Angeles caìdos Saga de Mary Jo Putney

Desde hace mucho tiempo habìa querido hablarles sobre esta autora y sobre la saga que màs me ha gustado de ella: Àngeles caìdos. Con esta saga empecè mis andanzas en el mundo de la novela de època y quizàs por ello (como suele suceder) la considero mi autora favorita en el gènero històrico y esta saga se situa en el nùmero uno de mi top ten no siendo desplazada aun.

 

Una chica me la pasò y la verdad no la leì de inmediato, mi mundo era harlequinesco y nadie me lograba sacar de allì, un dìa le di una oportunidad puesto que estaba sola en la oficina y sin internet asì que la empecè a leer y no pude despegarme, una cosa llevò a la otra y me leì toda la saga, si bien, mi favorita es la primer historia las otras no desmerecen en nada.

 

 

Mary Jo Putney es una autora en toda la extensiòn de la palabra, excelentemente documentada, dialogos àgiles, entretenidos, atrayentes acorde con historias que escritas de otra manera resultarìan pesadas, personajes perfectamente definidos y profundos. Nos sumerge en la epoca, en los sucesos del momentos que para nada aburren, ella los toma y logra que querramos saber màs aunque en la escuela la materia de historia no haya sido nuestra favorita (En mi caso debo decir que no era asì, a mì me gustaba esa materia y deduzco lo mismo para muchas de ustedes ¿o no, chicas?) De todas formas la historia se centra en el romance y lo va tejiendo maravillosamente.

 

¿Quienes son estos Angeles caìdos? debo admitir que el tìtulo fue lo primero que màs me llamò la atenciòn. Empecemos por la primer parte de la saga.

 

NICHOLAS EL CONDE GITANO

Los habitantes de un pueblo minero son víctimas de la miseria y la opresión. En Gales, a principios del siglo XlX, la vida es en general difícil, pero la buena o mala disposición de la aristocracia local puede representar una gran diferencia. Consciente de ello, Clare Morgan, la maestra del pueblo, decide elevar una súplica al conde de Aberdare, un noble de sangre gitana y pésima reputación. El conde accede a sus ruegos, pero pone una condición: Clare deberá convivir con él durante tres meses. Y ella, dispuesta a todo por salvar a los suyos, acepta el reto. Debía elegir entre su honra y el bienestar de su pueblo.



 

Parece tener un argumento de lo màs comùn ¿verdad? De ahì la sorpresa que me llevè. En eso estriba tener la habilidad del buen escribir, tomar lo rutinario, lo simple y convertirlo en algo totalmente nuevo, distinto. Màs adelante espero poder reseñar las historias una a una.

 

RAFAEL DUQUE DE CANDOVER

Tras la derrota de Napoleón en Waterloo, la paz aún está en peligro; el riesgo de una guerra que devastaría Europa es cada vez más real. Por ello es imprescindible que María Bergen, la condesa Janos, siga utilizando sus encantos e informe de sus descubrimientos a Londres.

Pero en realidad, ¿es una condesa húngara, una lady inglesa o una princesa italiana? Lo cierto es que ni siquiera sus superiores en el Foreign Office lo saben. Como tampoco saben si ha decidido abandonar su misión por "cansancio" o porque forma parte de la conjura y es una traidora.

 

UN HOMBRE DE CUALIDADES EXCEPCIONALES
De Rafael Whitbourne, Rafe para los íntimos, duque de Candover para la buena sociedad- se dice que posee la belleza de un dios guerrero y la capacidad de seducción de un diablo. Pero son habladurías, la reputación de un hombre que rechaza el amor porque años atrás una joven hermosa como flor de primavera le rompió el corazón. En realidad es un hombre de mundo, atrevido con las mujeres, valiente en la lucha, implacable ante la deslealtad. Y precisamente por eso se ve ahora en el trance de seducir a la espía más hermosa que jamás conoció la corte francesa... sin caer en la red de su hermosura.

 

UNA DAMA ENIGMÁTICA Y PELIGROSA
De la condesa Janos se dice que es capaz de sonsacar a embajadores y ministros; que nadie, ni nobles ni clérigos, es capaz de sustraerse a sus encantos. Pero, tras haber sobrevivido a mil peligrosas aventuras e interpretado un sinfín de papeles, ahora tendrá que recurrir a todo su talento para superar con éxito la misión que le ha impuesto el destino...



 

 

LUCIEN CONDE DE STRATHMORE

Napoleón ha dejado tras de sí una Europa que se sacude en medio de alianzas y pactos, de conflictos fronterizos, de amenazas de acciones militares. La diplomacia juega un papel importantísimo, y también, tras ella, el mundo oculto del espionaje. Un joven y atrevido conde es el jefe de los servicios secretos ingleses. En su camino tropieza con una mujer, una pieza más del rompecabezas; alguien, aunque él no quiera reconocerlo, que será capaz de despertar las dormidas emociones de su corazón.

 

¿DONCELLA? ¿TABERNERA? ¡ESPÍA!
Kit Travers maldijo en silencio. ¿Quién iba a sospechar que aquel disfraz de doncella despertaría el instinto sexual del desconfiado, intrigante y bastante bebido Roderick Harford? Y ¿quién iba a suponer que sería el mismísimo conde de Strathmore quien evitaría en última instancia la agresión? En el Londres de 1814 proliferaban como pocas veces antes las intrigas y las pequeñas conjuras, y ser espía no era cosa fácil para una mujer de noble cuna. Ella lo sabía, empezaba a comprobarlo en las propias carnes.

 

CON LICENCIA PARA... SEDUCIR
De Lucien, el conde, también llamado Lucifer, las mujeres decían que su hermosura era diabólica; tan atractivo era él como inalcanzable su corazón. Esa cualidad, la de seductor, y la condición de miembro destacado de la nobleza le abrían las puertas de los clubes más restringidos, le permitían confraternizar con conspiradores y delatores, algo realmente útil para su misión: desenmascarar a un temible espía.

 

SIR MICHAEL KENYON

Cuando Catherine Melbourne, hija y esposa de oficiales, percibió que entre ella y el oficial y caballero Michael Kenyon nacía un amor imposible decidió alejarse, huir, resistirse. No sabía, ciertamente, que el destino es capaz de vencer cualquier voluntad.

 

UN SUEÑO INALCANZABLE
Siguió al ejército inglés por España en la guerra contra el francés y acompañó a Wellington durante la batalla de Waterloo. Se llamaba Catherine Melbourne y era la esposa de un oficial de caballería. Era conocida como "santa Catherine", pues atendía a los heridos, confortaba a los moribundos y consolaba a los vivos. Y a pesar de su gran hermosura, de una belleza embriagadora, nunca permitió que ningún hombre se le acercara con la palabra "amor" en los labios.

 

UN DESEO PROHIBIDO
Michael Kenyon lo sabía. Sabía que no podía esperar amor de aquella mujer de ojos verde mar y presencia turbadora. Sabía que debía apartarse de ella, olvidar que le debía la vida y ver en aquella mujer sólo, como mucho, una amiga. Pero, vencido Napoleón, de vuelta a Londres, Catherine se verá obligada a pedirle un favor casi imposible a su "amigo" Michael. De nuevo el destino unirá sus vidas, quizá, quién sabe, para siempre.

 

Estos cuatro son los originales Àngeles caìdos, conforme vamos leyendo sabemos por que la amistad entre estos cuatro hombres es tan fuerte y ùnica. Hay tres historias màs que giran en torno a amigos de los cuatro, pero aunque son buenas y se leen facilmente, a mi parecer no superan las cuatro historias originales. Mary Jo Putney tiene distintas sagas incluida una màgica que quizàs mi sis Nata ya haya leìdo. Yo recomiendo ampliamente a esta mujer, escribe magnificamente y estoy segura no se arrepentiràn de leerla y menos si inician con los Angeles Caidos. Si desean obtenerlos en España es fàcil bajo editorial Titania o dense una vuelta por la red, estoy 100% segura que los hallaràn.

 

Una descripciòn de sus personalidades por parte de Michael y que se registra en su libro: Arcoiris Roto en una conversaciòn con Catherine.

 

- Y, ¿cómo son tus amigos?. -Él sonrió.

- Imagínate un enorme y largo muro que cierra el camino hasta donde uno puede ver en ambas direcciones. Si Nicholas llegara a él, se encogería de hombros y decidiría que no necesita ir por ahí. Rafe buscaría hasta localizar a quienquiera que fuera el encargado del muro y se las arreglaría para pasar. Lucien encontraría algún modo furtivo de pasar por debajo o por un lado sin ser visto.

- ¿ Y tú?

- Como un carnero loco en primavera – sonrió tristemente -, arremetería contra el muro golpeándolo con la cabeza hasta que se cayera.