martes, 26 de febrero de 2013

Deberes De Princesa 11

-Maldita sea –Gruñó por lo bajo Kénan, liberándola de sus labios y abrazo-. Entra en casa.

Le ordenó enfadado, acercándose para abrirle la verja de entrada a su amigo. Pero apenas podía dar en aquel momento un paso. Lo habían vuelto hacer, tenían fotos de ella y Kénan juntos. Pero aquella vez era peor, pues los dos salían besándose. ¡Y un cuerno! Era él quien la besaba, pero aquello no podía saberse de una fotografía.
¿Cómo podía haber vuelto ha ocurrir? Se dijo así misma, entrando al gran recibidor. Toda su vida volvía  aponerse patas arriba a causa de él. Y encima, estaba completamente segura que él no le daba la misma importancia a lo ocurrido. ¿Cuándo iba a aprender la lección? Cuando… Se volvió a preguntar con lágrimas acumuladas en sus ojos. Aquel hombre no era nada bueno para su reputación. Tenía que alejarse de allí, pero no antes de darle un poco su merecido.
Se refregó los ojos para apartarse las lágrimas que tenían, cuando escuchó los pasos de estos acercarse allí. Segundos después, la puerta se abría dando paso a los dos hombres. Quienes volvían hablando y riendo. Esperó unos segundos a calcular la posición exacta del dios de las joyas y entonces, sí que alzó el pequeño jarrón que había allí para lanzárselo, dándole poca importancia a su valor. Su reputación y vida personal, tenía mucho más valor.
-¡Eres un capullo! –Escupió con toda la rabia que cargaba encima, observando como los dos hombres se agachaban con buenos reflejos y esquivaban el objeto que se hacía añicos al chocar contra la puerta de la entrada.
Los dos hombres se alzaron sorprendidos, después de ver como el jarrón explotaba en mil añicos tras ellos.
-¡Acaso estas loca! –Vociferó Kénan, incorporándose y yendo hacia ella, al ver su disposición en volver a lanzarle otro jarrón más-. Ni lo intentes Jacqui –La alertó con tono amenazante, justo cuando ésta ya sujetaba el objeto con sus largos dedos.
-¡Eres un idiota! –Volvió acusar echa una leona, sin detenerse a pensar en la petición del hombre al lanzarle un segundo jarrón.
Pierre, volvió agacharse mientras que Kénan se lanzaba en dirección hacia ella a pasos feroces.
-Te lo advertí –Masculló el hombre enfadado, esquivando perfectamente el segundo lanzamiento y logrando sujetarla por las piernas, para alzarla sobre sus hombros.
-¡Suéltame! –Soltó en un chillido agudo completamente sorprendida al ver aquella acción del hombre. Se sentía en gran desventaja al ser tratada de aquella manera. Era vergonzoso el que su trasero estuviera junto a su rostro, y que encima una de sus manos masculinas reposara en él. Aquello era completamente indignante. ¿Dónde demonios la llevaba? Alzó un poco la cabeza, para poder gritarle nuevamente con más fuerza, pero se detuvo al ver la expresión del amigo del hombre.
-Sí… Creo que debo marcharme –Soltó aguantando una risa, mientras que su rostro se veía un tanto acalorado.
¡OH, no! Menudo horror si éste le contaba algo a Norah. Entonces iba  ha tener que comenzar a dar algunas explicaciones a sus amigas. Aunque con las fotos que iban a publicar, de seguro que ya no se escapaba de darlas.
-¡Ni hablar! –Gruñó feroz apuntándole con un dedo de forma amenazante-. Tú te quedas ahí, que cuando termine con éste memo… -Se revolvió un poco sin conseguir nada-. Voy a por ti…
Pero Kénan intervino con tono divertido, no dejándole terminar su amenaza.
-Hasta luego Pierre –Se despidió alzando su mano libre a modo de despedida, y sin mirar hacia atrás en ningún momento.
¡Maldito engreído! Pensó frunciendo aún más el ceño. Como podía ser tan creído, prepotente… Se iba a enterar.
-¡Bájame! –Ordenó comenzando a propinarle una serie de golpes en la espalda con sus pequeños puños. Fijándose que la conducía al salón-. Has vuelto hacerlo –Cuatro golpes más-. Me has arruinado la vida ¡OH! –Exclamó al verse lanzada de malas maneras al gran y cómodo sofá.
-De modo que así es como lo vas a ver –Señaló él con los brazos en jarra y a un paso de ella.
Resoplando para sí misma, se giró estando aún estirada para poder incorporarse notando el error de aquel movimiento, al quedar a escasos centímetros de su pecho desnudo.
-No te hagas el inocente, sabes que mí vida se va ha volver una pesadilla –Gimió histérica.
Kénan, cogió aire de forma profunda antes de cruzarse de brazos y hablarle con tono tranquilo.
-Solo va a ser durante unos tres días, como también me ocurrirá a mí. No solo a ti, princesa.
-¡Ha! –Exclamó demasiado excitada y señalándolo con el dedo, que no recordó el poco espacio que tenía detrás suyo con el sofá. Chocando sus rodillas con el borde de éste y causando que perdiera el equilibrio, volviendo a caer de malas maneras por segunda vez.
Kénan, solo supo reír por lo bajo sulfurándola aún más de lo que ya estaba.
-¿Estas bien? –Preguntó aún así el hombre alzando una ceja, al ver que lograba alzarse nuevamente pero con aire aún más desafiante.
-Tú punto de vista, dista mucho de ser como el mío –Acusó con el dedo otra vez.
Aquella vez, éste alzó los ojos al techo con gesto de lamentación.
-No me digas –Utilizó un poco de sarcasmo en su tono-. No me había dado cuenta, princesa.
Sus pechos se alzaron un poco, cuando aspiró aire para intentar calmar sus nervios ante la presunción del hombre. Después, con gesto nervioso se pasó las manos por el cabello colocándolo supuestamente bien. Aunque en verdad, aquel gesto, era para no llevar sus manos al cuello del hombre.
-Tú estas más que acostumbrado. A mí, es la primera vez que unas revistas del corazón van a publicar una fotografía mía en…
Sus mejillas se encendieron varios tonos, al tiempo que su garganta se negaba a pronunciar las palabras adecuadas.
-Venga, dilo…
Instó éste divertido a que acabara su frase.
-Vete al infierno –Achicó la vista furiosa, viendo que era la diversión de él.
-Ya te dije, que llevo un buen tiempo viviéndolo –Le soltó desconcertándola por unos segundos-. Muy bien… -Chascó la lengua-. En vista de que tú no lo dices, lo diré yo –Dijo avanzando un paso hacia ella-. Es la primera vez que te captan en un beso. Y lo que realmente te preocupa, no son esas fotos.
Se obligó a tragar saliva, pues se notaba la garganta seca ante la dirección que quería tomar él en la conversación. Aquello no le hacía ninguna gracia, se sentía algo nerviosa por que él cogiera ahora las riendas en aquella discusión.
-No tengo porque aguantar tus charadas –Intentó gruñir, pero apenas le salió un tono firme al tiempo que daba un paso al lado.
-No quieres abandonar en tus tontas ideas –Rió con ironía, negando al tiempo con un gesto de cabeza-. Yo no voy aguantar siempre, Jacqui…
Detuvo de dar su tercer paso, ante la pronunciación de aquellas palabras que consiguieron captar toda su atención en el rostro del hombro. Lo miró por unos largos segundos sin decir nada, ni él tampoco hizo intento. Sabía que esperaba algo de ella, pero no pensaba romperse el corazón ella solita al ofrecérsele. Bastante difícil, era el amarlo,  desearlo y odiarlo todo al mismo tiempo… No podía estar con él, ni aunque solo fuera por un corto periodo. No se sentía tan valiente, para dejar todos sus protocolos y rendirse ante el poder de sus brazos, labios… Aquello era imposible.
-Puedes marcharte –Dijo con tono defraudado y encogiéndose de hombros, al ver sus pensamientos en su mirada. Después, le daba la espalda para marcharse.
¿Así acababa todo? ¿No iba  a pelear más? ¿Dónde estaba el Kénan Shapire desafiante?
-Claro, ya puedo marcharme… -Repitió con cierto amargor y reproche en su voz-. Una vez que ya has vuelto a sembrar la revolución en mi vida.
Ante aquellas acusadoras palabras, el hombre se detuvo para darse la vuelta y mirarla con cierta consternación.
-Te recuerdo, que fuiste tú quien vino precisamente a mí casa hoy –Sonrió con cierta vanidad-. Así, que no me eches culpa alguna.
Completamente molesto, volvió a girarse para alejarse del salón en dirección al pasillo que había allí.
-¡Claro que toda la culpa recae sobre tus hombros! –Exclamó furiosa siguiéndolo tras sus pasos, al ver que la dejaba allí sola dando el asunto por zanjado.
-De eso nada… -Protestó éste frenando de golpe y causando que ella chocara con su espalda al no esperarse aquel movimiento.
-¡OH! –Se separó refregándose un poco la nariz por el golpe.
Gimiendo un poco para sus adentros, al ver que tontamente había quedado a solo unos centímetros del pecho desnudo del hombre.
-Yo no tengo toda la culpa, Jacqui –Dijo tras haberse dado la vuelta y observado a la joven por unos segundos.
-Sí la tienes –Se cruzó de brazos completamente obstinada-. Reconoce, que sin no hubieras venido a buscarme por esa tontería de lanzar la toalla. Nada de esto habría ocurrido
Culpó con tono enfurruñado y golpeando al hombre al pecho con su dedo índice. Provocándose así misma, la tonta reacción eléctrica de deseo al sentir el calor que emanaba de su piel. Por no decir, que sus sentidos se estaban nublando un poco por su perfume o su loción de afeitado.
-Pues si tanto miedo le tienes a esas fotos, solo tienes que desaparecer por unos días –Marcó molesto, volviendo a darle la espalda para encaminarse a la habitación del fondo del pasillo-. Verás como se calma todo –Dijo como último, antes de cerrar la puerta un tanto airado.

¿Le había cerrado la puerta en las narices con la última palabra? Sí. Con ojos cargados de furia, miró aquella puerta de madera oscura. ¿Cómo se atrevía  a tratarla de aquella manera, después de que hubiera acudido allí? Y otra cosa más, tenía que reconocer que se sentía dolida. Él, no le había dado mucha importancia al pequeño robo a sus labios, cuando ella aún sentía hervir la sangre… En aquel momento, notaba como su espíritu se apagaba. Tenía miedo por ver lo que realmente sentía su corazón si cedía ante su anhelo. Ojalá pudiera escaparse y comenzar de nuevo, con un corazón limpio de sentimientos hacia él.
¿Por qué tenía que haber vuelto en aquel momento a la ciudad? Al menos, cuando no estaba por allí vivía un tanto más tranquila… Tranquilidad. Aquel significado iba a ser añorado en los próximos días. Todos los periodistas del corazón, iban abordarla a cada paso que diera con miles de preguntas, sobre su relación con el rey de las joyas. ¿Por qué tenía que quedar el muy cretino libre de culpas? Aquello le daba mucha rabia. Pero lo que más, era el no comprender del porque de aquel beso en la entrada de la casa.
¡El beso! Sus hermanas, en cuanto vieran aquellas fotografías eran capaces de comenzar a organizar algo que no era posible. Dios, aquello iba a ser de locos…
-¡AH! –Soltó completamente sulfurada apretando sus puños con cierta fuerza para tratar de calmar su furia interna, ante la pesadilla que se le venía encima. Siendo completamente injusto, que él se hallara en completa tranquilidad.
¡Un momento! ¿Qué le diría él a la prensa cuando se le acercaran a preguntar?
-¡Mierda! –Gruñó en tono bajo. Aquello sí que era peligroso. Todos conocían como era Kenan con las mujeres. Y no creía que a sus padres les hiciera mucha gracia, el nuevo papel que podía tener ella, siendo en el futuro la heredera al trono. Tenía que hablarlo con él y tratar de llegar a un acuerdo con las excusas a decirles a los tiburones de la prensa.  Sí, aquello era realmente lo mejor. Pensó mordiéndose los labios algo nerviosa. ¿Pero se creería la gente todo si salían aquellas fotos publicadas?-. Demonios –Volvió a gruñir, pero aquella vez completamente exasperada, sin detenerse a pensar en sus acciones al dar cuatro pasos y elevar sus brazos, para poder empujar aquella oscura puerta.
No miró, de verdad. Iba tan ciega de furia en aquel momento, para detenerse a mirar lo que la rodeaba. Porque si lo hubiese hecho, juraba que no habría caminado hasta el centro del cuarto, resultando ser éste el dormitorio de Kenan. Hallando al hombre al fondo a la derecha a punto de abrir otra puerta oscura. Que suponía se trataba del baño, por el mero hecho de que éste se hallaba completamente desnudo delante de ella.
-¡OH, dios mío! –Gimió sorprendida y completamente estupefacta, sin poder moverse del sitio por la fuerte impresión que se acababa de llevar.
Cerró  un segundo los ojos y los volvió abrir, para soltar otro gemido ahogado desde el fondo de su garganta, por parecer un tanto estúpida ante el hombre. ¡Que se le iba hacer! Era la primera vez que lo veía desnudo de cuerpo entero. Además, de convertirse en el primer hombre en carne y hueso… ¡Que bochorno por dios! Se regañó así misma, recordándose que tenía que controlar sus impulsos cuando se trataba de Kenan. Pues siempre ocurría algo fuera de lo normal. 
-¡Jacqui! –Exclamó sorprendido también por su inoportuna presencia allí.
-Yo… -Bajó la mirada completamente abochornada-. Lo siento, no pensé… -Giró el rostro hacia otro lugar que no fuera su cuerpo desnudo-. Yo solo quería…
Tenía que huir de allí, pero el sonido sordo de unos pasos acercarse a ella, le indicaron que era nuevamente tarde. Éste se hallaba a su lado.
-Eres virgen.
Aquella afirmación que hizo el hombre con voz ronca, la pilló completamente desprevenida. Causando que se girara de sopetón a mirarlo, y su cuerpo diera un pequeño respingo al ver lo demasiado cerca que se había detenido de ella. Pero lo que más le sorprendió, fue el brillo que reflejaban sus ojos. Parecían orgullosos de descubrir aquel bochornoso secreto. No quería que él supiera aquel secreto de ella. Ahora, volvía a sentir como su enfado crecía nuevamente por su torrente sanguíneo.
-¡¡No! –Soltó su negativa intentando que sonara completamente con tono duro y serio-. Que tontería dices –Habló de forma despectiva.
-No lo niegues –Sonrió pero mirándola aún con aquel brillo de interés-. Nunca has visto un hombre desnudo –Señaló con rotundidad y poniendo los brazos en jarra.
Aquello se estaba tornando una discusión un tanto extraña. Lo admitía, tenía miedo a lo que pudiera salir de allí. Pero tampoco le gustaba quedar en una situación inferior a él. No quería que la viera como una inmadura sexual.
-Claro que he visto un hombre desnudo –Respondió empleando cierta altanería y cruzándose de brazos, para ocultar como sus nervios comenzaban a traicionarla con cierto temblor en sus manos.
Éste, solo supo soltar ante aquello una sonora carcajada. Era obvio, que todo aquello le estaba resultando divertido.
-Por supuesto que sí –Rió con cierto énfasis-. Pero nunca en la intimidad de un dormitorio. Vaya sorpresa Jacqui –Le guiñó un ojo-. Todos esos novios que te han colocado, jamás han llegado a ponerte un dedo encima.
Enderezó la espalda algo encrespada por aquel comentario tan acertado de él. Sintiendo, como sus nervios habían explotado en erupción como un volcán, por verlo a él divirtiéndose una vez más a su costa. Su límite había sido cruzado…
-Esas acusaciones son falsas –Gruñó completamente enervada.
Pero él no pareció darse cuenta, de cómo su nervio retumbaba con cierta fuerza en su delicada sien. Simplemente siguió burlándose de ella, como siempre había hecho.
-Ahora comprendo la preocupación de tu hermana –Rió a carcajada-. Y mí titulo de princesa de  hielo te va que ni pintado.
-¡OH! –Se sorprendió de escuchar aquel mote de su boca nuevamente. Hacía mucho que no lo decía-. ¡Eso no es verdad!
Éste la miró con cierta socarronería, cuando ella seguía intentando defenderse tontamente ante una verdad tan descubierta.
-Por favor Jacqui –Empleó cierta burla-. Admite que no sabes qué hacer, con un hombre desnudo.
Dicho aquello como un gallo rey de su corral, Jacqui achicó los ojos ante aquella burla tan presumida del hombre. Quien habría los brazos señalándose así mismo en aquella situación. Era el momento de devolverle la pelota.
-Toma nota.
Dos palabras dijo con falta de aliento y cierta valentía, poco antes de lanzarse contra el desnudo cuerpo, para rodearlo por el cuello y así obligarlo a que bajara el rostro en un robo sensual a sus labios masculinos.

4 comentarios:

  1. Nooooo!!!!! me dejaste en lo mas interesante....

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  2. Siiiiiiiiiiiiiiiiii!!!!! Es cierto.....
    ohhhhhhhhhhhhhhh


    jajajjajajja

    Muchos besos guapa

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  3. hago es pregunta aqui por que en mi cel no lo puedo hacer, estaba leyendo las serie de EJ, estoy ya en becaria pueblerina quiero saber si esta terminada o la baje mal? Espero haberla bajado mal sino me da un infarto sino esta terminada

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  4. Nooooooooooooo por que???? eso no ES NADA JUSTOOOOO MALANDRACAAAAA

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