Mediados de
Noviembre.
El
ruido del despertador penetró en sus sueños, indicándole que era hora de salir
de la cómoda cama y darle un último repaso a sus apuntes para el examen que
tenía aquel día. Dirigió un momento la mirada al balcón, pudiendo comprobar que
aún era de noche. El verano hacía semanas que los había abandonado… Adiós a las
dulces temperaturas cálidas.
Retiró
la ropa de la cama y se levantó con bastante pereza ante el frío que notaba en
el dormitorio. Soltando un bostezo, abrió el cajón de la mesita de noche en
busca de un par de calcetines… Soltando un lamento al comprender que no había
comprado. Como aún no hacía frío cuando fueron de compras, había decidido
aplazar aquel artículo para la próxima vez que fuera. Estaba segura que su
amiga si tenía algún par, dado que le gustaba salir a correr un poco por las
noches. Pero a las cinco de la mañana, no eran horas para presentarse en su dormitorio
y despertarla por aquello. Pero tenía frío, y sabía que en aquella situación le
sería imposible concentrarse en sus apuntes. Bueno… En verdad si había una
solución… Ir al dormitorio de Alex y cogerle unos calcetines y una bata con la
que taparse. Él no tenía por que saber nada, dado que llevaba fuera de allí
unos doce días y aún le quedaba una semana más. Apretando los dientes por el
frío que tenía, salió disparada de la cama y se dirigió al dormitorio del
hombre.
Pero es que resultaba tan intenso, que incluso
su cuerpo se había puesto en estado de tensión. Cerrando los ojos y haciendo un
gesto negativo con su cabeza, se obligó a calmarse y concentrarse en ir a una
de las mesillas de noche. Abrió el primer cajón y halló camisetas interiores
blancas, grises y negras. En el segundo cajón sus mejillas se sonrojaron, al
hallar expuesta ante su vista sus calzoncillos. Lo cerró veloz con un poco de
acaloramiento y se disponía abrir el
tercer cajón sin mirar, mientras rezaba
por que estuvieran allí.
-Si
buscas preservativos, y espero que no sea así… Te informo que te has equivocado
de lado de la cama –Se escuchó la voz de Alex de la nada, provocando que
totalmente asustada la chica se diera la vuelta y se quedara un poco colapsada
al encontrárselo allí vestido únicamente con una toalla en la cintura.
-Cal…
Calcetines… -Logró susurrar, poco antes de que se le acercara él y provocara
que su espalda casi formara parte de la mesilla de noche.
-¿Calcetines?
–Repitió él con el ceño fruncido y agachándose delante de ella a pocos
centímetros-. ¿Eso es lo que estabas buscando?
Julia
solo pudo asentir con un gesto de cabeza, mientras trataba de tragar saliva con
cierta dificultad. ¡Aquel hombre era idiota! ¿Cómo se le ocurría acercarse
tanto a una chica con una toalla como única indumentaria? Demonios, recién
duchado su olor era mucho más intenso… ¿Cómo no podía ser una débil en un
momento como aquel? Después ocurría lo que no tenía que ocurrir… Se volvía una
muy vulnerable, para acabar sufriendo como había hecho su madre con su padre.
-¿Tienes
frío? –Le preguntó él apartándola de sus cavilaciones, y consiguiendo que
volviera asentir con un gesto afirmativo-. ¡No me extraña si caminas descalza y
me llevas puesto un camisón de verano! –La regañó para sorprenderla aún más,
cuando le pasó sin saber como sus brazos por detrás la espalda y rodillas, para
alzarla y sentarla encima de la cama. Acto seguido, le empezó a colocar los
calcetines como si de una niña pequeña se tratase.
Aquello
no podía estar pasando. Era una situación un tanto rara… Pero por más que su
cerebro le ordenaba a su cuerpo que se moviera, éste no hacía nada.
-El
piso tiene calefacción central –Le recordó una vez que hubo acabado-. Si tenías
frío haberla encendido… Déjalo, creo saber tu estúpida respuesta –Dijo con
cierto fastidio en la voz.
-La
encendería, su supiera que íbamos a pagar parte de esa factura –Acusó enfadada
y olvidándose al momento de la única prenda de ropa de Alex.
-¿Cómo
puedes seguir aún con esa tontería? –Se levantó para acercarse al colgador que
había tras la puerta y coger su bata de estar por casa, para echársela a ella
por encima de sus hombros-. Mañana hay que comprarte calcetines, pijama y una
bata… Aunque si encendieras la calefacción, no te haría falta…
-¿Tú
recomendando un pijama? –Soltó con sorna al levantarse de la cama y dándose
cuenta de su error. Al hacerlo estaba demasiado cerca de aquel cuerpo desnudo…
Vaya, ahora notaba que le sobraba un poco aquella bata.
-¿Qué
hay de raro en ello? –Frunció el ceño en espera a su respuesta.
-Ya
sabes… -Se estaba metiendo en terreno peligroso. Mejor cambiar de tema-.
¿Cuándo has llegado? No te oí… ¿Y no tenías que estar fuera unos días más?
-Hace
una hora que llegué y acabé antes de lo previsto… Y ahora, dime eso que se
supone que sé… -Puso los brazos en jarra.
-Déjalo,
era una tontería –Tenía que salir de allí bien veloz.
-Digamos
que estoy más lento de lo normal, por el agotamiento que llevo encima del viaje
–Propuso arqueando sus cejas.
-Da
igual… -Sus manos empezaban a sudar por culpa de los nervios-. Yo me voy a la
cocina que quiero repasar un poco para el examen…
-Eres
una cobarde y siempre lo serás –Dijo de repente Alex, logrando captar su total
atención.
-¿Perdona?
–Lo miró con los ojos encendidos de furia-. ¿Cómo te atreves hacerme una
acusación como esa?
-¿Y
qué me dices de la tuya? –Inquirió sonriendo un poco.
-Yo
no hice ninguna acusación –Se cruzó de brazos nerviosa sin atreverse a mirarlo
por su mentira.
-No
acabas de decirme hace un momento, que seguro que recomiendo más la compra de
camisones de seda y gasas transparentes. Que la de un simple camisón de algodón
–Indicó al tiempo que la agarraba con suavidad por la barbilla y hacia que lo
mirara-. ¿Acaso no te das cuenta de la situación de ahora mismo? –Preguntó con
frustración-. No ves que con éste camisón también resultas igual de
provocativa.
-Suéltame…
-Forcejeó un poco para quitarse las manos de su rostro.
-Tendrías
que tener más cuidado cuando hagas una acusación –La regañó-. A veces es muy
obvio la contradicción de tus palabras con los movimientos de tu cuerpo ¿Cuándo
dejarás de negarte a ti misma?
-¿Qué
quieres decir? –Levantó la mirada con más curiosidad que valor.
-Cuando
empezarás hacer caso a las señales de tu cuerpo… -Soltó un suspiro-. No
deberías de analizar todos tus actos. Y deberías intentar disfrutar más de lo
que te ofrece la vida... Las penas de otros, no significan que vayan ha
ocurrirte también a ti.
-¿Ya
estas satisfecho? –Acusó con voz grave y odio en la mirada.
-No
–La miró con gran intensidad a los ojos-. La verdad, es que llevo mucho tiempo
insatisfecho… -Aquello provocó que Julia diera un paso atrás un tanto asustada,
no acordándose de que tras de sí se hallaba la cama provocando que sus rodillas
chocaran con ella, y que perdiera su equilibrio alargando sus brazos para
alcanzar algún punto de sujeción. Lo malo, que aquel punto fue la toalla que
Alex llevaba anudada a su cintura. No sirvió de nada. Ella cayó a la cama con
la toalla en sus manos y a Alex, aplastando gran parte de su cuerpo-. ¡Oye, ten
cuidado! –Se quejó demasiado tarde, ya estaban los dos encima del gran lecho.
-¡Quítate
de encima pervertido! –Empezó a empujarlo un tanto histérica.
-Quieres
estarte tranquila –Se medio incorporó para poder equilibrar bien su cuerpo, y
entonces la sujetó por los brazos para tratar de calmarla.
-¿Quieres
que me esté tranquila cuando te tengo completamente desnudo encima de mí?
–Masculló completamente consternada-. Si mal no recuerdo, fue en un dormitorio
en donde perdí completamente mi confianza hacia tu persona. Y si encima le
añadimos el comentario que has soltado hace un momento antes de aplastarme…
-Volvió a intentar moverse un poco, pero era un esfuerzo idiota.
-No
digas idioteces. Antes de que te besara en tu dormitorio, tu confianza hacía mí
brillaba por su ausencia. Y seamos sinceros de una vez por todas, y admitamos
que estamos deseando volver a besarnos.
-Cla…
Claro que no –Señaló un tanto indignada y nerviosa por aquella señalización tan
acertada. Desde que había estado tan próxima a su cuerpo desnudo, solo había
sentido impulsos de alargar sus manos y tocarlo. Dios, aquello no compaginaba
para nada con las pautas que se había impuesto para el resto de su vida, cuando
su padre los había abandonado definitivamente. ¿Por qué lograba confundirla
tanto?
-Julia,
mírame a la cara –Le imploró con voz ronca.
-Por
última vez Alex, sal de encima de mí –Pidió sin atreverse a mirarlo a los ojos.
-Cobarde
–Volvió a lanzarle aquella acusación susurrada en su oído y después morderle
con suavidad el óvulo a la joven. Se quedó un momento quieto observándola en
espera de golpes he insultos, pero no llegó nada. Simplemente estaba con los
ojos cerrados y la respiración un tanto alterada. ¿Cómo debía interpretar
aquello? Significaba que se estaba rindiendo a él y aquellas sensaciones, o
simplemente se estaba calmando para no matarlo a golpes… Había que ser idiota
para dar aquel paso en aquel preciso momento. Se recriminó con cierto tormento.
No era momento ni lugar, pero al salir del baño y verla allí en su dormitorio y
rebuscando en sus cajones, que había perdido su poco control. Dios, estaba
preciosa con las mejillas sonrojadas y el cabello todo revuelto… Iba a volver a
besarla, le daban igual sus prejuicios…
-¿Va
todo bien por aquí? –Habló de repente Peter desde el quicio de la puerta, como
si le hubiera lanzado un jarro de agua fría.
-Sí
–Logró controlar el tono de voz.
-¡Peter!
–Exclamó sorprendida Julia, y consiguiendo salir al fin de debajo del hombre-.
¡Tú también estas aquí!
-Sí
–Rió pero sin apartar la vista del cuerpo de su amigo-. Pero al parecer con más
ropa que vosotros dos… ¿Acaso le has devuelto el bochorno que pasaste con aquel
placaje con tus?…
-¡Peter
por dios! –Lo amonestó ella con enfado.
-Perdón,
perdón… -Alzó las manos en acto de rendición-. Yo solo intentaba averiguar el
porque al entrar en éste dormitorio a las cinco de la mañana, me encuentro con
el trasero de mi mejor amigo y a mi hermana debajo de él.
Ho,
Ho… Aquello parecía que iba a conducir a un conflictivo campo de batalla. Tenía
que darse prisa y hacerle ver a su hermano si era posible, que no era para nada
lo que parecía… Por un momento asomó en sus labios una leve sonrisa al pensar
que si jugaba bien sus cartas, podría hacerle pasar un pequeño mal rato a Alex.
Un poquito de la furia de su hermano, no estaría de más para bajarle su
grandioso ego… Así aprendería a no volver a jugar con ella de aquella forma…
Pero el idiota se le adelantó.
-La
verdad, es que ha sido a causa de un pequeño accidente como le ocurrió a ella –Rió Alex.
-Bien…
-Crujió sus manos Peter-. En ese caso no te importaría volver a taparte
¿Verdad?
-¡Ho!
–Exclamó el hombre al acordarse de su cuerpo desnudo, y corriendo volvió a
taparse con la toalla que se hallaba en aquel momento tirada en el suelo junto
a la cama.
-¡Mierda!
–Gimió Julia, al no haber podido evitar mirar como acto reflejo, al cuerpo
desnudo del hombre.
Completamente
azorada por lo que había podido vislumbrar a tiempo, no se atrevió a mirar a
ninguno de los dos hombres, no queriendo que estos vieran su asombro y
vergüenza reflejados en su joven rostro. Cierto, nunca había visto a un hombre
desnudo en persona y no sabía que pudieran ser tan…
-¿No
estas de acuerdo con que se tape hermanita? –Preguntó Peter alzando una ceja
divertido.
-¡Qué!
–Se dio la vuelta para responder, pero no sabía que decir.
-Digo,
que si prefieres a Alex andando desnudo por el piso… -Sugirió con media
sonrisa-. ¿Estas segura qué no hay nada que decirme?
-¡Por
dios no! –Soltó completamente ofuscada ante el comportamiento de ellos dos.
-Que
lástima… -Se lamentó su hermano-. Y yo que pensaba que mí mejor amigo y mi
hermana eran novios.
-¡Acaso
perdiste un tornillo! –Se enfrentó a él gritando a pleno pulmón.
-¿Y
cómo le explicas tu presencia en mi dormitorio a las cinco de la mañana a tu
hermano? –Expuso explayado Alex.
-Pues
con una explicación muy sencilla, y tú la sabes -Lo taladró con su mirada-.
Sabes que vine a robarte unos calcetines y la bata de estar por casa. Quería
ponerme a estudiar para el examen de hoy en la cocina, pero hace un poco de
frío. Y además, veo que ya es imposible que repase algo… -Resopló indignada.
-¿Calcetines?
–Repitió su hermano frunciendo las cejas-. ¿Ahora utiliza ésta generación esa
excusa para ligar?
-Increíble…
-Sollozó totalmente incrédula-. Estoy rodeada de dos idiotas.
-Cualquier
persona normal, habría puesto la calefacción central –Sugirió su hermano.
-Aquí
la joven, pone como excusa que si no pagaban parte de esa factura, se negaban
hacerme ese gasto –Explicó Alex siguiéndole el juego a Peter.
-Lo
siento mucho Alex –Se le acercó Peter y le puso una mano en su hombro, al
tiempo que resoplaba-, pero esta clarísimo que mí hermana ha intentado
seducirte.
-Cierto,
yo también así lo creo… -Trató de aguantarse la risa.
-¡Iros
los dos al infierno! –Escupió casi con espuma aquel insulto-. Me voy a mi
dormitorio a repasar allí. Si suspendo será por culpa vuestra. Y por cierto
Peter… Ha sido él quien me ha mordido la oreja –Intentó excusarse ante su
hermano, pero consiguiendo únicamente que los dos hombres rompieran a
carcajadas-. ¡Por favor! –Alzó los ojos al techo y desapareció en el dormitorio
contiguo, no sin antes cerrar la puerta con un fuerte golpe.
-¿Cuándo
pensabas decírmelo? –Preguntó Peter, después de calmarse y limpiarse las
lágrimas-. Menudo canalla estás hecho… -Le dio un ligero puñetazo en su
hombro-. ¿Cuándo sucedió?
-¿Cuándo?
–Sonrió con morriña-. Aquel primer fin de semana en casa de tu madre.
-Vaya,
tenemos un flechazo… -Rió-. Aquel choque tan… -No acabó la frase, porque Alex
se quitó la toalla de la cintura y se la tiró a su amigo a la cara-. Muy
amable, pero no soy ninguna mujer en un salón de striptease para que me arrojes
esto… -Bromeó viendo como su amigo se introducía en la cama-. ¿Ya te vas a la
cama? –Preguntó completamente desanimado.
-Sí,
llevamos cerca de dos días despiertos… -apagó la luz desde la mesilla de
noche-. Mañana tenemos la última reunión, y hay que estar descansados… Vete a
la cama.
-Ahora
no creo que logre dormir nada con éste descubrimiento –Confesó completamente
excitado-. Vamos Alex, no seas así de aguafiestas… Te queda por responderme una
pregunta, bueno unas cuantas que se me están viniendo a la cabeza.
-Buenas
noches Peter –Zanjó con voz pausada.
-Vale,
de acuerdo… -Acabó por aceptar-. Pero mañana no te escapas. Buenas noches.
No hay comentarios:
Publicar un comentario