido.

-¿Y sí jugamos un partido de vóleibol en la piscina? –Sugirió Marcus-. Chicos contra chicas…
-Acepto –Se adelantó la primera  Celia.

-Pero si vais a perder –Señaló Ramón, su marido.

-No lo creo, peri si no tenéis coordinación en el agua, sois como patos mareados –Soltó aquella vez Marta.

-OH, Oh… -Exclamó uno de los chicos-. ¡Eso ha dolido!

-Os daremos ventaja de diez puntos, así haremos que dure más… -Bromeó Patricia.

-Cariño, estas muerta –Amenazó Alberto-. Mañana, durante el partido dejaras de ser mi prometida…

-¡Que descanso, Jesús! –Suspiró, guiñándole el ojo y haciendo que todos rieran.

-Bien, decidido… Mañana, compraré la red y la pelota… -Comentó Marcus.

-Algo me dice, que mañana más de uno saldrá lesionado –Rió Carlos-. Y a mí me olvidáis, acepto con orgullo que soy mayor para esos juegos…

-Eres la oveja negra… -rió un joven, antes de salir corriendo-. ¡Me pido primero la ducha verde!

-¡EH, no vale! –Protestaron algunos jovencillos-. Que morro, esa tiene radio… -Y echaron a correr tras él.



Eran cerca de las dos de la mañana, cuando llegaban todos a la casa. Había sido una tarde dedicada a paseos, acabando en cenar en una marisquería y tomando después un helado en una heladería. Iban la mayoría con sueño, menos los que se habían echado una gran siesta aquella tarde, y Marcus pertenecía aquel grupo.


Estaba muy nerviosa, y sabía perfectamente que él se había dado cuenta de ello. Desde su entrega en la piscina, que estaba con los nervios de punta. Estaba convencida, de que gracias a su entrega Marcus sabía ahora cuales eran sus sentimientos hacia él. Y como no, seguro que se aprovechaba de ello. Bueno, había que señalar que el muy canalla se lo había pasado bomba aquella tarde con ella. No había perdido ni un momento la oportunidad, en pasarle el brazo por encima del hombro y por la cintura, o en cogerle de la mano… No podía ponerse a quilómetros de él, después de que su hermano Jaime los pillara infraganti…


Si dormían juntos en la misma cama, estaba más que perdida. De la manera que lo había tocado y suplicado aquella tarde, era clarísimo que no tenía ningún tipo de control ante sus caricias. Y aquello es lo que buscaba él. Que perdiera todo su control y se abandonara a la pasión que según él, los cegaba a los dos… Pero si lo hacia, sabía que su corazón es quien sufriría después.  Y Marcus habría ganado aquella batalla, para después irse y no volver a saber nunca más de ella. ¡A quien quería engañar! ¡Ella, no era la mujer afortunada que lo fuera a pillar para formar una familia! Era una  diversión diferente a las acostumbradas, que se le había cruzado por el camino… ¿La cuestión era, cerraba su cerebro en una caja y se entregaba a unas cuantas noches de pasión?



Algunos subían directamente a sus dormitorios, mientras que otros se dirigían a la cocina a tomarse el último café… ella, se quedó un momento detenida en medio del salón pensando a donde ir…  Levantó la mirada, y allí lo vio parado en el pie de la escalera mirándola atentamente con sonrisa traviesa. Cerró las manos en un puño de la rabia que le entró, al saber que él sabía el entresijo que estaba sufriendo.  


-¿Vas a tomarte un último café? –Le preguntó, pero ella sabia que sus ojos en verdad le estaban diciendo otra cosa. La estaban llamando cobarde…

-No –Y con la mirada bien alta, pasó por su lado para subir las escaleras hacia su dormitorio.


Todo se le hacia enorme, la puerta, la cama… Y sin contar que se notaba las palmas de las manos húmedas por los nervios que arrastraba desde aquella tarde. 


-Quiero ducharme primero –Dijo con voz insegura, y dándole la espalda en todo momento desde que entraron y cerraron la puerta del dormitorio, sumiéndolos en una intimidad absoluta.

-Como gustes –Le indicó con voz melosa-. Pero como hay dos baños más en la casa, con tu permiso utilizaré uno de ellos para refrescarme un poco… Estoy muy caluroso…


¡Canalla! Cogió su camisón sin mirarlo, por que sabía que había dicho aquello último para provocarla, y salió aprisa de allí buscando un poco de aire.


Llamó a la puerta del baño y le respondió su madre, abriéndole la puerta.


-Hola cariño… -Sonrió-. Adelante, estaba quitándome el maquillaje…

-Yo solo quería ducharme, tengo mucho calor…

-Estas acostumbrada al clima de Londres –Rió su madre, mientras abría el grifo del agua-.  Cariño… -La llamó en tono meloso.

-Dime… -Respondió mientras se quitaba la ropa, sin mirarla. No quería hacerlo, sabía que es lo que le iba a decir. Abrió la mampara de la ducha y entró dentro.

-Solo quería comentarte, que a tu padre y a mi nos gusta Marcus. Bueno –sonrió-, en verdad creo que a toda la familia… Se que es muy pronto para decirlo, pero es de esas personas que se muestran tal y como son… En fin, que me alegra que hayas encontrado un hombre así. Y que nos da igual que sea famoso, que no lo decimos por eso…

-Gracias mamá –Respondió con cierta tristeza-. Pero no quiero que os hagáis muchas ilusiones.

-¿Qué tenéis problemas?



Sí, que no me ama quiso gritarle con cierta desesperación a su madre. Pensó con amargura, mientras se quitaba la espuma del cuerpo.


-No, pero llevamos poco tiempo… Y ya sabes, aún es pronto para saber si…

-A mí me da buenas vibraciones lo vuestro, a ti se te ve enamorada…

-¿Se me ve? –Preguntó preocupada, cerrando de golpe el grifo para escuchar bien a su madre.

-Sí, eres mi hija y te conozco bien a pesar de que vivas lejos. Y con ver como lo miras en algunos momentos, como él te mira a ti –Rió ilusionada-. Vamos sois dos tortolitos…

-¿Marcus? –Pobrecilla, su madre ahí no tenía razón. Él interpretaba muy bien su papel de enamorado, eso era todo…

-Sí, Marcus –Repitió-. Hay ocasiones, en las que se piensa que nadie lo mira, y es entonces cuando te observa detenidamente con un brillo…

-Mamá –Rió, para no querer hacerse ilusiones-. Me hace gracia como miras todo, con gafas de color de rosa…


-No hay nada de malo –Protestó-. Además, dime que hombre no enamorado habría seguido a su novia de poco tiempo a otro país, y pasar sus vacaciones de verano con toda la familia, teniendo el dinero que tiene él… Hija mía, te digo que Marcus siente algo muy profundo por ti…


¿Rabia? ¿Atracción sexual? Aquellas eran dos de las opciones, para que Marcus hubiera ido allí por sus vacaciones. Se quedaba con la primera, aunque como existía la segunda le había venido de maravilla realizar su pequeña venganza. Y por eso mismo, como tenía tanto dinero… Primero iba a devolverle el favor y luego, se podía ir a cualquier lugar paradisiaco todo el tiempo que quisiera, para algo era famoso y rico.


-Me voy a la cama –Le dio dos besos-. Si a las diez no estoy en pie, llámame…

-De acuerdo –Bostezó ésta, mientras veía irse por el corredor a su hija.


Abrió la puerta y se encontró la habitación sumida en oscuridad. Mejor, no quería verle la cara, ni el cuerpo… Como comprobó que él no le decía nada mientras que ella había cerrado la puerta y acercado al sillón para dejar allí la ropa del día, pensó que estaba dormido. Se detuvo en mitad de la habitación y miró hacia la cama, ahora sí lo veía. Sus ojos se habían acostumbrado a la suave luz de l aluna, que enraba por el pequeño balcón. Ahí estaba, tumbado en un lado de la cama con los ojos cerrados y desnudo de la parte de arriba por lo que pudo comprobar… Esperaba que no tuviera tanto descaro, para acostarse desnudo…


-Si enciendes la luz, no te dañaras tanto la vista por observarme a oscuras… -Comentó él, con los ojos cerrados y pillándola por sorpresa.

-No seas tan creído –Le replicó con tono molesto-. Solo estaba tratando de saber si estabas despierto o dormido.

-¿Por algo en particular? –Preguntó con tono sugerente, abriendo los ojos y mirándola de arriba abajo-. Bonito camisón…

-Espero, que tú también lleves puesto algo… -Soltó en tono amenazador, mientras abría el armario.
-¿Así que te gusta poder arrancar alguna prenda con pasión? –Sugirió divertido.

-Hablo en serio, Marcus.

-Yo también, querida…

-Idiota –Lo insultó por lo bajo, para ignorarlo seguidamente mientras buscaba en el interior del armario.

-Cariño, no creo que haya nada de interesante ahí dentro… La diversión, está toda aquí fuera –Siguió incordiándola.

-Si me encendieras la luz de la mesilla –Replicó en un resoplido.

-Bien, acepto que es divertido jugar con la luz encendida… -Siguió con sus bromas, mientras le daba al interruptor de la mesita de noche-. Así nos veremos bien…

-¡Perfecto, aquí esta! –Exclamó sacando una larga y ancha almohada-. Por mí, ya puedes apagar nuevamente la luz –Comentó mientras se dirigía con ella a la cama.

-¿Se puede saber para qué quieres eso? –Señaló con el ceño fruncido.

-¿Para qué crees? –Sugirió divertida, mientras la extendía con sonrisa traviesa en medio de la cama, a modo de muro de separación entre los dos. Marcus se echó a reír a carcajadas.

-Cariño, créeme que te será más placentero el dormir abrazada a mí que a ese relleno de espuma. Soy mucho más emocionante…

-Marcus...

-¿Sí? –Se inclinó hacia ella.

-Apaga la luz, que voy a dormir… -Y con gran sonrisa se tumbó de espaldas a él.

-Creo que deberías de quitarla –sugirió él.

-¿No me digas?

-Sí, por que con ella aquí en medio no te llega el agradable aire que entra por la ventana.

-Di todas las ideas que quieras, pero la almohada se queda ahí… Buenas noches.

-Buenas noches, cariño…



No hay comentarios:

Publicar un comentario

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...