sábado, 29 de diciembre de 2012

Desde las sombras 7°



Cuando Lucian se fue, Claire se acurrucó en el sillón y se puso a llorar.
No podía entenderse a sí misma, no podía creer que lo hubiera dejado llegar tan lejos, pero cuando la había besado, había sentido que era lo correcto, que algo se completaba dentro de ella.
Había notado la desesperación y necesidad masculina y la había hecho bajar la guardia sentir que él la necesitaba a ella, sólo a ella. Y le había correspondido de la misma manera.
Era una locura, había estado a punto de  hacer el amor con Lucian Crow dejándose llevar en un arrebato de pasión.
Lloró porque había hecho mal, lloró porque tenerlo tan cerca había sido demasiado bueno, lloró porque estaba absolutamente perdida.


Al salir de la casa de Claire, el aire nocturno fue como un golpe, el cuerpo aún le temblaba de deseo.
Esa noche había cometido todos los errores posibles, había quitado a los guardaespaldas, había perdido el control sobre sus emociones y casi le había hecho el amor a Claire sobre un sillón, como un loco.
Y lo peor de todo que había dejado al descubierto las emociones que llevaba ocultando doce años.
Llamó a los guardaespaldas para que vinieran a custodiar la casa y luego pidió un taxi para regresar. Había dejado su auto fuera del hospital y de todos modos, no estaba en condiciones de conducir, se sentía embriagado. Sus sentidos estaban colmados de Claire, su aroma, su sabor, su calidez, la textura de su piel.
Y no podía olvidar que ella había respondido. Sin dudas, él había forzado la situación y había sido una noche extraña para ambos, pero durante unos momentos, ella le había respondido, aquello lo había descontrolado más.
Al llegar a su casa, se metió bajo la ducha para refrescarse el cuerpo y aclararse las ideas, tenía que pensar en el control de daños, tal como lo hacía cada vez que su empresa enfrentaba una crisis, sólo que ahora se relacionaba con su vida personal.

Se había quedado dormida cerca de la madruga y se sentía como si fuera ella quien había recibido la golpiza, por suerte no le tocaba trabajar ya que había estado de guardia el día anterior. Necesitaba tiempo para rearmarse después de lo sucedido, pero Claire tenía un par de cosas en claro.
Lo primero, aunque odiara reconocerlo, era que no había clausurado la historia con Lucian, quizá porque no habían tenido un final limpio, quizá porque jamás había entendido aquella cruel ruptura.
Lo segundo estaba estrechamente relacionado, una vez había lo había dejado ir sin pedirle explicaciones por su comportamiento. Eso le había costado años de analizar una y otra vez las situaciones vividas, las palabras dichas. Se había pasado mucho tiempo hurgando es sus recuerdos para saber qué había salido mal o cuáles eran las señales que no había visto.
Nunca había obtenido una conclusión que la satisficiera, siempre quedaban cabos sueltos.
Era adulta ahora, y no iba a dejar que los fantasmas  del pasado la espantaran.
Quería saber por qué Lucian había actuado así la noche anterior, por qué la  había defendido, por qué la había besado, por qué había pronunciado su nombre como si fuera lo más preciado que tenía.
Ella había sentido que era sincero, que su deseo y su necesidad eran auténticos, por eso no había podido evitar responderle y enredarse en aquella pasión que se había desatado entre ellos.
No iba a quedarse con la duda otros doce años, quería saber, quería la verdad.
No estaba segura de lo que quería ni de lo que esperaba oír, pero quería escuchar lo que él tenía que decir, quería mirarlo a los ojos y entender. Esta vez no iba a dejarlo escaparse sin hablar porque si no lo lamentaría.
Tenía que aclarar aquella historia, cerrarla si era necesario para poder seguir, para permitirse a sí misma volver a amar y dejarse amar sin temores y sin esperarlo más.
Porque ahora lo sabía, durante muchos años se había detenido en la última mañana juntos, esperando que ese Lucian, el que parecía amarla como a su propia vida,  volviera a ella.

Lucian había intentado concentrarse en su trabajo, pero tenía dolor de cabeza y no creía que fuera por el golpe sino por el estrés que le causaba la situación,  los pensamientos daban vueltas en su cabeza y parecían serpientes mordiéndose la cola, sin importar lo mucho que pensara no encontraba solución.
Cualquier atisbo de tranquilidad se evaporó cuando su secretaria le anuncio que  Claire estaba allí y pedía verlo.
No estaba preparado mentalmente para verla , pero no tenía opción.
-¿No trabajas hoy, doctora? – preguntó cuando ella entró y se paró frente a él, ni siquiera se molestó en levantarse, la vio pestañear confundida como si no hubiera esperado aquel recibimiento.
-¿Por qué? – preguntó ella directamente y no demostró el desconcierto que sentía porque él volviera a llamarla doctora y tener esa actitud entre fría y cínica al dirigirse a ella.
-A qué se refiere..
-Deja los juegos , Lucian. Estoy preguntando por qué me besaste…por qué pasó lo que pasó anoche.
-¿Tengo que explicártelo? - preguntó elevando una ceja.
-Sí, quiero una explicación- le exigió y él se puso de pie para acercársele.
-Tienes treinta años , no es tan complicado, soy hombre, tenía ganas y estabas a mano.- le dijo fríamente.
-No te creo.
-Eso es problema tuyo, no mío.
-Es problema de ambos , Lucian. No parecía un juego, parecías  interesado de verdad- dijo ella  y utilizó la palabra interesado porque no encontraba otra más inocua.
Él se le acercó como si fuera una presa que acechar y aquella actitud la obligó a retroceder hasta chocar contra la pared.
El hombre apoyó  la mano contra la pared junto a  su cabeza, cercándola, y bajó la cabeza para hablarle bien cerca.
- Han pasado los años, pero sigues siendo igual de inocente. Pensé que si me acostaba contigo podría manejarte más fácil y deshacerme de tu molesta presencia. No malentiendas, no es que puedas perjudicarme, no tienes el poder necesario para enfrentarme, pero pareces un mosquito molesto y me está cansando. Un poco de sexo podría solucionarlo todo, ¿no crees? Te librarías de esa obsesión del pasado que tienes conmigo...
-Mientes – dijo ella pero su voz sonó temblorosa.
-¿Qué quieres escuchar, doctora? ¿Que te amo locamente?- preguntó haciendo que sus palabras sonaran a burla.
-Quiero la verdad, y como dijiste tengo treinta años...lo de anoche, sé que no era eso que dices, la forma en que me llamaste.
-¿Claire? ¿Es tan fácil hacerte caer? ¿Acaso basta con decir tu nombre y ya puedo meterte en mi cama?¿ Eres así con todos o sólo conmigo? – preguntó y ella alzó la mano para pegarle pero la detuvo, agarró su muñeca y la sujetó contra la pared.
-No voy a dejar que me golpees, no me gusta...
-Anoche te dejaste pegar por mí, ¿también eso era falso? – le preguntó nerviosa.
-Servía a mis fines, pero ya cambié de planes, doctora. Así que no pienso dejarme golpear por una mujer como tú. Aunque si sigues interesada en el sexo, podría pensarlo – le dijo acercando su cara a ella como si fuera a besarla. Claire apartó el rostro y él se rió , pero no la soltó.
Estaban en aquella extraña posición cuando el padre de Lucian entró a la oficina y los interrumpió.
-Vaya, así que se trata de esto – dijo el hombre e inmediatamente Lucian cambió de posición, sosteniendo a Claire de la muñeca la quitó de la pared y la  ocultó tras de sí, escudándola con su cuerpo.
- Estoy ocupado ahora padre, hablemos después.
-Ya veo que estás ocupado, pero quiero hablar ahora contigo. Ella puede quedarse- dijo el hombre y sin saber por qué, Claire se estremeció. Podía percibir la tensión entre padre e hijo.
- Vete Claire – dijo Lucian de repente y la llevó hasta la puerta.
-Pero...
-Vete ya, por favor – insistió y la sacó de la oficina.
Claire había ido por respuestas, pero en cambio había obtenido más preguntas. Porque la forma en que él la había escudado tras él al entrar su padre, la había desconcertado más, sobre todo porque había visto como cambiaba de actitud y expresión radicalmente.
Estaba burlándose pero luego se había puesto serio y se había interpuesto entre ella y Cristian Crow como si temiera que pudieran dañarla. Y en ese instante tanto como cuando la había arrastrado fuera de la oficina ella había percibido en él la misma aura que la noche anterior, había sinceridad en sus actos.
Ahora tenía una nueva pieza del rompecabezas, ¿cuál era el verdadero Lucian y qué escondía?

Mientras ella se marchaba intentando descifrar la verdad, en la oficina de Lucian se llevaba a cabo un nuevo enfrentamiento que la tenía como protagonista , aunque ella no lo supiera.
-¿Qué te trae aquí? – preguntó Lucian a su padre.
-Ya veo que no puedo sacarla de tu vida, diviértete con ella si es lo que quieres....pero ya una vez te dije que no iba a dejar que te casaras.
- Nunca hable de casarme.- contestó.
-No juegues conmigo. Yo sé cómo te controla esa mujer.
-Padre, estoy siendo sincero, jamás la cargaría con el peso de ser tu nuera. No lo merece- dijo y el otro hombre sonrió. Luego tiró en el escritorio el sobre que llevaba.
-Quizá te interesen – dijo Y Lucian sacó las fotos que contenía. Eran imágenes de la noche anterior, de él  entrando y saliendo de la casa de Claire.
En las primeras parecían abrazados, aunque en realidad ella lo estaba ayudando por que aún iba mareado por los golpes.
Como fuera se los veía juntos, en una situación muy intima. Las de la salida eran más elocuentes aún, porque él tenía la ropa desarreglada.
-¿Y?- preguntó a su padre aunque imaginaba que se traía entre manos.
-Voy a publicarlas, Lucian. ¿Qué crees que pasara con la credibilidad de ella? Te combate de día y te recibe de noche...creo que eso sería un buen titular.
-Siempre has sido bueno para los chantajes, padre – le dijo y como cada vez que lo llamaba padre la palabra sonaba más a insulto que a otra cosa.
-Sólo cuando no me dejas opción
-Aunque debo reconocer que has sido un buen maestro -contestó él y abrió un cajón de su escritorio, sacó un sobre similar al que le había dado su padre y lo puso delante de él.
-También tú deberías mirar, quizá te interese.- dijo imitándolo y el hombre tomó el sobre.
Eran fotografías de él reunido con distintos políticos y también con gente cuya reputación no era muy limpia.
Aquellas imágenes claramente lo involucraban con el mundo criminal y  también mostraba sus actos corruptos con los funcionarios de distintos sectores del gobierno.
-¿Guardabas esto?
-Sólo por si acaso, siempre me enseñaste que es mejor tener armas con que atacar, ¿verdad? Creo que estas fotos resultarán mucho más interesantes para las noticias, más aún si puedo enriquecerlas con pruebas y testimonios. ¿Tú que crees? ¿Es más importante con quien me acuesto o darles la razón a todos aquellos que creen que eres un delincuente?
-Si yo caigo, tú caes...
-Si ese es el precio, lo pago con gusto – contestó con desprecio.
-¿Esa mujer te importa tanto como para perderlo todo?
-Sí . Y antes que te molestes en registrar mi oficina y mi casa, las fotos originales están a buen resguardo, igual que todas las pruebas que tengo contra ti.
-¿Crees que puedes ganarme? Sigues siendo un cachorro...
-Nunca me importo ganarte, sólo quiero detenerte. Evitar que dañes a quien amo.
-¿Y cómo va a terminar esta historia? ¿De verdad crees en los finales felices? Suponiendo que no puedas dejarla ir, que hagas todo por recuperarla y  que ella regrese a ti, ¿cuánto crees que durará?  Tu mundo y el de ella son muy diferentes, no podrá soportar lo que eres y va a dejarte tarde o temprano, igual que tu madre preferirá matarse antes que quedarse. – le dijo y sus palabras sacaron a flote todas las heridas de Lucian, sin embargo no lo demostró. Sonrió  aunque sus ojos tenían una mirada fría.
-Ya lo sé. Por eso no voy a traerla a mi lado, ni la llevaré a mi mundo, sólo me encargaré de proteger el suyo.
-¿De verdad crees que puedes ser tan noble? Llevas doce años obsesionado con ella, llegado el momento harás cualquier cosa por tenerla, aunque signifique destruirla tú mismo. Es tu naturaleza, tal como la del escorpión...- le dijo y se marchó.
Cuando su padre se fue, Lucian recordó la vieja fábula donde un escorpión pedía a una rana que lo cargara en su espalda para cruzar el río, la rana se negaba alegando que la picaría y la mataría. El escorpión respondía que aquello era una estupidez, ya que si llegara a picarla ambos se ahogarían. Sin embargo, al llegar al medio del río picaba a la rana. Ante el reclamo de ella mientras se hundían ambos, el escorpión respondió que no había podido evitarlo pues era su naturaleza.
Lucian se preguntó si aquello sería verdad, si su camino había estado torcido desde el inicio y al final sería el quien más daño le haría a Claire.

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