Cuando Lucian se
fue, Claire se acurrucó en el sillón y se puso a llorar.
No podía
entenderse a sí misma, no podía creer que lo hubiera dejado llegar tan lejos,
pero cuando la había besado, había sentido que era lo correcto, que algo se
completaba dentro de ella.
Había notado la
desesperación y necesidad masculina y la había hecho bajar la guardia sentir
que él la necesitaba a ella, sólo a ella. Y le había correspondido de la misma
manera.
Era una locura,
había estado a punto de hacer el amor
con Lucian Crow dejándose llevar en un arrebato de pasión.
Lloró porque
había hecho mal, lloró porque tenerlo tan cerca había sido demasiado bueno,
lloró porque estaba absolutamente perdida.
Al salir de la
casa de Claire, el aire nocturno fue como un golpe, el cuerpo aún le temblaba
de deseo.
Esa noche había
cometido todos los errores posibles, había quitado a los guardaespaldas, había
perdido el control sobre sus emociones y casi le había hecho el amor a Claire
sobre un sillón, como un loco.
Y lo peor de
todo que había dejado al descubierto las emociones que llevaba ocultando doce
años.
Llamó a los
guardaespaldas para que vinieran a custodiar la casa y luego pidió un taxi para
regresar. Había dejado su auto fuera del hospital y de todos modos, no estaba
en condiciones de conducir, se sentía embriagado. Sus sentidos estaban colmados
de Claire, su aroma, su sabor, su calidez, la textura de su piel.
Y no podía
olvidar que ella había respondido. Sin dudas, él había forzado la situación y
había sido una noche extraña para ambos, pero durante unos momentos, ella le
había respondido, aquello lo había descontrolado más.
Al llegar a su
casa, se metió bajo la ducha para refrescarse el cuerpo y aclararse las ideas,
tenía que pensar en el control de daños, tal como lo hacía cada vez que su
empresa enfrentaba una crisis, sólo que ahora se relacionaba con su vida
personal.
Se había quedado
dormida cerca de la madruga y se sentía como si fuera ella quien había recibido
la golpiza, por suerte no le tocaba trabajar ya que había estado de guardia el
día anterior. Necesitaba tiempo para rearmarse después de lo sucedido, pero
Claire tenía un par de cosas en claro.
Lo primero,
aunque odiara reconocerlo, era que no había clausurado la historia con Lucian,
quizá porque no habían tenido un final limpio, quizá porque jamás había
entendido aquella cruel ruptura.
Lo segundo
estaba estrechamente relacionado, una vez había lo había dejado ir sin pedirle
explicaciones por su comportamiento. Eso le había costado años de analizar una
y otra vez las situaciones vividas, las palabras dichas. Se había pasado mucho
tiempo hurgando es sus recuerdos para saber qué había salido mal o cuáles eran
las señales que no había visto.
Nunca había
obtenido una conclusión que la satisficiera, siempre quedaban cabos sueltos.
Era adulta
ahora, y no iba a dejar que los fantasmas
del pasado la espantaran.
Quería saber por
qué Lucian había actuado así la noche anterior, por qué la había defendido, por qué la había besado, por
qué había pronunciado su nombre como si fuera lo más preciado que tenía.
Ella había
sentido que era sincero, que su deseo y su necesidad eran auténticos, por eso
no había podido evitar responderle y enredarse en aquella pasión que se había
desatado entre ellos.
No iba a
quedarse con la duda otros doce años, quería saber, quería la verdad.
No estaba segura
de lo que quería ni de lo que esperaba oír, pero quería escuchar lo que él
tenía que decir, quería mirarlo a los ojos y entender. Esta vez no iba a
dejarlo escaparse sin hablar porque si no lo lamentaría.
Tenía que
aclarar aquella historia, cerrarla si era necesario para poder seguir, para
permitirse a sí misma volver a amar y dejarse amar sin temores y sin esperarlo
más.
Porque ahora lo
sabía, durante muchos años se había detenido en la última mañana juntos,
esperando que ese Lucian, el que parecía amarla como a su propia vida, volviera a ella.
Lucian había
intentado concentrarse en su trabajo, pero tenía dolor de cabeza y no creía que
fuera por el golpe sino por el estrés que le causaba la situación, los pensamientos daban vueltas en su cabeza y
parecían serpientes mordiéndose la cola, sin importar lo mucho que pensara no
encontraba solución.
Cualquier atisbo
de tranquilidad se evaporó cuando su secretaria le anuncio que Claire estaba allí y pedía verlo.
No estaba
preparado mentalmente para verla , pero no tenía opción.
-¿No trabajas
hoy, doctora? – preguntó cuando ella entró y se paró frente a él, ni siquiera
se molestó en levantarse, la vio pestañear confundida como si no hubiera
esperado aquel recibimiento.
-¿Por qué? –
preguntó ella directamente y no demostró el desconcierto que sentía porque él
volviera a llamarla doctora y tener esa actitud entre fría y cínica al
dirigirse a ella.
-A qué se
refiere..
-Deja los juegos
, Lucian. Estoy preguntando por qué me besaste…por qué pasó lo que pasó anoche.
-¿Tengo que explicártelo?
- preguntó elevando una ceja.
-Sí, quiero una
explicación- le exigió y él se puso de pie para acercársele.
-Tienes treinta
años , no es tan complicado, soy hombre, tenía ganas y estabas a mano.- le dijo
fríamente.
-No te creo.
-Eso es problema
tuyo, no mío.
-Es problema de
ambos , Lucian. No parecía un juego, parecías
interesado de verdad- dijo ella y
utilizó la palabra interesado porque no encontraba otra más inocua.
Él se le acercó
como si fuera una presa que acechar y aquella actitud la obligó a retroceder
hasta chocar contra la pared.
El hombre
apoyó la mano contra la pared junto
a su cabeza, cercándola, y bajó la
cabeza para hablarle bien cerca.
- Han pasado los
años, pero sigues siendo igual de inocente. Pensé que si me acostaba contigo podría
manejarte más fácil y deshacerme de tu molesta presencia. No malentiendas, no
es que puedas perjudicarme, no tienes el poder necesario para enfrentarme, pero
pareces un mosquito molesto y me está cansando. Un poco de sexo podría
solucionarlo todo, ¿no crees? Te librarías de esa obsesión del pasado que
tienes conmigo...
-Mientes – dijo
ella pero su voz sonó temblorosa.
-¿Qué quieres
escuchar, doctora? ¿Que te amo locamente?- preguntó haciendo que sus palabras
sonaran a burla.
-Quiero la
verdad, y como dijiste tengo treinta años...lo de anoche, sé que no era eso que
dices, la forma en que me llamaste.
-¿Claire? ¿Es
tan fácil hacerte caer? ¿Acaso basta con decir tu nombre y ya puedo meterte en
mi cama?¿ Eres así con todos o sólo conmigo? – preguntó y ella alzó la mano
para pegarle pero la detuvo, agarró su muñeca y la sujetó contra la pared.
-No voy a dejar
que me golpees, no me gusta...
-Anoche te
dejaste pegar por mí, ¿también eso era falso? – le preguntó nerviosa.
-Servía a mis
fines, pero ya cambié de planes, doctora. Así que no pienso dejarme golpear por
una mujer como tú. Aunque si sigues interesada en el sexo, podría pensarlo – le
dijo acercando su cara a ella como si fuera a besarla. Claire apartó el rostro
y él se rió , pero no la soltó.
Estaban en
aquella extraña posición cuando el padre de Lucian entró a la oficina y los
interrumpió.
-Vaya, así que
se trata de esto – dijo el hombre e inmediatamente Lucian cambió de posición,
sosteniendo a Claire de la muñeca la quitó de la pared y la ocultó tras de sí, escudándola con su cuerpo.
- Estoy ocupado
ahora padre, hablemos después.
-Ya veo que
estás ocupado, pero quiero hablar ahora contigo. Ella puede quedarse- dijo el
hombre y sin saber por qué, Claire se estremeció. Podía percibir la tensión
entre padre e hijo.
- Vete Claire –
dijo Lucian de repente y la llevó hasta la puerta.
-Pero...
-Vete ya, por
favor – insistió y la sacó de la oficina.
Claire había ido
por respuestas, pero en cambio había obtenido más preguntas. Porque la forma en
que él la había escudado tras él al entrar su padre, la había desconcertado
más, sobre todo porque había visto como cambiaba de actitud y expresión
radicalmente.
Estaba
burlándose pero luego se había puesto serio y se había interpuesto entre ella y
Cristian Crow como si temiera que pudieran dañarla. Y en ese instante tanto
como cuando la había arrastrado fuera de la oficina ella había percibido en él
la misma aura que la noche anterior, había sinceridad en sus actos.
Ahora tenía una
nueva pieza del rompecabezas, ¿cuál era el verdadero Lucian y qué escondía?
Mientras ella se
marchaba intentando descifrar la verdad, en la oficina de Lucian se llevaba a
cabo un nuevo enfrentamiento que la tenía como protagonista , aunque ella no lo
supiera.
-¿Qué te trae
aquí? – preguntó Lucian a su padre.
-Ya veo que no
puedo sacarla de tu vida, diviértete con ella si es lo que quieres....pero ya
una vez te dije que no iba a dejar que te casaras.
- Nunca hable de
casarme.- contestó.
-No juegues
conmigo. Yo sé cómo te controla esa mujer.
-Padre, estoy
siendo sincero, jamás la cargaría con el peso de ser tu nuera. No lo merece-
dijo y el otro hombre sonrió. Luego tiró en el escritorio el sobre que llevaba.
-Quizá te
interesen – dijo Y Lucian sacó las fotos que contenía. Eran imágenes de la
noche anterior, de él entrando y
saliendo de la casa de Claire.
En las primeras
parecían abrazados, aunque en realidad ella lo estaba ayudando por que aún iba
mareado por los golpes.
Como fuera se
los veía juntos, en una situación muy intima. Las de la salida eran más
elocuentes aún, porque él tenía la ropa desarreglada.
-¿Y?- preguntó a
su padre aunque imaginaba que se traía entre manos.
-Voy a
publicarlas, Lucian. ¿Qué crees que pasara con la credibilidad de ella? Te
combate de día y te recibe de noche...creo que eso sería un buen titular.
-Siempre has
sido bueno para los chantajes, padre – le dijo y como cada vez que lo llamaba
padre la palabra sonaba más a insulto que a otra cosa.
-Sólo cuando no
me dejas opción
-Aunque debo
reconocer que has sido un buen maestro -contestó él y abrió un cajón de su
escritorio, sacó un sobre similar al que le había dado su padre y lo puso
delante de él.
-También tú
deberías mirar, quizá te interese.- dijo imitándolo y el hombre tomó el sobre.
Eran fotografías
de él reunido con distintos políticos y también con gente cuya reputación no
era muy limpia.
Aquellas
imágenes claramente lo involucraban con el mundo criminal y también mostraba sus actos corruptos con los
funcionarios de distintos sectores del gobierno.
-¿Guardabas
esto?
-Sólo por si
acaso, siempre me enseñaste que es mejor tener armas con que atacar, ¿verdad?
Creo que estas fotos resultarán mucho más interesantes para las noticias, más
aún si puedo enriquecerlas con pruebas y testimonios. ¿Tú que crees? ¿Es más
importante con quien me acuesto o darles la razón a todos aquellos que creen
que eres un delincuente?
-Si yo caigo, tú
caes...
-Si ese es el
precio, lo pago con gusto – contestó con desprecio.
-¿Esa mujer te
importa tanto como para perderlo todo?
-Sí . Y antes
que te molestes en registrar mi oficina y mi casa, las fotos originales están a
buen resguardo, igual que todas las pruebas que tengo contra ti.
-¿Crees que
puedes ganarme? Sigues siendo un cachorro...
-Nunca me
importo ganarte, sólo quiero detenerte. Evitar que dañes a quien amo.
-¿Y cómo va a
terminar esta historia? ¿De verdad crees en los finales felices? Suponiendo que
no puedas dejarla ir, que hagas todo por recuperarla y que ella regrese a ti, ¿cuánto crees que
durará? Tu mundo y el de ella son muy
diferentes, no podrá soportar lo que eres y va a dejarte tarde o temprano,
igual que tu madre preferirá matarse antes que quedarse. – le dijo y sus
palabras sacaron a flote todas las heridas de Lucian, sin embargo no lo
demostró. Sonrió aunque sus ojos tenían
una mirada fría.
-Ya lo sé. Por
eso no voy a traerla a mi lado, ni la llevaré a mi mundo, sólo me encargaré de
proteger el suyo.
-¿De verdad
crees que puedes ser tan noble? Llevas doce años obsesionado con ella, llegado
el momento harás cualquier cosa por tenerla, aunque signifique destruirla tú
mismo. Es tu naturaleza, tal como la del escorpión...- le dijo y se marchó.
Cuando su padre
se fue, Lucian recordó la vieja fábula donde un escorpión pedía a una rana que
lo cargara en su espalda para cruzar el río, la rana se negaba alegando que la
picaría y la mataría. El escorpión respondía que aquello era una estupidez, ya
que si llegara a picarla ambos se ahogarían. Sin embargo, al llegar al medio
del río picaba a la rana. Ante el reclamo de ella mientras se hundían ambos, el
escorpión respondió que no había podido evitarlo pues era su naturaleza.
Lucian se
preguntó si aquello sería verdad, si su camino había estado torcido desde el
inicio y al final sería el quien más daño le haría a Claire.
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