sábado, 20 de abril de 2013

Líos De Oficina 10

-Ya las eh divisado –Comentó en un disimulo Ramón-. Se encuentran en la carpa de la derecha…

-¿Qué vamos hacer? –Preguntó Alberto, mientras giraba su cabeza de forma disimulada hacia el barullo de la carpa de la derecha.

-Nosotros, nos dispersamos… -Comentaron los chavalines entre risas-. No queremos, tener que competir con Marcus…

-Ojo, con lo que hacéis… Y no salgáis de ésta discoteca… -Les amenazó Jaime.

-Yo voto, por que nos quedemos por aquí y hagamos que nos lo pasamos muy bien sin ellas… -Comentó Marcus, después de que vieran dispersarse a los chavalines-. Yo no se vosotros, pero tengo una pequeña batalla de celos con mi Marta…

-¿Le vas a dar celos a Marta? –Preguntó sin creérselo Jaime-. Hay que tener dos pares de cojones, no la conoces muy bien…

-Sí, que la conozco bien… -Rió misterioso Marcus.

-Yo… -Carraspeó Ramón-. Como que me gustaría tener mañana, mi cabeza sobre los hombros…

-Gallina… -Se metió con él Alberto.

-¿No me digas, que tu si que le vas a dar Celos a tu Patricia? –Señaló Jaime, apoyando a su cuñado Ramón.

-Yo lo que voy hacer primero, es pedirme un cubata… Después, ver que es lo que hace mi niña y según lo que haga ella… Así actuaré….

-Tampoco creo que hagan nada malo –Volvió a señalar como siempre Ramón.

-Que sí, Ramón… -Alzó los ojos al cielo Alberto-. Pero que de mí no se pitorrean nuestras mujeres.

-Alberto tiene razón –Habló aquella vez Jaime-. Por bailar con una chica bonita, no tiene por que pasarnos nada malo…

-Lo sé… -Bajó los hombros un poco-. Pero que no sean muy guapas, así la bronca será menos dolorosa…

-Que capullo… -Se rió Alberto, por la broma del hombre-. Muy bien… ¡Invito a la primera ronda!


***


-A pesar del despiste, los chicos nos han encontrado… -Resopló con cierto enfado Rosa.

-Sí, pero por lo que veo no nos van a molestar… -Señaló Ana-. Se quedan por aquella zona.

-Pero es un fastidio –Se quejó Patricia-. Ya no vas a devolverle la pelota –Comentó girándose a Marta-. ¿Verdad?

-Pues como que no… -Se lamentó Marta-. Ya hice el idiota antes. Paso de volver hacerlo… -Soltó concierta amargura en la voz.

-Pues el que mí marido se encuentre a cien metros de mí –Interfirió Celia-, no me va a impedir que me lo pase bien…

-Te recuerdo, que estas felizmente casada –Recalcó Rosa.

-¿Y? –Le fue a tomar el pelo a su hermana.

-¿Éste es el ejemplo, que dices que me quieres dar como hermana mayor? –Se mofó la jovencita-. Haber si el sermón, te lo voy a tener que dar yo…

-¿Pero qué hacéis aquí, que no habéis levantado el vuelo ya? –Intervino Patricia, para seguir metiéndose como siempre con la chica.

-Por si os hacemos falta… Necesitáis, que alguien os traiga la carne fresca… -Le contraatacó Rosa.

-Querida niña, vuelve a decir eso cuando gastes una talla más de pecho y de picardía sexual… 

-¡OH!

-Patricia, Rosa… -Se rió Celia por las palabras dichas de esas dos-. Parad ya con vuestras tonterías, y vayamos a divertirnos… Tengo ganas de mover el esqueleto, y hace mucho que no lo muevo…

-Vaya, tendré que dejarle a Ramón mi preciado Kamasutra… -Siguió Patricia con las bromas.

-¿Kamasutra? –La miró Celia en broma por encima del hombro-. Querida, estas hablando con la más sabia, con la que más experiencia a tenido…

-Ahora entiendo, por que Ramón come tan bien de tu mano… -Volvió a escupir entre risas la chica-. No sabía que te gustara el látigo y el cuero negro…

-Cuando quieras, te los presto… -Se rió Celia.

-¡Jesús, lo que hay que oír! Mejor que no se entere mi madre… Vámonos a beber algo, pero ya… -Protestó Júlia.


Cinco minutos, es lo que habían tardado en llegar a la barra y veinte minutos más, para que les sirvieran las bebidas a todas… Y otros diez minutos, en buscar un lugar cómodo para beber, bailar y hablar… Esta bien, y ver a los chicos, lo admitían todas menos las jovencitas. Quisieran o no quisieran, necesitaban saber que es lo que hacían éstos… Pero eso sí, que no se notara para nada que los vigilaban.



Se lo estaban pasando muy bien. Ya hacía cerca de dos horas que llevaban allí bailando, bebiendo y riendo… Y sin ser molestadas por los chicos suyos, por que de los que no eran suyos no paraban de acercarse, pero enseguida se les veía en la cara que es lo que buscaban… Y educadamente les negaban las peticiones. Pero sí que era cierto, que desde un principio había un pequeño grupo de chicos de la edad de ellas… Bueno, de Marta y Patricia… Que no les quitaban el ojo de encima de forma disimulada. Alguna vez, que habían sido pillados infraganti les habían sonreído y saludado con un educado gesto de cabeza, pero no se habían acercado a ellas. Sabían la respuesta… Aunque los chicos no las molestaran, si que habían aprovechado una vez para acercarse a ellas saludarlas, eh invitarlas a una copa… Así, habían marcado su territorio, para después volver a su esquina… Tontos no eran.


-Me parece que el moreno de la camisa naranja, esta prendado de Marta… -Soltó riéndose Ana.

-No digas tonterías –Soltó ésta molesta.

-Pero si no para de mirarte… -Señaló aquella vez Patricia.

-Nos miran todos los del grupo –Señaló molesta Marta.

-Cierto, si lo valemos que se le va hacer… -Se rió Celia-. Pero es cierto, el de naranja tiene cierto interés en ti.

-Que sí, lo que digáis… -Se giró a dejar su vaso en un hueco de la pared, expresamente para ello-. Pero yo no lo tengo, así que dejemos ese tema con un punto y final…

-¿Por?

-Por que os conozco, y me huelo vuestras locas ideas…

-Es que no estaría nada mal que…

-No me gusta aprovecharme de la gente, con engaños mezquinos… Y dejarlo ya –Soltó con tono cortante.

-De acuerdo, lo dejamos… -Comentó Patricia-. Pero que conste que pierdes una magnífica oportunidad de…

-¡Patricia!

-¡Vale! –Se rió, alzando las manos al aire y casi mojando a todas con la bebida que no se acordaba que llevaba en ellas.

-¡Patricia! –Se quejó una entre risas.

-¡Mis pies!

-¡Que asco!

-¡Genial, toda la noche iré pringosa y oliendo a bacardi con limón! Quien le dice a mí madre, que no bebí alcohol ahora… -Se quejó entre risas Júlia.

-Lo siento… -No pudo aguantarse la risa, mientras se ponía colorada por la vergüenza de que la miraran algunos por ello.
                                                        ***
-Se lo están pasando bien, sin nosotros… -Soltó molesto Alberto.

-¿Es que tú no? –Le preguntó Jaime.

-Sí, pero…

-Bueno chicos… -Los interrumpió Marcus-. Yo voy a comenzar mi pequeña venganza de celos con Marta… Se la debo…

-Yo que tú no lo haría… -Señaló Jaime-. No es que me vaya a enfadar, se que no vas hacer tampoco nada malo y extremado… Pero ella, no es muy compresiva que digamos…

-Me da igual, solo quiero reírme un poco a su costa… -Volvió a remarcar.

-Marcus, algo me dice… -Le puso la mano en el hombro Ramón-. Que por mucho que hagamos, siempre nos devolverán la pelota…

-Pues yo no… -Soltó seguro de sí mismo.

-Esto no me gusta… -Señaló Ramón-. Vamos a salir escaldados de ésta…

-Pues te aguantas… -Le ordenó Alberto-. Al menos hay que intentar algo…

-Bien, pues voy a empezar mi caza… -Dijo con mirada divertida, mientras miraba entre el gentío allí reunido.


***


-¡No me lo puedo creer!... –Soltó Rosa con los ojos como platos  y la boca abierta, consiguiendo que sonara la alerta en las chicas de que algo ocurría.

-¿Qué ocurre? –Se le acercó Ana-. ¡Oh!... –Se quedó callada al momento.

-¿Qué os pasa, qué es tan curioso para que os hayáis callado? ¡Oh, dios mío!... –Soltó Celia-. Marta, no mi…


Demasiado tarde, la chica se había echo un hueco y había mirado hacía la dirección, donde las miradas consternadas de sus compañeras miraban. Tendría que haber echo caso…


-¡El muy hijo de!... –Exclamó al momento, sin acabar la frase por la rabia que le corría por las venas.

-Válgame dios, pero si ni debe de haber un centímetro de aire entre ellos dos… -Comentó Patricia, al ver como al otro lado de la discoteca se hallaba Marcus bailando con una chica rubia, muy pegados al ritmo de la música…

-Patricia, cállate…

-Pero será cerdo… -Siguió ésta, ignorando las palabras de Celia-. Ni un ginecólogo manosea tanto a una mujer…

-¡Patricia! –Chilló Ana.
-¡Qué! –Se giró ésta molesta.

-¡Que te calles!

-Déjala, tiene razón… -Comentó Marta-. Digamos, que Marcus esta muy pegado a esa…

-Fea, rubia de bote… -Añadió Ana.

-Yo no diría que sea fea… -Comentó a baja voz Júlia, para ser fulminada velozmente por las chicas-. ¡Sí, mirándola bien es fea! –Rectificó veloz, para suspirar de alivio al ver que la dejaban tranquila.

-Vamos hacia allí y… -Comenzó a planificar su venganza física Patricia.

-Eso haría rebajarse a Marta –Señaló Celia-. Esta claro, que la esta provocando expresamente… Sigue con su plan del dormitorio…

-Pues tonto no es… -Se rió Ana.

-Necesito una copa… -Pidió Marta.

-Me parece que ya has bebido bastante por esta noche… -Fue a señalar Ana, pero por la furibunda mirada de la chica se calló veloz-. Tienes razón, a mí también me pica un poco la garganta voy a buscar algo para beber. ¿A que todas queréis una ronda más?... Rosa y Júlia, venid ayudarme…

-Pero… -Protestó la joven.

-¡Que vengáis!

-Cuñada negrera… -Protestó por lo bajo y en broma, Rosa.

-¿Qué vamos hacer? –Preguntó Celia a su hermana.

-Ni idea… -Siguió con la mirada llena de veneno, sobre Marcus y la rubia de bote.

-Genial… -Soltó desesperada Celia.

-Yo digo, que podríamos aprovecharnos del de la camisa de naranja… -Sugirió Patricia.

-¡Que no, pesada! –Le soltó Marta.

-Y yo digo, que es muy buena idea… -Las interrumpió una voz masculina, que se les había acercado-. Hola, me llamo Diego…

-¡Oh, el chico de la camisa de naranja! –Exclamó sorprendida Patricia, haciendo reír a éste-. Perdón, Diego… -Rectificó veloz.

-No quiero que os penséis nada raro, eso lo primero…

-¿Entonces? –Soltó en tono chulito Celia.

-Sabemos, que aquellos de allí son vuestros maridos… Bueno, hay uno que no… El tuyo, Marta…Creemos, que os podemos ser de ayuda a cambio de una cosa…

-Ni de coña, listillo… -Soltó veloz Celia.
-Que no seáis mal pensadas –Se rió éste-. Mis amigos solo quieren echarme un cable, y por que no… Reírse un poco, con unas preciosidades como vosotras…

-Ahí, te has ganado un tanto don pelotero… -Soltó riéndose y coqueta Patricia.

-¿Y que cable es ese? –Habló al fin Marta.

-Uno muy pequeño, que me haría al menos ese intento un chico muy feliz… Trabajo como locutor de radio, pero mi verdadera afinidad es escribir canciones… -Soltó con una tierna sonrisa.

-Ya veo…

-Es muy sencillo, nosotros os ayudamos a todas de manera inocente a darles celos a todos ellos si queréis, o solo a Marcus Andrassi… Si a cambio, tú me consigues que él le eche un simple vistazo a mis letras… Se que es un gran cantante y una gran oportunidad para mí…

-Vaya… -Soltó pensativa Celia.

-Por mi parte acepto, siempre y cuando…

-Puedes confiar plenamente en mí, seré todo un caballero…

-Pues Diego, trato echo –Soltó Marta sonriente.

-¡OH, que bien! –Exclamó Patricia, justo cuando llegaba Ana con las chicas y se ponía a explicarle todo lo ocurrido.

-¿Y cuando va a ser eso? –Preguntó Ana curiosa.

-Pues ya, por que nuestros chicos están mirando hacia aquí de forma disimulada –Apresuró Patricia exaltada por lo que iba a ocurrir.




Quien lo iba a decir, el chico de la camisa naranja resultó ser un magnifico bailarín de salsa… A lo primero, Marta iba un poco cortada pero enseguida que le pilló el ritmo y confianza. Mientras que las demás chicas, charlaban con los amigos de Diego y espiaban a sus parejas de manera disimulada…


-Así, que has reconocido a Marcus –Preguntó Marta, mientras bailaba con él.

-Sí, quien no lo conoce –Sonrió éste-. Pero también gracias a mi hermana pequeña. Ella compra esas revistas, y bueno… El reportaje de la boda, fue bastante curioso…

-¡OH! Entonces, me has reconocido a mí de ahí…

-Pues si… -Sonrió, mientras la hacía girar con mucha maestría-. ¿Puedo señalar algo?

-Mmm… Según del tema que sea…

-De Marcus…

-Es un cretino, creo que no hay nada más que decir a parte de un excelente cantante… -Se adelantó a decir con sarcasmo.
-¡Vaya! –Rió a carcajadas-. No iba a decir eso…

-No me digas, que lo vas apoyar tú también…

-¿Apoyar? –Preguntó divertido-. Marta, soy un chico que por su trabajo ha conocido a muchos famosos, y personas trabajadoras…  Nunca eh fallado en diagnosticar, el carácter de una persona. Siempre eh dado en el clavo.

-Ha Marcus no lo conoces… -Le interrumpió ella.

-Cierto, no eh tenido ese placer… Pero eh visto sus actuaciones, sus entrevistas y como trata a sus fans…

-Sí, eso último lo eh visto yo al ir a entrar en la discoteca… Digamos que es muy cariñoso… -Soltó con cinismo aquella vez, provocando que Diego se echara a reír.

-Yo diría, que ahí él no puede hacer nada cuando sus fans alocadas se lanzan sobre él…

-Un momento… -Paró de bailar y puso los brazos en jarra, para mirarlo un poco consternada-. ¿Pero tú, de qué parte estas?

-Ahora mismo, contigo mujer… -La volvió abrazar, para seguir bailando-. Yo no sé que es lo que te ocurre con él… ¿Qué sois pareja, y que os habéis peleado tal vez?

-¡EH, alto! –Lo calló alterada-. No corras tanto… Yo, pareja de ese…

-Encantador hombre… -Propuso él chistoso.

-Diego, no somos pareja…

-Me estas tomando el pelo.

-No- Sonrió-. Simplemente está pasando las vacaciones con mi familia…

-Para conquistarte… -Volvió a interrumpir.

-¡Oye, si tan buen partido que es pídele para salir tú! –Le chinchó ella en broma.

-A mí no me vas a engañar, Marta –Siguió con su insistencia-. No voy a decir nada en la radio… No soy así, no me gusta fastidiar la vida de la gente… Pero te digo, que lo que esta haciendo él ahora mismo es ponerte celoso, pero le hemos devuelto la jugada nosotros, por que esta muy pendiente de nosotros dos, al igual que el resto de los que van con él, de sus mujeres…

-¿En serio, de verdad? –Preguntó curiosa y divertida.

-Sí… -Sonrió éste-. Vamos, confiésamelo…

-¿El qué? –Se hizo la despistada.

-Ya sabes a que me refiero…

-No, no lo sé… -Soltó entonces, un poco molesta y divertida-. Sabes una cosa…Algo me dice, que seriáis muy buenos amigos tú y él… Y eso no me gusta… Tienes su misma forma de persuadir a la gente…


-Sería el hombre más feliz, de poder compartir amistad con Marcus Andrassi… Eso significaría, que mi sueño de escribir canciones para cantantes como él, se habría echo realidad…

-Y a mí, ya me dejarías abandonada en el cubo de la basura… -Soltó ella, poniendo morros de niña pequeña.

-¡Eres un poco exagerada! –Se rió de ella-. Yo sería, tú ángel de la guarda… Así, Marcus te dejaría tranquila… Aunque en verdad, eso no es lo que quieres tú…

-Te crees muy listo… Y además, eres muy chistoso… -Se burló ella también ante su comentario-. Has pensado tal vez, que tu futuro ideal, seria convertirte en bufón…

-Y tú, eres muy dura de mollera… Se perfectamente por como lo miras y por como lo críticas, que estas enamorada de él…

-¡Que dices, loco!... –No se atrevió a mirarlo a los ojos. Estaba perdida. Marcus ya sabía sus verdaderos sentimientos, si Diego un completo desconocido lo había averiguado, en cuanto… ¿Cinco minutos? ¡Que horror!

-Marta, a mí parecer sois un par de tontos… -La miró a los ojos, mientras sujetaba el rostro con delicadeza-.Se nota que Marcus te quiere, además hacéis buena pareja…

-Marcus, no me quiere… Lo único que quiere, es lo que buscan todos los hombres, un buen polvo…

-No creo que un famoso, sabiendo que la prensa lo sigue siempre se meta en tu casa de vacaciones, con la familia al completo para un polvo… -Se rió de ella con sarcasmo-. Somos masoquistas, pero no tanto… Eso es un gran sacrificio, lo que esta haciendo él…

-¡No se trata de ningún sacrificio! –Le replicó ella molesta-. Simplemente, me esta devolviendo digamos que una pequeña jugarreta que le hice por mí parte…

-¡Espera un segundo! ¡Fuiste tú, quien publicó su número! –Exclamó sorprendido diego-. Mi hermana fue a llamar, pero me dijo que el móvil se encontraba apagado cuando lo intentó ella… Menuda jugarreta…

-Entiendes ahora, por que se halla aquí…

-¡Oh, vamos!  ¡No me seas mula! … -Le reprochó-. Eso es para venir, buscarte y darte una buena reprimenda y azotes… Pero no engañar a tu familia, no hacerles daño a ellos… Les esta dando su cariño, Marta. Admite, que desde un principio ha habido esa chispa entre los dos…

-¡Maldito seas, hablas igual que él!

-Lo ves, está utilizando la química que sentís para poder llegar a ti… Sino, dime a que vendría el numerito que está representando con esa voluptuosa rubia, y delante de tu familia… Quiere darte celos, quiere saber si le correspondes…

-Eso no es nuevo… Sexualmente, sabe que le puedo responder. Pero nunca lo hemos… ¡No te creo Diego! ¿Qué diantres pretendes?

-Devolverte el favor. Se que eres muy buena persona y que le hablaras de mí… Que le darás mi número… Quiero que comprendas, que ese famoso cantante es otra persona como tú y yo. Insegura en el amor… Que lo único que esta haciendo es ponerte a prueba…


-No, eso no es verdad… -susurró casi para sí, sin querer creerse aquellas palabras tan esperanzadoras.

-Querida, sonríe un poco y pégate más a mí… Tú amado nos está mirando con cara de pocos amigos…

-¡OH! –Se giró y vio como era cierto. ¿Significaba aquello que Diego tenía razón? Su corazón empezaba alterarse más, ante aquella posible idea.

-Yo creo, que ya le hemos inyectado su dosis de celos… -Sonrió-. Lo mejor, es que nos separemos ya para que no ocurra nada malo… No quiero que piense mal…

-Entiendo –Sonrió agradecida por su ayuda-. Pero…

-Vamos Marta, date una oportunidad y piensa lo que te eh dicho… -Sacó su cartera, y le entregó una tarjeta-. Mí número. Espero tener suerte… Ha sido todo un placer… -Y acto seguido, le dio un beso largo y muy cariñoso en la mejilla-. Nos vemos, si quieres hacerme cualquier día que te vaya bien una visita en la emisora, te recibiré con los brazos abiertos. Adiós, preciosa.

-Adiós –Se despidió de él, y vio como se alejaba con sus amigos.

-¡Marta! –Se acercaron sonrientes las chicas-. Que simpáticos sus amigos, y vaya que bien bailabais… -Sonrió Patricia-. Que envidia…

-Eso, es lo que han sentido nuestros maridos… -Señaló Ana feliz-. Y Marcus, estaba verde, verde…

-Y más, cuando ha visto el beso… Pero la nota que Diego te ha dado, ha sido… -Señalaba Rosa, para ser interrumpida por Júlia.

-¿Cómo para besar a la rubia?

-¡Qué!

-¿Perdona?

-El muy mal nacido… -Exclamó Marta, al ver como Marcus besaba a la rubia en aquellos momentos en los labios-. Vámonos de aquí… Por hoy, ya habido bastante espectáculo.



***



-¡Silencio! –Susurró María en una orden, a las diez de la mañana. Empezaban a bajar los niños pequeños y quienes no habían salido de marcha el sábado por la noche. Que al sentir aquella orden tan extraña, se callaban de sopetón con el ceño fruncido. Entonces, María les señalaba hacia el salón y sorprendidos se quedaban al hallar a Marta, Patricia y Celia durmiendo cada una en un sofá, aún vestidas con la ropa.

-¿Qué hacen ahí? –Preguntó Tamara con una gran sonrisa.

-Supongo, que se quedarían a charlar y las venció el sueño…

-Oh, el alcohol… -Rió Carlos, apareciendo en aquel momento.

-La única lista mí mamá –Comentó en un susurro la pequeña Lucia-. Ella, si esta durmiendo con mí papá… Pero mamá le gruñó algo a papá, cuando llegó de día…

-¿De día? –Se sorprendió Carlos.

-Estas, se lo han pasado de lo lindo –rió Tamara-. No se levantaran, hasta la hora de comer…

-Eso sí que no –Señaló Antonia-. Si valen para irse de fiesta, también valen para levantarse y hacer sus deberes… Así que les damos hasta las once, como mucho… Luego, les soltamos a las pequeñas fierecillas –Planeó diabólica.

-Pero que no salten encima de ellos –Ordenó María-. Seguro que alguno se nos levanta con el estomago bien revuelto…

-Pues que lo recojan ellos.

-¡Antonia, por favor!

-Pero si no ocurrirá nada malo, mujer… -Dijo riendo mientras se iba a la cocina.

-Menuda familia de locos que somos… -Alzó los ojos al cielo la otra mujer, mientras ordenaba a los pequeños que fueran a desayunar.


Pasada casi una hora, Carlos se quitaba las gafas de lectura y dejaba el periódico del día a un lado, mientras miraba a su alrededor extrañado. La casa se hallaba muy silenciosa, aquello no era nada bueno. ¿Dónde andarían los niños? Un poco preocupado, se levantó de la tumbona y se dirigió a la cocina en donde estaban María, Antonia, Tamara y su marido conversando, sentados a la barra.


-¿Oye, en donde están los pequeños que no los escucho para nada? –Su respuesta a su pregunta, fue que se echaron a reír los cuatro como locos-. ¿Qué os ocurre? Que yo sepa, no dije nada de gracioso…

-¿Quieres ver como si es gracioso? –Le indicó Antonia, levantándose de la silla y hiendo a la puerta que comunicaba con el salón, recibidor y el pasillo, en donde se hallaban las escaleras para subir a la planta de los dormitorios-. Ven, acércate y mira… Pero sin decir nada…


Bastante extrañado, Carlos se acercó a la puerta con Antonia y salió al pasillo. Y fue allí, cuando vio a los niños sentados en las escaleras en completo silencio… Hasta que los vieron aparecer, que fue entonces cuando sus ojos se iluminaron, y sus cuellos se alzaron…


-¿Ya es la hora, tía Antonia? –Preguntó Sergio, en un susurro.

-¿Qué hora es, Carlos? –Se giró ésta a él.

-Pues… -Miró un segundo su reloj-. Las once, menos un minuto.

-Bien niños… -Le apareció aquella diabólica sonrisa otra vez.

-No irán hacer lo que creo que…

-¡Ya podéis ir a despertarlos!

-¡Antonia, por favor! –Exclamó horrorizado-. Se los van a comer, más de uno se levantará con muy mal humor…

-¿Y? –Soltó traviesa.

-Ahora entiendo que tú marido muriera tan pronto… -Se metió en broma con ella.

-¡Pero si fue de él, de quien aprendí a ser tan bicho! –Se rió feliz.

-Pues me voy a dar una vuelta por la playa, paso de que me muerdan todos los que vayan levantándose…

-Me apunto…

-Vieja bruja… -Se rió-. ¡Eres una gallina, tiras la piedra y te largas!

-¡Que va! Venga vamos, seguro que tú mujer se apunta al paseo…

-Segurito que sí… -Se rió, mientras volvía a entrar en la cocina.


Los primeros en bajar, fueron Marcus y Alberto. Quienes al no encontrar a nadie en la cocina, salieron con cara de sueño al jardín. En donde se hallaban Tamara y Ricardo, dándose un baño en la piscina.


-¡Buenos días, dormilones! –Exclamó ella-. Espero que mis gemelos, no se hayan pasado mucho…

-¡Que va! –Se rió Alberto-. Un simple gesto de mí pierna, y se caían nuevamente al colchón de culo…

-¿Dónde están todos? –Preguntó Marcus.

-Carlos, María y Antonia decidieron ir a dar un paseo a la playa… -Comentó Ricardo risueño-. Vendrán para la hora de comer, y esperan como mínimo que esté echa…

-Ya veo, por eso nos han mandado ese despertador tan especial…. –Dijo Alberto-. ¿Pero me gustaría saber dónde está mi novia?

-Y la mía… -Pidió Marcus.

-En el salón, junto con la mujer de Ramón –Se rió a carcajadas el hombre.

-¡Ricardo! –Lo riñó Tamara.

-¿Qué ocurre? –Preguntó extrañado Marcus.

-Mejor, ir a verlo…



Los dos hombres, se dirigieron con sus caras de sueño al salón. Y allí, nada más entrar se quedaron en silencio al hallar a las tres chicas dormidas. Se notaba que por ahí, aún no habían pasado los renacuajos…


-Espero, que cada uno le esté mirando las bragas a su mujer… No tengo ganas de ponerme a repartir tortas… -Carraspeó en broma Ramón, que acababa de aparecer allí. Encontrándose con aquel espectáculo. Sus chicas dormidas en el sofá, completamente destapadas de cintura para abajo. No le extrañaba, con aquellas faldas tan cortas… Suerte, que ninguna se había decidido a ponerse tanga.

-No hagáis nada… -Dijo Alberto-. Voy a la cocina, a buscar algo para despertarlas.

-No creo que te dejen tirarles agua… -Sugirió Marcus.

-Ya lo sé… -Rió-. Solo voy a buscar un poco de ruido.

-Voy contigo –Se apuntó Ramón.

-Yo me quedo aquí, por si las moscas –Comentó cruzándose de brazos y poniéndose en la puerta del salón-. Daos prisa, antes de que vengan los críos…

-Esos, tienen bastante faena con los jóvenes… -Señaló Alberto.


Cuatro minutos después, los dos hombres hacían su aparición con cacerolas en sus manos y gordos cucharones… Entregándole a Marcus el correspondiente material. Cada uno, se fue al sofá en donde se hallaba su bella durmiente, y a la de tres… Hicieron sonar sus cucharones, con gran fuerza.


¿Quién fue la primera que cayó al suelo? ¡Todas! Gimiendo de dolor, al golpearse alguna de sus extremidades… Primero, sus ojos se hallaban entrecerrados, y con completa confusión. ¿Qué ocurría? ¿Dónde estaban?


-¡Arriba chicas! –Exclamó Ramón-. Son las once y cuarto de la mañana…

-¡Seréis!... –Empezó Patricia, pero sin poder llevar acabo su protesta, al verse callada por la mano de Alberto.

-Somos vuestros caballeros, de armadura blanca… Os hemos salvado, antes de que os despertaran los renacuajos de la casa.

-Estoy segura, que no habrían sido tan…

-Cariño, ojo con lo que dices…

-Cielo, deja que me despierte bien… -Soltó amenazante-. Y es entonces, cuando veremos quien tiene que replicar a quien…

-Te han pillado Alberto –Se rió Ramón.

-Pero sí tú también tienes para recibir, tesoro –Rió entre dientes Celia.


-Cielo, creo que eso habrá que discutirlo… -Soltó éste-. Pero por que no te duchas primero…

-Pelotero… -Se rió-. No te creas que te vas a escapar –Le dijo, antes de salir del salón en dirección a su dormitorio-. Me tienes que explicar que hacías con aquellas chicas…

-Cariño, no venían a mí… -Fue detrás de ella protestando-. Iban a por Marcus…

***

-¿Buenos días mí vida? –Soltó bromista Marcus.- ¿Has dormido bien? Yo sí, pero te encontré a faltar a mí lado… ¿A qué hora habéis llegado juerguistas?

-Vaya cielo, hoy te has levantado muy preguntón… -Soltó ella sarcástica-. Y creo que hemos llegado, a las siete y media…

-Vaya… Pero sí las salas cerraban a las cinco y media…

-Cierto, pero conocimos a unos chavales muy simpáticos…

-Ya lo vi…

-Y nos invitaron a comer chocolate con churros…

-Un poco egoísta por vuestra parte de no llamarnos –Soltó bromista-. ¿No crees mi amor?

-No lo creo. Sino, no hubiera sido lo mismo –Se mofó-. Habría resultado más aburrido, pues no habríamos podido coquetear de forma inocente con ellos…

-¿Coquetear? –Sus ojos se achinaron un poco.

-Sí, lo has oído bien… -Se levantó del suelo-. Se suele coquetear un poco, cuando se conoce a alguien del sexo opuesto, y que te atrae un poco…

-Te recuerdo querida… Fue hablar un tanto molesto, pero ella lo cortó.

-Te recuerdo, que tú y yo no somos nadie…

-En ese caso, no estoy muy de acuerdo… -Sonrió con burla en la mirada-. Algo sí que somos… -Se le acercó con mirar travieso.

-¡Quieto ahí! –Le soltó en una orden.

-Querida, no soy Thom para que me trates como a un perro… -Bromeó, sin dejar de caminar hacia ella.

-¿Perdona? –Le preguntó un tanto confusa, por el cambio brusco de tema.

-Que tratáis al pobre Thom fatal, con lo bien que se porta con vosotras…

-Ahí, estas cambiando mucho la realidad… -Dio un paso atrás-. Thom, es uno de vosotros y tiene el trato que se merece por ello…

-Él, solo mira por vuestro bien…


-Él, es quien te ha traído hasta mí. Estoy segura… -Soltó molesta, sin ver las verdaderas intenciones del hombre al distraerla con aquella discusión.

-Lo ves… -Se rió-. Se preocupa por tú bien. Sabía que estarías mucho mejor, si yo venía a pasar tus vacaciones contigo… Marta, me gustaría comentarte que lo que ocurrió ayer… -Comenzó él hablar, en modo de disculpa.

-Que no es lo que parecía ¿A qué si? –Soltó desdeñosa.

-Pues sí, correcto… -Respondió un poco esperanzado.

-Ya, claro… Y yo, soy presidenta del gobierno… Marcus, que me da igual lo que me vayas a decir… Ciertamente, a mí me importa un rábano lo que hagas….

-¡Pero si no hice nada!

-Pero al menos, ten un poco de orgullo y no me mientas que no soy idiota ni ciega… -Le reprochó con enfado.

-No miento, pero déjame decirte que yo tampoco estoy ciego…

-¿Cómo te atreves a reprocharme algo? Pero si yo…

-¿Qué me dices del chico de la camisa de color naranja? ¿Fue con ellos, con quien estuvisteis toda la noche?... Aún tienes su número de móvil, verdad…

-Sí, aún lo tengo. Y es muy preciada para mí, esa hoja…

-No creo que…

-Eres el menos indicado, para cuestionarme lo que hiciera yo ayer noche. ¿No crees? Así que no quiero saber nada, Marcus –Le dio la espalda-. Los dos sabemos, por que estas aquí… Queda claro, por que no me debes explicaciones, como yo a ti tampoco.

-Eso pensaba yo, que entendías el motivo de que viniera a España tras de ti… Pero ya veo, que sigues tan cabezona como siempre… Y no me despistes, quiero saber lo del chico de la camisa naranja.

-Muy bien… -Buscó su bolso y de él, extrajo una pequeña tarjeta que le entregó-. Aquí tienes. Se llama Diego, tiene veinte nueve años y es locutor de radio… Y sabes, no es feo es bien guapo… -Marcus, la miró con el ceño fruncido al escuchar aquellas palabras.- Quieres saber una cosa, no nos besamos…

-¡Pero él bien que quería! –Se atrevió a señalar veloz.

-¡Oh, por favor! –Alzó los ojos al cielo-. Como tú a la rubia de bote…

-Ya te eh dicho, que no es lo que parecía…

-¿Y a ti, si debo creerte pero tú a mí no?

-Marta, por favor… Solo había que observar como te sujetaba al bailar…

-¡Eres un cerdo machista! ¡A ti, solo había que ver como le comías los morros! –Le soltó furiosa.

-Haber… Se que tengo la culpa de bailar con aquella chica… -Resopló con fuerza-. Pero te juro, que yo no busqué aquel beso… Me besó ella y no veas que pulpo… Pregúntale a tu hermano.

-Eh dicho que no quiero explicaciones de nadie…

-Marta… -Empezó a suplicar.

-Solo te pido, que no tires esa tarjeta. Diego, te reconoció y a mí también, de las fotos de la boda de Sabrina y Lucas… Él vio lo que hacías en la discoteca, viendo mi enfado se prestó a echarme un cable si yo le echaba otro… No hicimos nada, solo bailar. Me pedía permiso para cada movimiento… -Soltó con cierto sarcasmo-. Lo curioso, es que seriáis el uno para el otro, te defendía mucho… A parte de admírate como cantante, él escribe canciones… Le gustaría que les echaras un vistazo. Simplemente eso. No había ningún interés sexual, como tú con la rubia. Solo ha sido amistad nueva… Y no quiero saber nada más, me voy a la ducha y a quitarme ésta ropa…

-No guapa, tú de aquí no te largas. Mi paciencia a llegado hasta su límite, vamos a sentarnos y hablarlo todo… -La cogió de la mano por sorpresa-. No, mejor subamos al dormitorio… Necesitamos intimidad, y se que aquí  con tantas filiadas a tú causa no la tendremos… -Comentó, mientras empezaba a tirar de ella hacia el dormitorio.

-¡Suéltame Marcus! –Empezó a dar tirones en sentido contrario-. Eh dicho, que no hay nada más que hablar…

-Y yo te digo, que todas las tonterías se han acabado… Me parece, que eh aguantado mucho.

-¿Qué has aguantado mucho? –Soltó quejándose-. No me seas…

-¡Hola! –Chillaron los niños pequeños, que entraban en el salón con los cabellos y la ropa revuelta. Se notaba, que habían mantenido una batalla en los dormitorios de arriba-. ¡OH, que lástima ya os habéis levantado! –Protestaron al unísono.

-Sí –Les sonrió ella-. Pero el tío Marcus, quiere montaros los toboganes que compraron el otro día para la piscina… Quiere que le ayude a montarlos, pero tengo que ducharme… ¿Por qué no lo cogéis y le ayudáis? Así yo me ducho y hago el desayuno, para los dormilones…

-Eso, no es…

-¡Vale! –Gritó Lucia, hiendo a cogerle de las piernas.

-¡Genial! –Chillaron los gemelos, cogiéndolo de los brazos y llevándolo afuera al jardín.


Consiguió librarse de aquella manera de Marcus y de lo que quisiera aclarar. ¿Qué sería? ¡Oh, vamos!... Acostarse los dos juntos. ¿No es lo que casi hacían ayer noche? ¡Como había dejado que Marcus, traspasara la barrera de sus braguitas! ¡Idiota, ni siquiera le tenía que haber dejado que le tocara tan íntima prenda! Ahora, se tenía que atener a las consecuencias… Tenía que costarse con él, asó lo reclamaba él. Como un derecho por haberle dejado acariciar aquella fina tela, que separaba todo de la decadencia… Si así lo hacía, sabía  que sería la última vez que lo vería… Y aún, no estaba preparada para perderlo. Con gran pesar encima, corrió arriba a los dormitorios para encontrarse por el camino a los zombis que empezaban a bajar a la cocina. Les guiñó el ojo, y se dirigió al dormitorio de Patricia y Alberto… Llamó a la puerta con cierta timidez, seguro que la pobre estaba soportando algún sermón.

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