Claire había
terminado de atender a sus pacientes, había tenido de todo un poco, una anciana
con diabetes, un hombre que parecía tener cálculos vesiculares, un caso de
alergia, varios pacientes regulares que iban a control e incluso un jovencito
que se había caído de su skate.
Cuando el último
se fue, se recostó sobre la camilla, Jacob entró en ese momento.
-¿Cuáles son sus
síntomas? –le preguntó acercándose a ella.
-La lluvia –
respondió enigmáticamente.
-¿Qué te mojaste
ayer? ¿Te enfermaste?
-Sí me mojé, y
no, no me enferme´. Sólo que digamos que la lluvia me dio un poco de
nostalgia.¿ Crees que haya algún remedio para eso?
-No estoy
seguro, doctora. ¿Tú qué crees?
-Me temo que sea
incurable – dijo llevándose una mano a
los ojos como si quisiera borrar las imágenes que llevaba grabadas en su mente.
-Claire,
Claire…- la llamó Jacob
-¿Sí?
-Levántate, de
verdad vas a quedarte dormida si sigues acostada allí.
-Creo que
dormiré un rato, en un par de horas tengo más consultas.
-No puedes
dormir allí, ve a la habitación de las guardias. O vete a tu casa un rato…
-Mmmm, no,
prefiero quedarme aquí- contestó somnolienta.
-Claire…- musitó
él y lo último que ella pensó antes de dormirse era que su nombre sonaba muy
distinto a cuando lo pronunciaba Lucian.
Cuando él lo
decía, no era sólo su nombre, era un llamado, un llamado urgente que le
recorría todo el cuerpo y el alma y la hacía desear ir a su encuentro.
Aunque fuera una
locura, aunque estuviera totalmente loca.
Se quedó dormida
y por suerte no tuvo ningún sueño, ni el pasado, ni el futuro trastornaron su
dormir.
Y cuando, más
tarde, tuvo que reiniciar sus consulta
se sentía plena de energía para trabajar.
De hecho los
días siguientes se dedicó completamente a su trabajo, cubrió tantas horas de
guardia como fuera posible, para llegar agotada a su casa y quedarse dormida.
Jacob intentó
disuadirla diciéndole que enfermaría si seguía trabajando hasta el cansancio,
pero ella no le hizo caso.
Durante su
adolescencia había tenido tres sueños, el primero consistía en el bienestar de
su familia, no había podido hacer mucho por su madre y padre, pero sí por su
hermana, era feliz así que ya no tenía que preocuparse. Su otro deseo era ser
médica, lo era y amaba serlo. El tercer deseo había sido una vida junto a
Lucian, ese sueño ya lo había enterrado mucho tiempo atrás.
Así que tendría
que conformarse con los otros dos y dedicarse en cuerpo y alma.
Quizá algún día
habría otro hombre, quizá podría formar una familia pero aún no estaba lista.
Lo había descubierto en aquellos días, porque por ahora Lucian Crow estaba
demasiado presente. Ni siquiera Jacob con su amistad, sus cuidados y gentileza
podía hacerlo desaparecer.
Y prefería ser
honesta consigo y con los demás, no había lugar para nadie más. Hasta que se
desintoxicara de Lucian, no habría nadie más.
Por eso aquellos
días sólo se dedicaba a sus pacientes y a estudiar, siempre había
descubrimientos que ampliaban el campo de la medicina, intentaba mantenerse
siempre actualizada, así que su agenda
estaba completa, se había asegurado de no tener tiempo libre. Así no pensaba,
así no terminaba vagando hasta llegar a
lugares del pasado, así no intentaba descifrar
palabras y gestos, así no se veía
acosada por dilemas entre lo que consideraba correcto y lo que su corazón le
decía.
También Lucian
se refugió en el trabajo. Incluso viajó a China a cerrar un beneficioso trato,
y el resto del tiempo se dedicó a los números, el mercado de valores y la inauguración de la nueva fábrica
de productos de alta tecnología.
Medio años
antes, había tenido un conflicto con
antiguos aliados de su padre que querían tener una participación en su nuevo
emprendimiento.
Él no quería
tener nada que ver con aquella gente y se había negado en rotundo, había recibido varias amenazas por eso y
había tenido que poner en juego todos sus recursos para mantenerlos bajo control.
Por eso ver inaugurada la planta le daba mucha
satisfacción. Sería un gran día para “Gladius”, era parte del camino que se
había trazado, ir creciendo con su propia fuerza, alejándose de la sombra de su
padre.
Así que aquellos
días, tanto él como Claire se habían sumergido en su trabajo para no pensar en
el otro, pero fueron esos trabajos lo que los llevó a un nuevo encuentro.
Uno totalmente
inesperado.
Claire estaba de
guardia cuando llegaron los pacientes a emergencias, había habido alguna clase
de accidente en una nueva fábrica y muchas personas habían salido heridas.
Algunos estaban en grave estado.
Todos los
médicos corrían a ayudar, era bastante gente, tendrían una noche agitada con
tantos pacientes.
Corrió hacia las
camillas que bajaban de las ambulancias. Cualquier medico odiaba el sonido , el
de muchas sirenas que anunciaban algún tipo de siniestro. Además el aire se
cargaba de tensión, como si la tragedia los sobrevolara y ellos fueran los
únicos que se interpusieran para pelearle a la muerte y hacerla retroceder.
-Paciente con
contusiones varias y asfixia por humo…-dictaminó el asistente médico que venía en la
ambulancia mientras Claire lo relevaba. Los enfermeros llevaban la camilla de
prisa hacia la sala y ella se inclinó para ver
el estado general del paciente. Entonces se le escapó un gemido. Era
Lucian y a pesar de llevar respiración asistida, apenas respiraba.
-Rápido, dense
prisa – los urgió y corrió junto a
ellos. ¿Qué había pasado?
Lo pusieron en la camilla y ella se encargó de
atenderlo. Ya que conocía al paciente y además tenían una relación tan
complicada debería haberlo derivado a otro médico, pero no podía dejar la vida
de él en manos de alguien más.
Ella era la más
indicada para arrebatárselo a la muerte.
Estaba
inconsciente, pero mientras lo atendía ella le habló.
-No vas a irte,
¿entiendes? No puedes ser tan cobarde y tomar la salida fácil, no voy a dejarte
ir…-le dijo y no le importó que quienes la asistían la escucharan. Seguramente una vez que
supieran que era Lucian creerían que ella se refería al conflicto por la
contaminación, nadie sabía que estaba hablando de algo mucho más personal y
profundo.
Llevó mucho
esfuerzo estabilizarlo, pero finalmente lo consiguieron y ella pudo respirar
aliviada. Una vez que lo ingresaron a la sala de cuidados intensivos se
derrumbó en una silla.
Jacob venía por
el pasillo y se apresuró al verla.
-¿Estás aquí?
Creí que no tenías guardia hoy …- le dijo ella y él la miró preocupado.
-Me llamaron
porque no damos abasto para atender a tanta gente. Claire, me dijeron que
Lucian Crow estuvo en el accidente y que lo ingresaron aquí…
-Lo sé, yo lo
atendí, está en terapia intensiva, luchando- dijo ella casi sin expresión en su
voz.
-¿Lo atendiste
tú? – preguntó sabiendo que eso debió afectarla.
-Sí. ¿Sabes qué
sucedió? Yo sólo sé que hubo un accidente en
una fábrica, nada más…
-Hoy inauguraban
una fábrica, era el primer día de producción, pero se produjo una explosión y
se desató un incendio.
Había mucha
gente allí.
-¿Él no alcanzó
a salir? – preguntó cansada. Imaginar aquel horror de fuego y humo la
angustiaba.
-Él entró a
rescatar gente, Claire.
-¿Qué?
-Antes que
llegaran los bomberos, ayudó a salir a muchos de los obreros, estaba adentro
ayudando cuando una parte de la estructura se derrumbó sobre él y quedó
atrapado.
-¡Dios mío! –
exclamó y los ojos se le llenaron de lágrimas. Maldito fuera, por qué tenía que
ser así, si era un desgraciado inescrupuloso, debiera haberlo sido hasta el
final en lugar de comportarse como una persona noble y arriesgar su vida. Y
ahora podía morir por eso.
-Claire, hay
algo más..
-¿Más?
-Dicen que no
fue un accidente, si no un atentado.
-¿Un atentado?
-Sí, gente
vinculada al crimen organizado con los que él se había enemistado, sabotearon
la fábrica, por eso se produjo la explosión y el incendio.- le dijo y ella
cerró los ojos. ¿Cómo podía terminar así?
-¿Hay pruebas?
-Se está
investigando ahora. Claire, sabes que no puedes atenderlo tú, ¿verdad? Estás
demasiado involucrada emocionalmente para pensar con claridad.
-Tengo que
atenderlo yo, Jacob. Por favor no digas nada…tengo que ser yo, no voy a dejarlo
morir.
- Lo sé, pero no
creo que le haga bien a ninguno de los dos.
- Soy la persona
que más desea verlo vivo, Jacob. Eso tiene que servir de algo, además de la
medicina, mi deseo de mantenerlo con vida tiene que ayudar, ¿cierto? – preguntó
al borde de la desesperación y el médico asintió. No era algo ético que ella lo
atendiera, pero no podía impedírselo, porque quizá si tuviera razón y porque no
podía dejarla vivir con la duda o el arrepentimiento.
Ella daría todo
de sí para salvarlo, todo lo humanamente posible.
-Trata de
descansar, yo iré a ver en que puedo ayudar. Luego vendré a ver cómo vas.
-Gracias ,
parece que siempre termino agradeciéndote-
le dijo sonriendo a desgana.
-Sí, eres una
mujer con muy malos hábitos – le contestó él y se marchó.
Sí, eso lo sabía
y su peor hábito era amar a Lucian Crow.
La situación era
grave, a pesar de que habían actuado con celeridad él había estado mucho tiempo
expuesto los gases tóxicos emanados en el incendio y el aire caliente le
había afectado las vías respiratorias,
Tenía, además,
una herida en la pierna y una fisura en las costillas por el derrumbe lo que agravaba
su cuadro.
Se le había
administrado los antídotos para la intoxicación por monóxido de carbono, y
estaba con asistencia respiratoria. Lo bueno era que no había tenido paro
cardiaco y que era un hombre joven y sano, pero no podía predecirse cómo sería
su recuperación.
El estado de
inconsciencia no era un buen signo, sólo cuando estuviera despierto podrán
comprobar qué tan graves eran las consecuencias. No estaba segura de que se
debiera a la inhalación de gases y un posible daño cerebral o por el golpe
recibido en el derrumbe. Las tomografías computas no mostraban nada, pero eso
no era garantía.
Claire no había dormido nada para poder
monitorearlo, no quería perderlo de vista y cada tanto ocupaba una silla a su
lado para hablarle.
Ahora que él no
podía contestar ni ironizar, podía hablar sin que la interrumpiera, podía
decirle lo que en verdad sentía.
-Tienes que
quedarte aquí, Lucian, ¿me escuchas?. No puedes morir. No te alcanzo con
defenderme a mí, saliste ileso esa vez, pero tuviste que ir a matarte en otro
lado…¿tanto me odias? ¿Quieres alejarte de mí a cualquier precio? – le dijo y
no hubo respuesta alguna, sólo el sonido de las maquinas que lo asistían y
monitoreaban sus signos., siguió hablándole, tenía miedo al silencio, tenía
miedo de que si no le hablaba él se iría- ¿Sabes? Te he extrañado mucho todo
estos años, y también extrañé a la Claire que era cuando estaba contigo cuando
tú me amabas…porque me amabas, ¿verdad? Lo que dijiste esa vez tiene que ser
mentira. Me gustaba verme a través de tus ojos, mi vida también era un
desastre. Estaba tan sola, mis padre preso, mamá sumida en el alcohol…no podía
contar con ella. Tenía que cuidar a Lucy y éramos pobres, luchaba cada día por no derrumbarme, trataba
de ser invisible en la escuela, dedicándome a mis estudios porque no quería la
lástima ni las burlas de nadie, no tenía la fuerza para soportarlo.
Sinceramente, muchas veces creí que el destino estaba en mi contra, que me
odiaba. Pero un día llegaste tú. Me reconciliaste con la vida, es extraño pero
en ese entonces pensé que era lo mismo para ti.
Ya no había
soledad, ni miedos, ni sombras en el mundo si nos teníamos uno al otro. –dijo
ya no pudo seguir hablando porque se puso a llorar. Apoyó la cabeza en la cama
y dejó fluir su desesperación.
Una voz
interrumpió su llanto.
-Sabía que tú lo
llevarías a la muerte….- dijo el padre de Lucian y ella se giró hacia la
puerta.
-¿Qué hace usted
aquí? No puede entrar es una sala de cuidados intensivos.
-¿Pero sí puedes
estar tú?
-Soy su doctora.
-Y yo su padre…
-No puede estar
aquí.
-Impídemelo si
quieres, ahora Lucian no puede ampararte y yo no voy a dejarte hacer a tu
voluntad. Si me hubiera desecho de ti hace tiempo, mi hijo no estaría tirado
allí.
- ¡Fueron
criminales de su asqueroso mundo quienes hicieron esto, ellos sabotearon la
fábrica y causaron la explosión! – lo acusó sin miedo. Estaba harta de aquel
hombre tan siniestro, no lo quería cerca, Lucian estaba peleando por su vida y
ella iba a defenderlo.
-Si tú no te
hubieras aparecido, él no se habría desviado del camino que le tracé…entonces
nada de esto hubiera pasado. Pero su maldita estupidez lo llevó a esto, por
enfermarse a mí se enemistó con la gente equivocada y todo por esa obsesión de
él de protegerte aunque debiera luchar conmigo.
Si algo le pasa,
quiero que no olvides que fue tu culpa, que tú lo mataste.
-¡Váyase de
aquí!- gritó ella apuntando la salida.
-Nunca valiste
la pena, no sé que vio en ti como para sacrificarlo todo – dijo y se marchó.
La mujer inspiró
con fuerza cuando el hombre se marchó, no la había tocado pero se sentía como si la hubiera
golpeado.
Jacob entró en
ese momento y la encontró inclinada tratan do de respirar profundamente.
-¿Estás bien? Vi
salir a Cristian Crow…¡Claire!- la llamó y fue a agarrarla antes que se cayera
al piso.
-Estoy bien,
estoy bien – repitió ella mientras la
ayudaba a sentarse.
-¿Te hizo algo?
¿Estás bien?
-Estoy bien,
sólo hablamos pero sabes…después de escucharlo siento como si me hubieran envenenado.
¿Cómo hizo él para soportarlo todos estos años?- se preguntó a sí misma y
dirigió una mirada hacia Lucian.
-Ya basta
Claire, ve a descansar.
-No, no puedo
dejarlo.
-Vete o hago que
el Director te obligue a dejar de atenderlo.
-Jacob…no puedes
…
- Ve a
descansar, en este estado no le sirves a nadie, un par de horas aunque sea, ve
a alguna de las habitaciones que usamos cuando tenemos guardia y duerme un par
de horas. Prometo ir por ti si pasa algo..
-Pero…
-Está estable,
Claire. Estará bien- insistió y ella aceptó.
Sin embargo al
llegar a la habitación no pudo dormir, se acostó pero su mete se dedicó a armar
el rompecabezas.
La charla con el
padre de Lucian, le había dado varias piezas más.
En los años
pasados nunca se había puesto a analizar
las palabras que Lucian había dicho aquel día frente a sus amigos, la habían
herido tanto que nunca había pensado con lógica en ellas.
Ahora sí, las
recordaba y las analizaba, la respuesta había estado allí todo el tiempo
Él había dicho
que estaba harto de jugar al novio y fingir para llevársela a la cama, que
había tenido que hablarle de matrimonio e hijos para acostarse con ella.
Pero no había
sido así, Lucian le había propuesto matrimonio después de hacer el amor,
también entonces habían hablado de hijos. Si su único objetivo era llevarla a
la cama y estaba tan cansado, aquella charada era innecesaria
Tampoco la
mañana posterior habría tenido sentido, despertar junto a ella, hacerle el desayuno, la ternura con que
la había tratado. Si cerraba los ojos aún podía verlo caminando hacia tras por
la calle para hacer más larga la despedida.
Si Lucian
hubiera dicho la verdad, nada de aquello era necesario, si sexo era todo lo que
buscaba, no se hubiera molestado en aquellas demostraciones de afecto. Por lo
tanto había mentido…
¿Qué había
sucedido entre esa mañana y el día que la dejó?
Lucian no había
respondido a sus llamadas, y ella había necesitado mucho de él porque le habían
dicho que era posible que perdiera la beca que aspiraba, aquella que podía ser el camino a una mejor vida.
Pero él no
respondía. Luego lo había encontrado con sus amigos y se había producido la
fatídica charla.
Ahora veía las
señales con más claridad, el tono monótono de voz, las ojeras, la mirada vacía.
Algo le había sucedido en los días que no lo había visto, algo que lo estaba
haciendo sufrir.
Doce años
después, sabía qué era, su padre.
Aquel hombre le
había dado la clave. De alguna forma, había usado su seguridad para amenazar a
Lucian y él había cedido por protegerla…porque la amaba. Por eso la había
dejado, por eso abandonó la escuela y por eso tan pronto su relación terminó a ella le
confirmaron su beca diciendo que todo había sido una confusión.
Y aunque había
trascurrido tanto tiempo seguía sintiendo algo por ella, por eso la había besado,
por eso había estado por hacerle el amor y seguía luchando contra su padre.
¿Cómo había
estado tan ciega? ¿Cómo no lo había entendido antes?
Rezó porque no
fuera demasiado tarde o jamás se perdonaría a sí misma. Había luchado contra
él, había sido cruel y había buscado herirlo con su desprecio, pero él no lo
merecía.
Porque sin
importar en qué clase de hombre se había convertido, había sido por su causa,
para protegerla.
Tres días
después, mientras ella lo controlaba, Lucian abrió los ojos.
Lo primero que
notó fue una especie de gemido, entonces se acercó a la cama y lo vio abrir los
ojos, le costó levantar los parpados y luego pareció un siglo hasta que enfocó
la mirada, entonces aquellos ojos verdes se posaron en ella.
-Hola,
bienvenido – dijo Claire y él intentó hablar.
- No trates de
hablar, tus vías respiratoria no están bien aún. Tranquilo Lucian, gracias por
regresar – le dijo y él creyó que estaba muerto. Si Claire lo miraba así, debía
ser el cielo. Volvió a cerrar los ojos.
Lentamente,
Lucian fue recuperándose, inclusive lo trasladaron a una sala común. Claire
había evitado mencionar cualquier cosa que lo perturbara, se debían una charla,
pero sería cuando estuviese completamente recuperado.
Por el momento
se conformaba con verlo bien, había recobrado, ya no tenía aquella palidez
enfermiza y se notaba que recuperaba sus fuerzas día a día.
Aquella mañana
cuando llegó a verlo, se llevó una sorpresa, había un hombre de traje allí y
Lucian estaba dándole instrucciones sobre el trabajo.
-Debes descansar
tranquilo, no puedes ocuparte del trabajo aún…- dijo ella pero él la ignoró.
- Y quiero un
completo informe de los daños en la fábrica, de cómo va la investigación
policial, de las personas que salieron heridas. Asegúrate que el seguro les
pague…
-¡Dije que no
más trabajo! – insistió parándose
delante del hombre que la miró azorado.
-Y quiero que me
ingresen en otro lugar , esta misma tarde quiero irme de aquí – le dijo al
hombre.
-Sí, señor-
respondió y se retiró.
-¿Irte? ¿De qué
hablas?
-Lo que
escuchaste, Claire. Me quiero ir de aquí.
-No puedes tomar
tú esas decisiones, yo soy tu medico.
-Por eso mismo,
no quiero que seas mi médico.
-¿De qué hablas?
- Te agradezco
todo lo que hiciste por mí pero ya no quiero que sigas siendo mi doctora.
¿Claro?. ¡Cielos! Soy uno de los hombres más ricos de esta ciudad, no tengo por
qué estar aquí. Quiero ir a la clínica donde siempre me atienden y que me vea
mi médico.
-Estás mejor
pero tus costillas y tu pierna aún no sanan, y necesitas darle tiempo a tus pulmones
también.
-No quiero estar
más aquí, doctora. ¿No lo entiendes? – insistió enfadado y aunque ella no lo
entendía no quería disgustarlo.
-Está bien, haz
lo que quieras.-accedió y se marchó. No quería que él viera su decepción.
Lucian dejó caer
su cabeza sobre la almohada, se sentía dolorido, sin fuerzas y terriblemente
mal.
Los últimos días
habían sido muy confusos para él.
El día que había
recobrado la consciencia se había alegrado de ver a Claire a su lado, le había
parecido un sueño. Luego poco a poco, había entendido lo sucedido y cuál era su
situación, la verdad es que era un milagro que estuviera vivo.
Claire había
estado pendiente de él cada momento, lo trataba diferente con una amabilidad y
ternura que no había expresado antes. Había disfrutado aquello, aunque quizá
así fuera como trataba a todos sus pacientes. Pensó que si por estar enfermo,
ella lo veía en forma diferente, era capaz de quedarse allí toda su vida, le
gustaba que lo mirara con ojos limpios de desprecio o rencor.
Pero de pronto,
comprendió la magnitud de lo sucedido. Habían intentado matarlo, y una vez más,
no podía mantener a Claire cerca suyo pues era peligroso.
La justicia
estaba actuando él se encargaría que los culpables se pasaran la vida
encerrados, incluso tres personas habían muerto y varios seguían internados.
Cualquier
vinculación con él la ponía en riesgo. Y tampoco podía prolongar más
aquella situación, ella lo estaba
tratando como médica mientras él fingía que era una mujer atendiendo y
preocupándose por el hombre que amaba.
Por más que
disfrutara algunos aspectos de aquella situación, no podía vivir en un mundo
ilusorio, a larga sólo saldría herido.
No era buena
idea tenerla cerca, ni siquiera como doctora.
Aún a disgusto,
Claire tuvo que permitir que se fuera a otro lugar, pero antes se entrevistó
con el médico personal de Lucian y lo puso al tanto del caso, así como le pidió que se comunicara con ella
si algo sucedía.
- Eso excede su
tarea de médica – le dijo el hombre cuestionándola.
- No se lo pedí
como médica, si no como mujer- dijo ella con mucho sentimiento y se marchó.
Afortunadamente
el hombre pareció conmoverse por su pedido, porque a lo largo de las siguientes
semanas le envío mails reportándole las mejoras de Lucian.
Eso contribuyó
un poco a la tranquilidad de la chica, pero aún seguía preocupándole que allí
afuera hubiera gente dispuesta a dañarlo, y tampoco podía dejar de pensar en
que debían hablar con él. Más aún cuando estaba cometiendo el mismo error dos
veces, porque ya no la engañaba, se había ofuscado al principio, pero luego
había leído sus intenciones con una claridad pasmosa. Una vez más la alejaba de
él para protegerla.
Para ser un
hombre tan peligroso, al que todos temían tenía demasiado espíritu de caballero
andante y eso estaba empezando a fastidiarla.
No quería que se
sacrificara por ella, quería que le permitiera elegir. Tenía muchas ganas de ir
y decirle que era hora de abandonar las máscaras, pero sabía que no era el
momento.
Sólo cuando él
pudiese bajar un poco la guardia, ella podría enfrentarlo a la verdad.
Tuvo una leve
esperanza de que ese momento llegaría cuando atraparon a los causantes de la
explosión.
Lucian había
pasado las últimas semanas de muy mal humor, no era un buen paciente a menos
que Claire fuera su doctora.
Odiaba sentirse
débil, que su recuperación fuera lenta, que su voz aún sonara extraña o que
ciertos movimientos le hicieran doler la pierna y las costillas.
Y más que nada,
odiaba extrañarla tanto. Además no habían sido días fáciles, el desastre de la
fábrica había sido un duro golpe económico, pero más que nada un golpe por las
vidas humanas.
Se castigaba a
sí mismo con pensamientos negativos, parecía ser una versión macabra del Rey
Midas, todo lo que él tocaba se volvía muerte y desgracia.
La gente
afectada por la contaminación del río, los de la explosión, ¿cuántas vidas más
se verían afectadas?.
Sintió alivio
cuando detuvieron a los culpables, al menso podía sentir que había otros responsables además de él mismo.
Y con ellos presos , no tenía que temer tanto por la seguridad de Claire,
aunque su tranquilidad era relativa, él declararía en el juicio que se les
haría. Uno de ellos había pedido verlo y cuando se habían entrevistado en
prisión, le había recordado los negocios que había hecho con su padre.
“Si nosotros vamos
a la cárcel también tu padre lo hará, y tú no vas a librarte tampoco” – lo
amenazó.
“Ya escuché eso
antes y no funcionó. Si es lo que tiene que ser, así sea. Tarde o temprano
debemos pagar nuestras culpas, ¿verdad? “ – había respondido él, pero a pesar
de la sinceridad de sus palabras y del hecho de que estaba dispuesto a
enfrentar las consecuencias de sus actos, también era cierto que serían
momentos difíciles.
Su vida parecía
ser una tormenta eterna, ya se estaba cansando de mantenerse a flote, tal vez
estaba por llegar la hora del naufragio.
Por un breve
segundo, pensó que hubiera sido más fácil morir en e incendio. Pero descartó la
idea, era un pensamiento de cobardes y él no lo era.
Su cobardía sólo
se limitaba a Claire.
Claire había
sido muy paciente, ahora que sabía la verdad, podía darse el lujo de la
paciencia, pero la llamada recibida
aquel día fue el detonante.
La llamó quien
había sido su mentora en su antiguo hospital, cuando vivía en otra ciudad.
-Hola Claire,
¿cómo va todo?
-Digamos que
bien, Rose, ¿ y tú, todo bien? – preguntó ella pues el tono de voz de su amiga
le indicaba que había sucedido algo importante. Además era tarde, no solía
llamarla a esa hora.
-Rose…-insistió
inquieta.
-Sí, sí . Todo
bien, no et preocupes, sólo que descubrí algo que me intrigó mucho y pensé que
tú querrías saberlo.
-Dime de qué se
trata, me estás inquietando.
-Es que hicimos
la auditoría contable del hospital y descubrí algo. ¿Recuerdas las donaciones
que recibíamos? Con las que compramos equipo nuevo y todo…
-¿Las del
donante anónimo?
-Sí, bueno , no
tan anónimo. Investigando un poco hemos descubierto que ese dinero proviene de
Lucian Crow. ¿Ese es el hombre con el que tienes el conflicto por la
contaminación, verdad?- preguntó la mujer pero Claire estaba procesando la
información.
-Sí, es
él…-dijo.
-¿Y sabes qué es
lo más extraño? Las donaciones comenzaron desde que ingresaste al hospital, la
misma fecha. Increíble coincidencia , ¿verdad?. Y a pesar que te fuiste siguen
haciendo una donación anual. Yo tenía una imagen mental de ese hombre por lo
que sucedió con sus empresas pero esto me desconcierta. ¿Por qué donaría tanto
dinero a un hospital que ni siquiera está en su ciudad? No hay ninguna
vinculación…salvo tú. ¿Claire sabes que está sucediendo?
-Te llamo
después Rose- dijo y cortó. Medio atontada dejó el teléfono y en vez de
apoyarlo sobre la mesa, lo soltó en el aire.
Claro que ella
era el vínculo, ¿de cuántas formas había estado cuidando de ella durante todos
esos años?
Se consideraba
una mujer inteligente, pero cómo había podido ser tan ignorante.
Al irse de su ciudad natal, todo había mejorado para
ella, de pronto su mala racha se había cortado y había accedido a la vida que
había deseado. Jamás se le hubiera ocurrido que alguien estuviera pagando el
precio por eso.
Si seguía
investigando y raspando la superficie, qué más descubriría de Lucian, ya había
descubierto todo el lado oscuro de él, pero también había un lado de ángel
custodio que había ocultado muy bien. ¿Cuánto le debía sin saberlo?
Estaba enojada,
terriblemente furiosa con él por mantenerla al margen. Debía verlo, pero a
aquella hora seguramente ya había dejado la oficina. Debería ir a buscarlo a su
casa, rápidamente buscó toda la información que había recolectado de él, en
algún lado debería estar su dirección.
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