jueves, 14 de junio de 2012

Doble Trampa 5


Lunes y estaba de un humor de perros. Eran las diez de la mañana y se encontraba junto a Thom, en la sala de reuniones de Cosméticos Carpi. Tenía unas ganas tremendas de que apareciera éste, para echársele encima.

-Me parece, que mejor te pido una tila -Sugirió divertido su jefe al ver como golpeaba de forma constante el suelo con el pie.

-Me parece, que mejor me vuelvo a España -Contrarió con mirada furibunda.

-Tampoco hace falta que lleguemos a esos extremos -Señaló sin preocuparse, pensando que era una mera amenaza.


-Pues cierra la boca, Thom –Masculló con cara de pocos amigos.


Había bajado aquella mañana a comprar el periódico y un poco de pan, cuando se había topado con siete periodistas en la puerta de su casa. Estos, la saludaron educadamente y la siguieron con la mirada  ¡Había muchos más que la última vez!  Y entendía el porque en cuanto llegó al kiosco... Volvía a salir en la portada de una revista. Y volvía a salir besando a Lucas, pero aportando aquella vez un apretado abrazo. Parecían una pareja de enamorados. Pero solo ella sabía que había sido todo un truco de Lucas. El muy cretino sabía que por allí había uno, por eso que le hizo aquella apuesta... Tenía que matarlo. Compró la revista para mirar lo que se habían inventado en ella. Los tenían como una feliz pareja y que estaban esperando el enlace con muchas ganas. ¿Tan rápido? Estaban locos... Lo curioso es que anunciaban a las demás mujeres que él ya no estaba soltero así que les proponían buscar a otro soltero. Vaya, que suerte lo que el muy cretino deseaba. ¿Pero quien se creía todo aquello?

Al parecer todo el mundo. Sus compañeras de trabajo, no paraban de hacerle bromas respecto a ello. Y la animaban a que no fuera tonta y probara de echarle el lazo. Ni loca, sonrió para sí misma. Las puertas se abrieron y sí, apareció Lucas pero acompañado por una mujer cercana a los sesenta. Era muy bella y elegante. ¿Quién sería?

-¡Sophía! -Exclamó sonriente Thom, mientras se levantaba y se acercaba a saludarla con mucho cariño.

Miró por un segundo a Lucas y lo pilló mirándola con una sonrisa divertida. Le dio rabia que él estuviera tan tranquilo con todo aquel asunto, así que lo miró enfadada.

-Y tus eres Sabrina -Se acercó la mujer sonriendo-. Encantada de conocerte, no sabes lo feliz que me hace que por fin mi hijo tenga una pareja estable –Se inclinó y le dio un fuerte abrazo.

No. No podía ser que aquella mujer fuese su madre. ¿Y creía de verdad que eran pareja? ¡Y lo más fuerte, Lucas no había negado nada!

-Encantada de conocerla, señora Carpi -Estaba sorprendida de lo que le estaba ocurriendo.


-Llámame Sophía -Sonrió amable-. Ya me pareciste encantadora en la primera foto del restaurante.

-Gracias, bueno... No sé qué decir -Se sentía totalmente perdida, aquello no se lo hubiera esperado nunca.

-Pues nada, yo ya me marchaba pero al saber de tu presencia aquí quise saludarte y comentarte, que te espero algún día en mi casa para cenar –Demandó la mujer mayor con gran encanto.

-Pues claro, encantada  -Sonrió forzadamente, no quería que vislumbrara ningún atisbo de su enfado que crecía por momentos-. Hablaré con Lucas, para mirar que día nos va bien -Por lo bajo, escuchó como a Thom se le escapaba alguna que otra risa. Por lo visto, los dos hombres se lo estaban pasando muy bien a costa de ella.

-Bien, espero vuestra llamada -Le dio un beso y se encaminó a la puerta-. Adiós Thom. ¿Me acompañas al ascensor Lucas?

En cuanto volvió a quedarse a solas con su jefe, éste aprovechó para seguir con la broma.

-Has dominado muy bien el primer encuentro con tu suegra -Soltó a carcajada, en cuanto se vieron a solas.

No dijo nada, solo lo miró mal y dándole la espalda se encaminó a la puerta a paso muy decidido.

-¡Eh! Sabrina, no te enfades -Empezó a suplicar él, mientras le impedía el paso a la puerta-. Tampoco es para que te pongas de ésta manera. Tú siempre has sido una chica con mucho humor.

Sin mirarle a la cara, empezó a darle pequeños empujones para que se quitara del medio. Pero fue interrumpida de su marcha por la entrada de su figurado novio. Un segundo, prometido… Pensó con gran sarcasmo y enfado.

-¿Qué ocurre? -Preguntó nada más cerrar la puerta tras de sí.

-Sabrina se marcha -Concluyó Thom con fastidio.

-Todavía no, hay que empezar una reunión -Ordenó tajante mirándola por un segundo.

-¡Por mí, se puede ir al infierno señor Carpi! -Le chilló-. Y Thomas, mañana tienes mi dimisión. Me vuelvo a Barcelona en cuanto saque un billete...

-¡Mierda Sabrina! -Soltó molesto Thom-. Sabes que te aprecio mucho, no quiero perderte...

-Thom, te importaría dejarnos un rato a solas... –Pidió el otro hombre con cierta calma.

-Yo contigo, por suerte mía no tengo nada que discutir –Dijo con gran reproche.

-Ves a tomar algo abajo, ya te haré llamar... -La ignoró completamente.

-De acuerdo -Aceptó sin protestar su amigo, sabiendo que aquello debían solucionarlo entre ellos dos.

-Pero acaso no me habéis escuchado -soltó incrédula-, no quiero hablar con nadie...-Sí, parecía que hablaba con las paredes, por que Thom se marchaba, mientras que Lucas la cogía por el brazo y la conducía a otra puerta que había allí.

Lo miró extrañada, pues que habría allí para que utilizase una llave...

- Quiero marcharme, no quiero saber nada, estáis mal de la cabeza ¿Me escuchaste?  –Se quedó muda al momento, cuando entraban en una gran habitación acomodada como piso, donde había una gran cama en todo el centro.

-No mal pienses -Dijo rápido éste al ver el miedo en la cara de ella-. Si entramos por esa puerta –Señaló hacía el otro lado de la habitación-,  saldremos a mi despacho que es a donde te llevo. Es solo que no quería pasar por todo el corredor de la oficina, contigo chillando...

-Yo no chillaba -Protestó mientras hacía que se detuvieran justamente delante del gran sofá.

-Claro que sí –Respondió éste escuetamente-. Siempre que te diriges a mí lo haces.  Reconócelo –Se alzó de hombros.

-Es porque me sacas de mis casillas –Resopló.

-¿Por besarte dos veces te saco de tus casillas? -Preguntó animadamente, metiendo las manos en los bolsillos y observándola incrédulo.

-Y por lo de las revistas. Le has hecho creer a la gente que somos pareja...

-Para lo joven que eres, te tomas la vida con una pauta muy seria –Dijo observándola detenidamente.

-¡Yo tengo que ganarme un futuro! ¡Tú ya lo tienes! -Volvió a chillarle-. Ves, ya te estoy gritando. Siempre me provocas ésta sensación de histeria.

-No es verdad. Yo también me gané mi vida y también fui como tú. Pero me di cuenta de muchas cosas... –Dio un paso hacia ella, el único que faltaba para detenerse justo a unos centímetros del cuerpo de la joven-.  Y no siempre te provoco histeria, también te provoco esto...

Tercer beso.

Quien le iba a decir que en medio de aquella discusión la iba abrazar y se iba a dejar caer con ella encima en el sofá que había allí. Y sin dejar en ningún momento de devorarse como dos enamorados. Porque una vez más como una completa estúpida, nada más sentir los labios había colaborado abiertamente. Es que no podía separarse. Lo confesaba, los besos de Lucas eran como una droga para ella. Sin poder evitarlo, se le escapó un gemido de sus labios en cuanto una de las manos de él, le acarició con mucha práctica uno de sus senos. Como no se apartara en aquel momento, todo iba acabar muy mal. ¡Pero es que se derretía! Cogiendo fuerzas, intentó deslizarse un pelín hacia abajo para intentar escurrirse de sus brazos. Pero no fue muy buena idea. Lo único que consiguió con aquello, fue rozar sus ingles de manera muy íntima y provocándoles a los dos una leve espiral de sensaciones. Haciendo que éste se lo tomara como una invitación libre a su cuerpo, al soltar un ronco gemido y como si fuera peso pluma, le dio la vuelta dejándola a ella abajo y a él arriba.


En su cabeza sonaron campanas de alarma pero perdieron fuerza rápidamente, en cuanto Lucas volvió a presionar sus ingles consiguiendo que su mente se nublara por el deseo y abandonara todo pensamiento racional. Tenía que confesarlo, era nueva ante aquella pasión tan desbordante. Sí que había explorado un poco en el terreno durante su estancia en la universidad, pero nunca se había visto preparada para dar el gran paso con ninguno de los chicos que había conocido. Pero ahora sí que lo estaba. Reconocía que Lucas, con una simple caricia había conseguido lo que jamás ningún chico había hecho. Mareada ante tanto beso, no se había dado cuenta de que tenía la camisa desabrochada hasta el momento en que los labios de él, tuvieron contacto con su pezón provocándole una sacudida fuerte de placer consiguiendo que susurrara su nombre con mucha pasión.

-Lucas... -Volvió a gemir, mientras le acariciaba la espalda con movimientos desesperados.

-Sabrina... -Sus labios abandonaron sus senos, para ascender por su garganta hasta llegar a sus hinchados labios y capturarlos nuevamente en una danza de placer-. Mi niña, vamos a la cama -Le mordisqueó el labio superior con delicadeza-. No soy ningún jovencito para hacerlo de forma rápida en un sofá.

Se acabó. Aquellas palabras fueron las que devolvieron a Sabrina a la realidad. ¡Dios mío! ¿Pero qué había hecho? ¡No, qué había estado apunto de dejar que ocurriera!

-¿Sabrina? –La llamó él con duda y maldiciendo para dentro, sabía que la magia del momento se había esfumado. Ahora si que lo había estropeado todo. Su amigo Thom lo mataba.

-Sal de encima de mí -Imploró con lágrimas en los ojos.

-Por favor, escúchame un momento -Pidió mientras se incorporaba dejándola libre.

-¿Cómo puedes ser tan?... -Empezó, pero calló cuando éste se le acercó y la cortó con cierta furia en la voz.

-No soy de ninguna manera... -Vio como la chica se asustaba dando un pequeño respingo  ante su tono y lo suavizó inmediatamente, sentándose en el sofá mientras observaba como se abrochaba la camisa con gran vergüenza-. Quítate de la cabeza, la retorcida idea de que tuviera todo esto planeado.

-Pues haberme llevado directamente a tu despacho o habernos quedado en donde estábamos, pero nada de pasar por tu modesto apartamento en la oficina –Le reprochó en tono amargo.

-Te conducía a mi despacho para estar más tranquilos y cómodos -soltó un suspiro largo-, pero fuiste tú la que te detuviste a discutir como siempre haces conmigo.

-¡Y bien que te aprovechaste de ello! –Exclamó sulfurada.

-¡Tú bien que me respondiste con ganas! -Le recriminó enfadado.

-¡No tenías que haberme besado! –Volvió a hostigarle con la misma fuerza.

-¡Pues no me provoques! –Reclamó el hombre exasperado.

-¡OH! -Exclamó indignada-. Yo no te provoco.
-Sí que lo haces -Sonrió con ironía-. El problema, es que la mayoría de veces eres tan ingenua que ni te das cuenta...

-¡Ingenua! -Exclamó sorprendida ante aquella acusación-. Sí, probablemente eh sido una ingenua al no ver que tenía delante de mis narices a una hiena –Ante aquella acusación, a Lucas no le quedó más remedio que echarse a reír a carcajadas-. Pero ahora ya lo sé.

-¡Venga ya, Sabrina! Si no llego abrir la boca, ahora mismo estarías gimiendo y retorciéndote bajo mi cuerpo, aquí en el sofá –Señaló con toda la seguridad del mundo.

-Me marcho -Es lo único que pudo soltar ante aquella verdad tan grande.

-Ni hablar -Se acercó y la cogió en brazos en un movimiento rápido, conduciéndola a la oficina.

-¡Suéltame imbécil! -Le dio golpes en los hombros pero nada.

-Estate quieta, lo único que vas a conseguir es caerte y hacerte daño -No le hizo caso. Quería que la soltase. Estaba muy mosqueada con su cuerpo por como reaccionaba ante cualquier caricia de él. De manera que no se lo pensó dos veces, inclinó su cabeza y le mordió con fuerza en el hombro-. ¡Hay, Sabrina!

-¡Suéltame, bruto! -Siguió pegándole en vano.

-Estate quieta, quieres -Ordenó con humor, después de soltarla en su sillón y ver su cara enrojecida por el enfado-. Eres como una niña pequeña, dando todas esas patadas y mordiscos...

-No me hagas decirte lo que eres tú -Escupió con enfado, mientras se incorporaba y se colocaba la ropa en su sitio.

-Gallina -la provocó divertido-. Siempre provocando en tirar la piedra y luego, la primera en esconder la mano.

-¡Estoy harta! -Calló de golpe, en cuanto el móvil de Lucas sonó y éste la ignoraba para responder. ¡Menudo arrogante!

-Era Thom preocupado, dado el rato que lleva esperando abajo. Le he dicho que suba ya.

-Por mí, como si os tiráis por el hueco del ascensor -Comentó con cierta amargura. Era obvio, que los dos eran tal para cual.

-Me echarías de menos, pequeña -Afirmó con buen humor.

-¡Ha! -Dijo como única respuesta, mientras se sentaba en el sillón.

-Pero mira que eres terca... –Resopló observando a la joven mientras se acercaba a su escritorio.

-Y tú un degenerado, que solo piensa en el sexo. Para mí, que el título de playboy se te ha subido un poco a la cabeza, haciéndote creer que todas las mujeres caen rendidas a tus pies-Nada, el muy cretino solo sonreía ante sus acusaciones. Mientras ella, estaba deseando tener puesto unos guantes de boxeo.
-Algunas de ellas, caen rendidas sobre un sofá... -No pudo reprimirse de soltar aquello sabiendo que la provocaría aún más, pero gracias a dios fue  salvado de su furia por la llamada a la puerta.

Era Thom, que aparecía con cierto temor. Estaba sorprendida, era la primera vez que veía con aquella actitud a su jefe. Éste siempre irradiaba seguridad por los codos. Tampoco tenía que haberle lanzado aquella amenaza de marcharse. Sabía que lo había dicho en caliente. Todavía seguía enfadada con él por ser un aliado de Lucas. Pero no quería marcharse de Londres, había cogido mucho cariño a sus nuevos amigos incluyéndolo a él y su esposa Helen, que se habían portado de maravilla con ella.

-¿Ya habéis solucionado lo vuestro? –Preguntó con suavidad.

-No -Respondieron los dos a la vez y utilizando un tono bastante cortante.

-Entonces, eso significa que te largas de Londres –Soltó  con pesar.

-Ella no se marcha a ningún lado -Se adelantó el otro hombre autoritariamente, consiguiendo enfadarla un poquito más de lo que ya estaba.

-¡Oye! -Lo miró un segundo de forma desafiante-. No soy tu dócil amante para que me des órdenes que acatar.

Lucas sonrió ante aquella observación, consiguiendo que ella deseara saltarle a la yugular, sabiendo que hacía unos momentos había faltado muy poquito para que todo aquello se cumpliera.

-Estate tranquilo, Thom. Pienso quedarme una larga temporada, como tenía previsto.

-Bien, me quedo mucho más relajado entonces... -Y acto seguido con gran pausada  entre palabra y palabra, por miedo a que le saltaran encima les sugirió que se olvidaran de todo y se pusieran a trabajar-. ¿Os parece bien si vamos por faena y dejamos estos...Mmm...pequeños contratiempos de lado? -Estaba seguro que alguna gota de sudor le resbalaba por la frente, esperando temeroso su reacción.

-Por mí bien  -Habló enseguida ella, con la barbilla bien levantada. Y observando como aquel maldito adonis, hacia un gesto afirmativo con la cabeza mientras ocultaba por lo bajo una sonrisa.

¡Maldita sea! Es que le encantaría propiciarle una paliza ante tanta...

-Pues manos a la obra, hay mucha faena -Volvió aparecer el Thom de siempre.

Dos horas largas y pesadas, son las que tuvo que haber aguantado la mirada de Lucas sobre su cuerpo. Estaba atacada de los nervios, necesitaba salir de allí lo más pronto posible. Se había aguantado mucho las ganas de atacarlo, pero había resistido muy bien y había realizado su exposición con gran eficacia. Pudiendo salir de allí para no verle más por una buena temporada.

Al fin, las puertas del ascensor se habrían y los dejaba en la seguridad de su planta. Pero al parecer no iba a poder relajarse aún. Junto a Susan y Marta, se hallaba la madre de Lucas. ¿Que hacía allí aquella mujer? Campanas de alerta sonaron en su cabeza.

-¡Sophía! -Exclamó Thom extrañado por su presencia allí-. ¿A qué se debe tu encantadora presencia en mis oficinas?

-¡Hola Thom! –Sonrió dándole un beso en la mejilla-. Venía hablar con mi nuera, si es posible...

¡Nuera! Aquella palabra le produjo cierto escalofrío a lo largo de su espalda. Quien iba a decirle, que en menos de un mes iba a tener un supuesto novio y una supuesta suegra...El mundo se estaba volviendo loco.

-¿Conmigo? -Preguntó extrañada. Esperaba que no fuera una bruja como suegra... Lo único que le faltaba para ponerle la guinda aquel día-. Bien, vayamos a mí despacho -Todos las miraron con gran curiosidad, sobre todo Thom cuando emprendieron la marcha hacia allí.  

¿Cuando iba a volver a reinar la paz en su vida? ¿Cuando desaparecerían los periodistas, los novios y las suegras?

-¿Has comida hija?- Le preguntó Sophía.

-No –Respondió un tanto nerviosa.

-En ese caso –sonrió con cariño-,  déjame encargar un poco de comida...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...