lunes, 6 de agosto de 2012

No creo en las novelas de amor 1° parte



No creo en las novelas de amor
Capítulo 1
“La peor prisión es un corazón cerrado”
Juan Pablo II

Taly revoleó el libro de tapas rosas que tenía en las manos, el aburrimiento la había llevado a leerlo pero semejante sarta de tonterías la enfureció.
¿Qué clase de historia era esa? .¿De verdad alguien esperaba que las lectoras se sintieran identificadas con aquellos personajes?
En primer lugar la protagonista era una tonta rematada, sin mencionar que tenía una belleza extraordinaria. Aquello la hizo examinarse a sí misma a la luz de las descripciones que acababa de leer.
No había punto de comparación, pensó Taly, ella era una mujer totalmente común.
Sus dientes no estaban chuecos ni nada, pero definitivamente no parecían “perlas resplandecientes” y jamás sería la protagonista de un comercial de pasta dental.
Su pelo  estaba bastante bien pero  no era una “larga cortina de seda “ y definitivamente no poseía los colores del atardecer, apenas si en el castaño había un reflejo cobrizo que rara vez se notaba, mejor dicho que nadie excepto ella sabía que existía.
La mujer siguió con el auto escrutinio.
La protagonista tenía ojos que eran “pozos de fascinación del color del cielo” ¡Por Dios! ¿Quién podía tener ojos así?, los suyos, escondidos tras las gafas eran grandes y comunes ojos marrones ,que más allá  de la miopía, cumplían su función básica, permitirle ver el mundo sin tener ningún efecto de fascinación sobre los demás.
Su boca, bueno eso era lo mejor que tenía, de labios generosos y bien delineados que sin embargo no  eran la “fuente del pecado” como los de la mujer de la novela.
Por último su figura, la chica de la novela usaba deslumbrantes vestidos de fiesta que dejaban al galán boquiabierto. Definitivamente eso estaba fuera de sus límites, medía un metro sesenta, sus piernas no eran  “inacabables columnas”, ni su cintura era “leve como una mariposa”, de hecho no había un solo abdominal marcado en toda su estructura. Era delgada, pero normal, más que normal y no había la más mínima posibilidad de confundirla con una modelo.
Luego, los pensamientos de Taly se dedicaron a estudiar al protagonista masculino .¿Dónde existían esos hombres? porque en sus treinta años de vida , ella nunca había visto a un hombre así..”intensamente masculino con cuerpo de dios griego”..Nunca  después de la adolescencia, mientras admiraba a los chicos de los cursos superiores, un hombre “le había quitado el aliento”.
¿Y por qué diablos los “héroes” eran siempre ricos y extranjeros?
Eran además diestros estrategas que planificaban extravagantes planes para ganar el corazón de la chica en cuestión, sin mencionar que eran destructivamente sexies y que a pesar de ser la presa codiciada por todas las mujeres eran extremadamente fieles.
¡Ja, quién podía creerse eso!.Ella no.
Además, estaban las circunstancias en que se conocían, ¿no podían ser acaso más verosímiles? ¿Algo como compañeros de escuela o conocerse en un baile?, la mayoría de sus amigas habían conocido así a sus maridos.
¿Y la pasión? Parecía que los protagonistas tenían sobredosis de hormonas y vivían sobre un volcán que estallaba ante la más mínima provocación. La chica de la novela decía buen día y lo próximo era que la arrastraban  a la cama más cercana, en caso de que hubiera una, para que “el experto amante” la elevara al séptimo cielo. Eso no pasaba en la vida real, al menos nunca le había pasado a ella.
Definitivamente  era demasiado práctica y sabía, a ciencia cierta, que jamás despertaría pasiones , o entraría a un cuarto “haciendo que todos los presentes se volvieran a mirarla”
¿Y los finales felices? ¿Es que aquellas autoras no habían leído sobre los índices de divorcio?
Tuvo un repentino deseo de volver a tomar el libro  y arrancarle hoja por hoja para evitar que alguna incauta lo leyera...
“No creo en la novelas de amor “ se dijo a sí misma y decidió ocupar su tiempo en algo más productivo.
Se levantó con  esfuerzo pues un  grave esguince la tenía casi inmovilizada y buscó un libro de filosofía que había dejado cerca, no importaba que estuviese demasiado cansada, su cerebro necesitaba despejarse de tanta chatarra romántica.
-¿Se puede saber que estás haciendo Talulha?
La voz atravesó la habitación hasta resonar en los tímpanos de la mujer casi como si fuera el estruendo de una montaña derrumbándose y no era sólo el tono de voz lo que le molestaba sino el énfasis que su amiga había puesto al pronunciar su nombre “Talulha”
¿Qué Dios vengativo había poseído a su madre para que le pusiera aquel nombre extravagante? Algo más para despreciar a las novelas románticas, de una ellas su madre había sacado aquel nombre
Demás estaba decir que era totalmente inadecuado, Talulha era perfecto para una seductora pelirroja pero no iba con ella, ni siquiera le quedaba el diminutivo que usaba: Taly.
Taly encajaba con una rubia delicada  y suave, toda dulzura como el sonido T.A.L.Y, no, no iba con ella pero era mejor que cargar con aquel otro totalmente exótico e inapropiado.
Se volvió hacia su amiga con los ojos castaños brillando furiosos, era injusto que una amiga usara una debilidad en contra nuestra.
-TE HE DICHO QUE NO ME LLAMES ASÍ…- exclamó
-¿No es tu nombre acaso? – respondió la otra burlona mientras se acercaba y recogía el libro que estaba en el suelo
-Susana, deja ya de atormentarme…tengo demasiado con mi madre, y con esta pierna y con…
-No te da vergüenza desatar tu mal carácter contra un pobre libro inocente
-¡Ja, inocente! .Si tú hubieras leído lo que dice te indignarías tanto como yo…
-Lo he leído, ¿o te olvidas a quien pertenece? –preguntó con tono de censura mientras elevaba sus cejas como si quisiera intimidar a una niña traviesa
-¡Oh Susana! lo siento, es que estar aquí sin moverme ha desatado lo peor de mi y encima ese tipo de lectura, no debí dejarme tentar …no es para mí.
-¿Las novelas de amor no son para ti? ¿Y quién leyó hasta saber de memoria los diálogos de Cumbres Borrascosas?
-No hay  punto de comparación…Heathcliff no se parece en nada a esos hombres insípidos y además la novela no tiene un final feliz.
-¡¿Te gusta porque no tiene un final feliz?! ¡Por todos los cielos Taly!
-Al menos no te engañan con toda esa felicidad edulcorada.
-¿Y qué me dices de Orgullo y Prejuicio ? También te encanta ese libro
-Describe muy bien a la sociedad Victoriana , es casi un estudio sociológico, y además es Jane Austen – aseveró como si con eso diera por zanjada la cuestión y no fuese necesario otro argumento
-Sinceramente no entiendo la diferencia, ¿es por qué la autora es inglesa y está enterrada desde hace mucho tiempo? ¿Eso la hace lectura respetable?.
-Tal vez, lo cierto es que reflejan los pensamientos y los sentimientos de una manera única.
-También lo hacen estas novelas Taly, el amor es amor y si le dieras la oportunidad verías cuan magníficas son estas autoras y como conmueven tu corazón.-expresó su amiga sacudiendo frente a ella el libro de tapas rosas.
-¿Su, no habías venido a tomar el té  y tal vez un poco de chismes? ¿O es que tu intención es hacerme sentir más miserable mientras me das un sermón?
-Supongo que a tomar el té, aunque te mereces el sermón, sobre todo por maltratar mi libro y menospreciar  lo que leo. No es malo tener ilusiones ¿sabes?
-Tampoco creo que sea bueno.- comentó pero al ver la mirada dolida de su amiga cedió-Está bien, prometo que volveré a considerarlo cuando un atractivo  semidiós griego o  árabe,  me mire con ojos de carnero degollado y se rinda a mis pies jurándome amor eterno.
-Taly, no deberías tentar al destino-aseveró Susana presintiendo que eso sólo atraería catástrofes para su amiga.
Talulha , sólo sonrió retadora. Si existía alguien capaz de atreverse a tentar al destino esa era ella., después de todo aquello en lo que no creemos no puede alcanzarnos .¿O sí?.





Capítulo 2

Si no recuerdas la más ligera locura en que el amor te hizo caer, no has amado.
William Shakespeare

Eran las tres de la tarde,  debido al calor nadie circulaba por las  calles y no había ningún negocio abierto  a excepción de la tienda de antigüedades.
Taly ya no aguantaba el encierro en su casa, así que  había convencido a su madre de que la dejara en la tienda de antigüedades, había prometido portarse bien y no hacer ningún esfuerzo que repercutiera en la curación de su pie. Aún tenía un apretado vendaje  que casi la inmovilizaba y  seguía con la indicación de un antiinflamatorio por día , pero seguir en “estado de reposo” la trastornaba.
La frase estado de reposo era sumamente desalentadora, le evocaban a una muerta o bien a una masa  en estado de reposo mientras se levaba para convertirse en galletas. Ella no quería ni  estar muerta ni ser galletas, así que necesitaba algo de normalidad, aunque “normalidad” consistiera en ser la única trabajando en todo el pueblo.
Necesitaba aire, mejor dicho aire familiar, un lugar donde ser ella misma. Ese lugar era la tienda que había heredado de su tía abuela  dos años antes, su refugio en el mundo.
Tenía un título universitario en arqueología, pero lo cierto era que no  ejercía actualmente, de hecho su madre seguía  recriminándole que hubiese elegido aquella carrera en lugar de ser una respetable abogada o doctora. Y Susana seguía bromeando acerca de que prefería las cosas muertas hace mil años a los vivos, “aunque no la admitas también eres una romántica “solía decirle mientras ella la miraba resentida.
Lo cierto era que luego de heredar la tienda, había decidido dedicarse a ella y había descubierto que eso la hacía feliz. Ocasionalmente escribía algún artículo, o daba algunas clases sobre arqueología pero no lo hacía a tiempo completo .Lo que no implicaba que hubiese abandonado su profesión, de hecho en un mes habría un Seminario en la capital y esperaba estar totalmente recuperada para poder asistir.
Además allí estaba rodeada de objetos preciosos, con contenían un testimonio de la  Historia.
Por lo pronto se ocuparía del inventario de la tienda, lo tenía pendiente y estar frente a la computadora no implicaba ningún esfuerzo, ni tampoco ningún peligro potencial para la mejoría de su esguince, sólo soportar el calor que la agobiaba aun con la ropa fina que llevaba puesta.
Se recogió el cabello atándolo  en un nudo detrás de la nuca, se había olvidado llevar un broche para sujetarlo, se quitó el único zapato que llevaba puesto en el pie sano, puso música clásica a bajo volumen y se dispuso a trabajar.
Aquello era lo más cercano a la felicidad perfecta, tranquilidad, suave melodía y tiempo para sí misma.


El auto de alquiler se detuvo mientras atravesaba el pueblo, se bajó  levantó el capó y trató de averiguar que andaba mal.
Nada, al menos nada que él pudiera identificar.
Subió y volvió a intentar hacerlo arrancar, primero sintió un ruido seco y luego un silencio mortal. Parecía ser el último aliento del motor. Cuando tuviera la oportunidad iba a apretar  el cuello del responsable de la agencia de alquiler. Era una suerte que el auto se hubiese arruinado en medio del pueblo y no en la solitaria ruta, al menos allí podría conseguir ayuda.
Bajó nuevamente y entonces se dio cuenta.
No había nadie, lo cual era lógico se dijo a sí mismo al percibir el calor abrasante de la  siesta, no había comercios abiertos, ni nadie que pasara por las calles.
Nadie.
¿Dónde se metía todo el mundo a esa hora?
El pensamiento de quedarse estancado allí lo enojó  por lo que le dio una patada al maldito auto, luego sonrió arrepentido. Él no tenía esas reacciones infantiles, él se dedicaba a resolver problemas con la mente fría. Tal vez el calor y el cansancio habían hecho mella en su sentido común.
Cerró bien el auto y  cruzó hacia la vereda buscando la frescura proporcionada por los árboles, entonces lo oyó, un suave tintineo traído por la brisa.
Caminó media cuadra atraído por el sonido hasta llegar a la puerta de una tienda de antigüedades, el sonido provenía de un llamador colgado en el umbral. Ningún negocio estaba abierto, por lo que no esperaba que aquel lugar lo estuviera, sin embargo, cuando movió el picaporte  la puerta se abrió y él entró.

Aquella tienda de antigüedades era diferente a cualquiera que hubiese visto antes. En general le parecían lugares lúgubres y abarrotados, sin importar cuan valiosos fueran los objetos o el prestigio de la tienda, siempre le daba la sensación de ahogo. En esta tienda en cambio se podía respirar, no encontraba otra forma mejor de describirlo, había mucha luz que entraba por las ventanas  principales y también por una ventanas  pequeñas en lo alto, casi junto al techo que parecían haber sido construidas con el propósito de alejar cualquier sombra. El ambiente, olía bien, no a viejo, y mientras avanzaba podía distinguir  extraños e invitadores reflejos que provenían de los objetos de vidrios multicolores y bruñidos metales. Y la música, suave música clásica que lo envolvía como un hechizo.
-¿Quién es? – preguntó una voz femenina y él miró hacia el escritorio que tenía frente a sí, al estar ensimismado apenas había recordado que allí debía haber alguien.
Alguien que pudiera ayudarlo.
La mujer levantó la vista y él tuvo la sensación, no podía estar seguro pues  ella llevaba anteojos, de que pestañeaba repetidas veces con incredulidad.
-Hola.¿Podría ayudarme? – preguntó él cortésmente y la mujer se levantó acercándosele. Rengueaba un poco y llevaba el pie vendado, por lo visto se había herido recientemente, sonrió mientras ella se acercaba pero  inesperadamente no se detuvo junto a él sino que lo ignoró y pasó a su lado.
Caminó hasta llegar a la puerta , se asomó investigando el exterior y luego  se volvió a mirarlo, por alguna extraña razón lucía enfadada.
-¿Dónde está Susana ? - preguntó y esta vez fue él  quien pestañeó confuso.
-¿Quién? – la interrogó a su vez.
-S. U.S.A.N.A – deletreó cuidadosamente como si él  fuera idiota.

“¡Esto es demasiado, fue muy lejos esta vez!” exclamó Taly contemplando furiosa al hombre que tenía frente a ella. Su amiga había llegado muy lejos para gastarle una broma.
Un rato antes había estado tan concentrada trabajando que no había notado la presencia de él hasta que lo había tenido casi frente a ella.
Era, bueno, cómo decirlo, lo único que le faltaba a aquel hombre era una etiqueta que mencionara el producto que anunciaba, porque parecía salido de una publicidad. De hecho ella había pestañeado varias veces, creyendo que era alguna clase de alucinación producto de la mezcla del calor de la tarde y los calmantes.
Pero no, era real y al comprender eso, también había comprendido que era una especie de venganza de Susana. Su mejor amiga había querido hacerle tragar las palabras que había dicho sobre las novelas románticas, el amor y los hombres guapos. ¿Pero quién pensaría que llegaría tan lejos como para contratar a alguien?:Porque Taly jamás había visto a aquel hombre en el pueblo , por lo que deducía que Susana lo había contratado de una agencia de modelos o algo así, ¿es qué acaso lo había pedido por catálogo? ¿Qué diablos pretendía? ¿Acaso no sabía que ella era totalmente inmune? ¿Y cómo sabía que estaba en la tienda?...Bueno en realidad eso lo debía haber descubierto con una llamada a su madre quien no era precisamente la reina de la discreción.
Mientras más lo pensaba, más se enfurecía, así que cuando le habló  a él, su voz parecía el ladrido de un perro furioso.
El hombre la miró confuso y pestañeó, tal vez carecía de cerebro.Era lógico que tanta belleza fuese equilibrada con una gran dosis de  estupidez, así que deletreó el nombre para que él entendiera.
Entonces él clavó su mirada en ella. Definitivamente no era una mirada de esas que derriten ni mucho menos una que “dejara traslucir la enorme admiración y la confusión que su belleza había causado alterando el corazón masculino”, tal como decían las novelas.
No , él la miraba como uno ve a los marsupiales en el zoológico, es decir ,como a un bicho raro.
Por lo visto su coeficiente era más bajo de lo que ella había sospechado en un principio o bien era un magnifico actor que intentaba que ella no descubriera la triquiñuela de su mejor amiga.
Por las dudas se acercó al Adonis contratado de Susana para aclarar todo y echarlo de su refugio de una buena vez.
-¿Perdón no comprendo de qué habla? – insistió él al verla acercarse
-Ya sabe, Susana, la mujer que lo contrató para qué viniera aquí
-Creo que está confundida- insistió él y ella creyó detectar un rastro de diversión en su voz aterciopelada.
-No. No suelo equivocarme ..- aseveró Taly pero el efecto de sus palabras fue desmentido por el hecho de que se enredó en la bonita alfombra persa que adornaba el piso y fue a parar contra el hombre. Sobre el hombre para ser exactos, pues en su caída lo arrastró a él  para caer pesadamente sobre el estómago masculino como un saco de papas. Lo sintió soltar el aire con un quejido y se imaginó que ella no era exactamente una pluma.
-¿Está bien?-preguntó él caballerosamente y ella se sintió más avergonzada aún
-Sí , sí – dijo e intentó levantarse, pero con su torpeza habitual y la poca movilidad que le permitía la posición y su pie herido, fracasó horriblemente. Al intentar incorporarse  le clavó el codo en las costillas, por suerte parecía bastante sólido pero ese no era el caso , y luego le dio un golpe en el ojo  ( una vez más oyó un leve quejido), finalmente en su apresuramiento por salir de arriba de él volvió a trastabillar. Afortunadamente el hombre se había alcanzado a sentar y la atrapó con lo que una vez más quedó sobre él.. Por suerte esta vez estaba sentada, lo que no lo hacía menos incómodo.
-Déjeme ayudarla, antes de que nos mate a los dos- dijo él y ella no pudo refutar aquella afirmación. Sólo movió la cabeza afirmativamente, mientras sentía que sus mejillas se ponían púrpura. Él se movió a un lado liberándose de su peso y la dejó  suavemente en el suelo, luego se incorporó y la levantó   poniéndola en pie como si fuera una muñeca.
No parecía haber hecho el más mínimo esfuerzo, por lo visto era fuerte y Taly agradeció en silencio que no hubiera sido él quien le cayera encima.
-Listo. Hemos sobrevivido- dijo con una sonrisa y ella sintió un enorme deseo de estrellarle en la cabeza un valioso jarrón chino que tenía muy cerca.
-Gracias-contestó escuetamente.
-¿Se lastimó más el pie? – preguntó pareciendo verdaderamente preocupado y ella recordó el esguince. Como él aún la sostenía por los codos no estaba segura de no haberse lastimado, así que pisó con fuerza para ver qué tal. Lo que le faltaba era haberse lastimado alguna otra parte.
-Estoy bien- dijo entonces y se alejó un poco lo que provocó que él soltara el delicado agarre.
-Me alegro, entonces tal vez ahora pueda ayudarme. Luego de que me crea que no sé quien es esa tal Susana.-  dijo el hombre y una vez más ella detectó la diversión en su voz. Vaya  qué bueno que él se divertía porque su  propio humor se volvía más negro a cada minuto que pasaba.
-Lo escucho –dijo ella aspirando fuertemente y se sintió como si fuera Napoleón rindiéndose frente a los enemigos.









Capítulo 3
Tenemos que aprender a no asombrarnos
de habernos encontrado, de que la vida pueda estar de pronto
en el silencio o la mirada.
                                                       
Julia Prilutzky

Taly había escuchado pacientemente el relato. Ahora sabía que él iba a la capital cuando su auto de alquiler se había descompuesto muy cerca de su tienda.
Y sabía que necesitaba ayuda.
En general ella hubiera ayudado a alguien en aquella situación, pero esta vez se sentía increíblemente tentada a negarse, sin embargo no podía pasar por alto que se lo debía.
Después de todo lo había juzgado equivocadamente, cosa que él no sabía y jamás se enteraría. Además también lo había golpeado, era una suerte que no le quebrase la nariz y que no tuviese un ojo negro, de hecho el hombre hasta podría acusarla de atacarlo. Por último, lo quería lejos , tan lejos como fuera posible (se negaba a analizar el por qué) y para que esto resultase así, era necesario que lo ayudara.
Sólo había un mecánico, ya que el otro había viajado -“muy oportuno” pensó Taly –, y no abriría su taller hasta dentro de un par de horas. Lo único que ella podía hacer, si quería deshacerse de aquel hombre , y definitivamente sí quería , era guiarlo hasta la casa de Lucas  para que le arreglara el auto lo más pronto posible.
-Muy bien, puedo decirle cómo encontrar al mecánico – dijo ella aunque su cara expresaba sus dudas
-¿Qué sucede? – preguntó notando su inquietud
-Lo cierto es que Lucas es muy buen mecánico pero poco afecto a trabajar en horas de descanso, así que le costará convencerlo de que repare su auto  en un horario no laborable.
-¿Pero si  usted se lo pide la escucharía, verdad?
-Supongo que sí…
-Entonces debe acompañarme
-Por si no se dio cuenta, no puedo caminar lejos y usted ya no tiene auto
-¡Vaya! Eso es verdad – dijo él con un gesto de incredulidad que resultaba cómico en aquel hermoso rostro masculino.
En algún lugar Taly tenía corazón pues acababa de darse cuenta pues iba a ceder. Iba a ayudar a aquel hombre.
-Tengo una idea, usted puede conducir mi auto.
-¿Me acompañará?- preguntó él y ella contestó de muy mala gana.
-Sí lo haré.
-Gracias- dijo él sencillamente y ella emitió un sonido semejante a un gruñido.
-Buscaré las llaves, el auto está al lado, en el garaje de mis vecinos. Sinceramente espero que sea un buen conductor , puede que sea una chatarra pero estoy encariñada – dijo ella mirándolo como una directora de escuela a un alumno malo.
-Soy muy buen conductor, le doy mi palabra de honor –contestó él medio sonriendo mientras ella tomaba las llaves del cajón de su escritorio.
-Vamos – ordenó y al pasar por su lado él tomó su mano y la obligó a apoyarse en su brazo.
-Caminará mejor si la ayudo y evitaremos que vuelva a caerse.
-No haga que me arrepienta de ayudarlo – dijo ella entre dientes  pero él no cedió.
-Prefiero mantenerla ilesa si  vuelve a lastimarse, dudo que me sirva de mucha ayuda.
Ella iba a contestar pero justo acababan de salir a la calle y el aire caliente la golpeó dejándola sin respuesta, definitivamente era muy mal día para pelear. Cerró el negocio y le dio las llaves del garaje que compartían con sus vecinos, unos minutos después el hombre estacionaba su  viejo auto blanco frente a ella.
Luego bajó y le abrió la puerta del acompañante mientras la ayudaba a subir. Taly agradeció que aquella herida suya fuese temporal, porque estaba convencida de que sería una persona muy mal agradecida, simplemente no aguantaba tanta atención.
-Bueno, usted guía…-dijo él y ella empezó a darle indicaciones.
-Podríamos tutearnos tanta formalidad me está matando…-dijo él mirándola de reojo
-A mi me gusta la formalidad…
-Soy Aidan, ¿y tú?.- se presentó él ignorando el comentario de ella.
-Soy Taly.
-Bonito nombre – comentó  y ella frunció el ceño hasta que sus cejas se juntaron.
-¿Qué dije ahora que te molestó? – preguntó Aidan notando su enfado.
-Apuesto que hubieras dicho lo mismo si hubiese contestado  que me llamaba Hermenegilda Gurmensinda Ruperta, eres esa clase de hombre -explicó y él disimuló la risa de forma poco exitosa.
-¿”Esa clase de hombre”?.Pareces conocerme bien, pero en realidad creo que ni siquiera yo hubiese podido decir que eran bonitos, mi caballerosidad tiene límites.¿Acaso te llamas Hermenegilda?- preguntó aún tentado
-Talulha..- musitó ella sin saber que la había hecho confesar su verdadero nombre. ¡Dios ese hombre la irritaba tanto que ni siquiera medía sus palabras!.Aunque en realidad quería ver su reacción.
-TALULHA… es más bonito aún, me gusta -repitió él lentamente y Taly sintió un nudo en el estomago, nadie jamás había pronunciado su nombre de esa manera, con una voz aterciopelada y una leve inflexión en las letras. Sonaba musical, maravilloso.
-Lo odio –dijo ella repentinamente.
-Vaya eso es batir mi propio récord, nadie me ha odiado en tan poco tiempo.
-No a usted…a ti…sino a mi nombre.
-Ahhhhh..A mi me parece original y suena muy bien. Es único…-dijo él entornando la mirada y ella nuevamente se sintió nerviosa
-Aidan , tampoco es común.
-Es irlandés, significa fuego –le explicó él.
-A la izquierda. – le dijo ella  interrumpiéndolo pues bajo ningún concepto quería asociar a aquel hombre al fuego, le parecía una asociación de lo más inconveniente.”El que juega con fuego…”
-¿Qué?
-Que dobles a la izquierda, allí está el taller.
-Ah, está bien. – accedió él y siguió las indicaciones de ella una vez más.
Unos minutos después Aidan observó como Taly convencía al mecánico de que le arreglara el auto. Aunque realmente eso no era convencer, ella simplemente no le dio otra opción, si debiera definirlo Aidan hubiese dicho que lo obligó. Casi llegó a compadecer al pobre hombre quien tras sobrevivir a las ordenes de Taly ,le pidió las llaves y le aseguró que lo tendría arreglado en un par de horas.
Por alguna razón él pensó que era de agradecer que esa mujer estuviera en una tienda de antigüedades, si se la imaginaba como abogada  en una corte o en algún puesto con poder, daba miedo.
Ella  se despidió del mecánico luego de darle una serie de recomendaciones y volvió a subir a su auto. Aidan saludó y nuevamente ocupó el lugar del conductor.
“¡Al fin!” pensó Taly contenta de poder deshacerse  de su acompañante, ahora sólo debía volver a su tienda mientras  él se marchaba. Había hecho su buena obra del día, sin embargo, su cuerpo se tensó cuando él habló.
-Tengo hambre, ¿hay algún lugar donde ir a comer algo? – preguntó al tiempo que ponía el auto en marcha.
-Sí , El Caffe Notte de Rita debe estar abierto…suele ponerse a cocinar a esta hora. –Indicó con un gesto de censura, nunca había entendido como alguien podía cocinar en plena siesta en uno de los veranos más calurosos de la historia. Pero aquella mujer amaba estar entre elementos de cocina y por ende,  siempre tenía el lugar abierto, si alguien quería comer entre las siete de la mañana y las  doce de la noche ella tenía las puertas abiertas. Si uno lo pensaba , aquel pequeño poblado estaba lleno de personajes excéntricos. Serían la delicia de cualquier novelista barato, y ella misma no era una excepción, era otro espécimen de aquella extraña fauna.
-¿Me indicas por dónde? – dijo él sacándola de su ensimismamiento.
¡Cielos! el hombre debía pensar que era retrasada, se tropezaba, se quedaba “colgada” en sus pensamientos.
-Sólo déjeme en mi tienda y luego le digo como llegar hasta  el Café.
-Pensaba invitarte algo, para agradecerte.
-No tengo hambre.
-¿Algo fresco para beber?
-No, gracias. Sólo lléveme de regreso.
-En realidad esperaba que me  acompañaras, porque temo perderme y no llegar a tiempo a recoger el auto. Te agradecería que me acompañaras hasta entonces
-¿Acaso tengo  pinta de guía turístico?- preguntó ella malhumorada .Eso  eran las consecuencias de hacer un favor, nunca era suficiente. Lo próximo sería darle alojamiento.
-No, al menos no uno muy  predispuesto .Pero  después del trabajo que te tomaste  en ayudarme sería una molestia que me pierda por ahí y termine vagando por el pueblo. También puedo quedarme en la tienda contigo aunque creo que mi estómago empezará a rugir dentro de poco.
-¿Desde cuando no comes? – preguntó ella sin ser conciente que pasaba del tú al usted  cíclicamente.
-No desayuné y creo que tampoco cené anoche antes de partir, tenía demasiadas cosas en mente.
Taly se preguntó si hombres como aquel se desmayarían por el hambre, porque con la suerte que traía era probable que lo hiciese y que ella tuviese que llevarlo a la rastra a algún lado. Y seguramente alguien la vería y  le preguntaría si ahora coleccionaba hombres en lugar de antigüedades o algún comentario por el estilo. Siempre había algún ingenioso  cerca cuando uno no lo necesitaba.
-¿Por dónde? – volvió a preguntar él con una sonrisa como si adivinara que acababa de claudicar.
-Dos cuadras derecho, luego una a la derecha y  después te digo como seguir..
-Entendido. ¿También vas a aceptar tomar algo?.-preguntó Aidan.
“Algo con mucho alcohol “pensó ella, pero no respondió eso.
-¿Nunca aprendió a no tentar su suerte?-  le preguntó a él.
- Te diste cuenta que si lo que digo te molesta me tratas de usted, lo que es la mayoría de las veces debo agregar.
-Shhh -  fue toda la contestación de Taly mientras él reía y no volvieron a hablar hasta llegar al Caffe Notte .

Rita los recibió encantada y, a pesar de ser una mujer mayor, más encantada aún miró a Aidan de los pies a la cabeza. Y también miró a Taly como si fuera necesario asegurarse que aquello era real, que él hombre existía y que estaba acompañando a Talulha.
Finalmente se sentaron en una mesa junto a la ventana mientras Rita iba deprisa a buscar pastel de pollo y otras exquisiteces.
-¿Segura que  no quieres nada más? –le preguntó Aidan a Taly haciendo referencia al jugo de naranjas que ella había ordenado.
-No- contestó ella , pero muy en el fondo temía que la tentadora comida de Rita la hiciera retirar sus palabras.
  Una de las cosas que todo ser humano debería aprender desde su temprana infancia es que las cosas siempre pueden ponerse peor, a esa conclusión llegó la mujer cuando vio espantada a su mejor amiga pasar por la vereda. Y su espanto creció cuando Susana la vio a ella…con él.
Miró por la ventana, miró a Taly  y luego a Aidan, volvió a mirar con los ojos extremadamente abiertos con una expresión que hubiese hecho reír a Talulha en otra ocasión. Luego hizo lo que cualquier mejor amiga  haría , entró al restaurante y se dirigió derecho a ellos, sin escalas, y con la misma gracia de un elefante en estampida.
-¡Taly! – exclamó falsamente sorprendida - ¡Qué gusto verte!¿Y a quién tenemos aquí?
-Aidan Diakos – se presentó él con una sonrisa , al tiempo que se ponía de pie para estrecharle la mano.
-Ah, mucho gusto, soy Susana, la mejor amiga de Taly. ¿Es griego?
-Mi abuelo –contestó él y Taly revoleó los ojos ¡Griego con irlandés! Vaya mezcla. No necesitaba ver a su amiga para saber que estaba pensando.
-Interesante, muy interesante – musitó Susana.
-Y usted es esa Susana – comentó él divertido
-¿Perdón?
-Ah, es que por alguna razón Taly pensaba que  tú, ¿puedo tutearte verdad? – preguntó y la mujer asintió encantada- ..que tú y yo nos conocíamos. Lo primero que preguntó cuando nos conocimos fue dónde estabas tú.
-¡Vaya!. Quiero escuchar esa historia-proclamó Susana y se sentó con ellos.
-Seguramente estás ocupada – dijo Taly con un aire amenazador que su amiga ignoró completamente.
-¡Claro que no!, nunca hay nada que hacer durante la siesta. Nunca pasa nada interesante, o eso creía – agregó por lo bajo y se dispuso a satisfacer su curiosidad mientras le sonreía inocentemente a Talulha..
Taly casi podía escuchar los pensamientos de su amiga. ¡“ Dios Griego”!, la frase le resonaba en la mente.



Capítulo 4

El amor, como ciego que es, impide a los amantes ver las divertidas tonterías que cometen.
William Shakespeare


¿Es qué a Susana nunca iban a acabársele las anécdotas humillantes sobre ella?.Una amiga jamás debería sacar a relucir las tonterías de la infancia y la adolescencia, menos frente a extraños, debiera haber una ley sobre ello. Pero por lo visto la memoria de su amiga era asombrosa, llena de recuerdos e historias  y además pensaba contárselas todas a Aidan.
¡El maldito hombre se reía sin disimulo!. Al principio había sonreído tímidamente, pero ahora reía a carcajadas.
Primero mataría a Susana, las amigas siempre estaban primero en la lista de prioridades, luego se encargaría de él.
-¿No hay ningún jeque árabe en tu árbol genealógico? – preguntó casualmente Susana, cuando hubo agotado las anécdotas sobre Taly. La mujer estaba segura de que su amiga que ya se imaginaba a Aidan con un turbante montando un corcel negro, lo que era aún peor, era que ella acababa de imaginárselo  así , no se animaba a levantar la vista así que le dio un buen sorbo a su bebida.
-No..creo que no…- dijo él mientras hacía gesto de pensar en ello.
-¡Vaya lástima! – exclamó Talulha destilando ironía, enojada por la imagen que había cruzado su mente unos minutos atrás.
-Aunque ya sabes cómo son estas cosas…-continuó el hombre mirando a Susana- siempre cabe la posibilidad de que sea adoptado y mi verdadero padre un jeque árabe, lo que me convertiría en un príncipe del desierto..-
-Entonces deberías hacer un viaje al Sahara, sólo para asegurarte –le dijo Taly.
-¡Taly!..qué pasa con tu humor hoy, estás insoportable.- la reprendió Susana.
-¿Entonces no es siempre así?- preguntó él como si Susana fuese su confidente.
-En realidad…es peor – confesó su amiga en voz baja  como si ella no estuviese presente y Taly gimió, mejor dicho gruñó.
-¡ES LA HORA! –exclamó Taly , luego de tener la maravillosa idea de mirar el reloj  de pared que estaba frente a ella, sobre la ventana principal.
-¿La hora?-preguntó Susana confusa mientras Aidan sonreía burlonamente pues había comprendido su estrategia.
-Sí hora de que tú vuelvas a tu vida hogareña y de que yo lleve al señor a  retirar su auto, así puede proseguir con su viaje. “Y salir de mi vida” –dijo la joven, aunque lo último sólo lo pensó, sin animarse a decirlo en voz alta, ya había sido demasiado grosera por un día.
-¡Oh!,¿ya debe irse?..es una pena… –exclamó Susana mirando a Taly.
¡Dios! Era odioso adivinar lo que una amiga pensaba, la frase “échatele encima y no lo dejes escapar “ estaba escrita en los ojos de Susana y Taly sólo quería escaparse antes de cometer algún crimen imperdonable.
-Sí , debo irme. Tengo que llegar a una reunión importante, pero ha sido un placer y me gustaría mucho volver a vernos- expresó Aidan a Su haciendo uso de todo su encanto.
“¡En tus sueños!” –pensó Talulah  y tuvo la sensación de que tanta agresividad la terminaría enviando a una consulta con el psicólogo o , peor ,a la cárcel.
-¡Esperen!- los interceptó Rita  mientras sostenía un pequeño paquete en la mano- Esto es para usted, ya que le gustó tanto y el viaje es largo, le preparé un poco de pastel de pollo para el camino…-dijo extendiendo a Aidan tímidamente el paquete
-Muchas gracias – contestó él con una sonrisa hechizante -¿Cuánto…?
-Nada, por supuesto. Es un placer ver a alguien comer con tanto gusto mi comida – respondió la mujer y Taly le dirigió una mirada reprobadora.
No recordaba que le hubiera regalado comida a nadie antes. ¡”Un placer verlo comer”, claro!.Rita no diría lo mismo si fuese un hombrecito regordete y calvo. Cierto que mientras Aidan la acompañaba a la salida era plenamente consciente de lo atractivo que era, y de lo mucho que distaba de ser un hombrecito calvo y regordete, maldito hombre, hasta comida gratis conseguía…y ella estaba atacada de hambre tras su heroico gesto de negarse a comer.
Tarde comprendía que el orgullo no servía para saciar el hambre, la próxima vez comería como un pac-man* , se atiborraría de comida  mientras él la miraría desconcertado.
“¿Próxima vez?” se preguntó a sí misma, claro que no habría próxima vez, estaba a punto de despacharlo bien lejos.
-¿Te ayudo? – preguntó Aidan cuando llegaron hasta el auto, ella caminaba con gran esfuerzo aunque lo disimulaba.
-Claro que no, puedo arreglármelas muy bien sola.- respondió aunque maniobrar para subir al auto, manteniendo un mínimo de elegancia, bueno si no elegancia  al menos un poco de equilibrio, era toda una odisea. Enredarse en una alfombra y caer sobre él era suficiente ridículo por un día.
-Es una pena – comentó él temerariamente y observó como ella mascullaba algo por lo bajo aunque no alcanzó a oírlo.
Lo cierto era que hacía mucho tiempo que Aidan no se divertía tanto, aquella mujer era muy particular  y de no haber tenido asuntos urgentes que atender, se habría quedado un tiempo más en aquel pueblo. La comida era deliciosa, pero más que nada le gustaba la compañía, por lo visto acababa de descubrir que tenía una veta masoquista porque era obvio que a Talulha no le agradaba él, pero eso le gustaba más aún.
Le divertía ver sus cambios de humor y la provocaba a propósito para ver que repuesta mordaz le daba ella.
Tal vez, su vida se había vuelto muy rutinaria, trabajo, trabajo, más trabajo y sí, de vez en cuando, alguna mujer atractiva. Atractiva y vacía.
Sonrió al pensar que debía buscar algún entretenimiento adecuado, alguno que no fuera acabar varado en un pueblo y acompañado por una mujer que estaba planeando asesinarlo, o al menos  que no parecía encantada con él.
-¿De qué te ríes? –preguntó Taly.
-Nada, sólo recordaba algo – la eludió él al ser sacado de sus reflexiones.
-Conduce derecho dos cuadras y luego dobla a la izquierda.
-De acuerdo.
Aidan siguió las instrucciones de ella hasta que llegaron al taller, Lucas estaba  esperándolos.
-Muy bien, quedó perfecto, no tiene que preocuparse, no volverá a dejarlo en el camino.-dijo el mecánico palmeando el capó del auto.
-Eso espero…-dijo Taly en voz alta.
-Gracias por preocuparte por mi seguridad – le musitó Aidan inclinando la cabeza para susurrar junto a su oído, lo que hizo que la chica diera un respingo de sorpresa.
-Yo..-empezó  a decir pero le preocupó decir algo de lo que se arrepentiría luego. “Sólo unos minutos más Taly”, se dijo a sí misma.
-Bien,¿cuánto le debo? – preguntó Aidan, Lucas le dijo la suma y él sacó el dinero de su billetera para pagarle.
Por lo visto él no tenía problemas económicos, porque aunque la suma era elevada pagó sin rechistar. Taly al menos hubiese pedido un informe completo de las reparaciones antes de pagar.
-Bueno, ya puede irse…-dijo Taly
-Sí, muchas gracias por tu ayuda. Estoy en deuda…
-Noooooooo. Claro que no – exclamó ella . No quería tener nada que ver con él, mucho menos que se sintiera en deuda.
-Tal vez volvamos a vernos Talulha, si es así me gustaría hacer algo por ti.
-No es necesario, además estoy segura de que no volveremos a vernos., que tengas un buen viaje – dijo y esto último fue sincero.
-Adiós…-dijo él y se encaminó hacia su auto, pero se detuvo repentinamente.
-¿Qué pasa? – preguntó Taly al verlo detenerse tan abruptamente.
-No puedo dejarte aquí, quién va a llevarte, no puedes conducir el auto de regreso a la tienda.
-Ohhhhhhh- exclamó ella contrariada. Eso era verdad, no lo había pensado.
-Te llevaré hasta la tienda y luego volveré por el auto.
-Pero lo más probable es que te pierdas, yo iré caminando y luego enviaré a alguien por el auto.O llamaré a Su que venga a recogerme.
-Claro que no, no puedo dejarte aquí después de todas las molestias- dijo él y le pareció gracioso que creyera que podía perderse. Ya había memorizado el camino, pero no creyó necesario aclarárselo a ella.
-¿Qué propone entonces? -  lo increpó ella volviendo al usted.
-Tengo una idea. Lucas …-llamó al mecánico que estaba aún en la puerta del taller.
-¿Sí?
-¿Me podría hacer otro favor?.Pagaré por su tiempo…
-Claro que sí.
-Si vas a hacer un favor, no deberías cobrarlo …-dijo Taly desde atrás de Aidan y Lucas se sonrojó.
-Por..por supuesto que no voy a cobrar – aclaró haciéndose el ofendido.
-Muchas gracias.-dijo Aidan intentando no reír, aquella mujer no daba tregua.-Yo llevaré a Talu..-se interrumpió al ver la mirada de ella- …a Taly hasta la tienda en su auto.¿Podría seguirnos con el mío?
-No es necesario, tú puedes irte con tu auto y Lucas me llevará a mí..
-Prefiero llevarte yo mismo. Y dejarte a salvo donde te encontré…
-¡Cielos ni que fuera una película de aventuras! ¡¿Qué puede pasarme?!
-Hay muchas alfombras malvadas en el mundo – contestó él y la vio enrojecer y milagrosamente quedar sin palabras. –Vámonos – dijo y aprovechando la confusión de ella la llevó hasta el auto, mientras Lucas cumplía con lo que le habían pedido.
Llegaron hasta la tienda y Aidan , la ayudó a bajarse y la acompañó hasta el interior a pesar de la resistencia de ella.
-Está bien, ya puedes irte – insistió Taly, pero la malhadada alfombra volvió a traicionarle y se tropezó nuevamente. Sólo que esta vez Aidan estaba atento junto a ella y la tomó de la cintura impidiendo que cayera.
-¿Lo ves?,es un peligro ,deberías deshacerte de esa alfombra…-dijo soltándola.
-Es carísima y antigua, claro que no me desharé de ella – contestó la joven indignada, aunque en realidad lo que de verdad le molestaba era haberse vuelto a tropezar y que Aidan tuviera razón y que las manos que la atraparon fueran firmes para sostenerla y cálidas, muy cálidas…
-Véndela, entonces.
-Por supuesto, prometo que al próximo incauto que entre se la vendo. Incluso le diré que es la alfombra mágica de las 1001 noches,¿te parece?.
-Perfecto, estaré más tranquilo, sin imaginar que estás aquí cayendo a cada rato sin nadie que te auxilie.
-No soy tan torpe –se defendió pero una voz interior le recalcó ”dos veces en un día”.
-Bueno, hora de irme. Adiós Talulha y gracias, ha sido un placer.-dijo extendiéndole la mano.
-Adiós Aidan, ten buen viaje – respondió ella estrechándola ligeramente.
Luego él caminó hacia la salida, se detuvo un instante en la puerta, se dio vuelta y la saludó con la mano mientras le sonreía.
Un segundo después salió de su vida.


















*Pac-man: personaje de un video juego de los 80.




Capítulo 5

A menudo encontramos nuestro destino por los caminos que tomamos para evitarlo.
Jean de la Fontaine

-¿Te sientes mejor?-preguntó Susana a su amiga
-¡Sííí! ¡El mundo es un lugar hermosooooo!- contestó mientras saltaba cambiando de  un pie al otro.
Acababan de quitarle el vendaje del pie y el médico le había dado el alta completamente, volver a moverse era la libertad misma y Taly estaba disfrutando escandalosamente de ella.
-No deberías excederte…y dime ,¿es que antes no te parecía que el mundo era un lugar hermoso?
-Tuve mis momentos de duda, querida Susana, tuve mis momentos de dudas…- contestó y luego abrazó a su amiga.
-Bueno, para hacer el festejo completo te invito a tomar algo al Caffe Notte, ¿qué te parece?.
-Acepto Su, luego iré a la tienda y veré si puedo terminar mi presentación para el Seminario.
-¿Sigues atorada?
-Sí, y queda poco tiempo…
-Lo harás bien.- dijo  Su y Taly  agradeció al cielo la amistad de Susana. Ciertamente a veces deseaba estrangularla, pero era la persona más dulce que conocía. Ella siempre la alentaba y la apoyaba, incluso aguantaba sus arranques de malhumor, Susana era su complemento .Contrarrestaba su característico cinismo y cuando Talulha creía que la desesperación la iba  arrastrar, Su la salvaba con su eterno optimismo.
Cuando llegaron al café, Talulha aún estaba contenta…casi sospechaba que el médico le había inyectado alguna extraña droga mientras le quitaba el vendaje.
Se sentaron frente a la ventana.
-¿Qué van a servirse? –preguntó Rita amablemente
- Un té con pastel de chocolate-pidió Su.
-Pastel de pollo, dos porciones y un café – dijo Taly
-¿Pastel de pollo? ¿A esta hora? –preguntó Susana
-Sí…tengo hambre – contestó Talulha y omitió decir que tenía ganas de comer pastel desde el fatídico día que aquél hombre había llegado al pueblo. Aquello empeoró su humor. Mejor dicho, lo que empeoró su humor fue  que no podía  olvidarse de él. Cada tanto en las últimas semanas había recordado, en los momentos menos oportunos, la intensa forma de mirar o la risa burlona de Aidan.
-¿Taly, en qué piensas? –preguntó Susana y ella tartamudeó al contestarle.
-Nada ..nada.-Adoraba a Susana pero ni loca le diría lo que acababa de recordar. No querías escuchar a su amiga construir castillos en el aire e inventar tramas novelescas sobre Aidan. Bastante había escuchado sus reproches cuando él se había marchado.
Casi la había estacado en la plaza por no preguntarle su número de teléfono o algo que le permitiera localizarlo.
“¿Para qué?” Preguntó ella y Susana la había mirado como si alien la hubiera invadido. Y luego había pasado a explicarle con la paciencia que se le habla a un niño malo: ”Localizarlo en caso de necesidad, y créeme Taly, tú tienes un caso severo de necesidad.”
Aquello había acabado las conversaciones sobre Aidan y lo último que Talulha quería hacer era reflotar el tema. Por suerte los años le habían enseñado un mínimo de instinto de auto conservación.
Así que se limitó a engullir sus porciones de pastel de pollo con la seguridad de que si uno tenía aunque sea un buen amigo y la posibilidad de comer algo delicioso, el mundo no era un lugar tan malo.
Aquél día ni siquiera podía ensombrecerlo una tesis en la que estaba estancada, una alfombra que la atacaba constantemente, una madre a la que jamás comprendería  y ni siquiera el hecho de llamarse Talulha.
Al menos eso creyó durante un par de horas.

Finalmente Taly volvió a la tienda y  luego de su tropiezo casi diario con la alfombra fue a buscar su  portátil para continuar con el trabajo que debía entregar para el seminario.
No había mucha gente a esa hora, de hecho nunca había mucha gente, así que se sentó cómodamente sobre su enemiga y desparramó una serie de libros donde tenía señalada la información que necesitaba.
Su trabajo versaba sobre la conservación de monumentos históricos y la necesidad de una nueva legislación, había tomado el paradigmático caso de la destrucción de  valiosos monumentos y reliquias durante la guerra de Irak. De hecho aquella tierra que había sido campo de uno de los más grandes conflictos bélicos modernos, también había sido la cuna de las antiguas civilizaciones de Asiria y Babilonia. Taly imaginaba aquellos lugares y su imaginación recreaba la época de Nabucodonosor y Alejandro el Magno, todo destruido bajo las explosiones y la ignorancia. Claro que si lo pensaba bien, no se respetaba la vida humana así que menos aún se respetarían aquellas piedras de miles de años. Sin embargo, ella era arqueóloga, y ya que le daban la oportunidad de hablar sobre un tema de su propia elección hablaría sobre eso, diría como  muchos tesoros estaban cerca de bases aéreas y refinerías por lo que habían sido bombardeados durante la Guerra del Golfo. Tal vez si hablaba de eso, también podía hacer mención sobre la injusticia de la guerra.
Había muchos casos, el Kerbala Shia, tumba del imán Al-Hussein, la más renombrada reliquia islámica de Irak, estaba cerca de una planta de armas químicas y un proyectil casi la destruye en 1991. Ur, el sitio más famoso de Irak y quizás la ciudad más antigua en el mundo, estaba cerca de una gran base aérea que también fue atacada. En Basra al-Qurna, hay un viejo y retorcido árbol, conocido como el árbol de Adán, en un sitio reputado como el del Jardín del Edén y cerca una  presunta planta de armas químicas .Pensar en todo aquello indignaba a Taly, cómo iba a creer en el amor de las novelas cuando ni siquiera podía creer en la humanidad.
Aquello le hizo darle un golpe a uno de los libros, había empezado como un día magnifico y lleno de optimismo, ¿por qué había tenido que retomar su tesis?.¿Cómo podía ser hermoso un mundo donde la gente se mataba? ¿Cómo podía pedir ella que respetaran a un monumento cuando ni siquiera se respetaba lo más sagrado?. Meditando todo aquello le parecía más importante pedir que la sangre no se derramara, antes de pedir que aquellos sitios que habían atestiguado el origen de las civilizaciones no fueran testigos de masacres inexplicables, sin embargo su palabra no bastaría para evitar tales atropellos. La chica suspiró con profundidad y se quitó lo lentes para relajarse un poco, estaba segura que la culpa era de aquella alfombra, se había sentado sobre ella y había terminado perdiendo la fe en los seres humanos. Se acostó mientras intentaba borrar las imágenes que se habían conjurado en su mente, se sentía cansada y se  adormiló hasta que el ruido de la puerta la despertó. Había llegado un cliente.
Era un hombre de unos cincuenta años, no muy alto y bastante común, que se acercó a ella con una sonrisa mientras Talulha se ponía rápidamente en pie.
-Buenas tardes…
-Buenas tardes- contestó ella  intentando parecer digna y no una mujer que estaba casi dormida sobre una alfombra antigua en horario de atención al público.
-Me gustaría mirar un poco…
-Adelante – lo invitó a recorrer la tienda al tiempo que levantaba los libros y la portátil que aun estaban en el suelo.
El hombre caminó  alrededor contemplando los objetos y cada tanto le hizo una pregunta a Taly que contestó amablemente.
-Bueno, ya me decidí…- dijo él de pronto y ella se acercó tratando de adivinar cuál era el objeto que lo había cautivado.
-¿Sí, ya sabe qué va a llevar?-preguntó ella.
-La alfombra.-dijo escuetamente y ella lo miró atónita.
-¿La alfombra?-preguntó y él asintió con una sonrisa-¿Está usted seguro?
-¿No está en venta?
-Sí, lo está…-dijo y se sonrojó al pensar la forma descuidada en la que ella había estado echada sobre un objeto que era valioso.
-La llevo entonces, aunque quisiera que la enviara, yo me hago cargo del importe, es que no soy de aquí y se me hace difícil cargarla.¿Es posible?
-Sí, claro que sí.- dijo ella aun confusa, no estaba segura de si saltar de alegría o dejarse llevar por la punzada de tristeza  que tenía por perder una formidable enemiga.
-Bien- dijo el hombre y se dispuso a pagar.
Entonces Taly se dio cuenta que en ningún momento él le había preguntado sobre el precio, sólo cuando ella le había dicho el valor él había asentido alcanzándole la suma de dinero en efectivo.
Cuando ella le dio el recibo  correspondiente, él se despidió y casi al llegar a la puerta se devolvió para entregarle una tarjeta con los datos del lugar donde debía enviar la alfombra.
-Allí también está el nombre del destinatario – dijo él
-¿No es usted?
-No – contestó el hombre y se marchó.
Ella leyó la pequeña tarjeta que tenía en la mano y ni siquiera alcanzó a ver la dirección pues el nombre del destinatario la sorprendió hasta quitarle cualquier pensamiento racional.
“Aidan Diakos”
¿A qué diablos estaba jugando aquel hombre?¿Por qué había enviado a alguien a comprar la  costosa alfombra?
La ironía la hizo reír, Susana estaría feliz , por fin tenía la dirección de Aidan en sus manos aunque lo único que se le ocurría era mandarle una cascabel en una canasta y ver su sorpresa cuando el bicho le picara la mano al entrometido.



Aidan no tenía la más mínima idea de por qué había enviado a comprar la alfombra y mucho menos qué haría con ella. No iba con la decoración de su piso , pero en los últimos días había imaginado con frecuencia a Talulha cayendo a causa de la alfombra y que se rompía varios huesos como consecuencia. No podía creer que ella estuviera a salvo sin que hubiera alguien para atajarla, mejor dicho sin que él estuviera cerca.
Estos pensamientos sobre ella le habían resultado turbadores, ¿por qué una mujer bastante común, dueña de una tienda de antigüedades y de un carácter digno del Yeti le preocupaba? ¿Por qué no podía quitársela de la mente?
Tal vez era porque estaba cansado por el trabajo y necesitaba distraerse o  quizá el hecho de que un par de mujeres lo hubieran convertido en trofeo de caza en los últimos días lo había hecho buscar algo diferente. Tan diferente como una mujer llamada Talulha que debía estar gruñendo al enterarse de que él era el comprador de la alfombra.
Sus suposiciones se confirmaron cuando un par de días después recibió la alfombra, el paquete iba a acompañado de una tarjeta
Aidan la tomó y  leyó la caligrafía clara de Taly:

Velocidad de vuelo 250km por hora, evite las nubes grises y los relámpagos. Felicidades por su compra”

El hombre largó la carcajada, acababa de notar que él era el incauto que se había adueñado de una alfombra voladora. Y también acababa de descubrir que le gustaba que ella siempre lo sorprendiera. Si tenía la oportunidad, algún día le enseñaría un par de cosas a la Scherezade gruñona…

1 comentario:

  1. Voy a empezar esta. Le tengo muchas ganas!!! Luego iré comentando. Gracias

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