viernes, 20 de julio de 2012

Ocultándose Al Amor cp.- 17

-Se que estoy haciendo mal –Bajó la mirada-, pero no quiero que te preocupes en si me estoy burlando de él. Eh decidido dejar de huir, voy a vivir a razón de cómo vayan surgiendo los acontecimientos con Santino –Volvió a mirarlo con las comisuras de los labios levemente alzadas-. No voy a soltarle ya quien soy, pero tampoco voy a tardar más de dos semanas…
-Bien –Asintió Sandro-. De momento, te concedo ese privilegio –Se alzó de manos-. Pero si veo necesario, el tener que intervenir con la verdad por algo que no me guste, lo haré sirenita.

-Acepto –Dijo alargando su mano para cerrar el trato.
-No habrá marcha atrás pequeña –La miró fijamente a los ojos, al tiempo que estrechaba la femenina mano.
-Lo comprendo Sandro –Respondió con miles de mariposas volando en su estomago-. Y ahora, a pelearme con el coche de Santino.
-Eso, eso… -Se frotó las manos con humor-. Si veo algún cambio que me interese, también se lo pediré a tu tío.
-¿Eso no es trampa? –Rió Jaimie.
-No –Le tiró de la coleta-. Eso se llama compartir con un querido y amado amigo.

Era cerca de la hora de cenar cuando aparecían por el parquin. Se lo había pasado de maravilla con todos en el arreglo del coche de Santino. Los chicos, habían cogido aprecio a Sergei y la tarde había sido toda risas con las bromas de Sandro. Quien a más, no había parado de hacerle preguntas sobre coches y motores, saltando extasiado al ver que tenían todas su preguntas respuestas de sus labios. Verdaderamente estaba muy a gusto con él, y aquello era porque no tenía que ocultarle nada.
Podía ser ella libremente, sin tener que medir sus palabras para no meter la pata. Ahora lo veía claro, aquello es lo que quería con Santino.
-Sobre los Mercedes C111 –Comenzó hablar Sandro caminando hacia el ascensor, pero su amigo les interrumpió.
-Espero que la respuesta tuya, sea la misma que la mía –Antepuso Santino, apareciendo al lado de ellos con mirada un tanto seria.
-¡Hola compañero! –Sonrió estrechándole la mano con fuerza-. ¿Descansaste bien?
-Demasiadas horas para mí gusto –respondió observando a Jaimie-. Tendrías que haberme despertado. Solo espero poder dormir luego…
-Eso será fácil de solucionar –Rió Sandro con buen humor-. Te provocamos otra descarga de adrenalina y…
-Ha, Ha… -rió con sarcasmo Santino-. Muy gracioso ¿Vais a cenar?
-Sí –Volvió hablar Sandro, apoyando un brazo en el hombro de la chica. Confianza que no pasó desapercibida a ojos del otro piloto-. Aquí mí sirenita, viene hambrienta. ¿Te apuntas? Queremos ir a un bar de Frankfurts –Rió-. Queremos comida basura.
-Vale –Asintió con gesto de cabeza.
-Darme diez minutos para ducharme –Pidió con voz nerviosa Jaimie.
-Te esperamos aquí –Indicó Sandro con un guiño de ojos.
-Hasta ahora –Se sonrojó al ver como la miraba Santino y para ocultarlo salió con paso apresurado.
                                                                                              ***
-Si no llegáis a toparos conmigo, no creo que me hubierais invitado a cenar con vosotros –Escupió Santino un tanto celoso, en cuanto la chica hubo subido al ascensor.
-Pues estas muy equivocado, yo sí iba a buscarte mientras ella se duchaba –Se defendió con calma.
-Os veo muy bien juntos –Volvió a señalar Santino en un pequeño gruñido.
-Amigo, no me vengas a mí con pelea –Señaló el piloto serio-. Yo la veo con ojos de amigo. Es tú media naranja, te lo doy por sentado… -Rió-. Solo estuve averiguando para ti.
-¿Qué quieres decir con ello? –Frunció el ceño.
-Que no me comería la cabeza con lo del nombre –Explicó sonriendo-. Y simplemente iría al ataque, pero de forma elegante. Deja de intimidarla al ser tan directo. Haz como si lo de las cartas no existiera –Se alzó de hombros.
-¿Así que hablasteis de mí? –Preguntó más calmado pero con gran curiosidad.
-Yo, le saqué hablar de ti.
-¿Y qué te dijo?
-Ah no –Rió-. Yo ya te dije que hay interés mutuo, ahora tú apáñatelas solito. Creo que en eso me ganas en experiencia… 


Si antes se sentía a gusto y confiaba en Sandro, en aquel momento recelaba un poco de él. No le gustaba el juego que estaba impartiendo, y en cuanto pudiera pensaba dejárselo claro. Prácticamente la había empujado a los brazos de Santino, al ordenarle que fuera en el coche del otro. Por si acaso él ligaba con alguna alemana. Tubo que morderse la lengua, porque prácticamente le había venido a la mente el comentario de que Santino también podía correr esa suerte. Pero había callado prudente, sabiendo que aquello era meterse en la boca del lobo.
Llevaban recorrido apenas unas calles desde el hotel en completo silencio. Sandro iba delante de ellos. Y por raro que fuera, Santino iba en silencio. Cosa rara en él de que no estuviera hostigándola con lo ocurrido aquella mañana. Y como llevaba la capota bajada, el silencio que reinaba allí dentro era un tanto incómodo. Lo miró de reojo cuando se detuvieron en un semáforo. Iba con la vista al frente y algo serio. ¿Seguiría enfadado? Pensó soltando un suspiro un tanto exagerado para el ambiente que reinaba allí.
-¿Aburrida? –Rompió el silencio él, mirándola un segundo antes de reanudar la marcha.
-No –respondió un poco avergonzada girando la mirada hacia las calles-. Simplemente pensaba en si estás aún enfadado. Como no has dicho nada en todo el rato. Como no has hablado ni una sola silaba en todo el rato que llevamos a solas.
-No estoy enfadado –la miró con una leve sonrisa-, del todo… Pero me has pillado pensativo. Y supongo que también estoy así de haber dormido bastante –Se excusó.
-Mmm… Bien –Respondió un tanto indecisa. Pues interiormente, estaba deseando poder explicarle las mejoras que habían aplicado a su coche. Pero no podía soltarlo así de sopetón…
-Pido disculpas por haberte gritado hoy en el circuito delante de todos –Dijo de repente, sorprendiéndola por ello.
-OH –Se giró a mirarlo de forma escrutadora.
-¿Y tú no tienes una disculpa para mí? –Pidió riendo y mirándola un momento a los ojos. Pero fue con una mirada tan intensa que la dejó en blanco.
-¿Disculparme para ti? –Preguntó confusa.
-Del insulto que me hiciste delante de todos –Rió alargando la mano del cambio de marchas un momento, para sujetarle la suya y acariciarle los dedos con suavidad-. Con tus traviesos dedos.
-¡OH! –Dijo sonrojándose una vez más por recordar el episodio y por la sensación de que le cogiera de aquella manera-. Lo siento –Logró pronunciar en un hilo de voz. Aquello se estaba tornando un tanto demasiado íntimo.
-Bueno –Soltó aquella vez él un suspiro, frenando para estacionar detrás de su amigo-. Al menos, ahora nos hablamos –La miró y le guiñó un ojo-. ¿Bajamos? Yo también llevo mucha hambre.
-Sí –Respondió mucho más animada que al principio de toparse con él en el parquin.

Al final, el día iba a resultar perfecto después de todo si se descartaba el incidente de la mañana. Pensó removiendo su café con hielo, mientras los chicos se hacían unas fotos con algunos chicos y chicas que había en el bar. La cena había transcurrido muy tranquila, con momentos divertidos cuando ellos le contaban anécdotas del principio de su amistad. No había parado de reírse en toda la cena. Estaba en calma, había podido ser ella después de hablar con Sandro y medio pactar con Santino. No decía que no había habido momentos en los que sus nervios se habían puesto un poco en alerta, en cuanto su cuerpo rozaba mínimamente con el  de Santino. Pero eran caricias involuntarias debido a la situación de estar el bar a rebosar de gente y ellos sentados en un principio en la esquina de la barra.
Aquel punto, era el paso para ir la gente al comedor interior y a los servicios. De modo, que siempre tenía que estar dando un paso al lado, atrás, delante… Y en todos esos pasos, él le pasaba el brazo alrededor de su cintura como a modo de protección para que nadie le diera ningún golpe sin querer, como había sucedido al principio. Y tenía que confesarlo. Interiormente daba saltitos cada vez que se acercaba alguien y tenía la excusa perfecta para arrimarse a él. Sentir el calor de su abrazo y oler su fresca fragancia. Por ello, que se apenó un poco cuando les ofrecieron una mesa libre. Volviendo a gritar mentalmente, cuando era en un rincón pequeño y Santino escogió la silla de al lado suyo. Sus cuerpos estaban a escasos centímetros, podía notar su calor corporal y oler su fragancia… Estaba enamorada, ahora lo veía. Y su madre tenía razón. La carta, solo te daba un nombre. Lo demás, lo averiguaba uno mismo. Realmente se sentía henchida de felicidad.
-¿Y esa sonrisa? –Preguntó Sandro sentándose enfrente cuando el otro piloto, aún se hacia las últimas fotos.
-Nada que te importe –Le dijo aún riendo y arrojándole uno de los azucarillos.
-Ya veo ya… -Le guiñó un ojo-. Su sutileza te ha abierto la mente.
-Quieres callarte –Masculló entre dientes y nerviosa por temor a que se enterara Santino al volver ya a la mesa, sentándose en la silla con el brazo extendido en el respaldo de la de ella. ¿Aquello podía mirarse bajo el punto de un medio abrazo? Notaba el calor que radiaba por su nuca… Su pulso volvía acelerarse inquieto con un deseo de querer más.
-Chicos, creo que es hora de volver ya –Opinó Santino-. La velada es muy agradable, pero tú yo tenemos que madrugar.
-Es cierto –Aceptó Sandro levantándose-. Hay que madrugar… ¿Y tú tienes sueño? –Le preguntó a su amigo.
-Espero cogerlo en cuanto me tumbe en la cama –Suplicó con un suspiro y poniéndose en pie-. Venga, volvamos ya.
-Sí –Aceptó un tanto apenada al ver que se separaría de él-. Son cerca de las doce de la noche –Miró su reloj, justo cuando salían a la calle no pudiendo retener un bostezo-. Y algo de sueño comienzo a tener.
-Pues andando, antes de que caigas rendida en el coche –Rió Santino abriendo el cierre del Ferrari para poder sujetarle la puerta con caballerosidad y emprender la marcha al hotel por las solitarias calles.
La vuelta al hotel, no fue igual de tensa que a la ida. Aquella vez, el ambiente que se respiraba era mucho más armonioso. No dijeron ni una sola palabra. No hacia falta, entre ellos había habido un cambio… ¿Nerviosa por ello? Sí, un poco. Pero por mera curiosidad a qué ocurriría ahora entre ellos. Necesitaba el momento adecuado para contarle toda la verdad, pero cuando viera que la compenetración entre ellos tuviera un poco de más fuerza… Pero ya mismo, lo presentía. Se dijo con cierta ansia.
Aparcaban los coches en su sitio con ella medio dormida. Iba tan relajada por el sueño que tenía, que al entrar los tres en el ascensor no vio que el suelo se hallaba ligeramente un poco elevado de la plataforma, ocasionando que tropezara y no acabara en la pared del fondo de bruces gracias a los reflejos de Santino que la sujetó a tiempo de la cintura, para enderezarla y no soltar el abrazo.
-Mejor te llevamos a tu dormitorio, no vaya a ser que acabes durmiendo en el suelo –Rió, sin notar la sonrisa que se reflejó en los labios de su compañero y amigo Sandro.
-Mejor llévala tú, mientras yo me encargo de devolver las llaves en recepción –Se excusó para dejarle vía libre.
-Chicos, no creo que me lleve a nadie por delante –Se alzó Jaimie de hombros un poco más despierta que hacía unos segundos, al haberla tenido él abrazada con su maravillosa fragancia.
-Muy bien –Aceptó Santino sin tener en cuenta el comentario de ella-. Me despiertas tú –Dijo despidiéndose de su amigo y yendo en dirección a los pasillos, que los conducirían al dormitorio de ella.
Ahora sí que no le hacía falta la vigilancia de él. Estaba más que despierta. Por su mente, al momento de saber que la iba a llevar hasta su dormitorio le pasaron miles y miles de imágenes, con todas de ellas de labios entrelazándose en ardientes besos. ¿No es lo que solía ocurrir cuando el chico acompañaba a la chica  a la puerta de su casa? ¿Pero por qué estaba nerviosa si no iba a ser el primer beso que le daba? Muy sencillo, sabía que aquella vez ella no tendría valor para ponerle fin. Pero una vez más, Santino volvía  a sorprenderla al llegar a la puerta, abrirla de par en par y empujarla dentro con cariño, mientras que él se quedaba afuera mirándola fijamente y un tanto inquieto.
-Buenas noches, pequeña –Se despidió con voz cariñosa.
-Buenas noches –Respondió en un hilo de voz triste por no recibir lo que quería. Un beso de buenas noches en condiciones. Y por como la estaba mirando él, sabía que le había leído la mente.
-Nos vemos mañana –Dio un paso atrás-. Cámbiate antes de sentarte en la cama, que seguro que te quedas dormida –Sonrió para darse la vuelta y alejarse a paso tranquilo de allí. De ella…

Cerró la puerta de la habitación con cierta ansiedad. Todas sus extremidades le temblaban. Se sentía un poco decepcionada. Había esperado, no más bien había deseado que la besara… Pero Santino cumplía con lo pactado. La trataba como una amiga. Es lo que ella le había pedido. Bastante frustrada, se quitó la ropa para ponerse su camisón y tumbarse en la cama. Iba a costarle el coger nuevamente el sueño.
Su mente hervía en aquel momento con muchas cosas. No dejaba de ir recuperando sensaciones y miradas de Santino, que había habido a lo largo de la velada. Dejando ir un gemido lleno de frustración contra la almohada, recordando el momento de la despedida en su dormitorio. Estaba segura, que él tenía que hallarse como ella. En algunos momentos a lo largo de la velada, creía haber atesorado que él también contenía el aire cada vez que sus cuerpos entraban en contacto. Y que realmente le gustaba tenerla abrazada a su cuerpo… Pero había salido casi corriendo, por así decirlo.
El sonido de un mensaje en su móvil, hizo que dejara de pensar en ello y alargara un brazo hacia la mesilla de noche, para coger el móvil. ¡Era Santino!
“¿Duermes?”
Era la única palabra que rezaba en la pantalla. Pero estaba segura que contenía más de una pregunta. Soltando un suspiro, le respondió que se hallaba desvelada. Y al segundo, escuchó de fondo el mismo pitido que su móvil. Aquello la dejó un segundo bloqueada. ¿No era mucha casualidad? Con el ceño fruncido, dejó su móvil abandonado encima del colchón para caminar descalza hacia la puerta. Pegó por un segundo la oreja a ella con el aliento contenido, pero no escuchó nada. ¿Serían imaginaciones suyas por hallarse en aquel estado? Tenía que averiguarlo, ya estaba harta de frustraciones. Con decisión agarró la manilla de la puerta y abrió con bastante ímpetu a la vez que su teléfono volvía avisarla de un nuevo mensaje. Pero lo ignoró. Allí delante tenía a Santino que le entregaba una tímida sonrisa.
-Hola… -La saludó observándola de arriba abajo.

2 comentarios:

  1. Feliz feliz, muy buen capi aunque...¡¡¡EN SERIO ME DEJARAS ALLÏ!!! Sin beso y con Santino en la puerta...aishhhhhhhhhhhhhhhh
    Bue, te lo dejo pasar porque me gustó mucho el clima entre ellos

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  2. nooooo otra vez me dejas en suspenso, ahora si que se le va hacer a santino ya era hora

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