martes, 29 de mayo de 2012

Doble Trampa 2


Salió del baño y con paso desenfadado, se dirigió por el corredor largo que te llevaba al núcleo de aquel lugar. Una enorme habitación llena de mesas con gente trabajando y variso despachos a lo largo de las cuatro paredes. Llamó con dos golpes secos como acera hacer y entró sin esperar respuesta. Como Thom se encontraba hablando por teléfono, se acercó a servirse  un café de la pequeña máquina que tantas veces había utilizado en los largos días de trabajo.

-Lo siento mucho, Sabrina -Se disculpó tras colgar-. Mi hija Hannah, se ha caído en el colegio y se ha roto una pierna. Como Helen se encuentra fuera, me tengo que ocupar de ir a buscarla al colegio...

-Vaya, lo siento –Mostró fastidio en su rostro-. Si necesitas ayuda...


-Tranquila, estoy acostumbrado a los accidentes de Hannah. Ésta niña, siempre está retando a los chicos... –Meneó la cabeza con gesto negativo.
-No la riñas mucho -Sonrió con lástima-. Me recuerda a mí, cuando era pequeña. Además es una niña muy dulce. Lo único malo que tiene, es que no le gusta jugar mucho a muñecas...

-Todo lo que tú digas -Sonrió mientras se ponía la chaqueta-. Ahora sufro por esto, pero en el día de mañana sufriré porque será una mujercita preciosa como su madre.

-¡Exagerado! -Rió-. Aún te quedan años, para que empiecen a interesarle los chicos en ese sentido.

-El tiempo pasa volando-Señaló cogiendo su maletín-. Bueno, te informo que eh anulado la entrevista con Cosméticos Carpi, para la semana que viene o antes, ya se verá. De manera que coge mi coche y...

-¡Qué coja tu Porche! –Lo interrumpió escandalizada.

-Sí, yo cogeré un taxi. –Volvió a señalar serio-. El 4x4, lo tiene mi mujer. Y una pierna rota, no entra ahí –Se intentó explicar evitando mostrar el fastidio de todo aquel lío.

-Pero...

-Sabrina, tu coche lo tienes aún en el taller –Se acercó a la puerta-. Tienes que ir al hotel Roma, para hacerles las fotos del reportaje de San Valentín.

-Tu coche, vale una millonada -Seguía excusándose-. Y si me lo roban y peor aún, si me estrello con él...

-Procura que no te hagas daño, si se da el caso -Puntualizó con humor-.Sabrina, tengo un puñetero seguro que pago año tras año, como para no utilizarlo alguna vez -Sonrió, dándole un beso en la frente-. Procura no atropellar a nadie, creo que esa parte con el seguro es un poco... –Volvió a bromear saliendo ya del despacho.

-¡Thom! –Le reprendió no pudiendo ocultar una sonrisa.

-No se si volveré hoy, así que adiós niña –Se despidió dejándola allí sola.

Iba a llegar tarde, iba  a llegar tarde por el idiota de delante, pensó sulfurada enviándole láseres imaginarios al conductor que iba en aquel Seat.  Entre lo que estaba lloviendo, que provocaba que la gente cogiera más el coche, en vez de los transportes públicos. Y porque el tonto aquel, paraba en todos los semáforos en ámbar, iba a llegar tarde. Y sin olvidar, que ese coche no era su viejo y destartalado jeep. Todos sus movimientos eran muchísimo más lentos. No tenía ganas de hacerle ningún arañazo. No es que llevara una vida un tanto pobre, cobraba un buen sueldo. Pero no para una reparación de aquel nivel.

¡Al fin! Soltó todo el aire de sus pulmones. Cuando entraba por la rampa del parquin del hotel. Esperaba que no se enfadaran mucho, llegaba con media hora de retraso. En teoría, Kevin es quien debería de realizar aquella sesión. Pero el pobre chico, llevaba tres días en cama con la gripe. De manera, que allí estaba después de que se suspendiera la reunión de aquella mañana. La revista, promocionaría para San Valentín, cinco hoteles románticos. Y hotel Roma, se había interesado. Sabía por comentarios, que era un lugar muy ideal para fechas tan señaladas como aquella. Que envidia, nunca le habían preparado algo romántico.

Diez minutos después, se acercó a recepción con todo su armamento de trabajo. En donde allí, había una joven chica que de seguida la atendió amablemente.
-Buenos días, podría avisar al señor Ángelo –Mostró una dulce sonrisa-.  Soy Sabrina de la revista "Mujeres de Hoy”, por favor.

-Un momento, en seguida lo aviso –La atendió de forma impersonal pero correcta la joven.

Mientras esperaba a que la chica lo localizara por teléfono, se puso a observar la grandeza del recibidor. Era espectacular  con todas aquellas luces y figuras. Sin duda, le haría un par de fotografías. De repente, sus ojos se abrieron incrédulos cuando se posaron en una zona en donde había unas esculturas y una puerta muy cercana a ellas, se abrió dando paso a dos hombres trajeados. Se quedó sin aire. El hombre más alto, era el atractivo adonis de aquella mañana. Con los nervios a flor de piel, se giró dándoles la espalda. Rezando porque no la hubiese visto. ¿Pero qué demonios hacía él allí? Es que la ciudad, no era lo suficiente grande como para tener que encontrárselo el mismo día dos veces. ¿Y si se pensaba que lo seguía? Pensó por un momento un poco alarmada. Imposible, se auto convenció no queriendo darse aún la vuelta. Pero tenía que tener en cuenta, que llevaba el traje que con tanto descaro él le había comprado. Bueno, pensó soltando un profundo suspiro que no le quedaba más remedio pedirle que le entregara la factura para hacerse cargo ella misma. ¡Por Dios! Por que no se la tragaba la tierra por unos minutos. O mejor aún, por que no aparecía ya Ángelo, y la sacaba de allí, suplicó en silencio con los ojos casi cerrados y apretados.

-¿Señorita García? –La llamó una voz de hombre. ¡UHF! No era de él. Con una sonrisa se dio la vuelta para quedarse helada al segundo. Su adonis, estaba allí en compañía de Ángelo...Sin duda aquel día no tendría que haberse levantado de la cama.

-Sí, encantada señor Ángelo -Le estrechó la mano. No sin antes, haber observado la sorpresa y gratitud en la mirada del acompañante.

-Mujer, llámame Marcos -Sonrió afable el dueño del hotel.

-Gracias, llámame Sabrina –Respondió forzando una sonrisa por los nervios que llevaba encima.

-Me ha sido de gran gratitud, al comprobar que al final ibas a ser tú quien realizarías las fotografías –Comenzó alagarla el hombre muy animado-.  Me han hablado maravillas de ti, a parte de haber visto algunos anteriores trabajos tuyos.

-Muchas gracias –Se ruborizó-. Cuando quieras empezamos con la ruta.

-Por supuesto, si no te importa nos acompañará mi cuñado Lucas –Señaló cediéndole el paso con la mano.

-Como gustes -Lo miró solo unas décimas de segundo, con las mejillas sonrojadas. Para confirmar, que éste aún tenía una sonrisa divertida en la mirada.

¡Pero cómo de grande, era aquel hotel! El tiempo, se le antojaba demasiado lento para su gusto por culpa de la compañía extra que llevaba. No consiguiendo concentrase mucho, sabiendo de la mirada fija en su nuca de Lucas. Sus pensamientos fueron interrumpidos, por el sonido de un móvil. No era el suyo, maldita sea… Pensó con amargura, como una posible vía de escape. Era el de Marcos, que con una mirada pedía disculpas por la interrupción.

-Lo siento Sabrina, me tendrás que disculpar por un corto tiempo –Explicó el hombre-. Pero Lucas, te llevará por el recorrido y te aclarará cualquier duda que tengas. Es como su casa y se lo conoce como yo.
-No te preocupes –Intentó mostrarse imparcial-. Acude atender esa urgencia  -¡Y un cuerno! Quiso gritar a los cuatro vientos. En verdad, no quería quedarse a solas con él-. Yo más o menos, ya tengo una idea preconcebida de cómo enfocarlo todo –Una vez que se quedaron a solas prefirió abordarlo ella con tono tosco-. ¿Cuanto te debo?-Bramó sin la delicadeza con la que trataba a Marcos.

-Nada -Sonrió jocoso-. Vaya, al fin me diriges la palabra.

-Ese "nada", no me sirve –Lo miró con el ceño fruncido.

-Pues a mí, sí -Respondió cortante-. Seguimos con el recorrido, quedan por visitar los dos dormitorios más importantes del hotel.

-No me pienso mover de aquí, hasta que me digas un precio -Refunfuñó, cruzándose de brazos.

-Pareces una niña pequeña, haciendo pucheros -Se burló de ella.

-Y tú eres un... -Empezó acusarlo, pero se calló vacilando en sí seguir.

-¿Qué soy? -La instó a seguir, sin perder la sonrisa en ningún momento.

 Para él, aquello era un mero juego. Pero para ella era perder su integridad.

-Dime un precio -Volvió a repetir, dejando a un lado la acusación.

-Muy bien, ésta noche cenamos juntos –Ordenó con un brillo especial en la mirada.

-¿Perdona? -Pestañeó un segundo-. ¿Te piensas que voy a ir a cenar contigo, para que me digas el precio? Tú eres un cretino... –Señaló sin reparo alguno.

-Vaya -Se rió el hombre ante sus palabras-. No lo había mirado desde ese punto de vista. Para mí, con que vinieras a cenar ya me daba por satisfecho. Pero la verdad, no había mirado lo del chantaje.

-Olvídalo, no pienso acudir –Respondió en una murmuración.

-Entonces, no me insistas en devolverme el dinero –Se alzó de hombros divertido.

-¡Dios! –Exclamó sulfurada-. No quiero ningún regalo, que venga de un libertino como tú.

-¿Libertino? -Acto seguido soltó una risotada-. No sabes nada de mí, para lanzarme esa acusación.

-No me lo recuerdes –Gruñó nuevamente con la mirada entre cerrada-. Tú sabes bastante de mí, gracias a mis dos compañeras. Y para que lo sepas, los hombres que hacen ese tipo de regalos a mujeres que acaban de conocer, se les considera libertinos, mujeriegos, como quieras calificarlo mejor.... -Sonrió desdeñosa-. Con la única idea, de llevárselas a la cama para luego desaparecer. Y amigo, tú entras perfectamente en ese perfil.

Por un momento se la quedó mirando, para luego volver a proferir una sonora carcajada ante la acusación de aquella preciosidad. Por lo visto, se había topado con una mujer un poco difícil de conquistar. Desconfiaba bastante de los hombres.

-Para serte sincero, eres la primera mujer que me provoca tales impulsos indecorosos como me has señalado -Confesó sincero, pero sin perder el humor en ningún momento en su mirada y gestos-. Y ciertamente, aunque creas esa mentira que te has formado en tu cabecita, siento comunicarte que has herrado.

-Ha –Rió con falsedad-.  Si no te importa, prefiero guardarme un poco la confianza -Dijo recelosa.

-Como gustes –Aceptó, para seguidamente  inclinarse hacia ella a modo de reverencia-.  ¿Qué te parece si continuamos con la visita?

La siguiente media hora que duró el recorrido por todo aquel maravilloso edificio, tuvo que reconocer no estar al cien por cien concentrada. Aunque Lucas, se comportara de forma profesional y dejara a un lado su instinto libertino, no estaba relajada. Y muchísimo menos, en aquellos espectaculares dormitorios. Demasiada cama y sabana de seda, que te llenaban la mente con largas noches de pasión.

-Son preciosos –Admiró al final del todo.

-¿De verdad te gustan? –Alzó una ceja riéndose-. Pensé que con tu carácter, los encontrarías un tanto impuros.

-Perdona -Se giró a él lista para atacar-. El que sienta cierta empatía hacía ti, no significa que no me guste lo romántico y seductor.

-Eres muy dura conmigo –Mostró una sensual sonrisa-. Por culpa de un par de estereotipos de hombres, en dos minutos ya me has catalogado –Resopló simulando enfado-.Y no sé como hacer, para que veas la verdad.

-No me gusta vivir en un mundo de fantasías y engaños -Le reprochó-. Bueno, ya tengo en mente que es lo que voy hacer -Cambió de seguida la dirección que estaba tomando aquella  conversación-. Si me conduces hacía el recibidor, podré empezar a trabajar cuanto antes.

-¿Ya te has hecho una idea? –Preguntó con interés-. Muy bien, tengo ganas de saber si es igual de bueno que todos los otros...

-¿Qué otros?- Preguntó extrañada y con gran curiosidad. Pero no pudo saber la respuesta, Marcos apareció al fin en aquel momento.

-¿Bueno, qué te ha parecido el hotel Sabrina? –Preguntó un tanto nervioso.

-De ensueño -Admitió con gran sinceridad-. Estoy segura que será un reportaje magnífico. Ahora, me disponía a comenzar con él.

-Bueno, la compañía es muy grata -Interrumpió Lucas-. Pero yo tengo que marcharme hacer una llamada.

-Estas ocupado, eh -Sonrió con complicidad su cuñado Marcos-. Te hacen falta unas buenas vacaciones.

-Pero con una buena compañía para disfrutarlas -Señaló esbozando una leve y enigmática sonrisa en dirección a  ella-. ¿Pero creo que eso me va a ser difícil, verdad Sabrina?
-No lo creo –Se alzó de hombros-. Tienes pinta de ser un hombre que con dulces regalos hipnotizas a las jóvenes modelos... –Empleó tono inocente, pero echando fuego por los ojos-. ¿Me equivoco?

-Aunque mi cuñado, aparezca en muchas revistas del corazón –interrumpió Marcos, sin darse cuenta que estaba dando información que a ella le interesaba al tratar de defender al hombre-. Le puedo asegurar, que la gran mayoría son mentiras. Es normal, que en una gala a uno lo fotografíen acompañado de mujeres. Pero eso no significa que todo lo que digan ligue... Éste hombre, está más casado con el trabajo que con la diversión.

-No hace falta que me defiendas, Marcos -Se apresuró a frenar Lucas.

¿Revistas del corazón? ¿Galas? ¿Pero qué ocurría allí? Algo muy importante, se le estaba escapando ante sus ojos. ¿Quién era Lucas? Tenía que ser un personaje famoso, para moverse en el ambiente de las galas y salir en las revistas del corazón. ¡Maldita sea! Nuevamente volvía hallarse en desventaja, en lo referente a él. Pensó con gran rabia, al ver que éste volvía a ir por delante de ella.

-Ciertamente, Marcos... -Se giró con gran curiosidad al otro hombre-. No soy una mujer, dada a comprar revistas del corazón. Y tengo que decir, que tampoco llevo mucho tiempo aquí en Londres-Seguidamente miró con cierta picardía a Lucas por un momento al decir las siguientes palabras-.  Así, que francamente no tengo ningún tipo de referencia de quién es Lucas...

-¡Vaya! -Exclamó sorprendido y divertido Marcos-. Entonces, no sabes que Lucas se encuentra en la lista de los diez solteros más sexy y ricos de...

-Gracias, Marcos –Interrumpió apresurado Lucas-. Pero creo, que la señorita García tiene mucha prisa...

-¿Así? -Inquirió divertida.

-Sí. Y lo siento mucho, pero debo llevarme un momento a Marcos, por un tema pendiente... -Vio como ella, le estaba dedicando una miradita  asesina por huir como un cobarde-. Así que, encantado de haberla conocido. Seguro que volvemos a encontrarnos muy pronto.

-Viniendo de ti, me lo creo-Le estrechó la mano con suma indiferencia-. Adiós –Maldito cretino, pensó enfadada.

-Espero poder atenderte cuando te marches, sino, ya nos veremos cuando me entregues el resultado de todo –Le cogió las manos con cariño-. Y muchas gracias por ser tú, quien ha venido a realizarlo -Le volvió agradecer Marcos.

-De nada -Sonrió, mientras se disponía a coger lo necesario ignorando a Lucas marcharse.

Eran las tres pasadas de la tarde, cuando acababa de hacer todas las fotografías necesarias. Cuando un trabajador del hotel, se le acercó para informarle que en el comedor tenía una mesa reservada. ¡Tenía que confesarlo! Le encantaba la comida italiana, y ya puestos que se encontraba allí, no pensaba perder la oportunidad de perderse un exquisito bocado. Lo que no se esperaba, es que cuando la condujeron a su mesa ya estuviera ocupada por Lucas. Adiós, a su idea de una deliciosa comida. Éste se levantó y despachó al camarero, para ser él quien la invitara a tomar asiento. Pero en vez de sonreír, Sabrina lo miró con gran enfado y cruzándose de brazos, se quedó de pie.
-¿Qué clase de encerrona es ésta? –Golpeó el suelo con el pie en gesto ansioso.

-Ninguna –Dijo encogiéndose de hombros-. Hace poco que llegué y pregunté por si te habías ido ya. Como me dijeron que no, supuse que tendrías hambre... –Respondió con voz tranquila y segura.

-No te creo. ¿Por qué no lo intentas nuevamente? –Dijo con aire impertinente y alzando una ceja.

-¿Así me pagas el traje?- Volvió a decir con cierta precaución y guiñándole un ojo con humor.

-¿Lucas? -Volvió a insistir con poca paciencia, poniendo los brazos en jarra y mirándolo aún más enfadada.

-Quiero conocerte -Soltó al fin a regañadientes-. Lo digo en serio. Ésta mañana, al chocarnos me gustaste mucho. Quise impresionarte, y me aproveché de la oportunidad del traje para empezar por ahí... Y como gracias a la indiscreción de tus amigas sé en donde trabajas, quería pasarme ésta tarde para invitarte a cenar...

-¿Para luego llevarme a la cama? –Reprochó en tono mordaz y agitando una mano el aire con gesto vehemente.

-No soy de esos Sabrina -Le indicó estudiándola con los ojos entrecerrados ante su respuesta.

-Ah no, que esperarías un par de días -Lo miró con cierto desprecio para hablar con tono de burla-. ¿Y después qué, me olvidarías y ya está para mí?

-Sabrina, por favor -Le espetó furioso consigo mismo, por ver que no confiaba en él-. ¿Por qué eres tan negativa conmigo? En ningún momento, eh dicho que te buscaba para llevarte a la cama. Por supuesto que me gustaría, a qué tonto no-Marcó con energía-.  Eres una mujer muy bonita...

-Me voy -Punteó decidida-. Lucas, lo siento mucho. Eh venido a Londres a trabajar. No para ir de cama en cama. Y menos, de caer en las manos de un playboy.

-No te marches, por favor -Le pidió-. Siento mucho, el maldito momento en que decidí comprarte ese traje... –Confesó con arrepentimiento.

-Aunque no lo hubieras hecho -Le soltó mordaz-, no hubieras conseguido nada. No mantengo relaciones con hombres como tú.

-Ya te he dicho, que lo que dice la prensa rosa no es verdad... –Dijo cansinamente.

-Antes no sabía que salías en la prensa rosa, eres el típico hombre guapo que se aprovecha de cualquier falda. Pero ahora que me hago una idea de que sales en la prensa, te digo que somos de mundos diferentes. Yo trabajo, tú diriges. Yo salgo a tomar algo, tú vas a grandes fiestas...

-Entiendo –Soltó aire-. Piensas que eres una mera diversión para mí. Algo nuevo...

-No lo pienso. Sé que es eso -Respondió desdeñosa-. Ahora, con tu permiso me marcho a mi casa.
-Permíteme que te acompañe... -Seguidamente soltó las siguientes palabras con un toque frío de ironía-. Al menos creo que en los dos mundos, según tú, existe la caballerosidad.

Durante el trayecto en ascensor hacia el parking, reinó un absoluto silencio. Era obvio que la cosa no había acabado bien. Mejor, no quería problemas pensó aún sintiendo algo raro en el fondo de su estomago. ¿Para nada estaba equivocada con él? Apartándose aquel idiota pensamiento, salió del aparato para ir hacia el  coche de Thom. Lo abrió y en completo silencio guardó todo en donde pudo, aquel coche no disponía de un gran maletero. Después, con las manos sudadas por los nervios se giró hacia él.

-Bonito coche -Comentó el hombre -. Tubo que costarte lo tuyo...

-Es de Thom, mi jefe -Dijo rápida.

-Es muy buen jefe, si te deja una reliquia así... –Alzó una ceja apreciando aquel gesto.

-Primero, soy capaz de cuidarlo –Señaló molesta-. Y segundo, somos muy buenos amigos. Lo he cogido, por que el mío está en el taller. Thom, ha tenido una emergencia...

-Su hija -Interrumpió sorprendiéndola una vez más-. Lo sé. Y tampoco, es para que te pongas así. Era solo una broma –Se rió una vez más provocando mariposas en su estomago.

-¿Cómo sabes lo de su hija? ¿Quién eres, Lucas? -Empezaba a molestarse de verdad.

-Un hombre de negocios, como Thom –Reveló desenfadado-. Trabajo una calle más abajo que tú. Lo malo, es que a parte de salir en financiación, también salgo en la prensa rosa. Por aquí, los altos mandos nos conocemos muy bien.

-¿Qué tipo de empresa llevas? –Siguió preguntando con sumo interés.

-Una que me está volviendo loco -Demostró sin darle importancia a la insistencia de ella-. Mejor así, es mucho más interesante que nos guardemos algo para nuestra primera cita –Le guiñó un ojo con gesto provocador.

-No insistas, ya te he dicho...

-Cierto –Se acercó un paso más a ella y apoyó las manos sobre sus hombros, después de haber abierto la puerta del piloto-. Tú ya has dicho, ahora me toca decir a mí. Y demostrarte, que vas muy equivocada.

-Estás perdiendo el tiempo... –Le masculló.

-No, tú estas gastando saliva tontamente en llevarle la contraria a tú corazón –Rió éste por la persistencia de la chica.

-¿Pero qué tonterías son esas? –Frunció el ceño.


-Ninguna, cariño. Te dejo, así aprovecho y arreglo un par de cosas  ya que no quisiste comer conmigo –Mostró pesar por ello-.  Nos veremos muy pronto -le comunicó casi en un susurro, antes de sorprenderla con la suave y corta caricia contra los labios de ella, en un cálido beso. Después, salió corriendo tan rápido no sin antes haberle sonreído con gran triunfo en la mirada.
Muda por la sorpresa, se lo quedó mirando con las cejas fruncidas hasta que las puertas del ascensor se hubieron cerrado, dejándola allí sola y completamente aturdida. Se sentó en el coche, sin poder disimular una pequeña sonrisa. Pero estaba enfadada. ¿Cómo se atrevía? ¿Y en dónde había aprendido a besar de aquella manera, Jesús? No quería volver a verlo. Alguien que tenía aquel don, no tenía que ser muy bueno para el corazón. Y hablando del corazón, si tenía tiempo haría una pequeña visita a una papelería. Tenía que saber quién era Lucas.

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