sábado, 24 de noviembre de 2012

La elección 9°



Azize rechinó los dientes cuando vio al grupo de mujeres que la esperaba en el Salón de las Damas. Aquel lugar había sido construido con vistas al jardín, siempre había sido un lugar exclusivo para el ocio de las damas nobles y a la joven princesa no le gustaba. No tenía amigas entre aquellas mujeres, de hecho muchas eran esposas e hijas de enemigos políticos, al acercarse a ellas tuvo la sensación de meterse en un nido de serpientes.

Charlaban amenamente, algunas de ellas tenían bordados en las manos, otras sostenían libros y algunas tocaban melodías tradicionales con instrumentos de cuerda.
-Su Alteza …- saludaron al verla entrar y se pusieron de pie para hacer una respetuosa reverencia.
-Es un placer que nos acompañe.- dijo una y Azize sólo inclinó la cabeza y sonrió plácidamente.
Se unió a ellas y durante un rato participó en su charla vana. Añoraba tener cerca a sus primas, o a alguna amiga con quien pudiera sincerarse, no le gustaba cuidar cada gesto y cada palabra. Era agotador.
-Es un honor que, siendo una recién casada, se haga tiempo para estar con nosotras – comentó una y la joven adivinó las malas intenciones en aquellas palabras.
-Es parte de mi deber, estar junto a mis súbditos y saber qué piensan- dijo ella remarcando sus palabras.
-Imagino que su esposo ha de estar muy ocupado, por eso lo vemos tan poco en Palacio…- agregó otra.
-Sí, está muy ocupado encargándose de mantener el reino a salvo de los enemigos, es una tarea ardua, pero es muy capaz…no es vano ha blandido su espada en nuestra defensa durante tantos años- contestó y creyó ver palidecer a alguna de ellas. Seguramente imaginaban la espada de Cian en el cuello de sus conspiradores esposos.
- No creo que esté tan ocupado, mi esposo lo vio anoche en “La casa de las Flores” – dijo una de ellas mientras daba unas puntadas en un bordado. La Casa de las Flores era el nombre con el que se conocía el prostíbulo de lujo de la ciudad, Azize sintió que las palabras eran una puñalada pero su rostro no delató su turbación.
-Según creo su esposo es un asiduo visitante, ¿verdad? – contestó sólo por devolverle el golpe , aunque sabía que era inútil. No podía librarse de aquellas palabras, aquella mujer acababa de ganarle y todas lo sabían.
Sólo se quedó unos minutos más y luego se excuso.
-Mis disculpas, pero tengo importantes asuntos de Estado que atender…ser la futura Reina no es fácil, no puedo dejar que nada se escape…-dijo intencionalmente y las mujeres entendieron su indirecta. Aquello no lo olvidaría.
Se levantó con elegancia y altivez,  y se quedó parada más de la cuenta, obligando a las otras a pararse y hacer la reverencia más tiempo de lo usual. Luego se retiró, y trató de ignorar las risas sofocadas que escuchó al partir.
Las palabras de aquella mujer le habían dolido físicamente, ahora entendía que su esposo no tuviera urgencia de que ella cumpliera sus deberes maritales, se sentía humillada y furiosa.
El comportamiento de él le había dado a aquellas mujeres un arma para herirla, odiaba eso.
Era una princesa, la heredera al trono y sin embargo su esposo prefería a una prostituta. Aunque ella ya lo sabía, sabía que su inexperiencia le desagradaba y le producía rechazo, no debía sorprenderle que no la viera  como mujer, sin embargo seguía temblando al pensarlo.
-Su Alteza…- la llamó la joven sirvienta al verla llegar a su habitación en tal estado.
-Estoy bien, llama a mi esposo…dile que quiero verlo, que vaya a la sala de conferencias de mi padre – ordenó y la chica asintió y se retiró a cumplir su orden. Azize se apoyó contra la pared intentando serenarse.

Cuando Cian recibió el mensaje de Azize, supo que algo andaba mal. Además la princesa lo convocaba a la sala de conferencias, no a sus habitaciones privadas con lo que era claro que ella estaba marcando límites, no era la misma clase de invitación que la última vez.
Se apresuró a ir, al entrar la vio de espaldas, parada en medio de la sala. A pesar de que ella se erguía intentando sacar provecho a cada centímetro de su altura, tuvo la sensación de que se veía muy pequeña.
-Su Alteza…-saludó y se inclinó levemente, entonces ella se volvió hacia él,  su mirada estaba oscurecida.
-¿Estás aquí?
-Sí, ¿qué necesita?
-Hay algo que debo aclarar contigo…
-Dígame, escucho. ¿Sucedió algo?
-Como el Príncipe Consorte…tienes la opción de tener una concubina si así lo deseas, así que espero que elijas ese camino y no que vayas a un prostíbulo donde cualquiera puede verte…
-¿Perdón? – preguntó sorprendido, no había esperado aquello.
-Como dije, tal vez pensaste que no me enteraría o tal vez no te importó. Pero esta mañana una de las mujeres de la corte se regocijó informándome que anoche  habías estado en  La Casa de las Flores. Ni siquiera le importó decir que su esposo iba allí con tal de humillarme…y lo logró. No me importa a quién metas en tu cama, pero espero que protejas mi orgullo…
-¿De verdad no importa a quién meta en mi cama?- preguntó enfadado porque ni siquiera le daba la oportunidad de explicarse.
-No, no me importa…
-¿Tan importante es su orgullo? – preguntó él.
-Sí, mi orgullo es lo único que tengo y no permitiré que sea pisoteado por tu culpa. Es todo lo que tenía para decir…-  finalizó y  pasó a su lado.
-Quédese allí  Su Alteza, podrá haber terminado con lo que quería decir…pero yo no.- le dijo y ella se dio vuelta furiosa.
-No me interesa escuchar, ya escuché demasiado por hoy.
-Pero va a escuchar…- le dijo y se acercó a ella, Azize retrocedió y Cian la tomó de los hombros para inmovilizarla.
-Sé muy bien cuál es mi lugar y cuando acepté casarme fue también una promesa de cuidar su honor y orgullo. No haría nada que la perjudique, no tomaré una concubina, ni tampoco frecuentaré prostíbulos…y si anoche fui allí, es por una muy buena razón, que no tiene nada que ver con acostarme con una mujer…- dijo enfadado , Azize lo ignoró y forcejeó para soltarse de su agarre, pero él no la soltó – Este es un matrimonio arreglado, pero aún así, Princesa, pensé que confiaba en mí…
-¡Suéltame!
-Cuando escuché toda la historia, es mejor que lo sepa, no iba a contarle porque pensaba solucionarlo por mi cuenta, pero es mejor que lo sepa…Siéntese y escuche- le ordenó y la llevó hasta un sillón.
-Puedo sentarme sola – protestó y se sentó. Cian se acuclilló a su lado para ponerse a su altura.
-Por ridículo que suene, fui allí a cazar espías…- empezó a decir y le contó lo sucedido.
-¿Es verdad? – preguntó ella cuando él terminó de hablar.
-Tendrá que confiar en mí, pero lo comprobará en poco tiempo, tan pronto vuelvan a reunirse y los atrapemos.
-Esperaré ese día.
-¿No va a creerme entonces?
-Sí, te creo. Es la historia más inverosímil que escuché…pero cosas más raras pasan en la corte y la verdad es que no eres un mentiroso, nunca lo has sido.- aseveró ella en voz baja, como si le costara decirlo.
-Al menos sabe eso de mí. Espero que la próxima vez me pregunte, odio que me juzguen sin pruebas y sin darme oportunidad de  defenderme –le dijo serio y ella se puso de pie.
-Yo espero que no haya próxima vez….- le dijo y sin más se marchó.
Ella se aferraba a su orgullo y él a su honor, ¿a dónde iba a llevarlos eso?

4 comentarios:

  1. Omo, ella tiene razón, pero él tambien..yo me quedo mordiendome las uñas (bueno, metaforicamente por que me las acabo de pintar jaja) por saber que sigue...

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  2. Me gustó muchísimo!!! Aaaay ya quiero saber que sigue, no tardes Nata. Estuvo increíble como de costumbre :)

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  3. Eso es!!! Con dos pares de ovarios bien puestos!!!!!! Que no se diga que las mujeres en aquella época no podían sacar los dientes!!!!

    Pero es cierto, deben de darse el apoyo mutúo sino.... ups!!!!!! Quiero más!!!!!

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  4. ¡¡¡Por fin puedo comentar!!! jajaja
    Jo de verdad que los dos tienen muuuuuuuuuuucho orgullo, pero lo bueno es que lo hablaron... bueno lo discutieron jajaja.
    Saludos

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