Un viernes de
junio.
En
la segunda planta de la casa victoriana situada en el número cuarenta de la
calle Aldridge Road de Notting Hill, salía Julia del baño con una toalla
alrededor de su cuerpo después de haberse dado un largo y relajante baño de
espuma. Ahora, se sentía un poco más relajada ante el suceso que tanto había
esperado. Después de tantos años, iba a conocer a su pequeño enemigo como ella
decía. Al menos, tendría un fin de semana para desquitarse un poco con él. Pero
lo que no sabía, es que el destino le tenía preparada una jugarreta diferente.
Ella, aquella noche por culpa de aquella toalla iba a ser la causante de una
cadena de tropiezos y afortunado cambio en la vida de su hermano. Se dirigía
hacía su dormitorio, cuando al pasar por delante del de su hermano Peter, vio
que éste se hallaba con la puerta abierta
en medio de la habitación y totalmente concentrado en un papel que tenía
entre sus manos. Decidió acercarse a él por la retaguardia, dado que no había
caído en su presencia.
-¡Jesús,
Julia! –Soltó el chico el aire -. No entres más así de sigilosa.
-¿Qué
estas mirando? –Preguntó mientras intentaba verlo por encima de su hombro y
este se escondía.
-Nada… -Sonrió guiñándole un ojo, mientras lo
retiraba de su vista.
-Peter,
nunca hemos tenido secretos… -Le recordó a pesar de llevarse seis años de
diferencia. Dio unas pocas vueltas más a su alrededor para intentar ver lo que iba ocultando-.
Así que no comiences ahora… -Lo regañó un tanto molesta y curiosa.
-Te
digo que no es nada importante –Rió, mientras le ponía una mano en la frente y trataba
de alejarla un poco.
-No
te creo… -Frunció el ceño-. Por favor, enséñame que mirabas….Esta bien –paró de
fisgonear y giró su cuerpo de cara a la
puerta-, veo que ya no confías en mí.
Voy a vestirme –Y con aquel
teatro logró engañar a su hermano, consiguiendo avanzar un paso hacía él y
arrancarle de sus manos el papel.
En
aquel preciso momento, el timbre sonaba en la planta de abajo.
-¡Lo
conseguí! –Brincó feliz, pero saliendo de allí veloz al ver que éste la seguía
dispuesto a volver adquirir lo que era suyo.
-¡Pequeña
mequetrefe, verás cuando te coja! –La amenazó riéndose.
Mientras
en la planta de abajo, la madre abría la puerta con todo aquel escándalo. Era
un joven atractivo compañero de Peter, quien se quedó un poco sorprendido ante el
ruido.
-Hola,
se encuentra en el piso de arriba –Le sonrió amablemente-. No tengas miedo y
sube, solo esta jugando con su hermana
como siempre. Desde que Peter se fue a la universidad, esta casa ha estado
mucho más silenciosa. Así que supongo que mi hija aprovecha lo máximo para
poder incordiarlo cuando nos viene hacer una visita -Expuso con humor.
-Bien,
gracias –Sonrió acercándose al pie de escalera en donde las voces se escuchaban
más fuertes, tanto que en el segundo peldaño se detuvo y miró hacía arriba.
Donde pudo ver como en el marco aparecía corriendo una joven vestida con una
toalla, sin mirar en ningún momento hacia abajo
y de pronto ésta se lanzaba por las escaleras a toda velocidad.
-¡Julia,
no te me escaparás! –Soltó Peter apareciendo entonces en el marco y frenando de
golpe al ver a su amigo allí-.Alex…
Ya
estaba dando el salto que daba por
costumbre, cuando le quedaban unos cinco escalones para llegar a la planta baja.
Cuando supo que algo no iba bien al ver como su hermano se detenía y le gritaba
alarmado. Miró al frente, pero ya demasiado tarde…
-¡Julia
cuidado! –Alertó Peter temiendo lo peor.
Su cuerpo menudo
se llevó por delante a un hombre que no esperaba aún allí con unos
lindos ojos azules que la miraban con gran sorpresa, esperando lo
peor de aquel choque. Unas milésimas de segundo después, estaban en el
suelo soltando los dos gemidos de dolor que sentían por todas sus extremidades al
chocar estas contra la dura madera, sin reparar en las carcajadas de su
hermano.
-¡Dios
mío, estáis bien! –Exclamó su madre apareciendo de la cocina completamente
alarmada por el estruendo que había escuchado, cuando al reparar en ellos dos
se dio cuenta de la situación en la que se hallaba su hija-. ¡Julia cariño, lo
estas ahogando! –Soltó intentando controlarse la risa que se le escapaba ante tal situación.
-Julia…
-Le habló Peter sin poder evitar dejar de reírse-. Será mejor que te levantes, y
mires como estas ahogando al pobre Alex… Y tú amigo, ojito con tus movimientos
–Amenazó con humor.
-¿Qué?
–Preguntó en un quejido al tiempo que apartaba su cara del suelo y se separaba del
cuerpo del chico, notando veloz el airecillo fresco por toda la zona alta. Miró
con miedo hacía abajo para quedarse horrorizada al comprender a lo que se
refería su hermano-. ¡AH! –Chilló escandalizada al tiempo que se ponía en pie y
desaparecía escaleras arriba-. ¡Peter eres un idiota! –Le gritó por el camino.
Llegó
a su dormitorio con el cuerpo completamente sonrosado por la vergüenza.
Lamentándose por su mala suerte al
habérsele aflojado la toalla en un momento como aquel. Jamás podría mirar a la
cara al amigo de su hermano. Se sentó en el suelo apoyándose contra la puerta
completamente abochornada. Al ir a taparse la cara con sus manos, reparó que
aún conservaba el trozo de papel que le había quitado a Peter. ¡Era una foto
donde salía su hermano abrazando a una chica y a su compañero! Lo sabía por
aquel color de ojos, que la observaban con humor desde la fotografía.
-¡Maldita sea! -Resopló dándose un cabezazo
contra la puerta, que manera más idiota de hacer el ridículo ante un chico tan
guapo.
Mucho
rato después y del quinto grito de su madre para que bajara a cenar con todos,
aún seguía en su dormitorio muerta de vergüenza. Aún no estaba preparada para
mirar a nadie a la cara y menos comportarse de forma corriente durante la cena.
Unos
toques suaves en la puerta, hicieron que detuviera sus pensamientos y levantara
la mirada del suelo.
-¿Julia
puedo pasar? –Pidió su hermano.
-Vale
–Aceptó soltando un profundo suspiro.
-¿Sigues
enfadada? –Preguntó acercándose hasta la cama y sentándose junto a ella.
-No
–Mintió-. Pero avergonzada sí –Refunfuñó volviendo a bajar la mirada al suelo.
-Pues
si te cuento como se halla Alex… -No pudo evitar el reírse delante de ella.
-¡Peter!
–Lo golpeó en el brazo, mostrando también una leve sonrisa al saber que su
enemigo también estaba sufriendo.
-Comprendo
que de toda la situación ocurrida, tú eres la que mayor sufrimiento lleva
–Seguía riéndose-. Pero es que… -Cogió aire-. No debería reírme, lo se… Pero
créeme que ese es un sueño de todo hombre…
-¡Ho
por dios! –Lo pegó con el cojín que tenía a su lado-. ¡Quieres callarte Peter!
¿A qué se supone que has venido?
-Apoyarte
por supuesto –Se llevó una mano al corazón, con la risa aún puesta en el
rostro-. Eres mi pequeña mequetrefe…
-Pues
quien lo diría –Volteó los ojos al techo.
-Vamos
hermanita –Le acarició el pelo.- Demuestra que ya eres una mujer valiente,
bajando abajo a cenar. Aunque creo, que Alex ya ha comprobado lo mujer que
eres… -No pudo evitar decir.
-¡Ya
vale! –Le gritó abochornada y levantándose para pegarle bien, cuando al hacerlo
se le cayó la fotografía al suelo provocando que su hermano parara de reír y se
inclinara serio a recogerla. Era obvio que le ocurría algo.
-¿Quién
es? –Se volvió a sentar a su lado-. Es muy guapa.
-Olivia
–Susurró con ternura-. Y la amo –Le confesó mirándola directamente a los ojos.
Pero en ellos no veía ningún rastro de felicidad, sino más bien de sufrimiento.
Por eso, ella nunca quería enamorarse. No le gustaba aquel sufrimiento que
provocaba el amor a veces.
-Y
supongo que no es correspondido…
-No
lo se –Se alzó de hombros-. Me da miedo preguntarle o confesarle mis
sentimientos.
-¿Tú
tímido? –Preguntó sorprendida-. No me lo creo.
-No
es eso –Dijo-. Es un poco más complicado… Alex, es más que un amigo como bien
sabes. Prácticamente lo considero como un hermano… -Vio como la mirada de su
hermana se tornó un poco fría ante aquella señalización-. Unos días después de
confesarle a él mis sentimientos hacia Olivia, fuimos a una fiesta en donde
Alex se pilló una buena borrachera por culpa de una apuesta… -Rió al recordar
aquella noche-. Y de camino a su apartamento, me comentó que también se sentía
atraído hacía ella. Pero que no sabía si sus sentimientos eran amor, dado que
nunca ha conocido esos sentimientos.
-¡Ho!
–Se sorprendió ella.
-Pero,
también me confesó que no iba a intentar nada con ella por respeto a mí. Dado
que sabe que estoy irrevocablemente loco por ella… Él no recuerda nada de
aquella noche. Y yo, no quiero perder su amistad. De manera que yo tampoco haré
nada.
-¡Pero
no es justo! –Protestó ella odiando un poco más a su amigo.- Y sí esa chica te
quiere a ti.
-Son
cosas de la vida –Le pellizcó la mejilla soltando el aliento-. Puede que ella
no sea mi destino. Eso lo dirá el paso del tiempo.
-Por
eso yo no quiero saber nada del amor –Le confesó-. Solo trae complicaciones.
-No
digas eso, aún eres muy joven.
-Ahí
lo tienes –Le señaló risueña-. Quiero disfrutar de la vida, conocer mundo. Y
una pareja te limita mucho… Además, si puedo evitar el tener que sufrir por el
amor mejor que mejor.
-No
me gusta que pienses así –La miró detenidamente, mientras meditaba un poco-.
Pero supongo que eso cambiará en el momento que conozcas a tu…
-¡No
lo haré! Hace mucho tiempo que me prometí no enamorarme –le confesó con tono
triste-, no quiero llegar a sufrir como lo ha hecho mamá.
-No
todo el mundo decide vivir la vida como ella Julia –Le expuso en un murmullo.
-Lo
sé, pero si esta en mis manos el poder evitarlo…
-No
insistiré más en ello, por que no es el momento. Pero supongo que llegarás a
ver lo equivocada que estas.
-Ya
lo veremos –Le guiño un ojo un poco más animada.
-¿Y
ahora, me harás el favor de bajar a cenar? –Le suplicó juntando las manos.
-Yo…
-No sabía que hacer.
-Alex
te gustará… Y así, también le quitamos el apuro que lleva encima por haberte
negado aún a cenar.
-Esta
bien… -Resopló al haber llegado el
momento-. Que remedio.
Bajó
las escaleras detrás de su hermano y para nada se le ocurrió saltar en el
quinto escalón. Aunque aquella vez iba vestida con un chándal, pero mejor no
arriesgarse a nada. Y tampoco se apartó de detrás de él cuando entraron en el
salón.
-Alex,
te presento a… -Calló cuando al mirar a su lado no la vio. Entonces se cruzó de
brazos y exhaló un profundo suspiro-. Julia, deja de esconderte y saluda a mí
amigo.
-Hola…
-Asomó su cabeza por un costado del cuerpo de Peter, para volver a ocultarse
veloz.
-Hola
Julia –sonrió Alex con un brillo divertido en sus ojos-. Siento lo ocurrido…
-Se disculpó con ternura en la voz, para nada había risas como su hermano.
-Bueno,
aquí os dejo para que charléis –dijo Peter, al momento que agarraba del brazo a
Julia y la empujaba hacía el otro hombre-. Me voy a la cocina a echar una mano
a mamá.
-Deja,
ya lo hago yo…-Habló nerviosa y sin mirar a Alex en ningún momento.- Tú estas
aquí de visita…
-Por
eso mismo –le guiñó un ojo-, tengo que aprovechar al máximo para estar con
vosotras dos antes de volver a marcharme.
Genial,
pensó con fastidio al quedarse a solas con él en el salón. ¿Qué tema de
conversación se supone que tenía que sacar a una persona que casi había ahogado
con sus senos desnudos?
-¿Cuántos
años tienes? –Habló él primero.
-Dieciocho
casi diecinueve, de manera que puedes estar tranquilo que no irás a la cárcel
–Le soltó de sopetón sin ningún motivo, dejando al hombre sin palabras por unos
segundos.
-Vaya,
al final empiezo a ver el humor del que tanto me ha presumido tu hermano –Rió
más relajado y sentándose en el sofá.
-¿Mi
hermano te ha hablado de mi? -Frunció el ceño, sin querer dar aún su brazo a
torcer.
-A
todas horas -la miró detenidamente-, prácticamente podría decirse que es como
si ya te conociera.
-Pues
sin embargo yo a ti no -Soltó con brusquedad.
-Lo
entiendo, son bastantes los años que tu hermano lleva fuera de casa. Y cuando
viene o llama por teléfono, no creo que se ponga hablar de mí -Sonrió-. Más
bien os avasallará a preguntas. Pero supongo que alguna vez me habrá
mencionado. ¿No?
-Sí...
-se avergonzó un poco de repente por su actitud hacia él. Era cierto, le había
tenido un poco de celos. No le gustaba que su hermano estuviera tan unido a él.
No era de la familia. Pero cuando creció un poco, comprendió que no podía hacer
nada. Que era normal que Peter tuviera amigos como ella también los tenía. Pero
de seguro, que su hermano le habría contado también su época de celos hacía
Alex. Y aquello no le hacía mucha gracia. Era otro punto a favor que tenía él
hacia ella. Y después de tantos años de espera por conocerlo allí lo tenía,
todo un fin de semana. Pero lo que no se esperaba era encontrarse un hombre tan
atractivo. De repente, ya no se sentía tan fuerte para hacerle pasar un mal fin
de semana en compañía de ella. Había algo en él, en su mirada que la ponía un
poco nerviosa. Pero no sabía que era. ¿Y qué más daba? No tenía que preocuparse
de ello, lo único que tenía que hacer era disfrutar de la compañía de su
hermano y dejar a Alex de lado todo lo posible.
-¿Estas
enfadada por que me halle aquí en tu casa? -Le preguntó.
Buena
pregunta. ¿Y ahora qué se suponía que tenía que responder? Si le decía lo que
le rondaba por la cabeza y se enteraba Peter, se enfadaría con ella. Pero por
otro lado, le habían enseñado a decir siempre la verdad...
-Solo
te diré una cosa Alex -Miró un momento hacia la puerta de la cocina-. Eres el
amigo de mí hermano y nada más.
-Comprendo
-Levantó un poco las comisuras de los labios en un amago de sonrisa-. Yo
también te diré una sola cosa que acabo de descubrir. Y es que no me vale es
respuesta y espero cambiarla.
-¿Cómo?
-Se quedó mirándola extrañada-. Creo que no... -Pero tubo que callarse ante la
aparición de su madre y hermano.
-¿Tenéis
hambre? -Preguntó su madre risueña con una bandeja en las manos y depositándola
en la mesa.
-No
puede imaginarse el hambre que acabo de descubrir que tengo-. Respondió Alex al
tiempo que le guiñaba un ojo a Julia y se levantaba del sofá.
-Pues
yo creo que tengo el estomago un poco revuelto -Respondió aquello, mientras
meditaba en las palabras que había dicho él sin llegar a comprender su
significado, pues sabía que algo querían decir.
-¿Va
todo bien? -Preguntó Peter mirando un segundo a los dos.
-Nunca
podía haber ido tan bien -Se le adelantó una vez más Alex.
-Perfecto,
pues vamos a sentarnos a cenar que es tarde.
El
fin de semana tocaba su final para suerte suya. Respecto a la marcha de su
hermano se sentía triste. Sabía que posiblemente pasaría bastante tiempo para
poder volver a verlo. Pero a Alex, le daba igual perderlo de vista de forma
inmediata. Aquellos dos días habían sido pura pesadilla para su sistema
nervioso. Para nada su plan de hacerle pasar un mal rato en su compañía había
dado resultado. Habían sido muchas las veces en las que se habían quedado
minutos a solas en la misma habitación, pudiendo soltar veneno en sus palabras.
Pero el único resultado que obtenía era una carcajada por parte del hombre y
una mirada intensa que la ponía de los nervios. De manera, que había llegado a
la conclusión de que a cuan mayor distancia se hallara de él mejor sería para el objetivo, que se había
prometido hacía mucho tiempo en referencia a los sentimientos hacía el sexo
contrario. Cada vez que la miraba, le hablaba o la tocaba de forma accidental
era capaz de sentir como su barrera se venía abajo y aquello no podía ser.
En
aquel momento, se hallaba tranquila sentada en el sofá del salón mirando folletos
de nuevas universidades. Había decidido quedarse en casa, para poder estar un
rato a solas sin su presencia cerca. Ellos habían salido a pasear y tomarse un
café en alguna cafetería. De pronto, escuchó ruidos en la entrada de la
vivienda. Miró su reloj y vio que éste marcaba las siete de la tarde. Buena
hora para llegar a casa y empezar a preparar la cena.
-Hola
cariño –La saludó su madre asomando la cabeza por el marco de la puerta-. No
deberías de haberte quedado aquí encerrada. Ha hecho una tarde magnífica para
salir a pasear y sentarnos en una terraza en el exterior.
-Cierto,
te has perdido una merienda deliciosa –Se sentó Peter a su lado quitándole el folleto que tenía en
aquel momento en sus manos-. ¿Qué estás mirando?
-Tu
hermana se está pensando cambiar de universidad para el próximo curso –Explicó
su madre, apareciendo aquella vez en el salón con Alex que llevaba bolsas de
compras en las manos-. Gracias Alex –Le sonrió encantada-. Ya me encargo yo de
guardar esto.
-¿No
te gusta en donde estas? –Le preguntó Peter mientras estudiaba el folleto.
-Sí,
pero en Columbia University ofrecen un programa por un año muy interesante, que
en London Metropolitan no lo tienen –Le explicó mientras observaba por el
rabillo del ojo sentarse a Alex cerca de ella-.
Mi profesor me aconseja que no estuviera de más que me fuera a realizar ese programa.
-Esa
universidad se halla al lado de mi casa, está situada en la zona de Broadway
–Expuso Alex, mirando el folleto que había en la mesa del café.- Es muy buena
universidad –Sonrió divertido al pronunciar las siguientes palabras-.
¿Significa eso que te vienes a Nueva York?
-No
lo sé –Respondió mientras le fulminaba con la mirada sin que se enterara su
hermano-. También tengo en mente la Pratt Institute , que se halla en Manhattan. Pero
todo esto aún esta en el aire, tengo que pensarlo.
-Mira
que bien –Apareció su madre de repente-. Al menos contarías con alguien
conocido.
-Mamá,
aún no se si me voy a ir –Resopló molesta por la coincidencia de todo-. Además,
Peter también vive cerca…
-Pero
yo voy a estar unos meses por Europa con el nuevo plan –Expuso serio-. Además, me
estoy pensando trasladarme nuevamente a
Londres.
-¡En
serio! –Lo miró emocionada su madre.
-¡OH!
¿Vas a volver aquí? –Preguntó sorprendida-. Pero que me dices de… -Empezó
hablar, pero su hermano la interrumpió al ver el rumbo de sus palabras.
-Pero
no quiero que ésta decisión mía, te fastidie los planes de tu carrera –Le
indicó dejando el folleto en la mesa del café-.Veo que ese curso debe ser
importante para ti, si te estás molestando en mirar tantos folletos.
-Por
mí no hay ningún problema de que cuentes con mi piso mientras estas ese año
allí –Ofreció amablemente Alex, pero disparando el mal humor de ella.
-¡Puedo
pagarme yo misma un apartamento allí! –Soltó en tono ofendido, cuando en verdad
quería ir a patearle el trasero.
-Julia
–Rió Peter-. Alex te ofrece su apartamento por que no creo que esté mucho por
allí. Además, me ha confirmado este fin de semana que también se viene a vivir
definitivamente a Londres.
-Sí
–Sonrió con un brillo especial en la mirada y mirándola a ella por unos
segundos-. En estos días eh visto que realmente mi vida se halla en Londres.
Pero creo que tardaré un poco más en trasladarme que Peter, según vayan
sucediendo los acontecimientos de algunos asuntos.
¿Es
posible que aquello fuera especialmente dirigido a ella? Frunció el ceño. No lo
creía, por que no había ningún motivo para ello. Pero es como si solo ella
viera un sentido diferente a las palabras de Alex. Puede que su rencor hacía
él, le estuviera volviendo un poco majareta.
-Julia,
hija… -La interrumpió su madre de sus cavilaciones-. Creo que esto te hará
reducir de forma diferente la búsqueda de esa universidad. Yo si fuera tú, ya
lo tendría bien claro.
-Y
creo que ella también lo tiene –Rió su hermano-. Según las estrellas que lleva
el folleto de Columbia…
-Aún
no estoy muy segura –Protestó veloz y con voz temblorosa al ser descubierta por
su hermano.
-Mi
hermana tiene la costumbre de marcar con estrellas, cuando está decidiendo algo
–Explicaba Peter a Alex-. Y el folleto de Columbia University lleva el récord
de cinco estrellas. Cuando las demás se quedan con tres…
-¡Y
cerca de ella, hay unos magníficos apartamentos que se alquilan a los
estudiantes! –Informó veloz.
-Pero
cariño, en el piso de Alex seguro que estarás mucho mejor –Protestó su madre.
-No
quiero ser un incordio para nadie –Intentó defenderse.
-A
mí no me molestaría en absoluto –Indicó Alex un tanto divertido-. Es más, me
gustaría que te mudaras allí. Así tendría compañía al no hallarse tu hermano
por allí…
-Dudo
que te falte compañía –Le dirigió una mirada asesina.
-¡Julia
no seas impertinente! –La riñó su madre-. Venga, ya acabaremos de hablar éste
asunto en otro momento, ven ayudarme a
preparar la cena.
-Encantada,
con tal de que dejéis de marearme –Refunfuñó por lo bajo y enfadada.
Eran
las cinco de la mañana, cuando su hermano entró en su dormitorio para avisarla
de que en breve saldrían hacía el aeropuerto.
-No
hace falta que te levantes –Susurró el hombre-. Nosotros estamos tomando un
café en la cocina. Mamá ya se despidió ayer noche, pero se que tú te enfadarías
si no venía a decirte un último adiós –Le sonrió.
-Has
acertado –bostezó al tiempo que se refregaba los ojos-. Bajo abajo con vosotros
-Dijo al tiempo que retiraba las sábanas de su cuerpo, para luego volver a
cubrirse veloz al darse cuenta de sus palabras-. Aunque también me puedo
despedir ahora mismo de ti –Le sonrió al tiempo que fingía un bostezo-. Es una
tontería bajar para diez minutos –Bien mirado se trataba de librarse de esos
últimos diez minutos de la mirada de Alex.
-Ya
te lo dije ayer noche tontina –Le sonrió Peter al tiempo que se sentaba a su
lado en la cama y le daba un cariñoso abrazo-. Cuídate, y ya me dirás si en
Septiembre vienes a Nueva York.
-No
te preocupes –Alzó los ojos al techo por la pesadilla del tema-. Y prométeme
que intentarás hacer algo con Olivia.
-¿Para
qué? –Se alzó de hombros-. Además, no quiero que te preocupes sobre eso. Verás
que cuando me mude a Londres nuevamente todo será agua pasada.
-Peter
por favor… -Le rogó.
-Está
bien pequeña, veré que puedo hacer –Le dijo dándole un beso y incorporándose de
la cama-. ¿Le doy algún mensaje a Alex? –Sugirió divertido.
-Sí
–Sonrió-. Dile adiós de mí parte.
-Está
bien –Se rió saliendo del dormitorio sin hacer ruido.
Volvió
a cerrar los ojos y se quedó pensando. No tenía por que sentirse mal de no
bajar y despedirse de Alex, cuando en la noche ya lo había hecho al acercarse a
él y darle un beso veloz en la mejilla, justo antes de que todos se fueran a la
cama. Para nada quería volver a sentirse de aquella manera entre sus brazos.
Lo
que le había extrañado, era que su cuerpo no había demostrado ningún rechazo
ante aquel contacto. Al revés, había sentido un fuerte anhelo por tener más
rato aquel calor a su alrededor. Ni con su hermano o algún amigo, había sentido
aquel cosquilleo y bienestar. Y jamás, con nadie se le habían inundado sus
fosas nasales con su olor que la había perseguido durante horas. Y justo en
aquel momento lo volvía a sentir. Era como tener a Alex a su lado en la misma
habitación. Soltó un profundo suspiro de frustración y abrió los ojos en la
oscuridad del dormitorio para proferir un gemido ahogado cuando una sombra se
le abalanzó sobre ella y le acalló el grito en un cálido beso.
¡Alex!
Gritó sorprendida su mente, mientras se dejaba inundar de aquella muestra dulce
contra sus sentidos. ¿Pero porqué? Se preguntó justo antes de volver a cerrar
los ojos en un acto de rendición, pero demasiado tarde. Su asaltante ya se
retiraba.
-Adiós
Julia –Le susurró con cariño-. Espero verte en Septiembre… -Le acarició el
rostro y salió de allí sin darle tiempo aún a decir nada por la sorpresa de su
acto inesperado.
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