lunes, 18 de febrero de 2013

Doble Trampa 12



Aquella noche, por petición de Lucas se las había llevado a cenar fuera. Se encontraban en una magnífica terraza, a orillas del mar. Era un ambiente romántico. Las mesas decoradas con flores y vela, y la gente susurraba por no estropear la magia de aquel lugar. Era todo muy relajante, para el estrés que llevaba encima...Dando un buen trago a su copa de vino, se armó de valor para comenzar su pequeña actuación de la noche.


-Me encanta de que nos trajeras a éste lugar...-Comenzó con voz melosa-. Es muy relajante.

-Me alegro de que te guste, lo mejor para la dueña de mi corazón.

¡OH, que bonito! ¡Y que puñetazo le propinaría en aquel momento!

-¡OH! Que tierno que eres conmigo, cuando no hay nadie -Sonriendo con picardía, arrimó su silla a la de él, para seguidamente rodearlo con un fuerte abrazo

-¡Así te ahogues! Pensó con gran sarcasmo... ¡Vaya! El pobre no se esperaba aquel movimiento de ella. ¡Bien!.

-Pero que contenta que estoy -Comentó Sophía-. Al final me hiciste caso, y encontraste a una magnífica mujer. Hacéis tan buena pareja... Que ganas de que llegue la boda...

-Sí -sonrió también Sabrina-. Ahora que estoy aquí, me doy cuenta de que también estoy esperando con ganas ese gran día... ¡Dios, cuanto te quiero! -Sujetó el rostro de Lucas y lo besó. Pero haciéndose el corazón trizas. Por que estaba poniendo toda su voluntad en aquel beso. Olvidándose por un momento, que tenían a Sophía de compañía. Cuando se separó, no era la única que tenía problemas para respirar con normalidad. Aquello le gustó. Ver a Lucas, nublado por el deseo... Y el juego, solo había comenzado. ¡Que su ángel de la guarda la ayudara!-. ¡Perdón Sophía! -Exclamó con voz dulce, haciéndose la inocente.

-No hay nada que perdonar. Me alegra que os queráis tanto- Soltó un gran suspiro de felicidad.

-Luego, no quiero ninguna amenaza o queja cuando yo te bese así -La amenazó Lucas, en un susurro.

-Que os parece si nos vamos a caminar un poco por la playa, así bajaremos un poco la cena -Sugirió nerviosa tras la amenaza de él.

-Perfecto, creo que nos irá de maravilla remojar a los dos el remojar los pies en agua fría, fría...-Comentó con doble sentido él.

Era una preciosa noche. Corría una pequeña brisa, lo suficiente para refrescar del calor agobiante del día. Iban los tres juntos. Sophía iba en medio, pero se acercó un momento a la orilla a coger una caracola que había visto, dejándola por unos instantes a solas con él. Lo justo, para aprovechar y abrazarse a él, muy acaramelada.

-Caliente, caliente...-Volvió a susurrar Lucas, con voz sensual-. Atente a las consecuencias, niña.

-¡No tengo que atenerme a nada! -Protestó entre dientes, al ver que Sophía no estaba tan lejos.

-Muy bien...Prohibido atacarme -Sonrió al ver que ella no comprendía y acto seguido, la obligó a besarlo al sujetarle el cuerpo con más fuerza y levantarle el rostro hacia él.

-No... -Para que gastaba saliva tontamente. Si eso es a lo que se había expuesto. Maldita sea, es que no podía resistirse ni un segundo. Solo le faltaba ronronear como los gatos...Lucas, le devoraba los labios con un hambre que la perdía en su mundo. No escuchaba nada más que las respiraciones entrecortadas de los dos. Quería sentirlo más. Alzó sus brazos hacia su nuca, en donde empezó acariciarlo con gran desesperación. Pedía algo, pero no sabía el qué... Ante aquel
abandono de ella, Lucas se atrevió a deslizar sus grandes y fuertes manos a lo largo de su espalda, hasta llegar a la base de su trasero. Se mareaba, estaba perdida...

-Sophía...-Susurró él. ¿Sophía? No, ella se llamaba Sabrina... ¡Dios, que idiota!

De un fuerte empujón, pudo separase de él. Refrescándose con la brisa que la envolvió, al encontrar paso entre ellos. ¡Pero como había podido ser tan!... ¡Mejor no decirlo! Peinándose el cabello con gesto nervioso, miró a su alrededor para
divisar a Sophía a unos metros más adelante detenida delante del mar. Era tal su vergüenza, que ni se atrevía a mirar a Lucas a los ojos. ¿Y ahora qué? De todas las veces que se habían besado, aquella era la segunda vez que lo habían hecho con tanta entrega. Como sucedió en el nidito de amor de Lucas, que tenía en su oficina. Si no hubiese sido por él, ella aún seguiría pegada a su pecho. Pero no, justamente era él quien había tenido un poco de cordura y había detenido aquello.

¡Ja!. Su plan, se la iba a comer enterita de un solo bocado. Ahí había tenido la prueba. No estaba preparada para llevarlo acabo. Tenía que admitirlo, hacia falta una feminista de pura cepa, para pararle los pies aquel hombre. Pero ya no había
marcha atrás... Sintió como Lucas le rodeaba los hombros y la conducía por la playa, dirección a su madre. Lo miró de manera fugaz. Se lo veía decidido, orgulloso... Seguro que su mente se encontraba tirando cohetes por la victoria.

¡Maldita sea, por que cuando conseguía avanzar un paso, se encontraba que de manera inmediata retrocedía dos!

-¿Asustada? Te lo advertí -Le iba susurrando en el oído-. Estabas jugando con fuego. Ahora, has comprobado por ti misma lo que yo decía... Somos...

-No pienso acostarme contigo -Parecía que se auto convencía ella misma. Lucas soltó una carcajada.

-Di todo lo que quieras, pero una cosa Sabrina. Poco a poco, estas viniendo a mí... Yo no estoy haciendo nada. Solo esperarte con los brazos abiertos...

-Le dijo la araña a la mosca... -Intentó mofarse, para restarle veracidad a sus palabras.

-Bien, como quieras... Te cedo la ducha a ti primero, para cuando lleguemos...

-¿Por?

-Para que te refresques y no vuelvas a saltar encima mío, yo puedo esperarme...Tengo un poco de más aguante.

-Serás...

-Pensé que tendría que llamar a los bomberos para separaros -Rió Sophía, quitándole la oportunidad de replicarle.

-La culpa la tengo yo...-soltó Lucas-. Me siento como un niño de dieciséis años. Tengo la necesidad de besar a mi niña a cada momento...

-Oh, que romántico...Así era tú padre...

¿De tal palo a tal astilla, pero más picarón? Pensó en silencio, mientras volvían al coche.


¡Por fin!. Pensaba que no iban a llegar nunca a la casa. Necesitaba espacio, poner sus nervios en paz. Ni en el coche había conseguido librarse de él. Casi todo el trayecto de vuelta, su mano había descansado en su rodilla. Lo malo, es que eran
las dos de la mañana y no quedaría muy bonito que se quedara rondando por la casa. Así, que nada de paz. En el dormitorio también se encontraría Lucas, y lo que era ella aún tenía las terminaciones nerviosas muy despiertas por el beso en la playa. Si acercaba sus dedos a los labios, estaba segura que aún seguirían un poco hinchados por la pasión desatada. ¡No quería ver aquella cama tan grande!

-Estoy muy cansada, me voy a ir a dormir pero que ya...

-Yo también, nos vemos mañana parejita.

-Ve subiendo cielo. De seguida voy yo, antes quiero mirar unos papeles en mi despacho -dijo, besándola con cariño en la frente.

-Lucas, es muy tarde para cosas del trabajo...-Protestó con energía Sophía.

¡Déjalo, si quiere trabajar! Deseó poder gritarle. Mejor para ella. Deseaba tiempo y distancia. Esperaba que si se entretenía, ella ya estuviera dormida y no notaría su presencia a sus espaldas, cuando éste se estuviera desnudando. Descubriendo primero su fuerte torso moreno, para seguir con la cintura...

-Está bien, lo dejaré para mañana...

Rápido, necesitaba hielo. Había vuelto a subir a un cien por cien, la temperatura de su cuerpo. ¡No!. ¡Hielo, no! Aquello era un arma, demasiado erótica... ¡Pero qué le ocurría! Solo tenía que hacer como ayer. Desnudarse en el baño y acostarse a toda prisa en el sofá, con la sábana hasta las orejas. Y eso sí, estar alerta. No quería volver a despertar en la cama... Bueno, podía ponerse el despertador del móvil a cada hora en punto, y ver si seguía en el sofá...

Aquello era de idiotas, parecía una histérica. Lucas no le había hecho nada. Aunque tampoco había ocurrido entonces, lo que había ocurrido... Ya estaban delante de la puerta. Respiró con profundidad un par de veces y le deseó las
buenas noches a Sophía, que siguió pasillo más abajo. Lucas, le cedió el paso al dormitorio de forma caballerosa y acto seguido, escuchó como éste cerró la puerta. Bueno, ya estaban solos y... ¡Una banqueta de piel negra!

-¡Dónde está mi sofá! -se giró con gran furia.

-Verás -Empezó con toda la calma del mundo-, lo veía una tontería -Se acercó al inútil mueble, se sentó y se quitó los zapatos-. Encuentro, que esto me es más útil, más cómodo...

-Eres un maldito...

-Ojo con lo que dices por esa boquita, que creo que ya te ha metido en bastantes problemas por hoy...

-Te crees muy listo -empezó furiosa-. ¿Dónde se supone que voy a dormir yo?

-En la cama... Y no quiero ninguna objeción. Puedes confiar en mí...

-Sí, claro...

-Que yo sepa, hoy as sido tú quien ha provocado todo. Así, que procura mantenerte quietecita en la cama y no ocurrirá nada. Te lo demostré ayer noche... ¿O te temes a ti misma?

-Menuda tontería...

-Pues no hay más que hablar.

Para él, el tema ya estaba zanjado puesto que estaba empezando a quitarse la ropa. Tenía que evitar el dormir con él. Con paso firme se acercó al armario, para llevarse otro chasco. No había ni un juego de sábanas, ni tan siquiera una manta...

-Ordené que retiraran todo, si dormías en el suelo o en la bañera, te harías más daño...

Vaya, había sido muy astuto...Con enfado, cogió su camisón y se metió en el baño para cambiarse, pero eso sí, dando un fuerte portazo.

¿Cuanto rato llevaría allí? Veinte minutos, media hora... ¿Se habría dormido ya? Se había duchado, lavado los dientes y peinado el cabello...Las uñas las tenía bien recortadas y pintadas, no tenía que hacerles nada. Y el cansancio ya empezaba hacerle mella. Aguantando la respiración, salió del baño intentando no hacer ruido. La única luz que veía, era la que producía la luna a través de las ventanas. Echó un rápido vistazo a Lucas, parecía que estaba dormido. Sin darse cuenta le dio un golpe con el pie a la maldita banqueta, que éste había comprado aquel mismo día.

-¿Te has hecho dañó? -Preguntó burlón y asustándola.

-No.

-Pues entonces, métete en la cama y deja de hacer ruido...

Con cierta brusquedad, se acercó a la cama y se sentó en ella. Al ir a destapar su lado, tiró con fuerza para quitarle también a él la sábana. Después, solo se tapó ella, pero antes poniendo su almohada entre los dos...

-Mejor que te duermas ya, y no me provoques más...

-¿Qué he hecho?

-Sabrina, Sabrina...Duérmete ya, y sé buena chica. O te demostraré lo poco que hace es almohada por ti...

-Inténtalo y saldrás escaldado -Apenas susurró en un murmullo, produciendo  que Lucas soltara carcajadas por aquel comentario a tan baja voz.

-Cariño, una frase más por esa boquita y te demostraré el resultado de tu actitud de hoy. Y no es una sugerencia, es una amenaza... Mi cuerpo, sigue despierto aún por tú numerito romántico. ¿Qué ya me contarás en algún momento, a qué diantres venía?

-Estoy intentando dormir...

-Pues si lo logras, te felicitaré... Teniéndote a mi lado, creo que me va a resultar un poco difícil el poder conciliar el sueño...

-Si quieres, te golpeo con algo contundente en la cabeza...Como con la banqueta... Y dulces sueños....

-No te daré ese placer, mi niña. Pero si quisieras podría...

-Estoy durmiendo junto a ti, en tú maldita cama... Me parece placer suficiente.

-Que inocente.

-Hasta el matrimonio...

-¿Pretendes hacerme creer, qué eres virgen? -Soltó con burla.

-No pretendo nada, bueno sí...Quiero dormir.

-Está bien, seguiremos con ello en otro momento- Dijo, divertido aún por el comentario de ésta.


¿A qué hora se levantaba aquel hombre? Con los ojos medio abiertos, salió de la cama sin ningún dolor de espalda. Vale, lo reconocía...Después de que consiguiera dormirse, lo había hecho muy bien. Tenía que darse prisa, solo tenía tiempo para un rápido desayuno. Era el segundo día que se quedaba casi dormida.

Normal, estaba agotada con tanto estrés...Y aún le quedaban casi dos semanas. Bueno, menos si se daba prisa con el proyecto. Abajo en la cocina, se encontró con Sophía que se estaba tomando un zumo de naranja.

-Buenos días, vieja bruja.

-Mmm...Creo que también te va a ti al guante esa descripción -Tragó rápido, por que se le escapaba la sonrisa-. Fue una actuación magnífica, la de ayer noche...

-¡OH, sí!...-Alzó los ojos al cielo-. Como tú no la sufres en tus propias carnes, solo eres una observadora... Tú queridísimo hijo, no tiene ni un pelo de tonto. ¿Sabes qué ha hecho? Ha cambiado aquel magnifico sofá, que tú me asignaste como mi protector oficial en aquel dormitorio, por una maldita banqueta negra de piel....

-¡OH!

-¿OH? ¿Eso es todo? ¿No tienes nada más original en esa maldita cabeza maquiavélica que tienes? Sophía, que ahora tengo que dormir con él en la misma cama...

-¡Qué quieres qué diga! Es muy astuto, pero eso ya lo sabíamos.

-¡Sophía, que no soy de hielo!

-No puedo hacer nada, lo siento querida.

-Genial. Cuando más necesito ayuda, es cuando menos la tengo...-Soltó con reproche-. No sé si te das cuenta, pero cuanto más lo provoco, más se aprovecha él... Sinceramente, temo por que al final no sabré decir que no. Y entones, todo tu plan se irá al garete....

-Te entiendo. Te prometo que tendré los dedos cruzados para que eso no llegue a ocurrir...

-¿Dedos cruzados?-Sus nervios estaban alterándose-. ¡Maldita sea! Que estamos hablando también de mí, de lo que me puede ocurrir.... ¡Veo que francamente te da igual que me abra de patas a él!

-¡Jesús, niña! -Soltó sorprendida por aquel comentario-. No digas más tonterías como esa, y deja de comerte la cabeza...Tú eres fuerte. Se que podrás con mi hijo. Lo siento debo marcharme, me están esperando.

-Entonces, veo que hoy al medio día estaré sola en la casa. Genial, unos momentos en los que podré relajarme tranquilamente. Hasta luego -Se despidió de la mujer, con un tono de amargura en la voz.


Eran las cinco y diez de la tarde, se encontraba tumbada en una tumbona de la piscina tomando el sol. Había llegado y había comido con Rosa en la cocina, para no sentirse completamente sola. Después se había puesto el biquini y había
salido a tomar el sol. Llevaba allí unas dos horas y media...De pronto, su teléfono empezó a sonar interrumpiendo su relax. Era Lucas. ¿Para qué la llamaría? En seguida se le vino a la mente la imagen de él, con aquella morena. ¿Le diría que tenía mucho trabajo y que no lo esperaran para cenar aquella noche?

-¿Dime amorcito? -Seguidamente al otro lado de la línea, se escuchó una carcajada de hombre.

-Buenas tardes, mi princesa protegida... -Que gracioso, pensó con odio-. Siento mucho el no haber podido comer hoy contigo.

-Yo no...-Soltó con cierta burla.

-Sabrina, querida...Si tienes en mente de seguir con el juego de ayer noche, te advierto que no es nada inteligente por tu parte...

-Que sepas, que no me produces ningún tipo de miedo -Respondió con gran valentía.

-Que sepas, que todo hombre tiene un aguante -Siguió el juego con diversión.

-¿Me estás amenazando en alguna cosa en especial?

-No querida, es solo una advertencia -Comentó en un profundo suspiro-. Además, te recuerdo que juegas con una pequeña desventaja.

-No me lo digas... -Siguió tomándoselo en broma-. ¿Qué soy una mujer?

-Que duermes bajo mi techo y justamente, mira por donde en mi cama...

-Puedo recordarte con mucho placer una de tus más repetidoras promesas..." Tú vendrás a mí". Por lo tanto, no me das miedo. Tendrás que tener paciencia y esperar...

-OH, mi niña. En ningún momento le faltaré mi honor a mis promesas...-le rió-. Que poco que me llegas a conocer.

Mejor que cambiara aquella conversación. Sin quererlo, estaba consiguiendo ponerla un pelín nerviosa. Y no quería que él lo notara, sino se aprovecharía de ello.

-¿Me has llamado para discutir tonterías, o querías algo en especial?

-Sí, avisaros de que ésta noche llevo a unos amigos a casa a cenar. Dile a mi madre y a Rosa, que son Paolo y su esposa...Quieren conocer a mi futura mujer.

-Vaya, al fin podré conocer a Paolo. Me intrigaba mucho...

-Ponte guapa, para mí.

-Me pondré lo que me venga en gana, no lo que...

-Hasta luego mi niña.

Le colgó. Había tenido el morro de cortarle la comunicación. Cretino. Bueno, ahora vería como era Paolo. Estaba segura que no era moreno y con una gran  melena... Enfurruñada, entró en la casa para avisar a Rosa y llamar a Sophía al móvil. Al menos, esperaba poner en práctica un plan que le había venido a la cabeza aquella mañana, ahora seguro que podría dormir muy bien. Era muy sencillo, se trataba de meterle somníferos en la bebida a Lucas...



¡Tenía que proteger a toda costa su virtud de aquel libertino! En el amor y en la guerra, todo era permitido...Además, se había leído el prospecto y hablado con el farmacéutico, no le producirían ningún daño a Lucas. Y ciertamente, había llegado la hora de devolverle el tanto que se había apuntado el muy listillo, con la maldita banqueta negra.

Se estaba arreglando el cabello, cuando la puerta del baño se abrió dando paso a su atractivo enemigo.

-Perdón -Comenzó burlón, mientras la recorría por entero con sus sugerentes ojos. Llevaba puesta únicamente la toalla anudada al cuerpo, ´la había pillado en desventaja-. No sabía que estabas aquí...

-No, estaba con mi amante en una terraza tomándome una última copa -Soltó con veneno y sarcasmo, mientras lo miraba por encima del hombro a través del espejo.

-¡Vaya, siento que estés enfadada! -Soltó ocultando una sonrisa. Sabía que era un dardo por lo del otro día con Lis, en la cafetería de la ciudad. Había tardado en responder sobre ello.

-No estoy enfadada -le replicó, girándose hacia él-, es solo, que si no estaba en ninguna habitación más de la casa, era de cabeza que me encontraba aquí. Y más, dada la hora que es...

-No pensé que te estarías arreglando, como sé que no me dejarías verte cambiarte -Le escupió con mucho humor-. Pensé que ya te encontraría completamente arreglada. Pero me alegro de haberme adelantado un poco, estas preciosa. Lástima, que no sea muy decoroso delante de unos invitados ese atuendo que llevas...

-No seas chistoso, por que no lo estas siendo -¡Vamos Sabrina, hazte lo más borde que puedas! Estas en una situación muy peligrosa. Tú, completamente desnuda debajo de aquella no muy grande toalla y enfrente, el objeto sexual número uno del mercado europeo. Y Lucas, sabía aprovechar cualquier situación. Tonto no era...-. Sí me dos unos cinco minutos, te dejaré todo el baño para ti solo.

-Somos mayorcitos, para mantener ese código de pulcritud. ¿No crees?

Empezaba el juego por parte de él. Tenía que ser más lista y esquivarlo.

-Lo decía, porque con el agua caliente se empañaría el espejo y me hace falta, para acabar de recogerme el cabello... Enterado -No pudo reprimir el impulso de sacarle la lengua. Y esperaba que se tragara aquella mentira.

-Me gusta mucho, como te queda suelto -dijo en tono suave y sensual-. Y no corres peligro de que se empañen los cristales... Por culpa de tu casto modelito, necesito ducharme con agua bien fría.

-Me peinaré como yo quiera y ten, el baño todo para ti mi amor. Puedo acabar de arreglarme en el dormitorio...

-Cobarde...-La acusó seductor y divertido.

-Que poco me conoces....

-Por eso me caso contigo, para conocerte más...Profundamente.

-Eres...-Sin acabar la frase, cerró la puerta del baño con un fuerte golpe.


Una hora después, esperaba sentada en el comedor la aparición de Paolo con su mujer. Ya escuchaba los pasos de Lucas, acercándose allí lentamente mientras bromeaba con ellos. Primero apareció un atractivo hombre rubio. Era más o menos, de la edad de Lucas. Y detrás, un momento... ¡Era ella, la morena de la terraza! Pero... ¿Cómo podía tontear con la mujer de su amigo? Solo de pensarlo le entraban arcadas.

-¿Sabrina, cariño te encuentras bien? Te pusiste blanca de repente -Preguntó un Lucas... ¿Regodeado? ¿Complaciente? ¿Pero qué ocurría allí?-. ¿Sabrina?...

-¡EH! ¡Oh, sí! -sonrió forzadamente-. Encantada de conoceros...

-Tenía muchas ganas de conocerte -habló Lis-. Soy Lis, Lucas me ha hablado muchísimo de ti. Me encanta que no se lo pusieras nada fácil. Es muy creído... Se lo tiene un poco merecido -Dijo por último, guiñándole un ojo con complicidad entre mujeres.

¡Cómo!. ¿Tenía que creerse toda aquella parafernalia? ¡Ni hablar! Qué gatita más...

-No sabes lo mucho que me reí el otro día -siguió la joven-. Pero pido disculpas por la primera confusión.... Lucas es muy malo, haciéndome que me pusiera cariñosa con él. Quería ponerte un pelín celosa...-Vio la sorpresa reflejada  en su rostro-. ¡Lucas, no le has dicho nada aún!

¡No!. Miró por un segundo a Lucas y lo vio alzar los ojos al cielo, mientras que un Paolo muy divertido por lo que estaba ocurriendo, ocultaba la risa que le venía al recordar el tema.

-Yo, estaba detrás hablando con un conocido -comentó en disculpa-. No tengo nada que ver en esa broma...

-Bueno, eso no viene nada a cuento en éste momento -interrumpió Sophía, sabiendo que podía explota en cualquier momento-. Que os parece si pasamos a la terraza, para cenar una suculenta cena preparada por Rosa.

Por supuesto, que en aquel momento no venía a cuento. Pero que Lucas, se esperara un par de horitas, cuando sus amigos se marcharan... No podía hacer nada por evitarlo, tanto Paolo como Lis, eran una pareja de enamorados. Y muy agradables... Pues, si que era bromista su prometido. Toda la cena transcurrió de maravilla, intentando no pensar en su cercana y dulce venganza...

Eran cerca de las dos de la madrugada, cuando se marchó la feliz pareja. Era su momento, tenía que actuar con rapidez. Último abrazo a Lis, y cerró la puerta junto con Lucas y Sophía.

-Ha sido una magnífica noche, tienes unos amigos muy simpáticos.

-Me alegro que sean de tu agrado, la verdad es que parecía que te llevaras muy bien con Lis.

-Sí, hemos congeniado de perla. ¡Que os parece si hacemos un último brindis!

-¿Un brindis, ahora? -Preguntó extrañada Sophía. Pero al ver su sonrisa, enseguida comprendió que se trataba de algo-. Según para lo que sea...

-Para una boda maravillosa. Y por que nuestro matrimonio se parezca como el de ellos, me han dado algo de envidia...

-¡OH, querida! Por supuesto que hago un brindis por ese objetivo...

-¡Bien, me adelanto para prepararlo! -simulando alegría, se inclinó sobre Lucas y depositó un veloz beso en sus labios, dejándolo sorprendido. Y mirándola salir corriendo hacía el salón.

Aquello no era muy normal, pensó Lucas. Bueno, todo podía ser que fuera por la presencia de su madre, y solo estaba haciendo su papel como habían determinado. No había visto ningún movimiento extraño entre ellas dos...


¡Mierda!. Se le había caído una pastilla de más en la copa. ¿Bueno, no creía que ocurriera nada malo por que se tomara tres pastillas con champan, cierto? Justo a tiempo, había acabado de disolverlas, cuando ellos dos aparecían en el salón.

-Aquí tenéis -Con mucho cuidado, le dio a cada uno la suya-. Bueno, pues lo dicho...

-Que tengamos una preciosa boda -Brindó sonriente él.

-Sí, eso es lo que más deseo -Comentó una feliz Sophía.

-Que no quede nada en la copa -Señaló inocente Sabrina-. Dicen que trae mala suerte... -¡Bien! Todo dentro, como tenía que ser. Ahora a la segunda parte, la más difícil.

-Será mejor que vayamos a dormir -Comentó Lucas-, creo que por hoy ha me he pasado bastante con la bebida.

-Ir vosotros, yo me quedaré un poquito más en la terraza -señaló Sophía.

¡Dios, como le sudaban las manos! Ahora, tenía que ser muy diferente... Nada de mostrarse débil al más mínimo roce...

-¿Quieres ir primero al baño, mi preciosa prometida?

-No, mejor ves tú primero...-Consiguió decir sin tartamudear en ningún momento.

-¿Ésta noche, estás un poco rara? ¿Te ocurre algo?

-No -Respondió rápida.

-¿Segura? ¿O las representaciones delante de mi madre, te gustan cada vez más? Dime, es eso lo que te asusta.

-¡Ja! Pero que tontería es esa -comentó mientras apretaba los puños-. ¿Quieres ir de una vez por todas al baño?

-Sí, mi señora... -Dijo, no sin mirarla detenidamente un momento fijamente-. Además, me está entrando bastante sueño...

En cuanto Lucas desapareció, saltó corriendo por encima de la cama y abrió el armario. ¡Rápido, rápido! Las pastillas comenzaban a surtir su efecto.

¡Increíble!. Era la primera vez, que le entraba tanta morriña de golpe. Bostezaba, cada diez segundos. Bueno, abrió la puerta y apagó la luz para quedarse clavado en el quicio de la puerta. ¡No podía ser! ¡Seguro que se había dormido en el baño, y aquello era un sueño! Delante de él, a tan solo seis pasos se hallaba el cuadro de sus sueños. Una nerviosa y sonrojada Sabrina, de rodillas en el centro de la cama con un... ¡Transparente camisón de color negro! Y con una copa de champan en cada mano, a medio llenar.... ¡Por eso que estaba tan nerviosa!

-Yo...

-Sabrina, preciosa... -Fue al acercarse a ella, que notó sus piernas más cansadas. ¡Pues sí que le hacía efecto lo que se habían bebido en la cena! Pero aquella noche, no se la iba a estropear nadie. Iba aguantar su cansancio.

Tengo que ser fuerte, tengo que ser fuerte... ¡Dios, pero que cuerpo que tenía aquel hombre! ¡Y como la miraba, esos ojos!... ¡No, no! Fuerte, ella era fuerte... Bueno, medio fuerte, pensó al sentir como le acariciaba la mejilla con mucha
delicadeza. Desvió la mirada hacia abajo, para no ver la de él. ¡Grabe error! ... Que bonitos calzoncillos y vaya gran... Sonrojada, alzó la vista nuevamente a sus ojos.

-Schhh...No estés nerviosa -susurró con voz sensual-. Sé que te es muy difícil éste momento, pero tranquila no pienso hacerte daño, ni nada que tú no quieras mi amor...

-¡Brindamos! -Propuso bruscamente por los nervios, y alzando las copas hasta depositarlas ante sus narices.

-Creo que por hoy, ya he bebido bastante...

-OH, por favor...-Suplicó con ojos de niña buena.

-Muy bien -cogió su copa-. Chin, chin -Sonriendo y sin apartar su mirada de ella, apuró la copa de un trago. ¡Perfecto!.

Después, a cámara lenta vio como Lucas depositaba las copas en la mesilla de noche. Y acto seguido, empezaba a depositar pequeños besos por lo largo de su cuello... No sentía nada. No, nada de nada... Para nada, notaba el aliento cálido de él, ni sus suaves labios recorrer su cuello y subir al lóbulo de su oreja, para atacarlo de forma maestra... Para nada, ella era muy fuerte. Y si gemía y ronroneaba como un  gata, cuando capturó sus labios con gran pasión... Era todo simulación de su plan. Por eso, si se estaba tumbando en la cama y se llevaba con ella a Lucas, era porque estaba todo en las pautas... Sí, las pautas que su cuerpo estaba siguiendo por sí solo, arrastrándola a una desatada pasión, que no estaba anotada en sus planes ciertamente.

Cinco minutos después, ya no llevaba el camisón y Lucas, estaba muy centrado en sus senos.

-¡Dios mío Sabrina!... -Susurró con una voz apenas audible. Después, recorrió con su lengua un camino hacía su ombligo, en donde sintió como soltaba un profundo suspiro y luego... ¿Ronquido? Miró hacía abajo, y se encontró a un Lucas completamente dormido sobre su estomago desnudo... ¡Las pastillas! ¡El plan! ¡Maldita sea, no había sido fuerte! Más bien, había sido salvada por las pastillas. Con gran frustración, se recostó un momento contra la almohada...

¡Increíble!. Necesitaba darse una ducha fría, para seguir con su maldito olvidado plan.... Aquello era increíble, solo le podía ocurrir a ella...

¡Dios!. Pero como le dolía tanto la cabeza... Intentó abrir los ojos, pero ciertamente la poca luz que entraba por la ventana le molestaba un montón. Recostando nuevamente la cabeza en la almohada, suspiró profundamente. ¡AHHG!. Tenía la lengua áspera como la de un gato. ¿Estaba resacoso? Tampoco había bebido tanto, la última copa fue la de... ¡Dios! Se incorporó de seguida mirando hacia su derecha encontrando a su lado el cuerpo desnudo de Sabrina, mientras algunas imágenes iban pasándole por su memoria... ¡Al fin, Sabrina había sucumbido ante él! Un momento... No conseguía recordar nada más desde cierto punto... Todo iba de maravilla, ella se dejaba hacer... Pero, algo no iba bien. ¿Tanto había bebido? Se movió y con ello la sábana se deslizó hasta reposar en su cintura, en donde una mancha pequeña y roja, lo aclamaba a gritos.

¡Era cierto! Sabrina era virgen. Se llevó una mano a la cara, tapándose por su conducta... ¿Pero qué conducta? No conseguía recordar nada de lo sucedido. Aquello era una mala jugarreta del destino. ¿Pero cómo le ocurría aquello? ¿Cómo se suponía que tenía que mirarla ahora? ¿No sabía si le había hecho daño, si todo había ido bien, si habría quedado satisfecha? ... ¿Y él? .Tanto que deseaba aquel encuentro y comprobar como era aquella gatita en la cama... Mal humorado, apartó las sabanas y salió hacia el baño cerrando la puerta de un portazo.


Se secó con la toalla, sin una pizca de compasión. Ahora saldría al dormitorio y hablaría con Sabrina... Las cosas habían sucedido, pero no como él había pedido. Pero todo quedó igual, no había nadie allí. Por lo visto, se había levantado y había sacado las sábanas del medio. ¡Maldita sea! Se golpeó la frente con la palma de la mano, no había caído en eso. Si Rosa veía lo sucedido, su madre vendría en seguida exigiéndole su deber... Bueno, estaban en el siglo XXI y creía que por
desvirgar a una chica, nadie se veía obligado a casarse, ni por que estuviera la joven embarazada... ¡Un momento! Miró por la habitación, pero no encontró ningún envoltorio descuidado. ¿Los habría recogido ella? Y por qué los buscaba en plural,
si ni siquiera se acordaba del primero... Bueno, su curiosidad podía ser satisfecha. Solo tenía que acercarse a su mesita de noche, y descubrir cuantos faltaban en el paquete nuevo que compró al llegar a la isla. No lo hacía por ningún acto de
hombría, ni ninguna idea machista. Es solo que su mente se encontraba un poco nublada, y tal vez aquello lograba refrescarle un poco la memoria. Y también, por la seguridad de los dos... ¡Paquete intacto! La caja no había sido abierta... Al traste con la seguridad. ¡Dios, aquella mujer lo mataba! Seguro que en aquel momento lo odiaba, por darle ahora un problema como aquel... La pobre, podía estar embarazada. ¡Embarazada!. ¡Sí, señor! Ahora ya era suya... Todo el juego se
acabaría, nadie llevaría acabo su venganza. Ahora, solo tenía que darle su apoyo y demostrarle que todo les podía ir bien. Siempre y cuando, dejara de ser tan cabezona.

Allí se encontraba, sentada en la terraza junto a su madre desayunando tranquilamente. Se paró en seco y se escondió tras el marco de la puerta. ¿Cómo podía ser tan mal pensado? ¿Cómo podía estar ahí, escondido tras la puerta? Sinceramente, aquella conversación de mujeres resultaba un tanto peligrosa. Ya lo había comprobado. ¿Pero qué buscaba ahora? ¿Qué esperaba escuchar de los labios de aquellas mujeres? Que habían hecho que él, se acostara con Sabrina y todo por un fin. ¡Imposible!. No se imaginaba a Sabrina perdiendo su virginidad y quedándose embarazada, solo para obligarlo a casarse y luego... ¡Basta! ¡Se estaba pasando un poco! Lo mejor sería ir paso a paso. Primero, averiguar si había gato encerrado en lo ocurrido. Y después, actuar según lo que fuera.

-¿Y cómo te va con las modelos? -Logró escuchar, mientras se acercaba a ellas.

-Bien, pero...

-Buenos días, damiselas -Se acercó a ellas con una gran sonrisa y sin quitarle el ojo a Sabrina.

-Hoy se te han pegado las sábanas-Señaló su madre divertida.

-Muy graciosa -Riendo la besó en la mejilla-. Supongo, que la culpa la tiene la bebida de ayer noche. No estoy acostumbrado a beber... -Las miró
disimuladamente, pero no vio ningún gesto raro por parte de ellas. Solo un leve sonrojo en las mejillas de su querida prometida. Sería por el doble sentido de sus palabras. Normal al ser su primera vez que se sintiera de aquella manera, después de estar siempre negándole lo evidente. ¡No estaría ahora arrepentida! Lo único que le faltaba. No se acordaba de nada. No podía convencerla de que eran tonterías de ella. Después de conseguirla, no quería perderla tan pronto. ¿Pero es qué no iba a ocurrir nada sencillo con aquella chica? ¿Y cómo le sentaría, en cuanto le dijera que no se acordaba de nada? Se enfadaría, por que había sido su primera vez-. Buenos días mi niña, pensé que me esperarías ésta mañana... -Le susurró en el oído, antes de depositar un beso posesivo en sus labios.

-Tenía mucha hambre -Intentó excusarse, con las mejillas acaloradas. Aún no se le habían pasado los nervios, de haber tenido expuesto su cuerpo desnudo a él.

-Apuesto a que sí -Dijo burlón.

¡Dios!. No pudo evitar de abrir los ojos ante tan descarada respuesta, y de que sus mejillas adquirieran la tonalidad de un pétalo de rosa. Entonces, aquello significaba que él no sospechaba nada. Todo iba en marcha. Oh, no se sentía muy
bien. Sabía que no estaba bien lo que estaba haciendo. Se sentía sucia, estaba engañando malintencionadamente a una persona, que en aquel momento era un punto importante de subida. ¡Por dios vendito! ¿Qué estaba haciendo? Necesitaba
aire... Y lo necesitaba en aquel momento.

-Bueno, yo me voy -Cortó sus pensamientos.

-¿Cómo? ¿A dónde? -Masculló en seguida, consiguiendo que las dos mujeres lo miraran con sorpresa ante su actitud brusca y posesiva-. ¿Quiero decir, es domingo y no trabajas, verdad?

-Yo... Es que, quedé con las modelos para hablar de unos temas y comer con ellas. Pero si te molesta -Inquirió un tanto asustada y avergonzada.

-Es que pensé, que estaríamos los dos solos...

¡En tu cama, seguro! Pensó con rabia, Sabrina. Suerte que no veía mucho C.S.I... Si no, ya hubiese descubierto toda la trama.

-No pasa nada, mi amor -EL sonrió de manera cariñosa-. Luego más tarde hablamos.

Eran las siete de la tarde, cuando se atrevió a volver a la casa. Ya había dado suficientes vueltas. Era hora de afrontar lo que había hecho, y de lo que podía suceder. Si es que la sed de venganza, la había cegado totalmente. En ningún momento, había pensado en las consecuencias de aquella estupidez. Y Sophía, la que menos. Cerró la puerta de la entrada, con gran sigilo. Miró primero en el salón, pero no había nadie. Se acercó a la terraza y también se hallaba solitaria. ¿En
dónde estaba la gente? Corrió a la cocina, tal vez Rosa tenía que informarle de alguna cosa. Esperaba que Sophía, estuviera bien.

-La señora, está en el estudio y el señor, salió ésta tarde -Sonrió la mujer mayor-. No debe preocuparse por nada. La cena, enseguida será servida.

 ¿A dónde habría ido Lucas? Mejor, tenía una gran necesidad de llamar a las chicas.

-Gracias, Rosa -le sonrió-. Estaré en el estudio con Sophía.

Pero la mujer se encontraba manteniendo una acalorada discusión por teléfono. Se quedó escuchando un momento, y averiguó que estaba discutiendo sobre ropa. Sonriendo, decidió subir a su dormitorio y efectuar desde allí la llamada.

-¿Sí?

-Hola, Marta...

-¡Sabrina! -Chilló-¡Susan, deja las palomitas y corre!... Conectaré el manos libres.

-¡Hola Sabrina! Nos tenías preocupadas desde tu última llamada.

-Lo siento chicas...-La culpabilidad y el miedo la consumieron en aquel momento-. Chicas. Lo estropeé todo...

-¿A qué te refieres, cariño?-Preguntó Susan.

-Me he metido en un gran lío -Dijo nerviosa-. Drogué con somníferos a Lucas, para hacerle creer que nos hemos acostado juntos.

-¡Qué!

-¡Increíble! ¡Perfecto! -Rió a carcajadas Marta-. ¡Eres genial!

-¡Marta! -La regañó Susan.

-¡Qué! -Se indignó-. No me seas como Karolaine, en éste momento. Suerte que no se encuentra aquí, si no, con su pureza nos mata...

-¡Eres imposible! -Se rió Sabrina.

-Cierto, pero te hice reír.

-Chicas me siento muy mal... Cuando se durmió al fin. Me levanté, y con pintura acuarela y pintalabios, hice una pequeña mancha en las sábanas. Me desnudé y me metí en la cama. Apenas he pegado ojo, nerviosa por cuando él se despertara. Cuando lo hizo, me puse muy nerviosa. Pero Sophía, tenía razón. Supongo, que necesitó darse una ducha para aclararse la mente, dado que no recordaría nada. Me levanté corriendo, y saqué las sábanas para tirarlas. No quería que Rosa viera aquello y soltara cualquier tontería. Y ésta mañana, cuando lo vi... Me moría de miedo y vergüenza...

-Sabrina... -Intentó consolarla Susan.

-Y ahora, me siento más sucia que nunca. Sí, seguro que me lo llevo al altar cuando le mencione que no tomo la píldora...-Empezó a llorar-. Se supone, que es entonces cuando la venganza se habrá realizado.

-Eso es lo que querías desde un principio -Señaló Marta.

-Tú lo has dicho, en un principio...-Se sonó con fuerza-. Ahora, me doy cuenta que lo único que siempre he ansiado, es estar con él. Que tal vez, todo esto era rabia mía por que el solo me quería para una determinada cosa, en cambio yo lo
quería para compartir la vida... Toda esa rabia me ha cegado tanto, que la utilizaba como tapadera. Sin querer reconocer la verdad...

-Huye...

-¿Cómo? ¿Que huya, por qué?

-Sabrina, mi niña. Amas a Lucas. Te avisamos de que eso podía ocurrirte. Pensaste que simplemente te sentías atraída. Pero al fin te diste cuenta de la realidad. Y por eso, es mejor que te largues... Él, cree que os habéis acostado. Piensa que dará por hecho que puede volver hacerlo. Y sinceramente, no estas para entregarte a él. No te quiere. Y recuerda, descubriría que sigues siendo en teoría virgen. Toda ésta patraña sería destapada... Y tú, destrozada ...

-Yo...

-Huye, es lo mejor.

-No puedo hacerlo, quiero pensar un poco antes. Todo esto, es mucho para mí -Suspiró-. Tengo que dejaros, debo ducharme y bajar a cenar. Os quiero chicas.


Al otro lado de la pared, Lucas estaba pensativo. Había subido por las  escaleras del jardín, cuando Rosa le había comunicado que estaban en el estudio. Llevaba un enorme ramo de rosas y un anillo en su bolsillo. Quería darle una
sorpresa, había pensado dejar las flores allí para más tarde. Pero la sorpresa se la llevó él. Había escuchado toda la conversación. Sabrina, también tenía el altavoz conectado. Primero, le habían entrado ganas de irrumpir en la habitación lleno de rabia, pero había respirado profundamente y escuchado toda la conversación. Ya había llegado el momento de acabar con toda aquella pantomima. Y tenía el plan perfecto. Sonrió, mientras volvía a descender las escaleras. No sabían el daño que le habían hecho... Era el momento de su venganza. Lo sentía por Sophía y Sabrina, pero quería la normalidad de su vida nuevamente. Se había acabado el juego.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...