Diciembre; A una
semana para Navidad.
-Veo
que te has aprendido muy bien su horario –Acusó Patrice a Alex, sentada en el
salón mientras hojeaba la televisión.
-No
sé qué me quieres decir –Se hizo el loco sirviéndose una galleta de chocolate
de la bandeja que tenía ella, y yendo a la cocina a prepararse un café.
-Hacerte
el tonto no te va a servir de nada –Le gritó ella desde el salón-. Bueno, yo
creo que en este último mes que ha transcurrido no te has topado con ella, más
veces que los dedos que tengo en una mano. Y esos encuentros, han sido apenas
siete segundos… Justo lo que tardas en coger tu abrigo y salir por la puerta
principal.
-Una
vez más Patrice, no se ha que te refieres –Se sentó cerca de ella con su café.
-Alex,
tu comportamiento de este mes ha causado un gran cambio en mi querida amiga –Lo
acusó enfadada.
-Mi
comportamiento es el mismo querida –volvió a coger una galleta, pero en su cara
se reflejaba un poco de amargor-. Es solo que da casualidad, que mi tiempo
libre coincida con el tuyo.
-¿Qué
quieres decir? –Frunció el entrecejo Alex.
-Se
llama Jacob y tiene veinte y tres años. Es un chico muy popular en la
universidad, que va dos cursos por delante de nosotras. La verdad, es que casi
desde principios de curso que va tras ella, pero siempre le ha dado largas…
Menos ahora.
-¿Qué
quieres que haga yo, Patrice? –Soltó con cierto sarcasmo-. No soy su perro guardián,
y es adulta para irse con quien ella quiera.
-¿De
verdad quieres perderla? –Preguntó totalmente incrédula-. Me parece muy fuerte…
-Se levantó del sofá-. Pensé que te importaba mucho más de lo que estas
mostrando… -Y dicho aquello, salió enfadada dirección a su dormitorio.
¡Claro
que le importaba! Llevaba un mes de duro tormento al evitarla por completo y no
cruzar ni una palabra con ella. Pero tras escuchar la conversación que habían
mantenido los dos hermanos aquel día, había comprendido que ella necesitaba
tempo y vivir la vida… Eran de edades muy diferentes. No era justo que la atara
tan pronto a una relación, aquello sería cortarle las alas. Todo podía resultar
que estando con él, lo abandonara al darse cuenta de que le faltaban
experiencias por vivir. Entonces, él quedaría más destrozado de lo que ya
estaba…
El
ruido de un trueno, hizo que se levantara del sofá y se acercara a mirar por la
terraza. Afuera en la calle se estaba levantando un aire muy desagradable, era
el preludio a la tormenta que iba a caer en pocos minutos. Miró su reloj de
pulsera. A Julia le quedaban unos veinte minutos para terminar las clases por
aquel día. Y aunque estuviera cerca de allí, estaba seguro que la joven no
había cogido ningún paraguas. ¿Y qué más daba? Se riñó así mismo. En media
hora, él había quedado para ir al teatro con una vieja amiga. Aunque seguro que
lo llamaba para anularlo al ver el cambio que estaba dando el día…
Verdaderamente le estaba dando muchas vueltas aquello, y era prácticamente lo
que no tenía que hacer…
Su
teléfono móvil comenzó a sonar en su bolsillo. No se había equivocado para
nada, cuando un minuto después colgaba
tras haber sido anulada la velada de aquella noche. Volvió a mirar por la
terraza, para comprobar que las primeras gotas empezaban a caer, siendo
seguidas por las demás con mayor fuerza. Era imposible ir por la calle con un
paraguas y tratar de no mojarte, con la fuerza que soplaba el viento… ¡Qué
hacía buscando todo el rato excusas para sí mismo! Quería ir a buscarla, y es lo
que iba hacer… Totalmente decidido cogió las llaves del mueble del comedor y ya
en la entrada, agarró su abrigo y un paraguas negro.
-Me
va a resultar imposible llegar a casa sin mojarme – Se quejó con gran fastidio
Julia, saliendo a la entrada principal de la universidad-. Ni aunque me hubiera
traído el paraguas…
-Yo
sí traje uno –Señaló Jacob sacándolo de su maleta-. Pero no creo que sirva de
nada hasta tu piso… Y hace frío… Vente al mío, que está a una calle y media
hasta que mejore el tiempo.
-No
sé…
-Aquí
solo vas a pasar frío –Intentó convencerla el joven.
-Muchas
gracias, pero no va hacer falta –Irrumpió de repente Alex, apareciendo por un
lateral y dejando muda a la chica-. Ya me encargo de llevarla sana y salva a
ésta damisela.
-¿Y
usted es? –Preguntó desconfiado y con cara de fastidio el joven.
-Alex
–Le alargó una mano por educación-. Soy…
-Sí,
ya sé quién es… -Dijo sin disimular su poco agrado-. ¿Te vienes conmigo Julia?
¡Vaya!
Se rió Alex en silencio al comprobar lo que Patrice le había dicho de aquel
Jacob. El chico iba a por todas y estaba claro, que durante aquel mes había
tenido vía libre. Ahora entendía a Patrice, como no podía tragar muy bien aquel
chico. Era un creído y sabiondo de la vida. No, aquel chico no le convenía a
Julia.
¿Alex?
¿De verdad que estaba él allí debajo de aquel diluvio con un paraguas? No eran
alucinaciones suyas… ¿Pero por qué estaba allí? ¿Después de un mes, sin apenas
verse ni cruzarse un par de palabras, era capaz de aparecerse allí sin ningún
motivo en particular y como si no ocurriera nada entre ellos? No podía ser,
algo malo tenía que haber ocurrido…
-¿Están
todos bien? –Preguntó con temor ante su respuesta.
-Sí
–Respondió él, comprendiendo la pregunta de la joven. Se pensaba que algo debía
haber ocurrido, para que él se pasara por allí a recogerla-. Acababa de llegar
a casa, cuando vi que seguramente no tenías paraguas, y que igualmente podrías
acabar calada hasta los huesos y caer mala en la cama. Hoy hace mucho frío, y
tiene pinta de nevar de un día para otro. ¿Entonces te vienes conmigo a casa, o
te vas con tu amigo y ya volverás más tarde?
-Voy
contigo –Respondió aún embelesada por tenerlo allí delante de ella como un
caballero de armadura blanca-. Nos vemos mañana Jacob, gracias por explicarme
ese ejercicio…
-Claro,
aquí me tienes para lo que haga falta –Y acto seguido sin que la joven se lo
esperara, le dio un beso un tanto prolongado en la mejilla.
-Mmm…
Sí, claro –Se sonrojó y molestó Julia.
-Vamos,
que parece que ahora no sopla tanto el viento –La apresuró Alex, pasándole un
brazo por encima de los hombros y así aproximarla al máximo posible a él, para
que estuviera bajo el cobijo del pequeño paraguas.
No
hizo falta que se lo pidiera dos veces. Completamente hipnotizada se había
dejado abrazar por su fuerte brazo, para poder aspirar su olor al quedar su
nariz tan cerca de su clavícula. Aquel perfume por más que lo había intentado,
no había podido olvidarlo. Se sentía tan bien así. ¿Cuántas noches se había
quedado dormida soñando con un momento como aquel? Todas… No quería saber el
motivo del porque estaba él allí. Le daba igual, solo quería tener muchos
momentos como aquel junto a él.
-¡Cuidado!
–Exclamó él por encima del viento y la lluvia, cuando llegaron a una esquina y
allí el viento les dio un fuerte azote arrancándole el paraguas de las manos y
llevándoselo lejos de ellos-. ¡Dios! –Se rió el hombre contagiándola a ella.
-¡HA!
–Rió Julia-. Está helada el agua…
-¡Rápido!
Mi coche está ahí… -Diez metros bajo el agua que caía, hizo que llegaran al
interior del vehículo completamente empapados pero sin dejar de reírse-. Al
final vas a llegar igualmente mojada… -Observó él mientras veía como la joven
se apartaba el cabello mojado del rostro y cuello.
-No
pasa nada –Le agradeció riéndose pero también bastante cohibida por aquel
cambio tan repentino-. Me gusta que hayas venido a buscarme –Se atrevió a
decir, sin saber si él se enfadaría.
-Y
a mí –La miró a los ojos-. Y no sabes lo mucho que me ha costado llegar hasta
aquí. Pero ahora, mejor vayamos a darnos una ducha de agua bien caliente…
-Sugirió con manos temblorosas, al tiempo que arrancaba el coche veloz para no
acercarse a ella y acariciarla como su cuerpo le estaba reclamando.
Cuando
llegaron al piso, si Patrice se sorprendió de verlos llegar a los dos juntos,
riéndose y completamente empapados no lo demostró. Simplemente se ofreció
ayudarlos con la ropa sucia y hacerles un buen chocolate caliente para que
entraran en calor rápido.
Ya
llevaba un rato bajo el chorro caliente de agua y analizando la aparición de
Alex en su universidad, cuando escuchó un par de toques en la puerta del baño.
-¿Sí?
–Preguntó con el corazón a mil por hora.
-Soy
yo Julia… -Dijo la voz de Alex.
-Dame
un minuto y salgo… -Pidió con los nervios a flor de piel.
-Quiero
saber si me dejas entrar, prometo no mirar… -Pidió el hombre con voz calmada,
pero poniéndola aún más nerviosa a ella.
¿Qué
debía hacer? ¿Qué era tan importante que no podía esperar a que ella acabara y
saliera de la ducha? Ahora mismo solo escuchaba el latido de su corazón que
iba a mil por hora.
-Claro…
Pasa… -Y se quedó allí quieta, viendo como este entraba y hacía lo prometido,
no la miraba a ella.
-Siento
mucho esto, pero debo marcharme. Acabo de recibir una llamada importante de
Asia… -Aquello la desilusionó al momento-. No sé cuánto tiempo voy a estar fuera, porque
debería acompañarme tu hermano, pero como Olivia está en un punto delicado de
su embarazo no quiero alejarlo de ella. Sé que te debo muchas disculpas y
explicaciones… Pero no va a poder ser esta vez… No sé cuándo volveremos a
vernos, pero me gustaría tener tu permiso para poder llamarte de vez en cuando…
-Sí
–Dijo con tono triste y provocando que el hombre rompiera su promesa y se diera
la vuelta a mirarla a los ojos.
-Ha
sido un mes muy duro pequeña mía… Sé que no lo hice nada bien, pero tras
escucharte hablar aquel día con tu hermano…-Dio un paso adelante, quedándose
apenas a veinte centímetros de ella-. ¡Mierda, solo tengo media hora para
llegar al avión y con este tiempo debería salir ya! –Vociferó con rabia-. Tengo
a Patrice haciéndome la maleta, para poder hablar contigo… Julia, solo quiero
que me escuches todo este tiempo que te llame estando fuera… Pero cuando
llegue, querré una respuesta a todas esas llamadas… ¿Lo comprendes? –La miró con
pasión a los ojos.
-Sí
–Respondió en un hilo de voz cohibida.
-Adiós
pequeña –Alargó un brazo para agarrarla y atraerla hasta él y así darle un beso
corto pero intenso en los labios-. Nos vemos en unos meses.
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