A Jackie
se le paralizó el corazón y se sintió nuevamente como aquella noche, pero no
era la misma, ya no, se recordó.
-
¿Sabes? Fue
muy afortunada esa noche. Me permitió ver
quien eras en realidad y lo agradezco profundamente.
-
Yo fui más
afortunado por que me di cuenta antes de la clase de mujer que eres.
-
¿A que rayos te
refieres?
-
Dos semanas
¡dos! Comportándome como un caballero contigo y ¿acaso sirvió de algo? Por
supuesto ¡que no! Por que tú te divertías por tu cuenta.
-
Podrías hablar
claro yo no… - decía confundida.
-
¿Quieres que lo
diga más claro? – Preguntó con furia en la mirada.
-
¡Por supuesto!
No se a que te refieres – Insistió Jackie.
-
¿Qué yo que? –
dijo atónita. – ¿De donde sacas eso?
-
Una noche antes
de tu bonito espectáculo en la gala, vi a un hombre salir de tu habitación a
media noche.
-
¿Estás demente?
¡No son más que pretextos para explicar tu conducta esa vez!
-
Yo no le explico
nada a nadie. No eres más que una mentirosa ¿Qué era lo que esperabas? Que con
tu conducta santurrona me interesara más ¿verdad? ¿Querías lograr atraparme, no
es así? ¿Querías que fuera tan estúpido como para pensar en casarme contigo?
-
¡Estás sacando
conclusiones locas y precipitadas y verdaderamente idiotas! Aunque hubieras
sido el último hombre sobre la tierra ¡No me hubiera casado contigo! ¡Primero
muerta!
-
Claro, eso dices
ahora ¡Pero era tu objetivo!
-
Estás totalmente
desquiciado. Tienes delirio de persecución, crees que todas las mujeres del
planeta se mueren por ti. Pero escúchame bien yo me muero pero por estar en el
otro extremo de este mundo ¡Lejos de ti! ¡Y no me acosté con nadie, mientras
cometí la estupidez de salir contigo!
-
¿Por qué
insistes en mentir? Fuiste y seguro sigues siendo una zorra que…
No
terminó la frase por que Jackie le aventó el contenido de su copa a la cara.
-
Me largo de
aquí- dijo Jackie y corrió por sus cosas. Saldría de allí aunque fuera descalza
y en esas fachas. No le importaba nada. Stefano ¡estaba loco! ¿Qué se acostaba
con otro? Pero si ella aún era…
-
No vas a ninguna
parte – dijo él tomándola del brazo y haciendo que se volviera hacia él con
tanta fuerza que chocó contra su pecho.
-
Voy a gritar tan
fuerte que todo el mundo vendrá a ver que ocurre – amenazó Jackie. - ¡Auxi…!
No
terminó de gritar por que la boca de Stefano la acallaba con prontitud, fue una
invasión que no esperaba. Pero ahí estaba de pie pegada a él y de pronto empezó
a luchar furiosa y a tratar de quitárselo de encima logrando que los fuertes
brazos de Stefano la rodearan y apretaran con más fuerza inmovilizándola casi
completamente. Su cerebro le enviaba órdenes frenéticas de que luchara por que
si no tarde o temprano su cuerpo se rendiría y eso ya estaba pasando, la boca
de Stefano la devoraba y de pronto se
vio gimiendo de deseo. Él aflojó un poco la presión que hacía para impedir que
se fuera y ella se pegó más a él si es que eso era posible. La excitación de
Stefano era evidente y eso la enloqueció y la hizo olvidarse de todo, las
acusaciones, la humillación, todo… estaba a resguardo lejos del momento que
ahora vivía con el hombre que había sido su martirio, el verdugo de sus
pensamientos, el que le había destrozado el corazón.
De
pronto se vio tendida en la cama, mientras él susurraba su nombre y le besaba
el cuello y mordisqueaba el lóbulo de su oreja para luego devorar nuevamente su
boca. Sus manos no estaban quietas y aprisionaba con una de ellas uno de sus
pechos palpándolo y apretándolo haciendo que ella se arqueara de placer. En un
instante le sacó la camiseta por la cabeza y gruñó al ver sus pechos
aprisionados por el brasier.
-
¿Por qué me
haces esto? – Preguntó con voz entrecortada sin que ella tuviera aliento para
responderle.
Se
lo quitó inmediatamente y le lanzó una hambrienta mirada al verlos por fin en
su plenitud, redondos, blancos y suculentos esperándolo ansiosos. Cuando él por
fin dirigió su boca hacia ellos, Jackie lanzó un prolongado suspiro de alivio
para ser luego reemplazado por gemidos de placer. Creyó no soportar tantas
emociones e intentó apartarlo pero él se lo impidió.
-
Stefano por
favor… - le susurró.
-
Sí. Di mi nombre.
Dime lo que quieres, lo que te gusta…
¿Lo
que le gustaba? Ella no sabía de esas cosas y eso estuvo a punto de traerla de
vuelta a la tierra de no ser por que en ese instante él le quitó el pantalón
con todo y la ropa interior, haciendo que instintivamente intentara cubrirse y
se apartara dejándolo con el ceño fruncido.
-
¿Qué haces? – le
preguntó confundido.
-
Nada. – dijo
ella tomando una almohada para taparse.
-
¡Eres tímida! –
dijo él sorprendido. –
-
Algo así… creo
que debemos dejar esto por la paz ¿no crees? Antes de que nos salgamos de…
Nuevamente
antes de terminar la frase ya lo tenía sobre ella, la almohada voló por un lado
y ella no le quedó más remedio que reír.
-
¿Nos salgamos de
control? Es demasiado tarde para eso querida, desde que te conocí estoy fuera
de control. – dijo él. – No te escapes así de mí ¡Eres hermosa! – Exclamó al
contemplarla desnuda. – Y ahora eres mía.
Y
atacó de nuevo sus pechos, pero esta vez él ya estaba sin el albornoz y al
sentir su piel sobre la suya ansió con locura que estuviera dentro de ella.
-
Ya, por favor –
le rogó con los ojos cerrados.
-
Mírame – le
ordenó él y ella se negó haciendo que él le tomara el rostro entre las manos y
se lo dijera una vez más – ¡Mírame!
Jackie
abrió los ojos y lo miró con el deseo quemándole por dentro, no era la única
pensó con satisfacción al verlo a él en iguales circunstancias. Abrió la boca
incrédula al verlo desnudo y él se rió.
-
Es un halago esa
mirada querida.
-
No creo que
pueda…
-
Claro que sí.
Estás hecha para mí, aunque eso tú no lo quieras aceptar.
Stefano
introdujo sus dedos dentro de ella y ella se retorció de placer pidiéndole que
acabara con esa tortura deliciosa. Estaba más que lista para recibirlo y él
empezó a introducirse en ella.
-
Eres muy
estrecha – dijo él conteniendo su deseo de entrar rápidamente. Jackie le rodeó
con las piernas urgiéndolo a continuar y el rió encantado. Su hermoso cuerpo
estaba perlado de sudor y ella sintió que estaba en la gloria, tenía al hombre
más hermoso del planeta allí a punto de hacerle el amor. Él siguió deslizándose
en esa caverna húmeda conteniéndose como nunca en su vida y sintiendo que si no
entraba ya moriría allí mismo. Se topó con una inesperada barrera y se detuvo
estupefacto ¡No era posible! Ella no podía ser virgen. Al ver su indecisión Jackie
se balanceó debajo de él logrando que gruñera fuertemente, ella siguió
haciéndolo hasta que él no pudo más y terminó de penetrarla. A ella se le fue
un segundo la respiración al verse ya sin esa barrera, el momento había dolido
pero no demasiado, nuevas sensaciones se apoderaban de ella en ese instante y
volvió a moverse bajo Stefano.
-
¿Estas bien?-
preguntó él.
-
Por que no te
callas y continúas – le ordenó ella empezando su ascenso ya. Escuchó de nuevo
su risa ronca y profunda y él obedeció moviéndose dentro de ella, lento al
principio y después incrementando el ritmo mientras ambos sudaban y gemían
entrecortadamente hasta que Jackie creyó morir de placer y explotó casi
literalmente en mil pedazos en los brazos de Stefano. Él la siguió segundos
después y lo escuchó fuerte y claro cuando llegó al orgasmo dejándose caer
sobre ella.
Minutos
después seguían así, reacios a romper el contacto y todavía asombrados de las
sensaciones vividas. Sobre todo él, que nunca había experimentado aquello en su
vida a pesar de tanta experiencia. Incrédulo recordó que ella había sido virgen
hasta que él había cambiado esa condición momentos antes…
¿Qué
es lo que había sucedido? ¿Era posible sentir todas esas emociones tan
intensas? Era como morir y volver a nacer se decía Jackie aun anonadada por
haber hecho el amor con Stefano junto con todo el torrente de sensaciones
intensas que eso había conllevado, pero justo cuando sintió que él se retiró de
ella, el frío y la realidad de lo sucedido la embargaron ¿Qué rayos había
hecho? Él la acusaba de haber estado con otro hombre mientras salía con él, de
acostarse con otro mientras disfrutaba de sus besos ¡Sarta terrible de
mentiras! La había buscado solo para reclamarle tonterías, únicamente para
vengarse de aquella bofetada en público y claro ¿Qué mejor manera de demostrar
que de él nadie se burlaba que utilizándola de esa manera? Era una estupida,
estupida, mil veces idiota. Sintió que él se movía a su lado y rogó que se
quedara dormido mientras ella se tragaba la humillación y de paso se iba de
allí. Cerró los ojos con fuerza deseando que al abrirlos se tratara de un
sueño, esperanza vana cuando le llegó su voz seductora y le provocó escalofríos
haciendo que su cuerpo se tensara de anticipación y haciéndola enfurecer.
-
¿Estás bien?-
Preguntó preocupado, haciendo que a regañadientes abriera los ojos y enfocara
la vista en él que estaba apoyado sobre un codo, observándola ¿Qué hago?
Pensaba frenéticamente Jackie. - ¿Jackie? – Insistió Stefano.
-
Perfectamente –
Respondió con la voz algo ronca y buscando con desesperación cubrirse.
-
¿Qué haces? –
dijo Stefano intentando apartarle la sabana del cuerpo, pero ella fue más
rápida y cubriéndose saltó de la cama. - ¿Adonde vas?
-
Creo que se me
permitirá ir al baño ¿verdad?
-
Por supuesto,
pero si te vas a dar una ducha preferiría acompañarte- dijo esbozando una
sensual sonrisa que para sorpresa de Jackie por poco le hace aceptar su
propuesta ¿Qué diantre le pasaba? No era de ayuda ver el cuerpo desnudo de
Stefano cubierto escasamente por una delgada sabana en las caderas que haría
palidecer a cualquier modelo masculino. La fotógrafa que llevaba por dentro y
que era le hizo contemplarlo con ojo analítico ladeando la cabeza y tratando de
ignorar la llama del deseo que veía en los ojos de él y que en ella ya estaba
amenazando con volverse llamarada de nuevo. - ¿O prefieres volver a la cama?
-
Creo que
prefiero ir al baño… Sola. – Imprimió toda la convicción que pudo a su voz.
-
Como gustes –
respondió él poniendo las manos detrás de su cabeza y recostándose contra las
almohadas sin dejar de observarla, al ver que ella no se movía le dijo - ¿Estás
segura?
Aquello
hizo reaccionar a Jackie que con furia se dio la vuelta y que a pesar de cerrar
la puerta con fuerza alcanzó a oír su risa ¿Y ahora qué? Se preguntó momentos
después de haberse dado una ducha rápida y envuelta aún en la sabana pues no
había ningún albornoz a la vista y las toallas le quedaban pequeñas. No había
tiempo para lamentaciones se apresuró a repetirse. Fue una tonta, sí; pero nada
remediaba poniéndose a llorar aunque las ganas de hacerlo le atacaban por
momentos, pero ella no era de las que lloraban al menos no iba a hacerlo esa
noche. Una ligera incomodidad en la entrepierna le recordó que en otro tiempo
ella había querido eso, que su primer amante fuera Stefano Troyanos.
Eso
no arreglaba lo que había ocurrido ni excusaba su tontedad pero por ahora salir
inmediatamente de allí era su prioridad y el no verlo nunca más su objetivo
¿Pero como lograrlo? ¿La mejor noche de su vida podría dejarla atrás? Mejor
amante no podía haber y eso que ella no tenía experiencia en ese aspecto, pero
la había hecho subir al cielo, aunque había regresado a la cruda realidad poco
después. Tenía que salir de allí cuanto antes. Con cuidado abrió la puerta y al
comprobar que no estaba en la cama, descolgó el teléfono y pidió que le
subieran su ropa. Se puso mientras tanto la camiseta y los pantalones y se
recogió el cabello. Buscó sus escasas pertenencias y con impaciencia esperó que
le llevarán el resto de su ropa, agradeciendo que Stefano no apareciera por
ninguna parte ¿Dónde estaba? ¿Qué estaba haciendo? ¡Que importaba! Tocaron la
puerta de la habitación y ella corrió a abrirla, un empleado le entregó su ropa
y casi lo abrazó de agradecimiento. Cuando empezaba a quitarse los pantalones
para ponerse los otros sintió que era observada.
-
¿Te estás
preparando para mí?
-
Más bien para
partir – le dijo con burla siguiendo con su tarea por mucho que empezara a
sentirse incómoda y se quedara en ropa interior. Si huía al baño seguro él se
burlaría de ella.
-
Te han traído tu
ropa – dijo acercándose – Lastima que no la usarás…
-
¿Se puede saber
por que no? – dijo Jackie agarrando de nuevo una almohada y poniéndola como
escudo.
-
Empiezo a odiar
las almohadas. Ordené que te compraran ropa. – añadió como si nada.
-
¡Por que hiciste
eso! ¡No tenías ningún derecho! – Exclamó.
-
Tu ropa era un
desastre, no creí tuviera arreglo. Veo que no me equivoqué. – dijo cínico al
ver la mudada que estaba a punto de ponerse. –
-
Quiero ponerme mi ropa por desastrosa que te parezca y
largarme de aquí.
-
Tenemos que
hablar.
-
¿Otra vez?
-
La última vez no
hablamos precisamente…
-
¿Ah no? Pues
dejaste muy en claro que soy una mujer mentirosa y traicionera ¿no es así?
-
¡Me equivoqué!
-
Cosa que comprobaste
en cuanto descubriste que aún era… - Se calló abruptamente. - ¿En serio
pensaste que yo me acostaba con otro? ¿O todo esto no fue más que un montaje
para vengarte por lo sucedido la última vez que nos vimos?
-
Por supuesto que
no, escucha…Fui un tonto, pero yo se lo que vi ¡Un hombre salía de esa
habitación!
-
¡Me cambié de
habitación un día antes de irme de Grecia!
-
¡Ese hombre me
dijo que había pasado la noche contigo!
-
¿Mencionó mi
nombre? – Preguntó incrédula y arrojando la almohada a un lado mientras se
ponía los pantalones. – Deja de inventar.
-
¡Lo hizo! – dijo
Stefano levantando la voz.
-
No te creo nada.
-
Iba a tu
habitación, era tarde pero quería decirte en persona que yo pasaría por ti para
ir a la recepción. Al tocar ese hombre salió y me dijo con claridad: Jackie y yo tratamos de pasar bien la
noche, váyase… De la impresión ni siquiera le pude romper la cara como
merecía.
-
Lo que dices es
imposible. – Dijo con rabia Jackie sintiéndose una tonta enorme con cada minuto
que pasaba ¿Por qué seguía inventando esa clase de cosas? – Mira, la he pasado
muy bien, no cabe duda de que tienes una reputación bien ganada en el terreno
sexual y quien mejor que tú para quitarme de encima el estorbo que representaba
ser virgen. Pero tú sabes… con tanto trabajo no me queda mucho tiempo para las
relaciones amorosas y después de uno que otro fiasco – Lo miro de manera
significativa – Tampoco es que quisiera arriesgarme demasiado. Pero lo que
pasó, pasó y fue lindo, disfruté y ahora a dar vuelta a la página.
Con
cada palabra vio pasar de la incredulidad a la furia el rostro de Stefano y se
alegró de causarle esas emociones por que ella se sentía sumamente estúpida.
-
¿Cómo te atreves
a decir tantas estupideces?
-
¿Estupideces? No
digo más que la verdad Stefano. – Se puso el suéter encima de la camiseta y con
coraje se puso la gabardina también.
-
¿Qué yo fuera tu
primer amante significó tan poco para ti?
-
¿Te estás
poniendo dramático? Era tan solo una pequeña membrana que…
-
¡Mejor no sigas!
Al menos tengo la plena certeza de que no eras tú la que estaba con ese hombre
esa noche y la absoluta satisfacción de haberte tenido. Has sido mía te guste o
no y puedo jurar que no lo olvidarás.
-
Oh, por favor,
que arrogancia la tuya. No te consideres tan único y especial. Estoy segura que
habrá quien me ayude a olvidar este supuestamente inolvidable momento…
-
¡No te atrevas!
Juro que mato a quien escojas para intentarlo. Seguro habrá una larga lista,
pero no me retes Jacqueline por que no podrás enfrentar las consecuencias.
-
¿De que rayos
estás hablando? ¡No eres mi maldito dueño! ¡Haré lo que me plazca, cuando me
plazca y sobre todo con quien me plazca!
-
Lo que estás
buscando es que te demuestre a quien le perteneces.
-
¡No es la edad
media! Soy libre, primero muerta a admitir semejante estupidez.
-
Has quedado
marcada como mía, desde el momento en que te entregaste a mí.
-
¿Cómo puede
hablar así alguien que tiene fama de sofisticado y moderno? ¿Sabes que?
Obsérvame – le retó mientras se ponía la mochila al hombro y se encaminaba a la
puerta.
-
¡Eres la mujer
más imposible que conozco! – le dijo mientras también caminaba hacia ella. Al
verlo Jackie apretó el paso y acabó corriendo hacia la puerta, pero estaba con
llave.
Con
el coraje reflejado en la cara se volvió hacia él que con el rostro marcado por
la satisfacción tintineaba delante de ella las llaves.
-
Ábreme la
puerta.
-
Te irás cuando
yo quiera.
-
Creo que
prefiero saltar por el balcón a quedarme aquí contigo.
-
Puedes
intentarlo, después de todo al menos no es el piso 12 pero si el número 3. Pero
debo decirte que la puerta del balcón tiene llave también – concluyó con una
cruel sonrisa.
-
¡Dame esa
maldita llave! – Gritó a punto de explotar de furia y abalanzándose sobre él en
un vano intento por quitarle las llaves.
Sabía
que no podía ganar pero aún así ya no era ella misma. Sentía rabia, impotencia
y sobre todo se sentía con deseos de agredirlo físicamente. Se sentía herida, y
eso solamente daba a entender que su corazón aún no le olvidaba. Esa realidad
la ponía furiosa.
Él
la detuvo y le agarró las manos mientras ella forcejeaba con él en un inútil
intento por obtener las llaves que nunca estuvieron cerca de sus manos. Con
habilidad él la llevó a la cama le inmovilizó las manos y se puso encima de
ella haciendo que Jackie gritara de coraje.
-
Te odio. – Le gritó.
-
Yo no. lo
intenté pero aún así no pude.
-
Pues yo sí pude.
Y ahora te odio más que nunca.
-
No es odio, es
pasión lo que sientes.
-
¡Vete al diablo!
-
Yo siento lo
mismo ¿Te lo demuestro? – Y bajó el rostro para besarla, Jackie volteó la cara
y de pronto una mano de Stefano la tomaba del rostro para que lo mirara. -
¡Mírame! – Le exigió.
-
Si me besas te
muerdo.
-
Eres salvaje.
Eso me encanta.
-
No te atrevas… -
Aprovechando que estaba hablando tomó su boca inmediatamente, haciendo que ella
protestara con fuerza y también que intentara cumplir su amenaza. Le buscó
la boca para lograr atrapar uno de sus
labios entre sus dientes haciendo que Stefano riera mientras lo impedía y la
besaba a pesar de los esfuerzos de ella para que no lo hiciera. Con algo de
dificultad le quitó la gabardina y en un descuido ella logró morderlo logrando
que empezara a salir un pequeño hilo de sangre del labio de Stefano.
-
¡Ya verás! – La
amenazó y haciendo lo mismo que ella tomó uno de esos jugosos labios entre los
dientes y la mordió lentamente sin hacerle daño, quería hacérselo pero no
podía. No se imaginaba lastimando uno de esos bellos y carnosos labios.
-
¡Suéltame! –
gimió Jackie. La batalla ya estaba empezando a ganársela Stefano, al
mordisquear sus labios ella sintió que se iba a hacer pedazos allí mismo. Logró
tener libre una mano y lo tomó del pelo jalándolo y quitándoselo por un momento
de su boca.
-
¡Tramposa! –
dijo él que a todas luces la situación lo tenía excitadísimo. Ella logró
asestarle otra bofetada con la mano libre e intentó salirse de debajo de él sin
éxito. – Ahora si pagarás por esto.
Con
una sola mano tomó las manos de Jackie, mientras con la otra mano y los dientes
desgarraban la camiseta de ella. Mientras ella se retorcía y trataba de
sacárselo de encima, al ver su camiseta desgarrada le lanzó una mirada de puro
odio que en realidad era la pasión disfrazada. No traía puesto nada bajo la
camiseta y Stefano vio la gloria al ver sus pechos al descubierto, atacándolos
enseguida, mordiéndolos, chupándolos y poco a poco las protestas de Jackie se
convirtieron en gemidos de pasión. Cuando él buscó su boca de nuevo ella lo
recibió ansiosa y se fundieron en un beso lleno de la pasión más pura y carnal.
Con desesperación se desnudaron, ella estaba más que lista para recibirlo, sentía
que se quemaba totalmente por dentro, necesitaba sentirlo ya dentro de ella.
Stefano la penetró sin detenerse y ella gritó de placer. Juntos cabalgaron
hacia la liberación final, haciendo que este orgasmo fuera más explosivo que el
primero.
Después de la increíble unión el brazo de
Stefano no se apartó de su cintura, escuchó su suave respiración que indicaba
que estaba dormido y se maldijo por milésima vez esa noche. Ese hombre
resultaba adictivo ¿De que otra manera se explicaba que acabara en su cama dos
veces una misma noche? Con cuidado intentó quitarse la mano de Stefano que le
rodeaba la cintura y enseguida esta hizo más presión y la apretó más contra si.
Sentir el duro y musculoso pecho de Stefano no ayudó en nada a su determinación
de salir de esa cama.
Espero
pacientemente y justo cuando creyó ver la luz del amanecer intentó de nuevo
salir de la cama lográndolo en esta ocasión. Se vistió apresuradamente y
encontró las llaves en el suelo al lado de la ropa de él. Con pesar le echó un
vistazo al adonis que yacía en la cama y por poco se reúne de nuevo con él para
despertarlo y de nuevo deshacerse en sus brazos ¡Qué hermoso es! Pensó Jaquie,
pero sabía que no la llevaría a nada bueno quedarse. Abrió la puerta de la
habitación con cuidado y salió. Aun no amanecía del todo, con sigilo salió del
hotel y tomó un taxi hacia el aeropuerto. La neblina se había disipado y pronto
se hallaba de nuevo en un avión hacia ciudad de México, pasaría donde Mabel la
abuela de Allyson antes de volver a España. No quería pensar en el magnifico
hombre que había dejado dormido en el Hotel y mucho menos en su reacción al ver
que se había ido, pero no era ilusa sabía que representaría para Stefano un
alivio el no verla esa mañana. Una mujer más en su lista eso es lo que había
sido ¿Y que? Hubiera sido peor morir y nunca haber experimentado lo que era
estar en brazos de Stefano Troyanos ¿no? Lo malo es que ahora quería esas
experiencias siempre y por mucho que quisiera negarlo, le dolía ser simplemente
una más.
Después
de unos días llenos de compras, visitas a restaurantes habidos y por haber en
la ciudad de México al lado de Mabel, Jackie no creía haberse cansado tanto ni
en sus viajes de trabajo por el mundo. Mabel la había llevado por todos lados y
ella no se había resistido pues así no le quedaba tiempo para pensar en lo
vivido con Stefano.
por que huyooo!!!!!!! bueno que lo haga sufrir se lo merece....
ResponderEliminarMuy, muy, muuuuuuuuuuuy interesante...
ResponderEliminarDespués de ponerme al día con la lectura, no tengo que decir... ¡¡¡que quieeeeeeeero maaaaaaaaaas!!!
Muchos besos
Gracias chicas por su comentarios, mañana habrà otro.
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