-¿Qué quieres prima? –Preguntó un poco amargado el hombre, nada más abrir la puerta. Aquello, le recordó a Lucas en Sicilia, la noche anterior a la boda.
-Yo…
-Sí, claro… -Siguió éste, sin darle oportunidad a decir más de dos palabras-. Puedes entrar, y por que no, ducharte a la vez con mi prometida… Estoy seguro, que contigo esa actividad la hará más encantada que cualquier otra conmigo… -Y soltada aquella parafernalia, salió del dormitorio cerrando la puerta en seco.
-¿Y a éste que le ocurre? –Preguntó Marta a la chica, que estaba sentada en los pies de la cama.
-Nada, que está tonto… -La miró sonriendo-. ¿Qué te pasa?
-Eh conseguido escaparme por los pelos de Marcus… -suspiró Marta-. Les mentí a los niños diciéndoles que les iba a montar el tobogán…
-¿En serio? –Sonrió divertida Patricia, mientras se asomaba a la ventana-. ¡Es verdad! Ahí esta… Y Alberto, se acerca ahora a él…
-Siento mucho, si eh provocado que os enfadarais…
-¿Enfadarnos? ¡Que va, mujer! Solo que tú primo, es un poco cascarrabias. Además, ya me va bien que coja un poco de celos… Así, lo tendré mimándome un poco más…
-¡OH! –La miró sorprendida Marta-. Que pillita que llegas a ser.
-Yo, y muchas mujeres de éste planeta. Los celos, se han utilizado muchas veces para que tu pareja se de cuenta de que aún eres carne fresca…Que pueden perderte muy fácilmente, con uno que nos preste más atención.
-Lo sé… -suspiró-. Pero ya ves como utilizó Marcus, a la chica rubia por que yo bailaba con Diego…
-Por lo que me ha comentado Alberto fue la rubia que pilló despistado a Marcus –Se rió-. Y por lo visto, lo enganchó como un pulpo…
-Pero…
-Yo le creo. Además, que hombre se atrevería hacer eso con la parte masculina de la familia de la novia delante…
-Pero jugando a darme celos…
-Solo haría parte del baile, que es lo que estaba haciendo él…
-Bueno da igual… Lo único que sé, es que se ha puesto furioso por lo de Diego… Me llevaba a rastras al dormitorio, diciéndome que ya era hora de zanjar el asunto…
-¡Que me dices!
-Lo que oyes… Suerte, de la aparición de los niños… Sino, ahora me hallaría en mí cama…
-¿Quieres decir?
-Te lo digo… -Se rió-. Y mira, que eh estado tentada a dejarme llevar… ¡Pero no!
-Hay hija como eres… Yo soy tú, y ya me lo habría ventilado –soltó a carcajadas.
-Ya lo veo, tú eres igual que mi amiga Susan… Sois las dos muy ligeras de…
-¡Eh, oye! –Le tiró el cojín de encima de la cama.
-Anda, métete en el baño conmigo mientras me ducho… -Le pidió.
-De acuerdo, me cojo mi ropa y me ducho también allí.
Eran las tres de la tarde, cuando algunos se tomaban el segundo café, mientras que el grupo de las chicas dormitaba en las tumbonas junto a la piscina.
-Que pereza –Se desperezó Alberto, mientras bostezaba-. Creo que me voy a echar una buena señora siesta.
-Tú novia, ya lo esta haciendo –Se rió su madre Antonia-. No valéis para salir de fiesta.
-Eh, que aquí nos tienes bien despiertos… Esas, casi se dormían encima del plato de la comida –Señaló Jaime.
-Sí, pues son ellas quienes deben recoger y fregar los platos… -Comentó Ramón-. Y no creo que se levanten.
-Pobrecillas… -Fue a comentar María, pero de seguida que la interrumpieron los chicos.
-¡María no! –Se quejó Alberto.
-Es verdad, pusisteis unas normas –Apoyó Marcus travieso-. Así, que se levanten…
-No creo que se despierten, ni con una trompeta zumbando en sus oídos –Señaló Carlos divertido, por la protesta de los hombres.
-Yo te digo, como se van a levantar… -Señaló Marcus, levantándose de la silla-. ¿Me ayudáis chicos?
-Algo me dice, que me voy a reír –Habló Alberto, frotándose las manos como el Gargamel, el malvado de los pitufos.
-¿Chicos, qué vais hacer?... –Preguntó totalmente con desconfiada María.
-Déjales mujer… -Habló Antonia-. Así tendremos un poco de espectáculo…
-¡Antonia! –Protestó ésta.
Todos los que se hallaban en la mesa, se callaron para observar con atención lo que fueran hacer aquellos cuatro locos, conducidos por Marcus. Y cuando Jaime y Alberto, vieron las intenciones del hombre. No pudieron evitar echarse a reír. Mientras, que Ramón alzaba los ojos al cielo con consternación.
-Vamos chicos… Intentó convencerles éste último-. Por que no nos acercamos e intentamos despertarlas, aunque nos gruñan por ello… Creo que es mucho mejor, a que acaben…
-Schhh… Lo calló Alberto-. Yo no pienso fregar los platos, ni recoger la mesa…
-Tampoco hay tanta bajilla, casi todo es de papel… -Siguió en su protesta.
-Nosotros también nos fuimos de marcha, y ahora estamos despiertos… -Comentó Jaime.
-Ellas, vinieron más tarde… -Las defendió nuevamente.
-¡Pero quieres dejar de defenderlas! –Lo regañó Marcus-. Tranquilo que el divorcio no te lo pedirá por esto… -Se rió junto con los otros dos-. Que vamos a estar, un par de días enfadados con nuestras mujeres… No estamos soportando ya, sus puñaladas… Pues por una que le hagamos nosotros. Ánimo chico, que seguro que puedes aguantar dos días sin echar ningún casquete con tú mujer…
-¡Serás cretino! –Se rió Ramón-. Venga va, darme a mí también uno de esos cacharros…
-Un momento, chicos… -Los detuvo Jaime-. Nos faltan voluntarios… También se hallan Rosa y Júlia, sabemos que esas os han ayudado…
-Sí, a tú hermana pequeña se la tengo jurada por lo que me hizo… -Susurró Marcus-. Coged a los jóvenes, que vinieron con nosotros.
-No querrán, los conozco muy bien… -Comentó Jaime.
-Bueno, nos queda la parte del chantaje… -Rió Alberto-. ¡Chicos! –Los llamó éste, con sonrisa pícara.
Los jovencillos, se levantaron de la mesa con gran pereza en sus cuerpos, para acercarse al grupo de locos novios desquiciados. Primero se echaron a reír por lo que iban hacer, pero después María, Antonia, Carlos y los restantes de la mesa pudieron ver como se negaban de forma rotunda a la idea de éstos.
-¡Que no! –Lograron escuchar-. Acaso queréis que muramos jóvenes…
-Muy bien… En ese caso, no me queda más remedio que tener que chivarme… -Suspiró Alberto teatralmente.
-¿Chivarte, de qué? –Preguntaron los jóvenes cayendo en la trampa.
-De que ayer os enganchamos fumando porros…
-¡Eh!
-¡Eso no es verdad!
-A quien crees que van a creer…
-Por supuesto que a nosotros dos, que al parecer estamos más cuerdos…
-¿Tan seguro estas? –Preguntó Alberto con aire chulito.
-Por supuesto… -Sonrió valiente-. Si quieres, vamos y sueltas ahora esa mentira…
-Muy bien… -Comentó cortante el hombre, y dio dos pasos hacía la mesa donde se hallaban los padres, para ser detenido al momento por el chaval.
-Espera, tío… Da igual, ya os ayudamos… -Soltó con pesar.
-¿En serio? –Preguntó el otro joven, sin comprender aquel cambio de planes.
-Sí, anda… Vamos a buscar nuestros recipientes.
-¿Cómo lo has hecho? –Le preguntó Jaime alucinado.
-Muy sencillo… -Se rió con la misma chulería que un pavo real, abriendo sus plumas-. Se que lo riñeron fuerte, cuando se enteraron que hace medio año él le dio un par de caladas para probar a un porro… Sabe, que se lo pensarían un poco sus padres.
-Que cabrón… -Se rió Marcus.
-Muy buena idea –Señaló Ramón-. Ya vienen con sus recipientes.
-Muy bien, alinearos aquí en el suelo que cojo la manguera y los llenamos… -Comentó Marcus cuando estuvieron todos.
-De verdad, que estáis como una puta cabra. Sí que tenéis ganas de tocarles los cojones a las mujeres… -Señaló el chavalín.
-Tranquilo, que no te harán caso… -Comentó con sarcasmo Ramón-. Están cegados por la venganza.
-Pues las vacaciones son para relajarse y disfrutar… -Volvió a señalar-. No, para alterarse uno de los nervios.
-No seas miedica chaval… -Se rió de él Alberto-. Además, disfrutar lo estamos disfrutando.
Fue entonces, cuando los de la mesa comprendieron el método que iban a utilizar los hombres para despertar a las bellas durmientes…
-¡OH! –Exclamó María-. A las chicas no les va hacer gracia eso…
-¡Quita, quita! –Le dijo Antonia-. No vayas a estropearlo…
-Estoy seguro, de que te gustaría estar ahí en primera fila con una palangana en las manos… -Comentó Carlos-. Pero eres tan vieja ya, que no podrías ni con la más pequeña…
-¿Vieja yo?... Observa guapo –Se levantó con orgullo y determinación-. No soy vieja, solo un poco arrugada…
-Eres arrugada como una vieja bruja… -Soltó entre risas María.
-¡OH, bruja tú! –Le soltó en revancha-. Que solo te falta la escoba… -Ahora, observar…Antonia, se acercó a los chicos que estaban acabando de llenar los recipientes-. Anda, dejad que os ayude –Se ofreció la mujer-. Ir cogiendo posiciones…
-Gracias Antonia –Le sonrió Marcus.
-¿Mamá, qué haces? –Preguntó Alberto extrañado.
-Ayudaros –Sonrió traviesa-. Solo quiero reírme un poco… Y Ricardo, esta grabando con la cámara.
-Genial… Pero mejor que no te vean con la manguera en las manos, sino vas a recibir tú también la furia de ellas.
-No te preocupes, hijo…
-Antonia… -Comentó Ramón-. Si quieres te cedo mi puesto de lanzamiento, con mucho gusto…
-No le hagas caso, mamá… -Se rió Alberto.
-Tira para adelante, gallina… -Le ordenó la mujer mayor.
Ricardo, se levantó de la silla para poder grabar bien… Al igual, que los niños salieron de la piscina con absoluto silencio para ver lo que los mayores iban hacer con ellas.
Los seis, se detuvieron delante de las seis tumbonas con el aire de sus pulmones contenido por la emoción de lo que iban hacer. Aquello, si que iba a ser una declaración de guerra en toda regla.
-A mí señal… -Susurró Marcus. Miró un momento a Marta, dormir profundamente con la guardia baja… Y tras mirar a los hombres con sonrisa traviesa, dijo las palabras mágicas-. Tres, dos…Uno… ¡Ya!
Y levantando con fuerza las palanganas, le lanzaron a cada una de ellas una buena cantidad de agua helada, haciendo que despertaran de sopetón por el susto y la fuerte impresión de la temperatura del agua, después de estar calentitas bajo el sol de la tarde.
-¡Qué!... –Chilló Rosa.
-¡OH!... –Se despertó Júlia.
-¡Serán!... –Gritó Ana.
-¡Imbécil!... –Chilló Patricia.
-¡No te lo perdono!... –Amenazó Celia.
-¡Traidores! ¡Atacando por la espalda! –Protestó Marta, con mirada furibunda hacia Marcus.
-¡Arriba! ¡Tenéis que fregar!... –Rió Jaime.
-¿Esta rica el agua? –Preguntó Alberto.
-¡Perdón, se me escapó la mano! –Soltó Ramón.
-¡Y a mí! –Chilló de repente Antonia, con la manguera al máximo y mojando a todos los chicos por la espalda.
-¡Traidora! –soltó Marcus.
-¡Antonia! –Protestó Jaime.
-¡Joder que fría! –Protestó uno de los jóvenes.
-¡Mamá! –Soltó ofuscado Alberto.
-¡A mí me han obligado! –Suplicó tarde Ramón.
-Aquí tenéis, por listillos… -Se rió la mujer, sin que se le escapara ninguno.
-¡Bravo, Antonia! –Chillaban las chicas, y aplaudiendo la maniobra sorpresa de la mujer.
-Sí, señor… ¡Esa es mí suegra! –Chilló Patricia.
Cerró el agua y con paso orgulloso, volvió a la mesa en donde María y Carlos, la miraban sin poder aguantarse la risa.
-¡Eres pero que ellos! –Le recriminó María.
-¡Que bruja que eres! –Le soltó en broma Carlos.
-Pero yo gané… -Levantó los brazos en señal de victoria-. Han acabado todos mojaditos… Que bien… Ahora, si que me voy a echar una buena siesta.
-¡OH, que bruja! –Soltó otra vez María-. Espero que los nietos no aprendan mucho de ti.
***
Helen colgaba el teléfono, cuando Zack aparecía en el despacho de su casa silbando una melodía.
-Dime, que con quien hablabas era con tú marido Thom.
-No, era con mi padre. ¿Por qué? –Le soltó con humor.
-Oh, nada… -Sonrió travieso.
-Ya te dije, que si quieres me voy a un hotel…
-¡No! Me encantará tenerte aquí… Así, podré estudiar como sois de malas las mujeres…
-¡Zack! –Lo riñó mientras se reía de su tontería.
-Perdón… Pero encuentro, que Thom ya ha sufrido lo suficiente por ésta noche…
-Ya te digo… -Se rió-. Me ha llamado al móvil, como unas veinte veces… Y a mí padre dos… Una, para preguntar si estábamos yendo hacia allí. Y la otra, haciéndole chantaje para que le dijera donde estoy…
-¡Mala! Por que no lo llamas ya…
-Por que no… Y no me des más la lata con ello, por favor…Se lo merece.
-¿Se lo merece? –Soltó incrédulo-. Veo, que esas locas también te han metido en su secta…
-¡OH, como te atreves! –Lo miró con los ojos entrecerrados, mientras se levantaba del escritorio y se paraba enfrente de él-. Tú no sabes nada, de lo que mi marido y ellos han hecho…
-Helen, empezaron ellas… Con el engaño a Lucas.
-No, él solo iba con una idea… Así que no veo bien, que le dieran un pequeño escarmiento… Y Lucas, después se lo tomó muy a pecho que se llevó a sus amigos…
-¡Le ibais hacer una boda falsa! –Se rió.
-¡Y él! También se pasaba con el falso compromiso, y casarse por su madre, por el sexo…
-Pero sabéis, que él buscaba casarse con ella…
-Pero que no hubiese metido a sus amigos…
-Sabes, que si no lo hacia os lo comíais entre todas... Erais muchas contra él, pobrecillo lo que tuvo que aguantar.
-No deberías defenderlos, tú no estabas allí…
-Pero Jack, sí… Y ya me puso al día…
-¡Vete al cuerno, Zack! ¡No me seas igual de idiota que todos ellos!
-¡Idiotas! Vamos Helen…
-Y mí marido el primero… Ahora, apoya a Marcus… -Resopló con amargura-. Otro que tal baila, y diría que peor que Lucas…
-¿Qué ocurre con él?
-¿No lo sabes? No me lo creo… Hablas mucho con Thom…
-Bueno, digamos que se su versión… Ahora, quiero escuchar la tuya.
-Solo quieres saber para reírte, por que los apoyas a ellos… Seguro, que Thom sabe que estoy aquí después de todo…
-No, no sabe nada –Le acarició una mejilla-. Sabes, que eres nuestra princesa Helen… Jack y yo, te queremos como a una hermana ya que Thom, no puede hacerlo –Bromeó él, para recibir un puñetazo flojo por parte de ella por aquella broma.
-Bueno, quéjate todo lo que quieras… Pero aún no pienso volver a casa…
-Muy bien cabezona, pero al menos avisa a Jack… Mejor que esto no le pille de sorpresa. Yo, me haré el loco con Thom… Le diré a mi secretaria, que le informe que me encuentro de viaje… ¡Mierda! No tengo secretaria, esta de vacaciones… No me han mandado ninguna adecuada los de la agencia.
-Si quieres…
-No –Contestó con sequedad-. Sería lo último que haría… Sino, tú marido me mata.
-Creo que lo hará de todos modos, cuando se entere que nos das cobijo… ¿Sabes qué? Mejor me voy a un hotel…
-Ni hablar… No te preocupes por eso, sabrá que estuviste a buen recaudo mientras no te explote como secretaria… -Bromeó con cariño.
-Pero Zack –Se puso un poco colorada-. Si nos quedamos más aquí… Mmmm, digamos que no te vas a divertir…
-¡No digas chorradas! –Se rió-. Con vosotras dos aquí, me voy a entretener mucho.
-No me entiendes –Se sonrojó aún más.
-¿Perdona? Ahora, si que no te comprendo…
-¡Me refiero al sexo, tonto! –Soltó un tanto apurada.
-Sexo… ¿Qué tiene que ver? –Frunció el ceño-. … ¡OH, vale! –Comprendió el hombre al fin, echándose a reír por la vergüenza de la mujer-. ¿Cómo puedes tener aún vergüenza, al hablar de sexo con un hombre? Mira que ya eres grandecita, y has tenido a Hanna…
-Claro, mamá… -Apareció la niña-. Y más ahora, que me vas a dar un hermanito…
-¿Cómo? –Abrió los ojos Zack.
-¡Hanna, vuelve al comedor hacer los deberes! –La riñó la mujer.
-Pero venía a decirte, que ya los terminé… -Refunfuñó-. Solo venía a ver, si podía jugar con el portátil del tío Zack…
-No, ponte a leer un libro…
-Sí –La contradijo el hombre-. Ponte la tele, de seguida que voy a encenderte el portátil…
Esperó a que la niña desapareciera del despacho, para volver hablarle a la mujer pero ésta vez con un tono más enfadado.
-¡Estas embarazada! ¡Y no me has dicho nada!
-Aún no lo sabe nadie, solo hace un día que me enteré…
-Y…Thom…
-No lo sabe –Soltó a su pregunta.
-¡Mierda! Helen por favor, como le haces esto estando embarazada –La regañó.
-No ocurre nada malo, por favor no me seas gallina –Se rió de él.
-No es eso, y si te ocurriera algo estando bajo mi vigilancia… Thom, no me lo perdonaría nunca…
-Desde luego, los hombres escucháis la palabra embarazo… -Se rió a carcajada-. Y os ponéis tontos… Zack, solo estoy embarazada, no enferma… Y sí, se lo diré a Thom. Pero aún no… Así, que respóndeme a mí pregunta de antes.
-¿Pregunta de antes? –Aún estaba en estado de shock, por la noticia…
-Pues, que te vamos a molestar para el tema de tus citas…
-¡Ah, no! Tranquila, por el momento no estoy con nadie…
-¿Y cuando lo ha sestado? –Se volvió a reír de él-. Si solo has tenido amantes, desde los diecisiete años.
-Helen, no empecemos…
-Pero si es verdad, cuando te voy a ver con una mujer fija…
-A lo mejor, te sorprendes en lo que va de año…
-¡OH! Eso quiere decir…
-Eso no quiere decir nada, no me seas tan curiosa.
-Pues eso no se hace –Se cruzó de brazos-. No se me da un caramelo, y se me arranca a los dos segundos.
-Helen…
-¿Sí? –Puso cara de niña pequeña, esperando que su amigo le contara algo.
-Llama a Jack, yo me voy a ponerle el ordenador a tu hija.
-Aburrido –Le sacó la lengua.
-Chafardera –Le guiñó un ojo, antes de salir de allí.
***
-Que pereza… -Bostezó Sabrina, tumbada en la toalla de la playa-. ¿A qué hora, cogeremos el avión cariño?
-A las siete de la mañana… -Le sonrió con dulzura-. Siento que sea tan pronto…
-¡Que dices –Se rió, mientras se inclinaba a él y le daba un suave beso-. He vivido demasiados días en la decadencia, tengo que empezar a acostumbrarme a madrugar para la vuelta al trabajo.
-¿Vuelta al trabajo? –Preguntó Lucas confuso.
-Claro cariño, como me eh trasladado a tú casa… Vivo aún más lejos…
-Trabajas en la misma calle que yo… ¿Pero es que vas a volver a trabajar?
-¿Perdona? ¡Por supuesto que voy a volver a trabajar! –Soltó con brusquedad y sentándose en la toalla de rodillas, y con los brazos cruzados…
-Pero lo veo una tontería, mi vida –Volvió hablar él-. No te hace falta el dinero.
-¿Y? –Levantó una ceja, mientras que sus fosas nasales se le habrían-. ¿Qué me tengo que quedar en casa como una dulce esposa?
-Bueno… En teoría, eso hacen las mujeres casadas…
-¡OH! Y me dirás que por las noches, debo convertirme en tu objeto sexual… Y tener, todos los hijos que me pidas.
-Hombre, me lo estas pintando como el paraíso… -Sonrió-. Y si te quedas embarazada ahora, aún mejor.
-¡Lucas Carpi, eres un cerdo machista! Por mí te puedes ir al cuerno… -Le soltó muy enfadada, y levantándose de la toalla, pero no dio ni un paso, que Lucas la sujetó por los tobillos y la tiró al suelo, provocando que cayera encima de él-. ¡Suéltame! ¡No te rías! A mí, no me hace gracia…
-Que es broma cielo… -Seguía riéndose-. Es solo, que quería provocarte un poco…
-¡OH, idiota! –Le pegó en la cabeza.
-Pero a que ya estas bien espabilada, a que no tienes morriña…
-Serás… -Se rió, mientras él le depositaba un beso en los labios, callando sus protestas.
-Y ahora, que estas bien despierta… -Le susurró con sensualidad-. Que te parece si volvemos a nuestra habitación…
-Eres incorregible…
-Tú tienes la culpa, de que me vuelva un incorregible… -Dijo, mientras le mordía con sensualidad en el cuello.
-Te recuerdo vida, que tú me has desflorado –Soltó con sorna-. Así, que la dulce dama es una mera aprendiz… No puede volverte en un incorregible.
-¿Tú aprendiz?... –Se rió-. Pues deja que te diga, que las aprendices no resultan ser tan fogosas como lo has…
-¡OH! –Le fulminó con la mirada-. Te acabas de ganar…
-¡Una sesión de fogosidad! –Soltó feliz, mientras la cogía en brazos por sorpresa-. ¡Que bien! ¡Vamos a ella!
-¡Lucas! –Se reía-. ¡Suéltame!... Hay que coger las toallas…
-Agárrate bien fuerte un momento.
-¿Por qué? –Preguntó sin comprender, para soltar a los dos segundos una exclamación de sorpresa.- ¡Ah! Cuidado que me caigo… -Le gritó entre risas, al inclinarse con ella a coger las toallas.
-Quejica… Venga, vamos al Edén del amor…
-A ti, si te voy a dar Edén del amor, como no me sueltes.
-Pero si pesa más una pluma que tú… -Intentó convencerla.
-Lucas, no pienso dejar que subas esa escalinata conmigo a cuestas… -Seguía gruñendo boca abajo-. Además, te me vas a cansar y no me vas a cumplir en la cama… -Soltó lo último con picardía.
-¡Uy! –Se sorprendió por el último comentario de su esposa-. ¿Me estas intentando decir algo, cielo?
-Sí… -Se aguantó la risa a medias-. Eres mayor, para estas cosas…
-¡Muy bien! Prepárate para rogarme ahí arriba que me detenga, por que ya no puedes aguantar más orgasmos… -Le amenazó, subiendo la escalinata a paso ligero, como si de verdad pesase menos que una pluma.
Por el camino, Lucas iba contando los escalones y ella se iba riendo, contando los segundos que le quedaban por acabar agotado… Pero llegaron arriba, donde habían dos pequeños quioscos. Uno de helados y bebidas, y el otro de revistas, libros, periódicos y pasatiempos… Que fue entonces cuando al pasar junto a éste último, que Sabrina al ir aún boca abajo vio de refilón una portada que le hizo soltar una exclamación, y pegarle un pellizco en el trasero a su marido para que se detuviera.
-¡Ay! Eso ha dolido… -Se quejó parándose y bajándola al suelo-. ¿Por qué quieres que me detenga? -Ella no le hizo caso, simplemente lo ignoró y con el ceño fruncido se acercó al quisco, cogió la revista, apretándola al momento con sus pequeñas manos. Aquello ya no le gustó a Lucas… ¿Sería una foto de ellos dos, cuando tomaron el sol desnudos en el yate el otro día? Su esposa, hizo un tubo con la revista y se acercó a él, para seguidamente pegarle en la cabeza un buen azote-. ¡Oye! –La paró al quitársela de las manos.
-Mañana, volamos a Málaga… -Soltó furiosa y caminando hacia el hotel.
-¿Pero qué? –Preguntó sin comprender, entonces abrió la revista y allí tuvo la respuesta. Salía Marcus, bailando con una rubia de bote y… ¡Besándola! ¡Espera…! ¡En Málaga, y junto a él a pocos metros salía enfadada Marta! Mierda… Marcus acababa de fastidiarla bien fastidiada…
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