viernes, 15 de febrero de 2013

Doble Trampa 11


Cerró la puerta de su casa, cerciorándose de que quedaba bien cerrada para que no entrase nadie, y como una costumbre más desde hacia poco, miró a su alrededor. Todo estaba en su sitio... ¡Un momento, no podía ser...! ¡No había ningún periodista a la vista! Ahora que se daba cuenta, llevaba un par de días sin ver al chico rubito sonriente... Ese, estaba desde el primer artículo apostado en su casa. Puede que ya se hubiesen cansado. Habían pasado tres semanas desde que vio a Lucas. Éste se había ido a Nueva York atender unos asuntos. Y lo echaba en falta...


¡Sí, vale!... Lo admitía. Habían sido unas semanas muy relajantes, en comparación con el estrés que solía llevar anteriormente. Pero lo necesitaba. Lamentaba enormemente reconocerlo, lo que en verdad quería era poder quitárselo de la cabeza. Bien que se lo había puesto fácil, en todas aquellas semanas desde su
marcha no le había hecho ni una llamada. El muy cretino... Pues si se esperaba que lo iba a recibir con los brazos abiertos... Bastante mosqueada, se dirigió a su viejo jeep. Lo mejor era en no pensar en él.

-¡Buenos días, guapa! -saludó a Marta, que se estaba acomodando en su mesa.

-Últimamente estas muy contenta -Puntualizó.

-Sí, verdad... -Soltó un profundo suspiro de satisfacción-. Todo me va de maravilla...

-Ni que lo digas, te recuerdo que vamos a entrar a Julio.

-¡Es verdad! Me queda un mes para coger mis vacaciones -Comentó contenta.

-Sí, es verdad. No había caído en ello...Pero yo me refería a otra cosa.

-¿El qué?-Frunció el ceño.

-A que te quedan unos dos meses para tu boda...Y que aún no he visto a nadie salir con el rabo entre las piernas....

-¡Oh! -al cuerno con su paz interior-. ¿Cómo quieres que lo haga? El muy cretino se encuentra fuera.

-Yo solo te digo, que el plan de Sophía se acerca.

-Gracias, me acabas de volver a bajar al infierno...-Gruñendo, se dio media vuelta y se dirigió a su despacho.

-¡No tan rápido! -La detuvo la voz de su jefe.

-¡Qué! -Gruñó exasperada-. Me acaban de fastidiar un bonito día, así que
cuidado con lo que me vas soltar....

-¿Y yo, sin ninguna culpa soy la diana perfecta para tus amenazas?

-Quiero mi café -Declaró rotundamente. Se dio la vuelta y entró en su despacho seguida de Thom. Mientras colgaba su bolso en el perchero y se dirigía a su escritorio, para encender el ordenador. Él, le preparaba su queridísima y legalizada droga-. Supongo que es café solo... -Preguntó cuando éste le entregó su taza.

-Sí, aunque le metería un poco de arsénico si eso te hiciera un poco más simpática hacia mí.

-¿Cómo? -Preguntó tras darle un buen trago.

-Últimamente estabas de un carácter maravilloso. Pero niña, ya vuelves a gritarme como un perro.

-¡Eso no es verdad!-Se defendió molesta.

-Ya bueno, creo que no hay nada que no se pueda arreglar con una semana en Sicilia. Con solo nombra aquel lugar, el bello de la nuca se le erizó produciéndole un leve escalofrío por toda su espalda. Aquel lugar, le hacía pensar en Lucas.

-¿Semana? ¿Sicilia? -adelantó su cuerpo en el sillón, mientras preguntaba con cierta cautela-. ¿Thom, hay algo que me quieras decir?

-Sí, me han pedido que le hagamos el catálogo de ropa interior de Secretos Íntimos, en el maravilloso paisaje de Sicilia -Comentó eufórico-. Por supuesto, pensé en ti...

-No -Interrumpió sacudiendo la cabeza-. Que lo haga, Larry o otro...

-Ni hablar -Protestó Thom-. Esto es un trabajo para ti. Sabes perfectamente que Larry, abarca otro tipo de reportajes... ¿Qué te ocurre? Nadie en su sano juicio, rechaza la oferta de pasar una semana con los gastos pagados en Sicilia, y menos en verano.

-Me gustaría realizar otro tipo de trabajo, por ésta vez... -Intentó disimular.

-Lucas no se encontrará por allí...

-¡Para qué me preguntas, si ya sabes que me ocurre! -Lo acusó con enfado.

-Para poder ver, lo miedosa que te me estas volviendo -Bromeó.

-Sabes perfectamente, que eso no es absolutamente cierto... Solo que no quiero encontrármelo.

-Claro que tonto -Chasqueó los dedos-. Lugar paradisiaco, paseos a la playa con la luna como compañera y única provocadora, de que te sientas seducida y te dejes llevar por los latidos de tú corazón y no de tú...Ejem, tonta y hueca cabeza.

-¡Eh! -Protestó ofendida-. No quiero y punto.

-Me da igual -se levantó con aire de chulito-. Aquí mando yo y se hace mi voluntad. Prepárate para irte en dos semanas -levantó los brazos en victoria-. Sí, niña. El jefe ha vuelto, y es quien manda aquí.

-¿Qué te ocurre?

-Que me dan igual vuestras miradas asesinas.

-Creo que es a ti, a quien le hace falta esa semana en Sicilia...-Apuntó con una leve sonrisa.

-Si, sí... Me da igual lo que digáis, os voy a estar vigilando a las cuatro... Algo tramáis últimamente -Y dicho aquello, salió del despacho tan campante y dejando a una Sabrina, un tanto confusa.


Las cinco de la tarde. Se le estaba haciendo el día interminable. Tenía tanta faena, que aún no había ni comido. El teléfono sonó, haciendo que dejara lo que estaba haciendo en aquel momento.

-¿Sí?

-Thom, dice que vayas a comer -Comunicó la voz de Susan.

-¿Cómo lo sabe?

-Supongo que les habrá preguntado a las chicas.

-Que pesado-Resopló-. Iré cuando acabe con unas cosas.

-No, tienes que ir ahora -Le zanjó Susan.

-¿Perdona? -Desde luego que su amiga estaba también rarita-. ¿Qué ocurre?

-Me han dado ordenes de que vayas a comer... -Se escuchó una queja-. Mira, tu sal un rato. Me da igual si comes o no, pero sal. Estoy harta, de aguantar hoy a éste hombre. No puedes llegar a imaginarte de lo insoportable y rarito que llega a estar hoy...

-Créeme, me hago una perfecta idea de lo que me cuentas... Pero no le hagas caso, ya sabes como es él.



-Por eso mismo, hoy me da miedo. Parece paranoico. Nos mira a las tres de una forma extraña.

-Creo que se siente un poco ofendido por todo. Últimamente, no hemos parado de gritarle y... mandarle -Admitió divertida-. Raro, que no tenga ni una cana después de tanto estrés. Y como, durante unas semanas a reinado la paz, tendrá miedo de que volvamos a lo mismo. Y seguramente lo esta intentando evitar de esa
manera.

-¿Quieres decir? -Preguntó no muy convencida-. Pues esperemos, que vuelva a ser el de siempre. Me gustaba mucho más, me lo manejaba de maravilla...- Se rió-. Bueno, tú sal un rato. Hazme ese pequeño favor.

-Esta bien -Suspiró-. Dile al mandamás, que en diez minutos salgo por esa puerta.

-Que sean en cinco -Regateó suplicando.


Eran las diez y media de la noche, cuando llegaban a casa de Sophía. Quien durante todo el trayecto, no había parado de renegar por que hubieran llamado a  sus hijos.

-Ahora, al sofá o a la cama -Ordenó con voz dulce-. Mientras te preparo algo ligero para cenar.

-Sabrina, muchas gracias por todo... Pero no hace falta que te quedes a cuidarme.

-Tienes que descansar, ordenes del médico -sonrió-. Me vas a tener aquí ésta noche contigo... Mañana, supongo que aparecerá alguno de tus hijos.

-Eso es lo que temo -Refunfuñó-. Me van a tratar como a una inválida... solo me he desmayado. Es normal, todo el mundo sufre un bajón de tensión. Pero como allí me quitan un tanto de mi cuenta cada mes, era normal que me tuvieran un buen rato en observación. Más les valía, si quieren seguir contando con mi aportación en las donaciones al hospital... -soltó un tanto cínica, pero entre risas-. Pero no me ocurre nada malo, así que llama a mis hijos para que no vengan. Lucas, como sabes se encuentra fuera y Bianca, en Australia. Menuda gracia les hará, cuando vean que el viaje ha sido en balde.

-Mira, nos vamos a la cama después de cenar. Y sabes que ha sido Thom, quien les ha llamado. Y ya vale de decir tantas tonterías...

Había dormido de maravilla... Fue a desperezarse, pero se detuvo en cuanto vio a Lucas tumbado a su lado completamente dormido. ¡Otra vez! Pero que descaro que llegaba a tener aquel hombre... Aguantando la respiración, se dedicó unos minutos a observarlo detenidamente. Míralo, parecía que no había roto en su vida ningún plato...Sin embargo, era un buen don Juan...

-Buenos días, guapa. ¿Te gusta lo que ves?-Soltó con los ojos aún cerrados.

-Los he visto mucho mejores -Le reprochó, mientras se incorporaba de cintura para arriba.

-Seguro, que en el calendario de bomberos.

Cretino. Le estaba diciendo, que ningún hombre con el que hubiese estado, era mejor que él. Y tenía razón. Aunque no hubiese estado con nadie. De seguro, que él los hubiese superado y con creces.

-Si tú lo dices -Respondió, mientras sentada en el filo de la cama, buscaba sus zapatos.

-Me ha gustado la experiencia. Eso de compartir mi vieja cama contigo...Ha sido maravilloso.
-Bien por ti, eso es lo único que vas a obtener por el momento...-Soltó con malicia.

-Mala...

-Pensé que llegaría antes tu hermana-empezó a explicar-. Me dijeron que no habían contactado aún contigo, por eso me vine a éste dormitorio.

-Claro mi niña, lo que tú digas -Se burló-. Cuando llegué, me pasé a visitar a mi madre y ésta se encontraba despierta. Así que charlamos un poco. Y cuando me vine a dormir, me llevé el mejor regalo de mi vida.

-¿Cómo se encontraba tú madre? -Cambió de tema fácilmente.

-Cansada. Siempre le ha costado un poco el dormirse...

-El médico, le ha pedido reposo total y nada de estrés.

-Por eso, me la voy a llevar a mi casa de Sicilia -No le pasó desapercibida la rigidez instantánea en la espalda de la joven-. Me gustaría que vinieras. Serían un par de semanitas. A mi madre, le gusta mucho tu compañía. Y mi hermana Bianca, está muy ocupada con la obra de teatro que están preparando.

-¿Has hablado con Thom?

-Aún no -sonrió-. Pero no te preocupes, seguro que te deja venir...

-No es eso... -Menuda casualidad, pensó.

-¿Me pierdo algo?

-Sí, bueno...No... -Comenzó un tanto nerviosa-. Verás, casualmente de aquí a dos semanas, se supone que tengo que ir a Sicilia para una sesión de fotos...

-Muchísimo mejor -se levantó de la cama-. No tendrás que hospedarte en ningún hotel.

-Bueno...

-Me da igual lo que me llegues a protestar -Se burló seguidamente-. Recuerda que dirían los periodistas, si vieran a mi prometida dormir en un hotel. Y te recuerdo, que según ordenes del médico, no hay que crearle ningún estrés a mi madre.

Como no, Sophía volvía a liarlo todo. Pensó agotada. Cada vez, todo se complicaba más.

-Y ahora que todo éste pequeño asunto está arreglado -Se acercó a ella, parándose justamente delante y con expresión un tanto... ¿Felina? Pensó Sabrina, con todos los sentidos en alerta-. Que te parece si te vienes a la ducha conmigo. Y de esa manera, te agradezco que... -Coginazo en toda la cara.

-Me voy a por un café -soltó alegre, mientras salía disparada de allí.

-No sabes, la experiencia que te pierdes si sales por esa...- Portazo. Riendo, empezó a quitarse la ropa.

Cinco minutos después, con una taza de café en la mano se sentaba en la terraza, junto a Sophía.

-¿Buenos días, cómo te encuentras?

-Bien, un poco cansada pero bien -sonrió amablemente-. Pero sabiendo que me voy a Sicilia por un tiempo, me animo muchísimo más. El clima allí, es...

-Oh, no digas nada -Protestó con melancolía-, me recuerdas a mi tierra.

-Podrías venirte y así te enamorarías también de la mía.

-Sí, es lo que acabo de hablar con Lucas-Vio como el rostro de la mujer se iluminaba-. Como tengo que ir de todas las maneras por asuntos de trabajo...

-Perfecto, será el lugar idóneo para seguir con nuestro plan.

-¿Cómo? ¡Sophía, no! -Exclamó horrorizada-. Yo pensé que después de lo ocurrido, todo quedaba olvidado. Tú hijo te adora, no hay más que verlo.

-Ya sé que me adora -Sonrió segura-. Es solo que soy su madre y creo que está hiendo por un mal camino, respecto a las mujeres...

-Cada vez, son más las veces que me siento culpable y sin fuerzas para seguir adelante...-Confesó con arrepentimiento.

-Lo comprendo, querida -la reconfortó cogiéndole una mano-. Es solo, que allí es el sitio idóneo para...

-¡Bueno, aquí se encuentran mis dos bellas damas!

Se le atragantaron las palabras. Pero mira que llegaban a ser tontas, a quien se le ocurría de ponerse hablar de aquel tema, cuando sabían que Lucas rondaba por la casa. Contaba con que no hubiese escuchado nada. Lo miró a la cara, pero no vio nada. Era muy difícil de saberlo, bien podía estar fingiendo.

-¡Lucas, querido...Ya te levantaste!

-Sí -Las miró con curiosidad-. ¿Ocurre algo?

-No...-Respondió nerviosa su madre-. No empieces con tonterías, solo estábamos hablando de Sicilia y Sabrina, me hablaba de su tierra.

-¿Barcelona, verdad? -La joven asintió-. Solo he ido unas pocas veces.

-Podríais ir para vuestra luna de miel -Sugirió su madre, consiguiendo una sonrisa de él y una furibunda mirada de ella.

-Eso me gustaría comentarte mamá -Sabrina se puso tensa. ¿Qué le iba a decir a su madre? Según lo que fuera, se podía liar una buena...-. Me dijo Sabrina, que quien tubo más culpa en el detalle del anuncio de la fecha de nuestra boda, fuiste tú...

-Sí, bueno sabes que tengo muchas ganas de que llegue el día. Y como vi, que no os decidíais a poner la fecha, decidí daros un pequeño empujoncito...

-No lo veo muy bien, dado que eso es cosa de mi prometida y yo. Pero como veo que tampoco protestara mucho -Le sonrió acariciándole la nuca con mucha suavidad-. No me parece tan mal... Incluso, no me molestaría que la boda se celebrase allí en Sicilia, y adelantándola a finales de Julio. Sería una excusa
perfecta para irme de vacaciones, al tener que irme de luna de miel.

-¡Oh, que bien! -Exclamó de alegría Sophía.

-¡Qué! .Ni hablar, me opongo -soltó con firmeza y levantándose de la silla con mucha energía.

-¡Querida! -Se asustó Sophía, ante el ímpetu con el que se levantó de la silla, derribándola a sus espaldas.

-¿No te gusta la idea de casarnos, antes y allí? -Preguntó burlón, consiguiendo que tuviera el fuerte deseo de tumbarlo de un solo golpe.

-No es eso, Lucas...-Respiró profundamente, lo necesitaba-. Pero te recuerdo, que tú madre va precisamente a Sicilia para descansar. No para volverse de los nervios con la organización de una boda... Recuerda, nada de estrés

-Recalcó con gran fuerza su última frase y dándole un pellizco en el antebrazo al hombre.

-¡Ya lo sé mi vida! -Masculló entre dientes, por el dolor de su pellizco-. Pero lo nuestro sería al final una boda íntima...

-¡Ha! -Se rió forzada y nerviosa-. Creo que ése término, precisamente tú madre lo entiende muy diferente a nosotros...

-Hola... Estoy aquí delante -Bromeó Sophía, al ver que hablaban sin tenerla en cuenta.

-Si, esa es mi mala suerte -Masculló en un susurro, pero que les llegó a los oídos.

-¡Sabrina! -Rió él.

-Déjala -Dijo en tono alegre la mujer mayor-. Es visible, que la pobre está aterrada con ese acontecimiento. Y cuanto más se aleje de la fecha, mejor para su miedo...

-Yo...

-Por mí, no tienes que preocuparte. Creo que el organizar la boda, me irá de maravilla para mi salud -Había un gran brillo de victoria en su mirada, cuando soltó las siguientes palabras-. Y os organizaré una magnífica boda, solo seremos unos cien invitados -¿Incluido los reporteros? No se lo creía, pensó con gran desconfianza hacia la mujer-. Y es verdaderamente maravilloso, que hayáis escogido el casaros allí...

¡No!. Maldita sea, ya estaba viendo en su imaginación como la mujer se estaba frotando las manos por su gran victoria. Su maldito y loco plan, iba avanzando y ganándole terreno. Acaso no veía Lucas, que le acababa de tirar el hueso directamente a la boca... ¡Pero qué hombre más idiota!



Era la noche antes de salir hacia Sicilia y se encontraba, en su terraza junto con la compañía de sus tres compañeras. Cada una, tumbada en una tumbona y con una copa de vino en sus manos. Su estado de ánimo, rozaba un tanto la melancolía. Y puede... solo puede, que un tanto nerviosa. No paraba de tener su sexto sentido incordiándola a cada segundo del día. Su suerte, había sido cuando solo habían podido partir hacia dos semanas a Sicilia, Lucas y Sophía. Ella, por motivos de trabajo había tenido que permanecer en Londres hasta aquel día. Aunque verdaderamente, todos los días había estado en contacto con ellos a través del teléfono. Si no era ella, era Sophía quien llamaba. Ahora, ya se le acababa su tranquilidad. Al día siguiente, se lo encontraría cara a cara y nada menos que por dos largas semanas si es que no se alargaba el asunto. ¿Qué ocurriría? Eso es lo que prácticamente la llevaba de cabeza loca...

Lucas, era mucho Lucas. Y últimamente, había que decir que lo notaba diferente. Es como si éste se encontrara esperando alguna cosa... ¡Otra vez! No podía pararse a pensar en ello, cada vez que lo hacía se le erizaba todo el bello del cuerpo. Es como si su cuerpo la estuviera avisando de algún peligro que fuera a
ocurrir.

-¡Despierta! -Chilló sonriente Marta-. Llevas un buen rato ida, me estas dando miedo.

-Yo si que tengo miedo- Soltó enfurruñada.

-No digas tonterías -La calló Marta.

-Pero es que...

-Es que nada -Interrumpió aquella vez Susan-. Vas a realizar un trabajo y punto. Vale -sonrió maliciosamente-, dormirás con Lucas...

-¡Dormiré en su casa, pero en mi cuarto! -Protestó ella.

-Sí, claro. Eso si logras evitar que te bese... Sabes que últimamente ya pierdes la cabeza cuando lo hace -Colaboró Karolaine.

-¡Cómo lo hago! -Dio un buen sorbo a su copa-. Sabéis que yo no tengo la culpa, que es mi corazón quien decide hacer lo que quiere hacer...

-Pues evita quedarte a solas con él... -Empezó aconsejar Marta.

-¡No aceptes pasear por la playa de noche! -Soltó Susan.

-Vete a dormir antes que él -siguió Karolaine-. ¡Oh, cierra la puerta de tu dormitorio con cerrojo!

-¿Y si no tiene cerrojo? Pongo la silla contra la puerta...-ironizó con negación-. ¡No digáis chorradas! Maldita sea... Me lo voy a llevar a la cama...-Soltó con voz trémula y mirándose sus cortas uñas y gruñendo a la vez, por no podérselas morder.

-¡Qué! -Soltó primero Marta.

-¡Cómo! -Exclamó la inocente Karolaine.

-¡Esto es increíble! -Soltó a carcajadas Susan.

-¡Lo sé! Me siento como si me hubiese tomado una maldita botella llena de afrodisiaco... -Se levantó, para mirarlas llena de frustración-. Vosotras, no os podéis llegar a imaginar lo que es día tras día, sentir una caricia de ese maldito playboy...

-Ya me gustaría a mí -soltó Susan.

-Me apunto -Levantó la mano, Marta.

-¡No os riais! -Las regañó-. Él ya lo sabe...Estoy segura, de que el muy cretino ya no ve reflejado odio en mi mirada, ni en mis labios cuando lo beso. Si es que lo veo, el muy canalla va a ganar la batalla.

-Thom se alegrará -Bromeó Karolaine, haciendo que todas se rieran por su comentario.

-Bueno, pensando de otra manera...solo tienes que cambiar tus objetivos, eliminar todo lo que teníamos pensado desde un primer momento- Empezó Susan.

-Me das miedo, cada vez que tus ojos brillan de esa manera-Comentó Karolaine.

-Antes, solo queríamos llevarle al altar para plantarlo... Pues ahora, primero nos aprovechamos sexualmente de él, para atraparlo más. Y después, lo dejamos igualmente plantado. Piensa el gustazo que te darás...

-Mira, una parte relajante en todo éste lío -Soltó en broma Marta-. Te quitarás todo el estrés acumulado si te lo llevas a la cama.

-¡Marta! -La regañó Karolaine, sin poder disimular una risa.

-Es cierto... Serás la primera mujer que se acuesta con él, solo para aprovecharte luego -Comentó Susan-. No hay nada de malo, así que chicas vamos hacer un buen brindis -riéndose se levantó y se puso junto a Sabrina-. ¡Un brindis, por la dulce venganza!

-¡Chin Chin!...-Riéndose, se tomaron lo que quedaba en sus copas de un solo trago.

-Ánimo, la diversión solo acaba de empezar para tí, Sabrina -Comentó Marta, mientras alzaba por una vez más la botella de vino para llenar sus copas.



El avión aterrizó despertándola de su pacífico sueño. Había habido demasiado vino, y pocas horas de sueño... Pensó sonriendo, mientras iba junto con todos sus compañeros de equipo a buscar el equipaje. Nada más salir por la puerta, topó de morros con su queridísimo prometido.

-Bienvenida, mi niña -Sonriendo con travesura se acercó a ella y la besó, suponía que lo hacía de cara a sus compañeros y no por que la hubiese echado de menos...

¡Tenía razón! Como iba a evitar que no la besara, pero si hasta de un grupo pequeño de personas sacaba provecho. Cuando fuera a solas, no quería ni pensarlo... Cogiendo aire, se preparó para empezar su representación de dulce prometida.

-¡Hola mi amor, que alegría! -dijo en cuanto sus labios se vieron libres de los del hombre. Y había que decir, que ni se atrevía a mirarlo por mucho tiempo a los ojos. Pues sabía, que lo único que vería en sus ojos sería burla... -Te presento a mi equipo, con quien voy a pasar la mayoría del tiempo...

-Y que yo intentaré evitar a toda costa -Bromeó Lucas, haciendo que muchos sonrieran

Cuarenta minutos después.

-Ésta es la casa. ¿Qué te parece? -Preguntó contenta Sophía, de tenerla al fin allí. Sus planes iban a realizarse. Pero un par de cosas iban a ser diferentes, pensó mientras se detenía en medio del salón.

-Es todo un paraíso -Confesó con sinceridad-. Me sabe muy mal por mí equipo...

-No digas tonterías, eres mi futura nuera...-La miró un poco molesta-. Tienes que quedarte aquí, nos cuidaremos mutuamente. Además, Thom les ha asignado un buen hotel. Y yo, estoy encantada de tenerte aquí a mi lado. Al igual que Lucas - Por el rabillo del ojo, llegó a captar una sonrisa en los labios de éste, ante tal comentario-. Sois una pareja, a punto de casaros. Os quedan semanas...

¡No!. Por que tuvo que decirlo. Le sonaba muchísimo mejor, dos meses, que pocas semanas... En aquel silencio que hizo Sophía, estaba segura que había algo que ocultaba.

-¿Oh, me vas a decir que no le has echado en falta?

-Claro, que lo he echado -¿Habría sonado enamorada o fría? Daba igual. Sophía se estaba pasando, y él, se estaba divirtiendo demasiado con todo aquello. Se iba a enterar-. Es solo, qué pensé que aún íbamos hablar sobre lo de adelantar la boda... ¿Y además, tú me echaste en falta mi amor? -Puso su voz lo más melosa que pudo y agitó sus pestañas, mientras se acercaba a él. Su pecho, contra el de él, al igual que su pelvis contra sus piernas... ¡Bien! Captó como se le hinchaban los orificios de la nariz, al coger más aire dado su cercanía. Sabía que aquel atrevimiento lo pagaría, pero valía la pena por ver su fuerza de voluntad.

-¿Acaso lo dudas? -Dijo inclinando su cabeza-. Sobre todo las noches se me
han hecho eternas...-sus labios se rozaban de forma peligrosa-. Pero mi sufrimiento ha tocado su fin. Ahora, estás aquí a mí lado, al igual que todas estas noches en nuestro dormitorio -Y la besó primero con burla, para después hacerlo con un poco de dureza.

¡Un momento! ¿Nuestro dormitorio? ¡No, no! Aquello no podía haberlo hecho... ¡Pero se trataba de Sophía y de Lucas! .Tanto por uno como por el otro, tenía que compartir el dormitorio... Lo dicho, iba a perder su virginidad. Estaba escrito, que tenía que ser así... No sabía cuando, pero si que durante aquellas dos semanas, le suplicaría a Lucas que acabara con aquel sufrimiento. Cogiendo fuerzas, desde su interior abrió los ojos y lo miró directamente con valentía, dándole a entender que era ella quien iba a mandar...

-¡Lucas! No digas esas cosas delante de tu madre... -Miró un momento a Sophía-. Sabes que no me gusta...

-¡Oh, querida! Seré vieja, pero no dejo de ser moderna... Por eso, os he puesto juntos. Sé que la juventud de hoy en día, no esperáis hasta el matrimonio. Y ojo, que es una cosa que veo bien -Sí, se veía como Sophía evitaba a toda costa de mirarla más de un segundo a la cara. Sabía que había hecho muy mal-. Bueno, hijo por que no subes sus maletas al dormitorio... -Lucas, sonriendo se acercó a las maletas y emprendió el camino, dejándolas atrás expresamente. Sabía, que Sabrina le quitaría los ojos a su madre por aquella emboscada.

-¡Pero cómo me pones en el mismo dormitorio! -Masculló entre dientes, pero con los ojos exaltados.

-Mi hijo, sabe que en ese punto no soy nada convencional -Puso como excusa barata-. Si te asignaba otro dormitorio, entonces si que sospecharía de conducta rara.

-¡Gracias! Ahora, solo tendré que dormir con un cinturón de castidad.

-Hay un enorme sofá en el dormitorio.

-¿Sabe de artes marciales? -Inquirió con ironía y molesta.

-¿Cómo?

-Nada, que ese sofá no creo que pueda defenderme mucho ante tu hijo.

-Algo, es algo...

-Si es que tienes unas ideas...

-Mira, ya está hecho -Se cansó-. Tira para el dormitorio.

-Y encima, me empujas a la caldera...-Dramatizó exageradamente.

-El plan tiene que avanzar.

-Como tú mandes...-Enfatizó-. Pero Sophía, que me estas tirando a los brazos de tu hijo y creo, que no te importa lo que pueda pasarme...

-¡No digas tonterías! -Se exaltó-. Es solo que sé que tú eres muy fuerte y sabes hacerle frente a mí hijo...

-¡Ja! -rió sarcástica-. Sabes que ahí he flaqueado, intenté pararte el otro día en todo éste lío...

-Fue un miedo pasajero.

-¿Sophía? -La miró detenidamente-. ¿Me estás ocultando alguna cosa?

-¿Me estás acusando de algo? - Se defendió con tanta rapidez, que le creyó. Pero seguidamente algo en su mirada, la hizo callarse y meditar para sí...

-No...Es solo que estoy un tanto nerviosa con todo esto, más el trabajo que tengo entre manos...

-Te entiendo -Sonrió-. ¿Subimos a tus aposentos?

-Claro...-Fue la manera en que lo dijo, lo que la hizo creerse que la llevaban al calabozo-. Le dijo la bruja a la princesa...

-Sabrina....-Alzó los ojos al cielo la mujer.

En el dormitorio, sus maletas se encontraban al pie de la cama. Y en ésta, tumbado a sus anchas un Lucas, con una gran sonrisa y mirada felina. Al momento, sus pies quedaron clavados en el suelo, mientras que sus oídos se quedaban sordos ante el eco de sus aceleradas pulsaciones.

-Como éste será tu futuro dormitorio, cuando vengamos a Sicilia - empezó con una mirada sensual por su cuerpo, para luego pasarla por la habitación-, te dejo que realices todos los cambios que creas convenientes para que te encuentres a gusto. Lo mismo con el resto de la casa...

-¡Oh, no! -dijo nerviosa-. Me gusta como está todo...-Acabó siseando entre dientes.

-Querida, al dormitorio le hace falta un toque femenino-Afirmó Sophía-. Ahora es muy elegante, pero frío para un futuro matrimonio.

¡Lo que les hacía falta, era un toque a cada uno! La estaban volviendo loca. Cada uno hacia su papel, pero era ella quien se encontraba en medio... Era ella, quien tenía que soportar todas todos los dardos... Y empezaba a estar bastante 
harta.

-Bueno, ya veré lo que se puede hacer...

-¡Uy, tengo que llamar a Júlia! Bueno querida, te dejo para que te acomodes. Estaré por abajo...

Y desapareció. Desde luego, Sophía no es que le estuviera poniendo las cosas muy fáciles...Y ahí estaba, sola en un dormitorio con Lucas. Tumbado en una enorme cama, que era lo que estaba evitando a toda costa de mirar. Pero era difícil, sus ojos se sentían atraídos por la enorme fuerza sexual, que desprendía
aquel maravilloso cuerpo de adonis que había tumbado en ella. ¿Dios mío, qué iba a ocurrir por las noches en aquella cama?

-Será mejor que te haga sitio en el armario, así podrás ducharte y descansar un rato.

-Te lo estás pasando de maravilla...

-Sí -se levantó y se acercó al armario-. ¿Te molesta? ¿O te preocupa algo? -Inquirió divertido.

-No pienso dormir contigo.

-Entonces, explícale a mi madre de tu traslado a otro dormitorio.

-No hace falta, tienes un maravilloso sofá...

-No pienso dormir en un sofá, teniendo mi cama a tres pasos...

-Muy bien, pues ya dormiré yo en él...-Señaló molesta.

-Tú misma, me parece una tontería -comentó riéndose-. Como puedes observar, si quieres acercarte más... No pienso morderte, cariño. Te he dejado el lado derecho del armario para ti, pero compartiremos el perchero.

-¿Y ya está? -comentó sorprendida y desconfiada-. No me vas a insistir en lo de la cama...

-No -rió-. ¿Pero si quieres qué lo haga, te señalo que tengo mis propios métodos?... -Dicho aquello, Sabrina retrocedió un paso son suma rapidez-. Puedes estar tranquila, ya te he dicho que serías tú quien vendría a mí...

-Pues espera sentado.

-Mejor lo haré tumbado, será muchísimo más cómodo cuando lo hagas.

-Eres imposible.

-Tú me has picado -se le acercó veloz, antes de que ella reaccionara y se apartara. La sujetó por los hombros y cintura-. Sabrina, mi niña... -La miró por unos segundos-. Esa cama es muy grande...

-No me fío -Y era cierto. No se fiaba de ella. En aquel momento, aunque pareciera que quería salir corriendo. En verdad, estaba ardiendo por dentro, con el contacto de sus manos. Quería más...

-Muy bien, rómpete la espalda si eso es lo que deseas... -Soltó malhumorado-. Si quieres, puedes echarte una siesta en ella. Yo me voy un momento a la ciudad, tengo asuntos que atender -Y apartándola con brusquedad, desapareció de allí. Aquello iba a resultar muy difícil. Era el primer día y ya estaban enfadados.
¿Cómo iba a realizar el maldito plan, si tampoco hacía nada por colaborar?.. Suspirando con profundidad, se dispuso a deshacer su equipaje.


Eran las seis de la tarde y se encontraba en una tumbona, en la piscina. Lucas, no había aparecido desde que se marchara aquella mañana. Y Sophía, parecía que la estaba evitando. Se había ido con su amiga Júlia de compras. Sabía que recibiría bronca... Estaba aburrida. Mejor era que se cambiara y cogiera un coche, como le había informado Sophía. Se iría a dar una vuelta por su cuenta. Todo era muy bonito. Paró en un semáforo y miró a su alrededor en busca de una cafetería, para parase y tomar algo. Cuando una pareja, que estaba sentada en una de ellas le llamó la atención. ¡Era Lucas! En actitud muy cariñosa, con una magnifica morena. ¡Pero como podía ser tan cerdo! Peor aún, como había sido tan tonta de llegar a enamorarse siquiera un poco de él. Ahora sí que quería efectuar inmediatamente el plan de Sophía. Quería darle su mismo pan, aquel cretino...Con mal humor se alejó de allí, dejando atrás sus lágrimas con el hombre que su corazón había querido para él.


Salía de la ducha, cuando ella entraba en el dormitorio. Se había sorprendido un poco, al encontrarse su deportivo en la calle y más aún al ver quien lo conducía. Pero se hizo el despistado e hizo como que no la había visto. Pidiéndole a Lis, que le hiciera carantoñas. Ésta se había reído, para hacerle caso a su petición sabiendo que aquello era por alguna mujer que rondaba por allí. Tenía ganas de reírse un poco con Sabrina. Quería ver cual era su reacción...


Eran las diez de la noche y se encontraba sentada en la terraza del jardín 
junto con Sophía, esperando a Lucas para cenar. Si mirabas a Sophía, le encontrabas en la mirada un brillo de satisfacción en los ojos. Ella tenía la culpa de ello. Antes de empezar arreglarse para la cena, había ido hablar con ella. Y ésta, había demostrado una gran alegría cuando le había comunicado que quería llevar a cabo su plan lo más rápido posible.

Quería darle a Lucas una patada en su trasero. Y ahora, si que no iba a llevárselo a la cama. Ciertamente, había sido muy tonta al creer que éste mantenía algún tipo de celibato. Pero ya le había quedado muy claro que no era así. Muy bien era el momento de reírse de él.

-¡Por fin estás aquí! -Exclamó su madre con buen humor-. Voy a indicarle a Rosa, que puede servirnos la cena.

-¿Hola mi niña, cómo te ha ido tu primer día?

-Muy productible -Pensó en responderle en un gruñido. Pero haciendo un pequeño esfuerzo, puso una de sus mejores sonrisas -Muy bien, he ido a dar un paseo con uno de tus coches -sonrió y acto seguido le dijo con voz melosa-. Pero te encontré a faltar mucho, mi amor...

-¡Como se te ocurre irte a la ciudad y no llevarte a tu prometida! -Le regañó su madre, que aparecía en aquel momento.

-Por que había quedado a comer con Paolo, para hablar de negocios... -la miró un momento, esperando a ver si decía que aquello era mentira, pero no hizo nada-. No quería que se aburriera. Además, pensé que estaría cansada mamá.

¿Paolo?...No querría decir, Paola. Que ganas de tirarle por encima de la cabeza la botella de vino. Pero como se podía ser tan cretino.

-No te preocupes, cariño -Soltó entre dientes-. Me lo pasé bien, viendo los alrededores. Ya tengo algunos sitios, para las fotos... Pero no te canses mucho con el trabajo, que me tienes que llevar a conocerlo todo...

-Por supuesto, mi niña. Trabajaré lo justo para poder llevarte a un montón de sitios -Y para vigilarla. Pensó después de ver su mirada... Había esperado un pequeño enfado o algo, pero tanto cariño... Sin duda, su cabecita estaba tramando algo. O solo esperaba a estar a solas con él.

Después de cenar, entraban en el dormitorio...

-¿De verdad que no quieres que te lleve a ningún sitio? -Preguntó Lucas.

-No, mañana trabajo -Soltó escuetamente, mientras cogía un juego de sábanas del armario.

-¿Se puede saber qué haces con eso?

-Prepararme para dormir.

-Oh, venga ya Sabrina -soltó molesto-. La cama es muy grande, prometo que dormirás tranquila.

-Me da igual todo lo que me digas, pienso dormir en el sofá.

-Al segundo día, tendrás la espalda rota.

-Pues cámbiame el sitio.

-Ni hablar -se rió-. Aquí, la única cabezona eres tú - Empezó a quitarse la camisa.

-¿Qué haces?

-Desnudarme -soltó divertido-. Es el procedimiento a seguir, para poder ir a dormir...

-Pues hazlo en el baño.

-No -Respondió con firmeza.

-¿Por qué no puedes cambiarte en el baño?

-Date la vuelta y listo -se lo estaba pasando muy bien-. ¿Te da vergüenza?

-No es eso...-No quería que sus defensas se derrumbaran, en cuanto vieran tanto musculo-. Además, te recuerdo que ya te vi desnudo.

-Cierto -sonrió tras recordar lo ocurrido en su oficina-. Desde entonces, que no has podido resistirte a mi encanto...

-No me seas creído -soltó, tras acabar de montar su improvisada cama.

-Demuéstramelo durmiendo conmigo en la cama.

-¡Ja! -soltó una risa falsa-. No pienso aceptar ningún reto más contigo, eres un tramposo.

-¡Tramposo! -rió con ganas-. Me besaste por tu voluntad, mi niña.

-Es igual, déjalo quieres -Soltó malhumorada-. Voy a cambiarme al lavabo y luego a dormir.



-Que aburrida... -Susurró en su oído, cuando pasó por su lado.



Apenas eran las siete de la mañana, cuando Lucas se disponía para abandonar el dormitorio con una tierna sonrisa en el rostro. A media noche, se había levantado y había llevado dormida a Sabrina a su lado. Suponía que del viaje estaba tan agotada, que ni se había percatado de ello. Había dormido poco, el mayor tiempo se lo había pasado observándola detenidamente. Era tan preciosa. Era la primera vez que podía observarla tan detenidamente y a sus anchas, sin recibir ninguna queja por parte de ella. Estaba convencido, que cuando pasara toda aquella tormenta todo iría por el camino que él quería que fuera... Solo tenía que tener un poco de paciencia. Sabrina y su madre, eran unas mujeres muy testarudas. Acariciando su mejilla, apenas en un delicado roce salió de allí. Tenía reuniones que atender y quería acabarlas cuanto antes, para poder regresar allí y estar al lado de Sabrina.




-¡Muy bien, qué os parece a todos si paramos dos horas para comer! -Gritó a todo su equipo.

-Vamos a bañarnos en la cala que hay un poco más abajo...-Comentó Judith, una de las modelos-. ¿Te apuntas?

-De acuerdo, pero antes tengo que llamar a Thom. Ir hacia allí...-Guardando todo en la furgoneta, sacó su teléfono móvil y marcó.

-¡Hola, mi pequeña ninfa!-dijo una voz, al otro lado de la línea.

-Menos pitorreo, Susan -Rió-. ¿Dónde se encuentra mi jefe?

-Salió para comer, con un posible cliente.

-Así me gusta, que trabaje un poco.

-¿Ocurre algo?

-No, todo va muy bien. Solo comunícale, que puede que acabe mucho antes de lo que pensaba. Hay sitios tan preciosos, que no me paran de venir ideas...

-¿Y cómo va lo otro?

-OH, bien... ¡Quiero venganza a muerte!-Soltó con coraje-. Me he animado más, ahora lo veo todo desde la perspectiva de Sophía...

-¡EH! ¿Qué ha ocurrido? -Exclamó preocupada-. Pensé que había otros tipos de intereses, antes...

-Mmm...Sí, bueno. Creo que me complacerá más el pisotearlo...

-¡Sabrina!... ¿Cómo consigue Sophía salirse siempre con la suya?

-Mira, ya os lo contaré... Te voy a colgar, mi queridísimo prometido acaba de aparecer. Dar besos a las chicas...

-Pero...

-Quien me lo iba a decir, me acabo de encontrar con la bella durmiente más bonita de la isla -soltó con doble sentido.

-¡OH! No me lo digas, tú eres la malvada bruja que viene a traerme la manzana -Masculló con cierta ironía y amargura en la voz.

-Bueno, en verdad venía en categoría de caballero armante a rescatarte -Bromeó.

-¿En serio? ¡Qué quieres! -Fue al grano con gran enojo.

-Venía a invitar a mi prometida a comer...

-Vaya, ésta mañana no me invitaste a que ocupara tu lecho, humilde caballero. Más bien me secuestraste.

-Estabas muy cansada, no me parecía bien que durmieras en el sofá... Tú virtud, querida princesa sigue intacta.

-Vete al cuerno, querido -Le dio la espalda.

-Lo hice por tu bien...

-¡Ja! Tú no haces nada por mi bien, te recuerdo en el lío que estamos metidos...

-Te recuerdo, que te ofrecí el acabar con ello...

-Te recuerdo, que lo denegué.

-Entonces, no te me quejes de las consecuencias que surjan por el camino, tras jugar mis cartas.

-Juega todo lo que quieras... Pero éste cuerpo, jamás será tuyo.

-Sabes que esas palabras no deberías de haberlas pronunciado, mi amor -le señaló con voz ronca-. Y lo siento mucho, pero debo contradecirte... Tu cuerpo me pertenece, me lo demostraste mientras dormías en la cama conmigo. Roja de ira, así estaban sus mejillas ante sus palabras.

-¡Cerdo!...-Insultó enfadada, por que no sabía que es lo que habría hecho por la noche-. Declino tu oferta. Ya he quedado para comer. Buenos días, mi caballero.

-Hasta ésta noche, entonces -Susurró divertido y con mirada sensual.

¡No!. ¡Seria imbécil! ¡OH, por que tenía que decir él la última palabra! Esa noche, en la cena comenzaba su actuación...Haría todo lo posible, por intentarlo. Había llegado el momento, de exponer todos sus encantos hacia Lucas. ¿No decía que imploraba por él? Pues bien, eso es lo que iba hacer. Tenía que hacerle creer, que su deseo hacia él había despertado y que le era imposible parar... Tenía que hacerlo sufrir con su misma moneda. Ahora, solo le quedaba de formarse una fuerte armadura. Tenía que resistirse al fuego que iba a despertar. Iba a enterarse de quien llevaba mejor, todo aquel farol.

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