Lunes y
estaba de un humor de perros. Eran las diez de la mañana y se encontraba junto
a Thom, en la sala de reuniones de Cosméticos Carpi. Tenía unas ganas tremendas
de que apareciera éste, para echársele encima.
-Me
parece, que mejor te pido una tila -Sugirió divertido su jefe al ver como
golpeaba de forma constante el suelo con el pie.
-Me
parece, que mejor me vuelvo a España -Contrarió con mirada furibunda.
-Tampoco
hace falta que lleguemos a esos extremos -Señaló sin preocuparse, pensando que
era una mera amenaza.
-Pues
cierra la boca, Thom –Masculló con cara de pocos amigos.
Había
bajado aquella mañana a comprar el periódico y un poco de pan, cuando se había
topado con siete periodistas en la puerta de su casa. Estos, la saludaron educadamente
y la siguieron con la mirada ¡Había
muchos más que la última vez! Y entendía
el porque en cuanto llegó al kiosco... Volvía a salir en la portada de una
revista. Y volvía a salir besando a Lucas, pero aportando aquella vez un
apretado abrazo. Parecían una pareja de enamorados. Pero solo ella sabía que
había sido todo un truco de Lucas. El muy cretino sabía que por allí había uno,
por eso que le hizo aquella apuesta... Tenía que matarlo. Compró la revista
para mirar lo que se habían inventado en ella. Los tenían como una feliz pareja
y que estaban esperando el enlace con muchas ganas. ¿Tan rápido? Estaban
locos... Lo curioso es que anunciaban a las demás mujeres que él ya no estaba
soltero así que les proponían buscar a otro soltero. Vaya, que suerte lo que el
muy cretino deseaba. ¿Pero quien se creía todo aquello?
Al parecer
todo el mundo. Sus compañeras de trabajo, no paraban de hacerle bromas respecto
a ello. Y la animaban a que no fuera tonta y probara de echarle el lazo. Ni
loca, sonrió para sí misma. Las puertas se abrieron y sí, apareció Lucas pero
acompañado por una mujer cercana a los sesenta. Era muy bella y elegante. ¿Quién
sería?
-¡Sophía!
-Exclamó sonriente Thom, mientras se levantaba y se acercaba a saludarla con
mucho cariño.
Miró por
un segundo a Lucas y lo pilló mirándola con una sonrisa divertida. Le dio rabia
que él estuviera tan tranquilo con todo aquel asunto, así que lo miró enfadada.
-Y tus
eres Sabrina -Se acercó la mujer sonriendo-. Encantada de conocerte, no sabes
lo feliz que me hace que por fin mi hijo tenga una pareja estable –Se inclinó y
le dio un fuerte abrazo.
No. No
podía ser que aquella mujer fuese su madre. ¿Y creía de verdad que eran pareja?
¡Y lo más fuerte, Lucas no había negado nada!
-Encantada
de conocerla, señora Carpi -Estaba sorprendida de lo que le estaba ocurriendo.
-Llámame
Sophía -Sonrió amable-. Ya me pareciste encantadora en la primera foto del
restaurante.
-Gracias,
bueno... No sé qué decir -Se sentía totalmente perdida, aquello no se lo hubiera
esperado nunca.
-Pues
nada, yo ya me marchaba pero al saber de tu presencia aquí quise saludarte y
comentarte, que te espero algún día en mi casa para cenar –Demandó la mujer
mayor con gran encanto.
-Pues
claro, encantada -Sonrió forzadamente,
no quería que vislumbrara ningún atisbo de su enfado que crecía por momentos-.
Hablaré con Lucas, para mirar que día nos va bien -Por lo bajo, escuchó como a
Thom se le escapaba alguna que otra risa. Por lo visto, los dos hombres se lo
estaban pasando muy bien a costa de ella.
-Bien,
espero vuestra llamada -Le dio un beso y se encaminó a la puerta-. Adiós Thom.
¿Me acompañas al ascensor Lucas?
En cuanto
volvió a quedarse a solas con su jefe, éste aprovechó para seguir con la broma.
-Has
dominado muy bien el primer encuentro con tu suegra -Soltó a carcajada, en
cuanto se vieron a solas.
No dijo
nada, solo lo miró mal y dándole la espalda se encaminó a la puerta a paso muy
decidido.
-¡Eh!
Sabrina, no te enfades -Empezó a suplicar él, mientras le impedía el paso a la
puerta-. Tampoco es para que te pongas de ésta manera. Tú siempre has sido una
chica con mucho humor.
Sin
mirarle a la cara, empezó a darle pequeños empujones para que se quitara del
medio. Pero fue interrumpida de su marcha por la entrada de su figurado novio.
Un segundo, prometido… Pensó con gran sarcasmo y enfado.
-¿Qué
ocurre? -Preguntó nada más cerrar la puerta tras de sí.
-Sabrina
se marcha -Concluyó Thom con fastidio.
-Todavía
no, hay que empezar una reunión -Ordenó tajante mirándola por un segundo.
-¡Por mí,
se puede ir al infierno señor Carpi! -Le chilló-. Y Thomas, mañana tienes mi
dimisión. Me vuelvo a Barcelona en cuanto saque un billete...
-¡Mierda
Sabrina! -Soltó molesto Thom-. Sabes que te aprecio mucho, no quiero
perderte...
-Thom, te
importaría dejarnos un rato a solas... –Pidió el otro hombre con cierta calma.
-Yo
contigo, por suerte mía no tengo nada que discutir –Dijo con gran reproche.
-Ves a
tomar algo abajo, ya te haré llamar... -La ignoró completamente.
-De
acuerdo -Aceptó sin protestar su amigo, sabiendo que aquello debían
solucionarlo entre ellos dos.
-Pero
acaso no me habéis escuchado -soltó incrédula-, no quiero hablar con nadie...-Sí,
parecía que hablaba con las paredes, por que Thom se marchaba, mientras que
Lucas la cogía por el brazo y la conducía a otra puerta que había allí.
Lo miró
extrañada, pues que habría allí para que utilizase una llave...
- Quiero marcharme,
no quiero saber nada, estáis mal de la cabeza ¿Me escuchaste? –Se quedó muda al momento, cuando entraban en
una gran habitación acomodada como piso, donde había una gran cama en todo el
centro.
-No mal
pienses -Dijo rápido éste al ver el miedo en la cara de ella-. Si entramos por
esa puerta –Señaló hacía el otro lado de la habitación-, saldremos a mi despacho que es a donde te
llevo. Es solo que no quería pasar por todo el corredor de la oficina, contigo
chillando...
-Yo no
chillaba -Protestó mientras hacía que se detuvieran justamente delante del gran
sofá.
-Claro que
sí –Respondió éste escuetamente-. Siempre que te diriges a mí lo haces. Reconócelo –Se alzó de hombros.
-Es porque
me sacas de mis casillas –Resopló.
-¿Por
besarte dos veces te saco de tus casillas? -Preguntó animadamente, metiendo las
manos en los bolsillos y observándola incrédulo.
-Y por lo
de las revistas. Le has hecho creer a la gente que somos pareja...
-Para lo
joven que eres, te tomas la vida con una pauta muy seria –Dijo observándola
detenidamente.
-¡Yo tengo
que ganarme un futuro! ¡Tú ya lo tienes! -Volvió a chillarle-. Ves, ya te estoy
gritando. Siempre me provocas ésta sensación de histeria.
-No es
verdad. Yo también me gané mi vida y también fui como tú. Pero me di cuenta de
muchas cosas... –Dio un paso hacia ella, el único que faltaba para detenerse
justo a unos centímetros del cuerpo de la joven-. Y no siempre te provoco histeria, también te
provoco esto...
Tercer
beso.
Quien le
iba a decir que en medio de aquella discusión la iba abrazar y se iba a dejar
caer con ella encima en el sofá que había allí. Y sin dejar en ningún momento
de devorarse como dos enamorados. Porque una vez más como una completa estúpida,
nada más sentir los labios había colaborado abiertamente. Es que no podía
separarse. Lo confesaba, los besos de Lucas eran como una droga para ella. Sin
poder evitarlo, se le escapó un gemido de sus labios en cuanto una de las manos
de él, le acarició con mucha práctica uno de sus senos. Como no se apartara en
aquel momento, todo iba acabar muy mal. ¡Pero es que se derretía! Cogiendo
fuerzas, intentó deslizarse un pelín hacia abajo para intentar escurrirse de
sus brazos. Pero no fue muy buena idea. Lo único que consiguió con aquello, fue
rozar sus ingles de manera muy íntima y provocándoles a los dos una leve
espiral de sensaciones. Haciendo que éste se lo tomara como una invitación
libre a su cuerpo, al soltar un ronco gemido y como si fuera peso pluma, le dio
la vuelta dejándola a ella abajo y a él arriba.
En su
cabeza sonaron campanas de alarma pero perdieron fuerza rápidamente, en cuanto
Lucas volvió a presionar sus ingles consiguiendo que su mente se nublara por el
deseo y abandonara todo pensamiento racional. Tenía que confesarlo, era nueva
ante aquella pasión tan desbordante. Sí que había explorado un poco en el
terreno durante su estancia en la universidad, pero nunca se había visto
preparada para dar el gran paso con ninguno de los chicos que había conocido.
Pero ahora sí que lo estaba. Reconocía que Lucas, con una simple caricia había
conseguido lo que jamás ningún chico había hecho. Mareada ante tanto beso, no
se había dado cuenta de que tenía la camisa desabrochada hasta el momento en
que los labios de él, tuvieron contacto con su pezón provocándole una sacudida
fuerte de placer consiguiendo que susurrara su nombre con mucha pasión.
-Lucas...
-Volvió a gemir, mientras le acariciaba la espalda con movimientos desesperados.
-Sabrina...
-Sus labios abandonaron sus senos, para ascender por su garganta hasta llegar a
sus hinchados labios y capturarlos nuevamente en una danza de placer-. Mi niña,
vamos a la cama -Le mordisqueó el labio superior con delicadeza-. No soy ningún
jovencito para hacerlo de forma rápida en un sofá.
Se acabó.
Aquellas palabras fueron las que devolvieron a Sabrina a la realidad. ¡Dios
mío! ¿Pero qué había hecho? ¡No, qué había estado apunto de dejar que
ocurriera!
-¿Sabrina?
–La llamó él con duda y maldiciendo para dentro, sabía que la magia del momento
se había esfumado. Ahora si que lo había estropeado todo. Su amigo Thom lo
mataba.
-Sal de encima
de mí -Imploró con lágrimas en los ojos.
-Por
favor, escúchame un momento -Pidió mientras se incorporaba dejándola libre.
-¿Cómo
puedes ser tan?... -Empezó, pero calló cuando éste se le acercó y la cortó con
cierta furia en la voz.
-No soy de
ninguna manera... -Vio como la chica se asustaba dando un pequeño respingo ante su tono y lo suavizó inmediatamente,
sentándose en el sofá mientras observaba como se abrochaba la camisa con gran
vergüenza-. Quítate de la cabeza, la retorcida idea de que tuviera todo esto
planeado.
-Pues
haberme llevado directamente a tu despacho o habernos quedado en donde
estábamos, pero nada de pasar por tu modesto apartamento en la oficina –Le reprochó
en tono amargo.
-Te
conducía a mi despacho para estar más tranquilos y cómodos -soltó un suspiro
largo-, pero fuiste tú la que te detuviste a discutir como siempre haces
conmigo.
-¡Y bien
que te aprovechaste de ello! –Exclamó sulfurada.
-¡Tú bien
que me respondiste con ganas! -Le recriminó enfadado.
-¡No
tenías que haberme besado! –Volvió a hostigarle con la misma fuerza.
-¡Pues no
me provoques! –Reclamó el hombre exasperado.
-¡OH!
-Exclamó indignada-. Yo no te provoco.
-Sí que lo
haces -Sonrió con ironía-. El problema, es que la mayoría de veces eres tan
ingenua que ni te das cuenta...
-¡Ingenua!
-Exclamó sorprendida ante aquella acusación-. Sí, probablemente eh sido una
ingenua al no ver que tenía delante de mis narices a una hiena –Ante aquella
acusación, a Lucas no le quedó más remedio que echarse a reír a carcajadas-.
Pero ahora ya lo sé.
-¡Venga
ya, Sabrina! Si no llego abrir la boca, ahora mismo estarías gimiendo y
retorciéndote bajo mi cuerpo, aquí en el sofá –Señaló con toda la seguridad del
mundo.
-Me marcho
-Es lo único que pudo soltar ante aquella verdad tan grande.
-Ni hablar
-Se acercó y la cogió en brazos en un movimiento rápido, conduciéndola a la
oficina.
-¡Suéltame
imbécil! -Le dio golpes en los hombros pero nada.
-Estate
quieta, lo único que vas a conseguir es caerte y hacerte daño -No le hizo caso.
Quería que la soltase. Estaba muy mosqueada con su cuerpo por como reaccionaba
ante cualquier caricia de él. De manera que no se lo pensó dos veces, inclinó
su cabeza y le mordió con fuerza en el hombro-. ¡Hay, Sabrina!
-¡Suéltame,
bruto! -Siguió pegándole en vano.
-Estate
quieta, quieres -Ordenó con humor, después de soltarla en su sillón y ver su
cara enrojecida por el enfado-. Eres como una niña pequeña, dando todas esas
patadas y mordiscos...
-No me
hagas decirte lo que eres tú -Escupió con enfado, mientras se incorporaba y se
colocaba la ropa en su sitio.
-Gallina
-la provocó divertido-. Siempre provocando en tirar la piedra y luego, la
primera en esconder la mano.
-¡Estoy
harta! -Calló de golpe, en cuanto el móvil de Lucas sonó y éste la ignoraba
para responder. ¡Menudo arrogante!
-Era Thom
preocupado, dado el rato que lleva esperando abajo. Le he dicho que suba ya.
-Por mí,
como si os tiráis por el hueco del ascensor -Comentó con cierta amargura. Era
obvio, que los dos eran tal para cual.
-Me
echarías de menos, pequeña -Afirmó con buen humor.
-¡Ha!
-Dijo como única respuesta, mientras se sentaba en el sillón.
-Pero mira
que eres terca... –Resopló observando a la joven mientras se acercaba a su
escritorio.
-Y tú un
degenerado, que solo piensa en el sexo. Para mí, que el título de playboy se te
ha subido un poco a la cabeza, haciéndote creer que todas las mujeres caen
rendidas a tus pies-Nada, el muy cretino solo sonreía ante sus acusaciones.
Mientras ella, estaba deseando tener puesto unos guantes de boxeo.
-Algunas
de ellas, caen rendidas sobre un sofá... -No pudo reprimirse de soltar aquello
sabiendo que la provocaría aún más, pero gracias a dios fue salvado de su furia por la llamada a la
puerta.
Era Thom,
que aparecía con cierto temor. Estaba sorprendida, era la primera vez que veía
con aquella actitud a su jefe. Éste siempre irradiaba seguridad por los codos.
Tampoco tenía que haberle lanzado aquella amenaza de marcharse. Sabía que lo
había dicho en caliente. Todavía seguía enfadada con él por ser un aliado de Lucas.
Pero no quería marcharse de Londres, había cogido mucho cariño a sus nuevos
amigos incluyéndolo a él y su esposa Helen, que se habían portado de maravilla
con ella.
-¿Ya
habéis solucionado lo vuestro? –Preguntó con suavidad.
-No
-Respondieron los dos a la vez y utilizando un tono bastante cortante.
-Entonces,
eso significa que te largas de Londres –Soltó con pesar.
-Ella no
se marcha a ningún lado -Se adelantó el otro hombre autoritariamente, consiguiendo
enfadarla un poquito más de lo que ya estaba.
-¡Oye! -Lo
miró un segundo de forma desafiante-. No soy tu dócil amante para que me des
órdenes que acatar.
Lucas
sonrió ante aquella observación, consiguiendo que ella deseara saltarle a la
yugular, sabiendo que hacía unos momentos había faltado muy poquito para que
todo aquello se cumpliera.
-Estate
tranquilo, Thom. Pienso quedarme una larga temporada, como tenía previsto.
-Bien, me
quedo mucho más relajado entonces... -Y acto seguido con gran pausada entre palabra y palabra, por miedo a que le
saltaran encima les sugirió que se olvidaran de todo y se pusieran a trabajar-.
¿Os parece bien si vamos por faena y dejamos estos...Mmm...pequeños
contratiempos de lado? -Estaba seguro que alguna gota de sudor le resbalaba por
la frente, esperando temeroso su reacción.
-Por mí
bien -Habló enseguida ella, con la
barbilla bien levantada. Y observando como aquel maldito adonis, hacia un gesto
afirmativo con la cabeza mientras ocultaba por lo bajo una sonrisa.
¡Maldita
sea! Es que le encantaría propiciarle una paliza ante tanta...
-Pues
manos a la obra, hay mucha faena -Volvió aparecer el Thom de siempre.
Dos horas
largas y pesadas, son las que tuvo que haber aguantado la mirada de Lucas sobre
su cuerpo. Estaba atacada de los nervios, necesitaba salir de allí lo más
pronto posible. Se había aguantado mucho las ganas de atacarlo, pero había resistido
muy bien y había realizado su exposición con gran eficacia. Pudiendo salir de
allí para no verle más por una buena temporada.
Al fin,
las puertas del ascensor se habrían y los dejaba en la seguridad de su planta.
Pero al parecer no iba a poder relajarse aún. Junto a Susan y Marta, se hallaba
la madre de Lucas. ¿Que hacía allí aquella mujer? Campanas de alerta sonaron en
su cabeza.
-¡Sophía!
-Exclamó Thom extrañado por su presencia allí-. ¿A qué se debe tu encantadora
presencia en mis oficinas?
-¡Hola
Thom! –Sonrió dándole un beso en la mejilla-. Venía hablar con mi nuera, si es
posible...
¡Nuera!
Aquella palabra le produjo cierto escalofrío a lo largo de su espalda. Quien
iba a decirle, que en menos de un mes iba a tener un supuesto novio y una supuesta
suegra...El mundo se estaba volviendo loco.
-¿Conmigo?
-Preguntó extrañada. Esperaba que no fuera una bruja como suegra... Lo único
que le faltaba para ponerle la guinda aquel día-. Bien, vayamos a mí despacho -Todos
las miraron con gran curiosidad, sobre todo Thom cuando emprendieron la marcha
hacia allí.
¿Cuando
iba a volver a reinar la paz en su vida? ¿Cuando desaparecerían los
periodistas, los novios y las suegras?
-¿Has
comida hija?- Le preguntó Sophía.
-No –Respondió
un tanto nerviosa.
-En ese
caso –sonrió con cariño-, déjame
encargar un poco de comida...
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