Cinco días
después la cosa seguía igual, pero con menos periodistas. Respiraba mucho
mejor. Podía abrir la puerta de su casa sin que se le tirara nadie encima. Solo
había uno o dos, apostados en la puerta de su trabajo esperando alguna instantánea
de Lucas, entrando en el edificio o saliendo los dos juntos de él. Pues que
esperasen... Pensó sonriendo para sí misma. Suponía que unos pocos días más y
acabarían marchándose por aburrimiento. Y por fin, volvería a reinar la paz. Bastante
más animada, subió en ascensor a su puesto de trabajo. Esperaba tener un día
tranquilo y dedicarse a la campaña de Cosméticos Carpi. Era viernes y el lunes,
tenía que exponerla. Había hecho todo lo posible por no tener que asistir a la
tan esperada reunión por parte de Thom. Pero cada vez que habría la boca para protestar,
su jefe la miraba con cara de muy pocos amigos. Dejó el abrigo y el bolso en el
colgador, y al acercarse a su escritorio es cuando lo vio. Era un sobre pequeño
y tostado con ribete dorado, arrugando la nariz se acercó abrirlo.
-¡No! -Soltó
cortante, nada más entrar en el despacho de Thom.
-¿Porqué
no? -Preguntó, sabiendo a ciencia cierta a que se refería.
-Es una
fiesta benéfica –Escupió con enfado.
-Que
organiza uno de nuestros potenciales clientes... –Suspiró.
-Aquí
trabaja mucha más gente que yo –Recalcó con cierta tirantez.
-Perdona,
pero soy tu jefe –Sonrió divertido-. Y tú, eres una de mis trabajadoras que más
cualifico en ésta empresa. Debes acudir en representación a nosotros, dado el puesto
que tienes aquí.
-¡Maldita
sea, Thomas! Sabes perfectamente que él acudirá –Exclamó su nombre completo, y
solo lo hacía cuando ella se hallaba verdaderamente furiosa.
-No lo
creo, se encuentra en Nueva York toda ésta semana –Le dijo con voz calmada y no
haciéndole caso a su humor.
-¿Seguro?
-Preguntó más tranquila, pero sin confiar del todo.
-Te quiero
verdaderamente preciosa ésta noche. Quiero que todos me envidien por llevar de
mi brazo a dos preciosidades, como tú y Helen.
-¿Seguro
qué no?-Preguntó aún dudosa.
-Seguro
-Sonrió más relajado.
-Bien,
entonces me tomo la tarde libre. Tengo que ir de compras –Dijo saliendo de allí
extasiada.
A las ocho
y media, ya se encontraba lista esperando a que la fueran a recoger. Al final,
había optado por un precioso vestido negro de corte clásico, y recogiéndose un
poco el cabello. Se encontraba un poco nerviosa, y la culpa de ello la tenía
Lucas. No paraba de pensar que a lo mejor él se presentaba aquella noche allí
por sorpresa. Y por dios que lo evitaba, pero cada vez que pensaba en él, no
paraba de venirle a la mente su cuerpo musculoso y vestido con una toalla. Un tanto
avergonzada, se obligó a pensar en otra cosa.
Mira que
se repetía una y otra vez, que no era nada bueno el enamorarse de aquel hombre.
Pero sabía que cada vez que se topaba con él, se le hacía un poco más difícil.
La gran
fiesta era en un precioso palacio, rodeado de magníficos jardines. Se quedó
impresionada de como los Abott habían tenido tan buenas ideas. Eran un matrimonio
mayor, muy agradables y jamás presumían de lo que tenían, pero viendo aquello
se hacia uno a la idea de cuanto poseían. Muy animada después de haber saludado
a casi todos los presentes y no haberse encontrado con Lucas, decidió pasárselo
bien aceptando casi todas las invitaciones para bailar. Solo hubo un pequeño
instante que se sintió incomoda cuando se topó con un reportero y comprobó que
éste la seguía detenidamente durante un rato. Pero pasado unos minutos y viendo
que no había nada importante con ella, se mezcló nuevamente entre la gente. Sin
darse cuenta soltó el aire que retenían sus pulmones. Por lo visto, su cuerpo
aún reaccionaba un poco ante la atenta mirada de aquellos cocodrilos. Solo
rezaba por que todo aquello acabara pronto. Levantando un poco la mirada, vio
como al fondo del gran salón había una puerta que comunicaba al jardín y que
algunas personas, habrían unos segundos para poder salir a éste. Miró a su
alrededor, pero con tanta gente no pudo divisar a Thom y Helen para decirles que
iría un rato a pasear al jardín.
Al
cerrarse la puerta, se amortiguaba el ruido de la gente en contraste con la música.
Solo se escuchaba el reír de alguna persona cercana a la puerta. Aquello era
una maravilla. Se encontraba en una pequeña terraza con bancos y flores, y a pesar
de que hacía un poco de frío no se le quitaron las ganas de bajar la escalinata
y acercarse a la gran fuente que había en medio del jardín. Le venía de gusto
de estar un rato a solas, lejos de tanta gente y tanto ruido. Allí solo había
tres parejas y estaban dando un corto paseo por allí.
Con andar
tranquilo se acercó a la fuente y se sentó en ella, observando las figuras y el
juego de luces que hacían los chorros de agua. Era bonita y relajante.
-¿No
tienes un poco de frío? -Interrumpió una desconocida voz masculina-. No digo
que tu vestido sea feo, al contrario encuentro que te favorece mucho. Pero no
llevas nada encima y no me gustaría, que una cosa tan bonita pasara frío...
Sabrina se
giró de golpe y se encontró a un hombre que no conocía de nada. Pero no le dio mucha
confianza al notar que iba un poco bebido. Lo que le faltaba… Echando un
vistazo rápido a su alrededor, comprobó que se había quedado sola.
-Gracias,
pero me encuentro bien así -Le sonrió con falsedad.
La miró un
segundo y con sonrisa insolente se le acercó. Aquello ya no le hizo mucha
gracia, más le valía estar atenta. No creía que fuera tan estúpido de intentar
algo, con tanta gente en la casa y que cualquiera podía salir en el momento que
menos se lo esperaran.
-¿Segura?
-La miró por unos segundos a los senos, poniéndola nerviosa-. Que no te dé
vergüenza. Yo puedo darte mucho calor... -El desconocido levantó un mano para
deslizar la palma a lo largo de todo el brazo de ella. Consiguiendo que se
levantara de golpe e intentara alejarse de él-. Vamos cariño, sino para que
ibas a estar aquí sola...
-Será
mejor que me deje tranquila, mi novio va a venir a reunirse conmigo en cualquier
momento. Solo se marchó a buscar algo para beber... –Le advirtió intentando
ocultar su voz temblorosa.
-Pero que
gatita más mentirosa -Aquella voz tan rasposa y su áspera mano, que aquella vez
se posó en su mejilla la alertaron de que era mejor huir rápido.
-No me toque
-Le advirtió, apartándole de un fuerte manotazo.
-Schhh...Tranquila,
mi gatita. Te he estado observando y no vienes con ningún novio. Me preguntaba
si me ibas a conceder de primero un baile, como hiciste con tantos idiotas allí
dentro...
-¡Hola mi
amor! -Una voz muy bien conocida apareció en escena. Se dio la vuelta y vio a
un Lucas, vestido implacable de etiqueta. ¡Salvada por el lobo! Pensó con
ironía-. Siento haberte hecho esperar tanto -Se acercó, la abrazó y la besó como
si fuera lo más normal del mundo. Después sin soltarla por asomo se giró al individuo-.
Muy buenas noches, gracias por haber hecho compañía a mi queridísima novia...-Dijo
seriamente y mirándolo fijamente.
-Comprendo
Lucas -Sonrió maliciosamente-. No sabía que era de tu propiedad... Si me
disculpáis.
¡Su
propiedad! Pensó enfadada. Lo único que le faltaba, ser propiedad de él. Además,
había vuelto a besarla sin su permiso. De acuerdo que de manera casta, pero la
había besado.
-Tienes
que tener más cuidado, cuando puedas creer que te quedarás sola -Le indicó con
divertida sonrisa-. Estas preciosa...
No acabó
la frase. Sabrina en un movimiento rápido había levantado su mano abofeteándolo,
consiguiendo sorprender al hombre por aquel gesto.
-No me
beses sin mi consentimiento -Escupió enfadada-. Mira lo que ocurrió la primera
vez que lo hiciste. Aún me vigilan los más rezagados. Me debes por lo menos una
semana de libertad y ya estás desmintiendo lo que ocurrió... ¡Pero qué! - Lucas,
también la cogió desprevenida al sujetarla por la cintura y acercarla a él hasta
chocar contra su cuerpo-. ¡Suéltame!
-Agradece
que quien te haya besado aquí haya sido yo y no él -Sus ojos chispeaban-. Ves a
suponer lo que te habría podido hacer. Y tampoco deberías enfadarte tanto por
las revistas. Eso son pequeñas mentiras, que con una o dos semanas se
olvidarán. A menos, que haya por ahí escondido un novio un tanto celoso.
-No hay
aquí ningún novio. Estoy aquí para trabajar y punto. No quiero vivir ninguna
relación o aventura con nadie... –Masculló mal humorada.
-Pues
alégrate entonces –Sonrió Lucas-. Tú consigues que ningún hombre te moleste y
yo, que mi madre deje de hacerme de casamentera.
-Pero si a
ti te encanta -Se burló, intentando zafarse de sus brazos-.Eso de tener
montones de mujeres pendientes de ti. ¡Y suéltame ya, quieres! –Comenzó a
empujarlo sin resultado alguno.
-No digo
que mi comportamiento sea como el de un monje –Comentó divertido, apretándola
aún más a él-. Pero tampoco soy el libertino que tanto insisten las revistas.
-Ya claro
-Afirmó sarcástica.
-Y bien.
¿Qué te parece mi sugerencia sobre ese artículo? –Preguntó risueño.
-Digo que
es una gran tontería. No entiendo que me va a servir a mí. Salvo éste borracho
y tú, se quitarme de encima a los hombres.
-Eres la
niña más cabezona...
-¡Niña yo!
-Abrió los ojos ante sus palabras.
-Eres doce
años más joven que yo. Entiendo que digas tantas tonterías sobre las
relaciones... –Le replicó bromeando el hombre.
-Si no me
tuvieras sujeta, te juro que te quitaba de encima esos doce años de sabiduría
que dices tener a base de golpes... -Soltó con gran sarcasmo Sabrina.
-Mira que
llegas a ser graciosa -Suspiró-. Mi niña, si quieres que la prensa te deje en
paz solo debes de hacerme caso.
-¡No! -Lo
miró enfurruñada.
-Cuanto
más les niegues las cosas, más te buscaran - Le comentaba de forma relajada con
su sensual voz. Pero lo que de verdad la estaba dejando tonta, era todo él. Su
voz, su loción de afeitar, el ritmo de su corazón contra su mejilla, sus fuertes
brazos... No podía negarlo. Marta tenía razón. Junto a Lucas, era como todas
las mujeres. Se creía que iba a ser más fuerte que todas ellas, pero la atracción
sexual hacia aquel hombre era brutal. Solo quería quedarse toda la noche así,
protegida del frío por él. Sabía que ya era tarde. Su joven corazón latía con
más fuerza cuando él rondaba a su alrededor. Ahora, solo tenía que esconder
aquellos sentimientos de él. No quería caer en sus redes, para ser abandonada y
dañada con el tiempo.
-Bla, bla,
bla... –Lo imitó con sorna ella-. Lo que
tú no paras de buscar son diferentes ideas para conducirme a tu cama.
-Cuando te
lleve a mi cama, será por que tú me lo pedirás –Señaló riéndose.
-Pues vete
buscando un cómodo sillón, por que eso no va a ocurrir hasta que los cerdos vuelen
–Le sacó la lengua.
-No creo
que haga falta tanto, mi niña.
-¿Ah, no?
¿Es que además de play boy eres adivino? –Alzó una ceja inquisitiva.
-No, no
tengo poderes divinos -Sonrió de forma sensual-. Pero si sé leer los ojos y
gestos del cuerpo de una persona. Por
ejemplo ahora mismo, te encanta que te tenga aquí abrazada y te mueres por que
te bese, aunque luego me pegues para disimularlo...
¡Mierda!.
Estaba acabada, como siguiera observándola mucho iba averiguar cosas que no
quería que averiguara.
-¡No digas
tonterías!- Renegó-. Es solo que paso de hacerme daño forcejeando para que me
sueltes. Y no quiero que me beses, sabes que no me gusta que lo hagas –Lo miró
con los ojos entrecerrados.
-¡Venga
ya! -Se quejó aquella vez él-. Pero si no paras de pedírmelo a gritos.
-¡No! –Lo miró
horrorizada por que fuera tan transparente.
-Hagamos
una prueba -Sugirió-. Yo te beso...
-¡Y un
cuerno! –Masculló.
-Déjame
acabar, mujer... –Rió.
-¿Pero te
crees qué soy tonta? –Preguntó ofendida.
-Mira, yo
te beso... -Siguió explicando-. Y si no me devuelves el beso, te prometo que te
dejaré en paz. De ésta manera me demostraras que no sientes ningún tipo de
atracción sexual hacia mí.
-Hace años
que dejé la primaria, señor play boy.
-Yo lo
encuentro muy razonable –Intentó parecer serio.
-Yo no...
-Se quejó.
-Pero si
no tienes que temer nada, es perfecto para ti. Como dices que no sientes nada,
solo tienes que quedarte unos segundos quieta... Y tan solo nos veremos para el
trabajo de manera formal –Siguió intentando convencerla con tono respetuoso.
¡No
aceptes! Le gritaba su cerebro desesperado. Aquella era su oportunidad para
salir inmune, pero sabía que no lo lograría. A quien quería engañar, su cuerpo solo
hacía que inclinarse hacia delante en busca de aquella dulce caricia...
-Acepto
-¡No! Qué había hecho...
Lucas
sonrió y acercando una de sus manos al mentón de ella, le levantó el rostro
para apropiarse de sus rosados labios en una apasionada caricia. ¡Pero ni una
milésima de segundo! ¡Nada!. En cuanto había sentido el roce se había mostrado
sumisa rodeándole el cuello con sus brazos, en señal de total entrega y demostrándole
quien tenía razón. No sabía cuanto, si segundos o minutos, lo que si sabía es
que aquel hombre acabaría por matarla. Jamás ningún chico de los que había
conocido en la universidad, le habían hecho sentir aquel fuego por dentro con
un simple beso.
Levantó la
mirada para encontrarse a un Lucas muy sonriente. ¿Por qué tenía que ser tan
endiabladamente atractivo? ¿Y ahora qué?...
-Me temo
que gano a la dulce doncella en ésta apuesta...
-¿Perdona?
-Que es
obvio, se acaba de demostrar quien tenía razón –Señaló él-. Así que gano la
apuesta...
-No me voy
a meter en tu cama, por el solo hecho de que me guste que me beses -Puntualizó
de seguida.
-Mi niña,
ya te dije -Soltó seductoramente con sonrisa torcida-. Tú vendrás a mí. Ya lo
sabes...
-Deja de
llamarme niña -Soltó enfadada-. Y ya te lo he dicho antes...
-¡Sabrina!
¡Lucas! Que sorpresa... -Fueron interrumpidos por la aparición de Thom, quien
sonrió un poco al ver a la pareja tan junta y de golpe separada, ante el
empujón de Sabrina ¿Creía que estabas en Nueva York?
-Vine un
día antes de lo previsto -Se acercó a él sin quitarle el ojo a ella, viendo
como los observaba muy atentamente-. Y cuando llegué me encontré con la invitación,
y ya sabes como funcionan estas cosas.
-Sí, bueno
acuérdate que hemos quedado a primeros de ésta semana...
-¿Vosotros
dos sois muy amigos? -Interrumpió ella, acercándose a ellos.
-Lucas y
yo, nos conocemos desde hace mucho –Admitió Thom sonriente-. Pero en los negocios,
vamos a lo que vamos....
-Ahora
entiendo muchas cosas -Soltó con reproche, mientras se cruzaba de brazos por el
frío.
-¡OH,
vamos Sabrina! -Soltó su jefe sonriendo-. Defendí a Lucas, por que era cierto,
no por que fuera mi amigo...
-¿Tienes
frío? -Interrumpió Lucas-. Ven aquí...
-¡No! –Dio
un paso atrás.
-Ven mi
niña -Sin aceptar sus protestas, la volvió abrazar contra su cuerpo transmitiéndole
calor corporal-. ¿Así que habéis hablado de mí?
-Eso no te
incumbe -Bramó ella-. ¡Y quieres soltarme!
-Sabrina,
vino a decirme que no quería cooperar con tu empresa todo porque la besaste...
- le contó Thom tranquilamente a Lucas
toda la discusión, sin importarle para nada el que ella estuviera allí
presente.
-¿En
serio? -Preguntó un divertido Lucas, sin soltarla en ningún momento aunque ella
no parara de forzar.
-¡Sois tal
para cual! -Dijo muy indignada, al ver como se defendían mutuamente-. ¡Pero
quieres soltarme ya! -Volvió a forcejear con un fuerte tirón sin ningún
resultado.
-Pero si
antes no parecías que quisieras que te soltaras -Comentó divertido su amigo y
jefe Thom.
-Eso, es
por que éste bruto me tenía bien cogida. Y tú, que eres mi jefe y amigo,
tendría que darte vergüenza el apoyar a éste hombre de las cavernas –Le replicó
con abatimiento.
-Que
ilusa, Sabrina -Bromeó-. Pero si yo siempre miro por tu bien. Y junto a él, no
corres ningún peligro.
-¡Corro el
peligro de que me lleve a su cama! -Exclamó molesta-. ¿Te parece poco?
-Y yo te
he dicho que si eso ocurre, es por que tú lo harás de forma voluntaria –Recalcó
una vez más el italiano muy orgulloso.
-No pienso
discutir tu vida sexual -Dijo Thom sonriente-. Eres joven y tienes que
disfrutar de la vida. No me molestaría, al revés, me encantaría que tú y él acabarais
juntos.
-Ves como
no soy tan malo –Marcó Lucas.
-Iros al
cuerno los dos - Y clavándole el tacón en el pie a Lucas, pudo soltarse y salir
corriendo al interior de la casa. Escuchando la risa de los dos hombres.
-Tiene
mucho genio -Observó Lucas, con un brillo especial en la mirada. Estaba
extasiado al haber encontrado aquella joven.
-Y a ti
que te gusta que sea así -Señaló Thom, sacándole una sonrisa.
-Sí –Rió viendo
que su amigo lo había observado bien.
-Pues creo
que te va a costar mucho el hacerla tu esposa -Soltó suspicaz.
-Es
increíble lo que me conoces -Se rió a carcajadas éste-. Pero te digo una cosa,
mía ya es. Solo que es más testaruda que una mula y no quiere reconocerlo.
-Te veo
muy confiado amigo -Le comentó dándole una palmada en la espalda-. Espero que
lo consigas, por que te aseguró que conociéndola te lo pondrá muy difícil.
Tiene carácter y no duda en enfrentarse a mí, así que no me metas mucho por el
medio. Y ándate con ojo con sus compañeras… -Le alzó un dedo en advertencia.
como siempre las amigas nos protegemos jaja, me escanta esta novela con un poco de comedia.
ResponderEliminarLa verdad, es que compadezco al hombre cunado la novia tiene a muchas amigas alrededor... jejejeje
EliminarMuchas gracias Kriss por decir que te va gustando la novela. Besos