Azize rechinó los dientes cuando vio al grupo de
mujeres que la esperaba en el Salón de las Damas. Aquel lugar había sido construido
con vistas al jardín, siempre había sido un lugar exclusivo para el ocio de las
damas nobles y a la joven princesa no le gustaba. No tenía amigas entre
aquellas mujeres, de hecho muchas eran esposas e hijas de enemigos políticos,
al acercarse a ellas tuvo la sensación de meterse en un nido de serpientes.
Charlaban amenamente, algunas de ellas tenían bordados
en las manos, otras sostenían libros y algunas tocaban melodías tradicionales
con instrumentos de cuerda.
-Su Alteza …- saludaron al verla entrar y se pusieron
de pie para hacer una respetuosa reverencia.
-Es un placer que nos acompañe.- dijo una y Azize sólo
inclinó la cabeza y sonrió plácidamente.
Se unió a ellas y durante un rato participó en su
charla vana. Añoraba tener cerca a sus primas, o a alguna amiga con quien
pudiera sincerarse, no le gustaba cuidar cada gesto y cada palabra. Era
agotador.
-Es un honor que, siendo una recién casada, se haga
tiempo para estar con nosotras – comentó una y la joven adivinó las malas
intenciones en aquellas palabras.
-Es parte de mi deber, estar junto a mis súbditos y
saber qué piensan- dijo ella remarcando sus palabras.
-Imagino que su esposo ha de estar muy ocupado, por
eso lo vemos tan poco en Palacio…- agregó otra.
-Sí, está muy ocupado encargándose de mantener el
reino a salvo de los enemigos, es una tarea ardua, pero es muy capaz…no es vano
ha blandido su espada en nuestra defensa durante tantos años- contestó y creyó
ver palidecer a alguna de ellas. Seguramente imaginaban la espada de Cian en el
cuello de sus conspiradores esposos.
- No creo que esté tan ocupado, mi esposo lo vio
anoche en “La casa de las Flores” – dijo una de ellas mientras daba unas
puntadas en un bordado. La Casa de las Flores era el nombre con el que se
conocía el prostíbulo de lujo de la ciudad, Azize sintió que las palabras eran
una puñalada pero su rostro no delató su turbación.
-Según creo su esposo es un asiduo visitante, ¿verdad?
– contestó sólo por devolverle el golpe , aunque sabía que era inútil. No podía
librarse de aquellas palabras, aquella mujer acababa de ganarle y todas lo
sabían.
Sólo se quedó unos minutos más y luego se excuso.
-Mis disculpas, pero tengo importantes asuntos de
Estado que atender…ser la futura Reina no es fácil, no puedo dejar que nada se
escape…-dijo intencionalmente y las mujeres entendieron su indirecta. Aquello
no lo olvidaría.
Se levantó con elegancia y altivez, y se quedó parada más de la cuenta, obligando
a las otras a pararse y hacer la reverencia más tiempo de lo usual. Luego se
retiró, y trató de ignorar las risas sofocadas que escuchó al partir.
Las palabras de aquella mujer le habían dolido físicamente,
ahora entendía que su esposo no tuviera urgencia de que ella cumpliera sus
deberes maritales, se sentía humillada y furiosa.
El comportamiento de él le había dado a aquellas
mujeres un arma para herirla, odiaba eso.
Era una princesa, la heredera al trono y sin embargo
su esposo prefería a una prostituta. Aunque ella ya lo sabía, sabía que su
inexperiencia le desagradaba y le producía rechazo, no debía sorprenderle que
no la viera como mujer, sin embargo seguía
temblando al pensarlo.
-Su Alteza…- la llamó la joven sirvienta al verla llegar
a su habitación en tal estado.
-Estoy bien, llama a mi esposo…dile que quiero verlo,
que vaya a la sala de conferencias de mi padre – ordenó y la chica asintió y se
retiró a cumplir su orden. Azize se apoyó contra la pared intentando serenarse.
Cuando Cian recibió el mensaje de Azize, supo que algo
andaba mal. Además la princesa lo convocaba a la sala de conferencias, no a sus
habitaciones privadas con lo que era claro que ella estaba marcando límites, no
era la misma clase de invitación que la última vez.
Se apresuró a ir, al entrar la vio de espaldas, parada
en medio de la sala. A pesar de que ella se erguía intentando sacar provecho a
cada centímetro de su altura, tuvo la sensación de que se veía muy pequeña.
-Su Alteza…-saludó y se inclinó levemente, entonces
ella se volvió hacia él, su mirada
estaba oscurecida.
-¿Estás aquí?
-Sí, ¿qué necesita?
-Hay algo que debo aclarar contigo…
-Dígame, escucho. ¿Sucedió algo?
-Como el Príncipe Consorte…tienes la opción de tener
una concubina si así lo deseas, así que espero que elijas ese camino y no que
vayas a un prostíbulo donde cualquiera puede verte…
-¿Perdón? – preguntó sorprendido, no había esperado
aquello.
-Como dije, tal vez pensaste que no me enteraría o tal
vez no te importó. Pero esta mañana una de las mujeres de la corte se regocijó informándome
que anoche habías estado en La Casa de las Flores. Ni siquiera le importó
decir que su esposo iba allí con tal de humillarme…y lo logró. No me importa a
quién metas en tu cama, pero espero que protejas mi orgullo…
-¿De verdad no importa a quién meta en mi cama?-
preguntó enfadado porque ni siquiera le daba la oportunidad de explicarse.
-No, no me importa…
-¿Tan importante es su orgullo? – preguntó él.
-Sí, mi orgullo es lo único que tengo y no permitiré
que sea pisoteado por tu culpa. Es todo lo que tenía para decir…- finalizó y
pasó a su lado.
-Quédese allí
Su Alteza, podrá haber terminado con lo que quería decir…pero yo no.- le
dijo y ella se dio vuelta furiosa.
-No me interesa escuchar, ya escuché demasiado por
hoy.
-Pero va a escuchar…- le dijo y se acercó a ella,
Azize retrocedió y Cian la tomó de los hombros para inmovilizarla.
-Sé muy bien cuál es mi lugar y cuando acepté casarme
fue también una promesa de cuidar su honor y orgullo. No haría nada que la
perjudique, no tomaré una concubina, ni tampoco frecuentaré prostíbulos…y si
anoche fui allí, es por una muy buena razón, que no tiene nada que ver con
acostarme con una mujer…- dijo enfadado , Azize lo ignoró y forcejeó para
soltarse de su agarre, pero él no la soltó – Este es un matrimonio arreglado,
pero aún así, Princesa, pensé que confiaba en mí…
-¡Suéltame!
-Cuando escuché toda la historia, es mejor que lo
sepa, no iba a contarle porque pensaba solucionarlo por mi cuenta, pero es
mejor que lo sepa…Siéntese y escuche- le ordenó y la llevó hasta un sillón.
-Puedo sentarme sola – protestó y se sentó. Cian se acuclilló
a su lado para ponerse a su altura.
-Por ridículo que suene, fui allí a cazar espías…-
empezó a decir y le contó lo sucedido.
-¿Es verdad? – preguntó ella cuando él terminó de
hablar.
-Tendrá que confiar en mí, pero lo comprobará en poco
tiempo, tan pronto vuelvan a reunirse y los atrapemos.
-Esperaré ese día.
-¿No va a creerme entonces?
-Sí, te creo. Es la historia más inverosímil que
escuché…pero cosas más raras pasan en la corte y la verdad es que no eres un
mentiroso, nunca lo has sido.- aseveró ella en voz baja, como si le costara
decirlo.
-Al menos sabe eso de mí. Espero que la próxima vez me
pregunte, odio que me juzguen sin pruebas y sin darme oportunidad de defenderme –le dijo serio y ella se puso de
pie.
-Yo espero que no haya próxima vez….- le dijo y sin
más se marchó.
Ella se aferraba a su orgullo y él a su honor, ¿a dónde
iba a llevarlos eso?
Omo, ella tiene razón, pero él tambien..yo me quedo mordiendome las uñas (bueno, metaforicamente por que me las acabo de pintar jaja) por saber que sigue...
ResponderEliminarMe gustó muchísimo!!! Aaaay ya quiero saber que sigue, no tardes Nata. Estuvo increíble como de costumbre :)
ResponderEliminarEso es!!! Con dos pares de ovarios bien puestos!!!!!! Que no se diga que las mujeres en aquella época no podían sacar los dientes!!!!
ResponderEliminarPero es cierto, deben de darse el apoyo mutúo sino.... ups!!!!!! Quiero más!!!!!
¡¡¡Por fin puedo comentar!!! jajaja
ResponderEliminarJo de verdad que los dos tienen muuuuuuuuuuucho orgullo, pero lo bueno es que lo hablaron... bueno lo discutieron jajaja.
Saludos