Cuando pisó el último escalón de aquella vieja y oscura escalera, la mano que la agarraba por el brazo pasó con cierta brusquedad a sujetarla por la nuca, para agarrarla con más fuerza por los cabellos. De aquella forma, su vigilante la condujo a una habitación que había al lado iluminada por una bombilla que colgaba del techo. Ésta, estaba cargada del humo del puro que estaba fumando un hombre del que tenía conocimiento por primera vez. Pero por su postura, era obvio que se trataba de quien mandaba allí. Tendría cerca de cincuenta años, moreno y con la cara grabada con una enorme cicatriz de una vieja quemadura en todo su lado izquierdo. Aún le gustó menos, aquel hombre tenía escrito en su rostro la palabra terror. Sus ojos azules como el hielo, la miraron de arriba abajo con mucho detenimiento. Solo pudo ver frío desprecio en ellos.
-Buenas noches señorita –Habló con una voz ronca y tosca-. Lamento mucho su pérdida –Dijo soltando un profundo suspiro-, pero que se le va hacer, la vida nos da muchos reveses.
-Hijo de puta, asesino… -Masculló Janna con odio, cuando se refirió a su padre como sí tal cosa.
-¡Modera tus modales niña! –Gruñó su guardián, tirándole con más fuerza de su cabello, para hablarle al lado de su oído en tono amenazante.
-¡Ah! –Se quejó con la cabeza inclinada hacia atrás.
-Estas aquí abajo, para ofrecerle la prueba de que sigues viva al socio de tu padre –Dio una calada más-. Al parecer, no se fía de mi palabra –Se alzó de hombros-. Gafes del oficio. ¿Tienes alguna petición que hacerme?
-Ir al baño… -Respondió aún con la cabeza estirada hacia atrás, con la única vista del techo, aguantando de no volver a soltar ni una lágrima. Acababa de comprender, que iba ha tener que ser fuerte. El llorar, no le iba a servir de nada.
-Llévala –Ordenó tajante.
Fue soltada del agarre del cuello, recibiendo un fuerte empujón en la espalda para que saliera de allí. Fueron a mano derecha por el pasillo, hasta llegar a una pared en donde se vieron obligados a girar hacia la izquierda, encontrándose de pleno con el lavabo en ruinas y sin puerta.
-Venga, date prisa –La apremió el secuestrador dándole otro empujón.
-No… Hay puerta… -Señaló mirando hacia el pequeño espacio.
-Muy observadora, veo que aprendiste lo que es una puerta –Señaló con sarcasmo-. Pero verás, no nos llegó el pedido a tiempo, junto con las cortinas y cojines. Pero tampoco creo que haga ya falta arreglar esto. Así que apresúrate a bajarte las bragas sin soltarme otra protesta.
Con la respiración algo acelerada, entró dentro de aquella habitación. Para ver que las paredes se hallaban medio desnudas de sus racholas y cubiertas por una enorme capa negra de suciedad, en donde se habían acomodado algunas arañas. Porque llevaba muchas horas aguantando, pero sino daba media vuelta sobre sus pasos, dándole igual el molestar aquel gorila. Dio un paso más, parando enfrente del lavabo. Lo observó con gran aprensión, sabiendo que iba a tener que hacer malabarismos para que su cuerpo no rozara aquella mugre, y no olvidándose del gorila que la vería hacerlo.
Cogió aire con profundidad, pensando en que Paul se hallaba preocupado y luchando por su libertad. Si se portaba bien, pronto estaría con él… ¡OH! Fue cuando recordó, que era el día de su boda. ¿Se habría casado?
-¡No tengo toda la noche! –Gruñó el hombre despertándola de sus pensamientos.
Gracias la miedo que le recorrió por la fuerza de su tono, no tuvo ningún pudor en medio deslizarse las braguitas y orinar de pie, en aquella abandonada taza de wáter. Lamentando que no hubiera papel higiénico para limpiarse. Necesitaba limpiarse de toda aquella suciedad que había por alrededor, tener algo de control sobre sí… Pero tampoco tenía derecho aquello. Acababa de subirse la ropa interior, cuando notó como el matón se acercaba a ella hasta posicionarse enfrente. Con el miedo recorriéndole por todas las terminaciones nerviosas, alzó poco a poco la mirada para enfrentarse a la sonrisa que tenía plantada.
-¿No te enseñaron en tú colegio de princesas a ser pulcra? –Preguntó con mofa-. Métete en la bañera.
-¡Qué! –Se atrevió a mirarlo al rostro, para después mirar hacia la roñosa y oxidada bañera.
-Ya me oíste. Quiero que entres en esa bañera y te limpies todo el cuerpo princesa –Sonrió con descaro.
-No –Se negó. Sabía que no tenía que quedarse desnuda ante aquellos hombres. Aquello es la última pesadilla que quería sufrir. No quería exponerse a ellos. No quería ser ninguna tentación para darles coba a la violación. No, no lo quería. Aquello sí que no. Jamás lograría quitarse un recuerdo como aquel.
-¡Que lo hagas! –Ordenó levantando su brazo para propinarle una bofetada derribándola al suelo. En donde rompió a llorar, al ver que no tenía nada que hacer con aquella muralla.
Iba ha sufrir la peor pesadilla que podía sufrir una chica en su cuerpo.
-Por favor… -Suplicó sin alzar la mirada del suelo, y con una mano en la mejilla en donde comenzaba a mostrarse una tonalidad sonrojada.
-Maldita niña rica desobediente… -Siguió gruñendo al tiempo que la alzaba del suelo por los brazos de malas maneras y la metía dentro de aquel frío y roñoso cubículo, para después accionar el agua que caía a lo primero sucia del tiempo que hacía que no se utilizaba. Dándole a él igual aquello, procedió a empaparla entera.
-Basta… -Sollozaba, tapándose el rostro con los brazos para no sentir aquella suciedad.
-Quítate la ropa –Ordenó con voz fría, logrando que se quedara sin aire y las lágrimas dejaran de caer. Lo miró con gran pavor antes de negarse con la cabeza y encogiendo aún más su cuerpo-. Si no lo haces tú, lo haré yo… -Soltó un gruñido-. Y no creo que quieras que lo haga yo.
-Por favor –Sollozó-. No me hagas eso… -Suplicó con los ojos.
-Quítate la ropa –Masculló entre dientes, acercando su mano libre y tirando del vestido corto de gala hacia arriba, dejándola únicamente con las braguitas de encaje-. No estas nada mal… -Dijo con cierta perversión en la mirada y asustándola aún más-. Ahora sal de ahí dentro.
-¡No! –Negó apenas en un hilo-. ¿Qué quieres hacerme?
-Cumple mis órdenes –Gruñó agarrándola de los brazos una vez más, para alzarla sin esfuerzo alguno y depositarla fuera de la bañera.
Estaba desnuda ante su mirada lasciva. Si hubiera sido en alguna otra situación, puede que su cuerpo hubiera mostrado color rojo pro la vergüenza. Pero en aquel momento, se hallaba blanco tirando a gris, a causa del miedo que la dominaba. En su mente, solo le venían imágenes de todos los horrores que podía sufrir su cuerpo con aquel inhumano. Ahora, sí que prefería morirse y no ver a Paul nunca más. No podría soportar la pena en la mirada de él, ni de ningún conocido. Ni tampoco podría soportarse la suya misma. Donde siempre estaría llorando por el recuerdo amargo del asalto a su vida. Sabía perfectamente, que aquellos rostros y voces, iban ha estar siempre con ella en sus sueños o fuera de ellos. Por ello, era mejor desaparecer y no vivir constantemente cada día de tu vida aquella pesadilla.
Pero no iba a tener tampoco esa satisfacción, morir rápido y sin sufrimiento no estaba escrito en el libro de su corta vida.
Fue conducida a la habitación anterior, sin darse cuenta de ello. Su mente, no estaba en aquel momento con ella. Se encontraba muy lejos de allí, paseando por sus terrenos a caballo por última vez. Sabía que era el único momento de despedirse que tenía, de todo cuanto amaba. Pero un nuevo manotazo en su rostro, la volvió de golpe a la realidad de la pesadilla. En donde el gran jefe, por así llamarlo, no le dio mucha importancia al hecho de que apareciera desnuda y mojada, ante su presencia. Por lo visto, le daba igual lo que le hicieran sus gorilas.
Simplemente, notó que estaba hablando por teléfono con un tono socarrón, a la vez que le daba caladas largas al puro, sin dejar de observarla en ningún momento.
-Vaya, vaya… -Sonrió después de estudiarla de arriba abajo-. Pues si te digo que ahora mismo me estoy replanteando el futuro de tú princesa –Dijo pensativo, poniéndose en pie y acercándose a ella-. Acabo de darme cuenta, que sin ropa es realmente aún más bella… -Calló, para sonreír en silencio ante las palabras que soltaba la otra persona que hubiera en el hilo telefónico.
¿Con quién hablaba? Pensó en silencio. Por sus palabras, sabía que se referían a ella. Pero bien podía ser con alguien conocido o con otro personaje, que realmente fuera el cabeza de todo aquello.
-Túmbala boca arriba en esa mesa –Le ordenó a su gorila, dándole otra calada al puro-. Quiero ver si es buena mercancía para un club.
-¡No! –Exclamó forcejeando entre los brazos de su guardián, al comprender lo que podía ocurrir-. ¡Por favor, suéltame! –Lloró desesperada, cuando era izada en el aire y tirada sin miramientos sobre aquella pequeña mesa de madera. ¡No quería aquello, quería morir o correr lejos de allí!-. No… -Volvió a implorar, ahogándose con sus propias lágrimas-. Por favor, dios mío… -Siguió implorando, mientras lograban tumbarla y dejar todo su cuerpo expuesto aquel horrible asesino.
-Mejor conectaré el manos libre –Soltó con gran burla-. Así podré hacer dos cosas a la vez. Tocar y hablar contigo.
De repente, una nueva voz muy conocida por ella irrumpió en aquella habitación a través del aparato telefónico.
-¡Pedazo hijo de puta, no te atrevas a ponerle un solo dedo encima! –Vociferó a pleno pulmón Paul, consiguiendo una pequeña luz de esperanza en la chica al saber que él estaba allí. Al otro lado del hilo telefónico.
-¡Paul! –Lo llamó desesperada.
-Janna, pequeña… -Le respondió desesperado-. Ya pronto…
-¡No! –Gimió cuando una de las manos del hombre, le agarró con fuerza un seno y comenzó a estrujárselo-. ¡Por favor, déjame ir!
-Hijo de puta, déjala tranquila –Gritó con rabia-. Te doy todo lo que me pidas, pero déjala en paz… Ya tengo la prueba de que está viva.
-No lo sé chico –Chascó la lengua, mientras deslizaba su mano hacia abajo, hasta llegar a la zona íntima de entre los muslos-. Mmm… Que jugoso.
-¡No! –Sollozó moviendo su pelvis para intentar separarse de aquel asqueroso contacto-. Paul por favor, ayúdame… Sácame de aquí…
-Janna preciosa –Dijo con voz rota por el dolor de no poder ayudarla en aquel momento-. Perdóname, lo siento… -Lágrimas caían por sus mejillas-. Verás como te saco de ahí, enana…
-Eso vamos a tener que negociarlo bastante –Observó el hombre, acercando su rostro al cuerpo de ella para aspirar con fuerza y sonreír luego-. Huele muy bien tú princesa ¿Sabrá igual como huele?
-¡No! –Exclamó Paul-. ¡Me oyes cerdo asqueroso! ¡Aléjate de ella!
-Me estas cansando con tus modales -Suspiró con pesar a unos centímetros de lamer un seno de ella-. O te comportas o ella recibirá –Señaló mordiéndole con fuerza el seno.
-¡Ah! –Exclamó de dolor con lágrimas gruesas resbalándole por el rostro-. ¡Basta!
-¡Janna! –Se escuchó gritar a Paul-. Esta bien… Pero por favor, no le hagas más daño… -Suplicó totalmente compungido.
-Te lo advertí chico –Recordó con tono serio-. Si quieres volver a ver éste jugoso manjar, deberás ser educado conmigo.
-¿Por qué no comenzamos hablar de que es lo que quieres? –Sugirió impaciente por alejar aquel salvaje de su pequeña.
-Veo que no comprendes lo que quiero decir –Rió con lisonja-. Aquí, mando yo… -Señaló dándole una calada al puro y observando a la chica que se hallaba temblando por el llanto-. Me dais asco los ricos –Escupió con rabia-. Os creéis mejor que todos. Y sois igual que nosotros, no sois superiores… -Sus ojos brillaban de rabia, sin apartar la mirada del cuerpo de ella-. Sufrís de dolor como otro cualquiera. ¡Míralo! –Acto seguido, condujo su puro a la rodilla de la chica en donde presionó allí con fuerza.
-¡Ah! –Soltó un enorme alarido ella al notar aquel dolor-. ¡No! –Chilló revolviendo su cuerpo, al ver que dirigía un nuevo ataque a su seno-. ¡Basta!
-¡Por favor, déjala tranquila! –Le imploró Paul-. Te lo suplico. Pero no le hagas más daño… -Cerró los ojos al volver a escuchar un nuevo alarido de ella y luego nada, solo silencio… Abrió los ojos y miró a su alrededor, para ver que todos estaban como él, conteniendo el aliento. Era obvio que algo había ocurrido, no era normal tanto silencio-. ¿Sigues ahí? –Preguntó con el mayor miedo corriéndole por las venas. Que hubieran colgado la llamada, diciéndole que no la volvería a ver nunca más-. ¿Estamos en línea? –Preguntó a uno de los informáticos, quien alzó una mano pidiéndole un segundo.
-Ya acabó todo Paul –Dijo el jefe de los federales-. Mis hombres los han derribado… -Le puso una mano en el hombro para reconfortarlo-. Ella esta bien. Se ha desmayado, pero está viva. Un equipo de rescate se dirige ahora allí, para llevarle al hospital.
No pudo articular palabra alguna, al conocer aquella noticia. Fue tan grande el alivio que sintió, que las piernas le flaquearon provocando que cayera al suelo de rodillas y comenzara a llorar al saber que su pequeña volvería a casa.
-La información que facilitó el jefe de policía de aquí, fue muy útil –Siguió explicando el federal-. Tres de mis hombres, dieron con una casa abandonada y viendo que con el factor sorpresa liberarían a la chica, que actuaron rápido. Todo acabó ya… Te lo dije… -Sonrió-. Bien, aquí vamos ha empezar ha recoger todo. Cuando quieras, nos vamos al hospital.
-Gracias… -Dijo al fin, refregándose los ojos para ponerse en pie y mirar a su alrededor. En un rincón, estaban las tres mujeres acompañadas por Robin. Lloraban desesperadas. Lo habían escuchado todo. En cuanto oyeron el timbre de la llamada, nadie pudo hacer nada para que se quedaran aparte. Corrieron allí, quedándose en un rincón llorando y abrazadas entre sí, al oír los gritos de la chica. Pero todo había acabado, iban a tenerla allí. Su mirada se encontró con la de su amigo, quien le mostró una débil sonrisa.
-Creo que podemos ir en su busca –Señaló con voz pesada, intentando animar a todos para que no pensaran en lo que les venía ahora. Pero sabía, que todos lo estaban haciendo ya.
-Vamos… -Se sonó Thelma-. Quiero abrazar a mí niña –Alzó la mirada con orgullo y llena de lágrimas-. Nos necesita.
-Sí –Sonrió levemente Paul, acercándose a ella para llevársela afuera cogida de la cintura.
¡¡Señooooor, vaya sufrimiento...!!
ResponderEliminarEstoy sin palabras, y a la vez aliviada de que haya pasado todo.
E.J. me tenias en un hilo, esperando mas y espero que pronto.
Muchas gracias Yola, por decirme que algo sentiste!!!!
EliminarGracias, gracias!!!!!
Intentaré que esta semana este el siguiente pero no prometo nada, que luego mis sises me toman la palabra con cuchillo en espalda jajajaja
Besos
Que sufrimiento pobre Janna, pero lo bueno que a acabado todo, mis respetos EJ me tienes que cada que leo me como las uñas, y esperando masss!!!
ResponderEliminarsta vez no lo hiciste en la oficina verdad? jejejeje
EliminarMuchas gracias querida Kriss!!!!!!!!!!!!!! Intentaré que esta semana!!!!
Besos
AY AY AY!!!! Ha sido terrible aunque para la escritora significa que lo has hecho estupendamente bien EJ!! Me has hecho sufrir mucho pobre Janna y pobre él escuchando todo, has logrado lo que buscabas y con creces...la angustia, la tensión, el sufrimiento lo hemos sentido.
ResponderEliminarMis felicitaciones aunque haya padecido este capi...ahora me debes muchos momentos dulces!!! Besos sis!!
Boing.... Boing.... jejejejjeje Tú ya me entiendes.
EliminarY momentos dulces, pues.... Espera que busque... Mmmmm.. jojojojojojo
Pero muchas gracias por tus palabras. Sabes que soy tu fiel admiradora!!!!!
Besos abuelilla
No me apena decirlo, me hiciste llorar(con moquillo y todos). Nadie merece pasar por algo así, tal angustia, dolor y desesperación, al ver morir a su padre y lo que siguió a eso.Nunca creí que la historia tuviera tal giro.
ResponderEliminarMe muero por el siguiente cap. ¡Por favor no tardes en volver a publicar!
Ashes!!!!!!!!
ResponderEliminarQue alegria volver a verte!!! Gracias por tus palabras. Me hace mucha ilusión el que me hayas dicho que te creó el sentimiento de angustia. Muchas gracias es mucho para mí.
Intentaré tenerlo esta semana!!!!
Besos
Que bueno, gracias!!
EliminarSaludos!
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