Nicholas observó el papel que tenía frente a él, lo miró una y otra vez. Acababa de sacarlo de la caja fuerte y lo contemplada con la misma incredulidad que el día que lo había recibido , más de cinco años atrás.
Había sido el mismo día que había sostenido a su hija por primera vez, podía rememorar claramente las emociones que lo habían embargado, pero sobretodo el amor infinito por aquella criatura recién nacida.
Al cargarla, había percibido lo pequeña y frágil que era, ese ser sólo lo tenía a él en el mundo, y en ese instante había decidido protegerla de todo lo que pidiera dañarla. Iba a asegurarse que su hija fuese feliz sin importar el precio que debiera pagar.
Sin embargo ahora el pasado volvía y él no sabía como reaccionar. Largó el aire que había estado conteniendo y llamó a su casa para asegurarse que su hija Teri estuviese bien.
Antes de marcharse a la oficina había dado órdenes para que extremaran la seguridad pero volvió a repetir las instrucciones, sabía que ningún extraño podía entrar porque el hogar que había construido era una fortaleza, pero no podía evitar la inquietud que sentía.
Como si su mal presentimiento hubiese cobrado forma, tan pronto cortó la comunicación telefónica, sintió un alboroto en la puerta.
La puerta se abrió y Katherine entró seguida por un hombre y por la secretaria que obviamente no había podido detenerlos.
-¡¡Tú!! – gritó ella apuntándolo y aunque no había cambiado mucho físicamente en los pasados años, parecía una persona diferente.
- Lo siento seños...no puede –se excusó la secretaria al mismo tiempo.
-Está bien Señora Clark, le avisaré si es necesario llamar a seguridad.
-¡Maldito bastardo! – gritó Katherine y el hombre que la acompañaba la sujetó antes de que se abalanzara contra él.
-Tranquila Kate – musitó para calmarla pero ella no parecía reaccionar. Así que el hombre tomó la palabra.
-Soy el abogado de la Sra. Holly, y venimos...
-No me importa por lo que vienen, los quiero fuera de aquí ya mismo- sentenció.
-Antes recuperaré a mi hija, la hija que me robaste.
-Querrás decir la hija que vendiste, ¿buscas más dinero? – preguntó Nicholas con desprecio.
- ¡¡Hijo de perra, cómo te atreves a mentir así!! Voy a meterte en la cárcel por lo que has hecho.- le gritó ella y él se le acercó amenazadoramente
-¡Vete de aquí , antes que pierda el control!
-Por favor, traten de mantener la calma – les aconsejó el abogado pero ninguno lo escuchó.
-¡Fuera! – rugió Nicholas y se acercó al teléfono – Señora Clark, llame a seguridad.
-Señor Laurente, el delito que cometió es muy grave, debería hablar con nosotros.- insistió el abogado.
-El delito de ella no tiene perdón, vendió a su hija – discutió él y le acercó al abogado el papel que había estado observando antes.
Katherine se acercó a leerlo, allí decía que ella renunciaba a la custodia de su hija, la entregaba en adopción. El papel estaba fechado el día del nacimiento de la niña, y llevaba su firma o al menos una muy buena falsificación.
-¡Esta no es mi firma! Yo nunca...- dijo ella mirando a Nicholas.
-¿Nunca qué? ¿Nunca tomaste los millones que mi familia depositó para ti en una cuenta cuando abandonaste a la niña? ¡¡¡¿¿Nunca qué Katherine??!!!
-Yo la creí muerta, me la robaste y te llevaré al infierno por eso – dijo ella temblando y en ese momento llegó la seguridad para sacarla de allí. Antes de que los arrastraran fuera, el abogado alcanzó a dejarle un papel en las manos de Nicholas.
Apenas se cerró la puerta, él miró el documento.
Era una partida de defunción de un bebé recién nacido, fechada el mismo día del nacimiento de Teri, figuraba el nombre de Katherine como madre y el nombre del padre se encontraba vacío.
Se sentó y las letras se hicieron borrosas, acababa de pasar de la ira a la perplejidad.
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