lunes, 18 de marzo de 2013

Un Amor para recordar IV



A Jackie se le paralizó el corazón y se sintió nuevamente como aquella noche, pero no era la misma, ya no, se recordó.

-         ¿Sabes? Fue muy afortunada esa noche. Me permitió ver quien eras en realidad y lo agradezco profundamente.
-         Yo fui más afortunado por que me di cuenta antes de la clase de mujer que eres.
-         ¿A que rayos te refieres?
-         Dos semanas ¡dos! Comportándome como un caballero contigo y ¿acaso sirvió de algo? Por supuesto ¡que no! Por que tú te divertías por tu cuenta.
-         Podrías hablar claro yo no… - decía confundida.
-         ¿Quieres que lo diga más claro? – Preguntó con furia en la mirada.
-         ¡Por supuesto! No se a que te refieres – Insistió Jackie.
-         ¡Te revolcabas con otro! – Le acusó furioso.
-         ¿Qué yo que? – dijo atónita. – ¿De donde sacas eso?
-         Una noche antes de tu bonito espectáculo en la gala, vi a un hombre salir de tu habitación a media noche.
-         ¿Estás demente? ¡No son más que pretextos para explicar tu conducta esa vez!
-         Yo no le explico nada a nadie. No eres más que una mentirosa ¿Qué era lo que esperabas? Que con tu conducta santurrona me interesara más ¿verdad? ¿Querías lograr atraparme, no es así? ¿Querías que fuera tan estúpido como para pensar en casarme contigo?
-         ¡Estás sacando conclusiones locas y precipitadas y verdaderamente idiotas! Aunque hubieras sido el último hombre sobre la tierra ¡No me hubiera casado contigo! ¡Primero muerta!
-         Claro, eso dices ahora ¡Pero era tu objetivo!
-         Estás totalmente desquiciado. Tienes delirio de persecución, crees que todas las mujeres del planeta se mueren por ti. Pero escúchame bien yo me muero pero por estar en el otro extremo de este mundo ¡Lejos de ti! ¡Y no me acosté con nadie, mientras cometí la estupidez de salir contigo!
-         ¿Por qué insistes en mentir? Fuiste y seguro sigues siendo una zorra que…

No terminó la frase por que Jackie le aventó el contenido de su copa a la cara.

-         Me largo de aquí- dijo Jackie y corrió por sus cosas. Saldría de allí aunque fuera descalza y en esas fachas. No le importaba nada. Stefano ¡estaba loco! ¿Qué se acostaba con otro? Pero si ella aún era…
-         No vas a ninguna parte – dijo él tomándola del brazo y haciendo que se volviera hacia él con tanta fuerza que chocó contra su pecho.
-         Voy a gritar tan fuerte que todo el mundo vendrá a ver que ocurre – amenazó Jackie. - ¡Auxi…!

No terminó de gritar por que la boca de Stefano la acallaba con prontitud, fue una invasión que no esperaba. Pero ahí estaba de pie pegada a él y de pronto empezó a luchar furiosa y a tratar de quitárselo de encima logrando que los fuertes brazos de Stefano la rodearan y apretaran con más fuerza inmovilizándola casi completamente. Su cerebro le enviaba órdenes frenéticas de que luchara por que si no tarde o temprano su cuerpo se rendiría y eso ya estaba pasando, la boca de Stefano la devoraba y  de pronto se vio gimiendo de deseo. Él aflojó un poco la presión que hacía para impedir que se fuera y ella se pegó más a él si es que eso era posible. La excitación de Stefano era evidente y eso la enloqueció y la hizo olvidarse de todo, las acusaciones, la humillación, todo… estaba a resguardo lejos del momento que ahora vivía con el hombre que había sido su martirio, el verdugo de sus pensamientos, el que le había destrozado el corazón.

De pronto se vio tendida en la cama, mientras él susurraba su nombre y le besaba el cuello y mordisqueaba el lóbulo de su oreja para luego devorar nuevamente su boca. Sus manos no estaban quietas y aprisionaba con una de ellas uno de sus pechos palpándolo y apretándolo haciendo que ella se arqueara de placer. En un instante le sacó la camiseta por la cabeza y gruñó al ver sus pechos aprisionados por el brasier.

-         ¿Por qué me haces esto? – Preguntó con voz entrecortada sin que ella tuviera aliento para responderle.

Se lo quitó inmediatamente y le lanzó una hambrienta mirada al verlos por fin en su plenitud, redondos, blancos y suculentos esperándolo ansiosos. Cuando él por fin dirigió su boca hacia ellos, Jackie lanzó un prolongado suspiro de alivio para ser luego reemplazado por gemidos de placer. Creyó no soportar tantas emociones e intentó apartarlo pero él se lo impidió.

-         Stefano por favor… - le susurró.
-         Sí. Di mi nombre. Dime lo que quieres, lo que te gusta…

¿Lo que le gustaba? Ella no sabía de esas cosas y eso estuvo a punto de traerla de vuelta a la tierra de no ser por que en ese instante él le quitó el pantalón con todo y la ropa interior, haciendo que instintivamente intentara cubrirse y se apartara dejándolo con el ceño fruncido.

-         ¿Qué haces? – le preguntó confundido.
-         Nada. – dijo ella tomando una almohada para taparse.
-         ¡Eres tímida! – dijo él sorprendido. –
-         Algo así… creo que debemos dejar esto por la paz ¿no crees? Antes de que nos salgamos de…

Nuevamente antes de terminar la frase ya lo tenía sobre ella, la almohada voló por un lado y ella no le quedó más remedio que reír.
-         ¿Nos salgamos de control? Es demasiado tarde para eso querida, desde que te conocí estoy fuera de control. – dijo él. – No te escapes así de mí ¡Eres hermosa! – Exclamó al contemplarla desnuda. – Y ahora eres mía.

Y atacó de nuevo sus pechos, pero esta vez él ya estaba sin el albornoz y al sentir su piel sobre la suya ansió con locura que estuviera dentro de ella.

-         Ya, por favor – le rogó con los ojos cerrados.
-         Mírame – le ordenó él y ella se negó haciendo que él le tomara el rostro entre las manos y se lo dijera una vez más – ¡Mírame!

Jackie abrió los ojos y lo miró con el deseo quemándole por dentro, no era la única pensó con satisfacción al verlo a él en iguales circunstancias. Abrió la boca incrédula al verlo desnudo y él se rió.
-         Es un halago esa mirada querida.
-         No creo que pueda…
-         Claro que sí. Estás hecha para mí, aunque eso tú no lo quieras aceptar.

Stefano introdujo sus dedos dentro de ella y ella se retorció de placer pidiéndole que acabara con esa tortura deliciosa. Estaba más que lista para recibirlo y él empezó a introducirse en ella.

-         Eres muy estrecha – dijo él conteniendo su deseo de entrar rápidamente. Jackie le rodeó con las piernas urgiéndolo a continuar y el rió encantado. Su hermoso cuerpo estaba perlado de sudor y ella sintió que estaba en la gloria, tenía al hombre más hermoso del planeta allí a punto de hacerle el amor. Él siguió deslizándose en esa caverna húmeda conteniéndose como nunca en su vida y sintiendo que si no entraba ya moriría allí mismo. Se topó con una inesperada barrera y se detuvo estupefacto ¡No era posible! Ella no podía ser virgen. Al ver su indecisión Jackie se balanceó debajo de él logrando que gruñera fuertemente, ella siguió haciéndolo hasta que él no pudo más y terminó de penetrarla. A ella se le fue un segundo la respiración al verse ya sin esa barrera, el momento había dolido pero no demasiado, nuevas sensaciones se apoderaban de ella en ese instante y volvió a moverse bajo Stefano.
-         ¿Estas bien?- preguntó él.
-         Por que no te callas y continúas – le ordenó ella empezando su ascenso ya. Escuchó de nuevo su risa ronca y profunda y él obedeció moviéndose dentro de ella, lento al principio y después incrementando el ritmo mientras ambos sudaban y gemían entrecortadamente hasta que Jackie creyó morir de placer y explotó casi literalmente en mil pedazos en los brazos de Stefano. Él la siguió segundos después y lo escuchó fuerte y claro cuando llegó al orgasmo dejándose caer sobre ella.

Minutos después seguían así, reacios a romper el contacto y todavía asombrados de las sensaciones vividas. Sobre todo él, que nunca había experimentado aquello en su vida a pesar de tanta experiencia. Incrédulo recordó que ella había sido virgen hasta que él había cambiado esa condición momentos antes…


¿Qué es lo que había sucedido? ¿Era posible sentir todas esas emociones tan intensas? Era como morir y volver a nacer se decía Jackie aun anonadada por haber hecho el amor con Stefano junto con todo el torrente de sensaciones intensas que eso había conllevado, pero justo cuando sintió que él se retiró de ella, el frío y la realidad de lo sucedido la embargaron ¿Qué rayos había hecho? Él la acusaba de haber estado con otro hombre mientras salía con él, de acostarse con otro mientras disfrutaba de sus besos ¡Sarta terrible de mentiras! La había buscado solo para reclamarle tonterías, únicamente para vengarse de aquella bofetada en público y claro ¿Qué mejor manera de demostrar que de él nadie se burlaba que utilizándola de esa manera? Era una estupida, estupida, mil veces idiota. Sintió que él se movía a su lado y rogó que se quedara dormido mientras ella se tragaba la humillación y de paso se iba de allí. Cerró los ojos con fuerza deseando que al abrirlos se tratara de un sueño, esperanza vana cuando le llegó su voz seductora y le provocó escalofríos haciendo que su cuerpo se tensara de anticipación y haciéndola enfurecer.

-         ¿Estás bien?- Preguntó preocupado, haciendo que a regañadientes abriera los ojos y enfocara la vista en él que estaba apoyado sobre un codo, observándola ¿Qué hago? Pensaba frenéticamente Jackie. - ¿Jackie? – Insistió Stefano.
-         Perfectamente – Respondió con la voz algo ronca y buscando con desesperación cubrirse.
-         ¿Qué haces? – dijo Stefano intentando apartarle la sabana del cuerpo, pero ella fue más rápida y cubriéndose saltó de la cama. - ¿Adonde vas?
-         Creo que se me permitirá ir al baño ¿verdad?
-         Por supuesto, pero si te vas a dar una ducha preferiría acompañarte- dijo esbozando una sensual sonrisa que para sorpresa de Jackie por poco le hace aceptar su propuesta ¿Qué diantre le pasaba? No era de ayuda ver el cuerpo desnudo de Stefano cubierto escasamente por una delgada sabana en las caderas que haría palidecer a cualquier modelo masculino. La fotógrafa que llevaba por dentro y que era le hizo contemplarlo con ojo analítico ladeando la cabeza y tratando de ignorar la llama del deseo que veía en los ojos de él y que en ella ya estaba amenazando con volverse llamarada de nuevo. - ¿O prefieres volver a la cama?
-         Creo que prefiero ir al baño… Sola. – Imprimió toda la convicción que pudo a su voz.
-         Como gustes – respondió él poniendo las manos detrás de su cabeza y recostándose contra las almohadas sin dejar de observarla, al ver que ella no se movía le dijo - ¿Estás segura?

Aquello hizo reaccionar a Jackie que con furia se dio la vuelta y que a pesar de cerrar la puerta con fuerza alcanzó a oír su risa ¿Y ahora qué? Se preguntó momentos después de haberse dado una ducha rápida y envuelta aún en la sabana pues no había ningún albornoz a la vista y las toallas le quedaban pequeñas. No había tiempo para lamentaciones se apresuró a repetirse. Fue una tonta, sí; pero nada remediaba poniéndose a llorar aunque las ganas de hacerlo le atacaban por momentos, pero ella no era de las que lloraban al menos no iba a hacerlo esa noche. Una ligera incomodidad en la entrepierna le recordó que en otro tiempo ella había querido eso, que su primer amante fuera Stefano Troyanos.
Eso no arreglaba lo que había ocurrido ni excusaba su tontedad pero por ahora salir inmediatamente de allí era su prioridad y el no verlo nunca más su objetivo ¿Pero como lograrlo? ¿La mejor noche de su vida podría dejarla atrás? Mejor amante no podía haber y eso que ella no tenía experiencia en ese aspecto, pero la había hecho subir al cielo, aunque había regresado a la cruda realidad poco después. Tenía que salir de allí cuanto antes. Con cuidado abrió la puerta y al comprobar que no estaba en la cama, descolgó el teléfono y pidió que le subieran su ropa. Se puso mientras tanto la camiseta y los pantalones y se recogió el cabello. Buscó sus escasas pertenencias y con impaciencia esperó que le llevarán el resto de su ropa, agradeciendo que Stefano no apareciera por ninguna parte ¿Dónde estaba? ¿Qué estaba haciendo? ¡Que importaba! Tocaron la puerta de la habitación y ella corrió a abrirla, un empleado le entregó su ropa y casi lo abrazó de agradecimiento. Cuando empezaba a quitarse los pantalones para ponerse los otros sintió que era observada.

-         ¿Te estás preparando para mí?
-         Más bien para partir – le dijo con burla siguiendo con su tarea por mucho que empezara a sentirse incómoda y se quedara en ropa interior. Si huía al baño seguro él se burlaría de ella.
-         Te han traído tu ropa – dijo acercándose – Lastima que no la usarás…
-         ¿Se puede saber por que no? – dijo Jackie agarrando de nuevo una almohada y poniéndola como escudo.
-         Empiezo a odiar las almohadas. Ordené que te compraran ropa. – añadió como si nada.
-         ¡Por que hiciste eso! ¡No tenías ningún derecho! – Exclamó.
-         Tu ropa era un desastre, no creí tuviera arreglo. Veo que no me equivoqué. – dijo cínico al ver la mudada que estaba a punto de ponerse. –
-         Quiero ponerme mi ropa por desastrosa que te parezca y largarme de aquí.
-         Tenemos que hablar.
-         ¿Otra vez?
-         La última vez no hablamos precisamente…
-         ¿Ah no? Pues dejaste muy en claro que soy una mujer mentirosa y traicionera ¿no es así?
-         ¡Me equivoqué!
-         Cosa que comprobaste en cuanto descubriste que aún era… - Se calló abruptamente. - ¿En serio pensaste que yo me acostaba con otro? ¿O todo esto no fue más que un montaje para vengarte por lo sucedido la última vez que nos vimos?
-         Por supuesto que no, escucha…Fui un tonto, pero yo se lo que vi ¡Un hombre salía de esa habitación!
-         ¡Me cambié de habitación un día antes de irme de Grecia!
-         ¡Ese hombre me dijo que había pasado la noche contigo!
-         ¿Mencionó mi nombre? – Preguntó incrédula y arrojando la almohada a un lado mientras se ponía los pantalones. – Deja de inventar.
-         ¡Lo hizo! – dijo Stefano levantando la voz.
-         No te creo nada.
-         Iba a tu habitación, era tarde pero quería decirte en persona que yo pasaría por ti para ir a la recepción. Al tocar ese hombre salió y me dijo con claridad: Jackie y yo tratamos de pasar bien la noche, váyase… De la impresión ni siquiera le pude romper la cara como merecía.

-         Lo que dices es imposible. – Dijo con rabia Jackie sintiéndose una tonta enorme con cada minuto que pasaba ¿Por qué seguía inventando esa clase de cosas? – Mira, la he pasado muy bien, no cabe duda de que tienes una reputación bien ganada en el terreno sexual y quien mejor que tú para quitarme de encima el estorbo que representaba ser virgen. Pero tú sabes… con tanto trabajo no me queda mucho tiempo para las relaciones amorosas y después de uno que otro fiasco – Lo miro de manera significativa – Tampoco es que quisiera arriesgarme demasiado. Pero lo que pasó, pasó y fue lindo, disfruté y ahora a dar vuelta a la página.

Con cada palabra vio pasar de la incredulidad a la furia el rostro de Stefano y se alegró de causarle esas emociones por que ella se sentía sumamente estúpida.

-         ¿Cómo te atreves a decir tantas estupideces?
-         ¿Estupideces? No digo más que la verdad Stefano. – Se puso el suéter encima de la camiseta y con coraje se puso la gabardina también.
-         ¿Qué yo fuera tu primer amante significó tan poco para ti?
-         ¿Te estás poniendo dramático? Era tan solo una pequeña membrana que…
-         ¡Mejor no sigas! Al menos tengo la plena certeza de que no eras tú la que estaba con ese hombre esa noche y la absoluta satisfacción de haberte tenido. Has sido mía te guste o no y puedo jurar que no lo olvidarás.
-         Oh, por favor, que arrogancia la tuya. No te consideres tan único y especial. Estoy segura que habrá quien me ayude a olvidar este supuestamente inolvidable momento…
-         ¡No te atrevas! Juro que mato a quien escojas para intentarlo. Seguro habrá una larga lista, pero no me retes Jacqueline por que no podrás enfrentar las consecuencias.
-         ¿De que rayos estás hablando? ¡No eres mi maldito dueño! ¡Haré lo que me plazca, cuando me plazca y sobre todo con quien me plazca!
-         Lo que estás buscando es que te demuestre a quien le perteneces.
-         ¡No es la edad media! Soy libre, primero muerta a admitir semejante estupidez.
-         Has quedado marcada como mía, desde el momento en que te entregaste a mí.
-         ¿Cómo puede hablar así alguien que tiene fama de sofisticado y moderno? ¿Sabes que? Obsérvame – le retó mientras se ponía la mochila al hombro y se encaminaba a la puerta.
-         ¡Eres la mujer más imposible que conozco! – le dijo mientras también caminaba hacia ella. Al verlo Jackie apretó el paso y acabó corriendo hacia la puerta, pero estaba con llave.

Con el coraje reflejado en la cara se volvió hacia él que con el rostro marcado por la satisfacción tintineaba delante de ella las llaves.

-         Ábreme la puerta.
-         Te irás cuando yo quiera.
-         Creo que prefiero saltar por el balcón a quedarme aquí contigo.
-         Puedes intentarlo, después de todo al menos no es el piso 12 pero si el número 3. Pero debo decirte que la puerta del balcón tiene llave también – concluyó con una cruel sonrisa.
-         ¡Dame esa maldita llave! – Gritó a punto de explotar de furia y abalanzándose sobre él en un vano intento por quitarle las llaves.


Sabía que no podía ganar pero aún así ya no era ella misma. Sentía rabia, impotencia y sobre todo se sentía con deseos de agredirlo físicamente. Se sentía herida, y eso solamente daba a entender que su corazón aún no le olvidaba. Esa realidad la ponía furiosa.
Él la detuvo y le agarró las manos mientras ella forcejeaba con él en un inútil intento por obtener las llaves que nunca estuvieron cerca de sus manos. Con habilidad él la llevó a la cama le inmovilizó las manos y se puso encima de ella haciendo que Jackie gritara de coraje.

-         Te odio.  – Le gritó.
-         Yo no. lo intenté pero aún así no pude.
-         Pues yo sí pude. Y ahora te odio más que nunca.
-         No es odio, es pasión lo que sientes.
-         ¡Vete al diablo!
-         Yo siento lo mismo ¿Te lo demuestro? – Y bajó el rostro para besarla, Jackie volteó la cara y de pronto una mano de Stefano la tomaba del rostro para que lo mirara. - ¡Mírame! – Le exigió.
-         Si me besas te muerdo.
-         Eres salvaje. Eso me encanta.
-         No te atrevas… - Aprovechando que estaba hablando tomó su boca inmediatamente, haciendo que ella protestara con fuerza y también que intentara cumplir su amenaza. Le buscó la  boca para lograr atrapar uno de sus labios entre sus dientes haciendo que Stefano riera mientras lo impedía y la besaba a pesar de los esfuerzos de ella para que no lo hiciera. Con algo de dificultad le quitó la gabardina y en un descuido ella logró morderlo logrando que empezara a salir un pequeño hilo de sangre del labio de Stefano.
-         ¡Ya verás! – La amenazó y haciendo lo mismo que ella tomó uno de esos jugosos labios entre los dientes y la mordió lentamente sin hacerle daño, quería hacérselo pero no podía. No se imaginaba lastimando uno de esos bellos y carnosos labios.
-         ¡Suéltame! – gimió Jackie. La batalla ya estaba empezando a ganársela Stefano, al mordisquear sus labios ella sintió que se iba a hacer pedazos allí mismo. Logró tener libre una mano y lo tomó del pelo jalándolo y quitándoselo por un momento de su boca.
-         ¡Tramposa! – dijo él que a todas luces la situación lo tenía excitadísimo. Ella logró asestarle otra bofetada con la mano libre e intentó salirse de debajo de él sin éxito. – Ahora si pagarás por esto.

Con una sola mano tomó las manos de Jackie, mientras con la otra mano y los dientes desgarraban la camiseta de ella. Mientras ella se retorcía y trataba de sacárselo de encima, al ver su camiseta desgarrada le lanzó una mirada de puro odio que en realidad era la pasión disfrazada. No traía puesto nada bajo la camiseta y Stefano vio la gloria al ver sus pechos al descubierto, atacándolos enseguida, mordiéndolos, chupándolos y poco a poco las protestas de Jackie se convirtieron en gemidos de pasión. Cuando él buscó su boca de nuevo ella lo recibió ansiosa y se fundieron en un beso lleno de la pasión más pura y carnal. Con desesperación se desnudaron, ella estaba más que lista para recibirlo, sentía que se quemaba totalmente por dentro, necesitaba sentirlo ya dentro de ella. Stefano la penetró sin detenerse y ella gritó de placer. Juntos cabalgaron hacia la liberación final, haciendo que este orgasmo fuera más explosivo que el primero.

 Después de la increíble unión el brazo de Stefano no se apartó de su cintura, escuchó su suave respiración que indicaba que estaba dormido y se maldijo por milésima vez esa noche. Ese hombre resultaba adictivo ¿De que otra manera se explicaba que acabara en su cama dos veces una misma noche? Con cuidado intentó quitarse la mano de Stefano que le rodeaba la cintura y enseguida esta hizo más presión y la apretó más contra si. Sentir el duro y musculoso pecho de Stefano no ayudó en nada a su determinación de salir de esa cama.
Espero pacientemente y justo cuando creyó ver la luz del amanecer intentó de nuevo salir de la cama lográndolo en esta ocasión. Se vistió apresuradamente y encontró las llaves en el suelo al lado de la ropa de él. Con pesar le echó un vistazo al adonis que yacía en la cama y por poco se reúne de nuevo con él para despertarlo y de nuevo deshacerse en sus brazos ¡Qué hermoso es! Pensó Jaquie, pero sabía que no la llevaría a nada bueno quedarse. Abrió la puerta de la habitación con cuidado y salió. Aun no amanecía del todo, con sigilo salió del hotel y tomó un taxi hacia el aeropuerto. La neblina se había disipado y pronto se hallaba de nuevo en un avión hacia ciudad de México, pasaría donde Mabel la abuela de Allyson antes de volver a España. No quería pensar en el magnifico hombre que había dejado dormido en el Hotel y mucho menos en su reacción al ver que se había ido, pero no era ilusa sabía que representaría para Stefano un alivio el no verla esa mañana. Una mujer más en su lista eso es lo que había sido ¿Y que? Hubiera sido peor morir y nunca haber experimentado lo que era estar en brazos de Stefano Troyanos ¿no? Lo malo es que ahora quería esas experiencias siempre y por mucho que quisiera negarlo, le dolía ser simplemente una más.
Después de unos días llenos de compras, visitas a restaurantes habidos y por haber en la ciudad de México al lado de Mabel, Jackie no creía haberse cansado tanto ni en sus viajes de trabajo por el mundo. Mabel la había llevado por todos lados y ella no se había resistido pues así no le quedaba tiempo para pensar en lo vivido con Stefano.


3 comentarios:

  1. por que huyooo!!!!!!! bueno que lo haga sufrir se lo merece....

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  2. Muy, muy, muuuuuuuuuuuy interesante...
    Después de ponerme al día con la lectura, no tengo que decir... ¡¡¡que quieeeeeeeero maaaaaaaaaas!!!
    Muchos besos

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  3. Gracias chicas por su comentarios, mañana habrà otro.

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