Salió del
baño y con paso desenfadado, se dirigió por el corredor largo que te llevaba al
núcleo de aquel lugar. Una enorme habitación llena de mesas con gente
trabajando y variso despachos a lo largo de las cuatro paredes. Llamó con dos
golpes secos como acera hacer y entró sin esperar respuesta. Como Thom se encontraba
hablando por teléfono, se acercó a servirse un café de la pequeña máquina que tantas veces
había utilizado en los largos días de trabajo.
-Lo siento
mucho, Sabrina -Se disculpó tras colgar-. Mi hija Hannah, se ha caído en el
colegio y se ha roto una pierna. Como Helen se encuentra fuera, me tengo que
ocupar de ir a buscarla al colegio...
-Vaya, lo
siento –Mostró fastidio en su rostro-. Si necesitas ayuda...
-Tranquila,
estoy acostumbrado a los accidentes de Hannah. Ésta niña, siempre está retando
a los chicos... –Meneó la cabeza con gesto negativo.
-No la
riñas mucho -Sonrió con lástima-. Me recuerda a mí, cuando era pequeña. Además
es una niña muy dulce. Lo único malo que tiene, es que no le gusta jugar mucho
a muñecas...
-Todo lo
que tú digas -Sonrió mientras se ponía la chaqueta-. Ahora sufro por esto, pero
en el día de mañana sufriré porque será una mujercita preciosa como su madre.
-¡Exagerado!
-Rió-. Aún te quedan años, para que empiecen a interesarle los chicos en ese
sentido.
-El tiempo
pasa volando-Señaló cogiendo su maletín-. Bueno, te informo que eh anulado la
entrevista con Cosméticos Carpi, para la semana que viene o antes, ya se verá.
De manera que coge mi coche y...
-¡Qué coja
tu Porche! –Lo interrumpió escandalizada.
-Sí, yo
cogeré un taxi. –Volvió a señalar serio-. El 4x4, lo tiene mi mujer. Y una
pierna rota, no entra ahí –Se intentó explicar evitando mostrar el fastidio de
todo aquel lío.
-Pero...
-Sabrina,
tu coche lo tienes aún en el taller –Se acercó a la puerta-. Tienes que ir al
hotel Roma, para hacerles las fotos del reportaje de San Valentín.
-Tu coche,
vale una millonada -Seguía excusándose-. Y si me lo roban y peor aún, si me
estrello con él...
-Procura
que no te hagas daño, si se da el caso -Puntualizó con humor-.Sabrina, tengo un
puñetero seguro que pago año tras año, como para no utilizarlo alguna vez -Sonrió,
dándole un beso en la frente-. Procura no atropellar a nadie, creo que esa
parte con el seguro es un poco... –Volvió a bromear saliendo ya del despacho.
-¡Thom!
–Le reprendió no pudiendo ocultar una sonrisa.
-No se si volveré
hoy, así que adiós niña –Se despidió dejándola allí sola.
Iba a
llegar tarde, iba a llegar tarde por el
idiota de delante, pensó sulfurada enviándole láseres imaginarios al conductor
que iba en aquel Seat. Entre lo que
estaba lloviendo, que provocaba que la gente cogiera más el coche, en vez de
los transportes públicos. Y porque el tonto aquel, paraba en todos los
semáforos en ámbar, iba a llegar tarde. Y sin olvidar, que ese coche no era su
viejo y destartalado jeep. Todos sus movimientos eran muchísimo más lentos. No tenía
ganas de hacerle ningún arañazo. No es que llevara una vida un tanto pobre, cobraba
un buen sueldo. Pero no para una reparación de aquel nivel.
¡Al fin! Soltó
todo el aire de sus pulmones. Cuando entraba por la rampa del parquin del
hotel. Esperaba que no se enfadaran mucho, llegaba con media hora de retraso.
En teoría, Kevin es quien debería de realizar aquella sesión. Pero el pobre chico,
llevaba tres días en cama con la gripe. De manera, que allí estaba después de
que se suspendiera la reunión de aquella mañana. La revista, promocionaría para
San Valentín, cinco hoteles románticos. Y hotel Roma, se había interesado.
Sabía por comentarios, que era un lugar muy ideal para fechas tan señaladas
como aquella. Que envidia, nunca le habían preparado algo romántico.
Diez
minutos después, se acercó a recepción con todo su armamento de trabajo. En
donde allí, había una joven chica que de seguida la atendió amablemente.
-Buenos
días, podría avisar al señor Ángelo –Mostró una dulce sonrisa-. Soy Sabrina de la revista "Mujeres de
Hoy”, por favor.
-Un
momento, en seguida lo aviso –La atendió de forma impersonal pero correcta la
joven.
Mientras
esperaba a que la chica lo localizara por teléfono, se puso a observar la
grandeza del recibidor. Era espectacular
con todas aquellas luces y figuras. Sin duda, le haría un par de
fotografías. De repente, sus ojos se abrieron incrédulos cuando se posaron en
una zona en donde había unas esculturas y una puerta muy cercana a ellas, se
abrió dando paso a dos hombres trajeados. Se quedó sin aire. El hombre más
alto, era el atractivo adonis de aquella mañana. Con los nervios a flor de
piel, se giró dándoles la espalda. Rezando porque no la hubiese visto. ¿Pero
qué demonios hacía él allí? Es que la ciudad, no era lo suficiente grande como
para tener que encontrárselo el mismo día dos veces. ¿Y si se pensaba que lo
seguía? Pensó por un momento un poco alarmada. Imposible, se auto convenció no
queriendo darse aún la vuelta. Pero tenía que tener en cuenta, que llevaba el
traje que con tanto descaro él le había comprado. Bueno, pensó soltando un
profundo suspiro que no le quedaba más remedio pedirle que le entregara la
factura para hacerse cargo ella misma. ¡Por Dios! Por que no se la tragaba la
tierra por unos minutos. O mejor aún, por que no aparecía ya Ángelo, y la
sacaba de allí, suplicó en silencio con los ojos casi cerrados y apretados.
-¿Señorita
García? –La llamó una voz de hombre. ¡UHF! No era de él. Con una sonrisa se dio
la vuelta para quedarse helada al segundo. Su adonis, estaba allí en compañía
de Ángelo...Sin duda aquel día no tendría que haberse levantado de la cama.
-Sí,
encantada señor Ángelo -Le estrechó la mano. No sin antes, haber observado la
sorpresa y gratitud en la mirada del acompañante.
-Mujer,
llámame Marcos -Sonrió afable el dueño del hotel.
-Gracias,
llámame Sabrina –Respondió forzando una sonrisa por los nervios que llevaba
encima.
-Me ha
sido de gran gratitud, al comprobar que al final ibas a ser tú quien realizarías
las fotografías –Comenzó alagarla el hombre muy animado-. Me han hablado maravillas de ti, a parte de
haber visto algunos anteriores trabajos tuyos.
-Muchas
gracias –Se ruborizó-. Cuando quieras empezamos con la ruta.
-Por
supuesto, si no te importa nos acompañará mi cuñado Lucas –Señaló cediéndole el
paso con la mano.
-Como
gustes -Lo miró solo unas décimas de segundo, con las mejillas sonrojadas. Para
confirmar, que éste aún tenía una sonrisa divertida en la mirada.
¡Pero cómo
de grande, era aquel hotel! El tiempo, se le antojaba demasiado lento para su
gusto por culpa de la compañía extra que llevaba. No consiguiendo concentrase
mucho, sabiendo de la mirada fija en su nuca de Lucas. Sus pensamientos fueron
interrumpidos, por el sonido de un móvil. No era el suyo, maldita sea… Pensó
con amargura, como una posible vía de escape. Era el de Marcos, que con una
mirada pedía disculpas por la interrupción.
-Lo siento
Sabrina, me tendrás que disculpar por un corto tiempo –Explicó el hombre-. Pero
Lucas, te llevará por el recorrido y te aclarará cualquier duda que tengas. Es como
su casa y se lo conoce como yo.
-No
te preocupes –Intentó mostrarse imparcial-. Acude atender esa urgencia -¡Y un cuerno! Quiso gritar a los cuatro
vientos. En verdad, no quería quedarse a solas con él-. Yo más o menos, ya
tengo una idea preconcebida de cómo enfocarlo todo –Una vez que se quedaron a
solas prefirió abordarlo ella con tono tosco-. ¿Cuanto te debo?-Bramó sin la
delicadeza con la que trataba a Marcos.
-Nada -Sonrió jocoso-. Vaya,
al fin me diriges la palabra.
-Ese "nada", no me
sirve –Lo miró con el ceño fruncido.
-Pues a mí, sí -Respondió
cortante-. Seguimos con el recorrido, quedan por visitar los dos dormitorios
más importantes del hotel.
-No me pienso mover de aquí,
hasta que me digas un precio -Refunfuñó, cruzándose de brazos.
-Pareces una niña pequeña,
haciendo pucheros -Se burló de ella.
-Y tú eres un... -Empezó
acusarlo, pero se calló vacilando en sí seguir.
-¿Qué soy? -La instó a
seguir, sin perder la sonrisa en ningún momento.
Para él, aquello era un mero juego. Pero para
ella era perder su integridad.
-Dime un precio -Volvió a
repetir, dejando a un lado la acusación.
-Muy bien, ésta noche cenamos
juntos –Ordenó con un brillo especial en la mirada.
-¿Perdona? -Pestañeó un
segundo-. ¿Te piensas que voy a ir a cenar contigo, para que me digas el
precio? Tú eres un cretino... –Señaló sin reparo alguno.
-Vaya -Se rió el hombre ante
sus palabras-. No lo había mirado desde ese punto de vista. Para mí, con que vinieras
a cenar ya me daba por satisfecho. Pero la verdad, no había mirado lo del chantaje.
-Olvídalo, no pienso acudir –Respondió
en una murmuración.
-Entonces, no me insistas en
devolverme el dinero –Se alzó de hombros divertido.
-¡Dios! –Exclamó sulfurada-. No
quiero ningún regalo, que venga de un libertino como tú.
-¿Libertino? -Acto seguido
soltó una risotada-. No sabes nada de mí, para lanzarme esa acusación.
-No me lo recuerdes –Gruñó nuevamente
con la mirada entre cerrada-. Tú sabes bastante de mí, gracias a mis dos compañeras.
Y para que lo sepas, los hombres que hacen ese tipo de regalos a mujeres que
acaban de conocer, se les considera libertinos, mujeriegos, como quieras
calificarlo mejor.... -Sonrió desdeñosa-. Con la única idea, de llevárselas a
la cama para luego desaparecer. Y amigo, tú entras perfectamente en ese perfil.
Por un momento se la quedó
mirando, para luego volver a proferir una sonora carcajada ante la acusación de
aquella preciosidad. Por lo visto, se había topado con una mujer un poco
difícil de conquistar. Desconfiaba bastante de los hombres.
-Para serte sincero, eres la
primera mujer que me provoca tales impulsos indecorosos como me has señalado -Confesó
sincero, pero sin perder el humor en ningún momento en su mirada y gestos-. Y ciertamente,
aunque creas esa mentira que te has formado en tu cabecita, siento comunicarte
que has herrado.
-Ha –Rió con falsedad-. Si no te importa, prefiero guardarme un poco
la confianza -Dijo recelosa.
-Como gustes –Aceptó, para seguidamente
inclinarse hacia ella a modo de
reverencia-. ¿Qué te parece si
continuamos con la visita?
La siguiente media hora que
duró el recorrido por todo aquel maravilloso edificio, tuvo que reconocer no
estar al cien por cien concentrada. Aunque Lucas, se comportara de forma
profesional y dejara a un lado su instinto libertino, no estaba relajada. Y
muchísimo menos, en aquellos espectaculares dormitorios. Demasiada cama y
sabana de seda, que te llenaban la mente con largas noches de pasión.
-Son preciosos –Admiró al
final del todo.
-¿De verdad te gustan? –Alzó una
ceja riéndose-. Pensé que con tu carácter, los encontrarías un tanto impuros.
-Perdona -Se giró a él lista
para atacar-. El que sienta cierta empatía hacía ti, no significa que no me
guste lo romántico y seductor.
-Eres muy dura conmigo –Mostró
una sensual sonrisa-. Por culpa de un par de estereotipos de hombres, en dos
minutos ya me has catalogado –Resopló simulando enfado-.Y no sé como hacer,
para que veas la verdad.
-No me gusta vivir en un
mundo de fantasías y engaños -Le reprochó-. Bueno, ya tengo en mente que es lo
que voy hacer -Cambió de seguida la dirección que estaba tomando aquella conversación-. Si me conduces hacía el
recibidor, podré empezar a trabajar cuanto antes.
-¿Ya te has hecho una idea? –Preguntó
con interés-. Muy bien, tengo ganas de saber si es igual de bueno que todos los
otros...
-¿Qué otros?- Preguntó
extrañada y con gran curiosidad. Pero no pudo saber la respuesta, Marcos
apareció al fin en aquel momento.
-¿Bueno, qué te ha parecido
el hotel Sabrina? –Preguntó un tanto nervioso.
-De ensueño -Admitió con gran
sinceridad-. Estoy segura que será un reportaje magnífico. Ahora, me disponía a
comenzar con él.
-Bueno, la compañía es muy
grata -Interrumpió Lucas-. Pero yo tengo que marcharme hacer una llamada.
-Estas ocupado, eh -Sonrió
con complicidad su cuñado Marcos-. Te hacen falta unas buenas vacaciones.
-Pero con
una buena compañía para disfrutarlas -Señaló esbozando una leve y enigmática
sonrisa en dirección a ella-. ¿Pero creo
que eso me va a ser difícil, verdad Sabrina?
-No lo
creo –Se alzó de hombros-. Tienes pinta de ser un hombre que con dulces regalos
hipnotizas a las jóvenes modelos... –Empleó tono inocente, pero echando fuego
por los ojos-. ¿Me equivoco?
-Aunque mi
cuñado, aparezca en muchas revistas del corazón –interrumpió Marcos, sin darse
cuenta que estaba dando información que a ella le interesaba al tratar de
defender al hombre-. Le puedo asegurar, que la gran mayoría son mentiras. Es
normal, que en una gala a uno lo fotografíen acompañado de mujeres. Pero eso no
significa que todo lo que digan ligue... Éste hombre, está más casado con el
trabajo que con la diversión.
-No hace falta
que me defiendas, Marcos -Se apresuró a frenar Lucas.
¿Revistas
del corazón? ¿Galas? ¿Pero qué ocurría allí? Algo muy importante, se le estaba
escapando ante sus ojos. ¿Quién era Lucas? Tenía que ser un personaje famoso,
para moverse en el ambiente de las galas y salir en las revistas del corazón.
¡Maldita sea! Nuevamente volvía hallarse en desventaja, en lo referente a él.
Pensó con gran rabia, al ver que éste volvía a ir por delante de ella.
-Ciertamente,
Marcos... -Se giró con gran curiosidad al otro hombre-. No soy una mujer, dada a
comprar revistas del corazón. Y tengo que decir, que tampoco llevo mucho tiempo
aquí en Londres-Seguidamente miró con cierta picardía a Lucas por un momento al
decir las siguientes palabras-. Así, que
francamente no tengo ningún tipo de referencia de quién es Lucas...
-¡Vaya! -Exclamó
sorprendido y divertido Marcos-. Entonces, no sabes que Lucas se encuentra en
la lista de los diez solteros más sexy y ricos de...
-Gracias,
Marcos –Interrumpió apresurado Lucas-. Pero creo, que la señorita García tiene mucha
prisa...
-¿Así? -Inquirió
divertida.
-Sí.
Y lo siento mucho, pero debo llevarme un momento a Marcos, por un tema
pendiente... -Vio como ella, le estaba dedicando una miradita asesina por huir como un cobarde-. Así que,
encantado de haberla conocido. Seguro que volvemos a encontrarnos muy pronto.
-Viniendo
de ti, me lo creo-Le estrechó la mano con suma indiferencia-. Adiós –Maldito cretino,
pensó enfadada.
-Espero
poder atenderte cuando te marches, sino, ya nos veremos cuando me entregues el
resultado de todo –Le cogió las manos con cariño-. Y muchas gracias por ser tú,
quien ha venido a realizarlo -Le volvió agradecer Marcos.
-De nada
-Sonrió, mientras se disponía a coger lo necesario ignorando a Lucas marcharse.
Eran las
tres pasadas de la tarde, cuando acababa de hacer todas las fotografías
necesarias. Cuando un trabajador del hotel, se le acercó para informarle que en
el comedor tenía una mesa reservada. ¡Tenía que confesarlo! Le encantaba la
comida italiana, y ya puestos que se encontraba allí, no pensaba perder la oportunidad
de perderse un exquisito bocado. Lo que no se esperaba, es que cuando la
condujeron a su mesa ya estuviera ocupada por Lucas. Adiós, a su idea de una
deliciosa comida. Éste se levantó y despachó al camarero, para ser él quien la
invitara a tomar asiento. Pero en vez de sonreír, Sabrina lo miró con gran
enfado y cruzándose de brazos, se quedó de pie.
-¿Qué
clase de encerrona es ésta? –Golpeó el suelo con el pie en gesto ansioso.
-Ninguna –Dijo
encogiéndose de hombros-. Hace poco que llegué y pregunté por si te habías ido
ya. Como me dijeron que no, supuse que tendrías hambre... –Respondió con voz
tranquila y segura.
-No te
creo. ¿Por qué no lo intentas nuevamente? –Dijo con aire impertinente y alzando
una ceja.
-¿Así me
pagas el traje?- Volvió a decir con cierta precaución y guiñándole un ojo con
humor.
-¿Lucas?
-Volvió a insistir con poca paciencia, poniendo los brazos en jarra y mirándolo
aún más enfadada.
-Quiero
conocerte -Soltó al fin a regañadientes-. Lo digo en serio. Ésta mañana, al
chocarnos me gustaste mucho. Quise impresionarte, y me aproveché de la
oportunidad del traje para empezar por ahí... Y como gracias a la indiscreción
de tus amigas sé en donde trabajas, quería pasarme ésta tarde para invitarte a
cenar...
-¿Para
luego llevarme a la cama? –Reprochó en tono mordaz y agitando una mano el aire
con gesto vehemente.
-No soy de
esos Sabrina -Le indicó estudiándola con los ojos entrecerrados ante su
respuesta.
-Ah no, que
esperarías un par de días -Lo miró con cierto desprecio para hablar con tono de
burla-. ¿Y después qué, me olvidarías y ya está para mí?
-Sabrina,
por favor -Le espetó furioso consigo mismo, por ver que no confiaba en él-.
¿Por qué eres tan negativa conmigo? En ningún momento, eh dicho que te buscaba
para llevarte a la cama. Por supuesto que me gustaría, a qué tonto no-Marcó con
energía-. Eres una mujer muy bonita...
-Me voy -Punteó
decidida-. Lucas, lo siento mucho. Eh venido a Londres a trabajar. No para ir
de cama en cama. Y menos, de caer en las manos de un playboy.
-No te
marches, por favor -Le pidió-. Siento mucho, el maldito momento en que decidí
comprarte ese traje... –Confesó con arrepentimiento.
-Aunque no
lo hubieras hecho -Le soltó mordaz-, no hubieras conseguido nada. No mantengo
relaciones con hombres como tú.
-Ya te he
dicho, que lo que dice la prensa rosa no es verdad... –Dijo cansinamente.
-Antes no
sabía que salías en la prensa rosa, eres el típico hombre guapo que se
aprovecha de cualquier falda. Pero ahora que me hago una idea de que sales en
la prensa, te digo que somos de mundos diferentes. Yo trabajo, tú diriges. Yo
salgo a tomar algo, tú vas a grandes fiestas...
-Entiendo –Soltó
aire-. Piensas que eres una mera diversión para mí. Algo nuevo...
-No lo
pienso. Sé que es eso -Respondió desdeñosa-. Ahora, con tu permiso me marcho a
mi casa.
-Permíteme
que te acompañe... -Seguidamente soltó las siguientes palabras con un toque
frío de ironía-. Al menos creo que en los dos mundos, según tú, existe la
caballerosidad.
Durante el
trayecto en ascensor hacia el parking, reinó un absoluto silencio. Era obvio
que la cosa no había acabado bien. Mejor, no quería problemas pensó aún
sintiendo algo raro en el fondo de su estomago. ¿Para nada estaba equivocada
con él? Apartándose aquel idiota pensamiento, salió del aparato para ir hacia
el coche de Thom. Lo abrió y en completo
silencio guardó todo en donde pudo, aquel coche no disponía de un gran
maletero. Después, con las manos sudadas por los nervios se giró hacia él.
-Bonito
coche -Comentó el hombre -. Tubo que costarte lo tuyo...
-Es de
Thom, mi jefe -Dijo rápida.
-Es muy
buen jefe, si te deja una reliquia así... –Alzó una ceja apreciando aquel
gesto.
-Primero,
soy capaz de cuidarlo –Señaló molesta-. Y segundo, somos muy buenos amigos. Lo he
cogido, por que el mío está en el taller. Thom, ha tenido una emergencia...
-Su hija
-Interrumpió sorprendiéndola una vez más-. Lo sé. Y tampoco, es para que te
pongas así. Era solo una broma –Se rió una vez más provocando mariposas en su
estomago.
-¿Cómo
sabes lo de su hija? ¿Quién eres, Lucas? -Empezaba a molestarse de verdad.
-Un hombre
de negocios, como Thom –Reveló desenfadado-. Trabajo una calle más abajo que
tú. Lo malo, es que a parte de salir en financiación, también salgo en la prensa
rosa. Por aquí, los altos mandos nos conocemos muy bien.
-¿Qué tipo
de empresa llevas? –Siguió preguntando con sumo interés.
-Una que
me está volviendo loco -Demostró sin darle importancia a la insistencia de
ella-. Mejor así, es mucho más interesante que nos guardemos algo para nuestra
primera cita –Le guiñó un ojo con gesto provocador.
-No insistas,
ya te he dicho...
-Cierto –Se
acercó un paso más a ella y apoyó las manos sobre sus hombros, después de haber
abierto la puerta del piloto-. Tú ya has dicho, ahora me toca decir a mí. Y
demostrarte, que vas muy equivocada.
-Estás
perdiendo el tiempo... –Le masculló.
-No, tú
estas gastando saliva tontamente en llevarle la contraria a tú corazón –Rió éste
por la persistencia de la chica.
-¿Pero qué
tonterías son esas? –Frunció el ceño.
-Ninguna,
cariño. Te dejo, así aprovecho y arreglo un par de cosas ya que no quisiste comer conmigo –Mostró pesar
por ello-. Nos veremos muy pronto -le
comunicó casi en un susurro, antes de sorprenderla con la suave y corta caricia
contra los labios de ella, en un cálido beso. Después, salió corriendo tan
rápido no sin antes haberle sonreído con gran triunfo en la mirada.
Muda por
la sorpresa, se lo quedó mirando con las cejas fruncidas hasta que las puertas
del ascensor se hubieron cerrado, dejándola allí sola y completamente aturdida.
Se sentó en el coche, sin poder disimular una pequeña sonrisa. Pero estaba
enfadada. ¿Cómo se atrevía? ¿Y en dónde había aprendido a besar de aquella
manera, Jesús? No quería volver a verlo. Alguien que tenía aquel don, no tenía
que ser muy bueno para el corazón. Y hablando del corazón, si tenía tiempo
haría una pequeña visita a una papelería. Tenía que saber quién era Lucas.
¡¡¡Oooh, siiii!!! Yo tambien quiero saber quien es Lucas jajaja.
ResponderEliminarBesos
Y yo tb, no tiene un hermano???
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