lunes, 5 de diciembre de 2011
Pequeño Cuento; Aprendiendo A Sedcuir. Parte XII
Ya no se oían las voces de las dos mujeres mayores, una vez que habían cogido sus bolsos y marchado a la ciudad. Ahora, solo oía su propia respiración... Allí estaba, quieta en el mismo sitio con la mirada puesta en el suelo y Donovan junto a ella. También callado sin decir aún nada. Pero de seguro que tenía una gran sonrisa en su rostro. Solo estaba esperando, cuando iba éste a jactarse de su victoria. Pero la llegada de una Elisabeth sonriente, suavizó un poco la tensión que flotaba en aquel pasillo.
-Hola chicos -Los saludó una vez que llegó a la planta de arriba-. Nuestras madres se han llevado a mis dos revoltosos, para ir a buscar a Alan al aeropuerto esta tarde... -Al momento su sonrisa desapareció al captar la tensión que flotaba por el ambiente-. Me han informado sobre un pequeño movimiento de maletas -Dijo con cierta cautela.
-Sí -Respondió un Donovan con tono animado-. Gracias a Silvia, vas a poder disfrutar de tu marido con cierta intimidad -Le guiñó un ojo divertido.
-¿Cómo? -Frunció el ceño sin comprender aún.
-Hemos removido un poco las ubicaciones de todos, para que tú y Alan podáis estar en armonía por así decirlo... -Resumió con humor y sacándole una risa a la joven chica-. Silvia, se sacrifica con dormir ella en el sofá-cama de mi despacho, y vuestras madres también juntas en las camas individuales. De ese modo, mi primo puede dormir a pierna suelta sin que le cuelgue nada... Hay que ver lo atenta que llega a ser esta jovencita con todo el mundo... Bueno, yo voy a seguir trabajando. No os aburráis con el cambio -Se despidió mientras se alejaba por las escaleras silbando una animada melodía.
-¿Vas a dormir en el despacho? -Le preguntó Elisabeth sorprendida-. ¿Pero tú qué quieres alejarte o acercarte a él? -Preguntó con tono provocativo.
-No me enfades aún más de lo que ya estoy -Señaló completamente enfurruñada, encaminándose al primer dormitorio que venía en el pasillo, casualmente siendo donde dormía su madre-. Anda, ayudame a llevar sus cosas a donde estamos durmiendo tu y yo.
-Silvia no seas tonta -Protestó-. Ponemos a Alan a dormir en el despacho y listo...
-¡Ni hablar! -Se giró hacía ella con los brazos en jarra-. No me vengas con tonterías... Y no te preocupes por mí, ya miraré la forma de librarme de Donovan.
-Sinceramente, no comprendo tu actitud -Resopló para apartarse un mechón de pelo que se le había escapado de la coleta-. Yo que tú, comenzaba a disfrutar un poco lo que te está ofreciendo la vida -Se giró ella, una vez que hubo dejado un montón de ropa encima de la cama pequeña.
-Tengo mis razones y principios -Respondió abriendo el armario para ir guardando la ropa de su madre-. Y créeme, que no estaría de más que comenzarais a respetarlas un poco.
-Pediría disculpas -Sonrió-. Pero como no los comprendo... -Se alzó de hombros-. Y tampoco me seas tan melodramática primita. Que conste que yo solo estoy mirando por tu bien... Y que te iba a decir... Si no te hace Donovan, prueba con su primo Alex... -Le guiñó un ojo-. ¿Has visto lo guapo que es? Se nota que su familia tiene buenos genes.
-Y se nota que tu marido no conoce esta faceta tuya... -Señaló risueña Silvia-. ¿Qué dirá cuando se llegue a enterar? -Dijo saliendo del dormitorio, para entrar en el de su tía Luisa y comenzar a coger la ropa.
-Eres muy mala prima -Fingió enojarse-. Yo solo estoy mirando por tu diversión... ¿Dime cuando fue tu última cita?
-Por favor Elisabeth -Pidió entre dientes-. No hagas que tu seas mi primer asesinato.
-Creo que sería el segundo -Rió-. Si hubieras tenido más fuerza en tu puño... ¡Hay! -Se quejó al chocar en su cara un cojín de la cama.
-Sigue así... -La amenazó intentando esconder su sonrisa-. Y duermes esta noche con perfume a mofeta.
-Cruel... -Le sacó la lengua.
-Callate ya y acabemos con todo este jaleo -Suspiró con cierto pesar-. Quiero hacer unas llamadas antes de la hora de comer.
-Muy bien, yo me encerraré en la cocina -Indicó la chica feliz-. Quiero prepararle a Alan su cena favorita.
-Di que sí -Soltó con burla-. Se lo merece por tener que aguantar a una esposa como tu.
-Ha -Rió sarcástica-. Compadezco quien logre cazarte.
-Ya se verá -Sonrió guiñándole un ojo y yendo por faena.
Tan concentrada estaba en sus papeles, que no escuchó la llegada de su madre hasta que unos golpes en la puerta abierta del despacho, la sacaron de donde estaba.
-Hola preciosa -Saludó una voz masculina que apreciaba mucho.
-¡Alan! -Exclamó levantándose y yendo a tirarse a sus brazos para besarlo.
-¿Puedo hacer una foto? -Interrumpió con burla una voz que le alteraba los nervios-. Es muy raro el ver una reacción tan afectiva en Silvia con los hombres.
-Eso, es porque solo recibe la quien verdaderamente se lo merece -Respondió ella con cierta tirantez.
-¡Ouch! -Rió Alex, apareciendo allí-. Eso ha dolido bastante querido primo.
-Y más te dolerá mi mano en tu cara, como vuelvas aparecer desnudo o semi-desnudo por la casa teniendo invitados -Replicó entre dientes.
-Solo me vio ella -Se disculpó veloz y riendo el hombre-. Tu mujer no...
-Y sabes que no habría significado nada para mí, tesoro -Subrayó Elisabeth entrando en aquel momento en la estancia-. Sabes que solo tengo ojos para ti -Dijo guiñándole su ojo izquierdo.
-¿Seguro? -Puso en duda Silvia con humor-. Pues que sepas, que no ha parado en insistirme que Alex...
-¡Oye! -Protestó veloz y sonrojada la chica.
-Muchas gracias por lo que hayas dicho -Le guiñó Alex un ojo divertido con la situación.
-¿Y qué tengo yo de malo? -Inquirió Donovan a la joven representando el papel de ofendido.
-¡No pienso responder! -Alzó las manos al aire y desapareciendo de allí-. ¡Silvia es una lianta! Y la cosa no fue así... -Todos los de la habitación se rieron.
Pero Silvia pudo captar por el rabillo del ojo, como Donovan la miraba por unos instantes con mirada seria.
-¿Ya tienes todo descargado? -Preguntó Donovan.
-No -Respondió Alan-. Y en el coche tengo unas botellas de vino que llevan tu nombre...
-¿Y eso? -Preguntó con el ceño fruncido.
-Pues por las molestias causadas de mis dos diablos -Se disculpó-. Y Margaret me chivó que tienes una pequeña colección de botellas...
-¡Vaya muchas gracias! -Agradeció el hombre sorprendido-. No hacía falta, pero ahora si que te acompaño a por las maletas con más ganas -Bromeó.
-¿Y a mí no me traes nada? -Simuló un puchero ella-. Tus dos demonios me han sacado de mí casa.
-Por supuesto cielo -Le guiñó un ojo, mientras se acercaba a la puerta del despacho donde Donovan lo esperaba-. Un frasco de perfume, para disfrazar la olor de los gatitos...
-Gracioso... -Le sacó la lengua-. Pero lo decía en broma... -Dijo poco antes de quedarse nuevamente sola en la habitación.
No tenía los nervios muy calmados. No señor... Y todo por culpa de su prima. Necesitaba salir de allí corriendo lo más pronto posible. Si ya estaba que se subía por las paredes al tener que dormir en aquella misma habitación, en donde él tenía libre entrada, dado que era un lugar desde donde él también organizaba su negocio, no iba a poder negarle la entrada... Aunque a ciertas horas se suponía que debería respetar su intimidad. Pero no creía que éste fuera hacerlo. Y menos, después de que Elisabeth cometiera la estupidez de dejar en el aire que pudiera sentirse atraída hacia Alex... Ahora, seguro que iría a por todas.
-¿Y ese ceño fruncido?-La sorprendió Alex asomándose por el quicio de la puerta.
-¿Qué? -Alzó la mirada reflejando un poco de confusión y sorpresa por su presencia allí.
-¿Qué te preocupa? -Preguntó entrando y acercándose a ella.
-Oh, nada... -Simuló una sonrisa despreocupada, mientras con gesto nervioso se colocaba el cabello tras la oreja-. Estaba pensando en mis cosas.
-Bueno... -Se le escapó una sonrisa de pillín-. Supongo que Donovan también puede entrar en el grupo de tus cosas.
-¿Cómo? -Tosió sorprendida al ver lo fácil que era leer en su rostro-. Déjame comunicarte, que si vas haciendo caso a lo que van diciendo por ahí -Abarcó el espacio de su alrededor en un gesto de mano-. Acabarás más mareado que un yo-yo.
-No me digas, que por ahí van diciendo cosas -Rió con gran satisfacción-. Entonces, ahora si estoy bien seguro de mis sospechas.
-Genial -Dijo con cierto fastidio-. He ganado un pesado más, que idrolata a Donovan y digamos su personalidad... -Ante aquel comentario, el hombre se echó una buena risa a su costa.
-Ciertamente... -Cogió aire-. Ahora comprendo a lo que se refiere Donovan contigo -Dijo cogiendo aire para parar de reírse.
-¿A lo qué se refiere? -Se cruzó de brazos-. Ya estas soltando lo que dice de mí. Me lo debes, al lograr darte una cama de matrimonio para ti -Explicó frunciendo al final los labios.
-Ya decía yo, que no veía por aquí mis pertenencias -Aceptó mirando por toda la habitación-. Muchas gracias... Realmente eres una gran mujer, como me dijo Donovan... -Acto seguido le guiñó de forma seductora un ojo-. Pero se perfectamente lo que ocurre entre vosotros dos.
-¡No hay nada entre nosotros dos! -Explotó de repente con enfado, provocando que el hombre se alejara unos pasos de ella.
-Comprendo... -Observó mirándola directamente a los ojos.
-¡Tu no comprendes nada! -Se sulfuró aún más, provocando que Alex se acercara a la puerta y acto seguido la cerrara.
-Yo solo veo que no quieres rendirte a él, aunque te mueres por hacerlo... -Soltó con toda la tranquilidad del mundo-. Y se que mi primo va a por todas. Y tú durmiendo aquí, no estas muy a salvo que digamos -Sonrió.
-Pues me cambias el dormitorio y salvada -Sugirió nerviosa expulsando todo el aire que sus pulmones habían estado conteniendo hasta el momento.
-Ni muerto -Expuso con horror-. Entre tu madre y mi primo, se que acabaría tirado en una cuneta. Y no -suspiró-. El dormir en mi dormitorio, es la peor idea que puedas suplicarme -Se adelantó a decir al ver como iba a suplicar, callándola al momento.
-Pues más me vale dormir encerrada en mi coche -Sugirió desanimada.
-Yo venía a darte una información privilegiada -Le guiñó un ojo con brillo travieso-. Que puede hacer que duermas a pierna suelta en esta habitación.
-¿En serio? -Preguntó empezando animarse.
-Sí -Respondió travieso-. Después de ver la comida que ha preparado tu prima para esta noche, hoy podrás dormir relajada.
-¿Con la comida que ha preparado mi prima? -Repitió sin comprender en que podía ayudarle la comida de su prima para aquella noche.
-Verás... A Donovan le pierden los champiñones, sean enteros, triturados para salsas... el problema, es que no le sientan para nada bien.
-Tampoco quiero mandarlo al hospital por intoxicación -Protestó completamente desanimada-. Yo también podría acabar por ello en la cuneta de cualquier carretera.
-Tranquila mujer -Sonrió acercándose a ella y apoyando sus manos en sus hombros-. Lo único que vamos a provocarle son gases...
-¿Gases? -Repitió incrédula.
-Sí -Rió él-. Al pobre le entra un ataque de gases, que continua hasta durmiendo él.
-OH -Soltó sorprendida y sonriendo también con travesura.
-Ya ves, no creo que se atreva a estar aquí teniendo gases -Le guiñó un ojo-. No es que sea muy seductor eso...
-Mmm... -Se quedó unos segundos pensando completamente risueña-. De modo, que tengo que conseguir que coma champiñones los próximos días, y sin que él lo sepa...
-Así de fácil -Se acercó nuevamente a la puerta el hombre.
-¿Y tú qué es lo que ganas con todo esto? -Le inquirió.
-No quiero nada, simplemente me estoy cobrando una pequeña cosita que me hizo mi primo cuando éramos mucho más jóvenes… -Rió-. No te preocupes, era cosa de adolescentes…
-Pues tubo que ser una cosita fuerte, si aún dura tu sed de venganza… -Indicó curiosa.
-Que va –Siguió riéndose-. Primero fui yo que le estropeé su cita y él me la devolvió… Simplemente quiero buscar el desempate nuevamente.
-Sois un poco raritos y rencorosos todos –Señaló acercándose a él para ir hacia el comedor donde suponía que estarían todos.
-Pero tenemos muchas otras cualidades que son de mejor calidad –Bromeó abriendo la puerta y saliendo ya de allí.
-Dios –Alzó los ojos al techo con pesar-. Vais todos sobrados de ego…
Justo unos instantes antes de pasar por el marco de la puerta que daba al salón, notó como Alex le pasaba un brazo por la cintura. Alzó el rostro extrañada para buscar una respuesta hallándose un guiño de ojos. Comprendió al momento. Era parte de la pequeña venganza que éste llevaba a cabo. No pudiendo evitarlo se le escapó una débil sonrisa, que al parecer captó el objeto de sus pesadillas que en aquel momento se disponía a salir del salón en compañía del marido de su prima.
Por unos instantes, notó la dura mirada de Donovan en su rostro. Estaba claro que no le gustaba para nada la confianza que había cogido con Alex. ¿Era aquello por celos? Seguro que sí, pero no eran fomentados por el tipo de sentimientos que a ella le gustaría. De modo, que también le tocaba pelear y aprovecharse de tener allí a Alex. Así que le aguantó la mirada y con cierta burla se apretó aún más al hombre, para que Donovan pudiera salir sin ningún problema. No sin antes, haber escuchado como por lo bajo este gruñía al otro.
¡Aquello era genial! Pensó completamente eufórica. Al final, si tenía un escudo de protección, y lo increíble resultaba que viniera de la familia de Donovan, en vez de la suya propia. Muchísimo más animada, se reunió con todos los allí presentes que se hallaban abriendo los regalos que había traído Alan.
-Ten –Se le acercó su prima con diversión-, éste pequeño paquete es para ti… Y no protestes, después de las molestias que estamos causando aquí.
-Muchas gracias –Aceptó la pequeña cajita con un enorme lazo verde-. Pero sabes que no sois ninguna molestia… Bueno, menos tu a veces… -Dijo en broma y poniéndose nuevamente un poco tensa al volver aparecer en el salón los dos hombres con las últimas cosas del coche. Ahora estaba sola, Alex se hallaba hablando con su madre. De modo que estaba un poco indefensa cuando se le acercaron los dos.
-¿Te gusta? –Le preguntó Alan.
-Espera que no lo abrí aún... –Dijo con la mirada baja y deshaciendo el lazo con manos temblorosas-. Pero no hacía falta que trajeras nada, ya te lo dije antes.
-Perdona –Rió el marido de su prima en broma-, pero antes protestaste por que solo le dije a Donovan que le traje un obsequio.
-¡Pero era en broma! –Protestó veloz y riendo-. ¡OH! –Exclamó cuando al abrir la cajita, sacó un pequeño frasco de perfume francés-. ¡Es precioso! –Lo miró sorprendida y agradecida-. Pero si me va a dar lástima de utilizarlo… -Confesó con voz cálida.
-No digas tonterías… -La riñó su prima-. ¿Mira si te gusta su fragancia? –Preguntó cogiéndolo de sus manos y esparciendo un poco de perfume en su cuello y muñecas.
-Mmm… -Aspiró con cierta intensidad-. Es muy dulce y suave… -Admitió satisfecha-. Me encanta como huele…
-¿Verdad que sí? –Le guiñó un ojo Alan-. Yo le regalo a Elisabeth la misma fragancia pero más intensa… Para las noches intensas –Dijo con humor y sacando los colores a su mujer.
-¡Alan! –Protestó abochornada Elisabeth.
-¿Me dejas olerla? –Preguntó Donovan sorprendiéndola.
-Sí, claro… -Respondió un poco cortada al principio y alargando su brazo. Pero aún se quedó más parada, cuando éste le agarró la muñeca con su fuerte mano pero no para oler allí, sino más bien para dar un suave tirón, acercarla a él e inclinarse en la base de su cuello para oler la fragancia. Pero ya sabía que Donovan no solo iba a olerle la fragancia del perfume, pensó completamente alterada y poco sorprendida, al notar como éste se aprovechaba y le lamía el ovulo dela oreja sin que nadie se diera cuenta.
-Sí, huele para comer… -Susurró el hombre con voz rasposa y mirándola fijamente a los ojos-. Debo admitir que tienes buen gusto Alan…
-Después de tantos años metiendo la pata, uno aprende… -Admitió con humor el hombre y recibiendo un golpe de su mujer en las costillas-. ¡Ouch! Pero si es verdad, a lo primero nunca parecías conforme con lo que te regalaba.
-Por que soy como mi prima –Protestó un poco indignada-. No nos gusta que nos envuelvan de joyas a todo momento.
-Eres un encanto de mujer –La abrazó con pasión.
-Y tú encanto de mujer te ha preparado tu plato favorito –Le guiñó un ojo-. Carne con patatas y champiñones al horno.
-¡Delicioso! –La besó con suavidad, sin prestar atención al rostro de Donovan cuando se enteró del menú de aquella noche.
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