Cuando llegó a su casa, Leonora se
encontró a su madre dispuesta a presumir un par nuevo de zapatos que había
comprado. Leo gruñó, siguiendo a su jefe había tenido demasiado de compras para
el resto de sus días, no lo necesitaba también en su familia, además si no
estaba equivocada su madre había gastado dinero que no tenían para comprar
aquel llamativo par.
-Mamá, sabes que hay cosas más urgentes
que unos zapatos – la reprendió sintiéndose la madre, eso pasaba mucho
últimamente.
-Leonora, estaban a buen precio, y son
tan lindos, hace tanto que no tenía nada lindo – dijo con voz de lamento y la
chica se aguantó para no responder, si mal no recordaba su madre había salido de
compras la semana pasada. Y una cosa era que Bastian Cavendish gastara dinero
despreocupadamente, ya que a él le sobraba y otra cosa que lo hiciera su madre,
ellos necesitaban cada centavo.
-Me voy a dormir...- anunció.
-¿No vas a cenar? – preguntó su hermanita
que parecía ser la única que se preocupaba por lo importante.
-No cariño, estoy cansada, buenas noches
– dijo y su hermano la llamó.
-Leo, mañana necesitaré dinero – le
soltó sin mucha ceremonia.
-Dinero, ¿para qué?
-Libros – contestó él demasiado deprisa,
lo que lo hizo sonar más sospechoso.
-Hazme una lista de sus títulos y yo te
los compro – le contestó mirándolo fijamente y su hermano hizo una mueca de
disgusto.
-No confías en mí, nunca lo
haces...crees que puedes ordenarnos la vida a todos – le reprochó el joven.
-La confianza se gana. Y también el
dinero – replicó y se fue a dormir.
La mala suerte la perseguía, o tal
vez, después de la noche anterior su madre y su hermano le habían echado un par
de maldiciones, porque llovía y ella acababa de perder el autobús tras correrlo
una cuadra.
Estaba mojada, de mal humor e iba a
llegar tarde al trabajo.
Al llegar se encontró con varios de los
demás trabajadores que la saludaron, incluso una muchacha que trabajaba en otra
oficina le prestó un sweater para que se quitara su ropa mojada, y como era de
esperar, a pesar de la hora, su jefe no había llegado.
Apareció un par de horas luego y ella lo
recibió con un estornudo.
-Pareces un gatito mojado hoy. ¿Estás
resfriada?
-No, creo que es alergia – contestó ella
y por la forma en que lo dijo , Bastian entendió que se refería a tenerle
alergia a él.
-¿Qué tenemos para hoy? Espero que no
demasiado.
-Dudo que muera de agotamiento por
trabajar – contestó ella y tomó un par de carpetas.
-Nunca se sabe, gatito, nunca se sabe.
-¿Puede dejar de decirme Leoncito,
gatito y cualquier nombre asociado a un animal?
-Lo siento, la culpa es de tu madre por
darte ese nombre, ¿sabes? – comentó él y ella lo miró enfadada.
-Entonces sumémoselo a la larga lista
de cosas de la que es culpable – contestó ácidamente y Bastian la miró con
curiosidad. Sin embargo no preguntó nada y entró a su oficina, mientras la
chica lo seguía con un montón de papeles que debía leer y firmar.
Los estornudos de Leonora se hicieron
más frecuentes con el correr del tiempo y finalmente unas horas después,
Cavendish le dijo que acabaran el trabajo por el día.
-Pero queda mucho por hacer …-protestó
ella.
-Mañana, Leonora, hoy tengo cosas más
importantes que hacer.
-Este es su trabajo, ¿qué puede ser más
importante?
-Ay Leoncito, eres demasiado seria, y lo
más importante es probar mi yate nuevo, así que fuera….vete a tu casa.
-Usted váyase, yo me quedo.
-No, de ningún modo, ya te lo he dicho y
desde hoy será una nueva regla, si tu jefe se va, tú también.- dijo y se paró
junto a ella, la giró hacia la puerta y la empujó, una vez que llegaron al
puesto de la chica le dio la cartera y el abrigo y la siguió empujando
suavemente hacia la salida.
-Pero, pero…
-Shhh, vete a tu casa, que yo quiero
aprovechar el día…
-Pero el día está espantoso, nublado y
frío, dudo que sea adecuado para que pasee en su yate.
-Debieran contratarte en alguna oficina
de seguridad Nacional, no dejarías ir a nadie. Y ni se te ocurra sugerir lo que
podría hacer yo, ya me imagino lo que me dirías – la cortó él sonriendo, antes de que la chica pudiera
responderle.
Cuando llegó a su casa, seguía
estornudando y tenía un horrible dolor de cabeza.
-¿Llegaste temprano de nuevo? – preguntó
su hermano al verla entrar. Jugaba en la computadora videojuegos y al pasar a
su lado, Leo le apagó la maquina.
-¡Hey! ¿Qué haces?
-Intento salvarte de que te conviertas
en un completo inútil que prefiere jugar a trabajar, ve a hacer tu tarea…- le
ordenó y el chico simplemente se fue a su habitación y cerró de un portazo.
-Voy a salvarte, aunque sea a ti voy a
salvarte -dijo para sí misma mientras pensaba que hubiera sido bueno que alguien
le pusiera límites a Bastian Cavendish cuando aún estaban a tiempo.
A la mañana siguiente, Leo no se sentía
mucho mejor, de hecho se sentía bastante mal, pero al menos no perdió el
autobús ni llovía, cada vez se conformaba con menos. Si su jefe hubiera llegado
a tiempo al trabajo, podría decir que el día estaba bastante bien, incluso con
el resfriado y el malestar. Pero, como siempre, no fue así, de hecho llegó
cerca del mediodía y bastante relajado.
Mientras Leonora revisaba el trabajo del
día, se dio cuenta que tenían un informe que debía ser presentado al día
siguiente, esta vez no iba a dejarlo salirse con la suya.
-¿Leoncito? – preguntó Bastian cuando
vio a entrar a Leonora cargada de cosas, llevaba carpetas y paquetes.
-Trabajo, comida y bebidas – dijo ella y
apoyó todo en el escritorio mientras él la ayudaba para que no se cayera nada. Inmediatamente
la chica caminó hacia la puerta y la cerró con llave.
-¿Y eso? – preguntó él elevando una ceja
en un gesto muy sugerente.
-No va a irse hasta que terminemos esto,
debe entregarse mañana sin falta y a menos que trabajemos sin parar no podremos
terminarlo, si no se hubiera marchado a jugar ayer, esto no habría sucedido.
Ahora no tenemos otra opción…
-¿Me estás secuestrando para obligarme a
trabajar? – preguntó divertido.
-No, sólo estoy haciendo que trabaje las
horas que corresponden y que se comporte como cualquier ejecutivo responsable.
-No conozco secretarias que encierren a
sus jefes para trabajar…es desconcertante – comentó con un brillo travieso en
la mirada.
-Desconcertante sería que confiara en
que usted lo haga solo. Tenemos comida, así que no hay problema y por suerte su
oficina tiene baño privado así que no hay excusas para salir. Y si tiene algún
compromiso lo postergaremos para después.
-¿Y tú? No debes ir a tu casa en algún
momento…
-Ya avisé que debo terminar un trabajo y
que no regresaré hasta que esté terminado, así que no hay problema. Bien ahora
tome esa carpeta azul y empecemos – dijo y para coronar su discurso estornudó
varias veces.
-Eres única, sin dudas.
-¿Se supone que es un halago o qué?
-Buena pregunta, Leoncito, buena pregunta,
bien empecemos a trabajar ya que no me dejas opción.
Leonora se sentía cada vez peor, el
dolor de cabeza la obligaba a entrecerrar los ojos y tenía que forzarse para concentrarse
en lo que leía.
-¿Segura que te sientes bien? Deberías
irte a tu casa…
-Me iré cuando tengamos esto listo, ¿ya
cargó los datos? – preguntó ella y él asintió.
-Entonces ve a prepararte un té y toma
algo para el resfrío, prometo no escapar mientras lo haces.
-Estoy bien, sigamos…
Ya era de noche, los demás trabajadores
del edificio se habían marchado y Bastian había estado concentrado tipeando el
informe así que no se había dado cuenta que Leo se había quedado dormida en el
sofá.
-Listo , ya está terminado, ¿Leoncito?…-dijo
y elevó la vista, entonces la vio y se dio cuenta que ella no respondía.
-¿Leonora? – la llamó al acercarse y
cuando la tocó se dio cuenta que la chica ardía en fiebre- ¡Cielos, muchacha
tonta!.Leo, Leonora…- la llamó pero ella sólo gimió suavemente.
Bastian rebuscó en el bolsillo de la
chica, tomó la llave, abrió la puerta de la oficina, la cubrió con su propio
abrigo y la levantó en brazos.
Leonora abrió los ojos, se sentía como
si una manada de elefantes la hubiera usado de alfombra, además había tenido
sueños extraños, alguien que la llamaba mientras ella sentía demasiado calor,
hasta que llegaba el frío que se apoyaba en su cabeza y la calmaba.
Trató de despejarse y entonces todo
empezó cobrar sentido, el estado gripal le había ganado y se había quedado
dormida en el sillón, pero ya no estaba en la oficina. Estaba en una cama, pero
no era su cama, ni su casa.
Leo se incorporó y entonces se dio
cuenta que sólo llevaba puesta su ropa interior y que estaba en un lugar
totalmente desconocido, era una habitación con una cama amplia y muebles
sobrios, colores claros en las paredes y nada que le dijera qué había pasado o
donde estaba. Sintió unos pasos y aferró el cubrecama contra su cuerpo para
cubrirse.
-¿Estás despierta? ¿Te sientes mejor?
-preguntó Bastian llegando a su lado y antes de que ella respondiera apoyó su
mano en su frente- Bueno, ya no tienes fiebre…
-¿Dónde estoy…? ¿Qué pasó? ¿Qué hora es?
-Puedo contestar de a una pregunta a la
vez, Leoncito, así que ve despacio. Primero, eres demasiado testaruda por tu
propio bien, te venció la fiebre anoche, me diste un buen susto, así que te
traje a mi casa y el médico de la familia te atendió, te dio una inyección y si
te lo preguntas, la enfermera que lo acompañaba fue quien te quitó la ropa. En
cuanto a la hora, son las diez de la mañana, y he estado cuidando de ti toda la
noche, así que me debes una.
Leonora intentaba asimilar toda aquella
información. Por lo visto, estaba en deuda con él y no le gustaba nada de nada.
-¿Por qué no me llevó a mi casa?
-Porque no sé dónde vives…
-Mi legajo, allí está la información.
-No se me ocurrió, mi secretaria se encarga
de cosas así y estaba inconsciente así que yo tenía otras prioridades – le
respondió sonriendo y entonces Leo cayó en la cuenta de que había pasado la
noche allí.
-¡¡Mi familia!! Deben estar muy
preocupados por mi- exclamó e intentó levantarse hasta que recordó que estaba
en ropa interior.
-Tranquila, les dijiste que volverías
cuando acabaras un trabajo, conociéndote han de pensar que sigues trabajando,
no sería raro. Además no es como si fuera tu primera noche fuera de casa…¿o sí?-
preguntó él y ella se sonrojó.
-Muchas gracias por cuidar de mí, ¿puede
darme mi ropa? – le pidió sin responder a su pregunta anterior.
-Lo siento, está en la lavadora, pero te
buscaré algo, así puedes darte un baño y cambiarte. Seguramente hay ropa de
alguna de mis chicas por ahí, espera un minuto…- le dijo y se fue.
Leonora estuvo a punto de maldecir, en
el último lugar del mundo que quería estar era en la cama de Bastian Cavendish,
y mucho menos usar la ropa de alguna de sus conquistas. Pero si debía hacer un
balance, lo peor de todo y por lejos, era que él la había visto en aquel
estado, ya nunca la tomaría en serio. Siempre le recordaría que su testarudez
la había llevado a depender de él.
Se llevó la mano a la cabeza, estaba
empezando a sentirse mal de nuevo, aunque sabía que era su orgullo herido lo
que más le molestaba.
-Aquí tienes – dijo él y recién notó que
estaba a su lado con la ropa prometida. Sin embargo, no era ropa de mujer, era
ropa de él, un pantalón claro y un sweater blanco de hilo. Debió notar el
desconcierto de Leonora porque la miró divertido.
-Lo siento, no hay ropa de mujer aquí,
de hecho eres la primera que pasa la noche en mi casa.- le explicó y ella lo
miro incrédula. Pero entonces notó algo que le había pasado desapercibido, se
lo veía cansado.
-¿No durmió?
-Claro que no, te dije que cuidé de ti.
Además no había donde dormir, ocupabas mi cama…
-¿Acaso no tiene otra habitación?
-No, sólo ésta.
-¿Por qué? – preguntó curiosa, había
imaginado que aquel hombre podría tener una casa con diez habitaciones si
quisiera.
-Así evito visitas inoportunas –contestó
simplemente. Ahora ve a bañarte, mientras preparo el desayuno.
- No es necesario.
-Sí, te toca un antigripal que dejó el
médico y mejor si tienes algo en el estómago.
Finalmente ella asintió y él le devolvió
una sonrisa, luego salió de la habitación para ir a la planta baja, mientras Leonora
iba al baño a ducharse.
Cuando bajó pudo observar mejor el
lugar, era un loft amplio y luminoso, en el primer piso estaba la habitación y
una pequeña oficina, abajo un living, la
cocina y un comedor.
No había imaginado que Bastian viviera
así, era un lugar sencillo y de buen gusto.
Había imaginado algo más recargado y exótico.
-¿Entonces así es como se ve un león mojado? –
preguntó él y ella se giró para verlo en la cocina.
-Me veía peor antes – dijo ella y se
tocó un mechón de cabello mojado.
-Sí, es cierto, no tenías buen aspecto
debido a la fiebre. ¿Sabes? Pareces de unos catorce años vestida así…- comentó
y Leo pensó que era verdad, llevaba el ruedo del pantalón arremangado, y el
sweater le quedaba grande y largo de mangas, recién al llevar puesta su ropa se
había dado cuenta de la diferencia física con Bastian Cavendish.
-Supongo que no soy muy alta, gracias
por la ropa – dijo ella y él asintió, luego le indicó la mesa.
-Siéntate, ya está la comida – le dijo y
se acercó con la sartén y una fuente para servirle.
Aquello era demasiado íntimo, una
secretaria no desayunaba en casa de su jefe, ni usaba su ropa, pero era una circunstancia
extraordinaria. Además , Bastian Cavendish se veía muy diferente, como si en su
propia casa aflorara otro lado de él, más
maduro, más serio. Aunque quizá fueran resabios de la fiebre y estuviera
imaginando cosas.
Él le sirvió jugo de naranja y luego le
alcanzó una pastilla.
-Come primero y luego te tomas eso, yo
iré a sacar tu ropa de la secadora.
-¿No va a desayunar?
-Claro que sí, así me aseguraré de que
comas como se debe y que te tomes el remedio. Ya vuelvo…
Leo intentó concentrarse en su comida,
pero no le resultaba fácil, hacía mucho tiempo que nadie cuidaba de ella, ¿por
qué debía ser justo su irresponsable jefe quien lo hiciera? ¿Y por qué la
conmovía tanto?
pobre Leonora la comprendo totalmente, yo tambien estoy resfriada y me siento muy mal, y sobre todo tengo que trabajar cuando uno quiere quedarse en su casita acostadita.
ResponderEliminarTu!!!!! a la cama pero ya!!!!! y nada de ponerte pijamas con perforaciones por el culete como hace nata que por eso luego se resfria mas grrrr jajajaja
EliminarTienes que descansar, dormir y sudar. Y sudar por abrigo, nada de cochinadas!!!! jejejee
Que te mejores pronto Kriss querida, cuidate ¿te mando a Bastian para que te cuide?
ResponderEliminarOh, oh.. la pobrecita, nadie ha cuidado de ella como es debido, ya empieza a verlo de otro modo. Y él, oculta muchas, muchas cosas, actúa así de despreocupado por algo, o eso creo jeje... Me gusta mucho sis y ese apodo.. si alguien me llamara así uff...jajaja
ResponderEliminarSi, si, ya se le ve el buen corazon que tiene jiji...
ResponderEliminarBesos
Me gustó el cap, ¿a quién no le gustaría un hombre competente mientras está enferma? xD jajaja. A la espera del siguiente!!!
ResponderEliminarMe ha encantado el capitulo!!!! No nos dejaras por mucho tiempo más en ascuas verdad?
ResponderEliminarNo! no!!!!
Por un momento, me eh imaginado cuando él le indicaba que desayunara que cerraría con llave la cocina para que comiera.
Y que habrá pensado él durante la noche, al tenerla a ella allí tumbada en su cama semidesnuda.... Se habrá dado cuenta ya de sus deseos?
Dime, dimelo!!!!!!!!!!!!!!
Uno menos, Uy que enganche jajaja. A este paso llego a lo ultimo escrito en nada.
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