Durante la reunión, Leonora se quedó en su escritorio retorciéndose las manos.
-Que no lo arruine, que no lo arruine…-decía para sí misma mientras se retorcía las manos nerviosa. Y cuando el grupo de personas salió de la oficina sonriente y saludando a Bastian, ella respiró aliviada, el hombre era un desastre pero tenía encanto, eso había que reconocerlo. Sin embargo el encanto no era suficiente para hacer bien el trabajo, y ella necesitaba que él lo hiciera bien porque no quería ser despedida, ser su secretaria era un padecimiento pero mucho peor era no tener un trabajo fijo. Aquel pensamiento le hizo fruncir el ceño y Bastian se acercó a ella en ese momento.
-Todo salió bien, Leoncito, deja de preocuparte.
-Ya le he dicho…
-Lo sé, lo sé. Bien, Leonora, nos vemos mañana – dijo él y ella notó que tenía el abrigo en sus manos, era obvio que estaba listo para marcharse.
-¿Ya se va? – preguntó enojada, sólo había estado tres horas en la oficina.
-Claro, ya terminó la reunión, fue agotador, necesito distraerme…
-Pero el horario de trabajo no termina y aún hay muchas cosas que hacer y..
-Se puede hacer mañana.
-Bien, váyase…yo me quedo.
-¿Tu jefe te da permiso de irte y te quedas? ¿Trabajarás sola?
-Sí, lo haré, me pagan por trabajar.
-De acuerdo, que te diviertas. Aunque le diré a seguridad que si todavía estás aquí dentro de cuatro horas, que te echen. Una secretaria trabajando sola mientras su jefe no está, me dará muy mala imagen – le dijo guiñándole un ojo y luego se marchó.
-Cálmate, Leonora, cálmate, necesitas el salario – se dijo a sí misma mientras respiraba profundamente. Le costaba entender a aquel hombre, ella había tenido que ser responsable y esforzarse desde muy chica, no podía creer que un hombre adulto fuera tan irresponsable. O tal vez fuera que él, a diferencia de ella , había tenido una vida fácil.
Era el hijo menor de una familia adinerada y por ello le habían dado aquel puesto en la empresa. Era una importante compañía que se dedicaba a las importaciones y exportaciones, tenían renombre y experiencia, y tanto el padre como los hermanos mayores eran muy reconocidos. Pero por lo visto Bastian Cavendish se la había pasado divirtiéndose, porque sólo recientemente se había incorporado al negocio familiar. Y no parecía tener mucho entusiasmo.
De estar en su lugar, ella hubiera dado todo de sí para hacer un buen trabajo, su jefe estaba haciendo todo lo contrario. Pero si para él aquello era un juego, para ella no, así que se puso manos a la obra, buscó información y preparó el trabajo para los días siguientes, organizó la agenda de su jefe e incluso le ordenó un poco la oficina y a las cinco en punto se marchó. No quería que la echaran, porque estaba segura que Bastian cumpliría su amenaza, aunque más no fuera por molestarla.
-Leo, llegaste temprano – dijo su hermanita cuando la chica llegó.
-Sí, digamos que me dieron la tarde libre. ¿Y dónde están mamá y Josh?
-No lo sé, ambos salieron – dijo la pequeña y la chica se irritó. No era justo que dejaran sola a la pequeña.
-Bueno, ¿merendaste? – preguntó y la niña negó con la cabeza- Entonces te haré algo, ven – dijo y ambas se fueron a la cocina.
Una vez que merendó junto a su hermanita, se puso a ordenar y limpiar la casa y luego dejó preparada la cena. Su madre seguramente diría estar muy cansada cuando regresara, sin importar que tan solo hubiera ido de paseo o algo por el estilo.
Cuando tuvo todo terminado y , mientras su hermana miraba televisión, ella se fue a su habitación a estudiar sobre exportaciones e importaciones, quería ser una buena secretaria, la mejor. Iba a impedir que Bastian Cavendish fracasara, costase lo que costase.
Al día siguiente todo el entusiasmo de Leonora se derrumbó, al entrar a la oficina de Bastian Cavendish, el hombre estaba súper concentrado en su computadora pero tan pronto ella se le acercó se dio cuenta que tanta dedicación se debía a que estaba jugando videojuegos.No había esperanza.
No le dijo nada, sólo depositó en el escritorio, muy ruidosamente, las carpetas que cargaba.
-Casi gané, ¿no podías esperar otros diez minutos?
-Tiene que leer esto y firmar esos papeles – dijo ella señalándole los papeles.
-¿No lo has leído tú? – preguntó él mostrándole las carpetas con los informes.
-Sí.
-Entonces cuéntame, hazme un resumen breve, Leoncito.
-¿No sabe leer?
-Sí, pero tengo pereza…
-¡Oh, siento sonar el teléfono de mi escritorio! Vaya leyendo mientras yo vuelvo, ya vengo, un segundo…-le dijo ella y salió.
Bastian se rió por el torpe truco de ella para huir y tomó las carpetas. Leonora no volvió ni en unos minutos ni en media hora.
Leo estaba muy orgullosa de sí misma, se las había arreglado para dejar a su Jefe trabajando y afortunadamente no la había vuelto a llamar, sin embargo debió sospechar que nada era tan fácil.
Si tenía que pensar en el peor aspecto de ser secretaria, sin dudas era la obligación de ser atenta con gente despreciable, el señor Dougall , cliente de la empresa, era uno de los peores.
La paz de Leonora se acabó cuando llegó aquel hombre, tenía una cita con Bastian así que no podía evitarlo, era un hombre grande, casado pero eso no evitaba que cada vez que iba a la oficina le lanzara miradas lujuriosas y sutiles sugerencias. Leo odiaba a aquel tipo de hombre, la asqueaba y lo peor era que tenía que ser amable.
-Srta.Brave, está cada día más linda…-dijo el hombre apenas llegó y la chica sintió que su estómago se revolvía.
-Buenos días, Sr Dougall – contestó educadamente.
-Cavendish me está esperando – dijo y ella asintió.
-Ahora lo anuncio – le dijo y se dirigió a la oficina de su Jefe, Dougall la siguió.
Entró a la oficina de Bastian y casi sin darle tiempo de anunciarlo, el hombre entró tras ella.
-Hola Bastian – dijo y lo saludó.
-Buenos días. Siéntese – contestó su Jefe con una sonrisa.
-Gracias- dijo y se volvió hacia Leonora que aún estaba parada junto a la puerta- Preciosa, ¿podrías traernos café?
-Sí, claro - respondió ella peor antes de salir Bastian la llamó.
-¡Leonora! Espera, yo buscaré el café, tú debes ir inmediatamente a buscar el paquete que me enviaron.
-¿Paquete?
-Sí, ya sabes, ése que necesito con urgencia, así que vete ya a buscarlo – dijo él con seriedad y ella asintió.
-Sí, sí – contestó confusa porque no tenía idea de que estaba hablando su jefe.
-Vete ya – ordenó él levantándose y empujándola suavemente fuera de la oficina.
Leonora parpadeó confundida, ¿era posible que su jefe hubiera hecho aquello para librarla de soportar la presencia del Sr. Dougall?
Ya te dije cuanto me gusta la historia de Leoncito???? nomu, nomu!
ResponderEliminarME GUSTA ESTA HISTORIA, AHI VAMOS AGARRANDOLE SABOR jijiji
ResponderEliminarrebelde sin caua, si señor!!!! jejeje
ResponderEliminarMe gusta mucho! Es mi único descanso entre exámenes (para leer) y sin duda vale la pena. No tardes, Nata. Y, dime loca, pero la relaciono con los Black... (quiero a Blaze!!! xD). Mássssssssssss!!!
ResponderEliminarGracias mi Gaby querida, es un honor que te hagas tiempo para leerme, mucho éxito en tus éxamenes.Iré tan de prisa como pueda. Y no te diré loca...creo que tienen un aire. Lo primero es lo de Leon-cito- ( extraño a mis Leonessssss) y tanto Leo como Bastian tienen algo de mis queridos Black...jajaj y Blaze te manda saludos. Los tengo olvidados espero retomarlos pronto
EliminarSiempre mi Nata! Tienes un talento increíble y no me cansaré de decirtelo. Pues estaré esperando y siiii, están olvidados... haz que regresen (y si puedes incluir a Blaze un poquito o "un bastante" sería feliz jajaja). Besos y buen fin de!
EliminarCapítulo dos leido. Ainss que el jefe no es tan malo como lo pintan. Pobre Leoncito, si sabré yo lo que es lidiar con clientes así. Gracias por el 2º cap. Luego más.
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