miércoles, 19 de octubre de 2011

El Dulce sabor del Amor 12

Puede que algunas decisiones tomadas en la cocina
Hayan sido una pésima idea, no te preocupes ya que
Siempre puedes volver a empezar o mejor aún…
Tomar la revancha puede ser muy dulce.
Apasionadamente rico. K, Candy.



Apenas empezaba su día y sentía un ligero dolor de cabeza. No había podido dormir bien la noche anterior, claro que no era su culpa era él y nadie más que él, el culpable. Drake empezaba esa mañana a trabajar con ella, siete días serían y él tan fresco le había preguntado poco después de que ella se lo anunciara: ¿Sólo siete días?  ¡¿Qué?! Había exclamado ella ¿Acaso quieres 15? Y Drake sólo se había limitado a sonreír haciendo que el corazón le latiera con fuerza.

No sabía que más pasaría pero por lo pronto había perdido el autobús, no tenía auto pues todos sus ahorros habían ido a parar a su negocio, así que había tenido que esperar y llegaba tarde por supuesto. En cuando dio la vuelta hacia la pastelería, vio una fila de personas afuera de ella. Su corazón se disparó preocupado y corrió hacia la puerta pero una muy enojada mujer se lo impidió.
-          Debes formarte en la fila. – Le informó molesta.
-          Usted no entiende. – Le dijo Candy confundida. – Soy la dueña.
-          Sí, claro… Y yo soy la novia del bombón que está atendiendo. – Se burló una joven morena que también hacía fila. Reclamos y abucheos de las demás llegaron enseguida hacia ella.
-          ¿El bombón que está…? – Empezó a decir  haciéndose una idea ya de lo ocurrido, fue entonces cuando se percató que solo eran mujeres las que estaban haciendo fila para entrar. – Me lleva la… ¡Murray! – Gritó con todas sus fuerzas esperando que este la oyera, afortunadamente  fue así y este apareció casi en el acto. - ¡Que rayos pasa aquí! – Exigió saber.
-          El nuevo empleado – Dijo entusiasmado, entusiasmo que desapareció en cuanto vio la furica cara de su Jefa. – Todo mundo quiere que él les atienda. – Finalizó casi musitando.
-          ¿Todo mundo o todas las mujeres? – Gruñó Candy.
-          Pues… da lo mismo. Las ventas son inmejorables.
-          Inmejorable le va quedar la cara a alguien en cuanto lo atrape.
-          ¡Pero Jefa! – Exclamó Murray.
-          ¿Podrías quitarte de enfrente? – Exigió ella intentando entrar y escuchando aun las protestas de las demás mujeres.
-          Ella es la dueña. – Tuvo que decir Murray al oír los reclamos.
-          ¡Que lo pruebe! – Dijo una belicosa adolescente, Candy quiso estrangularla en el acto. ¿Desde cuándo necesitaba confirmarle a sus clientes que ella era la propietaria? Justo cuando iba a dar su airada réplica, Murray habló leyendo a la perfección el enojo de su Jefa y evitando sabiamente un problema mayor.
-          Mira el poster a tu derecha. – Dijo él y todas incluyendo a Candy giraron para verlo. En  una enormísima foto que ella ni siquiera había visto gracias al estado de shock en que se hallaba, Candy salía sonriendo vestida al completo como Chef  y sosteniendo su famosa creación bautizada como Pasión Oscura. La adolescente al  comprobar que en realidad era la dueña, únicamente se encogió de hombros e hizo un puchero. Candy entró y arrastró a Murray con ella.
-          ¿Y esa foto? – Exigió saber. Sabía cuándo había sido tomada, estaba de lo más contenta con los resultados de su nuevo postre y Silk había insistido que empezará a tomar fotos de sus mejores creaciones, se suponía que ella no saldría en ninguna foto, pero terminó tomándose esa a petición de su amiga. Aun no salía de la impresión de ver su pastelería a rebosar de clientas y ahora se topaba con ese enorme poster colgando afuera.
-          Silk dijo que era un regalo para ti y que lo pusiéramos cuanto antes. Sales muy guapa Jefa.
-          Seguro se le pasó la mano con el photoshop. – Por breves momentos se olvidó de que tenía la intención de ahorcar a Drake.
Avanzó hacia el mostrador con dificultad pues adentro había muchas más mujeres y algunos hombres también aunque de preferencias sexuales cuestionables como comprobó al echar un vistazo.
El coraje no le había pasado aún y el asunto no mejoró en cuanto lo vio. Drake estaba de lo más amable, atento, servicial y coqueto con todo el mundo, bueno, con las mujeres nadamas para ser específicos. Traía las mangas de la camisa remangadas dejando ver sus fuertes brazos, la camisa con los dos primeros botones desabrochados dejando ver ligeramente su pecho, su sonrisa era terriblemente atractiva, todo en él era terriblemente atractivo admitió con un gemido comprendiendo el por qué todas las mujeres estaban ansiosas y entusiastas, ella en ese momento se sintió igual y con pesar comprendió el por qué estaba tan molesta. Celos, malditos celos se regañó a sí misma. Con las ventas de ese día seguro pagaba muchas de sus deudas pendientes y ni siquiera eso había tomado en cuenta, no, simplemente se había disparado su furia al ver a todas esas mujeres haciendo fila por él. Él no era suyo, esa era la verdad absoluta.
Como si le hubiera invocado de repente él alzó la vista y la miró. Ella reunió todo su valor y alzó una ceja con burla sin dejar de observarlo. Luego miró hacia todos los presentes movió la cabeza y se fue a la cocina no sin antes mandarle un mensaje con Murray.
-          Ella dice que en cuanto haya menos clientes te vayas a la cocina. Que tu lugar es lavando trastos. – Le informó a Drake poco después.
-          ¿Estaba molesta? – Preguntó con interés.
-          ¿Por qué no se lo preguntas tú mismo?
-          No me atrevo, además en la cocina hay muchos cuchillos y no quiero morir en mi primer día de trabajo.
-          Estaba enojada por que las mujeres que están afuera no la dejaban entrar. – Murray dijo lo que consideraba era la verdad.
-          ¿En serio?
-          Sí, pero seguro que ahora estará de lo más contenta al ver las buenas ventas que han habido gracias a ti.
Tengo que poner cara de felicidad se decía Candy viéndose en el espejo del cuarto de baño. Por más que lo intentaba su cara seguía pareciendo la de una mujer con altos e insospechados niveles de celos.
-          Relájate, respira… expira, sonríe. No, así no que parece que enseñas los colmillos lista para atacar cual loba.  Esto será más difícil de lo que pensé…
-          ¿Estás con alguien allí dentro? – La voz de Drake hizo que diera un pequeño salto.
-          Estoy hablando por teléfono. – Mintió enseguida.
-          ¿En el baño? – La incrédula voz de Drake hizo que apretara los dientes ¿Es que no podía tener un respiro de él?
-          ¿Algún problema? – Le contestó molesta.
-          No, solo que es… raro. - Ella abrió la puerta enseguida y se topó con él por supuesto, que tenía una mirada de curiosidad y diversión plantada en su hermosa cara.
-          Soy rara. – Dijo simplemente y caminó por el pasillo hacia su cocina con él atrás siguiéndola. - ¿Quién te puso en el mostrador? – Preguntó mientras intentaba ponerse el mandil, lo curioso es que ponérselo era la cosa más fácil del mundo pero tenerlo delante la ponía bastante  tonta. Él como si nada se acercó se lo quitó de las manos y con toda la tranquilidad del mundo se lo puso y lo ató por detrás. Sin que él se diera cuenta Candy tragó saliva y se alejó en cuanto pudo. – Gracias. – Dijo con voz queda ¿Se habría puesto roja?
-          Murray dijo que sería buena idea que estuviera allí.
-          ¿Ah sí? Tan listo él. – Dijo con ironía.
-          Bueno, estaba lleno de clientes…
-          Clientas más bien. – Le interrumpió ella y al  instante lo lamentó. – No cabe la menor duda de que tuviste un gran éxito. – Añadió rápidamente y  empeorándolo todo.
-          ¡Estás molesta! – Dijo con voz triunfal.
-          Tengo mis razones.
-          ¿Sólo por qué no te dejaban entrar?
-          Murray chismoso – Musitó – ¡No, no solo por eso! – Exclamó de pronto.
-          ¿Entonces…?
Buena pregunta ¿Y entonces? ¿Entonces qué carajo le decía?  Imperiosa por encontrar una respuesta dijo lo primero que se le vino a la mente...

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