viernes, 17 de agosto de 2012

Pequeña Leona 13°



Bastian Cavendish miró a su secretaria de arriba abajo
-¿Esa es tu idea de ropa de fiesta , Leoncito? – preguntó con cierto reproche en la voz.
-No es una fiesta, usted lo dijo, es un cóctel en la embajada y tiene que ver con negocios, y yo asistiré como su asistente me parece adecuada, sí, muy adecuada – le respondió intentando sonar segura.
La verdad era que no tenía mucha ropa, y aquella falda negra plisada y la camisa blanca le habían parecido una buena elección, pero ahora bajo la mirada escrutadora de su jefe se sentía bastante insulsa.

-De hecho no es adecuada...
-Lo lamento por usted, si quiere puedo quedarme, vaya solo.
-Claro que no, pero si al menos ...quiero decir esa falda llega casi a tus rodillas y la camisa no tiene forma alguna...
-Ya le dije. Vaya solo. No tengo tiempo de cambiarme, ni quiero hacerlo, si quería que me vistiese de alguna manera determinada debió haberlo dicho antes.
-Como si me hubieras hecho caso... – respondió él.
-Nunca pensé que le molestara mi vestuario – dijo ella pensando en la forma casual que vestía cada día. Cavendish jamás había hecho un comentario.
-No me molesta, sólo que hoy es una ocasión especial.
-Bueno, vámonos, será mejor que lleguemos temprano.- dijo ella y en un gesto casi ausente se acomodó la ropa.
-De acuerdo, Leoncito, vámonos, yo te sigo – dijo Bastian pero cuando ella salió de la oficina la puerta se cerró de golpe tras ella y la chica sintió un sonido de tela rasgándose. Intentó girarse pero se dio cuenta que su falda había quedado atrapada por la puerta que en ese momento fue abierta por Bastian quien sostenía un pedazo de tela negra.
-¡Ups! Parece que tu falda se rompió – dijo y la chica descubrió horrorizada que su falda estaba agujereada en forma irreparable, tomó la tela con ambas manos para cubrirse y miró enfurecida a su jefe. Aquello era sospechoso, muy sospechoso.
-¿Lo hizo a propósito, verdad?
-Fue un accidente – contestó él levantando el trozo de tela y sonriendo de una forma que lo hacía ver cualquier cosa menos inocente.
-No le creo…es el accidente más extraño que me ha sucedido, y soy muy creativa teniendo accidentes – contestó ella.
-Me temo que tu falda ha muerto.
-Lo siento mucho por usted que la quería tanto, pero ahora no podré acompañarlo…o bien puedo pasear mi ropa interior por la embajada y demostrar como tener un jefe como usted arruina el buen juicio de una persona.
-Tengo una idea mejor, vámonos – dijo él y la agarró de la mano mientras sacaba su celular del bolsillo.
-¡¿Qué hace…?! – preguntó Leo y lo escuchó hablar por el celular mientras la arrastraba consigo.
-¿Violet? Soy yo, Bastian, necesito uno de tus vestidos..
-Ni se le ocurra – musitó Leo por lo bajo, pero él la ignoró.
-Algo para un cóctel en la embajada, algo sencillo, elegante, con toque sexy…estilo Audrey Hepburn estaría bien…¿El talle? Es para mi Leoncito, ¿la recuerdas, verdad?. Sí ya vamos para allá – dijo y luego colgó.
-¡No quiero que me compre un vestido! ¡Vaya solo!
-Shhh, sube al auto, iremos de camino, ya deja el berrinche o llegaremos tarde – le dijo y le abrió la puerta del auto mientras la empujaba suavemente para que dejara de resistirse. Leo no tuvo más remedio que entrar mientras seguía aferrando con fuerza los lados de su falda rota.
En pocos minutos llegaron a la tienda de Violet, la que habían visitado antes cuando Bastian había tenido el ataque de comprador compulsivo.
Bajó del auto y se acercó a abrirle la puerta a Leo.
-Llegamos, Leoncito, baja – le indicó y ella sacudió la cabeza en un gesto de negación- ¿De verdad no vas a acompañarme? Dejarás que vaya solo y hunda mi imagen hasta el fondo de la ignominia…hoy tengo un humor un poco travieso, ¿quién sabe lo que puedo hacer sin supervisión? – la provocó y ella giró los ojos y soltó un suave bufido. Luego descendió del auto mientras seguía aferrando su ropa.
-Bienvenidos, ya tengo todo listo – dijo Violet saliendo a recibirlos apenas entraron a la tienda.
-Gracias – contestó Bastian y la mujer le echó un vistazo a Leonora, la joven aún sostenía con fuerza su falda desgarrada.
-¡Oh querida! Ven conmigo – exclamó la mujer y se llevó a Leonora con ella hacia la zona de los probadores, al irse la chica le dirigió una mirada entre enfadada y de desesperación a su jefe, él sólo la saludó con la mano.
Leonora se miró en el espejo, seguía siendo ella, sólo que una versión pulida, una que le costaba reconocer.
El vestido era tal como lo había pedido su jefe, sencillo y elegante. Era negro, sin mangas,  escote bote, corto pero sin exagerar, ajustado a su cuerpo pero sin llegar a ser vulgar, tenía unas flores rojas bordadas en un hombro lo que le daba un toque distintivo. Además le habían recogido el cabello, lo que resaltaba su cara. Leonora no recordaba cuando se había visto tan bien, mejor dicho creía que nunca se había vestido así, al menos estaba segura de que nunca había usado una prenda tan cara como aquella.
Se miró una vez más al espejo, juntó coraje y salió.
Bastian y Violet estaba conversando y ambos se giraron a verla cuando salió.
-¡Estás preciosa!-exclamó Violet juntando las manos efusivamente.
-Te ves bien, Leoncito – dijo él .
-¿Eso es todo Bastian? Puedes hacer un cumplido mucho mejor – lo regañó  Violet.
-Me temo que si le digo lo que en realidad pienso, o no me creerá o saldrá huyendo – dijo él mirando con intensidad a Leonora y ella se sonrojó.
-No le hagas caso, Leonora, te ves encantadora- le dijo la mujer.
-Gracias, es el vestido...- musitó ella bajando la cabeza.
-Vamos o se nos hará tarde – dijo Bastian , se acercó a ella y le tomó la mano para salir de la tienda.Ella intentó soltarse, pero él entrelazó sus dedos y no la dejó.
Cuando reabrió la puerta para que entrara al auto, se inclinó sobre ella y le susurró.
-No es el vestido, Leonora, eres tú...-  a la chica no se le ocurrió ni una respuesta ingeniosa.
Unos minutos antes de llegar, Cavendish se giró para mirarla.
-Dime, Leoncito, ¿no valió la pena el sacrificio de tu falda?
-No lo creo, no me gusta que me compre ropa....
-No lo compré, sabía que no lo aceptarías, Violet nos lo prestó, así que asegúrate que no le ocurra ningún accidente...debemos devolverlo.
-Si usted no ayuda a cerrar la puerta atrapando mi ropa, estoy segura que estará a salvo – contestó ella y en el fondo lamentó no poder quedarse con aquel hermoso vestido.

Cuando entraron al salón de recepciones de la embajada, Leonora se obligó a sí misma a mantener la boca cerrada, el lugar era  muy bello, la decoración, la gente, todo exudaba un lujo al que no estaba acostumbrada. Su jefe, en cambio, parecía sentirse a sus anchas, aunque una vez más ella había notado aquel ligero cambio de actitud, como si la capa de banalidad se desvaneciera y apareciera otro Bastian Cavendish.
Sin embargo el encanto era el mismo, se dedicó a saludar a varios de los invitados, la presentó como su asistente, y la sorprendió una vez más hablando francés fluidamente.
Leonora aprovechó que desempeñaba un papel secundario y se dedicó a observar a su jefe, fuera lo que fuese Bastian Cavendish, era innegable su habilidad social, tenía una increíble facilidad para interactuar con los demás y caerles bien.
Solo en un momento lo vio perder aquel encanto y fue cuando alguien mencionó algo sobre su familia, incluso ella captó la mala intención en el comentario y percibió como Bastian se tensaba. Sin pensarlo dos veces, intervino.
-Señor – lo llamó tocándole el brazo- lo buscan, el empresario francés con el que estamos cerrando el trato  quiere hablarle unos minutos – dijo y lo sacó de aquel grupo de gente.
Él saludó y la siguió dócilmente.
-¿Dónde está ese hombre? – preguntó y Leo se dio vuelta culpable, pero él le sonreía.
-Yo...
-Gracias, Leoncito, eres una guardaespaldas formidable. Ahora, en lugar de buscar a alguien que no existe, vayamos a comer unos bocadillos y beber algo...eso es lo que hace que valga la pena venir a estos lugares.
-¿Y los negocios? –preguntó ella.
-Ya hemos hecho suficiente, he mostrado la cara y conseguido algunos contactos importantes – dijo él y le mostró orgulloso varias tarjetas de negocios que llevaba en el bolsillo.
-¿Ya quiere irse?- preguntó ella.
-Ya te dije , primero vamos a comer...y luego escapamos.
-Creí que le gustaban las fiestas – dijo Leonora.
-No creas todo lo que escuchas, puede traerte problemas – le dijo él guiñándole un ojo , pero sus palabras quedaron dando vuelta en la cabeza de la joven.






























5 comentarios:

  1. SE ME HACE QUE ESA FRASE VA A SALIR A RELUCIR MUY PRONTO. LEONCITO COMO SIEMPRE DE EFICIENTE JAJA, YA QUIERO MAS.

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  2. Tu falda ha muerto????? jajajajaa ay sis me rei mucho con eso, que travieso jefe y oculta muchas cosas eh... kiero saber wiii

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  3. Jo, cada vez se pone mas interesante jijiji.

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  4. buena historia me ha gustado

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  5. Muy divertido capítulo... esperando el siguiente! :)

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