viernes, 23 de diciembre de 2011

Cuento de navidad , 3° parte

 
23 de Diciembre de 2011

Se despertó  y pensó que llegaría tarde al trabajo, tenía la sensación de que era mucho más tarde que las 6. Luego recordó  que no estaba en su casa y abrió los ojos.
Bueno, con un poco de suerte en un par de horas estaría en camino. Se levantó rápido y cuando llegó al comedor la recibieron los saludos de cinco personas.

-¿Te despertó el olor a comida? – preguntó Nick mientras revolvía huevos en la sartén. Los niños estaban sentados a la mesa desayunando.
-No, usualmente me despierto temprano ¿ Qué hora es?
-Las ocho y media – respondió él y ella estuvo a punto de protestar pero no le pareció adecuado enfadarse cuando iba a necesitar la ayuda de aquel hombre.
-Siéntate – la invitó él mientras ponía un plato más en la mesa.
-No  gracias. Prefiero salir ya, tengo muchas cosas que hacer.
-Isabella – dijo él y ella supo que algo andaba mal.
-¿Qué sucede?
-Me temo que no podrás marcharte, el temporal ha empeorado y seguimos incomunicados
-¡¡Qué!! -chilló ella y corrió a la ventana. Desde allí sólo vio una cortina pareja de blanca nieve que caía sin cesar.
-Han dicho que no va a parar hasta mañana, con suerte – le dijo él y señaló la pequeña radio que estaba  sobre la mesada de la cocina.
-No puede ser…
-Lo siento, pero salir ahora sería una locura. ¿Tu familia va a preocuparse, verdad? – dijo él y ella pensó que no había nadie en el mundo que se preocupara porque no regresara a casa. Sus empleados estaban de licencia y no es que les importara mucho lo que le sucediese a ella, el personal de su casa también había salido de vacaciones, ella prefería darles esos días pues quería estar sola.
-No , no hay nadie que se preocupe, sólo que quería volver a casa. – dijo ella y no se atrevió a enfrentar las miradas de  curiosidad de  los cinco que la miraban.
-¿Tampoco tu mamá? – preguntó Rose.
-No, tampoco ella.
-¿Y tus hijos? – preguntó Eze.
-No tengo hijos, ni marido, ni nadie que vaya a preocuparse – contestó y hasta ella le resultó áspera su respuesta.
-Entonces puedes quedarte con nosotros – dijo Teo y los demás asintieron.
-Pasa la navidad aquí –ofreció Nick.
-No me gusta la Navidad – soltó ella sin pensar y los niños la miraron sorprendidos.
-¡¡¿Por qué?!!- preguntó Mandy abriendo sus grandes ojos castaños.
-Yo..- empezó a decir ella , pero Nick la interrumpió y le dirigió una fría mirada de advertencia. Ella entendió lo que quiso decirle, fueran cuales fueran sus problemas no podía involucrar a los niños. Él no iba a permitirlo.
-Coman el desayuno que se va a enfriar, y tú no te preocupes, tal vez mañana el temporal haya amainado o al menos tengamos señal en el celular – dijo él y dio por terminada la charla sobre el disgusto con la navidad de Isabella.
 Isabella nunca imaginó qué cosas se podían hacer con tiempo libre estando encerrada en una pequeña casa , sin comodidades algunas.
Pero ese día lo descubrió.
Se podía leer historias, escuchar música, cantar –Rose amaba cantar- y  preparar el almuerzo. Esto último fue una experiencia totalmente desconocida.
-No sé cocinar – declaró antes de que Nick o los niños dijeran algo –
-Entonces es una suerte que yo sí – contestó él- pero aún así puedes ayudar.
Un rato después se encontraba inmersa en el ajetreo de pelar y cortar verduras y casi sufre un infarto cuando vio a la pequeña Rose tomar un cuchillo para picar las cebollas.
-¡Rose! – exclamó corriendo hacia  la niña y tomando el cuchillo antes de que se hiciera daño.
-Quiero ayudar.
-Toma cariño, mezcla esto  - dijo Nick apareciendo tras ellas con una fuente de ensalada.
-Sí – dijo la niña contenta, subiéndose a la silla para llegar a la mesa.
-Gracias – le dijo Nick a Isabella  - Con ellos un par de ojos nunca es suficiente.
-Me doy cuenta – observó ella mientras los niños se movían de un lado a otro. Eso era más difícil que manejar a su planta de personal.
Luego de comer, miraron un par de películas viejas. La televisión por cable no funcionaba y sólo tenían un par de películas que se sabían de memoria. Aún así las miraron como si fuera la primera vez y de hecho ella jamás las había visto. Menos aún apretada  por un par de niños en un pequeño sofá, mientras Nick y los otros dos estaban sentados  sobre una desgastada alfombra en el suelo.
-¿Van a dormir un rato? – le preguntó Nick a los niños, luego de mirar las películas y ellos negaron con la cabeza.
-No tenemos sueño…-dijeron a un mismo tiempo
-Tampoco yo – agregó Isabella  cuando la mirada azul se posó sobre ella.
-Bien, entonces vamos a limpiar la capilla – decretó Nick y los niños gimieron.
De esta forma Isabella descubrió que la casa estaba unida a la capilla por una puerta al final del pasillo donde estaban los dormitorios.
Y también descubrió como se sostenía una escoba.
La capilla era chica, no debían caber más de cuarenta personas allí, aunque tenía un aire de calidez y paz que resultaba reconfortante. Isabella no recordaba la última vez que había pisado una iglesia , pero podía asegurar que ninguna le había trasmitido lo que aquel lugar y con más certeza aún podía asegurar que nunca había limpiado una.
Nick empezó por ir a comprobar que las ventanas estuvieran cerradas y aseguradas.
Eze y Rose empezaron a limpiar los bancos, Teo a juntar cosas que había dispersas por allí y a Mandy y ella les tocó barrer.
La niña la miró curiosa cuando ella agarró la escoba y luego agitó la cabeza en un gesto de sanción. Entonces  Amanda se acercó a ella y con disimulo le enseñó como hacerlo. Las dos intercambiaron una mirada cómplice y empezaron a barrer los polvorientos suelos.
-Yo lo hago Rose, no te preocupes. – se sintió la voz de Teo  e Isabella vio como le quitaba una caja que la niña trataba de mover.
Al ver aquella atención que denotaba cariño y preocupación, Isabella pensó que su vida hubiese sido mucho más fácil si hubiese tenido un hermano y aquel pensamiento le llamó la atención.
También la sorprendió el considerar a aquellos niños como un grupo de hermanos, pero más allá de que no hubiese lazo real entre ellos, era visible cuan unidos estaban.
-Él aún está preocupado por ella – dijo Nick de pronto  e Isabella se sorprendió pues no había notado su llegada.
-¿Preocupado?
-Sí, casi la perdemos hace seis meses. Nació con una enfermedad del corazón, pero sólo se descubrió hace poco cuando tuvo un ataque.
-¿Ella…?
-Ella estará bien, necesita algunos cuidados, pero se recuperó bien. Y si hay alguien con un corazón fuerte esa es Rose- agregó Nick y ella asintió.
Ciertamente la pequeña tenía fuerza, era alegre y cariñosa a pesar del abandono,  a pesar de la pobreza, a pesar de la enfermedad y de pronto ella se sintió muy inferior.
-¿Decoramos? – preguntó Teo llegando hasta ellos y un rato después los cinco estaban poniendo guirnaldas y moños.
-El niño Jesús va a estar muy feliz – dijo Rose y por primera vez Isabella no sintió ganas de hacer un comentario despreciativo.
Cuando acabaron ya era hora de la cena, así que volvieron a trabajar todos juntos y ella percibió que estaba cansada, cansada y feliz. Por más horas que trabajaba en su empresa, jamás había sentido un cansancio parecido a aquel, era algo satisfactorio, la sensación de haber trabajado en equipo y haber hecho un buen trabajo.
La comida era simple, pero deliciosa y ella no extrañó para nada los elaborados platos de su cocinera.
Comió con ganas en medio del bullicio de los niños, le pasó el pan a Nick, le sirvió jugo a Eze, le cortó la carne a Rose , le limpió la mancha de salsa  de la boca a Mandy y le dio parte de sus zanahorias a Teo porque a él gustaban.
Y cuando acabaron de cenar , ayudó a secar los platos mientras Nick los lavaba y los niños los acomodaban, más tarde a la hora de los cuentos, Rose se sentó en su regazo y allí fue donde se quedó dormida antes de musitar un “Buenas noche Bella” que la hizo sonreír.
Eze se había dormido en los brazos de Nick, así que ella tuvo que cargar a la niña a la cama , mientras los mayores casi se arrastraban tras ellos.
Una vez que terminaron de acostar y arropar la los niños, Nick les dio un beso en la frente y  en un reflejo instintivo al que no quiso buscarle explicación , ella también lo hizo. Incluso , le corrió el cabello de la frente  a Rose.
Luego los dos , como la noche anterior se sentaron en el comedor, en la silenciosa casa mientras bebían chocolate.
De pronto la curiosidad la atacó.
-¿Cuándo te hiciste sacerdote Nick?- preguntó y vio como él se atragantaba con su chocolate.
-¿Sacerdote? ¿yo?
-Sí , claro…¿no eres  el cura de la iglesia?
-No Isabella, no lo soy – contestó riéndose-
-Pero, la iglesia, los niños…¿no hay un cura?
-Sí lo hay, el Padre Patrick, pero él tuvo que ir a resolver un problema a la ciudad y me pidió que cuidara a los niños. Se llevó mi auto y yo me quedé aquí con ellos.
-¿Quién eres entonces? – preguntó aún asombrada de que él no fuera cura, se sentía un poco incomoda por eso, o mejor dicho se sentía incómoda por sentirse tan cómoda junto  a él.
-Soy Nicholas Bless, el médico del pueblo. Soy quien atendió a Rose cuando enfermó y desde entonces creo que me enamoré de esos cuatro…además conozco al Padre Patrick desde niño, así que  Saint Nicholas es como mi segunda casa.
De golpe Isabella entendió un montón de cosas.
Punto uno: Nicholas, Nick, no era cura.
Punto dos y más importante :ella no se  había perdido en el camino, había llegado justo a donde quería ir, la Iglesia y hogar de huérfanos Saint Nicholas, lugar que era un obstáculo a derribar pues impedía sus proyectos de construcción.
De lo que se desprendía otro par de cosas ,  el problema en la ciudad que el Padre Patrick había ido a resolver era ella, el Sr, Bless que había intentado concertar una cita con insistencia era Nick y las cartas de los huérfanos que no había querido leer eran las de Mandy, Teo, Eze y Rose.¡Vaya ironía!
-¿Te sientes bien Isabella? – preguntó Nick..
-Si, yo..creo que estoy cansada.
-¿Tan increíble es que no sea sacerdote? – preguntó él y ella notó que le importaba su reacción ante aquello, pero notó algo más importante no quería que ellos supiesen quien era ella.
-No, Nick, sólo estoy cansada…y …
-Y no te gusta la Navidad,  ¿por qué Bella? – preguntó usando el apelativo que Rose había usado y que su madre usaba cuando era niña.
-Porque nunca sucede nada bueno  en Navidad Nick. Así que ni se te ocurra felicitarme , hace mucho que no creo en las felices navidades. Voy a irme a dormir, hasta mañana.
-¿Isabella? – la llamó él , pero ella lo ignoró.

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